Resumen
María Dolores Veintimilla de Galindo (1829-1857) fue una poeta ecua-

toriana de un espíritu rebelde y apasionado que desafió los valores clasistas,
racistas y patriarcales heredados del colonialismo español. Sus poemas ro-
mánticos se caracterizan por su intensidad, cada verso crea un espacio po-
ético, subjetivo donde puede expresar su propio deseo. Los pocos poemas y
panfletos, que sobrevivieron la corta y tempestuosa vida de la poeta, cantan
al amor, al desencanto y a la traición. Además sus versos revelan su sufri-
miento y su soledad: Dolores Veintimilla fue una mujer víctima de su
tiempo. Los panfletos que escribió en defensa del indio Tiburcio Lucero die-
ron origen a una campaña calumniadora que terminó por llevarle al suicidio.
Su vida fue una vida desgarrada entre su querer ser y la realidad social que
le tocó enfrentar. Su carácter combativo la califica entre las mujeres más po-
lémicas del Ecuador, pues fue una ardiente defensora de la igualdad social
y de la abolición de la pena de muerte. Sus obras románticas son un legado
de su lucha contra los valores patriarcales del siglo XIX en Ecuador.

Palabras Clave: Ecuador, romanticismo, patriarcado, poeta, feminista, Do-
lores Veintimilla.

Summary
María Dolores Veintimilla de Galindo (1829-1857) was an Ecuadorian

poet who challenged the class-ist, racist and patriarchal values inherited from
colonial times. Her romantic and intense poems created a subjective poetic
space where she could express her own desires, resist female stereotypes,
and construct her own identity. The few poems and pamphlets that survived

El Romanticismo de Dolores Veintimilla / María Elena Grijalva

147Aceptado: 3-11-2010.Recibido: 18-10.2010

Bibliografía
Gimferrer, Pere. Lecturas de Octavio Paz. Barcelona: Editorial Ana-

grama, 1980.
Magis, Carlos H. La poesía hermética de Octavio Paz. México D. F.:

El Colegio de México, 1978.
Murillo González, Margarita. Polaridad-Unidad, Caminos hacia Oc-

tavio Paz. México D. F.: Universidad Nacional Autónoma de México, 1987.
Pacheco, José Emilio. Descripción de Piedra de Sol. Revista Iberoa-

mericana, N.º 71, 1971.
Paz, Octavio. Libertad Bajo Palabra. México D. F.: Fondo de Cultura

Económica, 1957.
___________. El Arco y la Lira. México D. F.: Fondo de Cultura Eco-

nómica, 2003.
___________. Piedra de Sol. México D. F.: Fondo de Cultura Econó-

mica, 1997.
Yurkievich, Saúl. Fundadores de la Nueva Poesía Latinoamericana.

Barcelona: Seix Barral Editores, 1970.

Revista Pucara, N.º 23 (139-146), 2011

146

El Romanticismo de Dolores Veintimilla
The Romanticism by Dolores Veintimilla

María Elena Grijalva
e-mail: grijalvabarba@yahoo.ca

51Sobre el conflicto en la expression romántica femenina Susan Kirkpatrick dice
que: «Romantic elaboration of a language of subjectivity was contradictory: on the one
hand, the new aesthetic movement seemed to encourage women’s participation by va-
lorizing feeling and individuality, but on the other hand, women found it difficult to as-
sume the many attributes of Romantic selfhood that conflicted with the norm tying
feminine identity to lack of desire…Women writers’ solutions to this dilemma both
revised the gender exclusivity of the paradigmatic Romantic self, creating a female Ro-
mantic tradition, and exposed the inadequacy and the oppressive nature of the domestic
angel as the model of feminine subjectivity» (Las Románticas, Kirkpatrick, 10-23).

primera parte se verá en especial su poesía, espacio íntimo donde la voz po-
ética explora la pasión y la sensibilidad más allá de las barreras establecidas
por los hombres y la religión. La segunda parte es un análisis de los panfletos
en defensa del indio Tiburcio Lucero, en este documento se denuncia la pena
de muerte, develando la realidad clasista, racista y machista de la sociedad
ecuatoriana

Cabe señalar que para la poeta, Dolores Veintimilla, resultó más bien
problemático escribir poemas que hablan del amor, de la pasión y de los sen-
timientos en una sociedad donde la religión y los hombres valoraban la pa-
sividad y el recato femenino. Asimismo dentro del género romántico era
conflictivo para una poeta expresar su amor cuando la mujer era la musa, la
diosa, y, por ende, la receptora de la pasión masculina. Con esta visión social
y literaria de lo que es ser femenino podemos imaginarnos las trabas y limi-
taciones que tenía una mujer para expresar sus sentimientos51.

Pues en el siglo XIX la Iglesia, institución a cargo de diseminar los
valores culturales y sociales de la nación ecuatoriana, idealizó a la mujer
en las cualidades de la Virgen María, como bien lo describe Gladys Mos-
coso: «La constante del pensamiento patriarcal de esa época se traduce en
la exaltación sublimizada de la mujer, colocándola a niveles cuasi divinos
que implican por cierto la negación de la sexualidad y la consiguiente exal-
tación de su virginidad y castidad» (88-89).

Si bien Gladys Moscoso se refiere al período garciano, encuentro que
esta cita resume de manera concisa el pensamiento post-colonial que se vivió
en el Ecuador, y que se dilató hasta finales del siglo XX, debido al fuerte
impacto que tuvo el poder hegemónico de la Iglesia en el estado ecuatoriano.

Sin duda alguna la hostilidad de la religión hacia el cuerpo femenino
fue uno de los tantos rezagos de la colonia española. Por siglos la mujer ha

148

Revista Pucara, N.º 23 (147-172), 2011

Veintimilla’s short and tempestuous life express her love, disenchantmen,t
and betrayal. Living in a racist society, she dared to defend Tiburcio Lucero,
an indigenous person accused of patricide. This stand caused her to be tar-
geted for denigration and slander by the Church and other pillars of official
society. As an ultimate act of protest she committed suicide. Dolores Vein-
timilla was a controversial woman, a strong defender of social equality, and
an opponent of the death penalty. Veintimilla’s romanticism was a response
and challenge to the religious, racial, and patriarchal ideology of Ninete-
enth-Century Ecuador.

Key Words: Ecuador, romanticism, patriarchy, poet, feminist, Dolores
Veintimilla.

***

¿Por qué, por qué queréis que yo sofoque
Lo que en mi pensamiento osa vivir?

¿Por qué matáis para la dicha mi alma?
¿Por qué ¡cobardes a traición! me herís?

(Dolores Veintimilla)

María Dolores Veintimilla de Galindo (1829-1857) fue una poeta ecua-
toriana de un espíritu rebelde y apasionado. Los pocos poemas y panfletos
que sobrevivieron la corta pero tempestuosa vida de la poeta retratan a una
mujer intelectual que no se dejó amilanar y que luchó en contra de su reali-
dad social. Su carácter combativo la califica entre las mujeres más polémicas
del Ecuador pues fue una ardiente defensora de la igualdad social y de la
abolición de la pena de muerte.

Los textos, poemas y panfletos románticos de Dolores Veintimilla tie-
nen una fuerte temática social, ya que sus poemas líricos y su prosa panfle-
taria, enfrentan los tabúes, prejuicios y desigualdades sociales de aquella
época. En sí los escritos de Dolores Veintimilla pertenecen a un romanti-
cismo de resistencia, aspecto que se verá a lo largo de este escrito.

Con este propósito se ha dividido este artículo en dos segmentos: en la

149

El Romanticismo de Dolores Veintimilla / María Elena Grijalva

52En este contexto, Toril Moi «Women seen as the limit of the properties of all fron-
tiers: they will be neither inside nor outside, neither known nor unknown. It is this po-
sition that has enabled male culture sometimes to vilify women as representing darkness
and chaos, to view them as Lilith or the Whore of Babylon, and sometimes to elevate
them as the representatives of a higher and purer nature, to venerate them as Virgins
and Mothers of God» (Sexual / Textual Politics, 167).

