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Las Humanidades en la Universidad. La tradición humanística en la Universidad mexicana y
particularmente en la Universidad Autónoma del Estado de México

Las Humanidades en la Universidad. La tradición
humanística en la Universidad mexicana y

particularmente en la Universidad Autónoma del
Estado de México

The Humanities at the University. The humanistic
tradition in the Mexican University and particularly in the

Autonomous University of the State of Mexico

As Ciências Humanas na Universidade. A tradição
humanista da Universidade Mexicana e particularmente da

Universidade Autônoma do Estado do México
René Patricio Cardoso

Universidad Autónoma del Estado de México
E-mail: patriciocardoso@yahoo.com


Resumen

La tradición humanística en la Universidad mexicana y particularmente
en la Universidad Autónoma del Estado de México es un ensayo que
reflexiona sobre diversas concepciones que a lo largo del tiempo se han
formulado sobre el humanismo y el papel que éste juega en la educación
superior, esencialmente en México y particularmente en la Universidad
Autónoma del Estado de México. Partimos de la visión que se impuso en
México y América Latina desde el arribo de los primeros peninsulares,
hasta el florecimiento de corrientes críticas y contestatarias, que han
configurado un programa decolonial que podría ser impulsado en
nuestras propias instituciones educativas; teniendo como meta específica,
contribuir a fortalecer vínculos y la cooperación entre la Universidad
Autónoma del Estado de México y la Universidad de Cuenca.

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Revista Pucara, N.º 30 (39-70), 2020

Palabras claves: Humanismo y Educación; Humanismo y Universidad;
humanismo decolonial.

Abstract

The humanistic tradition at the Mexican University and particularly
at the Autonomous University of the State of Mexico is an essay that
reflects on various conceptions that over time have been formulated
about humanism and the role it plays in higher education, essentially in
Mexico and particularly at the Autonomous University of the State of
Mexico. We start from the vision that was imposed in Mexico and Latin
America since the arrival of the first peninsulars, to the flowering of the
critical and answering currents, which have shaped a decolonial program
that could be promoted in our own educational institutions; having as
a specific goal, to contribute to strengthen bonds and the cooperation
between the Autonomous University of the State of Mexico and the
University of Cuenca.

Keywords: Humanism and Education; Humanism and University;
decolonial humanism.

Resumo

As Ciências Humanas na Universidade. A tradição humanista da
Universidade Mexicana e particularmente da Universidade Autônoma
do Estado do México é um trabalho que reflete várias concepções
que ao longo do tempo foram formuladas sobre humanismo e o
papel que desempenha no ensino superior, basicamente no México e
particularmente na Universidade Autônoma do Estado do México. Nos
partimos da visão que foi imposta no México e na América Latina, desde
a chegada da primeira peninsular, até o florescimento de versões críticas
e de respostas, que moldaram um programa descolonial que poderia
ser promovido a partir de nossas próprias instituições de ensino; tendo
como objetivo específico contribuir para fortalecer os laços e formas de

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particularmente en la Universidad Autónoma del Estado de México

cooperação entre a Universidade Autônoma do Estado do México e a
Universidade de Cuenca.

Palavras-chave: Humanismo e Educação; Humanismo e universidade;
humanismo descolonial.

***

Introducción

Esta invitación me ha causado una gran emoción porque me da la
oportunidad de regresar a la universidad en donde me formé. Estaba
recordando que hace muchos años ya, en este mismo espacio realizábamos
asambleas estudiantiles, hacíamos debates; y aquí nos organizábamos
para salir a las calles. La vida universitaria en esta institución me dio
la oportunidad de ser lo que ahora soy. Tuve la oportunidad de estudiar
Sociología y Filosofía, por lo tanto, esta es mi Alma Mater original.
Pero tengo en mi historia –también- la influencia de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM), que me formó como maestro
y doctor. Durante casi 20 años fui profesor del Colegio de Estadios
Latinoamericanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM; y
finalmente, tuve la suerte de incorporarme como profesor definitivo de
la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de
México (UAEM).

Estas tres instituciones me ponen una gran responsabilidad para
presentarles un trabajo, que pretende ser una revisión profunda
sobre algunos elementos que tienen que ver con el Humanismo y las
Humanidades. Humanismo y Humanidades en los procesos educativos
desde la experiencia mexicana y latinoamericana que contemple
además la experiencia ecuatoriana, como parte de la totalidad de
América Latina.

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Dos observaciones iniciales

La primera es una concepción sobre el tiempo. No concibo el tiempo
como esa estructura lineal de pasado, presente y futuro, pues que pienso
que el tiempo fundamentalmente es una estructura circular, en la cual, el
pasado forma parte del presente mismo. Hace un momento escuché una
alusión a Marx y decía que –para él- el pasado es una losa que pesa sobre
el presente; quiere decir que el pasado está presente en el hoy; no se ha
quedo como un acontecimiento que se fue. Todo pasado se manifiesta de
múltiples formas en el presente y nos abre posibilidades para construir
un futuro; un futuro como expectativa, que también es presente. El futuro
se construye en el presente mirando hacia el pasado. Carlos Marx (1981)
escribió en El 18 Brumario de Luis Bonaparte:

Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a
su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino
bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que
existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las
generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los
vivos. (pp. 404-498)

La segunda cosa que me gustaría dejar en claro es que, el punto de vista
que voy a presentar es mi punto de vista; y si ustedes están de acuerdo, o
si alguno de ustedes está de acurdo, que bueno para mi, y si no están de
acuerdo, mucho mejor todavía. ¿Por qué razón mejor aún? Porque quiere
decir que el pensamiento sobre el humanismo y las humanidades no es
homogéneo, no es monolítico y que existe la posibilidad de discrepar
sobre eso. Y si existe esa posibilidad de discrepar, que no me pidan a
mi, ni les pidan a los que piensan como yo, que nos alineemos a los
pensamientos de grupos que desde estructuras de poder o desde alguna
posición hegemónica nos pretendan imponer su pensamiento.

