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El Realismo Mágico: una lectura “otra”

El Realismo Mágico: una lectura “otra”
The Magical Realism: another interpretation

Santiago Patarroyo Rengifo
Universidad de Santo Tomás, Colombia

e-mail: santiagonuevo@gmail.com

Resumen
El artículo tomará como punto de partida el texto de la profesora Erna
Von der Walde “Realismo mágico y poscolonialismo”, para realizar una
categorización y exploración de lo que se entiende por realismo mágico.
En un segundo momento mostrará dos posibles perspectivas para entender
el realismo mágico (en adelante RM) y finalizará con una propuesta que
más que concluir buscará abrir la discusión en torno al problema de la(s)
identidad(es).

Palabras Claves: Realismo mágico, real maravilloso, giro decolonial,
identidad.

Abstract
The following text takes as its starting point the text of Professor Von der
Walde Erna “magical realism and postcolonialism”, for a categorization and
exploration of what is meant by magic realism, in a second stage-show two
possible perspectives for understanding magical realism (hereafter RM) and
end with a proposal that will seek to conclude more open discussion of the
problem (s) Identitie (s).

Keys Words: Magical realism, magical realism, turning decolonial, identity.

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Creo que si uno sabe mirar, las cosas de la
vida diaria pueden volverse extraordinarias.
La realidad diaria es mágica pero la gente
ha perdido su ingenuidad y ya no le hace
caso. Encuentro correlaciones increíbles en
todas partes.

Gabriel García Márquez

Erna Von der Walde, colombiana, Filósofa de la Universidad de los Andes
en su texto “Realismo mágico y poscolonialismo: Construcciones del otro
desde la otredad” equipara la propuesta de lo real maravilloso de Alejandro
Carpentier y el realismo mágico de Gabriel García Márquez:

El realismo mágico en las definiciones de Carpentier y García
Márquez revela en el fondo una lógica que se llamaría hoy
colonizada, por decirlo en términos coloniales. Cuando afirman
que toda realidad y toda la historia de América es mágica, cuando
postulan de ahí lo real maravilloso o el realismo mágico como el
estilo con el cual se puede abordar la realidad (Walde 211).

Antes de ahondar en las diferencias de dichas propuestas es necesario aclarar
que la discusión entre lo real maravilloso y el RM continua vigente en los
pasillos de las facultades de literatura, aun cuando se puedan encontrar
estudios muy serios que plantean que no se deben confundir los dos términos.
Para el caso, se hace necesario traer a colación a Seymour Menton que en su
libro La verdadera historia del realismo mágico, señala las características
que distinguen al RM de aquellas corrientes o movimientos con los que
más se le ha confundido a través de los tiempos como el surrealismo, lo
fantástico y más comúnmente con lo real maravilloso.

Destaca Menton que si bien, desde 1955, se ha tendido a identificar el RM
con la producción narrativa latinoamericana posterior a la Segunda Guerra
Mundial, este nombre fue introducido por el crítico de arte alemán Franz
Roh en su obra Postexpresionismo, realismo mágico. Problemas de la
nueva pintura europea
, del año1925. De acuerdo con este autor, el RM fue

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–primero que nada– una tendencia o modalidad de la pintura de la década
de los veinte con manifestaciones en Alemania, Italia, Francia y Estados
Unidos, razón por la cual debe considerarse como un proceso internacional
de origen poligenésico que se aplica a las diversas formas de arte.

El nombre de RM es un oxímoron que concilia los conceptos opuestos de
realidad y magia formando un nuevo concepto que aparece como modo
especial de contemplar el mundo, y la visión magicorrealista como una
alegre percepción de los aspectos inesperadamente bellos de la vida; así
pues:

El realismo mágico es la visión de la realidad diaria de un
modo objetivo, estático y ultrapreciso, a veces estereotípico,
con la introducción poco enfática de algún elemento inesperado
e improbable que crea un efecto raro o extraño que deja
desconcertado, aturdido o asombrado al observador en el museo o
al lector en su butaca (Menton 1999).