53Obviamente los escritores románticos del Ecuador, a excepción de Dolores Vein-
timilla, fueron todos hombres porque ellos podían hablar abiertamente de sus pasiones,
del amor; en cambio, para la mujer cualquier expresión sexualizada era calificada como:
degradante, pecaminosa y deshonrosa. Por esta razón, muchas mujeres no publicaron
sus obras y optaron por escribir en la intimidad de su hogar. Pienso que si se llega a in-
vestigar más a fondo se podría encontrar más escritos femeninos de aquella época.

54Es curioso anotar que aún en el siglo XX hay quienes mantiene esta concepción
espiritual de la mujer, pues Humberto Mata considera que la poeta Dolores Veintimilla
«Raras veces sentía ráfagas de deseos: aunque sin urgencias imperiosas, siendo abolido
prestos por su condición de mujer virtuosa y fiel al honor de su matrimonio y a su misma
honra» (97). Comentarios como estos perpetúan los ideales de virtud y honra en la mujer.

Además si así se piensa en 1968, podemos imaginarnos hasta el punto que los versos
volcánicos y tempestuosos de la poeta fueron considerados como un acto de locura
para la mentalidad ultra conservadora de la sociedad ecuatoriana del siglo XIX.

visto su cuerpo de una manera negativa porque era una tentación para el
hombre y, por ende, incitaba al pecado. A tal punto se llegó a valorar el re-
cato, la pureza y la pasividad femenina que la mujer, en muchos casos, no
gozaba ni físicamente ni emocionalmente del acto sexual; y si lo disfrutaba,
sentía de inmediato un sentimiento de culpa y de pecado; ya que, obvia-
mente, cualquier manifestación sexual femenina era pecaminoso, además
era una ofensa social fuertemente sancionado con el estigma de mujer in-
digna o impura (por no mencionar otros calificativos)52.

Esta dicotomía religiosa de la mujer del bien y del mal se evidencia pa-
tentemente en los textos románticos que aparecieron en el Ecuador a media-
dos del siglo XIX, sobre todo quiero analizar la imagen de la mujer espiritual
en el texto romántico del notable escritor ecuatoriano Juan Montalvo53. En
sus textos el amor de la mujer es puramente espiritual como veremos a con-
tinuación: «Pero el amor de la bella Morna es puro y suave: sus pechos son
como los globos de mármol que están medio hundidos en las orillas de las
cascadas de Branno, y su corazón palpita en pasión inocente ajeno de todo
impulso material» (“De la belleza en el género humano”, 144-145).

En estos versos la mujer es un objeto que incita a la pasión del hombre,
pues nos habla de los senos robustos que se sumergen en las orillas de una
cascada, pero son senos de mármol que carecen de vida porque son parte de
un ser que no palpita de pasión, más bien es un ser cándido y puro54.

150

Revista Pucara, N.º 23 (147-172), 2011

151

El Romanticismo de Dolores Veintimilla / María Elena Grijalva

Asimismo vemos en otro texto del mismo escritor ecuatoriano que des-
cribe más detalladamente las cualidades que enardecen a las mujeres pues,

“A la frescura y la belleza del cuerpo acompañan los primores
del alma, que son fidelidad, honestidad, modestia, diligencia y más
virtudes, sin las cuales, aun cuando permanezcan jóvenes y hermo-
sas como Abigail a los diez y siete años, no las querremos jamás
los varones de corazón bien formado y juicio recto”. (Geometría
moral
, 115-116).

De esta manera, exhorta a los hombres a buscar mujeres bellas y vir-
tuosas. Para nada se menciona la educación o formación intelectual de la
mujer. Más bien los valores morales que se mencionan en este párrafo son
aquellos relacionados con la vida matrimonial, que de paso es el único des-
tino de la mujer en aquella época. Es por eso que la mujer debe de ser bella
y joven para atraer físicamente al hombre. Pero, ante todo, la mujer debe
salvaguardar las virtudes de la “fidelidad, honestidad, modestia”, sinónimos
de la castidad que debe mantener la mujer soltera y, en caso de ser casada,
la fidelidad. Como se puede ver la pureza idealizada se materializa en guar-
dar la virginidad, aspecto que en sí perpetúa el sentido de propiedad del hom-
bre/sujeto hacia la mujer/objeto.

En lo que respecta a la “diligencia” es una virtud que se desempeña en el
área doméstica y que consiste en mantener con esmero el hogar y obviamente
el cuidado del marido y los hijos. Al no seguir este camino de virtud y recato,
las mujeres se convertían en el objeto de la discriminación social pues escu-
chemos las palabras de una de las amantes de Don Juan en Geometría moral:

Castigada cruelmente de mi padre, repudiada de mi familia,
vista con desprecio de las mujeres orgullosas, con lástima por las
buenas, aquí me tenéis sin saber dónde ni a quien volver los ojos,
en tanto que vos, mi seductor mi cómplice, que debía ser uno con-
migo en las pesadumbres y las amarguras, os andáis en busca de
nuevas víctimas (144).

55Según Mikhail Bakhtin “The word is born in a dialogue as a living rejoinder within
it” (Discourse in the novel 279). Es decir, concibe la lengua desde una perspectiva social
porque donde existe un discurso existe un interlocutor. Si bien este discurso se aplica a
la novela, con mayor razón, podemos traspasar esta perspectiva a los poemas y narrativa
de Dolores Veintimilla, ya que sus textos mantienen un diálogo que se lleva a cabo entre
sus escritos y los valores sociales, políticos y religiosos de aquella época. En sí su obra
desorganiza los valores sociales de la mentalidad ecuatoriana, manteniendo un diálogo
constante entre la voz poética y los valores de la ideología dominante.

56Para facilitar la lectura de los poemas he modernizado los acentos y la ortografía
de algunas palabras.

Estas palabras tan sentidas y dolidas retratan fielmente la realidad de
una mujer que ha perdido su virginidad y sin ésta su puesto en la sociedad.
Se puede ver claramente que la mujer tiene un doble peso moral, ella es víc-
tima de un código sexual discriminatorio e inhumano. En cambio los poemas
de Dolores Veintimilla, nos presentan la imagen de una mujer libre que no
se restringe a la idea inadecuada del ángel del hogar; más bien, es un ser que
se expande tan humanamente posible en un espacio poético autónomo y
libre, sin estorbos ni convencionalismos sociales que muchas veces castran,
frustran e inhiben al ser humano de su esencia propia55.

Este aspecto analizaremos en los poemas y panfletos que veremos a
continuación. Cabe señalar que las obras que hemos escogido de Dolores
Veintimilla van de acuerdo a su intensidad, sin importar el orden cronoló-
gico. Quejas es uno de los poemas más aclamados de la poeta y que desató
una de las más candentes controversias literarias que ha existido en el Ecua-
dor. Este poema fue publicado por primera vez en la Lira Ecuatoriana, co-
lección de poesías líricas nacionales, escogidas y ordenadas con
apuntamientos biográficos por Vicente Emilio Molestina, en Guayaquil,
1886. Este poema habla de la pasión y la decepción, sentimientos que se
manifiestan en cuatro etapas. La primera parte es en sí un desfogue pasional,
los signos de admiración y el símbolo perenne del sol avivan el tono can-
dente, al describir el encuentro con su amado y el impacto físico y psicoló-
gico que tiene sobre la voz poética como se verá a continuación56:

¡Y amarle pude!!! Al sol de la existencia
Se abría apenas soñadora el alma......
Perdió mi pobre corazón su calma

152

Revista Pucara, N.º 23 (147-172), 2011

153

El Romanticismo de Dolores Veintimilla / María Elena Grijalva

Desde el fatal instante en que le hallé.
Sus palabras sonaron en el oído
Como música blanda y deliciosa;
Subió a mi rostro el tinte de la rosa;
Como la hoja en el árbol vacilé (38).

