simultánea de biomarcadores p16 (marcador de antiproliferación) y Ki67 (marcador de proliferación), para la identificación y confirmación de verdaderos positivos para CCU en la citología vaginal, en la Tabla 2 podemos apreciar los resultados histopatológicos clasificados según el sistema Bethesda, en orden de frecuencia: en primer lugar, un grupo que representa cerca de la tercera parte, sin lesiones histopatológicas (Normal); en segundo y tercer lugar, están con algo más de la quinta parte, los grupos con Lesión Escamosa Intraepitelial de Alto Grado (LIEAG) y Lesión Escamosa Intraepitelial de Bajo Grado (LIEBG); el cuarto lugar ocupa el grupo con diagnóstico de cáncer, que está presente en una de cada siete mujeres; en una de cada once mujeres se identificó Atipia de Células Escamosas de Significado Indeterminado (ASCUS, por sus siglas en inglés) y en menor porcentaje se encontró células escamosas atípicas en las cuales los cambios son sugestivos de una Lesión Intraepitelial Escamosa de Alto Grado (ASC H) y en último lugar está el grupo con Células Glandulares Atípicas (ACG). En las mujeres con cualquier tipo de lesiones se pretende averiguar los conocimientos que poseen sobre el VPH y el CCU, así como las prácticas que realizan para la detección temprana del CCU.
En relación a los conocimientos sobre el VPH (Tabla 3), cuatro de cada diez entrevistadas manifestaron que nunca han escuchado nada al respecto. De entre las mujeres que sí han escuchado sobre el VPH, algo más de la cuarta parte se enteraron a través del médico que les atendió, en menor proporción indican que se enteraron a través de amigos o familiares, la radio o televisión, el sistema educativo (escuela y colegio) y a través del Internet. Cuando se les preguntó si el VPH causa CCU, una de cada seis indicó que sí conocía al respecto, cerca de la mitad dijeron que sabían que el virus del papiloma humano se puede transmitir sexualmente. Acerca de la vacuna y las pruebas para la detección del VPH, la mayoría de las entrevistadas contestaron que no escucharon nada al respecto.
Según los datos expuestos en la Tabla 4 la mayoría de las entrevistadas manifestaron que acuden al establecimiento de salud para una visita de seguimiento, solamente una de cada seis asistía al establecimiento de salud para realizarse la prueba de PAP, las demás fueron al establecimiento de salud por invitación para participar en el estudio. Al preguntarles sobre las razones por las que se realiza el PAP, solamente cuatro de cada diez indicaron que lo hacían por iniciativa propia, una proporción similar de las mujeres indicaron que fue porque el médico les recomendó ya sea porque tenía o no molestias; en menor proporción por recomendaciones de una amiga o familiar. Con respecto a la frecuencia de los exámenes, una de cada ocho mujeres indicó que nunca se había realizado un PAP y tres de cada cuatro se realizaron este examen más de una vez. Una de cada cinco participantes indicó que se ha realizado el PAP hace más de cinco años. Cerca de la mitad de las mujeres señalaron que el primer examen se realizó cuando tenía entre 20 a 30 años de edad y en proporción similar cuando tuvieron más de 30 años. Entre las principales razones por las que no se realizaron el PAP, en orden de frecuencia, indican: porque no tenía tiempo, no confía en los doctores, no había oído hablar del cáncer cervical, miedo, no pensó que estaba en riesgo y no pensó que fuera importante; las demás causas están relacionadas principalmente con el servicio de salud, aspectos personales y los relacionados con la pareja que no estuvo de acuerdo que se realice el examen.