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Art’culo cient’fico / Research paper
ÔUn
siglo de ausenciasÕ: historia incompleta de la migraci—n ecuatoriana
ÔA century of absencesÕ: Incom=
plete
history of Ecuadorian migration
=
Para
ArielÉ
Universidad de Cuenca, Avenida 12 de Abril=
y
Loja, Cuenca, Ecuador.
Aut=
or de
correspondencia: jacques.ramirez@ucuenca.edu.ec
Fecha de recepci—n: 2 de diciembre de 2021 - Fecha de aceptaci—n: 17 =
de diciembre
de 2021
RESUMEN
Este
art’culo analiza la historia de la migraci—n de los ciudadanos ecuatorianos
durante el siglo XX y el XXI. Se propone la tesis del continuum migratorio, =
en
el que la movilidad humana es continua, aunque intermitente, cuyo flujo se
(re)activa en tiempos de crisis. La reactivaci—n implica el despliegue de re=
des
e infraestructuras migratorias que facilitan el movimiento. Una mirada
diacr—nica permite entender las estampidas u olas migratorias, como las que =
se
viven actualmente, y distinguir los procesos y patrones migratorios por
per’odos, en un pa’s que tiene una historia de 100 a–os de migraci—n.
Para
entender este continuo, se ha clasificado los flujos migratorios ecuatoriano=
s
en seis etapas: 1. La migraci—n desde Guayaquil a principios y mediados del
siglo XX; 2. La crisis de los sombreros de paja toquilla de los a–os 50 y la=
s
conexiones entre el Austro y Nueva York; 3. La consolidaci—n de las redes
migratorias (1960-1980); 4. La "estampida migratoria" de finales d=
e
los a–os 90 y principios del siglo XXI; 5. La desaceleraci—n de los flujos
migratorios (2007 a 2015); y 6. La migraci—n actual durante el sexenio
2016-2021.
ABSTRACT
This article
analyzes the history of the migration of Ecuadorian citizens during the
twentieth and the twenty-first century. The thesis of continuum in migration=
is
proposed, in which human mobility is ongoing, albeit intermittent, of which =
the
flux is (re)activated in times of crisis. Reactivation implies the deploymen=
t
of migratory networks and infrastructures that facilitates movement. A
diachronic look provides insight into the migratory stampedes or waves, such=
as
those currently experienced, and distinguishes the migratory processes and
patterns by periods, in a country that has a 100-year history of migration.<=
/span>
To understand t=
his
continuum, Ecuadorian migratory flows have been classified into six stages: =
1.
Migration from Guayaquil in the early and mid-twentieth century; 2. The stra=
w
hat crisis of the 1950s and the connections between Austro and New York; 3. =
The
consolidation of the migrant networks (1960-1980); 4. The 'migratory stamped=
e'
of the late nineties and the beginning of the 21st century; =
5.
The slowdown in migration flows (2007 to 2015); and 6. The migration today
during the six-year period 2016-2021.
INTRODUCCIîN=
ÒDe dos pasaron a tres y con el tiempo fueron
cuatro. De todos esperando llamada, de todos esperando dinero para poder irs=
e
ella, pero a veces se pregunta Àme habr‡n hecho brujer’a? Àser‡ culpa m’a?
ÀtendrŽ mala suerte? O tal vez sea lo que dice la se–ora, que la gente se va
porque aqu’ todo est‡ muy caro y nadie tiene trabajo, entonces no ha de ser =
mi
culpa, sino m‡s bien de los presidentes que yo me quedŽ sin noviosÉÓ
Virginia C=
ordero
(2001)
Los
estudios sobre migraci—n internacional de ecuatorianos tuvieron su explosi—n=
a
ra’z de la salida masiva ocurrida a finales de los a–os noventa. Al iniciar =
el
nuevo siglo, el tema emigratorio se coloc— dentro de la agenda investigativa=
y
durante dos dŽcadas han proliferado libros, cap’tulos, art’culos, tesis,
tesinas y programas de formaci—n en esta materia (Eguiguren, 2017), =
as’ como reportajes,
documentales, pel’culas, novelas, canciones, entre otros.
Un
lugar comœn en muchos de estos estudios es se–alar el origen de las migracio=
nes
en la segunda mitad del siglo XX y colocar como ÒantecedentesÓ una breve
descripci—n de las primeras migraciones. Existen muy pocos trabajos con una
mirada hist—rica y estos por lo general reconstruyen etnogr‡ficamente los
circuitos migratorios de familias o comunidades de origen a ciertos destinos
como Queens, el distrito m‡s grande de la ciudad de Nueva York (Pribilsky, 2007; Miles, 2004), Madrid=
, GŽnova (Pagnotta, 2014) o Bonn (Ram’rez, 2010a) por
se–alar algunos.
El objetivo de este art’culo es (re)construir el proceso migratorio ecuatoriano desde inicios del siglo XX hasta la actualidad para ver los cambios, continuidades, flujos y patrones a lo largo del tiempo. Lamentablemente el tema de la migraci—n internacional no fue objeto de estud= io sino hasta finales del siglo XX, encontrando pocas referencias antes de este per’odo. Como se–ala Pachano (1988), hasta la dŽcada de los setenta las ciencias sociales en el Ecuador solo hab’an tenido un incipiente desarrollo,= especialmente en lo que se refiere a la investigaci—n directa de la realidad nacional. Por eso el autor a finales de los ochenta se–alaba que Ònada conocemos de los ecuatorianos en Nueva York, Los çngeles o TorontoÓ (Pachano, 1988: 36).<= o:p>
M‡s
preocupados por la migraci—n interna (donde s’ abundaron trabajos), pas—
desapercibida la salida de ecuatorianos, quiz‡ menos en el austro ecuatorian=
o
en donde -en su Ôrealidad localÕ- la emigraci—n se hac’a cada vez m‡s presen=
te.
Es por esto, que varios trabajos pioneros provienen de colegas cuencanos,
algunos de ellos poco referenciados, otros completamente ignorados como se v=
er‡
m‡s adelante.
La
escasez de trabajos desde las ciencias sociales en el siglo pasado (aunque h=
ay
algunos datos en los estudios de migraci—n interna que se refieren a la
migraci—n internacional), la poca importancia que desde la historia se ha da=
do
a este tema,[1] oblig— a mirar hacia
otro tipo de producci—n -igual o m‡s rica que los estudios cient’ficos- como=
la
literatura, exposiciones art’sticas, prensa o documentales, los cuales nos d=
an
pistas de lo ocurrido a inicios y mediados del siglo XX. De esta manera este
estudio se basa en fuentes secundarias de diferente tipo, privilegiando tesi=
s
inŽditas, se complementa con estad’sticas sobre movimientos migratorios y
ciertos relatos etnogr‡ficos, tanto propios como ajenos, registrados a lo la=
rgo
del tiempo.
=
Un
elemento transversal a esta historia tiene que ver con las mœltiples crisis
econ—micas, pol’ticas, sociales, ambientales, sanitarias que se ha vivido en
Ecuador. Entendemos las crisis como consecuencia de las err‡ticas pol’ticas
implementadas por el Estado a lo largo del tiempo en el contexto de la
consolidaci—n del modelo capitalista. Sin embargo, no se tiene que hacer una
lectura mec‡nica entre crisis y migraci—n. Las crisis, si bien son detonador=
es,
tambiŽn deben ser entendidas como el contexto
en el que los actores sociales desenvuelven estrategias, movilizan su=
s
redes y capitales econ—micos, sociales, simb—licos o Žtnicos, y despliegan
iniciativas tendientes a enfrentar y recomponer sus condiciones de vida,
llegando en algunos casos a negar, cambiar o maquillar su propia identidad
(Durand, 2011) y redefinir los roles de gŽnero (Pribilsky, 2007).
D=
e
esta manera nos alejamos de aquellas miradas que ven la crisis (migratoria)
como el resultado del incremento de flujos y la (in)capacidad de los Estados=
de
controlar sus fronteras y el riesgo que la migraci—n acarrear’a al orden
pœblico, a la identidad cultural y a la estabilidad de los mercados (Huysman=
s,
2000). Lecturas como estas son las que han dado paso a reivindicaciones
nacionalistas/soberanistas y discursos y pr‡cticas xen—fobas, que desconocen=
el
tema de las desigualdades y asimetr’as entre Norte y Sur, y el reforzamiento=
de
las pol’ticas de control y seguridad que dificultan no solo el traslado sino
todo el proceso migratorio y la implementaci—n de un enfoque de derechos.
E=
ntre
el contexto de crisis y el proceso migratorio existen mediaciones propiament=
e
sociales que se establecen entre el nivel estructural y el nivel de la decis=
i—n
de cada actor. En este nivel juegan un papel fundamental las infraestructura=
s,
las redes sociales, cadenas
inter locales que se reactivan peri—dica y conectan sostenidamente a
poblaciones entre diversas ciudades en el mundo (Ram’rez & Ram’rez, 2005).
C=
omo
se–alan DŸvell & Preiss (2020) l=
as
infraestructuras son fundamentales para que los migrantes puedan desplazarse=
.
Sin infraestructuras f’sicas, organizativas, informativas o digitales, los
viajes migratorios ser’an a menudo casi imposibles. Esto se debe a que los
migrantes se enfrentan a obst‡culos naturales, as’ como a barreras pol’ticas=
.
Ninguna de ellas es f‡cilmente navegable, sino que requiere recursos
espec’ficos como medios de comunicaci—n y transporte, habilidades
profesionales, conocimientos legales o informaci—n, as’ como conocimientos
espec’ficos, como por ejemplo, solicitar un visado o cruzar las fronteras
clandestinamente. Los recursos y los conocimientos necesarios para hacer fre=
nte
a estos obst‡culos con el fin de emigrar suelen ser proporcionados por
proveedores de servicios m‡s o menos profesionales (agencias de contrataci—n=
y
de viajes, plataformas digitales, compa–’as aŽreas, pasadores, ÔcoyotesÕ y
organismos oficiales), mientras que otros recursos est‡n f‡cilmente disponib=
les
y s—lo hay que utilizarlos, como las carreteras, los puertos y los hoteles y
otros no tan identificables como los pasos clandestinos y en general todo el
Ôcamino por la chacraÕ.
Actu=
almente
el Ecuador vive una nueva intensificaci—n de sus flujos migratorios, cuya
din‡mica no se puede entender sin considerar la prexistencia de una s—lida
infraestructura y redes que conectan origen y destino. As’, planteo la tesis
del continuum migratorio en donde el movimiento se entiende como un
recurso constante, aunque intermitente, que se (re)activa en momentos de
crisis. Una mirada al pasado nos da luces para comprender este nuevo proceso=
y
distinguir los patrones por Žpocas, en un pa’s que lleva 100 a–os de histori=
a
migratoria.
Hist=
oria
migratoria por lo general forzada. Es decir ocasionada por las din‡micas de
acumulaci—n del sistema capitalista mundial, el desarrollo desigual y el
proceso de neoliberalizaci—n que destruyen los modelos de desarrollo en los
pa’ses perifŽricos, desarticulan las din‡micas de valorizaci—n y desconectan=
a
amplios contingentes poblacionales de sus medios de producci—n y subsistenci=
a,
generando una amplia sobrepoblaci—n que tiene la necesidad de abandonar su
lugar de origen en la bœsqueda de la subsistencia, particularmente en los
pa’ses centrales, que est‡n interesados en explotar abundante fuerza de trab=
ajo
barata, flexible, desorganizada (M‡rquez, 2012: 226) e irregularizada. En es=
ta
l’nea, Durand (2020) coloca tres elementos para entender las migraciones
contempor‡neas, muchas de las cuales sirven para entender lo que ha pasado e=
n
varios pa’ses de AmŽrica Latina: pobreza neoliberal, violencia sistŽmica e
impunidad institucional. Estos elementos no solo generan exclusi—n, sino un
hartazgo generalizado y desilusi—n permanente.