Este encuentro romántico es revelador porque expresa las múltiples
emociones de gozo, fragilidad y exaltación que produce en ella la voz del
amado. En la segunda parte, se describe el deseo libidinal pues vemos como
la imagen del ser querido invade sus sueños, incitando en ella un clímax pa-
sional que se materializa en el “suspiro abrazador”. Un suspiro que sale in-
conscientemente de su boca mientras duerme, expresando de esta manera el
placer corporal que siente:

Su imagen en el sueño me acosaba
Siempre halagüeña, siempre enamorada:
Mil veces sorprendiste, madre amada,
En mi boca un suspiro abrazador; (Ibid).

Los versos de la segunda y tercera estrofa idealizan al amante con evi-
dentes hipérboles: “Él, ideal de mis sueños más queridos / Él, mi primero,
mi ferviente amor” (Ibid). Él se convierte en el centro de su vida pero el
crescendo pasional, que se da al principio del poema, baja de tono gradual-
mente con el reproche que le hace al amado: “¿Por qué tan presto me olvi-
dara el vil?” (Ibid). Los símbolos de la pasión matizados en el sol, en el tinte
de la rosa, en el suspiro abrazador se tornan “frías como el hielo” (39). El
amor idealizado se destruye por completo, dando inicio a la tercera fase: el
encuentro con el desengaño. Pues los siguientes versos son una queja, un
reproche al amor no correspondido:

No es mío ya su amor, que a otra prefiere:

Sus caricias son frías como el hielo;
Es mentira su fe, finge desvelo........
Más no me engañará con su ficción.....
¡Y amarle pude delirante, loca!!!

57Para Humberto Mata el romanticismo ecuatoriano no iba en sincronía con los mo-
delos literarios de Europa, al contrario se desarrolló tardíamente. Además Humberto
Mata mantiene que Dolores Veintimilla fue la precursora del romanticismo-lírico ecua-
toriano: «todo en ella fue espontáneo, poseyó el genio de la intuitiva adelantada en la
Poesía y todos, sin mezquindad alguna, debemos reconocerle como LA INICIADORA
DEL ROMANTICISMO EN EL ECUADOR» (Dolores Veintimilla, Asesinada 64).

58Citado por Humberto Mata en su libro Dolores Veintimilla, Asesinada (XVI).

No! mi altivez no sufre su maltrato;
Y si a olvidar no alcanzas al ingrato
Te arrancaré del pecho, corazón! (Ibid).

Su desilusión se torna desafiante y altiva, al decirnos que prefiere arran-
car de su pecho el corazón que permitir que su orgullo se maltrate. El amor
propio y la dignidad se enfatizan en la cuarta fase de este poema pasional al
dejarnos con la imagen desafiante del corazón arrancado de su pecho. Quejas
es un poema candente, intenso e intimista porque desahoga un torrente emo-
cional de las pasiones más íntimas en cuatro etapas. Por medio de este pro-
ceso la voz poética reclama la pasión del cuerpo femenino al hablarnos de
la ilusión, el erotismo y el desengaño, elementos primordiales en la cons-
trucción subjetiva y que, además, rompen con la imagen angelical y ase-
xuada de la mujer. A continuación veremos cómo la voz poética se resiste
y rompe con el canon del género romántico ecuatoriano57.

Para Menéndez Pelayo, Quejas es «un ay desgarrador que debe reco-
gerse, tanto más cuanto que la sincera expresión del sentimiento no es lo que
abunda en la poesía americana»58. Para Ricardo Palma Quejas es un poema
que habla de la pasión de la poeta: «Confesamos que pocas veces hemos leído
versos más llenos de pasión y naturalidad. Ellos importan la historia de un amor
desgraciado, acaso el perjurio de un esposo, las ilusiones de una alma de fuego
desvanecidas» (Dolores Veintimilla “apuntes de mi cartera”, 37).

“Mi Fantasía y Aspiración” son también textos fuertemente pasionales,
impetuosas y que implícitamente expresan un fuerte deseo de autoafirma-
ción. En “Aspiración”, la voz poética está dispuesta a dejar imperios, rique-
zas, altares por gozar un instante la presencia de su amado:

Si del mundo un imperio se hiciera,
Que encerrara tesoros sin cuento;

154

Revista Pucara, N.º 23 (147-172), 2011

155

El Romanticismo de Dolores Veintimilla / María Elena Grijalva

Si este imperio a mis pies se pusiera,
Lo cambiaría por verte un momento
(En Poetas Románticos 29).

Asimismo la voz poética quiere habitar en “un lugar tenebroso” –me-
táfora de lo prohibido–. En este espacio idealizado, los amantes pueden
amarse sin restricciones de ninguna índole. Es un espacio libre de conven-
cionalismos o ideologías, un espacio de resistencia donde la voz poética
puede expresar abiertamente sus sentimientos:

Yo no quiero del sol luminoso
Sus espléndidos rayos mirar,
Más yo quiero un lugar tenebroso
Donde contigo pudiera habitar (Ibid).

Otro texto que vale la pena mencionar es Mi Fantasía, escrito en prosa
y publicado en el libro de Humberto Mata, Dolores Veintimilla, Asesinada.
En este poema la voz narrativa reclama su cuerpo de mujer y su deseo, al
expresar abiertamente su sexualidad y confiar sus secretos más íntimos a su
amante como veremos a continuación:

Mi Fantasía

Te amo: porque eres triste como el suspiro de la brisa en las
sábanas de la Costa […] ¡Si tú me amaras cual yo te amo; si tú sin-
tieras en tu pecho una chispa del volcán que hay en el mío! […]
Dime: ¿no has visto en las montañas de invierno caer de los árboles,
al choque de los vientos, las gotas de agua, que la lluvia de la noche
las ha hacinado en el seno de las hojas? Pues más abundantes son
las lágrimas que derramo cuando te busco a mi lado y no te encuen-
tro […] Ah! Delirio pensando en ti: mis ojos extraviados recorren
el firmamento y creen encontrarte en una de sus más brillantes es-
trellas. Entonces absorta de Felicidad, vuelvo en las alas de mi ilu-
sión hacia ti, y allá en los cielos donde la Felicidad y las miserias
de las tierras no existen, soy feliz como los ángeles delante del trono
de Dios, pasándome anonadada delante de ti y deslumbrada con tu

59Visto desde otra perspectiva Dolores Veintimilla, como muchos otros poetas ro-
mánticos, debió sentirse frustrada e insatisfecha con el lenguaje que, en muchos casos,
limita o restringe la expresión compleja de los sentimientos y las emociones del ser
humano.

expresar su sexualidad en un orden simbólico donde se exige el recato y
la imagen impasible de la mujer. Por eso la voz narrativa sufre irremedia-
blemente ante una realidad que sanciona duramente toda expresión ase-
xuada de la mujer59.

Otro aspecto que hemos mencionado anteriormente en la obra de
Dolores Veintimilla es el sufrimiento una cualidad tradicional de la mujer y
que se arraiga en las sagradas escrituras, pues en el Antiguo Testamento Dios
castigó a Eva –por haber tentado a Adán– con el mayor de los sufrimientos:
“Parirás con dolor” y desde entonces el dolor y el sufrimiento son virtudes
que redimen a la mujer pecadora. Además el sufrimiento implica debilidad,
sumisión, características que encajan dentro de la ideología patriarcal. En
Mi Fantasía vemos que la voz poética no sucumbe al dolor que impone la
ideología patriarcal, más bien lo desafía porque ella sufre al no poder ex-
presar su pasión y su sexualidad en aquella realidad social donde la mujer
carece de deseo.

