MIME-Version: 1.0 Content-Type: multipart/related; boundary="----=_NextPart_01D6FFD2.BFF41DB0" Este documento es una página web de un solo archivo, también conocido como "archivo de almacenamiento web". Si está viendo este mensaje, su explorador o editor no admite archivos de almacenamiento web. Descargue un explorador que admita este tipo de archivos. ------=_NextPart_01D6FFD2.BFF41DB0 Content-Location: file:///C:/268256B4/art4.htm Content-Transfer-Encoding: quoted-printable Content-Type: text/html; charset="utf-8"
ArtĂculo cientĂfico / =
Research paper
Perc=
epciĂłn del
feminismo en mujeres y hombres de la ciudad de Cuenca, Ecuador
Percep=
tion of
feminism in women and men in the city of Cuenca, Ecuador
Cristin=
a Sacaquirin-Rivadeneira
Facultad de PsicologĂa, Universidad de Cuenca. Cu=
enca,
Ecuador.
*Autor para correspondencia: cris_95@live.com
Fec=
ha de recepciĂłn:
18 de septiembre de 2020 - Fecha de aceptaciĂłn: 2 de noviembre de 2020
RES=
UMEN
El presente estudio explora las percepciones frente al feminismo tan=
to
de mujeres y de hombres residentes en la ciudad de Cuenca, Ecuador, mediant=
e la
participaciĂłn en grupos focales. En total se conformaron cinco grupos foca=
les
con 25 participantes (hombres y mujeres) en edades comprendidas entre los 1=
8 y
60 años. Los datos fueron analizados mediante el programa Atlas.ti
utilizando técnicas de codificación inductiva. De las narrativas recopila=
das en
este estudio se concluyĂł que, el feminismo se percibe desde una esfera
colectiva e individual y, si bien ha logrado posicionar su lucha en torno al
reconocimiento de los derechos de las mujeres, también se evidencian a su
alrededor connotaciones y estereotipos de carácter negativo que se perciben
influenciadas por diversos factores que responden a un contexto sociocultur=
al
especĂfico. No obstante, se reivindicĂł el objetivo feminista en busca de =
la
igualdad de derechos en las estructuras y prácticas sociales y se resaltó=
la
necesidad del movimiento en la reeducaciĂłn de las relaciones sociales de
dominación y opresión tanto en el ámbito familiar como en el ámbito
institucional.
Pal=
abras
clave: Feminismo, percepción, estereotipos, género.
ABSTRACT
This study ex=
plores
the perceptions of feminism both by women and men in the city of Cuenca in
Ecuador through participation in focus groups. In total, five focus groups =
were
formed with 25 participants between the ages of 18 and 60 years. The data w=
ere
analyzed using the Atlas.ti program using induc=
tive
coding techniques. From the narratives compiled in this study, it is conclu=
ded
that feminism is perceived from a collective and individual sphere and, alt=
hough
it has managed to position its struggle around the recognition of women's
rights, negative connotations and stereotypes are also evident around it th=
at
are influenced by various factors that respond to a specific sociocultural
context. However, the feminist objective that seeks equal rights in social
structures and practices was vindicated and the need for the movement in the
reeducation of social relations of domination and oppression both in the fa=
mily
sphere and in the institutional sphere was highlighted.
Keywords: Feminism, perception,
stereotypes, gender.
1.&n= bsp; INTRODUCCIĂ“N<= o:p>
SegĂşn Katzenstein (1987), el feminismo logra visualizar que=
las
mujeres constituyen un grupo oprimido en comparaciĂłn con los hombres. Se
reconoce que esta condiciĂłn estarĂa influenciada por procesos de desigual=
dad
estructural más que por acciones o circunstancias individuales (Martin, 19=
90).
Por lo tanto, el feminismo busca la transformaciĂłn de las relaciones socia=
les
basadas en la asimetrĂa y la opresiĂłn tanto en la esfera pĂşblica como pr=
ivada
(GarcĂa & Valdivieso, 2005), que lleven a alcanzar la liberaciĂłn de l=
a mujer
como del hombre (Gamba, 2007). Y para que esta visiĂłn ocurra el cambio tie=
ne
que ser social, polĂtico, econĂłmico y cultural (Mueller, 1987).
Un aspecto que=
ha
tomado relevancia al momento de hablar de feminismo radica en la intersecci=
onalidad
(Valentine, 2007). Esta hace referencia a que cada individuo (en este caso,=
la
mujer) se circunscribe, en base a diferentes categorĂas sociales (p.ej., r=
aza),
dentro de estructuras más amplias y complejas de desigualdad (Collins, 200=
0), variando
en relevancia y notoriedad en los diferentes contextos sociales (Hopkins,
2017). Se ha enfatizado que el feminismo no constituye un dogma o una ideol=
ogĂa
(Jaggar, 1983). Por el contrario, se ha ido
configurando en distintos movimientos sociales que, a partir de su interven=
ciĂłn
temporal concreta se sitúan en permanente confrontación y diálogo con la
realidad social, además de su propia evolución interna (Montero, 2006).
Con respecto a=
esta
diversificación, se debe vislumbrar (más allá de sus diferencias) que es=
tos
feminismos se enmarcan en un mismo objetivo. El movimiento de feministas
liberales busca la igualdad de oportunidades y acceso al mercado laboral. P=
or
su parte, el feminismo radical establece que la opresiĂłn de la mujer es la=
raĂz
que configura las formas de opresiĂłn y de dominaciĂłn (patriarcado). El
feminismo socialista argumenta que la liberaciĂłn de la mujer sĂłlo se logr=
ará a
partir de las transformaciones de las relaciones sociales y de las fuerzas
productivas, incluyendo la actividad laboral que las mujeres realizan en el
hogar (cf. Friedman et al., 1987). Por Ăşltimo, los movimientos
ecolĂłgicos se debaten, por una parte, entre revalorizar la heterodesignaciĂłn
histĂłrica de la mujer y, por el contrario, otros critican y rechazan el es=
encialismo
en esta concepción que resulta androcéntrica y heter=
opatriarcal
(Anzoátegui, 2019).
En torno a la
filiaciĂłn, aceptaciĂłn o rechazo de las diferentes propuestas feministas, =
la
teorĂa de la identidad social resalta que las personas están más dispues=
tas a
identificarse con un grupo si este es evaluado positivamente (Breen & <=
span
class=3DSpellE>Karpinski, 2008). Por su parte, =
Hemmings
(2012) argumenta que a través de la disonancia afectiva (discrepancia entr=
e la
narraciĂłn propia vs. la realidad social) se podrĂa (o no) desarrollar un
sentido de empatĂa (presente en mujeres y hombres) y la voluntad de partic=
ipar
colectivamente del movimiento feminista.
Cuando una per=
sona o
un grupo de personas se hacen llamar feministas, esta etiqueta, refleja en =
la
sociedad la presencia de estereotipos negativos y positivos con diferentes
implicaciones (Dyer & Hurd, 2016). En la literatura se hace referencia =
al
continuo feminista para describir las distintas articulaciones que tienen l=
ugar
al asumir el feminismo a nivel personal, estas incluyen: (a) personas que se
identifican como feministas (soy feminista), (b) aquellas que se identifican
como feministas pero explicitan un grado de desacuerdo (soy feminista, pero=
),
(c) a personas que no se identifican con el movimiento pero poseen actitude=
s feministas
(no soy feminista, pero), y (d) a quienes no se identifican como feministas=
y
tampoco están de acuerdo con los objetivos feministas (no soy feminista; <=
span
class=3DSpellE>Jolles, 2012; Butler, 2013).