Se h=
a
clasificado este an‡lisis en seis etapas: 1. La migraci—n desde Guayaquil a
inicios y mediados del siglo XX; 2. La crisis de los sombreros de paja toquilla de los cincuenta y las
conexiones entre el Austro y Nueva York; 3. La consolidaci—n de las
redes migratorias (1960-1980); 4. La Ôestampida migratoriaÕ de finales de lo=
s
noventa e inicios del nuevo siglo; 5. La desaceleraci—n de los flujos
migratorios entre el 2007 y 2014; y 6. La migraci—n hoy, de 2016=
a
2021.
En =
la
historia del Ecuador de los œltimos 100 a–os el tema emigratorio ha estado
presente de manera intermitente, y las llamadas olas migratorias o momentos =
de
mayor salida de ecuatorianos al exterior han estado asociados a eventos de
crisis econ—micas, pol’ticas, ambientales o sanitarias. En la dŽcada de los
veinte del siglo pasado, se registra la primera crisis econ—mica debido a la
ca’da del precio del cacao y las plagas (la monilla y escoba de bruja) que
atacaron a la llamada Ôpepa de oroÕ, que era entonces el principal producto =
de
exportaci—n del Ecuador. Aparte de la crisis en los precios y en la producc=
i—n,
Chiriboga (1978) se–ala que se vivi— una crisis del modelo de acumulaci—n
agroexportadora y en esas dif’ciles circunstancias, y ante la ausencia de
opciones laborales en el medio local, surge la alternativa de viajar, emigra=
r,
salir del pa’s y probar otras latitudes (Salazar & Le—n, 2019: 20).
=
Aunque
no hay registros cuantitativos de estas primeras migraciones, existen
referencias en la literatura ecuatoriana. La obra de Alfredo Pareja
Diez-Canseco titulada ÒEl MuelleÓ, publicada en 1933, es la primera
novela sobre la emigraci—n internacional de ecuatorianos a Estados Unidos, c=
uya
trama se desarrolla entre los puertos de Guayaquil y Nueva York. Benjam’n
Carri—n, en el pr—logo de dicha obra, se refiere al libro como una Òhistoria
del t’pico mestizo litoral y urbano, como una novela de la realidad mestiza =
de
la costa ecuatorianaÓ. En la obra se cuenta la historia de Juan Hidrobo,
trabajador ecuatoriano del cacao, quien:
É a su paso por Guayaquil calm— sus ansias por la
tierra: sus pulmones se saturaron del aire caliente que tiene el tr—pico
maravilloso, ese tr—pico que hace encender la fantas’a como una llamarada; s=
u
piel morena recibi__ la caricia brutal del sol, y como un renacimiento de
esperanza, de nuevo la ilusi—n y el anhelo magnifico de ser m‡s, que ni
siquiera Žl pod’a entender, h’zole sentir la nostalgia de Nueva York, donde
voceadores de peri—dicos hab’an llegado a ser los voceadores de la buena
fortuna. ÒAll‡ puedo guardar plata, aprender inglŽs y un oficio cualquieraÓ,
pensaba. (Pareja Diez-Canseco, 1933: 13).
=
Como
se observa en el relato, desde aquella Žpoca se empieza a colocar en el
imaginario la idea del Ôsue–o americanoÕ, como un lugar donde uno puede
progresar, Òguardar plata, aprender inglŽs, etc.Ó. Aunque el autor tambiŽn d=
a
cuenta de la realidad a la que se enfrentan una vez que se llega a la Ôgran
manzanaÕ. Los problemas y vicisitudes que all’ atraviesa Juan le obligan a
retornar al pa’s y reencontrarse con su esposa Mar’a del Socorro Ib‡–ez quie=
n
vive un infierno al ser acosada laboralmente y violada por su patr—n y sus
amigos. La historia habla de los trabajadores pobres y marginados.
=
Tenemos
otras pistas para pensar que los primeros v’nculos migratorios entre Ecuador=
y
Estados Unidos fueron desde el puerto principal hacia Nueva York, el centro
financiero del mundo contempor‡neo. La m‡s obvia es que para aquellas Žpocas=
,
las conexiones internacionales eran por v’a mar’tima y Guayaquil era el
principal punto de enlace del Ecuador con el mundo. En ese mismo sentido, co=
mo
veremos m‡s adelante, el migrante pionero de DŽleg, sali— a finales de los
treinta[2], desde la Ôperla =
del
pac’ficoÕ por barco, confirmando el v’nculo desde los or’genes entre migrac=
i—n
interna e internacional, llevando posteriormente tanto a personas de su
comunidad de origen como del puerto.
=
De
igual manera vale resaltar que en Guayaquil se abri— una de las primeras
oficinas consulares de Estados Unidos de todo el hemisferio occidental (junt=
o
con los consulados de MŽxico, Canad‡ y Brasil)[3] y que la apertura=
de
la Legaci—n del Ecuador en Estados Unidos se dio el 18 de agosto de 1936
(Ministerio de Relaciones Exteriores, 1937). Pero tambiŽn hay algunas
referencias period’sticas sobre la presencia temprana de ecuatorianos. En un
art’culo del New York Times de 1975, titulado ÒPara los hispanos sigu=
e
siendo la tierra prometidaÓ, los autores hablan de algunos ecuatorianos, ent=
re
ellos de la se–ora Leonora Rivas:
É una mujer mayor de la peque–a ciudad de Daule, el centro del mango de Ecuador ha trabajado en f‡bricas de ropa y estudios de dise–o de Nueva York durante 20 a–os. Ahora dirige una peque–a sastrer’a en = su casa de dos pisos. "LleguŽ aqu’ antes de que empezara esta pasi—n por venir a Nueva York", recuerda. "En aquel entonces era muy solitari= o llegar al aeropuerto solo. Ahora es diferente. Todo el mundo en Guayaquil ti= ene un pariente en Nueva York" (Cowan & Cowan, 1975).[4]<= o:p>
=
Como
se desprende de su relato, ella, una mujer, viv’a en Nueva York desde mediad=
os
de la dŽcada de los cincuenta y su frase, Òtodo el mundo en Guayaquil tie=
ne
un pariente en Nueva YorkÓ da cuenta de la existencia de una colonia de
ecuatorianos y ecuatorianas ya en aquella Žpoca. Los autores hablan de otros
compatriotas, uno de ellos Fausto G—mez, que a finales de los cincuenta
trabajaba como camarero y vendedor de varios productos como secadoras de
cabello, linternas o cepillos para ropa y otro, Carlos Espinoza, protagonist=
a
de su historia, que lleg— desde Guayaquil a finales de los sesenta, ciudad e=
n
la que trabajaba con el conocido pol’tico Assad Bucaram.
=
Dos
datos m‡s del art’culo de Paul Cowan y Rachen Cowan. Por un lado, hablan de =
la
existencia de restaurantes ecuatorianos (el Rinc—n Ecuatoriano localizado en
Jackson Heights) y por otro del Centro Social y Cultural Ecuatoriano
(localizado en la famosa avenida Roosevelt). Estos datos reflejan no solo un=
a
presencia importante de ecuatorianos, sobre todo de guayaquile–os, sino de u=
n
tejido organizativo de connacionales radicados en dicha ciudad. De hecho, lo=
s
autores cuentan de algunas clases que se organizan en ese lugar y que Òd=
o–a
Leonora todos los s‡bados prepara 165 humitas para venderlos en el baile sem=
anal
que se realiza en el Centro ecuatorianoÓ.[5]
=
Zambrano
(1998) habla de la migraci—n de varias provincias de la costa a Estados Unid=
os
(Guayas, Manab’, El Oro)[6] quienes se apoyab=
an
en los contactos de empresas como la Standard Fruit Company y otras bananera=
s
que les ayudaban a conseguir visas de turismo. Eilbaum (2011) en su tesis
doctoral retoma estas ideas y cuenta que un d’a fresco de oto–o de 2008:
É el guayaquile–o JosŽ Torres me invit— a probar
chicharrones dominicanos en Corona, y me habl— de sus primeros a–os en Nueva
York al llegar de Guayaquil en 1962, siguiendo a su padrastro, reparador de
lanchas, que hab’a llegado en 1959. Dijo que la mayor’a de los ecuatorianos =
en
Nueva York en los a–os 60 eran de Guayaquil y viv’an en el Bronx (record— su
equipo de fœtbol: "Vendaval del Bronx") (Eilbaum, 2011:
15-16).
D=
e
igual manera, Pallares (2005) en su estudio sobre ecuatorianos en Chicago,
se–ala que las primeras oleadas a dicha ciudad se dieron desde finales de lo=
s
cincuenta y principios de los sesenta, procedente de la Sierra norte y centr=
al
(Alaus’) y de la Ôgran ciudad costera de GuayaquilÕ.
P=
or
la otra costa, uno de los ecuatorianos m‡s conocidos, al menos en el mundo
deportivo, concretamente del bŽisbol, es Jaime Jarr’n quien lleg— a la edad =
de
19 a–os a Estados Unidos en 1955. Entr— al sal—n de la fama del bŽisbol en 1=
998
y a sus 86 a–os sigue siendo el narrador oficial en espa–ol de los Dodgers. =
Ayudado
por el c—nsul de aquel entonces, viaj— a Los çngeles procedente de Quito
(aunque es oriundo de Cayambe) donde trabaj— en la radio HCJB, ÒLa Voz de lo=
s
AndesÓ. Al llegar se qued— donde un compatriota que hab’a sido operador de
controles en dicha radio. Desde el inicio se vincul— al mundo de la
comunicaci—n, primero en la KW, estaci—n de radio en espa–ol, y desde 1962 s=
e
vincul— a los Dodgers (Touriz, S/F). Para el 2022 anunci— su retiro tras
cumplir 64 temporadas.
C= omo se desprende de lo se–alado, desde inicios y mediados del siglo pasado encontramos ecuatorianos tanto en Nueva York, Chicago y Los çngeles. Segœn l= a Oficina de Estad’sticas de Inmigraci—n de los Estados Unidos, entre 1930 a 1= 959 resid’an en dicho pa’s de manera legal 11,025 ecuatorianos (Jokisch, 2014).<= o:p>
<= o:p>
<= o:p>
II. &=
nbsp;
La crisis de los
sombreros de paja toquilla: conexiones entre el Austro y Nueva York
<= o:p>
E=
s
un lugar comœn entre los estudiosos de la emigraci—n ecuatoriana se–alar a <=
/span>las provincias de la Sier=
ra
austral como el epicentro de la primera ola migratoria a partir de la dŽcada=
de
los cincuenta, y que esta estuvo relacionada con la crisis de exportaci—n de los
sobreros de paja toquilla, conocidos internacionalmente como ÔPanama Hat<=
/i>Õ.