Otro aspecto que vale analizar en los poemas de Dolores Veintimilla
es la idea misma del género. Como sabemos el género es un término o con-
cepto de amplio interés, muy empleado en nuestros días, y que amerita un
estudio extensivo y variado. Pero en aquella época el género era una defini-
ción prácticamente inexistente, un tema vedado por la religión, en parte por-
que era considerado como un tabú, pero principalmente porque beneficia a
la mentalidad machista, chauvinista y conservadora. Pues la mujer fue siem-
pre vista como un ser secundario dentro del orden simbólico patriarcal, un
ser inferior, débil, irracional, en resumen se la define como una no esencia.
Hélène Cixuos enumera una serie de conceptos binarios en un mundo sim-
bólico donde la mujer ocupa un lugar negativo o débil (Citado por Moi en
Sexual / Textual Politics
104). Estas definiciones fueron impuestas por el
poder y dominio masculino, las mismas que destruyeron y desalentaron el
desarrollo intelectual de la mujer. Sin embargo resulta interesante ver como
a mediados del siglo XIX, estos conceptos binarios son desestabilizados por
los versos de Dolores Veintimilla, pues sus poemas rompen con los modelos

156

Revista Pucara, N.º 23 (147-172), 2011

brillo […] creo escuchar tu voz en los acordes gemidos que modula
el órgano del templo, en los lúgubres acentos que en esas horas des-
pide la campana que invita a los fieles a invocar a la Virgen. Enton-
ces, trémula de emociones mi alma se aniquila y quiere responderte,
pero el alma que sufre carece de lenguaje (360-361).

Mi Fantasía, título por demás sugestivo, es un escape al mundo de la
imaginación donde la voz narrativa crea un espacio propio y personal, que
le permite abrirse y comunicarse con su amante ficticio en un monólogo de-
senvuelto y sin escrúpulos de ninguna naturaleza. Este texto se caracteriza
por la complejidad del lenguaje poético al entrecruzar el tiempo, el espacio
y los sentimientos de una manera reveladora. Al leer este texto, el lector
siente que viaja conjuntamente con la voz narrativa a diferentes espacios o
lugares donde expresa los sentimientos más íntimos y placenteros. Estos lu-
gares se convierten en testigos cómplices y silenciosos de la fantasía sexual
que se lleva a cabo en este texto. También se observa que el tono narrativo
cuenta con varios niveles de expresión ya sea un tono íntimo, cándido y sutil
o, a veces, se vuelve fuerte, apasionado y hasta místico.

Pero lo más remarcable es el modo como manifiesta la complejidad
del sentimiento humano: el tiempo, el espacio y las emociones se intercalan
de una manera intrínseca. Por un lado, los verbos y las preguntas retóricas
detienen el tiempo para después dar rienda suelta a su pasión, empleando sig-
nos de exclamación y un tono insinuante: «si tu sintieras en tu pecho una
chispa del volcán que hay en el mío!» (Dolores Veintimilla, en Asesinada,
360). El amor es el centro, el eje principal que da vida al texto, es a ratos un
sentimiento obsesivo que de una manera inexplicable domina por completo
al ser. La pasión que siente por su amado invade todos los rincones periféri-
cos e internos de su ser, pues sus sentidos, su mente, su cuerpo proyectan
una obsesión en cada espacio en que se encuentra. No hay límites ni barreras
que frenen sus sentimientos. Aún en el ámbito sagrado de la iglesia, su ima-
ginación crea el paso del ángel extasiado ante la presencia de su amante.

De este modo la voz poética rompe con el mito religioso del ángel
al describirlo como un ente sexual. Por último este texto se cierra al de-
cirnos que “el alma que sufre carece de lenguaje”. Esta expresión se da en
el momento mismo que el alma enamorada trata de responder al amante
en una realidad donde la mujer carece de lenguaje porque ella no puede

157

El Romanticismo de Dolores Veintimilla / María Elena Grijalva

60Para Kristeva: «signifiance is a question of positioning. The semiotic continuum
must be split if signification is to be produced. This splitting (coupure) of the semiotic
chora is the thetis phase (from thesis) and it enables the subject to attribute differences
and thus signification to what was the ceaseless heterogeneity of the chora». Kristeva
ha basado su teoría feminista en la teoría lingüística de la differénce de Derridá, para
quien cualquier presencia fija del significado termina siendo desplazado por una defi-
nición contraria –debido a la coexistencia de conceptos contrarios, ya que cada concepto
tropieza con los términos de los que depende–. Esta teoría permite explicar el concepto
relativo e inestable del concepto binario hombre/mujer. Asimismo esta inestabilidad
del significado –creado por el proceso de la differénce– formula la ruptura o negación
de las oposiciones binarias (Sexual / Textual Politics 150-162).

61De hecho la crítica literaria ha señalado que Dolores Veintimilla escribió sus po-
emas para sí misma, confiando sus sentimientos más íntimos en sus versos. Ricardo
Palma dice que Dolores Veintimilla «sentía en su espíritu la imperiosa necesidad de
trasladar sus impresiones y sufrimientos al papel; y por eso escribía ya solo para sus
amigas íntimas, las que sacaban copias de sus armoniosos versos» “Dolores Veintimilla
(apuntes de mi cartera” 33).

tradicionales del occidente, concibiendo, en su lugar, un concepto maleable
y dinámico del género60.

Así vemos que en el poema “Carmen”, la voz poética desplaza los con-
ceptos tradicionalmente opuestos de lo femenino y lo masculino, revelando
una continua y constante relación ambivalente del sujeto. Así en el personaje
mitológico de la primera estrofa la ninfa, quien según la mitología griega es
una divinidad femenina de los bosques, de las fuentes, de los montes y de
los ríos, termina convirtiéndola en un hermafrodito, cuando la califica con
un adjetivo masculino: «Ninfa del Guayas / Encantador!» (28).

Es decir, esta ninfa femenina tiene un aire masculino al calificarla de
“encantador”. Además las ninfas inspiran a los hombres pero en este caso
inspira a la poeta. De este modo, se concibe una identidad sexual donde las
características masculinas pueden coexistir conjuntamente con lo femenino.
Este discurso neutro destruye por completo el concepto tradicional del gé-
nero cuestionando, a su vez, la idea misma de identidad sexual. Asimismo
resulta aún más controversial la última estrofa que Dolores dedica a su amiga
Carmen en el cual le pide a su amiga que no le olvide por otro amor: «No
olvides, Carmen, / No olvides, ¡no! / Á tu Dolores / Por otro amor» (28).

Dolores dedica un poema a su amiga desde una perspectiva masculina.
Su amiga Carmen es la ninfa del Guayas, “encantador”, ella es el “amor”.
Este juego libre de los significados es un modo más de resistencia ante aquel
orden rígido de ver la sexualidad. Molestina la bautizó como “émula de Safo”
(Lira Ecuatoriana, 38). Es evidente que sus versos niegan la oposición firme
entre los dos conceptos de identidad sexual, revelando la imagen múltiple e
inestable del significado sexual. Además el tono desafiante de este poema

158

Revista Pucara, N.º 23 (147-172), 2011

159

El Romanticismo de Dolores Veintimilla / María Elena Grijalva

genera un lenguaje poético neutro, y con esta neutralidad, la voz poética de-
fiende su derecho a la expresión literaria, humanista e intelectual de la mujer.

Hemos visto hasta ahora que los poemas de Dolores Veintimilla no
encajan con el contexto cultural y social del siglo XIX en el Ecuador, por lo
que no nos sorprende que Dolores Veintimilla no haya publicado sus poemas
en vida. Uno puede imaginarse las tribulaciones, la censura y el escándalo
social que hubieran provocado sus poemas en aquella época61. Asimismo
las pocas poesías que existen de la poeta fueron aquellas que lograron so-
brevivir después de su suicidio. Dolores Veintimilla quemó sus versos antes
de suicidarse, así lo señala Vicente Emilio Molestina: «Sus trabajos litera-
rios, que formaban como la epopeya de sus desgracias, fueron reducidos a
cenizas por su propia mano cuando iba a abandonar la escena social, pre-
tendiendo que se hundieran con ella para siempre en el abismo del olvido.
Sólo han quedado algunas composiciones cortas y bien sentidas» (Lira
Ecuatoriana
37). Las pocas poesías que sobrevivieron fueron suficientes
para situarla como una poeta romántica.