No obstante, e=
n la
actualidad, ante lo que parece percibirse como una multiplicidad de discurs=
os
con implicaciones teóricas (p.ej., ¿qué es feminismo? vs. ¿qué no es
feminismo?), más la distorsión de la información en los medios de comuni=
caciĂłn,
en las redes y la intolerancia social en nuestro contexto (p.ej., DĂaz, 08=
de
marzo de 2018; Muñoz, 15 de mayo de 2018), el feminismo continúa enfrenta=
ndo la
misma reticencia paradĂłjica y estigmatizaciĂłn (Hoski=
n
et al., 2017). Los movimientos feministas se enfrentan al reto de cĂ=
łmo
comunicar y sostener la reivindicaciĂłn de los derechos asentada en una
legitimidad real y no formal (Gifford, 2011), a=
demás
de preservar lo que ya se ha logrado (Valdivieso et al., 2012).
Sin embargo, p=
ara
lograr esa igualdad son relevantes las polĂticas de Estado y su aplicaciĂł=
n real
con criterios de efectividad. En nuestro paĂs, actualmente, estas se estab=
lecen
bajo las premisas del Plan Nacional para el Desarrollo “Toda una Vida”
(SecretarĂa Nacional de PlanificaciĂłn y Desarrollo, 2017), enmarcado en l=
os
compromisos internacionales de desarrollo global y en sus objetivos de
Desarrollo Sostenible (Agenda 2030; OrganizaciĂłn de las Naciones Unidas [O=
NU],
2015). Dentro de estos planteamientos se propone alcanzar la igualdad de gĂ=
©nero
y la garantĂa plena de los derechos de las mujeres en todas sus áreas.
En este sentid=
o, es
necesario problematizar el papel del Estado como supuesto garante de los
derechos de las mujeres. Es evidente el abismo entre las propuestas
legislativas y un cambio real (cf. Pardo, 2019). Un claro ejemplo de la
ineficacia del Estado ecuatoriano, en un paso más para materializar esa
igualdad, supone el veto total al Código Orgánico de Salud (COS; Asamblea
Nacional de la RepĂşblica del Ecuador, 2020), en donde se abordaban temas de
derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y su atenciĂłn integral.
A partir de es=
te
trasfondo y considerando las limitaciones metodolĂłgicas de investigaciones
relacionadas, este estudio tuvo como objetivo el explorar las percepciones
frente al feminismo tanto de mujeres y de hombres residentes en la ciudad de
Cuenca - Ecuador. Lo que nos ha llevado a preguntarnos, ÂżcĂłmo perciben el
feminismo las mujeres y los hombres en nuestro contexto?
2.&n=
bsp;
METODOLOGĂŤA
Se utilizĂł un=
enfoque
cualitativo transversal, mediante el uso de grupos focales como técnica de
recopilaciĂłn de informaciĂłn. Esta permitiĂł la exploraciĂłn de los constr=
uctos
socioculturales que se configuran como una visiĂłn frente a un tema especĂ=
fico
(Carey & Asbury, 2012) y el análisis inductivo e interpretación a par=
tir
del discurso y la conducta observable de los participantes (Taylor & Bodgan, 1992). Además, se consideró la perspectiva =
de
género en el análisis de los datos descriptivos obtenidos (López et a=
l.,
2011).
El proceso se =
apoyĂł
metodolĂłgicamente en los siguientes planteamientos: (a) la investigaciĂłn =
es
inductiva y no se comprueban hipĂłtesis o teorĂas, (b) se asume una perspe=
ctiva
holĂstica del escenario y de las personas, (c) las investigadoras son sens=
ibles
a los efectos que puedan causar en los participantes, sin embargo, predomin=
a la
objetividad para no interferir en el discurso de los participantes, (d) no =
se
busca la verdad sino la autenticidad, (e) se da un espec=
ial
Ă©nfasis a la validez en la investigaciĂłn y (f) se destaca el aspecto huma=
no de
la vida social y se acepta el error en el juicio humano (GarcĂa, Alvira &a=
mp;
Alonso, 2015).
=
2.1. =
Zona de estudio
La selecciĂłn de los participantes se realizĂł med=
iante
un muestreo por conveniencia, intencional, en donde se seleccionan casos
caracterĂsticos de la poblaciĂłn, limitando la muestra sĂłlo a estos, y se
procura que sea representativa de acuerdo con los objetivos del estudio (Scharager & Reyes, 2001). En esta investigaciĂłn,=
la
representatividad se logrĂł mediante la heterogeneidad de la muestra, al el=
egir
personas de diversas áreas profesionales, académicas y sectores sociales,
además de buscar números equitativos para la variable sexo. Para ello, el
equipo de investigaciĂłn sugiriĂł nombres de participantes a los que se les
consultarĂa su deseo de participar y personas que no estuviesen vinculadas
profesionalmente a la Universidad de Cuenca (con excepciĂłn del grupo de
expertas), con las condiciones especificadas en criterios de inclusiĂłn.
Se consideraron los siguientes criterios de inclus=
iĂłn
para los participantes: (a) hombres y mujeres de nacionalidad ecuatoriana
residentes en la ciudad de Cuenca y, (b) que se encontraran en los siguient=
es
rangos de edad, de 18 y 19 años y de 20 a 60 años. Para la conformación =
de los
grupos focales se consideraron los siguientes criterios: (a) se decidiĂł qu=
e los
grupos fueran homogéneos en base al sexo (mujeres y hombres, por separado),
pero heterogéneos en cuanto a diversidad de actividades laborales o acadé=
micas
y que no se conociesen entre sĂ con el fin de facilitar el intercambio de =
ideas
y evitar que se realicen suposiciones o prejuicios (DĂaz, 2005) y, (b) cada
grupo focal estuvo conformado por cuatro a seis participantes (Onwuegbuzie et al., 2011).
En total se conformaron cinco grupos focales con 25
participantes. El primer grupo focal (con el que se realizĂł el pilotaje) e=
stuvo
conformado por cinco mujeres consideradas expertas en el tema, las mismas
fueron contactadas por ser profesionales dedicadas al trabajo en temas de
género de diferentes instituciones universitarias, asà como activistas de
grupos feministas de la cuidad. El segundo y tercer grupo focal estuvo
conformado por cinco mujeres y cinco hombres (en cada grupo) de 18 y 19
=
2.2. =
Instrumentos, procedimiento y
análisis de datos
Se diseñó una guĂa de grupo focal con preguntas
semiestructuradas tomando como base las categorĂas teĂłricas identificadas=
en la
revisión bibliográfica. Se incluyeron: (a) la definición de feminismo, (=
b)
estereotipos en torno a las personas feministas, (c) connotaciĂłn social fr=
ente
al feminismo, (d) actitudes y pensamientos incompatibles con el feminismo y=
(e)
la postura personal frente al feminismo. Esta guĂa fue discutida y aprobada
dentro del equipo de investigaciĂłn y posteriormente validada mediante una
prueba piloto realizada con el grupo de expertas, de esta experiencia se
realizaron ajustes a la entrevista original.
Para el registro de la informaciĂłn no verbal y el
grado de consenso/desacuerdo, se elaborĂł una matriz en Word (Onwuegbuzie et al., 2011), la misma fue revisa=
da y
aprobada por el equipo de investigaciĂłn.