Los cinco rasgos básicos atribuidos a este movimiento (por el introductor del
término, Roh) a la pintura postexpresionista o magicorrealista en contraste
con la pintura expresionista, que era la tendencia dominante en términos de
lo plástico hasta ese momento en Europa son:

1. Sobriedad y enfoque preciso; una visión desprovista de sentimientos
y emociones.
2. Temas insignificantes de la vida cotidiana; ninguna timidez en pintar
lo desagradable.
3. Una estructura estática de unidad exacta, que a menudo sugiere un
espacio totalmente sin aire, un espacio parecido al vidrio, que en términos
generales da preferencia a lo estático por encima de lo dinámico.
4. La eliminación de las indicaciones del proceso de pintar, borrando “la
mano”, la factura.
5. Por fin, una nueva relación con el mundo de las cosas.

Los rasgos mencionados permiten al autor identificar las diferencias
fundamentales entre el RM y las otras modalidades con las que este ha

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sido confundido, señalando por ejemplo la diferencia fundamental que
este tiene con el surrealismo, que radica en el hecho de que el segundo
se base en situaciones imposibles, mientras que el primero se centra en la
representación de lo que es posible pero improbable.

En cuanto a la diferencia con lo real maravilloso, Menton afirma que la
propuesta Carpenteriana de lo real maravilloso se vincula con las violaciones
de las leyes físicas del universo que tienen una base folclórica asociada con
el mundo subdesarrollado con predominio de la cultura indígena o africana,
a diferencia de la propuesta del RM, que más allá de la ubicación geográfica
del escritor o de la obra, busca destacar los elementos improbables,
inesperados, asombrosos pero reales del mundo real.

En este punto es posible determinar una línea de demarcación más profunda
entre ambas propuestas pero también vislumbrar algunos puntos de
encuentro. En cuanto a lo real maravilloso, dicho término no fue propuesto
por un crítico o teórico de la literatura sino por un escritor: Alejandro
Carpentier, en el prólogo a su obra El reino de este mundo, de 1949, donde
esboza dos postulados básicos:

1. La realidad americana está dotada de elementos estéticos extraordinarios
que la diferencian de la realidad europea.

2. Para ver lo real maravilloso americano el escritor debe apelar a una
cuestión de fe, es decir, es una actitud frente a la realidad que el escritor
luego debe trasformar en literatura.

Por otro lado, es necesario resaltar que si bien Carpentier toma el concepto
de lo maravilloso del surrealismo europeo, lo opone completamente a lo
maravilloso americano, ya que ve en el primero una construcción forzada
más ligada a lo onírico y al psicoanálisis que a lo real:

Pero, a fuerza de querer suscitar lo maravilloso a todo trance,
los taumaturgos se hacen burócratas. Invocando por medio de
fórmulas consabidas que hacen de ciertas pinturas un monótono

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baratillo de relojes amelcochados, de maniquíes de costurera, de
vagos monumentos fálicos, lo maravilloso se queda en paraguas
o langosta o máquina de coser, o lo que sea, sobre una mesa de
disección, en el interior de un cuarto triste, en un desierto de rocas
(6).

Quince años después en su libro Tientos y diferencias, Carpentier identifica
en la literatura y arquitectura de China y en Asia rasgos de lo real maravilloso,
identificándolo con lo barroco y de esta manera expande el concepto para
entender ya no solamente la realidad latinoamericana como real maravillosa,
sino que dicha categoría se convierte en una perspectiva de análisis de
realidades no céntricas. En este punto, resulta de vital importancia entender
que Carpentier sufre un encantamiento por lo americano luego de volver de
un exilio por Europa (1928-1939), razón por la cual en el escritor cubano
lo real maravilloso se puede relacionar directamente con una sensación de
disgusto por la Europa en decadencia de los años de preguerra (no podemos
olvidar que estaban en boga las ideas de Spengler sobre la decadencia de
occidente).