Varios autores referencian a Preston (1974) como el pionero en decir que los
hombres de las comunidades rurales de las provincias de Azuay y Ca–ar emigra=
ban
a Chicago y Nueva York y a Kyle (2000)[7] como el autor que
Ôdescubri—Õ que la migraci—n se produjo tras el colapso del comercio de los
"sombreros de Panam‡" en la dŽcada de 1950, y probablemente se ba=
s—
en las redes comerciales que un’an Nueva York y el Ecuador ruralÓ.=
[8]
S=
in
embargo, si uno revisa el trabajo de Prest—n y su equipo, ellos investigaron=
el
v’nculo de la migraci—n y la tenencia de la tierra en la sierra ecuatoriana,
pero hac’an referencia a la migraci—n interna y no a la migraci—n internacio=
nal
en las cinco parroquias estudiadas.[9] Lo que si se–alan los
autores al momento de caracterizar uno de sus estudios de caso, es que en
Guachapala, comunidad ubicada a 57 kil—metros al norte de la ciudad de Cuenc=
a,
Òel tejido de sombreros de paja fue importante en el per’odo 1940-66, pero
ahora en gran medida ha desaparecidoÓ (Preston et al., 1978: 9).
P=
or
otro lado, como ya se dijo, un lugar comœn en los estudios migratorios
ecuatorianos es referenciar a David Kyle en relaci—n al hallazgo en torno al
nexo entre emigraci—n internacional y crisis del comercio de los sombreros d=
e
paja toquilla. Sin embargo, estudios, que son muy poco citadas, como el de
Cordero et al. (1989) dan cuenta que en la regi—n:
Advienen momentos dif’ciles para la econom’a como consecuencia de u=
n
brusco estancamiento de la agriculturaÉy de la manufactura por el sœbito
descenso en la exportaci—n del sombreroÉ esta situaci—n repercute sobre la
familia campesina minifundista y sobre las tejedoras urbanas. En el primer
caso, por la restricci—n b‡sica del ingreso familiar que adicionaba con el
tejido de paja toquilla y en el segundo, por la desocupaci—n abierta de las
tejedoras cuencanas y la incapacidad de la econom’a urbana para incorporar e=
n
forma creciente a los trabajadores expulsados por la crisis toquillera. En
estas circunstancias, los desplazamientos poblacionales temporales o
definitivos del campesino ca–ari-azuayo se presentan como soluciones
emergentes para superar la situaci—n de miseria de los sectores populares =
span>(Cordero et al.=
,1989:
23).
O=
tros
autores al inicio de la dŽcada los ochenta plantearon la tesis que la crisis
toquillera no fue solo producto de la ca’da de los precios en el mercado
internacional, sino como efecto del despoblamiento de las zonas rurales.
Espinoza & Achig (1981) se–alan =
que
Òla crisis del sombrero puede tener su origen en la emigraci—n masiva de la
poblaci—n de las provincias de Azuay y Ca–ar hacia la costa y el oriente; en
efecto de 1950 a 1974 emigraron m‡s de 91,000 personas a Guayas, el Oro, Mor=
ona
Santiago y Pichincha, cifra que representa el 24% de la poblaci—n regional d=
e
1962. (Espinoza & Achig, 1981: 6=
8).
A=
studillo
& Cordero (1990), ya introducido=
s
espec’ficamente en la problem‡tica de la migraci—n internacional, se–alan qu=
e
los Žxodos poblacionales masivos no son extra–os en la regi—n azuayo-ca–ari,
pues se han producido c’clicamente varias veces: unas por calamidades natura=
les
como las sequ’as otras por culpa de la crisis de los tucuyos a finales del
siglo XVIII o de los sombreros de la toquilla a mediados del siglo veinte
(Astudillo & Cordero, 1990: 7). =
En
efecto, en otro estudio (Ram’rez &
Ram’rez, 2005) se–alamos que la gente del Centro-Sur del Ecuador dependi— de=
l
comercio del sombrero con Estados Unidos y Europa desde tiempos coloniales.
Aparentemente, al momento de la crisis, los sectores acomodados por este
negocio migraron a Nueva York, donde hab’an desarrollado conexiones comercia=
les
con importadores de sombreros. Los nexos de los miembros de las comunidades =
de
Ca–ar y Azuay con tales sectores crearon entonces redes que 'migraron' a Nue=
va
York.
El
surgimiento de dichos nexos no se puede entender sin un an‡lisis detallado d=
e
la industria del sombrero de paja toquilla de aquel entonces que tuvo su may=
or
apogeo a mediados de la dŽcada del cuarenta, tarea que muy pocos migrant—log=
os
hicimos. Y el trabajo de Monsalve (1953) resulta clave para reconstruir este
proceso y para afinar el argumento expuesto anteriormente. En primer lugar, =
hay
que se–alar que la industria del sombrero de paja toquilla es una manufactur=
a
casera que pertenece al tipo de econom’a familiar abierta para el mercado
externo. Pero de las manos de las tejedoras (principalmente mujeres) hasta e=
l
consumidor hay una larga cadena de actores: el Òrevend—n o perroÓ, el
ÒcomisionistaÓ, el ÒexportadorÓ, los importadores extranjeros y los vendedor=
es
al menudeoÓ. En esta larga cadena hay dos actores claves para nuestro an‡lis=
is:
los ÔperrosÕ y los exportadores.
Los llama=
dos
ÔperrosÕ constituyen un conjunto de individuos que recorren el campo de casa=
en
casa en busca de sombreros. ÒSon verdaderos sabuesos que olfatean donde
existe una necesidad apremiante, en donde se halla una pobre mujer con hambr=
eÉ
compran los sombreros cuando est‡ en plantilla Ð es decir en sus comienzos- =
a
precios irrisoriosÉÓ (Monsalve, 1953: 27-28).
Estos
sombreros que son captados por Ôlos perrosÕ posteriormente llegan a las casa=
s
exportadoras. El autor identifica en la dŽcada de los cincuenta, diez y ocho
casas exportadoras (diez grandes y ocho peque–as) y se–ala que en estas poca=
s
firmas se halla toda la econom’a de las provincias de Azuay y Ca–ar. ÒEll=
as
detentan todas las fuerzas econ—micas, financieras, industriales, agr’colas,
pol’ticas y sociales de este sector ecuatorianoÓ (Monsalve, 1953: 31).
Lo que
se–ala el autor da cuenta del poder que ten’an estos exportadores en el aust=
ro
y tambiŽn nos proporciona datos fundamentales para nuestro estudio. El prime=
ro
es que muchas de estas firmas son extranjeras y en el caso de exportadores
nacionales varios ya no viv’an en el pa’s en aquella Žpoca. ÒEl se–or
Brandon p.ej. viene alguna vez de su residencia en el extranjero para tomar
cuentas a sus empleadosÉ El Dr. Miguel Heredia Crespo aparece solamente en
Cuenca en Žpocas de elecciones de senadores o de balance de su Casa Exportad=
oraÓ.
Y el segundo, que lo se–ala r‡pidamente al hablar del funcionamiento del
negocio de los exportadores es que ellos Òlanzan en los campos y en los
mercados a los perrosÓ. (Monsalve, 1953, 31-34). El mercado constituye l=
os
importadores mayoristas localizados en Nueva York como tambiŽn se–ala el aut=
or.
De esta
manera los ÔperrosÕ se constituyen en un nodo articulador entre
campo-ciudad-exterior. Concretamente entre las zonas rurales de Azuay/Ca–ar =
con
Cuenca y Nueva York.[10]=
span>
Hay que se–alar que en esta Žpoca segœn el mismo estudio hab’a unos 500
ÔperrosÕ y un total de aproximadamente 20,000 personas que trabajaban en la
industria del sombrero en las diferentes ramas, siendo las tejedoras la
principal fuerza de trabajo.
Aunq=
ue
hay cierto consenso en la literatura al se–alar la crisis de esta industria =
al
iniciar los cincuenta, algunos autores como Borrero (1996), desde =
una
lectura economicista estructural, apuntaban la conexi—n entre la migraci—n y=
la
crisis de los sombreros, pero dentro de una problem‡tica mayor:
É existe una predisposici—n emigratoria de la poblaci—n azuaya,
fen—meno resultante de un proceso estructural tanto de corto plazo (crisis
econ—mica y recesi—n), como de largo plazo, que tiene que ver con el estilo =
de
desarrollo regional y nacional. Dentro de un an‡lisis del problema migratori=
o a
nivel regional, debe tomarse en cuenta la pŽrdida de la posici—n jer‡rquica =
de
la ciudad dentro del contexto nacional y la disminuci—n de la producci—n
agr’cola para el consumo interno y la baja de los precios internacionales de
los productos regionales (sombrero de paja toquilla). Por otro lado, se
dinamiza la producci—n agr’cola y ganadera en otros sectores del pa’s, que
tienen mayores ventajas competitivas que la producci—n provincial (leche,
quesos, papas, trigo, carne, etc.) (Borrero, 1996: 115).<=
i>
C=
omo
se ve, los migrantes pioneros de la dŽcada del cincuenta adem‡s de la crisis
del mercado de los mal llamados sombreros de Panam‡[11], respond’an a un
contexto de falta de confiabilidad en la agricultura de subsistencia, proble=
mas
de minifundizaci—n y precariedad de la propiedad de la tierra, y experiencia
migratoria temporal dentro del pa’s hacia las empresas agr’colas coste–as
-sobre todo para trabajar en la zafra, los ingenios y las plantaciones de
banano- en el marco de la fr‡gil modernizaci—n que el desarrollismo estatal
gener— (Ram’rez & Ram’rez, 2005)=
. En
conclusi—n, en este per’odo se ha ubicado el origen de las redes migratorios=
,
que conectan diversas comunidades de Azuay y Ca–ar con ciudades norteamerica=
nas
como Chicago y Nueva York. La mayor’a de esta migraci—n era masculina y rura=
l
de campesinos minifundistas afectados por el estancamiento de sus dos
actividades principales: la agricultura y la manufactura.
<= o:p>
<= o:p>
III. =
Consolidaci—n de las redes migratorias
S=
egœn
la Oficina de Censos de Estados Unidos, en 1960 hab’a 7,670 ecuatorianos y u=
na
dŽcada despuŽs la cifra aument— a 36,633. Este incremento se produce tanto p=
or
la consolidaci—n de las redes migratorias como por la aprobaci—n de la Ley d=
e
1965 que introdujo cambios en el sistema de cuotas de origen nacional, el
sistema de preferencias y la certificaci—n laboral. Segœn Keely (1971) una d=
e
las implicaciones que trajo esta Ley fue el incremento no insignificante de
inmigrantes hispano hablantes en ciudades como Nueva York y en el suroeste,
entre ellos ecuatorianos.[12]
H=
asta
finales de los a–os setenta el viaje se realizaba directamente por avi—n sie=
ndo
Miami la puerta de entrada.[13] La frecuencia de vuel=
os
en aquella Žpoca (cinco vuelos por semana), da cuenta de la demanda de pasaj=
es:
Vuela por ecuatoriana de Aviaci—n. Ahora cinco viajes semanales a l=
os
Estados Unidos en sus confiables aviones DC-6B. Agente en Cuenca Jaime Ram’r=
ez
C’a. Ltda. en la Bol’var 4-11 (Diario El Tiempo, 9 de noviembre de 1964).
L=
os
datos de saldos migratorios (que el Estado ecuatoriano empieza a registrar
desde mediados de los setenta) dan cuenta de aproximadamente 22,700
ecuatorianos que migraban por a–o al finalizar dicha dŽcada. Segœn una de la=
s
primeras encuestas realizada por Bilsborrow & Fuller (1988) en 1977-1978=
en
las 10 provincias de la sierra, el 2.29% de la poblaci—n hab’a migrado al
exterior. Desde esta Žpoca se registra el uso de dispositivos tecnol—gicos a
travŽs de las video-cartas. Melina Washima y Juan Pablo Ord—–ez en su proyec=
to
sobre Archivo de la Memoria Audiovisual de la Migraci—n Ecuatoriana (AMAME)
se–alan que las denominadas video-cartas datan de 1976 donde se usaban c‡mar=
as
Sœper 8.