La conformaciĂłn de los grupos focales siguiĂł las=
estrategias
de reclutamiento de Beck et al. (2004) de tres pasos: (a) se enfatiz=
Ăł el
interés en las opiniones de cada participante, los mismos fueron convocado=
s con
la consigna de discutir acerca de los distintos movimientos sociales; (b) la
invitación se realizó de forma repetitiva, a través de llamadas o mensaj=
es
telefĂłnicos, se coordinĂł previamente el horario, el lugar y se obtuvo la
confirmaciĂłn de su participaciĂłn y (c) al final de cada grupo focal (moda=
lidad
fĂsica), las personas fueron
incentivadas por su participaciĂłn mediante la ent=
rega
de un refrigerio.
Los grupos focales se realizaron en dos modalidades
debido a la crisis sanitaria mundial causada por el covid-19, lo que dificu=
ltĂł
el encuentro fĂsico. Tres grupos focales fueron realizados de forma presen=
cial
en el mes de febrero y dos se realizaron de forma virtual en los meses de a=
bril
y mayo (mediante el software Zoom). Previo al in=
icio
de cada grupo focal, para las dos modalidades, se procediĂł a explicar el
objetivo y los procedimientos del estudio. Los participantes otorgaron su
consentimiento para participar de forma voluntaria a través de la firma del
consentimiento informado, mismo que fue previamente aprobado por el Comité=
de
BioĂ©tica en InvestigaciĂłn en el Ărea de la Salud de la Universidad de Cu=
enca
(COBIAS - UC) - Ecuador (código 2019-0140EO-I). Además, a través de este
documento se indicĂł que el proyecto garantiza el anonimato y el manejo de =
los
datos bajo criterios Ă©ticos y deontolĂłgicos.
En cuanto a la conducciĂłn de las sesiones de los
grupos focales, participamos las dos investigadoras en calidad de moderador=
as.
Se contĂł con la asistencia de cuatro ayudantes de investigaciĂłn (estudian=
tes de
Ăşltimos ciclos de la carrera de psicologĂa; dos mujeres y dos hombres) pa=
ra el
registro de notas. La duración máxima de las entrevistas fue de aproximad=
amente
1h27mins.
Todas las entrevistas fueron grabadas en audio y
transcritas para su posterior análisis mediante el programa Atlas.ti.
Todos los nombres utilizados en este artĂculo son seudĂłnimos para garanti=
zar el
anonimato. Los datos se analizaron utilizando técnicas de codificación
inductiva (Braun & Clarke, 2006). El análisis siguió el siguiente pro=
ceso:
(a) se leyĂł toda la informaciĂłn hasta tener una idea general de lo expres=
ado
por los participantes, (b) se extrajeron las unidades de significado y a su=
vez
los temas básicos y se agruparon por códigos y (c) se crearon matrices de=
temas
extraĂdos, los mismos que están respaldados por sus respectivas citas
textuales.
3.&n=
bsp;
RESULTADOS Y
DISCUSIĂ“N
En total, nueve temas fueron identificados, mismos=
que
se presentan a continuaciĂłn.
3.1 &nb=
sp;
El feminismo como una construcci=
Ăłn
colectiva
Las construcciones teĂłricas en torno al feminismo=
se
realizaron desde dos dimensiones. Por un lado, la mayorĂa de participantes
lo asumieron desde el ámbito colectivo: “es un movimiento social que pid=
e el
reconocimiento de los derechos de las mujeres que tradicionalmente estaban
prohibidos para ellas” (Carmen, 19 años).
En estas narraciones, se reconociĂł un elemento
transgeneracional. Se interpretĂł como una lucha con trascendencia y repres=
entaciĂłn
histórica liderada por mujeres: “fueron construyendo entre generaciones y
generaciones para tratar de menorar la desigualdad” (Juan, 19 años). En
Ecuador, los movimientos feministas (declarados y no declarados) surgen a
principios del siglo XX asumiendo luchas libertarias. Las y los participant=
es
recalcaron la búsqueda en la igualdad de derechos: “poder hacer y ser to=
mada en
cuenta en muchos aspectos sociales, polĂticos, educativos, etcĂ©tera” (H=
ugo, 18
años), como una forma de reivindicación.
Dentro de este relato de igualdad, algunos
participantes hombres hicieron alusión a las capacidades de la mujer: “[=
el
feminismo] busca dar a conocer que las mujeres son capaces en muchas cosas =
más”
(Antonio, 19 años). En un ejemplo dado, Juan (19 años) menciona:
[las mujeres] pueden tal vez dibujar mejor que un hombre, tal vez pu=
eden
construir mejor que un hombre, tal vez pueden ser mecánicas o ser de algú=
n tipo
de obraje que, por lo general, piensan que los hombres son mejores o se ver=
Ăan
mejor.
Algunas de estas narraciones se enmarcaron en una
argumentaciĂłn esencialista asociada a la capacidad de la mujer como dadora=
de
vida:
La mujer es mal llamada el sexo débil porque si es que ellas fueran=
el
sexo débil, ellas no tuvieran los hijos, partiendo desde ahà [risas] (Alberto, 39 años).
La mujer como tal es dadora de vida, es un ser bastante especial, de=
por
sĂ ya es fuerte (VĂctor, 25 años).
Si hubiese un dios o lo que sea yo creo que serĂa mujer [risas] por=
que
no hay una explicaciĂłn para tanta sensibilidad o belleza que hay en la
naturaleza (Miguel, 23 años).
Al respecto, MartĂnez (1992) plantea que, cuando
existe una narrativa de carácter esencialista sobre qué es ser mujer
(cualidades y atributos femeninos), esta parece contribuir con la preservac=
iĂłn
de las diferencias de género. En nuestro contexto, la maternidad es un val=
or
cultural que destaca las expectativas sobre las mujeres relacionadas con
construcciones machistas, como el marianismo (Castillo et al., 2010).
Concepto que se encuentra implĂcito en el sistema de creencias de las y los
adolescentes cuencanos (Pinos et al., 2016).
3.2 &nb=
sp;
El feminismo como una construcci=
Ăłn
individual
Desde una segunda narrativa, Ăşnicamente algunas
participantes mujeres concibieron una dimensiĂłn individual. Se refirieron =
al
hecho de asumir conscientemente y de reestructurar, desde su espacio person=
al,
las estructuras jerárquicas de dominación basadas en el género, en las c=
uales
se ve inmersa la mujer.
Es un proceso de cambio interno de las mujeres, que es de cuestionar=
nos
este orden patriarcal en el que hemos crecido, en el que hemos vivido y en =
el
que se fundamentan nuestras relaciones y desde ahĂ, irlo cuestionando, ir
modificando (Cecilia, 22 años).
Rosa (24 años) compartió esta percepción y expr=
esĂł:
Es un despertar para las mujeres, porque quizás practicábamos y pr=
acticamos
muchas normas machistas, muchos roles que nos han sido impuestos y que ni
siquiera nos hemos dado en cuenta.
Respecto al hecho de ser consciente, Riquer (1992)
plantea que cada mujer posee algĂşn grado de conciencia que se traduce en
autoconocimiento, el conocimiento de los otros y del mundo social en el que=
se
encuentra inmersa y, al desarrollar un nivel de conciencia en estos espacio=
s la
mujer existe, adquiere un sentido de yo soy (se reconoce) y a la vez supone=
un
cuestionamiento de ¿qué es ser mujer en esta sociedad?
