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Escritura de tesis: dificultades, desafíos y propuestas

Marcelo Casarin
Universidad Nacional de Córdoba, Argentina
e-mail: mrcl.casarin@gmail.com
Resumen
El trabajo desarrolla una reflexión con acento en la experiencia de trabajo
en dispositivos conocidos genéricamente como “talleres de tesis”. Estos
talleres suelen proponer un recorrido por contenidos diversos que van
desde la reflexión epistemológica, y la revisión métodos y técnicas de
investigación, hasta los referidos a la escritura en sus múltiples dimensio-
nes. Sobre este último aspecto se hace hincapié. Parte de la experiencia de
varios años en el desarrollo de una propuesta de praxis y reflexión sobre
la producción escrita orientada a la investigación que pretende facilitar
el complejo proceso de alfabetización que demanda la elaboración de una
tesis: un re-conocimiento de las reglas de la lengua, las estrategias de
comunicación y la familiarización con los diversos aspectos formales y
genéricos que se implican en este artefacto verbal.
Palabras clave: tesis, escritura, dificultades, propuesta pedagógica

Abstract
The paper develops a reflection with emphasis on work’s experience in
devices known generically as “thesis’ workshops “. These workshops
usually propose a tour of various contents ranging from epistemological
reflection, revision methods and research techniques, to those related to
the article in its many dimensions. The focus is on this last point. It starts
from the experience of several years in the development of a proposal of
praxis and reflection about the written production research- oriented that
aims to facilitate the complex literacy process demanded by the prepara-
tion of a thesis: a re-understanding of the language’s rules, the communi-
cation strategies and the familiarity with the various formal and generic
aspects that are involved in this verbal artifact.
Key words: thesis, writing, difficulties, pedagogical proposal

Revista Pucara, N.º 27 (179-188), 2016

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Introducción
El trabajo pone el acento en el trabajo que comprende los dispositivos
conocidos genéricamente como “talleres de tesis”. Estos talleres suelen
proponer un recorrido por contenidos diversos que van desde la reflexión
epistemológica, la revisión métodos y técnicas de investigación, hasta los
referidos a la escritura en sus múltiples dimensiones. Sobre este último
aspecto profundiza mi exposición.
Reviso la experiencia de varios años de praxis y reflexión sobre la pro-
ducción escrita orientada a la investigación que supone ofrecer conte-
nidos conceptuales y procedimentales para facilitar el complejo proceso
de alfabetización que demanda la elaboración de una tesis: un re-cono-
cimiento de las reglas de la lengua, las estrategias de comunicación y
la familiarización con los diversos aspectos formales y genéricos que se
implican en este artefacto verbal.
Lo que sigue no significa, de ninguna manera, desconocer el papel funda-
mental y decisivo que debe cumplir el director/orientador de una tesis, en
definitiva responsable primero y último de acompañar al tesista. Pero las
instituciones, saludablemente a mi entender, han promovido instancias de
formación y entrenamiento que son necesarias para favorecer y profundi-
zar la alfabetización académica.

1. La escritura de una tesis: situación problemática
¿Cuáles con los problemas que enfrentan los estudiantes que deben
escribir una tesis?
¿Cómo llevar adelante ese cometido que implica, por lo menos, tres
acciones no necesariamente conectadas como investigar, leer y escribir?
Para los tesistas investigar significa, en principio, aprender algo de epis-
temología, metodología y técnicas de investigación. Es un aprendizaje
relativamente sencillo, pero no tanto: implica pasar de las ideas, de los
conceptos a los indicadores; o aprender a observar, a mirar y a escuchar
de una manera no ingenua, despejando los mandatos del sentido común;
y también requiere adoptar una matriz teórica que fundamente el uso de
esas técnicas.