Quiero agradecer a mis amigas Ana Luz y Cata León, así como a Humberto
Chacón, viejo amigo también; compañeros que están aquí presentes, y

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particularmente en la Universidad Autónoma del Estado de México

a quienes no les voy a decir Sra. Vicerrectora, ni Sr. Decano, porque
estoy en contra del culto a la personalidad. Por ventaja soy su amigo y
les puedo decir Cata, Humberto o Ana Luz. El culto a la personalidad
debe ser combatido, pues es necesario ir deconstruyendo relaciones de
poder que nos impiden pensar libremente. En general, puedo decir que
la reverencia a quienes detentan el poder nos castra la posibilidad de
un pensamiento autónomo, como parte de la construcción de un nuevo
proyecto de humanidad.
Quisiera decir también, que las humanidades tienen que ser eminentemente
subversivas. Deben subvertir todos los órdenes posibles y en todos los
espacios a su alcance; porque lo humano es esencialmente transformador;
ahí radica la posibilidad real de construir unas humanidades y un
humanismo para el siglo XXI.

La tradición humanística en la Universidad Mexicana

El presente trabajo es un breve recorrido por el difícil camino que han
recorridos las humanidades en la universidad mexicana, y particularmente
en la Universidad Autónoma del Estado de México, donde se encuentra
la Facultad de Humanidades.

Naturalmente que, para llegar a este momento, tendremos que referirnos
al origen de la universidad mexicana, mismo que se remonta al 21 de
septiembre de 155 cuando fue fundada la Universidad Real y Pontifica
de México, en el entonces Virreinato de la Nueva España; pero no nos
detendremos ahí, aunque habría que hacer una reflexión: ¿Qué había
antes del 21 de septiembre de 1551 en estas tierras que hoy se pueden
conocer como Abya Yala? ¿Había acaso, un vacío territorial con un vacío
de pensamiento? ¿Existía un vacío de cultura?; si la respuesta es negativa,
¿qué pasó con esa herencia que nos legaron las culturas de los pueblos de
Abya Yala? Dicho legado no fue incorporado en lo que se constituyó la
tradición de las humanidades en la real y pontificia universidad, y como
hemos dicho, es el antecedente de lo que hoy es la Universidad Nacional

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Autónoma de México (UNAM). Debemos reconocer, sin embargo, que,
si bien es cierto, el legado de las culturas de nuestros pueblos originarios,
no estaban en su origen, sí están presentes hoy, y seguirán en el futuro.

Haremos un recorrido por la universidad mexicana después de la
declaratoria de independencia nacional en septiembre de 1821, poniendo
atención a las posteriores reformas de Benito Juárez y al empuje
que le dio Gabino Barreda, orientado por el pensamiento positivo
de Augusto Comte, visión que entró en crisis junto al gobierno de
Porfirio Díaz. Señalaremos algunas ideas en torno al papel que jugó
el Ateneo de la Juventud, y especialmente al que desempeñó José
Vasconcelos en el desarrollo de la educación y la universidad mexicana;
hechos trascendentales para el desarrollo del humanismo en México,
reconociendo su influencia profunda en la universidad latinoamericana,
en la universidad ecuatoriana y por supuesto, en nuestra universidad, la
Universidad de Cuenca.

En 1910, Justo Sierra funda la Universidad Nacional de México, pero fue
el 22 de mayo de 1929 cuando Emilio Portes Gil decreta la autonomía de
la Universidad, convirtiéndose en la Universidad Nacional Autónoma de
México. Con Vasconcelos se consolida la UNAM, él fue quien formuló
su lema: “Por mi raza hablará el Espíritu”. Este lema, que me ha causado
conflicto, pues unos dicen que el lema completo sería: Por mi raza
mestiza hablará el espíritu universal, pero otras versiones sostienen que
el lema fue: Por mi raza hablará el Espíritu Santo.

Haremos mención de los acontecimientos del 68, la huelga estudiantil de
1999, para detenernos en las formulaciones actuales y las perspectivas
que las humanidades tienen en la universidad mexicana, a partir de las
propuestas de la IV Transformación del presidente López Obrador y los
cambios que se realizan a la Constitución mexicana en esta materia,
cambios impulsados por las Facultades de Filosofía y Humanidades, la
Asociación Filosófica de México y el Observatorio Filosófico de México
entre otras instituciones educativas del país.

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particularmente en la Universidad Autónoma del Estado de México

Particularmente, abordaremos la historia de la Universidad Autónoma
del Estado de México, desde que fue fundado el Instituto Científico
y Literario, hasta los últimos cambios realizados en la Facultad de
Humanidades de la UAEM y concretamente en su licenciatura en
Filosofía. Para concluir señalando algunas pautas para la discusión del
futuro de las humanidades en nuestras universidades y específicamente
una propuesta para establecer mayores relaciones de cooperación
académica entre la Universidad Autónoma del Estado de México y la
Universidad de Cuenca.

El Humanismo y las Humanidades en la Universidad

Para hablar sobre las humanidades en la universidad, es necesario, en
primera instancia, reflexionar sobre el humanismo. Concepto-categoría
que a lo largo de nuestra historia a desempeñado un papel fundamental en
las distintas sociedades y que, a pesar de su trascendencia -o posiblemente
por ella-, no ha estado exenta de complejos debates sobre su sentido y
comprensión.

Planteamos, en primer lugar, un conflicto metodológico. ¿Cómo y
desde dónde pensar el humanismo? ¿Cómo y desde dónde pensar las
humanidades? Si pensamos, por ejemplo, desde la Sorbona de París,
o si pensamos desde la UAEM, o si lo hacemos desde la Universidad
de Cuenca, vamos a tener conclusiones distintas, porque ecuatoriano
desde Cuenca, es diferente de lo mexicano desde Toluca; y porque
ambos son distintos a lo francés. Los problemas de los parisinos son
suyos, y los de los cuencanos son nuestros, aunque mucho podamos
compartir con ellos.

Como decía Martí, no podemos resolver nuestros problemas con las
ideas de Paris; por lo tanto, el humanismo que debemos producir es un
humanismo sobre nuestras propios experiencias y necesidades. Es falso
sostener que lo humano es universal; lo humano no puede universal

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porque los sujetos que constituyen esa humanidad somos de carne
y hueso, somos distintos, estamos en distintos lugares, y pensamos y
sentimos diferente.