Acompañada a esta toma de consciencia, se evidenc=
iĂł un
componente afectivo que se concibe como: “muy ligada al amor propio, al como mujer empodérate, al ámate, al que estás b=
uenĂsima
viéndote en un espejo [autoestima]” (Carlota, 26 años). Las participant=
es lo
interpretaron como un proceso de amor propio, de resignificaciĂłn y de sana=
ciĂłn
relacionado a su vez, con el sentido de sororidad, tanto hacia las personas=
que
forman parte del movimiento y hacia las que no, independientemente del sexo=
y,
que al mismo tiempo transciende las diferentes posturas que se puedan susci=
tar.
Ser un aliado de cualquier persona, no importa el género y, de algu=
na
manera esta sororidad que podemos tener con las demás personas para
visibilizar, no para ocultar, no para mezquinar, no alejar, sino más bien =
este
sentir bonito de construir en conjunto (=
Rosa,
24 años).
Para Lagarde (2012), el sentido de sororidad sitĂş=
a a
la mujer en una búsqueda de relaciones de carácter positivo, de establecer
alianzas existenciales y de representaciĂłn polĂtica; desde un cuerpo a ot=
ro,
desde una subjetividad a otra, con todas esas (otras) mujeres con el fin de
emprender acciones concretas para la eliminaciĂłn de todas las formas de
opresiĂłn.
Sin embargo, Cecilia (22 años) menciona:
Es muy complejo ser sorora con la otra p=
ersona
que te han enseñado toda la vida a odiarle, a tener competencia, a sentir
envidia, a tenerle celos.
La sororidad lleva implĂcito un nivel de compleji=
dad
que guarda relaciĂłn con el proceso de ser consciente. Las relaciones entre
mujeres han estado y continĂşan estando condicionadas por una serie de
estructuras patriarcales que promueven la rivalidad.
Estas construcciones teĂłricas, coinciden con los
planteamientos reportados por Reger (2012), en =
donde
el feminismo se asumiĂł como una resistencia individual y, como una acciĂłn
colectiva. En efecto, en esta relación individuo – colectivo tiene lugar=
una
importante vinculaciĂłn que invita a una transformaciĂłn sociocultural y a =
su
vez, personal, que se traduce en una doble acciĂłn (MartĂnez, 1992).
3.3 &nb=
sp;
Tipos de feminismos
Muy pocos participantes hicieron alusiĂłn a los ti=
pos
de feminismo. Se mencionĂł el feminismo socialista, el feminismo liberal y =
el
feminismo radical. En torno a estos tipos de feminismo no se evidenciĂł un =
manejo
teĂłrico, lo cual resultaba esperable, puesto que los participantes no son
expertos.
…hay un feminismo socialista
(Adriana, 18 años).
…este feminismo radical y este feminismo liberal de algunas muj=
eres
(Rosa, 24 años).
La interseccionalidad supone un aspecto central que
contribuye a la comprensiĂłn de la multiplicidad de movimientos. Estas
diferencias radican principalmente en las agendas polĂticas (que deben imp=
licar
solidaridades múltiples, más allá de interposición). Por ejemplo, movim=
ientos
feministas indĂgenas abordan prioritariamente temas de desplazamiento
territorial, conservaciĂłn de los recursos naturales y la educaciĂłn
intercultural, mientras que, para otros movimientos feministas un aspecto
central de su agenda polĂtica podrĂa suponer el derecho al aborto (Varea,
2019). Estos objetivos responden a un contexto cultural especĂfico y a sus
necesidades reales.
Además, al feminismo radical se lo relacionó con=
una
tendencia extremista: “el feminismo radical ha hecho que se vea como nega=
tivo”
(Manuela, 23 años). Algunas participantes mujeres resaltaron la importanci=
a de
comprender la radicalidad y no limitarse Ăşnicamente a emitir un juicio de =
valor
sin antes conocerlo. Desde un marco conceptual, el objetivo de las feminist=
as
radicales se fundamenta en descubrir y modificar la raĂz de la opresiĂłn d=
e las
mujeres (cf. Friedman et al., 1987).
Hay muchas cosas radicales que no se pueden entender y que yo tampoc=
o lo
entendĂa. Y de ahĂ comencĂ© a leer porque yo decĂa siempre tiene que hab=
er un
por qué. Siempre hay un por qué de las cosas, una no lo hace por loca.
Entonces, comencé a investigar y a leer un poco, te vas empapando [enteran=
do]
de algunas cosas y vas cambiando también esta perspectiva [percepción de =
la
radicalidad]. (Carlota, 26 años).
En torno a la percepciĂłn de extremismo, aparte de
relacionarlo con el feminismo radical, se interpretó en términos generale=
s: “yo
si tiendo mucho a pensar en que hay, no un feminismo correcto, pero sĂ un
feminismo verdadero” (Elena, 27 años). Al respecto, Alberto (39 año=
s)
mencionó: “el momento en que eso [feminismo] se fanatiza, automática=
mente
viene el caos, como tal, porque no se respetan normas, ni reglas, ni nada, =
sino
se quiere llegar a imponer el punto a como dé lugar”.
Un ejemplo de esta concepciĂłn de extremismo radic=
a en
el término hembrismo, que supone la discriminación sexual hacia el hombre=
, y
que se ha llegado a asociar de forma errĂłnea y directa con el feminismo: â=
€śhay
esta forma de decir que el feminismo es malo porque le están confundiendo =
con
el hembrismo” (Laura, 19 años).
3.4 &nb=
sp;
Aspectos incompatibles con el
feminismo
Durante las discusiones sobre las actitudes y
pensamientos que se percibieron como incompatibles con el feminismo se
mencionaron las siguientes: el patriarcado (que contempla el machismo y la
violencia), el capitalismo y una actitud de superioridad y de defensividad =
de
la mujer.
 Se inter=
pretĂł
que el patriarcado es una estructura dominante que configura las relaciones=
de
desigualdad en base al género: “un sistema donde el hombre es el que =
manda,
el hombre es el que elige, el que da las decisiones” (Carlos, 18 año=
s). Al
mismo tiempo, ejerce presiĂłn en contra de los objetivos del movimiento
feminista “porque quiere limitarlo por todos lados” (Rosa, 24 aĂ=
±os). Y
en efecto, tiende a invisibilizar las resistencias feministas.
Dentro del patriarcado, se mencionó: “el
pensamiento machista” (Fernando, 21 años), que se asumió como un co=
njunto
de actitudes y creencias que se sostienen en base a la percepciĂłn errĂłnea=
de
superioridad del hombre y, por ende, la desvalorizaciĂłn de la mujer. Se
percibió que las conductas y pensamientos machistas están presentes tanto=
en
hombres como en mujeres:
El hombre no es el enemigo, es el hombre con conductas machistas que=
no
quiere verlas, porque el hombre con conductas machistas que está en proces=
o de
verlas y de identificarlas y de cambiarlas, ¡qué bien!, porque nosotras s=
omos mujeres
también machistas, en proceso de cambiar
(Cecilia, 22 años).
Igualmente, se mencionĂł la violencia ejercida hac=
ia
mujeres y hombres. Sin embargo, se enfatizĂł la vulnerabilidad del hombre. =
Se
interpretĂł que, en nuestra sociedad no se visibiliza y no se brinda atenci=
Ăłn a
estos casos: “vivimos en una sociedad donde la mujer es la vĂctima y =
el
hombre no” (Carlos, 18 años), “sólo se busca por un lado y no =
se ve que
también se invisibiliza mucho la violencia de las mujeres hacia los hombre=
s o
de hombres con hombres” (Manuela, 23 años). Al respecto, Hoskin et al. (2017) reportó percepciones sim=
ilares,
los participantes concebĂan que el feminismo aborda exclusivamente las
necesidades de las mujeres e ignora los problemas de los hombres, al tiempo=
que
eleva las preocupaciones de las mujeres sobre los hombres.