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Leer, qué es leer en un proceso de investigación. Algunas de las preguntas
recurrentes: qué leer, cuánto leer, qué hacer con lo que se lee. La lectura
de teoría, de antecedentes, de marcos: conceptuales, teóricos, contextua-
les, legales, etc. La lectura en una tesis puede convertirse en una gran
enemiga de la escritura: leer infinita y sintomáticamente. No poder parar
de leer.
Escribir. Los manuales de investigación suelen asignarle un lugar más que
marginal a la escritura en la secuencia de investigación: se habla de “la
redacción” como la última de las etapas; y en el desarrollo de los conte-
nidos se dice poco de la escritura. Ejemplos de esta naturaleza abundan
y no vale la pena presentarlos aquí. En todo caso, prefiero señalar que la
escritura escindida del proceso de investigación contribuye a una serie
de malentendidos que no hacen otra cosa que desorientar, más aun, a los
aprendices en escribir tesis.
Esta es una situación paradojal: cuando se les pregunta a los tesistas qué
están haciendo… por lo general responden: “escribiendo una tesis so-
bre…”, no dicen: “estoy haciendo una investigación sobre…”. Sin pre-
tender hacer de esto una interpretación psicoanalítica, señalo que hay en
estas repuestas algo que no se dice: cuando se dice “estoy escribiendo una
tesis sobre…” y no se dice “estoy investigando sobre…” qué se dice: se
nombra lo que no se puede hacer o lo que más dificultades trae, la escri-
tura.
La escritura entraña muchos desafíos y la escritura de géneros complejos
como los que corresponden al ámbito científico-académico, más aun. Se
ingresa en un proceso de alfabetización complejo que pone en juego, por
lo menos, el manejo de las reglas de la lengua, la gramática del texto y las
reglas del género.
Veamos esto con más detalle: la escritura nos incomoda al confrontarnos
con la inercia del silencio y la escritura académica nos impone sus bor-
des. Siempre encontraremos algo más gratificante que escribir y algo más
reconfortante que escribir una tesis. Nunca sentiremos un impulso más
poderoso a ordenar un placard o limpiar un rincón de la casa al que jamás
prestamos atención… ni hablar de cortar el césped del jardín. Cualquier
actividad física es más deseable que estar sentado escribiendo una tesis.
Un maestro solía decir: “para escribir una tesis no hace falta ningún talen-
to especial, solo es necesario… ¡paciencia!”. Se puede decir que es una

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verdad a medias, pero se debe profundizar en algunas de las dificultades
recurrentes que se asoman a los tesistas. Una lista provisoria debería in-
cluir los siguientes asuntos:
a) La lengua como horizonte negativo: los mecanismos represivos de la
gramática que aparecen en la escritura de cualquier texto y, también, en
las tesis.
b) Las reglas del género: el reconocimiento de las convenciones y estrate-
gias; identificación de las superestructuras de estos textos, las secuencias
textuales que se pone en juego; y otras características propias de estos
textos como repetición, circularidad, segmentación, autorreferencialidad.
c) Condiciones de enunciación. Un asunto fundamental es preguntarse
quién habla en estos textos: cómo se presenta, cómo se configura el autor
en el texto; y cómo se incorporan la otras voces en el texto: no sólo en
relación a las normas de citación sino, y antes, la citación como estrategia.
2. La propuestas de un taller de tesis
a) Primero, la escritura
Esta serie de dificultades que acabo de mencionar son, a mi juicio, las que
deben trabajarse y constituyen el desafío pedagógico de un taller de tesis.
Lo primero que es necesario desarmar es el pernicioso prejuicio de que la
escritura en una tesis es una de las etapas finales del proceso, cuando se
impone redactar el informe de investigación.22
Hay que romper con esa idea y darla vuelta: primero la escritura y luego la
investigación. Y señalar que así lo indican los protocolos: primero, antes
de comenzar a investigar, se elabora un proyecto… se elabora, dije y debí
decir: se escribe. Un proyecto es un artefacto verbal, una suerte de contra-
22 Un sinnúmero de manuales han contribuido a extender el malentendido.
Mencionaré dos muy famosos: el Manual de investigación en ciencias sociales de Quivy & Van
Campenhoudt (1998), que ha estado de moda en Argentina por años y coloca “la redacción”
como la última de las etapas del proceso; el también célebre libro de Umberto Eco (1982),
Cómo se hace una tesis. Técnicas y procedimientos de estudio, investigación y escritura,
desde el título coloca la escritura al final (de cualquier manera, el libro de Eco es un manual
que sigue prestando gran utilidad a los principiantes). Hay, en cambio, otros manuales que
ponen su eje en la escritura; recuerdo aquí dos: el de Robert Day (1990) Cómo escribir y pu-
blicar trabajos científicos; y el coordinado por Estrella Montolío (2000), en tres tomos Manual
práctico de escritura académica
.

