ISSN 1390-0862

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La incorporeidad de la nación
The Incorporeity of the Nation

Aidalí Aponte Avilés
Universidad de Connecticut, EEUU

E-mail: aidali.aponte-aviles@uconn.edu

Resumen
Este trabajo tiene el propósito de analizar la definición y efecto de

la globalización en el México de principios del siglo XXI, a través de los
ojos de Josué Nadal, el personaje principal en la novela de Carlos Fuentes,
La voluntad y la fortuna (2008). Veremos cómo las interacciones de José
Nadal con los otros personajes de la historia se ven constreñidas a refe-
rentes globalizados como una historia distorsionada, una filosofía difusa y
un cuerpo desarraigado. A partir de la teorías de Tom Nairn y Paul James
sobre la globalización, examinaremos cómo las relaciones de Nadal con el
resto de los personajes y con los espacios en México, representan el impac-
to de la globalización en el desarrollo de la identidad nacional.
Palabras clave: globalización, Carlos Fuentes, La voluntad y la Fortuna,
espacios, México, identidad, ciudad

Abstract
The purpose of this paper is to analyze the definition and the effects

globalization has on the XXI Century Mexico through the eyes of Josué
Nadal, main character of Carlos Fuentes’ novel La voluntad y la fortuna
(2008). Nadal’s interactions with other characters in the story are cons-
trained by globalized ideas such as a distorted history, a diffused philo-
sophy, and a detached body. Taking Tom Nairn and Paul James’ theories
on globalization, Nadal’s relations with the rest of the characters and with
Mexico’s spaces represent the impact of globalization on the development
of national identity.
Key words: globalization, Carlos Fuentes, La voluntad y la fortuna, Mexi-
co, XXI, identity, nation.

Revista Pucara, N° 22 (113-122), 2010

(Recibido: 30-11-2009) (Aceptado: 16-01-2010)

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Desde finales del siglo XX, los procesos políticos y mercantilistas
para crear un mundo globalizado han afectado a todos los países directa o
indirectamente. Esta perspectiva de reciprocidad económica y social tam-
bién ha afectado las bases mismas de los idearios culturales; la definición
de los elementos que compone a una nación se orienta según la relación
de los individuos nacionales con los internacionales. El fenómeno de la
globalización lo explica Paul James en su ensayo Global Enchantment: A
Matrix of Ideologies, cuando afirma:

A working definition of the cluster of terms around ‘globa-
lism’ begins by relating the various intersecting modes of practi-
ce, including modes of communication, production and exchange,
to their extension across world-space. […] Globalization is thus
most simply the name given to the matrix of those practices as they
extend across world-space. Exemplary contemporary systems of
materially powerful but disembodied extension (21).

Este trabajo tiene el propósito de analizar la definición y efecto de la
globalización en el México de principios del siglo XXI, a través de los ojos
de Josué Nadal, el personaje principal en la novela de Carlos Fuentes, La
voluntad y la fortuna
(2008). Veremos cómo las interacciones de Josué
Nadal con los otros personajes de la historia se ven constreñidas a referen-
tes globalizados como una historia distorsionada, una filosofía difusa y un
cuerpo desarraigado.

En La voluntad y la fortuna, Fuentes nos presenta la historia de Jo-
sué Nadal, un joven que, a sus veintisiete años, es decapitado por el bajo
mundo mexicano. Es la cabeza de Nadal, separada de su cuerpo, la que nos
narra su vida. A través de los personajes de la novela, Fuentes nos enfrenta
a un México transnacional que comienza a introducir elementos culturales
internacionales dentro de la historia y la cultura nacional. Cada detalle de
la vida de Josué, desde su entorno hasta su nombre, son signos de una
sociedad mexicana que ha perdido sus fronteras reales para volverse un
conglomerado de espacios mundiales que convergen en esta mega-metró-
polis.

