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Reflexiones acerca de la naturaleza
del ensayo en los espacios digitales

Alejandro Caamaño Tomás
Universidad Autónoma Metropolitana, México

e-mail: act@correo.azc.uam.mx

Resumen

En el año 2012, dentro del proyecto departamental “Las TIC como re-
curso en la investigación para las humanidades”, surgió la investigación
“El ensayo hipertextual como posibilidad de expresión y herramienta en
los espacios digitales” del grupo de investigación Discursos Sociales y
Comunicación del Departamento de Humanidades de la Universidad Au-
tónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco, de la ciudad de México.
Durante las discusiones que nuestro grupo de investigación ha tenido,
desde el inicio de este proyecto, hemos estudiado la noción de ensayo en
sus diferentes niveles, lo que nos ha llevado a preguntarnos por la escritu-
ra ensayística en el ámbito universitario y las facilidades y peculiaridades
que otorga el espacio hipertextual para su producción.

En la presente ponencia, quiero reflexionar sobre la consideración del en-
sayo como género –siendo consciente de las dificultades taxonómicas del
género–, a partir de las definiciones propuestas por Mijaíl Bajtín para los
géneros discursivos y de las herramientas o recursos digitales utilizados
en su construcción. Para esto último, recurriré a los fundamentos teóricos
del hipertexto propuestos por especialistas de la talla de George Landow
y Yuri Lotman, entre otros.
Palabras clave: géneros discursivos, ensayo, hipertextual, TIC.

Abstract
In 2012, within the departmental project “ICT as a resource in research
for the humanities” arose the research “The hypertextual essay as pos-
sibility of expression and tool in digital spaces”, of the research group
Speeches Social and Communication, belonging to the Humanities

Revista Pucara, N.º 27 (31-40), 2016

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Department at the Universidad Autónoma Metropolitana, Azcapotzalco,
Mexico City.
During the discussions that our research group had, since the beginning of
this project, we have studied the notion of essay at different levels, which
has led us to wonder about essay writing at the university level and the
facilities and peculiarities gives the hypertext space for its production.
In this paper, I want to reflect on the consideration of the essay as gender
-being aware of the taxonomic difficulties of the genre-, from the defini-
tions proposed by Mikhail Bakhtin for discursive genres and digital tools
or resources used in its construction. For the latter, I will draw on the
theoretical foundations of hypertext proposed by specialists of the caliber
of George Landow and Yuri Lotman, among others.
Key words: essay, digital spaces, hypertext, Landow, Lotman.

***

El trabajo que quiero presentar aquí, titulado Reflexiones acerca de la
naturaleza del ensayo en los espacios digitales, está enmarcado en los
avances teóricos del proyecto El ensayo hipertextual como posibilidad
de expresión y herramienta en los espacios digitales
, que el grupo de
investigación Discursos Sociales y Comunicación del Departamento de
Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco
de la ciudad de México está desarrollando desde hace dos años y que es
parte del programa de investigación presentado por dicho departamento:
“Las TIC como recurso en la investigación para las humanidades”.
El propósito fundamental de dicho programa departamental es promo-
ver el uso de las tecnologías de la información y la comunicación en la
investigación en las disciplinas humanísticas. Por esta razón, se preten-
de incorporar el empleo de dichas tecnologías mediante la creación de
un espacio digital que tendrá dos finalidades: en primer lugar, quiere ser
una herramienta para la investigación del ensayo, género académico de
gran proyección y uso en los programas de las disciplinas académicas, en
general, y, particularmente, en las de carácter humanístico; en segundo
lugar, se piensa como un espacio que va a contribuir a la creación de hi-
pertextos, los cuales atenderán las temáticas relevantes para la academia
y para los intereses propios de los jóvenes universitarios.