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to, promesa de lo que se hará. Es el instrumento a través del cual se valida,
se aprueba, se confía en que se llegará a buen puerto en una investigación.
Pero hay algo más: si se mira de cerca el proceso de investigación, aun
lo que señalan los propios manuales, se advertirá que en la génesis de la
investigación está el verbo… El proceso, repiten los manuales, no inicia
con la elección de un tema sino con la formulación de una pregunta/pro-
blema. ¿Qué quiero saber?23
Una vez instalada esta discusión –y su fórmula radical (primero la escritu-
ra, luego la investigación)– es necesario resituarla y decir que la escritura
es parte del proceso de investigación; es parte del proceso de producción
del conocimiento y, quizá, la mejor manera de decirlo es que escritura e
investigación se potencian recíprocamente. Esto es una verdad para las
ciencias en general, pero su gravitación es más decisiva en lo que se co-
noce como las ciencias sociales y las humanidades donde, por naturaleza,
el carácter instrumental del lenguaje verbal en la producción y comuni-
cación del conocimiento está siempre puesto en cuestión. La escritura,
ya se sabe, ayuda a aclarar las ideas, a organizarlas y, ante todo, permite
compartirlas con el otro.
Si, como señalé más arriba, hay una resistencia sintomática a la escritura,
lo mejor es pensar en distraer la neurosis y procurarse alguna serie de
estrategias que permitan combatir, de entrada, el horror de la página en
blanco; y, al mismo tiempo, aprovechar las oportunidades de escritura:
“si la inspiración llega, que me encuentre trabajando” o la traducción de
este dicho al hacer académico: “si me vienen las ideas debo tener lápiz y
papel a mano y estar dispuesto a escribirlas”. Los diarios de campo, los
cuadernos de notas, no deberían pensarse como elementos auxiliares, sino
como continentes de prototextos de tesis.

b) Ablandar la lengua, aflojar la mano
Uno de los principios inhibitorios de la escritura aparece de la idea que
tienen algunos tesitas de que se puede (o se debe) escribir bien de entrada,
desde las primeras versiones. Y es necesario enfatizar que la escritura es
un proceso, que atraviesa etapas y que el cumplimiento de esas etapas
23 Paradójicamente el libro de Quivy & Van Campenhoudt (1998) que mencioné
más arriba establece como primera etapa la que denomina “pregunta inicial”, que, según
estos sociólogos, sirve como norte del proceso de investigación; y debe reunir tres condicio-
nes: claridad, factibilidad y pertinencia; y la primera de esta condiciones refiere a la “calidad
lingüística” de la pregunta: precisión, concisión y univocidad.

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permite optimizar cada uno de los momentos y obtener mejores resulta-
dos. Por ejemplo, condensar la etapa de textualización con la de revisión
puede resultar un tormento para los autores. La tecnología favorece esta
colusión entre escribir un borrador y corregir… la corrección simultá-
nea a la redacción conduce a una suerte de afasia escritural… la pantalla
objetiva el texto y los programas marcan en rojo o en verde los errores
ortográficos y gramaticales, y le dicen al autor: ¡corrígeme!
En estos casos, una recomendación es tratar de escribir las primeras ver-
siones a mano, a lo que salga o –dicho más poéticamente, siguiendo a
Cassany (1999) –, practicar la “escritura automática”. La contracara de
este problema es la escritura farragosa e incontinente que se produce
cuando se parte sin un plan, sin una organización, sin la adecuada plani-
ficación. Lo recomendable, desde mi experiencia, es promover el uso de
algunas técnicas que permitan hacer más productivas las etapas de plani-
ficación (esquemas, índices, torbellinos de ideas) y la de textualización (la
mencionada escritura automática); y proveer las herramientas necesarias
(y promover su uso sistemático) para la revisión de prototextos o borrado-
res: gramáticas, diccionarios, manuales de redacción, etc.

c) La lengua como horizonte negativo
Se suele pensar que la alfabetización básica, la que proveen la escuela
primaria y la secundaria, es suficiente para que los estudiantes lleguen a
la universidad con los conocimientos necesarios para sortear con éxito los
desafíos escriturales que depara la educación superior. No es lugar aquí
de poner en cuestión la enseñanza elemental y la secundaria, ni de caer en
los lugares del sentido común: los jóvenes apenas leen y apenas escriben.
Sabemos ya que no es una cuestión cuantitativa y que, en todo caso, en
los últimos años se han transformado los modos de lectura y de escritura.
El problema es que en la educación superior –al menos en Argentina, y
por lo que tengo entendido en la mayor parte de las países de la región–,
las instancias curriculares de alfabetización académica brillan por su au-
sencia; incluso en las carreras de letras o de comunicación social. Pero los
estudiantes son compelidos a escribir monografías y ensayos;24 y también
24 Se trata de los géneros más populares y enigmáticos del ámbito académico ar-