Vale la pena analizar las primeras críticas, paternalistas y por supuesto
moralizantes, que aparecieron a finales del siglo XIX y principios del XX.
Por un lado, glorifican el espíritu sentimental y romántico de Dolores Vein-
timilla, y al mismo tiempo critican su mala educación y su moral corrupta.
Se la ha calificado como la «émula de Safo» debido a la vehemencia pasio-
nal de sus versos (Molestina 38), se ha reconocido su talento como «sensible
y fogoso» (León Mera 11), «de corazón ardiente, entusiasta y romanesca de
espíritu» (Blest Gana, 499). Pero también critican su mala educación. Para
Blest Gana «Lecturas y estudios mal dirigidos, habían estorbado más bien
que servido al desarrollo de su inteligencia despejada» (Ibid). Remigio
Crespo Toral opina que Dolores Veintimilla tuvo una «educación adecuada
a engendrar desequilibrio» (74). Juan León Mera manifiesta que «El buen
talento de esta señora está oscurecido por la mal dirigida educación literaria
[...] cayeron en sus manos libros [...] insustanciales y corruptores» (13). Pero

62De hecho su participación en grupos románticos fue reconocida por algunos poe-
tas. Ricardo Palma describe a Dolores Veintimilla como «una señorita de notable her-
mosura y cultivado ingenio». Hernán Rodríguez Castelo menciona en su libro Poetas
Románticos el vínculo literario e intelectual que la Sra. Veintimilla de Galindo mantuvo
con el principal núcleo romántico de Cuenca (20). Guillermo Blest Gana, poeta chileno,
escribió “La Suicida”, un artículo dedicado a Dolores Veintimilla. Durante su visita al
Ecuador Blest Gana mantuvo vínculos con el grupo selecto de poetas cuencanos y fue
en este núcleo donde conoció a la “distinguida” poetisa (xx). Además Dolores Veinti-
milla fue la «anfitriona y animadora de las tertulias literarias que se llevaban a cabo en
la pequeña y conservadora ciudad de Cuenca» (Rodríguez Castelo 20).

ticulan el orden patriarcal, sino que su vida misma fue combativa, empren-
dedora, intelectual y muy progresista. Desde muy joven nuestra autora fue
una mujer muy independiente. Ella misma escribió en Recuerdos lo si-
guiente: «En 1847 tenía 17 años cumplidos. Hasta esa edad mis días habían
corrido llenos de placeres y brillantes ilusiones [...] La confianza que mi
madre tenía en mí, me daba una completa libertad; era, pues, señora de mis
acciones y de mis horas» (Dolores Veintimilla, publicado en Dolores Vein-
timilla, Asesinada
359). Se puede deducir que Dolores gozaba de la con-
fianza y de la independencia que le proporcionaba el medio familiar. Este
aspecto indudablemente influyó en su pensamiento crítico y en su manera
se ser. Asimismo señala en Recuerdos su nobleza de espíritu y su sensatez:
«Una figura regular, un pundonor sin límites y un buen juicio acreditado,
me hicieron obtener las consideraciones de todas las personas de las distintas
clases sociales de mi Patria» (Dolores Veintimilla, publicado en Dolores
Veintimilla, Asesinada
359). Su buen temperamento y juicio le valió el apre-
cio y la estima de todas las personas que le conocían porque desde temprana
edad nació en ella un sentido humanista.

En 1847, Dolores Veintimilla contrajo matrimonio con el Dr. Anto-
nio Galindo, el mismo joven que le cortejaba cuando Dolores Veintimilla
tenía 14 años. Ambos vivieron en Guayaquil, zona portuaria de amplio nivel
cultural, donde Dolores Veintimilla pudo escribir y disfrutar del movimiento
romántico que se encontraba en boga. Pero en 1854 la poeta se trasladó con
su familia a la ciudad de Cuenca. Poco después de establecerse en esta ciu-
dad, su marido, el Dr. Galindo, le abandonó. No se sabe con seguridad las
razones del abandono pero, sea cual sea el motivo, no impidió que la poeta
continuara con su vida intelectual y las tertulias literarias que mantenía con
el núcleo romántico que existía en Cuenca62.

El Romanticismo de Dolores Veintimilla / María Elena Grijalva

161

la controversia más virulenta se da entre Humberto Mata y Remigio Crespo
Toral. Ambos hacen una crítica biográfica pero, ante todo, polarizada pues
Mata defiende la honra de Dolores Veintimilla y Crespo Toral le acusa de
mujer indigna.

Obviamente, esta controversia converge nuevamente en la conceptua-
lización tradicional de lo femenino. La posición marginal que ocupan las
mujeres dentro del orden simbólico implica que puedan ser vistas en cual-
quier límite o perímetro de aquel orden, es decir, ocupan una posición frágil
y periférica (Moi, Sexual / Textual Politics 167). La mujer vive bajo el cruel
péndulo religioso del bien y del mal, pues se la elogia por ser una virgen in-
maculada o se la denigra por ser bruja, facinerosa y prostituta. Este aspecto
se evidencia claramente en los criterios de Crespo Toral y Humberto Mata.

Crespo Toral ataca principalmente al poema “Quejas” en su artículo “Do-
lores Veintimilla de Galindo” (1929), en el cual insinúa de modo despectivo que
Dolores Veintimilla era una mujer adúltera debido a la pasión de sus versos:

La denominada “Quejas” no fue enderezada al Dr.Galindo (es-
poso de Veintimilla) como falsamente se asegura. Debió de ser com-
puesta antes del matrimonio, o pertenecer a la historia íntima de la
señora, historia ante la que hay obligación de enmudecer [...] El
amor encendió el caliente hogar en el corazón de la joven [...] y se
lee en Quejas [...] la llama pasional que, desde un principio, encen-
día sus entrañas. ¿No se adivina aquí el fuego de un amor vedado?
(Crespo Toral 81-85).

Por otro lado Humberto Mata sostiene que “Quejas” fue un poema di-
rigido a su marido, el único hombre que ella amó. En su libro Dolores Vein-
timilla, Asesinada
(1968), defiende apasionadamente a Dolores Veintimilla
como una mujer pura y honrada. Mata dice, aludiendo a Crespo Toral, que
«Cualquiera que sea elementalmente caballero no tiene ningún derecho, ni
como árbitro defensor ni nada para aplastar y desmenuzar bajo sus pensa-
mientos y escritos falseadores LA HONRA DE UNA MUJER IMMACU-
LADA» (323). Nos preguntamos hasta qué punto este tipo de crítica moral
llegó a desalentar a las mujeres a escribir y a expresar sus sentimientos por
temor a ser censuradas y aisladas socialmente.

Pero Dolores Veintimilla no solo escribió poemas atrevidos que desar-

Revista Pucara, N.º 23 (147-172), 2011

160

63Cuenca es todo lo contrario de Guayaquil, el mismo escritor ecuatoriano, Nicolás
Augusto González, describe a Cuenca del siglo XIX de una manera ocurrente, diciendo
que es «la ciudad más atrasada del Ecuador, cuanto a conquistas del Progreso Moderno.
En Cuenca, población bastante hermosa, por lo demás se vive como en Toledo o Sala-
manca, allá en el siglo de los milenarios, con la diferencia de que el espíritu caballeresco
de aquella época se ha perdido, y en vez de los altos mandobles y férreas armaduras
que en el siglo X se usaban, en Cuenca no se esgrime otra arma que la lengua, ni se usa
otra coraza que el hábito de fraile, de monja o de beata; ni se lleva más casco que la ca-
pucha, el bonete, la mitra o el solideo» (publicado en Dolores Veintimilla, Asesinada,
364). Esta graciosa descripción de Cuenca pone en evidencia la hegemonía de la reli-
gión y el pensamiento ultra-conservador de Cuenca, siendo el honor uno de los princi-
pales mecanismos de control social.

64Los panfletos y textos de Dolores Veintimilla, que analizaremos en esta segunda
parte, fueron publicados en el libro de Dolores Veintimilla, Asesinada, por Humberto
Mata en 1968.