Paul James, en su ensayo “Dark Nationalism or Transparent Post-
nationalism?”, explica cómo, el individuo tiene la libertad de escoger el

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grupo al que desea pertenecer y, por el cual, crear una identidad para sí
mismo. Josué no conoce sus orígenes biológicos. Por lo tanto, al relacio-
narse con otros y con su ambiente, Josué construye una identidad sin que
se vea constreñido por ninguna barrera de origen.

Aunque no es éste el personaje con quien Josué mantiene un vínculo
mayor, debemos comenzar por estudiar su relación con María Egipciaca
del Río. Esta mujer, también de orígenes inciertos, cuida y educa a Josué
desde que él tiene memoria; pero no puede ser identificada. María Egip-
ciaca, la mujer sin identidad, se propone, a su vez, identificar a Josué me-
diante el uso de “proverbios truncos” (63), manteniéndolo en una “infancia
perpetua” (63).

Tanto María Egipciaca como Josué viven en la casa de la calle Berlín
sostenidos por un cheque mensual cuyo remitente no tiene un nombre ni
una dirección. Esta aparente tranquilidad en la casa de la calle Berlín la
irrumpe la enfermera Elvira Ríos que viene a “proteger al joven de toda
alteración nerviosa y devolverle la calma” (83).

De Elvira Ríos tampoco se nos ofrece su historia o su origen. Ella
es sólo una india descrita por Josué y María Egipciaca como una “joven
enfermera morenita, chaparrita, cariñosita […] tan prietecita y todita ves-
tida de blanco. Parece una mosca en un vaso de leche” (66), llega a la casa
Berlín y, no sólo despierta los deseos sexuales de Josué, sino que le da otra
pieza esencial para formar su identidad: el final de los refranes incompletos
de María Egipciaca. Esta referencia a los refranes que refieren al conoci-
miento general y popular de una sociedad, y que son completados por dos
mujeres con orígenes inciertos, y de idearios opuestos, instituyen la base
del individuo globalizado en formación. Ambas forman el espectro étnico
tan necesario para la creación de esta imagen. Tal y como explica Tom
Nairn en su ensayo Global Trajectories: America and the Unchosen:

Future national identities will be conditioned by the globali-
zing climate from the bottom up. In a more mingled world, ethno-
nationalism is already near the ‘Exit’ door. […] This shift neither
embodies nor represents the place of nationality, in either history
or human nature. Diversity remains a compelling structure, not a
pose or an optional display. Globalization is likely to give it more
house-room, not less (53).

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Más interesante aún es que esta formación de idearios étnicos se dé
en la casa de la Calle Berlín como una referencia al muro de Berlín, puesto
que en la casa hay barreras que no pueden pasarse: la incomunicación, la
falta de información, la entrada a ciertas habitaciones, por sólo mencionar
algunas. Una vez se sobrepasan estas barreras, desaparecen María Egip-
ciaca, Elvira Ríos y, finalmente Josué deja la casa.

Para continuar su crecimiento y desarrollo educativo, Josué estudia
en la escuela de Presbíteros Católicos llamada Jalisco “desde que el libe-
ralismo revolucionario prohibió la enseñanza religiosa y el conservaduris-
mo revolucionario se hizo de la vista gorda y la permitió, pero sólo si las
escuelas no proclamaban la fe sino el patriotismo histórico o geográfico”
(21).