Video cartas que las familias grababan para sus parientes cont‡ndol=
e
c—mo segu’a la vida por estas tierras y viceversa. Video cartas que registra=
n
luz, sonido, temporalidad y una serie de acontecimientos -registro de la
experiencia- que abarca todo lo (in) imaginable: bodas, bautizos, navidades =
y
carnavales; paseos, el picnic, insignes edificios, el zool—gico, la casa de =
la
iglesia; la playa, el invierno y la nieve; declaraciones de amor, noticias,
reclamos, indicaciones y —rdenes; viajes, la familia, los amigos, una minga,
las fiestas patrias celebradas en Nueva York y cientos de historias y motivo=
s
m‡s (=
Ord—–ez,
2012: 10).
=
Posteriormente,
ya en la dŽcada de los ochenta, las medidas de ajuste, la inflaci—n y crisis
desde 1982 en adelante llevan a que se intensifique la emigraci—n desde el
Austro y se vea como una v‡lvula de escape v‡lida a corto plazo salir al
extranjero (Borrero, 1996). En estos a–os se empiezan a implementar pol’tica=
s
neoliberales, y el pa’s siente el cambio demogr‡fico fruto de la migraci—n
interna rural-urbana. En la zona austral, concretamente en Cuenca, se empiez=
an
a incrementar los flujos, esta vez de poblaci—n denominada localmente como l=
os cholo
boys, quienes eran Òmuchachos de buena familiaÓ, hijos de terratenientes
venidos a menos, personas de clase media y peque–a burgues’a (Astudillo
=
<= o:p>
E=
n
el estudio de Delaunay (1989) se se–ala que la migraci—n en aquel entonces s=
e
logr— concretar gracias a Òformas de solidaridad indispensable para el
migranteÓ. El autor hace referencia a la migraci—n de DŽleg y Cojitambo =
que
se dirige a Estados Unidos y Canad‡ gracias al Òpadrinazgo de un empresar=
io
de Cuenca. Aqu’ y en otras partes, especialmente en Naranjal y Machala, la
organizaci—n de esta inmigraci—n ilegal pone en marcha las formas de
solidaridad familiares para reunir el dinero del viaje y para llevar a bien =
su
inserci—n clandestinaÓ (Delaunay, 1989: 84). En otra encuesta realizada en
aquella Žpoca en la provincia del Azuay en 1988 sobre migraci—n (tanto inter=
na
como internacional), da cuenta que las principales razones para migrar al
exterior son Òmejorar empleo en otro lugarÓ en los hombres y Òfalta de emple=
oÓ
en las mujeres. A estas causas hay que sumar la presi—n de salir de su lugar
natal por falta de tierra productiva. Estas tres razones suman el 67% en hom=
bres
y el 55% en mujeres (Borrero, 1992: 156).
Los
resultados de aquel estudio, muestra que los azuayos, despuŽs de la migraci—=
n a
la Costa, migraban preferentemente hacia el extranjero. En efecto, 39.19% te=
n’a
como destino un pa’s del exterior (Estados Unidos en particular). Llama la
atenci—n que un 18.98% de esos migrantes ten’an estudios de educaci—n superi=
or
y el 15.42% de las familias de Cuenca ten’an un migrante en el exterior. El =
78%
era migraci—n masculina, principalmente j—venes adultos en edad productiva
(Borrero, 1992: 119).
F=
otograf’a
1.
Im‡genes del documental ÒTiempo de MujeresÓ (1987).
El
documental ÒTiempo de MujeresÓ, de Raquel Rodas y M—nica V‡squez (Directora)=
,
filmado en 1987 en la parroquia Octavio Cordero de Cuenca constituye un trab=
ajo
pionero en el campo audiovisual sobre migraci—n ecuatoriana. Justamente el f=
ilm
da cuenta de la migraci—n masculina en este lugar desde inicios de los seten=
ta
y c—mo paulatina y gradualmente han migrado los hombres transformando no sol=
o
el paisaje de la comunidad (casas abandonadas) sino sobre todo los roles y
actividades que empiezan ha realizar las mujeres: Òantes s’ hab’a a quien
pagar para que are, ahora no hay ni a quiŽn pagar. No hay hombres, ni pagand=
o
para el aradoÉ el campo sinceramente est‡ muertoÉ toca hacer de pap‡ y mam‡<=
/span>Ó, narran las
protagonistas, quienes tambiŽn han asumido el rol de dirigentes comunitarias=
.
El estudio antropol—gico de Cajamarca (1991) da cuenta de manera temprana so=
bre
el cambio de roles y el impacto de la migraci—n en las mujeres de Jatumpamba=
.
Borr=
ero
(1992: 85) a partir de informaci—n obtenida del jefe Pol’tico del Cant—n Cue=
nca
(de tramitaci—n de pasaportes), se–ala que, Òde enero del 1988 a junio de
1989, hab’an salido del Azuay hacia Estados Unidos 32,000 personas, m‡s del =
90%
pensaban entrar como ÔilegalesÕ a dicho pa’sÓ.
En l=
os
datos de los saldos migratorios de aquella Žpoca se observa c—mo se incremen=
tan
a mediados de los ochenta, llegando a su pico m‡s alto en 1988 cuando se die=
ron
27,000 movimientos migratorios hacia el exterior que no regresaron. Segœn el
Censo de Estados Unidos, para 1980 ya resid’an legalmente 86,128 ecuatoriano=
s.
Ya e=
n
aquella Žpoca se hab’an reforzado las pol’ticas migratorias en Estados Unido=
s,
motivo por el cual se empiezan a diversificar las v’as de acceso al Òsue–o
americanoÓ. Desde aquel entonces MŽxico era visto como un pa’s de tr‡nsito p=
ara
los ecuatorianos quienes llegaban a su destino ayudados por los ÔcoyotesÕ,
comerciantes de la migraci—n locales y de confianza (Kyle, 2001). Sin embarg=
o,
para finales de los ochenta tambiŽn se empieza a usar Centro AmŽrica como pa=
rte
de la ruta migratoria. Los relatos de esos a–os, tanto de la prensa como de
analistas, no difieren mucho de los actuales en relaci—n al viaje Ôpor la ch=
acraÕ:
Segœn las estad’sticas de la Direcci—n Nacional de Migraci—n en 198=
4,
salieron del pa’s 171,433 ecuatorianos. La mayor’a oriundos de Azuay, Guayas=
y
Pichincha. Aproximadamente 20,000 azuayos salieron el a–o pasado con direcc=
i—n
a MŽxico, para trabajar en EE.UU. (Narv‡ez, 1985:2). Otros desde el aeropuerto local, v’a Quito o
Guayaquil Ð ya no directamente a ciudad de MŽxico, la visa est‡ muy dif’cil =
por
muy cara- a Guatemala primero, desde all’ por tierra atravesando todo MŽxico=
,
hasta tener a la vista los l’mites quimŽricos y encantados del para’so. Ahor=
a
en los œltimos meses -desde marzo de 1989- la ruta cambia. Guatemala tambiŽn
est‡ dif’cil y hay migrantes en sus c‡rceles. Primero Honduras y hasta El
Salvador y desde aqu’ œltimo zarpar en bote o desaparecer misteriosamente en
una playa, o si se tiene suerte cruzar en carro y a pie toda Guatemala, todo
MŽxico hasta los r’os y las fronteras inquietantes e infernales donde ronda =
la
muerte (Astudillo & Cordero, 1990: 21-22).
E=
ntrada
la œltima dŽcada del siglo XX, segœn el Censo de1990 de Estados Unidos, hab’=
a
143,000 ecuatorianos regulares en ese pa’s. Una encuesta realizada en la
Universidad de Cuenca por el Centro de Poblaci—n del IDIS, a inicios de 1990=
,
se–ala que en la Provincia del Azuay el 33.8% de familias tienen un miembro =
en
el extranjero. Aunque el dato genera sospechas dado el alto porcentaje, se
podr’a suponer que hace referencia a familias ampliadas. Sin embargo, m‡s al=
l‡
de la cifra para la dŽcada de los noventa en esta regi—n austral del pa’s se
hab’an consolidado toda una infraestructura y redes migratorias hacia Estado=
s
Unidos y la migraci—n hacia el exterior desplaz— a la interna.
E=
sto
se observa claramente en el trabajo de Carpio (1992), quien desde una
perspectiva antropol—gica[14] da cuenta, en las cua=
tro
comunidades de Azuay y Ca–ar que estudia, c—mo las tasas de migraci—n
internacional est‡n muy por encima de la migraci—n interna[15] y c—mo se hab’an
consolidado las redes de parentesco y paisanaje:
Imag’nese que cuando ya empezaron a ir de aqu’ a Nueva York, Žl
acog’a, Žl daba trabajo, comida y todo lo necesario a las personas que llega=
ban
despuŽs. Era ya comœn o’r la pregunta: ÀD—nde est‡n? Donde el Roberto Pinos,
donde el Roberto Pinos (Leticia Pinos, DŽleg 1990, en Carpio 1992). ƒl (Roberto Pinos)
llev— a tantos delegnenses a los EUA, me dec’a Ôque he de hacer, ya me piden=
,
ya llevo, llevo a otros conocidos de Guayaquil tambiŽnÉ imag’nese Žl fue el
primerito, de ah’ si ya empiezan a irse m‡s despuŽs (Leticia Pinos, DŽle=
g
1990, en SempŽrtegui & Cajas 199=
2).
L=
os
estudios de Carpio y SempŽrtegui hablan de Roberto Pinos como el pionero y l=
a
persona que cambi— el destino de miles de parroquianos y campesinos del Cent=
ro
Sur ecuatoriano (y este nombre tambiŽn aparece en otros estudios), pero sobr=
e
todo nos interesa el apodo de Žl: Òperro perdidoÓ. Como se observa es
similar al tŽrmino ÔperroÕ extraviadoÕ que se–alan Astudillo y Cordero y al
tŽrmino ÔperroÕ usados para referirse a estos actores claves del comercio de
paja toquilla. Sospechamos que Don Roberto pudo haber trabajado en el comerc=
io
de los sombreros en su juventud. Sin embargo, en nuestra visita a DŽleg nos
informaron que Žl ya hab’a fallecido tiempo atr‡s y que toda su familia vive=
en
Estados Unidos: ÒVendieron hasta la casa y se fueron todosÓ.
<= o:p>
<= o:p>
E=
n
efecto, al visitar el cementerio de DŽleg, solo encontramos la tumba de
Leticia, la hermana de Roberto, fallecida en el 2011 (Ôinformante claveÕ de
varios antrop—logos) y enterrada en un mausoleo familiar, que sobresale del
resto, junto a sus padres. En su tumba aparecen en una flor los nombres de s=
us
doce hijos, su esposo y sus hermanos. Como cuenta Carpio, ya a inicios de lo=
s
noventa 10 hijos de Leticia viv’an en Nueva York y diez y siete nietos para =
esa
fecha ya hab’an nacido all‡, todos ayudados por Don Roberto. En nuestra œlti=
ma
salida a campo, nos encontramos con una de las hijas, quien estaba de visita=
en
el pa’s, y supo informarnos que Leticia iba y ven’a de DŽleg a Nueva York y =
que
muri— en su tierra.