Era indudable que la presencia de una mujer intelectual y sin marido
representó un verdadero desafío para la sociedad escrupulosa de Cuenca.
Pues Dolores Veintimilla tenía una mentalidad moderna y progresista, era
una mujer sofisticada, en parte debido a la educación privilegiada que recibió
de sus padres. Además, estaba al tanto del quehacer político ya que su es-
poso, el Dr. Galindo, fue un refugiado político de Colombia, pero también
formaba parte del entorno literario e intelectual. Su personalidad desenvuelta
e intelectual se benefició también de sus cinco años de estadía en la ciudad
portuaria de Guayaquil, una ciudad muy moderna y en contacto continuo
con las nuevas ideas políticas, sociales y culturales que venían de Europa63.

Años después Dolores Veintimilla se trasladó a la ciudad de Cuenca
donde estableció nuevos contactos literarios con poetas como Antonio Mar-
chán, Manuel Lozano, Benigno Malo, entre otros; y fue en este lugar ultra-
conservador donde la poeta fue testigo de la ejecución del indio Tiburcio
Lucero, acusado de parricidio.

En 1857 Lucero fue condenado a la pena de muerte y ejecutado en la
plaza de San Francisco, en presencia de la esposa y sus cinco hijos. Esta es-
cena cruel, colmada de lágrimas, gritos; pero sobre todo de la sangre derra-
mada por un hombre víctima de la pena capital, llegó a conmover y a
conmocionar la sensibilidad y el buen juicio de Dolores Veintimilla, quien
valerosamente tomó su pluma y escribió un panfleto en defensa de Tiburcio
Lucero, titulado Necrología64.

162

Revista Pucara, N.º 23 (147-172), 2011

163

El Romanticismo de Dolores Veintimilla / María Elena Grijalva

Es innegable el hecho de que Dolores Veintimilla fue una mujer va-
liente porque, a pesar de la sanción pública y social de la que sería objeto,
se arriesgó a escribir un panfleto que ataca a las instituciones conservadoras
de la ciudad de Cuenca, atreviéndose a cuestionar abiertamente la realidad
racista y clasista de la sociedad ecuatoriana. De la misma forma, protesta
contra la pena de muerte, abogando por una sociedad más humanitaria y ci-
vilizada, como se verá a continuación.

Necrología

No es sobre la tumba de un grande, no es sobre la tumba de
un poderoso, no es sobre la de un aristócrata que derramo mis lá-
grimas. ¡No! Las vierto sobre un hombre, sobre la de un esposo,
sobre la de un padre de cinco hijos, que no tenía para éstos más pa-
trimonio que el trabajo de sus brazos [...] Más no es lo mismo
cuando vemos que por la voluntad de uno o de un puñado de nues-
tros semejantes, que ningún derecho tienen sobre nuestra existencia,
arrancar del seno de la sociedad y de los brazos de una familia
amada a un individuo, para inmolarlo ante el altar de una ley bár-
bara. Ah! Entonces la humanidad entera no puede menos que rebe-
larse contra esa ley, y mirar petrificada de dolor su ejecución [...]
La vida, que de suyo es un constante dolor; [...] la vida que de suyo
es la desaparición sucesiva de todas nuestras esperanzas [...] Que
allí tu cuerpo descanse en paz, pobre fracción de una clase perse-
guida, en tanto que tu espíritu, mirado por los ángeles como su igual
[...] Ruega en ella al GRAN TODO, que pronto una generación más
civilizada y humanitaria que la actual, venga a borrar del Código
de la Patria de tus antepasados la pena de muerte. (Dolores Veinti-
milla, publicado en Dolores Veintimilla, Asesinada, 197-198).

Necrología es un legado social, un testimonio a favor de los grupos in-
dígenas, pues al principio del texto se enuncia enfáticamente que no llora sobre
la tumba de un “grande” o un “poderoso”, ni siquiera derrama sus lágrimas
por la muerte de un “aristócrata”, sino por la de un “hombre”, un “individuo”
y luego verbaliza el dolor y el abuso contra los indígenas al hablar del “sufri-
miento” de esta “clase perseguida” que vive sin “esperanzas”, siendo su vida

lificar la pena de muerte como una “ley bárbara”, términos opuestos que ponen
en evidencia una dialéctica compensadora, porque cada civilización tiene su
barbarie y la pena de muerte es una ley barbárica que debe abolirse. Por eso
la voz de protesta en Necrología incita a rebelarse en contra de la pena de
muerte, abogando al final de su panfleto por la igualdad social, por una socie-
dad más humana, más incluyente donde todos sean tratados sin diferencia:
«Que allí tu cuerpo descanse en paz...en tanto que tu espíritu, (refiriéndose a
Tiburcio Lucero) mirado por los ángeles como su igual» (Ibíd. 198).

Vale la pena señalar que el romanticismo en el Ecuador llegó en una
etapa muy tardía, en comparación con la europea, y un aspecto específico
del romanticismo latinoamericano fue su proyección político y social, o bien
podríamos llamarlo el romanticismo de los actos heroicos, no sólo porque
se inicia con la libertad e independencia de la colonia española, sino también
por su fuerte carácter social y combativo. Así lo manifiesta Emilio Carilla
para quien «el escritor se siente a menudo miembro de la comunidad, se
siente solidario con sus semejantes y aun propone remedios para los males
sociales. Por supuesto, dentro de claras soluciones liberales» (El romanti-
cismo en la América Hispánica
30).

En sí el romanticismo se perfila como un enfrentamiento o compromiso
político de decir y denunciar las lacras políticas y sociales desde un perfil li-
beral. Obviamente, esta interpretación socio-política del medio circunstancial
y circundante era una labor limitada y destinada a los hombres. Sin embargo,
Dolores Veintimilla (sin voz ni voto) hizo pública su orientación política y so-
cial en Necrología, empleando para el efecto una discursiva femenina que le
permite identificarse con Tiburcio Lucero y defenderlo. De este modo, desde
su posición marginal proyecta su experiencia como víctima y desde esta po-
sición transgrede el sistema creado por los hombres, porque desde la periferia
se puede denunciar el abuso de un sistema racista y machista.

Ante esta realidad Necrología propone una política de un perfil más
bien socialista que liberal. Es por esta razón que idealiza el cielo y la mirada
de los ángeles, metáfora comparable a una construcción terrenal donde existe
igualdad no sólo para el grupo indígena sino para la mujer también.

El inusitado panfleto de Dolores Veintimilla no tardó en circular por
todos los medios de la comunidad cuencana provocando una reacción in-
mediata y polarizada, pues los diversos comentarios que venían de todos
los estratos sociales crearon tal conmoción que Dolores Veintimilla dijo lo

El Romanticismo de Dolores Veintimilla / María Elena Grijalva

165

un «constante dolor, una cadena más o menos larga de infortunios» (Dolores
Veintimilla, publicado en Dolores Veintimilla, Asesinada 197-198).

Además en Necrología se emplea una discursiva femenina que permite
identificarse con Tiburcio Lucero y defenderlo a su vez. Desde la periferia
como mujer/víctima califica a Lucero con conceptos tradicionalmente des-
tinados a la mujer, pues dice que él es un “mártir de la opinión de los hom-
bres”, sacrificado ante una “ley bárbara”. Además habla de su “constante
dolor y sufrimiento” por ser parte de un grupo inferior, una “clase perse-
guida”. Luego pone en evidencia su debilidad, o mejor dicho, el dolor que
experimenta como ser humano y que se materializa en las lágrimas que de-
rrama: “¡Imposible no derramar lágrimas tan amargas como las que en ese
momento salieron de los ojos del infortunado Lucero! Sí, las derramaste,
mártir de la opinión de los hombres; pero ellas fueron la última prueba que
diste de la debilidad humana (Ibíd. 197-198).

Visiblemente se registra una clara discursiva femenina al emplear con-
ceptos destinados para la mujer. Además el traslado de conceptos tradicio-
nalmente femeninos dentro del lenguaje masculino es un proceso
transgenérico que da cabida a un juego libre de significados, pues la mujer
mientras más llora es más mujer; pero en la cultura machista, a los hombres
se les impide llorar, pues desde pequeños se les enseña que llorar es cosa de
niñas no de varones. Asimismo llorar es algo propio de las mujeres (como
que ellas han nacido con el ADN del llanto) además las lágrimas femeninas
encajan con las virtudes marianas y dolorosas de la Virgen María.