Carpentier, cubano por nacimiento pero hijo de europeos, busca no solamente
su propia identidad, sino la de todo un continente; búsqueda que hace desde
la mirada de un Europeo que ve a América como ese lugar donde es posible
realizar la utopías que no tuvieron cabida en el “viejo” continente, Carpentier
esperó siempre encontrar en América la materialización de viejos sueños
malogrados en su mundo: el oro sin sudores ni dolores de la transmutación;
el fáustico anhelo de la eterna juventud. Así pues, mientras Carpentier apela
a la fe de los escritores, Gabriel García Márquez apela a la liberación de los
prejuicios racionalistas, pues según Gabo el escritor es desbordado por la
realidad americana razón por la cual debe buscar la manera de representarla.
Las dos posturas comparten la visión extraordinaria de la realidad americana:

Nuestra realidad es desmesurada y con frecuencia nos plantea
a los escritores problemas muy serios, que es el de la insuficiencia
de las palabras. Cuando hablamos de un río, lo más grande que
puede imaginar un lector europeo es el Danubio, que tiene 2 790
kilómetros de largo. ¿Cómo podría imaginarse el Amazonas, que
en ciertos puntos es tan ancho que desde una orilla no se divisa

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la otra? La palabra tempestad sugiere una cosa al lector europeo
y otra a nosotros, y lo mismo ocurre con la palabra lluvia, que
nada tiene que ver con los diluvios torrenciales del trópico. Los
ríos de aguas hirvientes y las tormentas que hacen estremecer la
tierra, y los ciclones que se llevan las casas por los aires, no son
cosas inventadas, sino dimensiones de la naturaleza que existen en
nuestro mundo (85).

Luego de las anteriores precisiones podríamos entender el RM de una
manera mucho más simple pero no por ello menos compleja, que se nos
aclara en la siguiente cita: «En el primer capítulo de Cien años de soledad,
se describe el patio de la casa de los Buendía “con un castaño gigantesco”.
Este árbol gigantesco podría considerarse el símbolo del árbol genealógico
de los Buendía sobre el cual la novela está estructurada, puesto que al padre
fundador José Arcadio lo amarrarán al castaño después de que pierde el
juicio.

También su hijo, el coronel Aureliano, de todos los personajes el que más
se aproxima al papel del protagonista, se recuesta contra el castaño poco
antes de morir. El elemento desconcertante, mágico-realista de esto es que
el castaño es un árbol que suele encontrarse en el norte de Estados Unidos
y en las zonas templadas del norte de Europa. Sin embargo, la intensa
investigación y a la vez la botánica reveló que en realidad existía un castaño
en el patio de los abuelos de García Márquez en Aracataca» (Menton 56).

Así pues, un aspecto fundamental distinguiría al RM “garciamarquiano” y
es el hecho de que para el autor colombiano, la realidad descrita en sus
obras no es una realidad desprovista de todo rasgo racional, sino más bien
un constructo real en su totalidad pero demasiado complejo para ser descrito
en un códice completamente racional; de esta manera, las estrategias que
el escritor busca para plasmarla en el papel son las que la hacen aparecer
como maravillosa. Carpentier, en cambio, no sólo incluye en sus relatos a
un narrador omnipresente que reivindica la mirada céntrica desde la cual
lo latinoamericano se identifica con lo irracional, por lo que requiere una
explicación posterior desde el paradigma eurocéntrico, sino que al equiparar
en su etapa posterior lo real maravilloso a lo barroco, termina por aceptar
que se encuentra ante una realidad en cierto modo “vacía” que necesita de
múltiples arabescos y adornos para adquirir su carácter excepcional.

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El realismo mágico: entre macdonalds y macondo

Cabe preguntarse si el realismo mágico, como quiera que se
entienda, no se presta para construcciones de la otredad que son
parte de ese mismo proyecto que sostiene la lógica del capitalismo
en cualquiera de sus fases; construcciones de la otredad que sean
incorporables sin mayores conflictos.