Sin embargo, no todas compartieron esa percepciĂłn,
Rosa (24 años) manifestó:
Yo no considero que sea esta invisibilizaciĂłn<=
/span>
de la violencia contra los hombres, sino más bien la violencia siempre ha
estado, es algo constante y siempre las personas tratamos de normalizar esta
violencia sea para hombres o mujeres, sea para quién sea de alguna manera =
se ha
normalizado.
La violencia es estructural y su análisis se fija
tanto en los cuerpos de las mujeres como feminidades normadas y en los homb=
res
como masculinidades subordinadas y hegemĂłnicas (Viteri, Ceja, & YĂ©pez,
2017). La interseccionalidad busca alejarse del legado de género que esencializa a mujeres y hombres, y encontrar nuevas f=
ormas
de comprender las vulnerabilidades de los sujetos (Viteri et al., 20=
17).
Un ejemplo claro lo señala Paulson (2013) quien
evidencia que los hombres pobres tienen más posibilidades de morir
violentamente.
Por su parte, el patriarcado y el capitalismo
configuran una Ăłptica de doble subordinaciĂłn. Este Ăşltimo se distinguiĂł=
como un
sistema polĂtico que articula, fortalece y perpetĂşa las relaciones de
desigualdad y busca un beneficio econĂłmico al apoyarse de la causa feminis=
ta: “toma
a la mujer y la separa (…) se transforma en un mercado, hablando del come=
rcio,
entonces pierde su esencia [el feminismo]” (Adriana, 18 años).
SegĂşn Federici (2013), el capitalismo es un modelo
alienante que ha producido la invisibilizaciĂłn=
de los
trabajos que asumen la reproducción de la vida, a través de la división =
sexual
del trabajo. AĂşn predomina la visiĂłn de que la mujer (por naturaleza) se =
ve en
la obligación de responsabilizarse del espacio privado (doméstico) que ha=
sido
concebido para ella, se acepta que asuma nuevos roles, pero sin dejar de la=
do los
que tienen que ver con la reproducciĂłn de la vida (Gr=
oner,
Muñoz & Angulo, 2016). En el Ecuador, aunque se ha reconocido polĂtic=
amente
en la ConstituciĂłn de la RepĂşblica (2008) el cuidado, poco ha significado=
para
una mejor redistribuciĂłn e implicaciĂłn de los hombres (Castro-GarcĂa, 20=
17).
En torno a la imbricaciĂłn entre las relaciones
sociales de reproducción y las relaciones patriarcales de género en el
capitalismo, se han desarrollado distintas vertientes teĂłricas feministas
explicativas (cf. Esquenazi, 2020).
Por Ăşltimo, se encontrĂł que una actitud de
superioridad y de defensiva de una mujer se percibieron como contrarias al
feminismo en el sentido de que, si se busca la igualdad, la mujer no debe
considerarse superior al hombre. Y, se distinguiĂł que la mujer tiende a
rechazar la ayuda del otro y la desvaloriza adoptando una postura de
defensividad:
Por ejemplo, el hombre quiere ser cordial y le qui=
ere
abrir la puerta y ella [la mujer] dice “no, yo sà puedo”. Pero =
hay veces
que tienen una actitud un tanto agresiva de “¡qué crees que yo no te=
ngo la
capacidad de abrir una puerta!”. (Laura, 19 años).
3.5 &nb=
sp;
¿Quiénes pueden participar del
movimiento?
Al percibir quiénes pueden formar parte o no del
movimiento, las opiniones se diferenciaron en torno a dos posturas. Hay qui=
enes
concibieron que es un movimiento con representaciĂłn Ăşnicamente de mujeres=
: “es
un grupo social sĂłlo de mujeres” (LucĂa, 19 años). Además, al ref=
erirse a
su participación, señalaron la importancia de la interseccionalidad, conc=
epto
que se encontraba implĂcito en verbalizaciones como:
Es un movimiento diverso (Juan, 19 años).
Aborda muchas culturas (Antonio, 19 años).
Cada una es en su diferencia y en su diversidad, feminista (Cecilia, 22 años).
Y, por otra parte, hubo participantes que lo
consideraron como un movimiento abierto en el que pueden participar tanto
mujeres, hombres y poblaciĂłn LGBTI. Con respecto a la implicaciĂłn de los
hombres en el movimiento, se planteĂł que, al igual que las mujeres, es
necesario un cuestionamiento del orden patriarcal, además de su situación=
de
privilegio. Esta hace referencia a las ventajas disponibles para grupos
particulares en funciĂłn de los aspectos normativos de la identidad (Rothenberg, 2005).
En la actualidad, ya no es sĂłlo la lucha de mujeres, sino unidos con
hombres que ya son más pensantes, ya no tienen ese pensamiento de que ello=
s son
superiores o de que todo gira alrededor de ellos (=
Hugo,
18 años).
…población LGBTI, que también son feministas
(Matilde, 26 años).
En un estudio relacionado, se reportĂł que cuando =
los
participantes percibĂan que el feminismo era sĂłlo para mujeres, estaba pr=
esente
o ausente la intenciĂłn de excluir a otros grupos e identidades sociales y,=
por
el contrario, cuando se percibĂa como grupo abierto se aludĂa a la
interseccionalidad (Hoskin et al., 2017)=
. En
efecto, el feminismo debe ser interseccional pa=
ra
tener una relevancia, propĂłsito e impacto (Carbado et
al., 2013).
3.6 &nb=
sp;
La identificaciĂłn feminista
La identidad feminista aparece como un vasto
caleidoscopio de posibles discursos y entendimientos (Munar, 2017). Dentro =
del
continuo feminista se encontraron personas que no se identificaron como
feministas, pero apoyaban su agenda (p.ej., aborto). Ello se traduce, en su
diario vivir, en actitudes y acciones feministas.
Yo, por ejemplo, no me considero feminista. Yo considero que debo de
tener los derechos de los seres humanos y punto. Pero, por ejemplo, una vez=
en
casa con mi familia saliĂł [el tema] que estoy en favor del aborto y me dij=
eron
“pero si tienes un hijo” [y] digo, pero es que yo tuve mi hijo, yo deci=
dĂ tener
mi hijo, yo supe en qué circunstancias tuve mi hijo y ya (Elena, 27 años).
Por otro lado, estaban las mujeres que se
identificaron como feministas en proceso de construcciĂłn o, a pesar de no =
poseer
todo el conocimiento. Esta categorĂa no se contempla dentro del continuo
feminista (soy feminista, aunque): “yo siempre digo, estoy en proceso =
de ser
feminista” (Carlota, 26 años); “me considero feminista a pesar =
de que no
tenga todo el conocimiento del mundo porque creo que es algo más intrĂnse=
co”
(Cecilia, 22 años).