Una vez más vemos como la voz narrativa desarticula el canon patriar-
cal al invadir o destruir los espacios tradicionales de lo que es femenino y
de lo que es masculino, porque habla abiertamente de las lágrimas que de-
rrama un hombre, Tiburcio Lucero, antes de su fusilamiento. Por último el
llanto de Lucero, lejos de debilitarlo, le da mayor fortaleza, pues dice que:
«Después, valiente y magnífico como Sócrates, apuraste a grandes tragos la
copa envenenada que te ofrecían tus paisanos y bajaste tranquilo a la tumba»
(Ibíd., 198). De esta manera, glorifica la valiente y resignada muerte de Ti-
burcio Lucero. También al comparar la muerte de Sócrates con la de Tiburcio
Lucero realza y eleva el espíritu y el amor propio de los indígenas, quienes
por siglos han sido sujetos a la humillación psicológica y física.

Por otro lado, Necrología se inserta en el debate romántico de los límites
entre la civilización y la barbarie. Este texto cuestiona ambos discursos al ca-

Revista Pucara, N.º 23 (147-172), 2011

164

un polemista arrogante y vilipendiador, ya que nadie mejor que él sabía
cómo denigrar y destruir a sus enemigos.

Fray Vicente Solano respondió a Dolores Veintimilla en una hoja titu-
lada “Graciosa Necrología”, la misma que estaba firmada con el seudónimo
de “unos colegiales”. En ésta se ataca el principio humanitario de Dolores
Veintimilla con una serie de cinismos y sarcasmos al decir que:

Graciosa Necrología [...] es el título que debía llevar la pro-
ducción de una persona que dicen pertenecer al bello sexo [...] La
necrología de que nos ocupamos [...] empieza con estos dispara-
tes: que no derrama sus lágrimas sobre la tumba de un aristócrata,
ni de un demócrata [...] quiere decir que llora por la muerte de la
nada [...] manchando con frases absurdas [...] dice la señora publi-
cista [...] tamaña injuria a la humanidad, tonterías de nuestra ma-
dama (En Dolores Veintimilla, Asesinada 201-202).

Vale la pena mencionar que este tipo de contestación cuenta con rasgos
similares al incidente ocurrido en México en 1691, cuando el obispo de Pue-
bla escribiendo bajo el seudónimo de sor Filotea, criticó a Sor Juana Inés de
la Cruz por haber descuidado sus deberes religiosos. En nuestro caso, Fray
Vicente Solano bajo el seudónimo de “unos colegiales”, exhorta a Dolores
Veintimilla que como señora debe mantener su buen juicio para el bien de
la sociedad. Obviamente, el tono entre ambos documentos es abismal pero
los dos coinciden en el empleo del seudónimo, aspecto que pone en clara
evidencia la distancia intelectual entre los géneros, porque ambos sacerdotes
no podían rebajarse y responder a una mujer como a su igual. Otro punto de
convergencia es que ambas mujeres fueron atacadas por el poder religioso,
que revela el poder y el control de la Iglesia sobre los valores culturales y
sociales, donde la mujer ocupa una categoría secundaria y se la reduce al
espacio doméstico y maternal.

Dolores Veintimilla, por su parte, respondió a “Graciosa Necrología”,
escribiendo otro panfleto, titulado “Otro campanillazo”. En este texto, se
critica el contenido de Graciosa Necrología diciendo que es una “Estéril
abundancia”. De este modo, se resiste a las divisiones estamentarias, ante-
poniendo el principio humanitario que, de hecho, justifica su derecho de de-
fender a Tiburcio Lucero:

El Romanticismo de Dolores Veintimilla / María Elena Grijalva

167

siguiente: «Me ha hecho reír la bulla que ha causado aquí mi pobre papel,
por ser escrito de una mujer, es decir de un semi-animal, que es lo que pien-
san que somos» (Dolores Veintimilla, publicado en Dolores Veintimilla,
Asesinada
199).

El tono irónico de esta frase pone en evidencia su rebeldía, su espíritu
desafiante ante el orden patriarcal y machista. Veintimilla se burla ante tanto
alboroto que ha originado su panfleto. Pero en su reproche se percibe tam-
bién su sufrimiento y cómo no sufrir si ella está completamente anulada den-
tro de aquel medio social. Así lo confiesa en una carta que escribió a su hijo:
«He querido, pues, por este medio, evitarte las contradicciones que existen
comúnmente entre el ser pensante, si es vigoroso, ardiente y entusiasta y el
orgánico, si es delicado y débil; contradicciones en las cuales el pensante
sufre inmensamente y algunas veces se anula» (Ibíd. 362).

Dolores Veintimilla vivió una situación conflictiva entre el querer ser
y el no poder ser, debido a las limitaciones intelectuales que el medio social
ecuatoriano impuso sobre la mujer. Un ejemplo contundente y revelador del
trato inferior y reduccionista de la mujer se evidencia en un discurso a los
maestros de una escuela femenina, en 1845, en el cual se aconseja «que no
dejen de cultivar las dotes del ingenio, pero decidles con más frecuencia que
sean discretas, modestas, decorosas, porque sólo de este modo podrán ser
la gloria, el orgullo y el ornamento de los Ecuatorianos» (Citado por Gladys
Moscoso en su artículo “Las Imágenes de la literatura” 94). Discreción, mo-
destia y decoro fueron los calificativos de toda mujer honrada y que, además,
exaltan la identidad femenina del Ecuador a mediados del siglo XIX.

Sin embargo, Dolores Veintimilla faltó a cada uno de estos preceptos
femeninos: porque si hubiera guardado la compostura y el recato que exigía
la sociedad de entonces, nunca habría escrito un panfleto tan progresivo
para la época, Y, por otro lado, aceptar la discreción, modestia y decoro fe-
menino no es más que conformarse con la posición sumisa, subordinada e
inferior de la mujer.

Dolores Veintimilla no quiso ser aquella mujer silenciosa y pasiva que
espera con resignación su suerte. Ella emprendió una trayectoria muy arries-
gada primero porque escribió una necrología para un indígena y segundo
por atacar la pena de muerte, a sabiendas que Fray Vicente Solano era un
canónigo, intelectual y acérrimo defensor de esta condena judicial. Además,
Fray Vicente Solano tenía la peor fama o, mejor dicho, la reputación de ser

Revista Pucara, N.º 23 (147-172), 2011

166

Me marcáis con el sello de la impura...
¡Ay! Nada! Nada! respetáis en mí!
(Poetas Románticos 26).

Este poema revela el padecimiento y la indignación de una mujer que
lucha contra los prejuicios sociales de la ideología dominante. La expresión
subjetiva de sus versos canta al dolor, a la soledad y a la alienación que debió
afrontar. El vía crucis romántico o mal du siècle se manifiesta también en
los siguientes poemas románticos.

En “Desencanto” nos habla de la felicidad que vivió en su infancia y
que ahora se encuentra opacada con la injusticia social que experimenta:

Yo era en mi infancia alegre y venturosa
Como la flor que el céfiro acaricia,
Fascinada cual blanda mariposa
Que incauta goza en férvida delicia;
Pero la humana turba revoltosa
Mi corazón hirió con su injusticia
Y véome triste, en la mitad del mundo,
Víctima infausta de un dolor profundo
(Poetas Románticos 30).

El alma poética se refugia en la memoria de su infancia, espacio que
le brinda sosiego ante el dolor y el sufrimiento que siente ante la sociedad
injusta. Asimismo, en “Anhelo” percibimos una decepción de los ideales
humanistas que todo joven ansía en busca de una sociedad más justa. Pero
estos ideales se ven frustrados ante el despertar abrupto de una realidad di-
ferente de la soñada o idealizada:

¡Oh! ¿Dónde está ese mundo que soñé
Allá en los años de mi edad primera?
¿Dónde ese mundo que mi mente orlé
De blancas flores?....Todo fue quimera!