Por ejemplo, al preparar este escrito, recordé un trabajo de Gabriel Méndez
Plancarte, (1945) Los Fundadores del Humanismo Mexicano, donde
afirma que: […] el humanismo grecolatino es una de nuestras más hondas
y fecundas raíces, uno de los elementos vitales y específicos que han
plasmado nuestra fisonomía espiritual y han contribuido a formar lo que
bien podemos, sin rústica jactancia, llamar la cultura mexicana. (p. 242)

Y en el Índice del Humanismo Mexicano –dice-, “me atreví́ a esbozar un
panorama del no interrumpido desarrollo de esa tradición humanística en
México, desde el siglo xvi hasta nuestros días”. (Méndez, 1944, p. 47).
Por supuesto que muchos estarán de acuerdo con afirmaciones de este
tipo, pero muchos otros no compartiremos dicha forma de pensar. Para
nosotros, la posibilidad de avanzar en la construcción de un humanismo
como categoría y concepto contemporáneo, como una forma de entender
el mundo parte del desacuerdo con dicha tradición. Que pueden estar
establecidos en nuestras universidades, que pueden formar parte de
nuestras normas y que pueden incluso formar parte de nuestras leyes,
no garantiza la certeza y universalización de aquellos conceptos. Hay
que subvertir esas formas de pensar, aunque subvertirlas implique,
incluso arriesgarse. Muchos han sido expulsados de las universidades en
distintos tiempos por pensar distinto a los regímenes. Un ejemplo podría
ser lo sucedido en 1968 en México.

Orígenes de la Universidad Mexicana

El 21 de septiembre de 1551, por Cédula Real de Felipe II, sobre lo que
hoy son los vestigios arqueológicos de la vieja México –Tenochtitlan,
se fundó la Real Universidad de México, aunque no fue inaugurada
sino hasta el 25 de enero de 1553, inspirada en las tradiciones de las
universidades medievales; con cuatro facultades mayores: Teología,

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particularmente en la Universidad Autónoma del Estado de México

Cánones, Leyes y Medicina; y una facultad menor, la de Artes;
además, se impartían clases sueltas de lenguas indígenas, astrología
y otras. A la Real Universidad de México se le agregó el calificativo
de Pontificia, en 1559, gracias a una Bula del Papa Clemente VIII,
constituyéndose como la Real y Pontifica Universidad de México,
la que con no pocos esfuerzos permanecería abierta hasta el 30 de
noviembre de 1865, fecha en la que fue cerrada por disposición de
Maximiliano de Habsburgo.1 La universidad copió lo administrativo
de la Universidad de Bolonia y lo educativo, de la Universidad de
Paris; con una metodología didáctica tradicional, medieval-escolástica.
(Escuela Cima, s/f.)

En la Real y Pontifica Universidad de México se formaron teólogos y
algunos miembros de la burocracia novohispana. (Marsiske 2006) Las
universidades en México, como todas aquellas que se crearon durante
la época colonial, tenían una función básica: contribuir a la creación
de las mejores condiciones ideológicas para favorecer la dominación
ideológica de los pueblos originarios de lo que hoy se reivindica como
Abya Yala. En una reseña de Graciela Bellón al libro titulado La
universidad de México. Un recorrido histórico de la época colonial
al presente
, (Marsiske, 2006) señala que, durante el periodo colonial,


[…] la Universidad jugaría un papel clave en el eje que

quería la Corona para la Universidad: además de encargarse de la
educación de los naturales de la tierra y de los hijos de los españoles,
debía procurarse que la evangelización de los indios estuviera a cargo
del clero secular, por lo cual se requirió que los clérigos se formaran
en la Universidad para poder consolidar a la nueva iglesia. (p.18)

1. El 28 de octubre de 1538, mediante la bula papal In Apostolatus Culmine,
se fundó en Santo Domingo la Universidad de Santo Tomás de Aquino, aunque no recibió
el reconocimiento oficial del Reino de España hasta 1558; esta universidad adoptó el
modelo la Universidad de Alcalá de Henares. La Cédula Real del 12 de mayo de 1551
creó la Universidad de San Marcos de Lima, que a la postre fue conocida como “Real y
Pontificia Universidad de la Ciudad de los Reyes de Lima”.

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Estas prácticas educativas llevaban aparejado el combate a todo lo que la
Iglesia denominaba paganismo y herejía. En ejemplo de lo dicho fue el
acto de barbarie cometido por el franciscano Diego de Landa, obispo de la
arquidiócesis de Yucatán el 12 de julio de 1562 con el denominado Auto
de fe de Maní
.2 Sin embargo, es necesario resaltar que en este período
contamos con destacados humanistas de la talla de Fray Bartolomé de las
Casas, Vasco de Quiroga, o Fray Juan de Zumárraga, entre otros. De las
Casas que se destacó por la famosa controversia con Ginés de Sepúlveda,
en torno a la naturaleza de los indios; polémica que a juicio de Enrique
Dussel constituye el inicio de la modernidad, desde América Latina. Es
el primer momento en el que se empieza a discutir sobre la naturaleza de
los indios, tema que dista mucho de ser clerical.

Juan de Zumárraga, uno de los fundadores del Colegio Imperial de Santa
Cruz (1536), se consagró a la educación superior de los indígenas, marchando
en contracorriente de la época. Digamos de paso que es una equivocación
referirse a los habitantes de estas tierras como indios o indígenas, aunque
Colón haya pensado que llegaba a las Indias Occidentales; pero no solo
por eso, sino porque existía la necesidad de eliminar la cultura de estos
pueblos, y esto se conseguía dándoles un calificativo que los homogenice,
haciendo que todos tengan la misma característica, la misma naturaleza,
la misma humanidad: bárbaros, que se enfrentaban a la civilización. Pero
como la prosperidad económica del virreinato dependía de que se garantice
a los españoles una posición privilegiada, por encima de los indígenas,
las autoridades virreinales retiraron el apoyo económico al Colegio de
Tlatelolco y ordenaron que ya no se impartieran clases de humanidades
y teología, para quedarse solamente con la enseñanza del catecismo a los
niños indígenas. (Rojas, 2016, p.436)

Un intento importante de reconfigurar el humanismo pontificio y real
que imperaba en la época se produjo a partir de 1572, con la llegada de la

2. El auto de fe de Maní ocurrió en la provincia de Yucatán, México, el 12 de
junio de 1562 y consistió en la quema de un número considerable de imágenes de culto,
objetos sagrados y códices de la cultura maya.