El rol del conocimiento en la predicciĂłn de la
participación del feminismo no está claro y aún menos en nuestro contexto
(educaciĂłn formal vs. no formal). Guest (2016)
plantea que el ingreso a la educaciĂłn superior posibilita la participaciĂł=
n del
activismo y el desarrollar (o no) una conciencia feminista. Sin embargo, el=
lo
no supone una Ăşnica forma. En este punto, tiene cabida la necesidad de
cuestionar el modelo epistémico (hegemónico) de la educación formal y pr=
opiciar
un diálogo intercultural. En nuestro contexto, un ejemplo claro de militan=
cia
feminista (más allá de la academia) son las diversas lĂderes indĂgenas.=
Además, en torno a la identificación feminista,
algunas participantes subrayaron que independientemente de auto catalogarse=
o
no como feminista, son feministas todas aquellas personas que desde sus
espacios personales emprenden acciones (p.ej., educar a los hijos) para cam=
biar
las estructuras de opresiĂłn.
Es igual de feminista mi abuela que se quedó viuda hace más de 20 =
años,
que tomĂł decisiones muy diferentes a las decisiones para su Ă©poca y que e=
s una
mujer que busca su solvencia, muy fuerte, al igual que la mujer que decide
estar en su casa (Cecilia, 22 años).
Es importante resaltar que la identificaciĂłn femi=
nista
se ha examinado principalmente como un movimiento de identidad asociada a la
pertenencia a un movimiento social feminista (Bobel,
2010). Las personas que se reconocen como feministas tienen mayor probabili=
dad
de reconocer situaciones de sexismo y mayor participaciĂłn en acciones
colectivas (Munar, 2017). Sin embargo, los discursos reactivos frente al
feminismo y los estereotipos negativos constituyen narrativas relacionales =
que
limitan la voluntad de autoidentificación y a su vez, está influenciado p=
or las
experiencias personales dentro de las relaciones sociales (Dyer & Hurd,
2016).
Â
3.7 &nb=
sp;
Estereotipos negativos y positiv=
os
del feminismo
Al abordar la percepciĂłn de los estereotipos, en =
un
primer momento, hubo participantes que asumieron que no es posible hablar de
caracterĂsticas especĂficas asociadas a las personas feministas, a pesar =
de ser
consencientes de que socialmente estos estereotipos están presentes: “yo
considero tambiĂ©n que no hay como tal una caracterĂstica que defina a las
personas que son feministas” (Matilde, 26 años). Sin embargo, confor=
me
avanzaban en sus narraciones se pudo evidenciar una divisiĂłn muy marcada en
torno a dos polos, negativo y positivo, de cĂłmo se percibe a las personas
feministas, especĂficamente se hizo alusiĂłn a las mujeres.
La percepciĂłn de estereotipos negativos fue la que
predominĂł en las y los participantes. Estas percepciones se configuraron en
torno al aspecto fĂsico, a las actitudes, a estados emocionales, a la
orientaciĂłn sexual y a la postura religiosa. En nuestro contexto hablar de=
una
persona feminista supone referirse a: “personas que están locas o
simplemente que están equivocadas en lo que demandan” (Luis, 19 año=
s), “las
tildan de histéricas” (Antonio, 19 años), “una feminazi”=
(Alberto,
39 años), “exageradas” (Carlota, 26 años), “son: â€esas mujeres=
marimachas
que no quieren trabajar’, que son â€las mujeres que de verdad no tienen =
nada que
hacer en sus casas y que por eso que están gritando en las calles” (=
Rosa,
24 años), “les han dicho que son lesbianas porque se juntan con mujer=
es”
(Elena, 27 años), “se nos ha impuesto a las mujeres feministas que â€=
tienes
que ser atea’, porque es el estereotipo de feminista” (Cecilia, 22 =
años), “les
dicen abortistas, que extremas, radicales y algunos insultos también”
(Manuela, 23 años), “llevan muchos complejos y mucho dolor y no busca=
n la
igualdad” (Elena, 27 años), “piensan que son sólo mujeres desn=
udas que
salen a la calle a luchar por sus derechos” (Miguel, 23 años), “no
muchas mujeres lo viven a profundidad sino la mayorĂa sĂłlo está en eso p=
ara
hacer daño o buscar como disturbios” (Fernanda, 19 años).
En otros estudios se ha encontrado que la palabra
feminista conlleva connotaciones como: “odiar a los hombres”, â€=
śmilitante”,
“obstinada”, “enojada”, “antimasculino”, â=
€śagresiva”,
“lesbiana”, “anti-madre”,=
“poco
atractiva fĂsica y sexualmente” y “extremistas radicales”=
(Bashir et al, 2013; Breen & Karpinski,
2008; Rudman & Fairchild, 2007). EspecĂfic=
amente,
el estigma en torno a la orientaciĂłn sexual (lesbianismo) puede causar
reticencia a identificarse como feministas, en algunas mujeres heterosexual=
es
(Moore & Sthati, 2019). Asimismo, las mujer=
es con
ideales feministas podrĂan distanciarse del movimiento si perciben que su
entorno posee estereotipos negativos o discursos aversivos violentos (Ramse=
y et
al., 2007).
Por su parte, la percepciĂłn de estereotipos posit=
ivos
tuvo lugar en base a caracterĂsticas fĂsicas, actitudinales, valores mora=
les y
caracterĂsticas a nivel cognitivo. Estas visiones fueron predominantes en =
las
participantes mujeres: “ser fuerte, serĂa una mujer empoderada”=
(LucĂa,
19 años), “un altruismo” (Adriana, 18 años), “una mujer q=
ue se
respeta” (Elena, 27 años), “engloba el liderazgo, las ganas de =
luchar
por las personas que están calladas (…), no tener vergüenza de salir a =
las
calles a gritar, exigir derechos” (Matilde, 26 años), “una mujer
independiente, una mujer que no necesite de otras circunstancias, alguien
valiente” (VĂctor, 25 años), “aquella que lucha por sus derech=
os o ve
que sus derechos no sean vulnerados” (Miguel, 23 años), “ese
cuestionamiento, de tal vez darse cuenta de un montón de cosas” (Cec=
ilia,
22 años), “pacĂfica” (Carlos, 18).
Al respecto, Roy et al. (2007) encontraron
resultados similares, los términos positivos más utilizados fueron: “independientes”,
“competentes”, “inteligentes”, “conocedorasâ=
€ť, “fuertes”
y “asertivas”. Parece ser que estos estereotipos podrĂan influe=
nciar
aumentando el compromiso en la militancia (Moore & Sthati,
2019).
3.8 &nb=
sp;
PercepciĂłn de factores influyen=
tes
en la connotaciĂłn negativa del feminismo
Las representaciones del feminismo son significati=
vas
tanto para la identidad feminista individual como para la percepciĂłn pĂşbl=
ica
(Siegel, 2007). En nuestro contexto, se percibiĂł que el feminismo tiene una
valoraciĂłn predominantemente negativa. Entre los factores influyentes, se =
hizo
referencia a la educaciĂłn familiar e institucional tradicional, el contexto
social, la religiĂłn, la falta de empatĂa, la desinformaciĂłn y las redes
sociales, el miedo al movimiento y la existencia de un pensamiento dicotĂłm=
ico (distorsiĂłn
cognitiva).
La familia fue vista como un espacio en donde tiene
lugar la enseñanza consciente o inconsciente de los estereotipos de géner=
o y
que se van replicando de manera transgeneracional. Como menciona Miguel (23
años): “desde mi hogar yo me puedo dar cuenta que incluso mis familia=
res, en
este caso personas ya de edad, abuelitas o tĂas abuelas, todavĂa tienen e=
se
chip [mentalidad] machista, incluso ellas”. Se recalcó la rigidez de
pensamiento de las personas adultas, que han crecido con esos patrones
cognitivos y que se asumen como verdades absolutas (distorsiĂłn cognitiva):=
“no
podemos cambiar la ideologĂa de las personas adultas” (Adriana, 18 a=
ños).