Hoy de mí misma nada me ha quedado,
Pasaron ya mis horas de ventura,

El Romanticismo de Dolores Veintimilla / María Elena Grijalva

169

Mucho pudiera decir contra la pena de muerte [...] ya por un número
crecido de hombres grandes en talentos y en luces, tales como el obispo de
Hipona, Lamartime, Sue Blanc y otros; mucho también contra los legisla-
dores que atribuyéndose los derechos del Criador del hombre, han dictado
esa ley; pero me basta por ahora decir con San Pablo: “¿Quién eres tú, para
juzgar al servidor de otro?” (Ibíd. 208).

El tono firme y metódico de este texto irritó a más no poder a Fray Vi-
cente Solano, quien emprendió el ataque más virulento, vil y soez en contra
de Dolores Veintimilla. En el panfleto, titulado “La defensa de Madama
Zoila”, acusa a Dolores Veintimilla de ser una “miserable panteísta”. Además
dice que «En cuanto a distinciones sociales todos sabemos que no ha tratado
de la muerte de Abel en la cuna de la sociedad; sino del mártir Tiburcio en
el siglo 19; y por consiguiente no conocemos más que dos clases: la aristo-
cracia y la democracia. ¿Entiende U. azota-calles? » (Dolores Veintimilla,
Asesinada
232). Se percibe claramente que el discurso progresista y huma-
nista de Necrología no encajaba con las ideas estamentarias y racistas vi-
gentes en el período republicano del Ecuador.

En una sociedad tan religiosa y conservadora como Cuenca, el califi-
cativo de “pecadora” implica desarmar y aislar a una persona por completo
de su medio social. Se ha visto a través de la historia que el honor es un hos-
tigamiento social que trae efectos devastadores para el ser humano, de hecho,
el honor no sirve a la humanidad, sino más bien se sirve de ella; porque
ejerce tal control en la sociedad, que lo único que logra es anular, alienar y,
por último, aniquilar la individualidad de las personas.

Dolores Veintimilla fue víctima de este código social, siendo sus poe-
mas, el mejor legado contestatario ante el asedio social que tuvo que enfren-
tar. “A mis Enemigos” la voz poética cuestiona a sus refractarios con las
siguientes preguntas retóricas:

¿Qué os hice yo, mujer desventurada.
Que en mi rostro, traidores escupís
De la infeliz calumnia la ponzoña
Y así matáis a mi alma juvenil?

No dan respeto la mujer, la esposa,
La madre amante á vuestra lengua vil...

Revista Pucara, N.º 23 (147-172), 2011

168

Bibliografía
Agoglia, Rodolfo. Pensamiento Romántico Ecuatoriano. Quito: Cor-

poración Editora Nacional, 1988.
Ayala-Mora, Enrique. “La sociedad indígena en la audiencia de Quito”.

Nueva Historia del Ecuador. 5 vol. Quito: Corporación Editora Nacional,
1989.

Bakhtin, Mikhail. “Discourse in the Novel”. The Dialogic Imagination.
Ed. Michael Holquist. Trans. Caryl Emerson and Michael Holquist. Austin:
U of Texas P, 1990.

Blest-Gana, Guillermo. Obras Completas de Don Guillermo Blest
Gana
. 2 vol. Chile: Imprenta Cervantes, 1907.

Boulding, A. Las Mujeres y la violencia social. Universidad de Dar-
mouth, 1981.

Carilla, Emilio. El Romanticismo en la América hispánica. 2.ª Edición.
Madrid: Editorial Gredos, 1967.

Crespo-Toral, Remigio. “Dolores Veintimilla de Galindo” Revista del
Centro de Estudios Históricos y Geográficos de Cuenca
(1929) 73-86.
Cuenca: Universidad Manuel J. Calle.

Kirkpatrick, Susan. Las Románticas: women writers and subjectivity
in Spain, 1835-1850. Berkeley: University of California press, 1989.

Mata, Gonzalo. Dolores Veintimilla Asesinada. Cuenca: Editorial Bi-
blioteca Cenit, 1968.

Mera, Juan León. Ojeada histórico-crítica sobre la poesía ecuatoriana.
Guayaquil: Ed. Publicaciones Educativas Ariel, 1970.

Moi, Toril. Teoría Literaria Feminista. Madrid: Ed. Cátedra, 1988.
Moi, Toril. Sexual / Textual Politics. London, New York: Routledge,

1985.
Molestina, Vicente Emilio. Lira Ecuatoriana. Guayaquil: Imprenta

Calvo, 1866.
Montalvo, Juan. “De la belleza en el género humano”. Clásicos Am-

bateños. Publicaciones del Instituto de Cultura Hispánica de Ambato. Am-
bato: Editorial Minerva, 1882.

__________. Geometría moral, Obras Completas, Vol. I, Ambato: Edi-
ción de la Casa de Montalvo, 1968.

Moscoso, Gladys. “Las imágenes de la literatura”. Y el amor no era
todo
…. Holanda: Abya Yala, 1996.

El Romanticismo de Dolores Veintimilla / María Elena Grijalva

171

Y sólo tengo un corazón llagado
Y un alma ahogada en llanto y amargura (31).

Dolores Veintimilla fue víctima de la alienación social instigada por
un sacerdote, quien no tuvo ningún escrúpulo en atacar vilmente a una mujer
sensible y pensadora. Sus obras, sus ideas y, en sí, todo el ser de Dolores
Veintimilla no compaginó con la mentalidad ultra-conservadora de aquella
época. Pero sus versos, su canto al amor en: “¡Y amarle pude!!! Al sol de la
existencia / Se abría apenas soñadora el alma [...]” se ha quedado impreg-
nado en las voces de los ecuatorianos. Por último sus textos, nada confor-
mistas, han servido de ejemplo, y de base, en el constante reclamo de los
derechos de la mujer, no sólo al amor, sino también al derecho mismo de
juzgar y de pensar libremente.

Revista Pucara, N.º 23 (147-172), 2011

170

Ver lo mismo, pero con otros ojos:
Iconografía arquitectónica de la Cuenca Histórica

Seeing the same, but with new eyes:
Architectonic iconography of Ancient Cuenca

Oswaldo Páez Barrera
e-mail: oswaldo.paez.barrera@gmail.com

Ver lo mismo, pero con otros ojos / Oswaldo Páez Barrera

173Aceptado: 20-12-2010.Recibido: 11-10-2010.

Resumen
El tema de la arquitectura patrimonial de Cuenca–Ecuador se lo analiza

desde las actuales tensiones sociales de América Latina que ponen en entre-
dicho la visión y posiciones del neoliberalismo acerca del patrimonio tangi-
ble. Se discute la noción al uso del “Centro Histórico” que a la luz de los
descubrimientos arqueológicos y recientes argumentaciones patrimoniales,
nos llevan a preferir la categoría de Ciudad Histórica. Se propone lo verná-
culo, indígena y mestizo como un valor central de lo patrimonial tangible, a
partir de una visión teórico-histórica que argumenta su pertinencia.

Palabras Clave: Ciudad, patrimonio, arquitectura, Centro Histórico.

Summary
The topic of the patrimonial architecture of Cuenca-Ecuador is analyzed

from the Latin American present social tensions which question the neoli-
beral visions and positions about the tangible patrimony. The notion about
the “Historic Center”, which is discussed under the light of the archeological
discoveries and recent patrimonial arguments, leads us to prefer the category
of Historic City. The vernacular, indigenous and mestizo are proposed as
central values of the tangible patrimony from a theoretical-historical view
that argues its pertinence.

Key Words: City, patrimony, architecture, historic center.

Palma, Ricardo. Cachivaches. Lima: Imprenta Torres Aguirre, 1900.
Varios. Poetas Románticos. Clásicos Ariel. Vol. 9. Ed. Hernán Rodrí-

guez Castelo. Guayaquil: Ed. Publicaciones Educativas Ariel, 1975.

Revista Pucara, N.º 23 (147-172), 2011

172