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particularmente en la Universidad Autónoma del Estado de México

Compañía de Jesús a la Nueva España, que puso nuevamente en evidencia
el dilema planteado desde los primeros años de conquista: priorizar la
educación indígena o mejorar el nivel cultural de los criollos. A decir
de Rojas Galván, (2016) “la educación humanista que impartieron los
jesuitas desde su arribo a la Nueva España, hasta su expulsión en 1767,
facilitó, por un lado, la integración social, y por otro, la promoción social
de los que formaban parte de grupos sociales populares”. (p. 439)

En 1778 fue abierta la Real Escuela de Cirugía y en 1792 el Real Colegio
de Minería. Dos años más tarde fue establecida la Academia de San Carlos,
para el estudio de las Bellas Artes. Este es un programa del crecimiento
de las humanidades en la universidad mexicana. No se pretendía en ese
momento establecer la facultad de humanidades, pero estaban definiendo
programáticamente lo que constituía para ese momento las humanidades.

El Positivismo y su repercusión en América Latina

El positivismo, durante el siglo XIX jugó un papel crucial para el
desarrollo de las humanidades en toda Latinoamérica; y podemos decir
que el cultivo y la difusión de cierto humanismo, en la Nueva España, por
ejemplo, como en toda América Latina, no se modificó significativamente
hasta bien avanzado el siglo XIX.

Después de la escolástica, -dice Leopoldo Zea (1976)-
ninguna otra corriente filosófica ha llegado a tener en Hispanoamérica
la importancia que tuvo el positivismo. Por lo que se refiere a la
escolástica, su arraigo y vigencia dependieron de la concepción que
sobre el mundo y la vida tuvieron los pueblos que conquistaron y
colonizaron esta parte de América (p.77)

A inicios del siglo XIX, México atravesaba por un proceso de definiciones
importantes, pues recién se había incorporado a la vida independiente.
Los cambios impulsados desde el Grito de Dolores (1810) hasta

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septiembre de 1821, cuando el Ejército Trigarante bajo el mando de
Agustín de Iturbide entró triunfante en la ciudad de México no cubrieron
las expectativas anheladas. La independencia no se consolidó en toda su
magnitud. El mismo Iturbide, que había participado en las luchas por la
independencia de México años atrás, -1822- fue proclamado y coronado
emperador, con el nombre de Agustín I, aunque abdicó en marzo de 1823.
Desde ese momento, hasta finales del siglo, la inestabilidad política en el
país fue una de sus principales características.

Esta circunstancia sirvió para que muchos historiadores plantearan
que, si habíamos logrado la independencia política, había que luchar
por la independencia mental. Independencia mental que no quería
decir asimilémonos de lo europeo; quería decir: reconozcámonos como
sujetos productores de identidad, como sujetos productores de cultura,
como sujetos productores de humanismo, y desde esta parte de la tierra
presentémonos al mundo como lo que somos. El nuestro humanismo,
desde esa perspectiva tenía que ser anticolonial, tenía que ser anticlerical,
y estar en contra de las distintas formas de dominación que imperaban es
la época. Debía, por tanto, incorporarse a los procesos de liberación de
todos los sujetos, hombres y mujeres, en todos los espacios de la vida de
América Latina, lo que incluye la educación y las universidades.

Fue con Benito Juárez que México adquirió cierta estabilidad política;
y también con él, un conjunto de transformaciones impulsadas por las
Leyes de Reforma. Él fue quien en 1867 nombró a Gabino Barreda como
director de la Escuela Nacional Preparatoria y desde ese momento, Barreda
y el positivismo fueron ganando espacio en la educación mexicana hasta
convertirse en los pilares centrales de la educación mexicana. Al concluir
su conocido discurso Oración Cívica (1867) Barreda dijo: “que en
adelante sea nuestra divisa libertad, orden y progreso; la libertad como
medio; el orden como base y el progreso como fin …”. (p. 18)

Con Juárez, dice Gabriel Vargas Lozano, (s/f) inicia en México el
proceso de construcción de la modernidad, apoyándose en las ideas de

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la Ilustración: el liberalismo y el positivismo; especialmente en los tres
grandes pensadores que influyeron en la educación, en la política y en la
ideología en México y América Latina: Augusto Comte (1798-1857); John
Stuart Mill (1806-1873) y Herbert Spencer (1820-1903). “Precisemos
que los tres autores mencionados comparten las concepciones básicas del
positivismo, pero tienen entre sí posiciones encontradas sobre diversos
temas como sería su concepción de la sociedad”. (p.1)

Tanto la escolástica como el positivismo se empeñaron en negar la
existencia o valides de concepciones, prácticas y tradiciones de pueblos
que habitaron Abya Yala, anteriores a 1492. Pareciera que no existía nada
antes de Colón. Sin embargo, multitud de prácticas y cosmovisiones
permanecieron ocultas y en la resistencia; no han desaparecido versiones
del humanismo que practicaban nuestros pueblos originarios; esas
cosmovisiones viejas en las cuales, la idea de la circularidad del tiempo
ya estaba presente.

Del positivismo latinoamericano podríamos destacar figuras como
Gabino Barreda (1820-1881) en México, Enrique José Varona (1849-
1933) en Cuba, Belisario Quevedo (1883-1921) en Ecuador, José Enrique
Rodó (1871-1917) en Uruguay, José Victoriano Lastarria (1817-1888)
en Chile, o José Ingenieros (1877-1925) en Argentina, por mencionar
algunos. Esta corriente posibilitó un eficiente combate a la Escolástica;
filosofía que había predominado en América Latina durante siglos.
Gracias a ideas como éstas, se logró arrebatarle a la Iglesia Católica
el monopolio de la educación, la cual pasó a ser obligación del nuevo
estado laico. Por otro lado, se buscaba en la educación estatal un carácter
científico y universal.

El positivismo argumentaba que la verdadera libertad no puede consistir
más que en la sumisión racional a las leyes de la naturaleza, y que los
fenómenos del mundo debían verse como sucesos regulados por leyes
universales. Postulaba que el conocimiento científico debe basarse en los
hechos comprobados por la experiencia; siendo esto válido tanto para los

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fenómenos de la naturaleza como los de la sociedad. Pero no se habían
dado cuenta que, muchas veces nuestros propios sentidos nos engañan, por
ejemplo, la visión: cuando en las noches estrelladas miramos las cielo, no
nos damos cuenta que no estamos viendo las estrellas, creemos que las
estamos viendo, pero es la luz que esas viejas estrellas nos mandaron lo que
vemos, y cuando su luz llega a nuestra retina pensamos que en ese momento
ellas están en aquel lugar que las miramos. No es cierto que cuando uno
mire las estrellas ellas ahí están. El sol que es la más cercana de las estrellas
está a ocho minutos de distancia de tiempo de cuando lo miramos.