La vida de Errol Esparza, uno de los chicos de la escuela, es repre-
sentativa de la entrada de la globalización en la vida cotidiana de México.
Desde su nombre, que es el producto del gusto de su madre por las películas
norteamericanas, hasta su vivienda es un retrato de la incongruencia entre
lo internacional y lo nacional. Por ejemplo, la casa de la familia Esparza,
ubicada en el Pedregal de San Ángel, “un antiguo lecho volcánico […]
sobre cuyas oscuras y gruesas fundaciones el arquitecto Luis Barragán in-
tentó crear un barrio residencial moderno a partir de estrictas reglas” (37).
Entre las reglas, estaban: “que la piedra volcánica sirviese para construir”
y que las casas no tuviesen más adorno que los colores que asociaban “evo-
car el folklore, a México: azul añil, rojo guinda y amarillo solar” (37), que
nada recordase el caótico centro de la ciudad. Sin embargo, los inquilinos
del Pedregal no asumieron tales reglas, a excepción aparente de la familia
Esparza. “Al menos por fuera, Barragán triunfaba. Porque una vez que Je-
ricó y yo entramos al hogar de nuestro nuevo amigo Errol Esparza, lo que
encontramos fue un desorden barroco dentro de un caos neobarroco dentro
de un amontonamiento postbarroco” (38). Asimismo, las relaciones de la
familia Esparza reflejan esa incoherencia y extravagancia del hogar. El pa-
dre se presenta como un hombre de negocios que hizo su fortuna primero
como carpintero, luego como vendedor de muebles, más tarde como hote-
lero y, junto a los hoteles, propietario de salas de cine. Más adelante, Errol
confesará que todo ha sido una farsa que esconde negocios de prostitución
en el bajo mundo. Además, la madre de Errol también representa esa unión
entre las tradiciones antiguas y las nuevas tendencias globales: criada en

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un convento, es maltratada por el marido, comprende el sexo como deber
religioso y no tiene otras relaciones interpersonales que las que tiene con
su esposo y su hijo, y su único gusto son las películas norteamericanas.

La familia Esparza son el perfecto retrato de la sociedad globalizada
que, como explica Daniel García Delgado, sufre cambios significativos
luego de la entrada del post-industrialismo. Para él, la sociedad está “más
diferenciada, con más dificultades para representar a distintos sectores,
culturas y estilos de vida” (78). En esta sociedad, continúa Delgado, “sur-
ge una nueva cuestión social que […] tiene que ver con la exclusión y la
vulnerabilidad social” (78). El producto de la conducta de la pareja Es-
parza, Errol, es totalmente sensible a su entorno. Aunque finge ser fuerte,
la última vez que Josué nos lo presenta, está solitario en un departamento
pequeño cantando junto a un chico desnudo, una versión de rock de la co-
nocida canción de mariachis, “Las golondrinas”. Su única razón de vivir
es “tener un destino que derroque” (56) a su padre.

Finalmente, la tres piezas angulares en la formación de la identidad
globalizada de Josué son en definitiva Jericó, Filopáter y Antonio Sangi-
nés: el amigo y los dos maestros. Si bien es importante señalar la alusión
clara que presenta Carlos Fuentes, al nombrar a los dos amigos como al
héroe israelita y a la ciudad rendida, Fuentes la distorsiona disociándola
del proceso de conquista, para transformarla en fase importante para el
desarrollo de la identidad de Josué como individuo globalizado. Es por
ello que, cuando toma la historia de la conquista de la ciudad de Jericó por
los israelitas, Fuentes crea una luxación en los personajes bíblicos involu-
crados en la misma.

Jericó, cuya entrada a la vida de Josué es tan abrupta como sus salidas,
se jacta de poseer más conocimientos que la masa inculta, y luego de ser
reconocido como defensor de Josué, lo lleva a la búsqueda de la erudición
para la creación de un nuevo estado al que sólo ellos tienen entrada. Sabe-
mos que, como Josué, es huérfano; pero a diferencia de su amigo, Jericó no
tiene ningún tipo de conexión; ni historia ni apellido. “Jericó. Me llamo
Jericó – dijo con súbita seriedad. – ¿Jericó qué? – insistí. – Jericó a secas.
Sin apellido – dijo mi nuevo amigo con un aire abrupto y definitivo” (25).