L=
uego
de una intensa bœsqueda sobre este personaje pionero y su familia, encontram=
os
en un pie de p‡gina de la tesis de SempŽrtegui (1992) informaci—n sobre el
origen de la migraci—n de Don Roberto contada por su hermana. El hijo mayor =
de
la familia Pinos-Guam‡n, como se desprende de la l‡pida de sus padres, se fu=
e
de DŽleg a los 12 a–os para vivir en Guayaquil con un t’o de nombre Juan Gua=
m‡n[16]. Leticia contaba que=
Žl
dec’a:
t’o yo como no he de vivir aqu’, yo me he de ir lejos de aqu’É yo y=
a
vengo viendo como es de votarse al barcoÉ Ya en alta mar dice que le han vis=
to,
Ôpero no me hicieron nada, mejor me cogieron, me dieron de comer, me tuviero=
n
all’, entonces fui, fui fui É no tiene peso para el trabajo -delgadito era m=
i
hermano- entonces el se–or ese le ha puesto unos soles, (monedas) dice que l=
e
han llenado los zapatos, los bolsillos todo, para que cumpla el peso que
necesitaba, entonces ah’ dice que en el barco mismo le han dado trabajoÉ est=
aba
mucho tiempo en Nueva York, se ha hecho de una esposa llamada DarlingÉ en la
guerra del 42 Žl ya estaba all‡, Žl fue de 16 a–os y muere de 64 a–os, hace =
dos
a–os ya, entrando a los tres, muri— un 22 de noviembre, por eso este noviemb=
re
van a ser tres a–os. OigaÉ yo como pierdo la residencia no pude ir para su e=
ntierro,
pero ahora consegu’ y hace 6 meses me fui tambiŽn (usted se va a regresar
œltimamente?) s’, este s‡bado 20 de octubre viajo a los EUA (hoy es 14 de
octubre de 1990) (Leticia Pinos, 14-X-90, en SempŽrtegui, 1992).
=
<= o:p>
C=
omo
se desprende del relato, Don Roberto, migrante interno e internacional, lle=
g— a
Estados Unidos en 1939, por eso el autor se–ala el inicio de la migraci—n
internacional en DŽleg en dicho a–o y muri— en 1987. Tanto Carpio, SempŽrteg=
u’,
Pa’da, entre otros, ubican a DŽleg como una de las comunidades pioneras y de
mayor densidad migratoria y que posteriormente se desencadena en forma de Žx=
odo
veinte a–os m‡s tarde quedando ni–os, mujeres y ancianos (SempŽrtegui, 1992:
5).[17]=
sup>
D=
esde
DŽleg se produjo un progresivo Ôefecto contagio o domin—Õ que posibilit— la
migraci—n en otras comunidades aleda–as como el Roc’o (Cueva, 1991), Jutumpa=
mba
(Cajamarca, 1991) o Taday (Paida, 1991), en donde al iniciar los noventa, el
6.1% de la poblaci—n ya hab’a migrado a Estados Unidos. Vale se–alar que en =
la
mayor’a de los estudios de caso se se–ala movimientos migratorios internos
antes de la salida al exterior y ya para esta Žpoca se producen retornos y
migraci—n pendular. Localmente se les empieza a decir a los retornados Òe=
se
man es IONYÓ. SempŽrtegui (1992) se–ala que antes de 1970 el retorno era
m‡s f‡cil y conveniente y que a partir de 1972 muchos retornaron atra’dos po=
r
la bonanza petrolera, sin embargo, al poco tiempo se vieron desencantos y
volvieron a migrar.
P=
ero
tambiŽn es en este per’odo que se dan las primeras migraciones en otras
provincias por fuera del eje Azuay-Ca–ar. Eguiguren (2015) y Barsky (1984) d=
an
cuenta de una migraci—n desde Loja, cuyos primeros flujos datan de finales d=
e
los sesenta y principios de los setenta. Y Ram’rez (2010a), en su etnograf’a
sobre Pepinales, localizado en Alaus’ el sur de la provincia de Chimborazo
habla de los primeros flujos migratorios desde la dŽcada de los ochenta[18]:
Éentonces tambiŽn uno ve’a c—mo de otros pueblos la gente hab’a sal=
ido
y as__ hab’an prosperadoÉ cuando intentŽ irme, me contactŽ con un coyote de =
un
pueblo de m‡s abajo, de Ca–ar... porque uno ya sabe y ve que la gente ha
salido de por ah__ (Ram’rez, 2010a: 144).
S=
egœn
el Censo de Estados Unidos, para 1990 ya estaban en dicho pa’s de manera
regular 143,314 ecuatorianos. Un nœmero muy superior (casi el doble) al
registrado una dŽcada antes. Esto tiene su explicaci—n en la amnist’a
migratoria de 1986 conocida como la reforma IRCA (Immigration and Reform
Control Act) que permiti— regularizar a unos tres millones de inmigrante=
s.
Segœn Jokish (2014) 16,292 ecuatorianos obtuvieron el estatuto de residentes
permanentes, con lo cual pudieron patrocinar la migraci—n de sus familiares.=
El
promedio de saldos migratorios entre 1990 y 1997 fue de aproximadamente 29,6=
00
ecuatorianos por a–o que no volvieron al pa’s, siendo el a–o de mayor salida=
de
este per’odo 1994, cuando migraron alrededor de 37,000 personas. Otro de los
motivos que explican este incremento (m‡s all‡ de los elementos se–alados en
los p‡rrafos anteriores) tienen que ver con el denominado Ôdesastre en la
JosefinaÕ.
U=
na
nueva crisis, esta vez socio-ambiental, ocurrido entre marzo y mayo de 1993,
producto de un desplazamiento de tierra que tapon— varios r’os y su posterio=
r
desfogue, arras— violentamente con todo lo que hab’a a su paso, afectando a
varias localidades de Azuay e incluso desapareciendo algunos sectores como
Cahuazhœn y Chicticay. En el libro de Borrero &
Vega (1995) se recogen los datos de una zona rural de Gualaceo que fue afect=
ada
por el desastre de la Josefina, Bullcay y el Carmen, en donde el 13% de las
familias ten’a uno o m‡s migrantes. El 76% correspond’a a migrantes hacia
Estados Unidos y el 24% a migraci—n interna.[19]
<= o:p>
E=
ste
episodio, denominado Ôcrisis nacionalÕ y que ha sido poco explorado en relac=
i—n
a la migraci—n, fue la antesala del per’odo de mayor inestabilidad pol’tica =
y
econ—mica del pa’s y que dio paso a la mayor salida de ecuatorianos de la
historia. Hasta mediados de los noventa la migraci—n si bien se consolida en=
el
austro (teniendo comunidades maduras de migrantes), se expande a toda la sie=
rra
y costa sur. Continœa siendo una migraci—n sobre todo de j—venes, tanto
solteros como casados que ten’an trabajo antes de migrar. En este momento
aparecen las primeras redes migratorias hacia Espa–a.
<= o:p>
<= o:p>
=
IV. =
La
Ôestampida migratoriaÕ
<= o:p>
=
Fue
el tŽrmino que acu–amos para entender la migraci—n de finales de los noventa=
y
principios del nuevo siglo (Ram’rez &=
span>
Ram’rez, 2005). Como se dijo en la introducci—n, es a ra’z de este per’odo q=
ue
proliferaron los estudios migratorios sobre ecuatorianos. Dada la amplia
literatura existente sobre este per’odo (çlvarez, 2012), en esta secci—n
queremos resaltar solo algunos elementos estructurales.
=
Como
se recordar‡, el escenario en que se produjo el aumento de la din‡mica
migratoria se ubic— dentro de la articulaci—n de tres elementos, claramente
visibilizados en, y activados por, la quiebra del sistema bancario, que cons=
tituy—
el Ôevento cr’ticoÕ: a) el aumento explosivo de la desocupaci—n a ra’z de la
recesi—n y la crisis bancaria de 1999; b) el deterioro del poder adquisitivo=
,
sobre todo, de las capas medias y bajas de la poblaci—n en medio del proceso
inflacionario m‡s fuerte de la dŽcada y la dolarizaci—n de la econom’a; c) l=
a
inestabilidad como efecto de los derrocamientos presidenciales y corrupci—n
pol’tica que, en torno al feriado bancario, pulverizaron las expectativas y =
la
confianza ciudadana en el pa’s.
=
En
este contexto, la decisi—n migratoria se consolida como una estrategia
individual y colectiva ante tal escenario de pŽrdida de oportunidades
socio-econ—micas y precariedad del conjunto de derechos ciudadanos. Sin
embargo, aparecen algunos cambios en relaci—n con los anteriores procesos
migratorios que van configurando un nuevo patr—n migratorio.
=
En
primer lugar, surgen nuevos destinos. A diferencia del pasado cuando la
migraci—n ecuatoriana se dirig’a principalmente a Estados Unidos, se produce
una bifurcaci—n, siendo Espa–a el lugar preferido de arribo. Segœn el censo =
del
2001, el 49.4% de la poblaci—n fue a este pa’s, seguido de Estados Unidos
(26.7%) e Italia (9.9%). El hecho de que el 86% de la migraci—n se concentre
solo en tres pa’ses confirma la existencia previa de s—lidas redes migratori=
as
que operan espec’ficamente entre localidades y ciudades pertenecientes a tal=
es
pa’ses. Destaca en los or’genes de estas redes los ecuatorianos procedentes =
de
Loja.[20] Sin embargo, con =
la
imposici—n de la visa Schengen en agosto del 2003, Estados Unidos vuelve a
ocupar el primer puesto.[21] Segœn el Censo de
Estados Unidos del 2000, se encontraban en ese a–o 260,559 ecuatorianos en e=
se
pa’s.
=
En
segundo lugar, se produce lo que la literatura ha denominado una feminizaci—=
n
de la migraci—n entendida no solo como el incremento de flujos de mujeres, s=
ino
en c—mo ellas se constituyeron en las cabezas de las cadenas migratorias
familiares (Pedone, 2004) y tambiŽn como migrantes trabajadoras aut—nomas
(Herrera, 2005). En esa Žpoca, los datos del censo de Ecuador registraron qu=
e
el 53% de los migrantes eran hombres y el 47% mujeres. Sin embargo, en ciuda=
des
como Guayaquil, el 60% fueron mujeres y en destinos como Italia llegaron m‡s
mujeres (23,280) que hombres (14,081).
=
Una
tercera caracter’stica de esta estampida tiene que ver con la expansi—n
territorial. Si bien sigue siendo el sur del Ecuador (ya no solo el Austro,
sino todas las provincias) la zona de mayor concentraci—n migratoria,=
=
Un
cuarto elemento, como efecto de uso de nuevas tecnolog’as de informaci—n y
comunicaci—n, los v’nculos entre origen y destino se fortalecen. El uso de
internet (primero en los llamados locutorios o cibercafŽs, luego desde los
propios hogares) permiti— enviar e-mails, posteriormente video llamadas y, c=
on
la llegada de los celulares inteligentes y la expansi—n de las redes sociale=
s
(sobre todo Facebook y WhatsApp) se produjo lo que en su momento denominŽ cotidianidades
on-line entre los que se fueron y los que se quedaron (Ram’rez, 2007). S=
in
embargo, como se se–al— anteriormente la incorporaci—n de tecnolog’as de
comunicaci—n por parte de los migrantes es una pr‡ctica de vieja data.
=
Finalmente,
como efecto de la estampida migratoria, este tema adquiere importancia en la
pol’tica nacional. Por un lado, el Estado empieza a elaborar planes o reform=
as
institucionales para hacer frente a esta problem‡tica. Vale se–alar la
incorporaci—n del derecho al voto para los ecuatorianos en el exterior en la
Constituci—n de 1998, la elaboraci—n del Plan Nacional de Ecuatorianos en el
Exterior (2001) y la creaci—n de la Subsecretaria de asuntos consulares y
migratorios (2003). Por otro, surgen algunas asociaciones de migrantes
ecuatorianos, que empiezan a demandar acciones a los Estados (de acogida y
origen) y demandan Ôpapeles para todosÕ, mejores servicios, dentro de un
enfoque de derechos.