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artículos y, en algunas carreras, trabajos finales y tesinas. Todo ello sin la
provisión de las más elementales herramientas.
Esto ocurre en lo que se llama grado o pregrado. En las carreras de pos-
grado, maestrías y doctorados, la situación es bastante diferente. Aun-
que sea por cuestiones reactivas (la baja tasa de egresos, la sorprendente
cantidad de maestrandos y dotorandos sin título v.g.) la mayor parte de
estos trayectos han incorporado talleres de tesis y en buena parte de estas
carreras se han diagnosticado problemas de escritura y, consecuentemen-
te, incorporado a estos talleres algo de escritura académica (Casarin &
Irastorza, 2015).
Evidentemente, para escribir hay que familiarizarse con la gramática. Me-
jor dicho, amigarse. Escribir correctamente: la adecuación del texto a las
reglas de la lengua son exigencias para cualquier tipo de texto. No obs-
tante en el mundo académico esta exigencia se actualiza de una manera
particular: el tesista se convierte en un experto en la materia sobre la que
investiga y sobre la que debe escribir. Pero hay un compromiso tácito
de que no puede escribirse de cualquier manera, de que hay que hacerlo
correctamente y, si se pudiera, bellamente. La experiencia nos muestra
innumerables casos de excelentes investigaciones opacadas, cuando no
malogradas, por textos deficientes.
No tengo problema en señalar que mis talleres empiezan por el ABC de
la gramática y de la gramática textual. Recupero una noción de texto y
trabajo con las unidades, palabra, frase, párrafo; y me detengo en el uso
de los signos de puntuación, no para una revisión exhaustiva, sino para
reflexionar sobre algunos de los errores más frecuentes.

d) Las reglas del género
Otro de los problemas que deben enfrentar los estudiantes al escribir una
tesis es que se asoman a un hacer novedoso por varias razones: deben
construir un artefacto complejo, extenso, resultado de un trabajo de largo
aliento. Una tesis es un informe de investigación particular: no es apenas
un texto que debe exponer resultados; eso es, en todo caso, un artículo.
Una tesis presenta los resultados de una investigación, pero además debe
dar cuenta de todo el proceso que va desde la formulación del problema,
gentino: populares, porque todos los profesores los encomiendan; enigmáticos, porque nadie
dice qué son ni cómo se hacen.

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la justificación teórico-metodológica y las condiciones de producción en
todos sus detalles.
La reglas del género están determinadas por las tradiciones disciplinares.
Estas tradiciones son las que marcan algunos de los rasgos propios y es-
pecíficos; y el carácter redundante de las tesis es una característica de este
género que tiene como finalidad evaluar si un estudiante está en condicio-
nes de acceder a un título académico.
¿Qué proporción de una tesis es sustancial y cuál es accesoria? Un artículo
bastaría para dar a conocer los resultados de una investigación, pero las
reglas del género demandan una exhaustividad que se plasma en un texto
que es circular, fragmentario, repetitivo y autorreferencial. Y que tiene
una superestructura que alterna secciones obligatorias como introducción,
desarrollo y conclusión (o IMRYD),25 partes, capítulos, apartados, ane-
xos, bibliografía, dedicatorias, agradecimientos, etc.
Para escribir una tesis es necesario familiarizarse con estos rasgos básicos
que la definen genéricamente. Un tesista debe leer tesis. Y los responsa-
bles de orientar estos trabajos deben estimular la lectura de tesis por parte
de los estudiantes, que revisen buenas tesis para saber cómo están hechas:
cómo se numeran las páginas, qué justifica la segmentación en capítulos,
qué va en la introducción, qué proporciones del texto ocupa esta y la
conclusión en relación a la extensión total del escrito, etc. Leer y analizar
tesis, tanto como asistir a defensas, es una tarea necesaria para un tesista.

e) Las condiciones de enunciación
También, según las tradiciones disciplinares, los tesistas se confrontan a
la pregunta: quién habla en estos textos, es decir, cómo se presenta, cómo
se configura el autor en el texto. Primera persona del singular, plural de
modestia, estrategia de persona ausente son las formas canónicas y con-
troversiales que concentran la estrategia enunciativa. Pero aparecen tam-
bién en el horizonte del tesista algunas formas que han migrado de otros
campos discursivos –el periodismo, por caso– y que disfuncionan en los
textos académicos: pienso en las formas del nosotros que representa a un
colectivo o su versión inclusiva; o también las representaciones del otro
a partir del tú y sus variantes. Hacer conscientes estas elecciones forma
parte también de la alfabetización del tesista.
25 En la tradición de las ciencias biológicas este acrónimo, que lleva más de 60
años desde su adopción convencional, representa la estructura que se impone a los artículos
en estas disciplinas: Introducción, Métodos, Resultados y Discusión (en la actualidad se ha
agregado una M más: IMMRyD, que corresponde a Materiales).