Al respecto, Alberto (39 años), percibió que el =
papel
predominante en la educaciĂłn lo asume la mujer, aludiendo a su papel de ma=
dre y
cuidadora (postura esencialista):
Muchas veces, en esta sociedad, la misma mujer es la que se encarga =
de
fomentar el machismo en las casas. Desde el punto de vista de que “no, el=
niño
no puede lavar los platos”; “no, el niño no debe llorar” o “no, el=
niño esto o
la niña por acá y el niño por allá”. Entonces, se van criando esas fo=
rmas de
pensamiento desde niños y nos van criando con esa mentalidad [machista].
Estos hallazgos coinciden con los reportados por P=
inos
et al. (2016), quienes evidenciaron que las y los adolescentes cuenc=
anos
perciben que los estereotipos de género se transmiten a través de la educ=
aciĂłn
familiar y por la sociedad, y la mayor responsabilidad recae sobre la madre=
.
Por su parte, muy ligado al rol de la familia en la
educación, las y los participantes mencionaron también el papel de las
instituciones educativas. Se interpretĂł que existe un discurso contradicto=
rio,
por un lado, las instituciones educativas promulgan la igualdad, y por otro=
, continĂşan
ejerciendo y promoviendo los estereotipos de género. En un ejemplo dado, E=
lena
(27 años) expresa:
Mi hijo está en una guarderĂa, el uniforme es gris para hombres y
mujeres, pero los hombres tienen azul y las mujeres tienen rosado. Entonces=
, yo
cuando me fui a comprar [me preguntaron] “¿para hombre o para mujer?” =
[y] dije:
¿no será el mismo uniforme? [me respondieron] “No, el de las mujeres ti=
ene
encaje y es rosado”.
Se puede hablar de que en la misma educaciĂłn que se tiene, sobre to=
do
aquà en Cuenca, nos implantan mucho eso [estereotipos de género]. Nos imp=
lantan
que “las niñas deben ser calladas”, que “las niñas deben ser guarda=
das”,
“cierra tus piernas”, que “no debemos andar hasta ciertas horas”, q=
ue “no
debemos usar cierto tipo de ropa”, si es que por ahà se nos ocurre usar =
algo un
poco provocativo que se nos acerque alguien y que nos diga algo, “es nues=
tra
culpa”, que “nosotras debemos en si estar a las órdenes, que sé yo, d=
el papá”,
“hacer más caso al novio”, “no tener la opciĂłn de seguir adelanteâ€=
ť (Laura, 19 años).
La educaciĂłn que recibimos desde la infancia por
diversos canales pueden ser espacios de transformación, pero también de
adoctrinamiento, reproducciĂłn y legitimaciĂłn de procesos de socializaciĂł=
n de
gĂ©nero hegemĂłnicos y, su importancia radica en deconstruir las categorĂas
dominantes de lo masculino y femenino (MartĂnez & RamĂrez, 2017). Los
estereotipos de género son imaginarios culturales que están muy arraigado=
s en
nuestra sociedad.
Del mismo modo, el contexto social se percibiĂł co=
mo
conservador, tradicional y moralmente correcto. Nuestra cultura nos impone
ciertos estándares que se deben cumplir: “por ejemplo, una mujer no p=
uede
ser fea como dijeron, no tiene permitido ser fea porque obviamente va a ser
excluida, pero el hombre puede ser mĂşsico, puede ser escritor porque es fe=
Ăto,
pero tiene otras cualidades” (VĂctor, 25 años).
Dentro del contexto social, también se abordó el=
tema
de la sexualizaciĂłn de la mujer:
Los hombres somos más instintivos e incluso vemos, yo lo hablo desd=
e mi
punto de vista no sĂ© los hombres que estamos aquĂ, una modelo [chasquido =
de
dedos] y lo primero que se nos prende es el instinto, ni siquiera decir “=
que
guapa que está” o [ver] que ropa está usando, [chasquido de dedos] es el
instinto lo primero que se nos viene. ¿Y eso por qué? lamentablemente en
nuestra sociedad la mujer ha sido sexualizada, ha pasado a ser un objeto (Miguel, 23 años).
Además, hubo participantes que señalaron el pape=
l de
la religión. Se percibió que esta promueve los roles de género y promulg=
a un
estereotipo de la mujer perfecta: “se propone aquà un marianismo, este
estereotipo de una mujer ideal que debe estar bajo los pies del hombre,
prácticamente. No debe quejarse ante ninguna situación, aceptar todas las=
cosas”
(Laura, 19 años).
SegĂşn la religiĂłn, yo no estoy en contra de la religiĂłn, de hecho=
, si
soy católica, pero se dice una expresión de que “la mujer salió de la =
costilla
del hombre”. Entonces, a veces, llega a ser un tipo de analogĂa errĂłnea=
, en el
aspecto de decir que “la mujer se debe sumir ante el hombre porque litera=
lmente
ella salió de él” (Adriana, 18 años).
En efecto, en nuestro paĂs esta influencia es
evidente, Viteri (2020) recoge una cronologĂa de las acciones de oposiciĂłn
(p.ej., la campaña “con mis hijos no te metas”) emprendidas por=
actores
religiosos conservadores y que se inscriben en el ámbito público y sobre =
las
polĂticas de Estado con respecto a los derechos de las mujeres (especialme=
nte,
sexuales y reproductivos).
Igualmente, la falta de empatĂa es un factor que =
cobrĂł
relevancia. Algunas participantes interpretaron que las personas no están
dispuestas a realizar un ejercicio de empatĂa para comprender quĂ© es lo q=
ue
está pasando en la actualidad y por qué las mujeres deciden alzar sus voc=
es,
salir a las manifestaciones y reclamar sus derechos: “no se sensibiliz=
an
ante las causas” (Rosa, 24 años).
De manera análoga, se mencionó la desinformació=
n.
Existe un nivel de ignorancia frente a lo que es el feminismo y sus objetiv=
os:
“muchas de las personas ignoran de verdad las luchas, de verdad lo que=
está
pasando” (Rosa, 24 años). Relacionado a este factor, las redes socia=
les
contribuyen a que se propaguen discursos distorsionados. No promueven el
desarrollo del pensamiento crĂtico, ya que algunas personas se limitarĂan
únicamente a replicarlo: “es mucha ignorancia a nivel de todos los te=
mas, no
Ăşnicamente en el feminismo porque creo que en nuestra sociedad y nuestra
generación sobre todo debate con meme, debate con Facebook” (Cecilia=
, 22
años); “justamente ven un meme, lo asocian y generalizan” (Elen=
a, 27
años).
En conjunto, las redes sociales (p.ej., Facebook;
Moore & Stathi, 2019) son tecnologĂas onli=
ne que
proporcionan la habilidad para la construcciĂłn e interacciĂłn comunitaria =
(Boyd
& Ellison, 2007) que permite a las personas interactuar, crear, compart=
ir y
consumir contenido online. No obstante, cuando las discusiones que aparecen=
en
estos medios son en base a los estereotipos de género, son a menudo,
controlados o patologizados (Locke et al., 2018). Con respecto a la
configuraciĂłn de los memes, los investigadores identifican temas de privil=
egio
tecnolĂłgico donde la Ă©lite masculina domina a la mujer arquetĂpica pasiv=
a y
sexualizada (Locke et al., 2018).