C=
omo
se observa en la gr‡fica, los picos de mayor migraci—n se produjeron entre e=
l
2000 y 2002 luego un descenso en el 2004 y 2005, como efecto de la imposici—=
n
de la visa Schengen, y nuevamente un incremento el a–o siguiente. El estudio
realizado por CEIME (2008), se–alaba que entre el 10.2% y el 10.8% de la
poblaci—n ecuatoriana se encontraba residiendo en el exterior en aquel
entonces. En tŽrminos absolutos, el nœmero variaba entre 1,400,000 y 1,600,0=
00
personas a diciembre de 2007 (CEIEME, 2008: 3).
<= o:p>
<= o:p>
<= o:p>
<= o:p>
<= o:p>
V. &=
nbsp;
La desaceleraci—n =
de
los flujos migratorios
<= o:p>
A=
l
finalizar la primera dŽcada del nuevo siglo se observa un importante declive de =
la
din‡mica migratoria ecuatoriana: por primera vez en la historia, desde que s=
e
tienen registros de saldos migratorios, estos son negativos. Es decir, por
primera vez el nœmero de salidas de ecuatorianas fue menor al nœmero de
entradas. Esta modificaci—n en los flujos tiene su explicaci—n en dos causas
estructurales. En primer lugar, vuelve a aparecer el tema de la crisis en nu=
estra
historia. Pero esta vez no en el Ecuador sino a nivel global. La crisis
financiera mundial que arranc— a finales del 2007 oblig— a varios gobiernos =
del
Norte global a implementar agresivos paquetes de rescate a la banca y en otr=
os
casos a nacionalizarla para evitar el desplome de los mercados. Esta crisis,
cuyo epicentro fue Estados Unidos, afect— tambiŽn a la Uni—n Europea y merca=
dos
de Asia, como Jap—n. El origen de esta crisis especulativa financiera fue la
burbuja inmobiliaria o la llamada crisis de las hipotecas.
Dich=
a
crisis, que tuvo repercusiones geopol’ticas (Dabat, 2009) afect— los mercado=
s
laborales y provoc— que muchos migrantes pierdan sus empleos, sean los primeros despedidos=
o
los œltimos en ser contratados. Estos aspectos pesaron al interior de los
arreglos familiares y motivaron a reconsiderar la pertinencia de quedarse,
regresar o detener las salidas de algœn miembro del hogar hasta que mejore l=
a
situaci—n. En algunos casos incluso se pidi— ayuda a los parientes en Ecuado=
r,
produciŽndose env’o de remesas en direcci—n contraria; en otros casos
recurriendo al multiempleo; y, los que ya ten’an sus papeles en regla y hab’=
an
obtenido la doble nacionalidad optaron por reemigrar hacia terceros pa’ses
donde la crisis no peg— con fuerza.[24] Un ejemplo de esto,
fueron algunos ecuatorianos radicados en Espa–a que se movieron para Reino
Unido o Alemania. En el pa’s ibŽrico la crisis inmobiliaria impact— tanto qu=
e
provoc— desahucios hipotecarios que afectaron tanto a espa–oles como a
extranjeros, entre ellos a ecuatorianos, que quedaron en poco tiempo en la
calle, lo que provoc— en algunas personas depresi—n y hasta el suicidio. Ant=
e
este drama, se cre— la Plataforma de Afectados por la Hipoteca en el 2009, y=
la
Coordinadora Nacional de Ecuatorianos en Espa–a, liderada por una mujer
ind’gena ecuatoriana, A’da Quinatoa, con el objetivo de luchar por el derech=
o a
la vivienda, dar asesor’a jur’dica y hacer un frente comœn.
E=
star
en paro, sin vivienda y con deudas, oblig— a muchos migrantes a no tener m‡s
opci—n que retornar al Ecuador. Este fue el caso de Crist—bal, uno de los
protagonistas de la etnograf’a de Su‡rez (2014: 75), quien compr— un
departamento de 50 metros cuadrados avaluado inicialmente en 200 o 300 mil
euros y cinco a–os despuŽs, dichos inmuebles val’an escasamente 80 mil euros=
.
Muchos de sus informantes, se–ala la autora, hab’an pagado cerca de 100 mil
euros antes de entrar en moratoria hipotecaria. Las cuotas hipotecarias
mensuales pasaron de 900 euros a 1,800 euros en cuesti—n de unos meses. As’
como diez a–os atr‡s las redes familiares hab’a ayudado a emigrar, esta vez
fueron el sostŽn para el retorno y la reinserci—n (Schramm, 2021).
El otro motivo que ayuda explicar lo sucedido en este per’odo tiene
que ver con la llegada al poder del gobierno de la Revoluci—n Ciudadana. Com=
o
ya he dicho en otros estudios, el tema migratorio adquiere centralidad en es=
te
per’odo, reforzando las pol’ticas con enfoque de derechos e incluyendo a la
ÔQuinta Regi—nÕ en los asuntos pœblicos, con lo cual se efectœa un despliegu=
e y
reconfiguraci—n del Estado transnacional (Ram’rez, 2018). En efecto, en el
llamado corre’smo, el propio presidente de la Repœblica se dirigi— a los expatriados como sujeto=
s
con derechos propios: los incluy— en la vida pol’tica, se reuni— varias vece=
s
con ellos, los nombr— y record— en sus discursos pœblicos y desde las
diferentes carteras de Estado se impulsaron pol’ticas y programas Ðno todos =
con
ŽxitoÐ destinados a la defensa de los derechos de los ecuatorianos radicados=
en
el exterior, a quienes denominaba como los Òexpulsados de la larga y triste
noche neoliberalÓ o los Òexiliados de la pobrezaÓ.
<= o:p>
E=
n
este per’odo se refuerza el v’nculo entre el Estado y los emigrantes. Se los
ensalz— como ÒhŽroesÓ, pidiendo que se reintegren a la patria, llamando al
retorno y estableciendo pol’ticas de vinculo, para lo cual se tuvo que
modificar la institucionalidad del propio Estado. Incluso el gobierno se su=
m— a
la defensa de los ecuatorianos en Espa–a afectados por las hipotecas que
hablamos anteriormente. Cuando se vivi— una estabilidad pol’tica, econ—mica =
y
social y de recuperaci—n del Estado, sobre todo entre el 2007 y 2014, los
saldos migratorios fueron negativos por cuatro a–os, y en promedio es el
per’odo de m‡s baja emigraci—n de la historia (ver Fig. 5). Paral=
elamente
en esta Žpoca Ecuador se vuelve destino de inmigrantes provenientes del Nort=
e,
sobre todo jubilados de Estados Unidos y migraci—n calificada de Espa–a y zo=
na
de tr‡nsito tanto para migrantes que van al norte como al sur de continente.=
V=
ale
se–alar que los planes y programas de retorno impulsados por el gobierno de
Ecuador y de Espa–a no tuvieron el Žxito esperado. El programa Cucayo que
buscaba el retorno de migrantes a travŽs de la entrega de un capital semilla
para que inicien negocios en Ecuador, interes— solamente a 2,643 emigrantes
retornados que enviaron sus perfiles de negocio, de los cuales fueron
seleccionados y se les entreg— dicho capital solamente a 273 desde el 2007
hasta mayo del 2010 fecha de la œltima convocatoria. De los programas de
retorno impulsados por Espa–a, hasta mayo del 2010 de los aproximadamente
500,000 migrantes desempleados en dicho pa’s, 3,400 ecuatorianos se acogiero=
n
al programa de retorno del gobierno espa–ol -m‡s 1,600 acompa–antes- (Ram’re=
z,
2010b). [25] En el censo del 2010,=
el
œltimo realizado en Ecuador, se se–ala que 63,888 ecuatorianos hab’an
retornado. Segœn Herrera et al. (2012), de cada cuatro ecuatorianos q=
ue
hab’an salido en el per’odo 2001-2010, uno hab’a retornado. En estos nœmeros
est‡n tanto migrantes voluntarios como deportados, siendo mayor el nœmero de
los segundos.[26]
<= o:p>
<= o:p>
L=
os
datos del Censo del 2010 arrojaron que 280,437 ecuatorianos migraron en la
œltima dŽcada produciŽndose un importante proceso de reunificaci—n familiar =
en
destino. Segœn fuentes de los tres principales destinos, en dicho a–o, hab’a
aproximadamente un mill—n cien mil ecuatorianos migrantes. En Estados Unidos
564,631 (U.S. Census Bureau), en Espa–a 484,623 (Instituto Nacional de
Estad’sticas) y en Italia 89,989 (ISTAT).
E=
l
52% de los migrantes eran de la Sierra y el 44% de la Costa. Las parroquias =
de
Azuay y Ca–ar siguen siendo los lugares de mayor concentraci—n migratoria, l=
o
que da cuenta del continuum migratorio en estos lugares a lo largo de=
l
tiempo. Tal como se observ— en la estampida de inicios de siglo, se siguen
produciendo flujos migratorios tanto de hombres como de mujeres, continuando
una mayor migraci—n de hombres a Estados Unidos (60.43% hombres vs 39.57%
mujeres), una paridad entre los que van a Espa–a (50.95% hombres vs 49.04%
mujeres) y mayor migraci—n de mujeres en Italia (45.22% hombres vs. 54.78%
mujeres). En estos tres pa’ses se vuelve a concentrar, al finalizar el 2010,=
la
mayor’a de la migraci—n ecuatoriana (81.55%) aunque hay una reducci—n de 5
puntos porcentuales en relaci—n con los datos del 2001 (INEC, 2010).
<= o:p>
<= o:p>
VI. &nbs=
p; La
migraci—n hoy
El œltimo sexenio ha sido el m‡s inesperado de la historia contempor‡=
nea
del Ecuador, debido a la suma de eventos catastr—ficos nacionales e
internacionales que cambiaron radicalmente el pa’s y el paisaje migratorio. =
El
16 de abril del 2016, Ecuador vivi— un terremoto de magnitud de 7.8 grados
resultado del desplazamiento entre la placa de Nazca que se sumerge bajo la
placa continental suramericana. Dicho movimiento telœrico, que dur— cerca de=
75
segundos, tuvo su epicentro en la costa ecuatoriana al frente del cant—n
Pedernales y afect— fuertemente a varios cantones de la provincia de Manab’ =
y
Esmeraldas. DespuŽs del primer sismo, hubo m‡s de 3,606 rŽplicas en las
siguientes 24 horas que dejaron como saldo 674 muertos y cerca de 320,000
damnificados (Barreno & Brito, 2018). Muchas personas afectadas por el movimiento telœrico
huyeron de su lugar de residencia y se fueron a vivir donde familiares o ami=
gos
que les dieron acogida en otras partes del pa’s. Dur‡n y Guayaquil fueron do=
s
lugares de destino de muchas v’ctimas del terremoto. Vale se–alar que el
gobierno implement— un bono de acogida, que fue un subsidio por tres meses p=
ara
aquellas familias que recibieron a los afectados. A la par que se produc’a e=
sta
migraci—n interna, se incrementaron considerablemente las salidas al exterio=
r,
llegando a casi cien mil ecuatorianos que emigraron entre el 2016 y 2017 (ve=
r
Fig. 7).