Una de las tesis centrales del positivismo dice que para cualquier tipo
de conocimiento válido existe solamente una posibilidad: utilizar el
método científico, que en lo fundamental se basa en la observación,
la experimentación y/o la comprobación de los hechos. El positivismo
postulaba que la realidad tiene un orden único que tiende al progreso;
y, que dicho progreso debe alcanzarse sin destruir el orden establecido.
Afirmaba también que el verdadero conocimiento, el conocimiento
científico es atemporal, pero tiene valor universal. Sin embargo, como
afirma Leopoldo Zea (1985), el positivismo, más bien fue utilizado como
instrumento para consolidar el poder de un grupo político-social en su
pugna con otros grupos; y aunque en sus inicios estuvo vinculado al
nombre de Juárez, en México es imposible desligarlo del porfirismo y el
grupo político de los científicos.3

En 1878, cuando apenas asumía el poder el general Porfirio Díaz, surgió
en la capital mexicana un nuevo grupo político que se manifestó en el
periódico La Libertad; que tenía como lema central “orden y progreso”.
El Nuevo grupo se autodenominó conservador-liberal; para ellos su meta
era la libertad, pero con métodos conservadores; es decir, se oponían a
los métodos revolucionarios y apostaban por la evolución.

3. Entre los “científicos” más destacados que se integraron al gobierno de
Porfirio Díaz en el último período, podemos mencionar a: José́ Ives Limantour, Justo
Sierra, Pablo Macedo, Miguel Macedo, Joaquín Diego Cassasús, Ramón Parra y otros.

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particularmente en la Universidad Autónoma del Estado de México

El orden que postula La Libertad consistía en eliminar de una vez
por todas la anarquía, que según ellos había caracterizado el período
liberal, al amparo de la constitución de 1857. Justo Sierra, el mismo
que había colaborado con Benito Juárez, aunque más tarde adoptó
posiciones conservadoras, llegando a ser Subsecretario de Instrucción
Pública y posteriormente Secretario de Instrucción Pública y Bellas
Artes, refiriéndose a los constituyentes del 57, afirmó lo siguiente:


Nuestra ley fundamental, hecha por hombres de raza latina,

que creen que una cosa es cierta y realizable desde el punto de vista de
que es lógica; que tienden a humanizar bruscamente y por la violencia
cualquier ideal; que pasan un día del dominio de lo absoluto al de lo
relativo, sin transiciones, sin matices y queriendo obligar a los pueblos
a practicar lo que sólo resulta verdad en las regiones de la razón pura;
estos hombres, quizá nosotros somos de ellos, que confunden el cielo
con la tierra, nos hicieron un código de alianza elevado y noble, pero en
el que todo tiende a la diferenciación, a la autonomía individual llevada
a su máximo, es decir, al grado en que parece cesar la acción de los
derechos sociales y todo se convierte en derechos individuales. (Citado
en Zea, 1976 p. 155)

Justo Sierra postuló un nuevo orden que limitaba las libertades del
pasado. En este afán se configuró lo que se denominó tiranía honrada,
misma que se iba a encarnar en el gobierno del general Porfirio
Díaz, quien llega al poder el 26 de noviembre de 1876, después de
levantarse en armas contra el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada.
Con Díaz empezaba la era de los científicos, pero al mismo tiempo,
el surgimiento de la reacción antipositivista concretada en el Ateneo
de la Juventud.

Uno de los principios que Sierra defendió para la fundación de la
Universidad Nacional fue el principio de laicidad. En su argumento ante
los diputados, Sierra expuso lo siguiente:

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Una Universidad es un centro de donde se propaga la ciencia,
en que se va a crear ciencia; ahora bien, señores diputados, la ciencia
es laica, la ciencia no tiene más fin que estudiar fenómenos y llegar a
esos fenómenos últimos que se llaman leyes superiores. Si la ciencia
es laica, si las universidades se van a consagrar a la adquisición de
las verdades científicas, deben ser, por la fuerza misma del término,
instituciones laicas. (Citado en Valadés, 2014, p. 437)

La Universidad Nacional Autónoma de México fue fundada el 22 de
septiembre de 1910, dando cumplimiento al decreto del 26 de mayo, que
formalizaba su Ley Constitutiva presentada por Justo Sierra. Con esa
ley, las escuelas de Bellas Artes, Nacional Preparatoria, de Ingenieros, de
Medicina y de Jurisprudencia pasaron a formar parte de la Universidad.
También se creó la Facultad de Altos Estudios, con la Sección de Ciencias
Exactas, Físicas y Naturales.

En 1929, se incorpora la Escuela Nacional de Medicina Veterinaria,
la Dirección de Estudios Biológicos, con el nombre de Biología; el
Observatorio Nacional, y el Departamento de Exploraciones y Estudios
Geológicos, con el nombre de Instituto de Geología; se crea la Facultad
de Comercio y Administración, y la Escuela Nacional de Jurisprudencia,
al mismo tiempo que cambia de nombre a Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales, funda su Sección de Economía. El 6 de junio de este año se
estatuye la autonomía universitaria. (Bautista, 2008).

La Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM se fundó en 1924,
teniendo como antecedente a la Escuela Nacional de Altos Estudios de
la Universidad fundada en 1910. Su objetivo desde un principio fue:
prolongar el legado histórico de la cultura humanística, a más de impulsar
la reflexión crítica sobre temas relacionados con el pensamiento, la
educación y la creación artística.

En 1934, adquirió el nombre de Facultad de Filosofía y Bellas Artes y
quedó conformada por la Escuela Nacional de Arquitectura, la Escuela

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Las Humanidades en la Universidad. La tradición humanística en la Universidad mexicana y
particularmente en la Universidad Autónoma del Estado de México

Nacional de Artes Plásticas, la Escuela de Filosofía y Letras y la Escuela
Superior de Música. En 1936, la facultad cambia su nombre y fue
conocida como Facultad de Filosofía y Estudios Superiores. En 1938
retoma el nombre de Facultad de Filosofía y Letras.