A pesar de no tener origen, Jericó tiene claras las reglas de lo que
lo hará construir su identidad y, subsecuentemente, la identidad de Josué.
“Jericó dijo entonces que […] él y yo debíamos establecer un proyecto

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de vida y estudio que nos acercara para siempre. […] Lo importante era
sellar, aquí mismo, una alianza para toda la vida. […] Saber qué valores
compartíamos. Qué cosas rechazábamos.” (34 – 35) Este rechazo a ciertas
funciones sociales los separaban del resto de la sociedad y de la identidad
nacional mexicana y sus costumbres. La identidad globalizada de Josué y
Jericó dependía de la cantidad de intercambios que compartían entre ellos
y las ideas de pensadores desde Nietzche y San Agustín a Baruch Spinoza
y Fritz Lang, entre otros.

Jericó lleva a vivir a Josué al departamento en la calle Praga. Al igual
que la casa en la calle Berlín, la ubicación del departamento de Jericó es
importante.

Jericó vivía en el piso más alto de un edificio de la calle Pra-
ga. El oleaje verde del Paseo de la Reforma se escuchaba en per-
petuo conflicto con el tránsito gris de la Avenida Chapultepec. De
todos modos, vivir en el séptimo piso de una casa de apartamentos
sin elevadores tenía algo que nos aislaba de la ciudad y como en
los demás pisos no había más que oficinas, a partir de las siete de
la tarde el edificio era nuestro […] (102).

La casa de la calle Praga entre Reforma y Chapultepec es un símbolo
significativo. Es de saber que la ciudad de Praga, en Chekoslovakia, es uno
de los centros más importantes para la globalización. Su ubicación entre
la Reforma y Chapultepec puede representar ese punto de encuentro entre
la nación antigua y el mundo globalizado. Además, el séptimo piso donde
viven los jóvenes puede ser una referencia a los muchos paralelismos de la
novela con las historias bíblicas.

La unión de estos jóvenes, aunque basada en la filosofía que defien-
den y en el hecho de vivir juntos, se consolida en el burdel de La Hetara.
Jericó lleva a Josué al prostíbulo y afirma: “Nuestra puta, Josué. ¿Nuestra?
Lo mío es tuyo. Te prohíbo escoger. Yo ya escogí por ti” (104). Durante
el acto sexual donde ambos amigos la comparten, ella es sólo el hilo con-
ductor en la relación de ellos, es el único factor que los une físicamente.

–¿Puedes decirle algo que la haga palpitar? –me preguntó a la
oreja Jericó, dándonos él y yo las caras desnudas con la mujer en-
tre nosotros, los dos amigos frente a frente, jadeando, tratando en

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vano de sonreír, encuerados en la ceguera carnal, las manos apo-
yadas en la cintura de la mujer, tocándonos él y yo los dedos […]
nuestras bocas unidas por una respiración compartida, anhelante,
sospechosa, púdica, enardecida (106).

La identidad sanguínea que no existe entre ellos, se subsana con el
contacto sexual que tienen ambos con la mujer. El placer sexual se vuelve
el acto de nacer “en este instante del mismo huevo” (106). Aunque Jericó
deja a Josué sin decir a donde va durante el período de estudio en la uni-
versidad, ya no existe manera de separarlos porque ambos crearon un lazo
indestructible: se convierten en Cástor y Pólux.

Por su parte, Filopáter y el licenciado Antonio Sanginés son las re-
presentaciones de los maestros que promueven la globalización. Por un
lado, Filopáter, “un hombre – el único hombre– capaz de desafiarnos” (51),
enfrenta a Josué y a Jericó con sus ideas filosóficas asegurándoles los ries-
gos del extremismo. “Queríamos, con precisión, aprender a pensar a partir
de los extremos. Nuestra proposición le resultaba transparente a alguien
como el padre Filopáter y su rápida atracción hacia un centro desocupado:
por nosotros y, en contra de los que pudiéramos imaginar, por él mismo.”
(89) Es interesante que las conversaciones con el sacerdote no se dan en la
escuela, sino caminando en la ciudad. Sin embargo, “en el acto de dialo-
gar, la ciudad tendía a desaparecer” (87). El espacio social deja de existir
porque para el hombre globalizado, la barrera de pueblo no existe, sino
la interacción; que es precisamente lo que sucedía entre los tres hombres.