Un a–o despuŽs del terremoto, Ecuador cerraba la dŽcada de gobierno d=
e
la Revoluci—n Ciudadana, y se producir’a el Ôgiro a la derechaÕ (Ospina &=
;
Ram’rez, 2021), el retorno del modelo neoliberal y en materia de pol’tica
migratoria empieza a resurgir las tesis de seguridad y control en el context=
o
del incremento de arribos de migrantes venezolanos (Ram’rez, 2020). <=
span
lang=3Des-419 style=3D'mso-bidi-font-size:9.0pt;mso-fareast-font-family:SimS=
un;
mso-bidi-font-family:"Times New Roman";color:black;mso-themecolor:text1;
mso-ansi-language:#580A;mso-fareast-language:ZH-CN'>La recomposici—n neolibe=
ral
conducida por Moreno y su alianza gubernamental con las viejas Žlites
olig‡rquicas, los gremios empresariales del pa’s, los oligopolios de la
comunicaci—n y los partidos de derecha, orientados por las pautas que marca =
el
capital financiero transnacional de EE.UU. (banca multilateral y banca de
inversiones privada), produjo un deterioro de las condiciones de vida de una
gran parte de la poblaci—n ecuatoriana.
Se
implementan medidas de austeridad, a travŽs del denominado ÒPlan de
ProsperidadÓ (2018-2021), en el marco del acuerdo con el Fondo Monetario
Internacional (FMI) de febrero de 2019, que conllev— pol’ticas de ajuste,
recortes presupuestarios Ðsob=
re
todo en el ‡rea socialÐ y =
el
consecuente incremento de desempleo y de la pobreza. Al analizar el nivel de
pobreza por ingresos entre 2007 y 2016 se observa que 1.14 millones de
ecuatorianos dejaron de ser pobres. Por otra parte, entre 2016 y 2019 casi 5=
41
mil personas caen en esta condici—n y, finalmente, en 2020 se incorporan 1.3=
3
millones de ecuatorianos a la pobreza. Eso implica que en casi cuatro a–os
(durante el gobierno del expresidente Len’n Moreno) 1.87 millones de persona=
s
cayeron en la pobreza, una cifra superior a la de personas que salieron de e=
sta
condici—n en diez a–os (B‡ez, 2020). Para esas fechas, se registraba un tota=
l
de 1,183,685 migrantes ecuatorianos en el exterior, 52.89% mujeres y 47.11%
hombres. El 6.95% de la poblaci—n ecuatoriana estaba fuera del pa’s
(Restrepo-Betancourt, 2021). Las protestas sociales en este contexto no se
hicieron esperar, sobre todo cuando el gobierno decidi— eliminar el subsidio=
a
los combustibles, lo que ocasion— el estallido de octubre del 2019 que dej— =
11 fallecidos, 1,192 detenidos=
,
1,340 heridos segœn el informe final de la Defensor’a del Pueblo. Pese a est=
e
violento episodio, lo peor estaba por venir.
L=
o
que a inicios del 2020 se ve’a como una noticia lejana de algo Ôextra–oÕ que
brot— en un mercado mayorista de mariscos en la provincia de Wuhan, China,
cuatro meses despuŽs se transformar’a en la peor pesadilla con la llegada al
pa’s del SARS-CoV-2, conocido mundialmente como Covid-19. En efecto, la lleg=
ada
de este nuevo coronavirus, en medio de un debilitamiento del sistema de salu=
d
pœblico, fue letal. Como parte de las medidas de ajuste neoliberal que se
se–alaron anteriormente, la inversi—n en salud pa=
s— de
USD 306 millones en 2017 a USD 110 millones en 2019 (UCE, 2020). Es decir, la=
s
medidas de austeridad implementadas en la pr‡ctica significaron menor gasto =
en
infraestructura e insumos destinados a salud, a lo que se sum— despidos de u=
na
buena parte del personal mŽdico, limitando la capacidad de atenci—n. El
diagn—stico del mal gobierno cerr— con reiterados cambios de tim—n de los
ministros del ramo, el descubrimiento de una red de corrupci—n en torno al
manejo de la pandemia y el inicio de la vacunaci—n que favoreci— a varios
sectores allegados al gobierno: Òlos vacunados VIPÓ. Para octubre del 2021,
Ecuador registr— 67,603 fallecidos en exceso, segœn los datos del registro
civil.
La pandemia provoc— que se cierren muchas fronteras a nivel mundial e=
n el
2020, dejando a muchos migrantes, viajeros y turistas varados y provocando u=
na
disminuci—n del saldo migratorio que ese a–o fue negativo. A nivel econ—mico=
,
los resultados de las pol’ticas de ajuste, as’ como por efecto de la pandemi=
a,
fue el decrecimiento del 7.8% del PIB:
La tasa de pobreza nacio=
nal
en junio de 2021 se ubic— en 32.2%, con un incremento de 6.7% con respecto a
junio de 2019. Mientras, la tasa de extrema pobreza en 2021 fue de 14.7%,
superior en 5.2% a la registrada en junio de 2019. La tasa de subempleo se
increment— en 2.7%, registr‡ndose el 20.3% de la PEA en junio 2019 al 23% de=
la
PEA en junio 2021. La tasa de desempleo se increment— del 4.4% al 5.1% de la
PEA de junio 2019 a junio 2021. El Ministerio de Trabajo del Ecuador registr=
a m‡s
de 700 mil empleos formales perdidos de marzo 2020 a marzo 2021, registr‡ndo=
se
tambiŽn que m‡s de 60 mil personas conservaron el empleo, pero con jornadas
reducidas lo que implica menores ingresos y beneficios de ley
E=
n
estas condiciones, y tal como hemos visto a lo largo de esta historia, se
reactivaron una vez m‡s los flujos migratorios. En efecto, conforme se fuero=
n
reabriendo las fronteras y bajaba el miedo al virus, nuevamente miles de
ecuatorianos vieron en la emigraci—n la salida ante la crisis. El 2021 (hast=
a
noviembre), el saldo migratorio bordea los cien mil ecuatorianos que saliero=
n y
no regresaron.
U=
na
vez m‡s son las provincias de la Sierra Sur y Centro (Azuay, Ca–ar, Cotopaxi=
,
Chimborazo y Tunghurahua) los lugares de donde m‡s personas est‡n saliendo c=
on
destino final a Estados Unidos. Como en el pasado, ante la imposibilidad de
llegar por la v’a directa a la Ôgran manzanaÕ, MŽxico se convirti— en un lug=
ar
de tr‡nsito.[27]
=
El hecho de no requerir visa para ingresar a dicho pa’s (desde
noviembre del 2018) facilit— el traslado hasta el 4 septiembre del 2021, fec=
ha
en que se volvi— a pedir dicho documento dado el incremento de flujos. Esta
medida, que d’as despuŽs tambiŽn implement— el gobierno de Guatemala, es un
claro ejemplo de la externalizaci—n del control que buscaba disminuir el nœm=
ero
de ecuatorianos que llegan a Estados Unidos por la frontera sur. Los datos d=
e
la oficina de Aduanas y Protecci—n de Fronteras reportan que de enero a
septiembre del 2021 se produjeron 88,118 ÔencuentrosÕ[28] con ecuatorianos. Al
cierre del a–o fiscal (octubre 2021), los ecuatorianos constituyen la quinta
nacionalidad a nivel mundial con mayores aprehensiones en Estados Unidos (po=
r
detr‡s de MŽxico y los tres pa’ses del tri‡ngulo norte centroamericano) y el
primer grupo en relaci—n a los suramericanos y caribe–os.
Una de las principales diferencias con el pasado en el cual se–alam=
os
que viajaban primero hombres, luego mujeres, es que ahora se observa un
incremento de migraci—n en unidad familiar. En efecto, segœn la misma fuente=
,
el 37.61% de los ecuatorianos aprehendidos se encontraban viajando en grupo
familiar. Esto demuestra el conocimiento por parte de los migrantes y sus
ÔpasadoresÕ de los cambios de la pol’tica en Biden en relaci—n con Trump, qu=
ien
al inicio de su gesti—n dej— de expulsar a los ni–os no acompa–ados, as’ com=
o
disminuy— la expulsi—n a migrantes que llegaban en unidades familiares.
Vale se–alar que antes de la imposici—n del visado por parte de MŽx=
ico
y Guatemala, el cruce fronterizo en Ôla l’neaÕ era donde m‡s se requer’a de
contactos, buenos ÔcoyotesÕ, informaci—n, y en general de una infraestructur=
a
migratoria fina para concretar el viaje. As’ nos cont— Hern‡n, de 37 a–os,
quien antes de viajar era chofer interprovincial. Su ruta fue ‡rea v’a
Panam‡-Cancœn-Laredo. Logr— cruzar al sexto intento en agosto del 2021. Siem=
pre
que fue interceptado por la border patrol, le regresaban a MŽxico en
donde la polic’a de dicho pa’s le ped’a dinero a cambio de soltarle y no
deportarle. ƒl ya sab’a que esto pod’a pasar por eso ten’a poca plata en sus
bolsillos pero escond’a en lugres secretos unos USD 300. Pr‡ctica muy comœn =
que
se reitera en las historias de migrantes en tr‡nsito.
Cuando finalmente pudo cruzar y llegar al punto exacto donde le
esperaban otros coyotes, tuvo que esperar escondido en la arena y taparse co=
n
un costal muy cerca de la carretera por varias horas. Llevaba un celular que=
le
permit’a estar en contacto con sus pasadores y sus familiares tanto de Ecuad=
or
como de Estados Unidos. Cuando le dieron la orden de salir del hueco lleg—
finalmente a una casa donde ya estaban otros migrantes de varias nacionalida=
des,
esperando completar el nœmero de 15 personas y salir en autos a sus destinos=
,
Žl a Nueva York. Pag— USD 15,000 por el viaje y ahora trabaja en uno de los
restaurantes de su cu–ada, quien le prest— el dinero para poder migrar.
No todos tienen la misma suerte que Hern‡n. Hasta inicios de diciem=
bre
4,613 ecuatorianos fueron deportados de Estados Unidos, la mayor’a (82%) baj=
o
el t’tulo 8, al haber solicitado refugio alegando Òriesgo contra su vidaÓ.[=
29]
Actualmente est‡n llegando dos vuelos mensuales a la ciudad de Guayaquil
contratados por el gobierno estadounidense, la mayor’a oriundos de Azuay
(42.29%), Ca–ar (18.26%), Chimborazo (9.02%) y Tungurahua (6.99%) (MREMH, 20=
21:
15); que probablemente volver‡n a intentar migrar una vez m‡s, aunque esta v=
ez
por rutas m‡s largas y peligrosas. En efecto, despuŽs de la imposici—n del
visado a MŽxico y Guatemala, se ha visto desde finales del 2021 un increment=
o
de ecuatorianos que viajan v’a Nicaragua o El Salvador (Gonz‡lez, 2021), as’
como un incremento de migrantes con destino a Espa–a, que pasaron de 18,310 =
en
agosto a 43,015 en noviembre, es decir, casi 25 mil nuevas salidas en tres
meses solo a este pa’s europeo.
CONCLUSIONES
Como=
se
se–al— en la introducci—n, no existen trabajos de corte hist—rico que den
cuenta de la migraci—n ecuatoriana. Las y los migrant—logos han puesto atenc=
i—n
sobre todo a estudios de caso, los cuales empezaron a proliferar desde final=
es
de los noventa. La historia migratoria es fundamental para entender el proce=
so
y distinguir cambios, continuidades y patrones por per’odos. Intentar llenar
este vac’o ha sido el objetivo de este art’culo etnogr‡fico. Solo una mirada
diacr—nica nos permite salir de la ÔnovedadÕ que acarrea cada estampida. C—m=
o
se ve en la gr‡fica final, el Ecuador ha tenido grandes olas migratorias a l=
o
largo de la historia, que son las que han llamado la atenci—n en los medios =
y
en la academia. Sin embargo, no se puede entender estas r‡pidas e impetuosas
salidas sin los largos per’odos de lo que denomino migraci—n por goteo,
cuantitativamente peque–a pero permanente, que permite entender el caso
ecuatoriano como un continuum migratorio, dentro de su inserci—n
perifŽrica y marginal en el sistema-mundo capitalista.