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Teniendo en cuenta los objetivos que desde un principio el grupo de in-
vestigación se propuso, la lógica iba marcando los pasos a seguir: no solo
debíamos estudiar las posibilidades pedagógicas del ensayo, sino que era
una obligación repensarlo, considerar la probabilidad de un cambio en su
naturaleza a partir del uso de herramientas digitales para su confección,
porque, efectivamente, nos planteamos una pregunta que se colocó en el
centro de la discusión: ¿se puede seguir llamando ensayo al texto produ-
cido en los espacios digitales, desde la perspectiva tradicional de género
discursivo? Y a esta siguieron otras que, en definitiva, parecían abrir la
puerta a posibilidades insospechadas: ¿Sería posible considerar al que de-
nominamos “ensayo hipertextual” como un nuevo tipo de género discur-
sivo, como un nuevo subgénero narrativo? Para poder reflexionar sobre
esto no quedaba más remedio que adentrarnos en dos sendas: la primera
nos iba a llevar a desentrañar la naturaleza del género ensayo –muy discu-
tida, por otra parte–; y en la segunda estudiaríamos y presentaríamos las
particularidades de la escritura en los espacios digitales. En último térmi-
no, podríamos llegar a hipotetizar hasta qué punto el ensayo hipertextual
podría ser considerado o no como una nueva modalidad textual. Esta será,
efectivamente, mi hoja de ruta en esta ponencia. Veamos primeramente
una serie de nociones sobre el ensayo.
Uno de los grandes problemas no resueltos sobre el ensayo –y podríamos
decir que si no de imposible sí de difícil resolución– gira en torno a su
carácter. Es quizá, su joven naturaleza, digamos, más bien, su relativa
modernidad la que provee al ensayo de su fantástica indefinición, pero
lo dota, al mismo tiempo, de una serie de características comprendidas y
aceptadas: reflexión y crítica del ensayista con el mundo; pensamiento y
juicio como elementos medulares en el camino de la mente al papel. Bien
pudiera pensarse que la falta de tiempo, y el relativamente escaso recorri-
do histórico del género es lo que haya hecho imposible que se aposenta-
ra con la madurez propia de otros géneros de igual naturaleza narrativa,
como atestigua el caso de otro modelo narrativo, la novela, género de an-
tiguos y reconocidos precedentes y una tardía consolidación medieval, o,
como afirma Georg Luckács (1975, pág.32) para el caso de la poesía: “La
forma del ensayo sigue sin terminar el camino de la independización que
su hermana la poesía ha recorrido hace ya mucho tiempo, el camino del
desarrollo hasta la autonomía desde una primitiva unidad indiferenciada
con la ciencia, la moral y el arte.”
No obstante, su encuadramiento, o más bien acercamiento, tanto a los
géneros de naturaleza literaria como no literaria, frente a la comentada

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dificultad e inutilidad de clasificarlo, es lo que más páginas han llenado y
sigue llenando en los estudios críticos. El mismo Luckács (1975, pág.35)
nos da su clara opinión al respecto: “El ensayo moderno […] se ha hecho
demasiado rico e independiente para ponerse incondicionalmente al servi-
cio de algo, pero es demasiado intelectual y poliforme para cobrar forma
por sí mismo.” Pero no va a ser este el centro de esta ponencia. Aunque
debemos aceptar que, en efecto, el acontecimiento intelectual que supone
su elaboración es la respuesta a esa catalogación: un experimento basado
en un sondeo limitado, en muchos casos, de pruebas pertenecientes al
dominio de las disciplinas sociales, pero con un componente interpreta-
tivo polifónico; cuyas exigencias técnicas, adecuadas y maniatadas por
el formalismo académico constriñen, en buena manera, la esencia misma
del género. Y decimos que violentan uno de sus atributos fundamentales:
su parcela estética.
En cuanto a este aspecto, Liliana Weinberg se expresa sobre el ensayo de
la siguiente manera: “Poética del pensamiento” (Garza Saldívar, 2007) y
que remite, indefectiblemente, al sujeto constructor y a su producto. Tal
notorio acercamiento de la autora al género como pieza de composición
estética tiene, en ella y en buena parte de la crítica, un origen en las ob-
servaciones de Theodor Adorno, el cual, contradiciendo las afirmaciones
de Georg Luckács, que apoyaba la idea del ensayo como “obra del arte en
nombre del orden, y de manera simbólica e inapropiadamente”, sostenía
que, aunque es indudable el componente estético que el ensayista toma de
las artes, este se aparta de ellas –y debe hacerlo– para poder preservar “la
espontaneidad de la fantasía subjetiva” (Adorno, 2007, pág.13).
El problema del ensayo, en cuanto a su naturaleza y su categorización
final como género discursivo –secundario según la tipología manejada
por Mijail Bajtín– es, aun intentando alejarnos de los inconvenientes que
suponen su filiación genérica, más importante de lo que generalmente se
admite, tal y como lo afirma el investigador ruso, quien resalta, en sus
investigaciones sobre los géneros discursivos, la dificultad e ineficacia
históricas para definir o limitar la naturaleza lingüística común de los di-
versos enunciados.
Y la siguiente declaración del autor dará mayor alcance a lo que represen-
ta el enunciado/género ensayo, a causa de sus características particulares,
en los espacios académicos y en su dimensión pragmática: “Porque el
lenguaje participa en la vida a través de los enunciados concretos que lo
realizan, así como la vida participa del lenguaje a través de los enuncia-