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Luego, aparece uno de los aspectos más problemáticos de los textos cien-
tífico-académicos en general y de la tesis en particular: la incorporación
de otras voces. La citación es un requisito en estos textos que no pueden
prescindir de citas. Pero… qué citar, cuánto citar y cómo hacerlo son parte
de las vacilaciones centrales de los estudiantes.
La citación es una segregación de la lectura y, ya dije más arriba, la lec-
tura puede convertirse en una gran enemiga de la escritura. Entonces es
necesario promover una economía positiva: escribir las lecturas, como
diría Barthes (1987). Por eso no debe perderse de vista que en trabajos de
largo aliento como el que demanda una tesis hay que insistir en que los
estudiantes –como todo investigador– deben procurarse algún sistema de
registro documental: cuaderno, libreta, fichas o archivos y capetas digi-
tales. La lectura sólo será productiva si se procesa, se anota, se comenta
y se vuelve materia prima de la tesis bajo los mecanismos de la citación.
Cómo se incorporan las otras voces en el texto: no sólo en relación a las
normas de citación sino, y antes, la citación como estrategia. La cita lite-
ral, la paráfrasis y la alusión, son las formas principales que se utilizan.
Los recién iniciados en esto de escribir textos académicos suelen enredar-
se en el cumplimiento de las normas de citación que, de tanto proliferar
y multiplicarse se han vuelto no convencionales. Pero, a mi juicio, es
necesario poner énfasis en la citación como estrategia: estudiar los me-
canismos retóricos de presentación de citas para que no aparezcan como
apósitos, como adornos, sino que se integren al texto de base y propicien
una textualidad verdaderamente dialógica (Casarin & Irastorza, 2014).

Conclusión
Hasta aquí mi exposición. Confirmo lo que anticipé: se trata más del co-
mentario de un programa para un taller de tesis que una exposición teóri-
ca. Podría, en todo caso insistir en que la alfabetización científico-acadé-
mica, soslayada en la currícula de nuestras universidades, es una situación
que debe revisarse.
En la segunda década del siglo XXI no podemos dejar de insistir en la
importancia que tiene para el mundo del trabajo la formación de lecto-
res y escritores competentes; pero esto se vuelve urgente en el mundo
académico, donde las exigencias de acreditación y graduación pone a los
estudiantes frente al desafío de escribir una tesis. Escribir una tesis, decía

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otro maestro, es un trámite y una oportunidad. El trámite: la obtención del
diploma que certifica que hemos pasado una línea y hemos demostrado
que somos merecedores de ese diploma; la oportunidad: escribir el primer
trabajo importante sobre un tema que nos interesa, que nos apasiona o nos
obsesiona. No es el más importante de los trabajos, decía el maestro, es
el primero.

Referencias bibliográficas:
Barthes, R. (1987). “Escribir la lectura”. En El susurro del lenguaje. Más

allá de la palabra y la escritura (p. 35-38). Buenos Aires: Paidós
Casarin, M. & Irastorza, R. (2014), “La citación en textos científico-aca-

démicos: normas, tradiciones y estrategias”. En Revista Educa-
ción y Desarrollo Social,
8 (1), pp. 180-191

________ (2015). “Viejas competencias, nuevos desafíos del siglo XXI:
leer y escribir en la propia lengua. El caso de la comunicación
científica”. En Alamo, O. (Coord.) Conexiones. Divulgación y
apropiación social del conocimiento en Ciencia y Tecnología.
Políticas Públicas y Ciudadanía
. Villa María, Argentina: EDU-
VIM.

Cassany, D. (1998). La cocina de la escritura. Barcelona: Lumen.
Day, R. (1990). Cómo escribir y publicar trabajos científicos. Washington

DC: Organización Panamericana de la Salud.
Eco, U. (1982). Cómo se hace una tesis. Técnicas y procedimientos de

estudio, investigación y escritura. Buenos Aires: Gedisa.
Montolío, E. (Coord.) (2000). Manual práctico de escritura académica

(vols. I, II y III) Barcelona: Ariel.
Quivy, R. & Van Campenhoudt, L. (1998). Manual de investigación en

ciencias sociales. México, D.F.: Limusa.