Dicho continuum
ha sido posible gracias al surgimiento y solidificaci—n de redes e infraestructuras migratorias
que finalmente son las q=
ue
posibilitan la provisi—n de recursos, el traslado, los cruces fronterizos, l=
a
inserci—n, la informaci—n y hasta el retorno o la remigraci—n en algunos cas=
os.
Incluso en los per’odos de m‡s baja emigraci—n y de saldos negativos estas
redes e infraestructuras siguen operando[30].
Esto da cuenta del movimiento migratorio como fen—meno estructural, qu=
e
se presenta en fases c’clicas que est‡n atadas a las crisis provocadas por l=
os
ciclos de acumulaci—n. La siguiente tabla de cuenta de manera sintŽtica los =
per’odos
analizados, el contexto y el perfil/patr—n migratorio.
Est=
os
elementos, sumados a un importante nœmero de ecuatorianos que tienen doble
nacionalidad, dan cuenta de por quŽ ni las visas, ni los muros detienen a lo=
s
migrantes de un pa’s como Ecuador, que lleva un siglo de ausencias...
Santa Ana de los cuatro r’os de Cuenca.
A=
GRADECIMIENTOS
<= o:p>
Q=
uiero
agradecer los comentarios, sugerencias y opiniones a Jorge Durand, Clementin=
a
Gonz‡lez y Juan Guijarro. As’ como mi gratitud a Virginia Cordero y Anthony
Quiridumbay por su colaboraci—n en esta investigaci—n.
<= o:p>
<= o:p>
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=
[1] Donde hay m‡s estudios sobre los
inmigrantes que llegaban al pa’s, no as’ sobre los ecuatorianos que sal’an. =
Por
ejemplo, hay un vac’o sobre la migraci—n ecuatoriana en el siglo XIX. Sabemo=
s
escasamente sobre los flujos de guayaquile–os a Lima o serranos del norte a
Colombia en dicha Žpoca y de familias pudientes, cuyos hijos fueron a estudi=
ar
a Europa.
[2] Vale se–alar que la zona austral hasta finales de los a–os treinta s=
e
encontraba aislada hasta que se incorpora m‡s directamente a la Costa con la
finalizaci—n de la v’a a Guayaquil (SempŽrtegui, 1992).
[3] Los Estados Unidos y la Gran Colombia establecieron relaciones forma=
les
por primera vez en 1824 a travŽs del Tratado de Paz, Amistad, Navegaci—n y
Comercio que permiti— a ambos pa’ses designar c—nsules y vicec—nsules en la
otra naci—n.
[4] Traducci—n propia.
[5] Leonora, cuentan lo=
s
autores, pudo llevar a sus dos hijos a Estados Unidos y lograron adquirir la
ciudadan’a estadounidense. Sin embargo, el uno muri— en un accidente y el ot=
ro
en la guerra de Vietnam. ÒComo ven, este es mi pa’s ahora. Mi sangre est‡=
en
esta tierra. Nunca volverŽ a vivir en Ecuador<=
/span>Ó concluye.
[6] De la misma Žpoca
encontramos el texto de Banda & =
Lasser
(1987) sobre la migraci—n manabita a Venezuela. A nivel intrarregional los
ecuatorianos viajaron principalmente a este pa’s y a Chile.
[7] Cuyo trabajo se pub=
lic—
en el 2000, pero su tesis doctoral la termin— en 1996.
[8] Desde los primeros
estudios de inicios del siglo XXI (Jokisch =
span>& Pribilsky, 2002: 78; Gratton, 2005: 33; Herre=
ra,
2005: 17), hasta los m‡s recientes (çlvarez, et. al., 2020: 12) colocan a Ky=
le
como el autor de esta tesis, desconociendo algunos de ellos, en su recuento
hist—rico, los trabajos producidos por acadŽmicos del Austro.
[9] Por lo general se
referencia el working paper de Preston de 1974 y no su final repor=
t
de 1978 donde no se hace ninguna menci—n al tema de la migraci—n internacion=
al.
En su documento preliminar si se–ala el autor que algunas personas de la sie=
rra
migraron a tierras bajas como Guayaquil y posteriormente a otros pa’ses como
Panam‡, Venezuela y Estados Unidos.
[10] Astudillo <=
span
style=3D'background:white'>& Cordero (1990: 9) se–alan
=
[11] Segœn los datos que presenta Monsalve (1953), hubo efectivamente una
disminuci—n entre el 50 al 52 llegando a la cifra de 2,617,141 sombreros
producidos lo que represent— un ingreso de 39,257,115 sucres. Sin embargo, a=
l
a–o siguiente se produjo 5,456,916 sombreros que dio una ganancia de 94,404,=
648
sucres. El autor concluye que los exportadores nunca perdieron, y adem‡s sus
ingresos fueron en aumento con la promulgaci—n del Decreto-Ley de 1952. Por =
el
contrario, el ingreso de los trabajadores de toquilla se manten’a igual desd=
e
1943. Su cr’tica a las casas exportadoras es lapidaria.
[12] En el estudio de Ke=
ely
(1971: 164) se indica que hasta 1965, hab’a 25,465 ecuatorianos y, tres a–os
despuŽs, en 1968, la cifra lleg— a 35,958.
[13] Un tema sobre el qu=
e
falta mayor investigaci—n es el v’nculo entre Guayaquil y Miami.
[14] Dicha investigaci—n
naci— en el seno de la Maestr’a en Antropolog’a del Desarrollo de la
Universidad del Azuay un a–o antes y el trabajo de campo fue realizado por
estudiantes de la maestr’a. Varios trabajos pioneros se producen en dicho
programa.
[15] El promedio de las
cuatro comunidades analizadas (DŽleg, El Roc’o, Jatunpamba y Collasay) la
migraci—n internacional representaba el 14.2% mientras que la migraci—n inte=
rna
el 4.5%.
[16] Aunque SempŽrtegui
(1992) se–ala que se llama Juan Guzm‡n, el apellido materno es Guam‡n. Tamb=
iŽn
aparece la historia de Roberto en la otra tesis de SempŽrtegui=
& Cajas (1992).
[17] El caso de DŽleg es muy especial, gran parte de los jefes de familia
salen (EE.UU.) incentivados por el valor del d—lar frente a la moneda nacion=
al.
Estas familias han iniciado estrategias de acumulaci—n v’a actividades
financieras, pues tienen su dinero guardado en los bancos de las ciudades de
Azogues o Cuenca, tambiŽn a travŽs de la adquisici—n de bienes materiales o
tierras (Pa’da, 1991: 72). Vale se–alar la diferencia de enfoque entre Carpi=
o,
que habla de la migraci—n como una Òestrategia de sobrevivenciaÓ (concepto m=
uy
utilizado en aquella Žpoca dentro de los estudios de migraci—n interna), y
Paida, quien por el contrario se–ala que la migraci—n es una Òestrategia de
acumulaci—nÓ.
[18] TambiŽn la tesis de
Cando (2011), da cuenta de flujos tempranos de migrantes desde Chunchi.
[19] Los datos provienen=
de
una encuesta realizada en septiembre de 1995 por el IDS-SIR de la Universida=
d
de Cuenca. Otra encuesta realizada por la misma Universidad (Encuesta de
Migraci—n Internacional Urbana) en 1994 se–alaba que el 93% de los migrantes
del Austro ten’a como destino Estados Unidos (Nueva York y Chicago, sobre
todo), el 60% de los migrantes ten’a entre 25 y 39 a–os; el 55.2% ten’a
estudios secundarios; el 67.3% eran casado y el 68.3% ten’an trabajo antes d=
e
migrar (Gonz‡lez, 1995).
[20] G—mez (2001) se–ala=
que
desde 1995 se observa la presencia de ecuatorianos sobre todo de Loja y El O=
ro.
Segœn sus datos recogidos del Consulado General de Ecuador en Espa–a a inici=
os
del siglo, los lojanos eran el segundo grupo de procedencia, despuŽs de las =
y
los pichinchanos.
[21] Segœn los datos de =
la
Direcci—n Nacional de Migraci—n aproximadamente 82,000 ecuatorianos migraron=
a
Estados Unidos en el 2004 y 33,000 a Espa–a en ese a–o.
[22] Vale recordar que l=
os 20
cantones de mayor migraci—n estaban en las provincias de Loja, El Oro, Ca–ar=
,
Azuay, Chimborazo, Morona Santiago y Zamora Chinchipe.
[23] Si
revisamos encuestas a nivel individual, pero con representaci—n nacional,
podemos constatar que los individuos del quintil m‡s rico emigran dos veces =
m‡s
que los del quintil m‡s pobre. En efecto, de acuerdo a la encuesta EMEDINHO,
del total de emigrantes el 11.9% pertenece al quintil m‡s pobre y el 25%
pertenece al quintil m‡s ricoÓ (Ram’rez, 2004: 45).
[24] Al 2010 aproximadamente un quinto de la poblaci—n ecuatoriana reside=
nte
en Espa–a ha adoptado la nacionalidad de ese pa’s (Herrera, et. al., 2012). =
Y
al 2013, cerca de cuatro de cada diez migrantes ecuatorianos en Estados Unid=
os
(42%) son ciudadanos estadounidenses (Brown &
Patten, 2013).
[25]=
Sobre los progrmas =
de
retorno ver: Castillo (2011) y Moncayo (2011).
[26] Segœn los datos los
proporcionados por la polic’a migratoria, en el a–o 2009 -cuando se incorpor=
a
en la secci—n motivo de viaje, la categor’a de retorno voluntario<=
/i>-
entraron bajo este ’tem apenas 1,551. Y los que entraron bajo la categor’a <=
i>deportados
y excluidos en ese mismo a–o fueron 3,134, es decir el doble de los que
afirmaron hacerlo de manera voluntaria. Hay que resaltar que las salidas
clandestinas hacia Estados Unidos se redujeron por el recrudecimiento de la
violencia en el corredor Guatemala-MŽxico, donde aparecieron nuevos problema=
s
como son los raptos de migrantes e incluso la muerte. El uso del tren, llama=
do
Ôla bestiaÕ empieza a ser usado por los migrantes de todos los pa’ses en su
intento de llegar a EE.UU.
[27] Vale se–alar que ta=
mbiŽn
se convirti— en lugar de destino de algunos personajes pœblicos vinculados a=
l
ex gobierno de la Revoluci—n Ciudadana que tuvieron que pedir asilo pol’tico
ante la arremetida y persecuci—n que vivieron con la llegada de Moreno al po=
der.
[28] TŽrmino usado en Es=
tados
Unidos para referirse a las personas migrantes aprehendidas por la patrulla
fronteriza.
[29] Son aquellos que ha= n pasado un proceso migratorio y han tenido la oportunidad de participar en un= a audiencia ante un juez de migraci—n, antes de ser expulsados. Hasta concreta= r la deportaci—n son llevados a los centros de detenci—n migratoria. Solo un 1= 8% fue expulsado bajo el t’tulo 42, con el fin de contener la propagaci—n del covid-19 (MREMH, 2021: 14).
[30]=
Solo as’ se entiende como=
muchos
migrantes de lugares como Bangladesh, Nepal o Eritrea se conectaban a estas
redes e infraestructura para intentar llegar a Estados Unidos.
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