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dos. El enunciado es núcleo problemático de extrema importancia” (Baj-
tín, 1998, pág.5). El modo en que nuestros alumnos pueden hacer presente
esta participación vital a partir de su tarea universitaria está recogido en el
binomio pensamiento reflexivo/voz autorial que configura determinante-
mente el enunciado ensayístico y que los llevará no solo a la reproducción
de tópicos lingüístico-sociales, sino también, y es el objetivo final desea-
do, a la construcción de la colectividad a la que pertenecen.
Veamos ahora el segundo objeto de estudio: el hipertexto.
Una de las definiciones del vocablo hipertexto más acertadas y que ahon-
da en la transformación de la función socio-comunicativa del texto nos la
da Iuri Lotman:

El texto de muchos estratos y semióticamente heterogéneo, ca-
paz de entrar en complejas relaciones tanto con el contexto cul-
tural circundante como con el público lector, deja de ser un men-
saje elemental dirigido del destinador al destinatario. Mostrando
la capacidad de condensar información, adquiere memoria. Al
mismo tiempo muestra la cualidad que Heráclito definió como
“logos que crece por sí mismo” (1996, p. 54).

Desde este punto de vista, el hipertexto para Lotman se equipara con la
obra artística en la medida en que “muestra propiedades de un dispositivo
intelectual: no sólo transmite la información depositada en él desde afue-
ra, sino que también transforma mensajes y produce nuevos mensajes”
(1996, p.54), generando nuevas semiosis que enriquecen y complejizan
la comunicación y la cultura; y, al mismo tiempo “cambia la idea que
se tenía sobre la relación entre el consumidor y el texto. En vez de la
fórmula ‘el consumidor descifra el texto’, es posible una más exacta: “el
consumidor trata con el texto”. Entra en contactos con él” (Lotman, 1996,
p.56). Es, entonces, cuando “el texto deja de ser un eslabón pasivo de la
transmisión de alguna información constante entre la entrada (el remi-
tente) y la salida (el receptor)” (Lotman, 1996, p.66) y se convierte en un
“dispositivo pensante formado como un sistema de espacios semióticos
heterogéneos en cuyo continuum circula algún mensaje inicial” (Lotman,
1996, p.67).

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A estas “nuevas creaciones”, es decir, textos y lenguajes relacionados con
las TIC, George Landow añade diferentes cualidades y particularidades
que harán presentar y caracterizar la lecto-escritura y la composición tex-
tual de manera rotundamente distinta a las concepciones tradicionales,
“ya que el hipertexto cambia radicalmente las experiencias que leer, es-
cribir
y texto suponen…” (Landow, 1995, p.59); y que, en consecuencia,
afectarán en mayor medida no solo la estructura textual, sino también al
escritor, al lector e, incluso, al texto, como producto destinado a la edu-
cación.
Por su parte, Roland Barthes nos habla de una textualidad abierta, en re-
lación con el dispositivo pensante de Lotman; una creación inacabada y
definida por términos como red, nodo, nexo, trama, red y trayecto, que
son también compartidos por otros teóricos, como Theodor Nelson, el
acuñador del término hipertexto, allá por los años sesenta; o Michel Fou-
cault, que incidió, en la variabilidad de la unidad textual, de cualquier
texto, que se manifiesta en la relación intertextual de los discursos que los
componen y, de modo más visible, en las redes y nexos que componen los
textos en los espacios hipertextuales.
A la particularidad de producción inacabada, sería necesario añadir otras
propiedades que delimitarían de manera exacta el hipertexto: en él, hay
una mayor apertura textual, un texto más rico, producto de una más am-
plia posibilidad intertextual y metatextual, y una mayor accesibilidad,
flexibilidad y agilidad para llegar a la información, lo que le otorga un
considerable dinamismo y una cierta independencia en cada una de las
lexías hipertextuales; sobre esto último, se puede afirmar que el hipertex-
to permite una polifonía que rompe la unicidad tradicional y la jerarquía
de un documento central sobre el que se establece el desarrollo textual:
ese centro puede considerarse como virtual, como un eje cambiante. Esta
multilinealidad –o descentralización característica–, con la consiguiente
ruptura de la linealidad de los textos no hipertextuales, es creada a partir
del uso de los nodos, redes y nexos en los que está incluida información
multimedia o no verbal, lo que provoca problemas a la hora definir los
límites textuales, de ahí su carácter de inconcluso o inacabado.
No obstante, es necesario aclarar que no voy a entrar a valorar las pro-
piedades del proceso lector de modelos hipertextuales, ni las ventajas o
desventajas con respecto a la lectura de textos impresos en los que no se
emplean las herramientas hipertextuales, ni tampoco incidiré en qué se
puede observar en el lector a partir de la aplicación de técnicas para la