Crisis del positivismo mexicano y el Ateneo de la Juventud

El positivismo entró en crisis justamente por su formulación
epistemológica que dejaba fuera del espacio lo humano, la cultura se
quedaba sin cabida, porque no había como verificar empíricamente
lo que los humanistas estaban pensando. Fue cuando el Ateneo de la
Juventud, constituido por un grupo de intelectuales, cuestionaba el
positivismo; pero lo cuestionaba porque era un reclamo existencial; no
era un cuestionar sin sentido. Fundamentalmente porque el positivismo
les había dejado fuera de la historia y todos los sujetos, todos los grupos
humanos necesitan encontrar en la historia su momento, porque eso les
da vida. Y porque la vida, como plantea el Sumak Kawsay es el elemento
que nos hace avanzar hacia un futuro con sentido.

Hay mucha información sobre el Ateneo, por lo que no vamos a
detenernos en esto. Nos referiremos más bien a Vasconcelos, un personaje
muy importante en la historia de la cultura latinoamericana; él postulaba
que la universidad estaba obligada a comprender que el Espíritu es la
máxima expresión de la Raza cósmica, la Raza universal. Pensaba que
todas las razas que existieron a lo largo de la historia de la humanidad
iban a dar lugar a una raza superior, una raza síntesis de las demás, que
era el futuro de la humanidad. Naturalmente, no se había dado cuenta
que dicha forma de pensar eliminaba la diversidad, y ponía en peligro el
futuro de la humanidad, pues pensaba en una raza hegemónica.

En otro ámbito de cosas, Vasconcelos se da cuenta de las grandes
diferencias entre México y Estados Unidos, y concluye que México
está atrasado, que deberíamos ir hacia el progreso, por lo que propone
un proyecto educativo que se adelante en el tiempo. De ahí nació la

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Revista Pucara, N.º 30 (39-70), 2020

Universidad Nacional Autónoma de México, en la cual, años mas
tarde se integraría el Colegio de Estudios Latinoamericanos, espacio
dónde germinarían los aportes que hoy conocemos como la Historia de
las Ideas, corriente tan amplia, de la cual muchos de quienes estamos
aquí, hemos participado. La historia de las Ideas significó un viraje
epistemológico que permitió construir nuevos espacios para el desarrollo
de las humanidades. Espacios que repercutieron de forma importante en
toda América Latina, y no solo en América Latina, sino en Europa y
el mundo entero. Y nuestra facultad, la facultad de Filosofía empezó a
estudiar historia de las ideas, yo mismo en estas aulas conocí a Leopoldo
Zea; tuve la oportunidad de ser alumno suyo en el Colegio de Estudios
Latinoamericanos de la UNAM y tuve la posibilidad de comprender que
el pensamiento latinoamericano, entre otras corrientes del pensamiento.

Regresando un poco al positivismo. El positivismo en México –dice
Zea, (1968)- fue combatido duramente por distintos grupos políticos y
religiosos; pero hubo uno, formado en su propio seno. “Se trata de un
grupo de jóvenes que se sintieron estrechos dentro de la filosofía que
los había inculcado. […] Se trata de una generación de autodidactas, de
hombres que tuvieron que buscar fuera de la circunstancia cultural en
que se encontraban una nueva forma de sentir la vida. Este grupo fue el
de la generación llamada del Ateneo de la Juventud”; pero como dice
más tarde, no se trataba solamente de una generación, sino de una nueva
generación de la cual era expresión la del Ateneo. (p. 29)

El Ateneo surge en un momento clave de la historia de México;
por un lado, el gobierno de Porfirio Díaz entraba en su fase final, y
por otra, se estaban consolidando las condiciones que harían posible
la Revolución Mexicana. Además, aparece cuando la propia doctrina
estaba en decadencia, pues dejó de ser la filosofía del progreso suponer
que éste ya se había alcanzado. Una vez alcanzados los fines perseguidos,
dice Zea, la teoría se convirtió en algo muerto: ya no había problemas
que resolver, todo había sido resuelto por el método, tal como lo había
enseñado a practicar Gabino Barreda (Zea, 1968, p. 434).

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Las Humanidades en la Universidad. La tradición humanística en la Universidad mexicana y
particularmente en la Universidad Autónoma del Estado de México

Todo lo que no podía ser explicado por el método positivo era rechazado
por metafísico; de este modo, las manifestaciones del espíritu humano, así
como todos los ámbitos de la cultura perdieron sentido; principio contra el
cual los ateneístas se revelaron, a tal punto que como dice García (1922),
“el interés de los ateneístas terminó en descubrimiento de las humanidades
y la filosofía” que prácticamente había desaparecido. “Modernismo
literario y antipositivísmo filosófico, agrega eran interpretados por muchos
intelectuales de la época como manifestaciones de una misma tendencia
histórica general, caracterizada por la vuelta a los valores espirituales y
estéticos, a la que se denominó «renacimiento idealista»” (p. 3)

Los ateneístas pensaban que con ellos se habría una nueva etapa del
pensamiento en México; y aunque no necesariamente estuvieron vinculados
con la oposición al gobierno de Díaz, Vasconcelos buscó integrarse
al grupo con el nuevo régimen, “poniendo en paralelo la «revolución
antipositivista» del Ateneo con la «revolución anti porfirista» de Madero”.
Entre los personajes más destacados, lo que no resta importancia de otros,
podemos señalar a Alfonso Reyes, Antonio Caso, José Vasconcelos y
Pedro Henríquez Ureña. También podemos recordar a Jesús T. Acevedo,
Alfonso Cravioto, Diego Rivera, Ángel Zárraga e Isidro Fabela.

José Vasconcelos fue un destacado intelectual que aportó mucho a
la trasformación de la educación mexicana, sus aportes rebasan los
realizados en el Ateneo de la Juventud y su apoyo político a Madera,
en tiempos difíciles para el país. En el gobierno del presidente interino
Adolfo de la Huerta fue nombrado Rector de la Universidad Nacional de
México; y en el de Álvaro Obregón, Secretario de Instrucción Pública,
en cuyo ejercicio realizó la primera reforma educativa de grandes
dimensiones después de la Revolución Mexicana. En 1921 contribuyó a
la fundación de la Secretaría de Educación Pública.