Von Der Walde

El realismo mágico como postulado tiende a mostrarse como un discurso
totalizador del ser latinoamericano o mejor como del “ser de América” lo
que nos direcciona a Macondo como metáfora y sinécdoque de Nuestra
América. Dicha enunciación contribuye a la construcción de una visión
privilegiada de la otredad americana reafirmando y reforzando ciertos
sistemas de categorías construidas desde el “centro” que profundizan el
abismo frente a “lo Otro” al identificarlo con una forma particular de ser. En
palabras de la profesora de literatura de la UBA Susana Cella:

El enorme éxito de Cien años de Soledad ha llevado a una
hiperextensión antes mencionada (del término realismo mágico):
ese afán de totalidad según el cual el modo de ser de los habitantes
de Macondo sería el modo de ser de lo latinoamericano ha vindicado
posturas defensoras no solo literarias sino políticas de América
Latina. Tierra de portentos, capacidad de hacer cosas milagrosas,
aparecen así como elementos liberadores, posibilitadores de una
efectiva independencia para los habitantes del subcontinente
poseedores de tales rasgos (Cella 12).

En otras palabras, esta postulación de una imagen de América Latina se
funda en un nuevo tipo de exotismo, es decir la construcción de “Otro”
no para los americanos con sus costumbres y sus culturas que no verían
lo propio como inverosímil, insólito o raro sino que más bien el realismo
mágico sería funcional a la mirada de Europa sobre América y por tanto lo
llamativo y lo pintoresco correspondería a la realidad americana. En este
orden de ideas la realidad americana se “embellece” y se muestra como

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peculiar, única, atractiva, mágica, disimulando los violentos y crueles
conflictos, la “fealdad” de los dominados, sea por ellos mismos o por los
extranjeros.

Algunas lecturas que se hacen del realismo mágico, operan como una manera
de postular la diferencia, esencializándola y posibilitando una mirada que
tiende a enmarcar y a incorporar lo americano y sus productos culturales sin
tener en cuenta su contexto, lo que convierte a su manera en la gran narrativa
de “lo latinoamericano” y permite desactivar el lugar y sus temporalidades
(Walde 211).

Se convierte entonces el macondismo en parte de la maquinaria que
construye al Otro para integrarlo a los lugares de producción hegemónica
del discurso sobre lo subalterno siendo funcional a esa visión exótica en
donde las imágenes representan el alcance y la miseria de la masa o si se
quiere sus gestos irracionales (y de ahí desesperadamente excéntricos).

Al identificarse Macondo con el ser Americano se caricaturizan los rasgos
latinoamericanos contribuyendo a acentuar la imagen estereotipada, la
representación gráfica exagerada de determinados rasgos de una realidad
con la finalidad de producir, desde el humor o la sátira, un efecto grotesco
y ridiculizante que se relaciona directamente con el relato de la identidad.

En palabras del profesor Santiago Castro-Gómez, la “identidad
latinoamericana” es un espacio compartido por todos y que trasciende
cualquier distinción de sexo, raza, edad y orientación sexual. En ella nos
reconocemos como un “nosotros” homogéneo, en donde no hay diferencia
sino variaciones de una sola esencia verdadera…los discursos de identidad
conllevan al postulado de una alteridad respecto de la modernidad.
Descubierto el fundamento del “nosotros los latinoamericanos”, será posible
entonces delimitar sus fronteras con respecto al “ellos de los europeos”,
los representantes de la modernidad occidental. América Latina quedaría
convertida, entonces, en el “otro absoluto” de Occidente y la modernidad en
un cuerpo extraño que se yuxtapone a los fundamentos mítico-religiosos de
“nuestra racionalidad” (Castro-Gómez 95).

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En el mismo sentido –parafraseando al profesor Edward Said cuando
expone las consecuencias del discurso orientalista– el macondismo sería
un mecanismo que “consiste en la focalización y sobredimensión de la
diferencia, entendida en términos de exotismo, por lo general negativo”.
De tal modo que la “otredad irracional” queda ubicada en una posición de
extrema distancia cultural respecto de “lo europeo racional”. El título de
mágico manifestaría una diferencia extrema con los valores de la realidad
europea frente a la realidad americana.