Por otro lado, se percibiĂł que cuando las personas
asumen una postura, esta suele ser rĂgida y dicotĂłmica (correcto vs.
incorrecto) y la misma no les permitirĂa analizar otros puntos de vista:
A la gente no le gusta pensar, ese es el problema, no le gusta
cuestionarse las cosas, quiere las cosas ya hechas, como que esto es blanco=
y
negro, pero entre blanco y negro hay un sinfĂn de tonalidades de gris (Miguel, 23 años).
Finalmente, algunas participantes mujeres se
refirieron al miedo de ver a mujeres reunidas emprendiendo acciones en busc=
a de
la igualdad, como factor influyente: “les da miedo que se reúnan, lo =
digo
asà supongo y lo analizo que da miedo que se reúnan mujeres que digan ¡b=
ueno ya
basta!, ¡se tiene que hacer algo!” (Carlota, 26 años).
3.9 &nb=
sp;
PercepciĂłn de factores influyen=
tes
en la connotaciĂłn positiva del feminismo
En la valoraciĂłn positiva se encontrĂł que los fa=
ctores
influyentes son principalmente la educaciĂłn familiar, la aceptaciĂłn y el
activismo. Con respecto a la educaciĂłn familiar, se observĂł que tiene una
implicaciĂłn tanto en la valoraciĂłn negativa como positiva. Los participan=
tes
resaltaron la importancia de ir modificando la forma en cĂłmo se educa
(pedagogĂa feminista y paradigmas emancipadores) con respecto a los roles =
de
género y con ello, la reproducción de las desigualdades.
Yo creo que entre la educaciĂłn y la familia es muy importante y se =
han
venido dando cambios muy grandes porque esto se ve reflejado en que ya no es
tanto el machismo en los hombres, sino que se ha reducido en un gran porcen=
taje (Hugo, 18 años).
…educar a mi hijo, tratar de reeducar a mi familia, a mi medio, a =
mi
ambiente (Elena, 27 años).
La aceptaciĂłn hacia el movimiento se interpretĂł =
como
un indicador de valoración positiva en términos de necesidad: “chév=
ere que
haya un grupo de personas que hacen eso porque la verdad si es que no hubie=
ra o
si es que no existiera, no se verĂan cambios tampoco. Yo siento que es
necesario que estén” (Matilde, 26). Por su parte, se percibió que es
importante la implicación directa en el movimiento: “para realmente t=
ener
una buena postura, un buen pensamiento, una buena perspectiva acerca del
movimiento, se deberĂa ser parte de Ă©l y más que todo como se maneja el
movimiento” (LucĂa, 19 años).
=
4. =
CONCLUSIONES
Algunos de los resultados aquĂ
expuestos coinciden con los elementos teĂłricos encontrados en estudios pre=
vios
llevados a cabo en otros contextos sobre la percepciĂłn del feminismo. Sin
embargo, la investigaciĂłn referente al tema en la ciudad de Cuenca es esca=
sa y,
por lo mismo, estos resultados contribuyen a comprender la complejidad
existente y las caracterĂsticas implicadas en la percepciĂłn de este const=
ructo
en el contexto socio-cultural en donde se llevĂł=
a cabo
el estudio.
De los relatos de las y los
participantes se puede concluir que las percepciones en torno al feminismo =
se configuraron
desde dos esferas relacionadas; una colectiva y otra individual. A partir d=
e la
concepciĂłn colectiva, el feminismo es asumiĂł como un movimiento social qu=
e de
forma transgeneracional ha buscado el reconocimiento de los derechos de las
mujeres. Sin embargo, están presentes en los participantes hombres discurs=
os de
carácter esencialista en torno a la mujer, que son el reflejo de una cultu=
ra
Latinoamericana machista. Desde la perspectiva individual, se percibiĂł el
feminismo como el grado de conciencia que se asume para encontrar un sentid=
o a
la posiciĂłn de la mujer en la sociedad. A su vez, esta se asociĂł con el s=
entido
de amor propio, la autoestima y la sororidad, haciendo hincapié en la nece=
sidad
de reestructurar las relaciones de rivalidad entre las mujeres impuestas po=
r el
patriarcado.
En cuanto al conocimiento de los
tipos de feminismo, las y los participantes percibieron su diversificaciĂłn=
como
resultado de la interseccionalidad. Hicieron Ăşnicamente alusiĂłn al femini=
smo
socialista, liberal y radical. A este último lo relacionaron con el carác=
ter
extremista desde una connotaciĂłn negativa. Como actitudes y pensamientos
incompatibles con el feminismo se mencionaron el patriarcado, el machismo, =
el
capitalismo, la violencia y una actitud de superioridad y una postura defen=
siva
de la mujer.
Con respecto a quienes pueden
participar de los movimientos feministas se presentaron dos posturas. Por u=
na
parte, se expresĂł que Ăşnicamente las mujeres pueden participar del movimi=
ento
haciendo nuevamente alusiĂłn a la interseccionalidad y, por otra parte, se
mencionĂł que es un movimiento abierto a la participaciĂłn de mujeres, homb=
res y
poblaciĂłn LGBTI, que asuman un cuestionamiento de las estructuras de domin=
aciĂłn
en la sociedad en las cuales se ven inmersas.
La identificaciĂłn feminista tuvo
lugar Ăşnicamente por parte de pocas participantes mujeres. La misma estuvo
influenciada por la percepciĂłn de estereotipos negativos que fue predomina=
nte
en las y los participantes. Estos estereotipos se configuraron en torno al =
aspecto
fĂsico, a las actitudes, a estados emocionales, a la orientaciĂłn sexual y=
a la
postura religiosa. Por otro lado, también tuvo lugar la percepción de
estereotipos positivos que se fundamentaron en base a caracterĂsticas a ni=
vel
cognitivo, fĂsico, actitudinales y a valores morales.
En la percepciĂłn de los factores
influyentes en la connotaciĂłn negativa del feminismo, en nuestra sociedad,=
se
mencionaron principalmente: la educaciĂłn familiar, la educaciĂłn instituci=
onal,
el contexto social y la religiĂłn, la falta de empatĂa, la desinformaciĂłn=
y las
redes sociales, el miedo al movimiento y la existencia de un pensamiento
dicotĂłmico (distorsiĂłn cognitiva). Por el contrario, los factores que par=
ecen
contribuir a una percepciĂłn positiva son la educaciĂłn familiar (doble acc=
iĂłn),
la aceptaciĂłn del movimiento y el activismo.
Este es un tema coyuntural a niv=
el
nacional y si bien se han dado avances para despolarizar el rol de la mujer=
en
la sociedad, aĂşn se conservan estereotipos marcados en relaciĂłn con el ro=
l de
la mujer. Se enfatizó la necesidad de educar en temas de género e igualda=
d de
derechos tanto en el ámbito familiar como institucional con el fin de
desarraigar el aprendizaje de las relaciones sociales basadas en la dominac=
iĂłn
y la opresiĂłn. El feminismo, en este proceso, asume un papel importante y
necesario puesto que sus planteamientos rompen con estas formas relacionales
disruptivas y su comprensiĂłn estarĂa adherida a esta reeducaciĂłn.
AGRADECIMIENTOS
Este estudio fue posible gracias a la financiaciĂł=
n de
la DirecciĂłn de InvestigaciĂłn de la Universidad de Cuenca (Ecuador), dent=
ro del
XVIII Concurso Universitario de Proyectos de InvestigaciĂłn Fondos Semilla y
ConsolidaciĂłn (NĂşmero de financiaciĂłn: 204000 07 2144).
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