Pensaba que había que reconocer lo mexicano, estudiarlo y difundirlo;
y a partir de ello construir un esquema de educación propio, sin copiar
modelos extranjeros, tanto en organización escolar, contenidos y

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Revista Pucara, N.º 30 (39-70), 2020

métodos educativos. La educación, para él, debía devolver la confianza a
los mexicanos y abandonar el complejo de inferioridad. Imaginario que
habría que ponerlo en duda.


Vasconcelos –dice Josefina Vásquez (1970)- veía con una

gran claridad los múltiples aspectos del problema mexicano: educación
indígena para asimilar la población marginal; educación rural para
mejorar el nivel de vida del campo mexicano; educación técnica para
elevar el de las ciudades; creación de bibliotecas; publicación de libros
populares; popularización de la cultura, etc. (p. 138)

Haciendo una síntesis de los aportes de Vasconcelos a la educación y las
humanidades en México, el colombiano Javier Ocampo López (2005)
escribe los siguiente:


En la Historia de la Educación Iberoamericana, el humanista

y educador José Vasconcelos, es el filósofo del nacionalismo y de la
iberoamericanidad, en un pueblo mestizo producto del hibridismo de
tres pueblos y culturas. En su obra educativa en el primer lustro de la
Década de los Veinte en México, se propuso hacer de la escuela una
casa del pueblo y del maestro un líder de la comunidad. Después de
la Revolución Mexicana, Vasconcelos fortaleció la identidad del país
azteca y en su pensamiento y acción educativa se propuso señalar a los
mexicanos y a los iberoamericanos que el estímulo a la educación es
el único camino para superar la crisis nacional y alcanzar la meta del
desarrollo y progreso de estos países. Su gran gestión en la Universidad
Nacional de México y en la Secretaría de Instrucción Pública, que lo
llevó a elevar el nivel educativo y cultural del pueblo mexicano, lo
convirtió en el ejemplo para los estadistas y educadores en este pueblo
de Iberoamérica que transmite hacia el futuro la esencia de una “Raza
cósmica”, síntesis de la cultura universal. (p.159)

Aunque hoy podríamos estar en desacuerdo con muchas de las cosas
que escribió Vasconcelos, no podemos desconocer que fue un aporte

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Las Humanidades en la Universidad. La tradición humanística en la Universidad mexicana y
particularmente en la Universidad Autónoma del Estado de México

fundamental a la presencia de las humanidades en la educación mexicana.
Sin embargo, es indispensable señalar que en esta misma dirección
abonaron otros procesos históricos, reconfigurando las visiones que
sobre el humanismo y las humanidades se han tenido. Nos referiremos
rápidamente a algunos procesos.

Los movimientos estudiantiles del 68 y de 1999 en México

El Movimiento del 68 en México de gran envergadura, que transformó la
vida social y política del país, a tal punto que podríamos decir que uno era
el México antes de 1968 y otro el posterior. Dicho movimiento buscaba
un cambio profundo en la vida política y social del país; pugnaba por
mayores libertades civiles y políticas, y la disminución de tan grandes
desigualdades que caracterizaban al México de la época. Buscaba la
libertad de los presos políticos, la disminución del autoritarismo político
ejercido durante años por el partido en el poder; y contó con la amplia
participación del movimiento estudiantil, destacándose la Universidad
Nacional Autónoma de México, El Instituto Politécnico Nacional, La
Universidad Autónoma de Chapingo, la Michoacana de San Nicolás de
Hidalgo, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, la Escuela
Nacional de Antropología e Historia, entre otras Universidades públicas
y privadas.

Los estudiantes realizaron durante varios meses un conjunto de
manifestaciones de protesta por la situación política del país, en solidaridad
con la Revolución cubana y aspectos puntuales como la la derogación de
los artículos 145 y a45 bis del Código Penal Federal, que instituían el
delito de disolución social; la destitución de los jefes de policía, etc. Sin
embargo, la intolerancia política del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz y
la rigidez del sistema político, condujeron a la masacre del 2 de octubre,
en la que murieron un número indeterminado de personas, que según
diversas fuentes podrían situarse alrededor de las 3.500, aunque Díaz
Ordaz reportó al día siguiente la muerte de solo 26 personas.

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Revista Pucara, N.º 30 (39-70), 2020

Los acontecimientos del 68 sacudieron la conciencia moral de todo el
país, impactaron en el continente y repercutieron a escala mundial, por lo
que se convirtió en un suceso que contribuyo a la transformación política
de México

Los acontecimientos de 1999 en la Universidad Nacional

El 15 de marzo de 1999, el Consejo Universitario de la UNAM, presidido
por su rector el Dr. Francisco Barnés de Castro, aprobó la reforma al
Reglamento General de Pagos, con lo que se imponía el alza de las
cuotas de la UNAM; acto que fue considerado por los estudiantes como
un paso hacia el proceso de privatización de la enseñanza universitaria,
aspiración que había sido defendida durante años por los estudiantes,
junto a la autonomía universitaria. La medida del rector Barnés se
inscribía en el sistema político autoritario y en las nuevas políticas que
en el campo educativo debía realizar el gobierno de México para estar
en sintonía con el Tratado de Libre Comercio, que el gobierno de Carlos
Salinas había firmado en 1992 y que entró en vigor el 1 de enero de 1994.

La huelga estudiantil en contra de la reforma del Reglamento General de
Pagos o simplemente alza de las cuotas de estudio, inició el 20 de abril
de 1999, pero no solo se limitó a la abrogación del RGP, sino que buscó
la recuperación del pase automático, eliminado en 1997; la propuesta de
un Congreso democrático y resolutivo; el desmantelamiento del aparato
represivo establecido por las autoridades universitarias; la ruptura
definitiva de la UNAM con el CENEVAL (Centro Nacional de Evaluación
para la Educación Superior A.C.), con todas sus implicaciones; y, la
libertad de todos los presos políticos.