Por otro lado, el licenciado Sanginés no hace que la ciudad desapa-
rezca, sino que el individuo descubra lo oculto de la ciudad: la ley que se
enseña en la Escuela de Derecho, la ley de la ciudad (y de América) y la
del Palacio Negro de San Juan de Aragón. Saginés, maestro de Derecho
Internacional Público, vive en una casa colonial en Coyoacán y este espa-
cio es el verdadero epítome de la globalización tal y como describe Nadal:

La residencia del profesor Sanginés respiraba un aire com-
partido entre el hombre y sus libros. Ambos se unían en una ética
internacionalista muy a contrapelo del nuevo laissez-faire global.
La globalización era un hecho y barría con su ímpetu viejas fronte-
ras, leyes y discursos, hábitos anticuados y defensas de las sobera-

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nías. El magisterio de Antonio Sanginés no negaba esta realidad.
Sólo hacía notar, con elegante énfasis, los peligros (para todos)
de un mundo en el que las decisiones internacionales se tomaban
sin autoridad competente, sin justa causa, sin intención jurídica,
con proporcionalidad, y con la guerra como primer, y no último,
recurso (116-117).

Sanginés vivía lo que era la vida en las márgenes para crear el centro.
Su biblioteca la ocupaban sombríos libros policíacos y leyes carcelarias.
Sanginés comprende que “en toda la América Latina se rinde homenaje a
la ley sólo para violarla mejor” (118). Es por ello que Sanginés siente que
para entender a la nación, hay que entender a sus presidiarios. Así, envía
a Josué a estudiar la comunidad penitenciaria de México. “Y no cualquie-
ra, sino la más temida, más famosa pero más desconocida, visible en su
nombre extraño pero invisible en su aún más tétrico interior” (119): San
Juan de Aragón, “construido subterráneamente en el cause del antiguo Río
del Consulado” (120). La comunidad que presenta San Juan de Aragón se
divide en lo que, para Josué Nadal, son los diferentes infiernos de Dante.
Allí, para controlar a la población, se promueve la matanza entre los presi-
diarios y se crea una especie de río artificial para bañar/ahogar a los niños
en los niveles más bajos de la prisión. Nadal relata todo lo que ocurre en la
cárcel y a los presidiarios “porque influyeron de manera decisiva sobre mi
manera de ver a la sociedad, al país y a su gente” (137).

Ese entender a la ciudad y a la sociedad, unida a las conexiones que
tuvo con otros individuos para crear su identidad, le permite al hombre
globalizado tener una conciencia más clara de lo que posee su nación desde
un punto de vista postmoderno. Esta visión postmoderna se resume, según
Paul James en siete puntos: escoger radicalizadamente enfatizando en una
ética de autonomía; cruce de fronteras, viviendo en los márgenes en vez
de centrarse; una subjetivación fragmentaria que vuelve la identidad un hí-
brido; la ambivalencia; la diferencia como un modo radical de anti-comu-
nitarismo; el cosmopolitanismo multicultural; y la deconstrucción como
manera de observar al mundo (117). Josué Nadal, como ente globalizado,
cumple con los siete puntos que expone Paul James. Si bien es cierto que
Josué muere antes de lograr su definición de la nueva nación mexicana,
su corta vida es un reflejo del hombre mexicano que intenta reconocer el

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potencial de su nación para interactuar con el resto del mundo. Los espa-
cios de la ciudad presentados por Fuentes son los espacios que empiezan
a interconectarse para redefinir al México postmoderno que Vicente Fox
quería conectar con el resto de las naciones humanas. Es un México que ya
posee la capacidad de crear conexiones, pero aún no ha logrado redefinirse
para mantener esas nuevas relaciones consigo mismo y con el mundo.

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