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lectura de tales textos; aunque es obligado decir que este lector va a verse
también transformado y se va a convertir necesariamente en un lector más
activo. El camino se va a dirigir al examen del texto y de la acción del
autor únicamente: al análisis del ensayo humanístico por alumnos univer-
sitarios. Y el centro de atención estará en los siguientes aspectos en los
que considero puede haber conflicto entre género ensayo e hipertexto:
extensión, estructura textual, presentación de la información, proceso ar-
gumentativo y voz autorial.
La variabilidad de la extensión en el ensayo ha tenido que ver, y mucho,
con las evoluciones culturales y sociales que provocaron el avance en
la teoría y en la praxis de los géneros discursivos, especialmente en el
último siglo. Hasta ahora, esta variabilidad en el género ensayo estaba
comprendida desde una perspectiva vertical –linealidad– y nunca como
un espacio periférico de acción. Desde luego, desde la necesaria transfor-
mación mental que supone para el ensayista la apertura de espacios hasta
el momento impensables e impensados, el margen espacial, ya sea este
aumentado o reducido, puede estar dentro de lo indicado para la extensión
del ensayo: la misma significación de “género de extensión variable” deja
en consideración del autor la pertinencia del desenvolvimiento ensayís-
tico, que, igualmente, estará lógicamente determinado por otros muchos
factores. Pero, en definitiva, no debiera ser este aspecto hipertextual un
elemento que altere de manera definitoria el concepto ensayístico tradi-
cional de variabilidad.
En segundo lugar, pensando en el ensayo más clásico, y conveniente-
mente utilizado para la enseñanza en los espacios académicos, debemos
considerar la estructura ensayística canónica, conformada por una intro-
ducción, un desarrollo y unas conclusiones, como una distribución que
favorece una innegable linealidad de pensamiento y de disposición de las
ideas y de los datos. La duda surge cuando enfrentamos el modelo de rup-
tura lineal, de descentralización hipertextual y configuración multilineal,
al tradicional ordenamiento del texto ensayístico.
Aunque la práctica docente exige y refuerza, por lo general, esta organi-
zación tripartita, al igual que lo que ocurre con la extensión, la estructu-
ra del ensayo es susceptible de alterarse. Tal posibilidad de adoptar una
perspectiva estructural más flexible –por otra parte, muy habitual ya en el
ensayo, académico o no, literario o no, o de cualquier otra índole en la que
podamos enmarcarlo– no parece estar reñida con la estructura del ensayo
hipertextual. Muy al contrario, el característico acceso multisecuencial