El RM como discurso contribuye a la construcción simbólica del lugar de lo
latinoamericano y de su identidad simplificándolo e identificándolo con la
otredad extrema como lo muestra Walde en el siguiente fragmento:

El realismo mágico, entendido como la versión de la otredad
suministrada por el Otro, al ser incorporado por la academia del
primer mundo, desanclado de su contexto histórico y convertido
en una formula, no logra más que ser gesto, pero, finalmente
termina formando parte de un proceso de colonización discursiva:
el Tercer Mundo queda reducido a una otredad que no incomoda,
con la que se puede convivir…pero no es tan sólo una construcción
de la otredad elaborada desde el centro, sino que es incorporado
el macondismo como relato de identidad. Originado en América
Latina como forma de hablar de nosotros mismos en relación,
en contraste, o en oposición con las miradas “occidentales”, el
macondismo aparece para los americanos como la forma afirmativa
de representar el “Otro” de los europeos y los norteamericanos […]
el macondismo arrastra rezagos de la visión telúrica de la raza,
llevada a la indolencia y al desorden por una naturaleza indomable.
Se apropia del gesto europeo, supuestamente enalteciéndolo, para
así dar razón del atraso con respecto a los países industrializados,
remitiéndolo a una cosmovisión mágica que postula sus propias
leyes y se sustrae a las lecturas racionalistas. A su manera el
macondismo otorga el sello de aprobación a la mirada euro-
norteamericana, y legitimidad a las diversas geopolíticas de Primer
y Tercer mundo.

El macondismo, quiérase o no, es lo que permite que nos lean y que nos
leamos fuera de nuestro contexto. Pero ¿por qué la insistencia de la mirada
dentro del presente trabajo? Una sola razón se viene a la cabeza: dado

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que el análisis de la tan mentada Cien años de soledad, desde la teoría
literaria, permitiría dar otro tipo de explicación y puesto que el problema del
cuestionamiento a las normas y las instituciones no es exclusivo de América
Latina. ¿Es el llamado Macondismo un fenómeno atribuible a la obra de
García Márquez en su constitución misma? O ¿Es este fenómeno más bien
latinoamericanista (bien podría haber adoptado el nombre de Comalismo)
resultado del uso que el mismo centro ha hecho de la producción literaria
latinoamericana? ¿No reside el problema en la cosificación que de la
producción literaria latinoamericana se ha querido “hacer” como producto
comercial, apto para los procesos consumistas supeditados a la promoción
que del boom latinoamericano se ha hecho convenientemente desde la
academia y que responde al proceso de transición que el capitalismo hace
al ampliar sus fronteras y sus mercados cuando pasa del intercambio de
productos materiales a productos inmateriales?

¿Conclusión, conclusiones o apertura(s)?

No se trata de desconocer que este proceso del boom latinoamericano, o
mejor del RM, ha afectado la forma en cómo los latinoamericanos se ven a
sí mismos y son vistos en el mundo. Si bien este texto se debate entre dos
posturas, la primera que desconfía de los discursos de identidad ligados al
llamado “macondismo”, y la segunda, que plantea una forma menos radical
de comprensión del fenómeno, se debe tener cuidado en no hacer una lectura
ingenua, sin que esto implique la negación de las posibilidades que este
mismo abre.

Me explico: Se puede comprender que el discurso de la diferencia y la
identidad ha sido, y es en muchos contextos, útil a los intereses de quienes
detentan el poder; sin embargo, esta lectura crítica del mismo, si se aborda
descuidadamente, podría terminar –irónicamente– en una posición radical
que sataniza la(s) identidad(es) y la(s) diferencia(s), desde un horizonte
unívoco de lectura, que no permite reconocer que la identificación que
diferentes grupos han hecho con una característica determinada, aparece
como momento crucial en los procesos de oposición política que estos
grupos han hecho con respecto al discurso hegemónico que se ha impuesto
a nivel global.

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No se trata de menospreciar la política de identidad, porque
en un mundo donde la supremacía blanca tiene sus identidades
tan instaladas – a tal punto que impide el surgimiento de
nuevas identidades políticas radicales– es necesario un toque
de esencialismo para que las experiencias, prácticas y discursos
subordinados se presenten como alternativas políticas desde
grupos que han sido atacados históricamente por diversos sistemas
de dominación y opresión. Es como nos dice Bell Hooks: ¿Acaso
no deberíamos sospechar de las críticas posmodernas del “sujeto”
en la medida en que aparecen en un momento histórico en el que
muchos pueblos dominados empiezan a tener voz por primera
vez? (1).