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del hipertexto, que permite al lector/escritor dar saltos de un material a
otro y de un discurso a otro; así como su forma de organizar la infor-
mación parecen favorecer uno de los fundamentos del género, que es el
interés del autor por plasmar y ordenar sus ideas y los materiales en un
orden lógico, pero absolutamente personal.
Otro punto importante a tratar es el tipo de información que el ensayista
hipertextual maneja; esa que es recogida a través de diferentes medios y,
que en un elevado porcentaje, no corresponde al texto impreso. ¿Tienen
estas fuentes hipermediales el mismo valor, en términos de calidad de la
información y de poder argumentativo, que las tradicionales? Me parece,
y volviendo al texto académico elaborado por los alumnos, que siempre
que la evaluación de la fuente se haga de un modo correcto, en relación a
su procedencia, autoría y calidad de la información, no deberíamos preo-
cuparnos por la eficacia argumentativa de estos datos.
Sin embargo, sobre el uso de las nuevas tecnologías y de la información
multimedial hay varias cosas que deben decirse: en primer lugar, si bien
es cierto que los escritores y los lectores hoy en día desarrollan fácilmente
destrezas asociadas con las TIC, por lo que de forma muy natural, aceptan
y adoptan el uso de la computadora en sus actividades de aprendizaje, por
otro lado, basta con pocos minutos para que se saturen de información,
mucha de ella inútil o repetida, lo que exige el desarrollo de habilidades
para seleccionar adecuadamente la que puedan procesar. En segundo lu-
gar, la navegación por páginas que no sean realmente provechosas puede
provocar que el estudiante que esté produciendo un ensayo pierda de vista
el objetivo que se propuso inicialmente. La dispersión de la lectura digital
y la recopilación de datos aleatorios, y a menudo mal evaluados, en un
entorno de muy fácil accesibilidad a ellos, son algunos de los grandes
problemas con los que los docentes nos enfrentamos.
Pero si hay algo que resaltar sobremanera dentro de un texto ensayístico,
eso es el papel del autor, su voz, su representación. Y si hay algo que pu-
diera, definitivamente, suponer una ruptura en el género eso es la pérdida
o alteración significativa en el texto de la voz autorial. Examinemos este
aspecto ahora en el ensayo hipertextual.
Desde el análisis hecho anteriormente, todo apunta a que el autor sigue
conservando las riendas en su escrito, tanto a la hora de planificar la
estructura del texto como de presentar la información dentro de él. No
obstante, lo planteado por algunos investigadores señala lo contrario: el

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ensayista, desde el momento en que utiliza las herramientas digitales,
pierde cierto control básico sobre su texto: este conjunto de lexías des-
centralizadas que conforman el ensayo representarían cada una a su autor,
con lo que el “autor general” del escrito se vería desdibujado o en vías
de desaparición, por una parte; por otra, y esto tiene relación tanto con el
manejo de las fuentes como con el proceso argumentativo, a causa de esto
primero, se difumina la oposición entre el texto y las notas y comentarios,
que pasan a ser un texto más. La pregunta, entonces, sería la siguiente:
¿hay una pérdida del valor de la voz autorial, tal y como la conocemos
en el ensayo tradicional, por la particular presentación de la información?
El hipertexto se podría presentar como un producto multiautorial, como
una elaboración polifónica en la que el autor se puede llamar “represen-
tante multiautorial” desde el momento en que representa cada una de las
voces que allí aparecen. Para el ensayo, esto es fundamental, pero, en una
forma más o menos pronunciada, cambiaría la imagen del autor tradicio-
nal, el que habla por sí y recoge, incluso, la autoría de las voces de sus
fuentes. Considero que, ni aun así, hay una desaparición de la voz activa
autorial, o mejor, digamos, de las voces activas autoriales que están insta-
ladas en un mismo nivel estructural y significativo.

A modo de conclusión

Aunque el ensayo hipertextual no ha sido establecido genéricamente y
existen evidentes dificultades para hacerlo, pues implicaría reducir las
complejidades propias del ensayo a ciertos beneficios de corte técnico,
como el uso de hipervínculos y la edición de contenido hipermediales,
que además promuevan un cierto grado de interactividad, el ensayo como
lo entendemos, es decir, una herramienta de pensamiento y reflexión que
promueve la alfabetización académica, exige una serie de habilidades que
el uso de la tecnología no aporta de facto.

¿Podríamos hablar de ensayo hipertextual? Creo que sí, desde el momento
en que aceptamos que la esencia del ensayo permanece y es enriquecida
en el espacio digital, por los motivos anteriormente expuestos. Aunque,
este es un análisis hecho a vuelo de pájaro y con unos parámetros de
estudio limitados. El verdadero trabajo comienza ahora.

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Referencias bibliográficas:
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Bajtín, M. (1998). Estética de la creación verbal. México D.F.: Siglo XXI

editores.
Garza Saldívar, N. (2007). “El ensayo como una poética del pensamiento:

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Recuperado de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_
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Landow, G. (1995). Hipertexto. La convergencia de la teoría crítica con-
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. Barcelona: Editorial Paidós.

Lotman, I. (1996). La semiosfera I. Semiótica de la cultura y del texto.
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Luckács, G. (1975). El alma y las formas. Teoría de la novela. Madrid:
Grijalbo.