Así, valdría la pena cuestionarse si no ha sido el discurso de lo latinoamericano,
como momento y no como fin último, la piedra en el zapato de imperios como
el estadounidense, claramente amenazado por la explosión demográfica de
habitantes provenientes de países como México, que se niegan a perder sus
costumbres –por completo– en medio del consumismo que se les propone
como medio de supervivencia en territorio estadounidense, ocasionando
así trasformaciones en las estructuras sociales del sistema en el que se
encuentran?¿Se puede desechar –de tajo– la contribución que la aparición
de la literatura latinoamericana ha hecho, a manera de cuestionamiento
a los parámetros de la racionalidad como única forma de explicación y
representación del mundo?

Del otro lado, el giro decolonial es pertinente a la hora de develar algunos
aspectos ocultos de la lógica racional-moderna, y poner en evidencia así,
ese lado oscuro del discurso de la modernidad que construye a un “Otro”,
lo homogeniza, lo jerarquiza, produciendo una taxonomía de poblaciones y
culturas, y de esta manera segrega y justifica las relaciones geohistóricas y
geopolíticas actuales en relatos como los del desarrollo y el progreso. Lo
que permite entrever que si bien se debe sospechar de la llamada identidad,
no se debe rechazar de plano que dichas identificaciones hacen parte central
del proceso político de movimientos sociales subalternos en pro de sus

1 Curiel Ochy, “Las paradojas de la política de la identidad y la diferencia” En: Patarroyo
Santiago, Carrillo Diana, Derecho Interculturalidad y resistencia étnica. Universidad
Nacional de Colombia, 2009.

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reivindicaciones, abriendo la posibilidad a otros mundos no en términos
de probabilidad o utopía sino de visibilización y participación de mundos
posibles que ya existen.

Todo lo anterior tiene sentido sólo circunscrito a una propuesta ético-
política que entienda que ningún centro es mejor que otro, y que de acuerdo
con la propuesta del Enrique Dussel explique el aparato político como
un sistema en continua construcción, puesto que siempre que prevalezca
la reivindicación de un grupo determinado esto supondrá la exclusión de
Otros, quienes deberán realizar un acuerdo contrahegemónico que les
permita hacer parte de la toma de decisiones y revitalizar el poder político
originario: la potentia.

Fuentes de consulta:

Castro Gómez, Santiago. Crítica de la razón latinoamericana. Barcelona:
Publilibros S. A., 1996

Cella, Susana. El Boom latinoamericano de los setenta. Carlos Fuentes, La
muerte de Artemio cruz, lo real maravillloso y el realismo mágico.
Alejo Carpentier, El reino de este mundo; Gabriel García Márquez,
Cien años de soledad
, en el curso: Latinoamérica en la literatura
(Programa Latinoamericano de Educación a Distancia, Centro
Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, Buenos Aires, 2009).

Curiel Ochy. Las paradojas de la política de la identidad y la diferencia,
en Patarroyo Santiago, Carrillo Diana, Derecho Interculturalidad y
resistencia étnica.
Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2009.

García Márquez, Gabriel. El olor de la guayaba. Conversaciones con Plinio
Apuleyo Mendoza.
Barcelona: Bruguera, 1982.

____________ Cien años de soledad. Bogotá: Bruguera, 2007.
Léante, César. Confesiones sencillas de un escritor barroco, en Giacoman,

Helmy F., Homenaje a Alejo Carpentier. Nueva York: Las Américas
Publishing, 1970.

Menton Seymour. Historia verdadera del realismo mágico. Fondo de
Cultura Económica. México D. F. 1998.

Walde Von der Erna. “Realismo mágico y poscolonialismo”, en Castro
Gómez, Santiago. Teorías sin disciplina. San Francisco: University
of San Francisco, 1998.