La intransigencia de las autoridades universitarias, su falta de disposición
al dialogo, entre otros elementos, desencadenaron una huelga general
que duró hasta el domingo 6 de febrero del 2000, cuando, por órdenes
del presidente de la República, Ernesto Zedillo Ponce de León, la Policía

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Las Humanidades en la Universidad. La tradición humanística en la Universidad mexicana y
particularmente en la Universidad Autónoma del Estado de México

Federal Preventiva ingresó a la Universidad Nacional, detuvo a más de
700 estudiantes y la intervinieron hasta el 23 de abril de dicho año. (Des-
informémonos, 2019)

La creación del Colegio de Estudios Latinoamericanos

En el proceso de la recuperación del pensamiento latinoamericano, como
fundamento de una perspectiva política y metodológica distinta, se encuentra
la creación de instituciones que trascienda lo estrictamente nacional y
adquieran una proyección internacional. Estas instituciones, gracias a su
práctica intelectual y académica, sirvieron de eslabones para la toma de
conciencia de nuestra latinoamericanidad, y sin señalarlo expresamente,
como un paso importante en el camino de búsqueda de la decolonialidad,
bajo el impulso de intelectuales de la talla de Pablo González Casanova
y Leopoldo Zea. Precisamente Zea, (1977) refiriéndose a este proceso y
particularmente a la creación del Centro Coordinador y Difusor de Estudios
Latinoamericanos – CCyDEL- de la UNAM, dice lo siguiente;

El Centro (CCyDEL) -dice- es una vieja idea que surgió en
1945, cuando me fui en un viaje por toda América Latina para escribir
un libro que hoy lleva el título de El Pensamiento Latinoamericano.
En esa ocasión tuve la oportunidad de conocer a varios pensadores y
filósofos con las mismas inquietudes: Francisco Miró Quesada, José
Luis Romero, Cruz Costa, Arturo Ardao y otros, con los cuales se formó
una especie de equipo de trabajo en esos temas, que dura hasta la fecha.
A mi regreso, en 1946, pedí al entonces director de la Facultad, Samuel
Ramos, me permitiese crear un Seminario de Historia de las ideas en
América Latina, lo que aceptó con mucho gusto. En 1947 al Dr. Silvio
Zavala, de la Comisión de Historia del Instituto Panamericano de
Geografía e Historia, la creación de un comité de Historia de las Ideas
en América Latina, que me permitiese coordinar las relaciones que yo
había encontrado en los países latinoamericanos y el seminario que ya
se ofrecía en la Facultad. (Machuca, 2007)

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Revista Pucara, N.º 30 (39-70), 2020

La creación del Centro permitió, a su vez, el surgimiento del Colegio de
Estudios Latinoamericanos, adscrito a la Facultad de Filosofía y Letras
de la UNAM.

El Colegio de Estudios Latinoamericanos

En agosto de 1977, el Consejo Técnico de la Facultad de Filosofía
y Letras y el Consejo Universitario acordaron la creación del
actual Colegio de Estudios Latinoamericanos (CELA). Desde
entonces, - dicen sus historiadores- el colegio desarrolla un
programa interdisciplinario en docencia, difusión e investigación,
incorporando disciplinas tales como la historia, la filosofía, las
letras y las ciencias sociales, para el estudio de América Latina y
sus relaciones con la cultura y e historia universal, con fundamento
en la historicidad de los procesos que la constituyen como región
con numerosos rasgos en comunes.

El objetivo de la Licenciatura en Estudios Latinoamericanos es
formar humanistas con una sólida base metodológica fundada
en la historicidad de los procesos sociales y culturales como eje
articulador de los aportes de la filosofía, la literatura y las ciencias
sociales, capaces de producir conocimientos y, con su práctica
profesional, contribuir a transformar la región latinoamericana y
caribeña. Según el perfil profesional definido:


El Licenciado en Estudios Latinoamericanos será un

profesionista, interdisciplinario en humanidades, con apoyo en ciencias
sociales, capaz de identificar y analizar problemáticas contemporáneas
de América Latina con perspectiva histórica. Para ello se basará en el
estudio de la Historia, la Filosofía, la Literatura y las Ciencias Sociales.
El Licenciado en Estudios Latinoamericanos investigará la realidad
histórico-cultural de la región, difundirá a través de los medios posibles
las características de América Latina, enseñará esta cultura en sus

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Las Humanidades en la Universidad. La tradición humanística en la Universidad mexicana y
particularmente en la Universidad Autónoma del Estado de México

múltiples vertientes, en los distintos niveles educativos, y propondrá
alternativas y estrategias adecuadas en ámbitos públicos y privados
relacionados con México y América Latina. (FFyL, 2018)

Desde esta perspectiva, el Colegio de Estudios Latinoamericanos contribuye
en forma significativa a la redefinición de las humanidades en una estructura
educativa tan importante como la Facultad de Filosofía y Letras de la
UNAM. En este colegio se formaron intelectuales de calidad con orientación
latinoamericana, multidisciplinarios y de muy diversas nacionalidades, no
solo de América Latina, sino de diversas latitudes del planeta.

El CELA logró impactar en la creación de diversas redes nacionales e
internacionales, de las cuales destacaría en este momento, solamente tres:
la Sociedad de Estudios Sobre América Latina y el Caribe –SOLAR-, la
Federación Internacional de Estudios Sobre América Latina y el Caribe
–FIEALC- y la Red Continental de Pensamiento Latinoamericano.
Instituciones que en acción conjunta con centros de investigación e
instituciones universitarias nacionales e internacional promueven y
difunden diversos estudios humanísticos por todo el mundo.

Papel y función de las humanidades en la reforma educativa de la
Cuarta Transformación

La tendencia de la educación en México desde el gobierno de Salinas de
Gortari fue incorporarse a los esquemas neoliberales que se impusieron
a sociedad. Su característica fundamental estaría en eliminar de la
educación su capacidad crítica y de incidencia en en la vida política y
social; procurando adaptarla a los requerimientos laborales de los grandes
centros que controlan la producción de mercancías a nivel mundial.

En esta perspectiva, Vicente Fox (Expresidente de México 2000-2006),
mediante decreto presidencial del 8 de agosto de 2002 crea el Instituto
Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), mismo que a partir

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Revista Pucara, N.º 30 (39-70), 2020

del 26 de febrero de 2013, tras la reforma educativa de Peña Nieto, se
convirtió en un organismo público autónomo, con personalidad jurídica
y patrimonio propio, que controlaba la educación a nivel nacional y la
encarrilaban en la perspectiva neoliberal.

Al resultar electo presidente de la República, Andrés Manuel López
Obrador, se abrieron un conjunto de posibilidades trascendentes para
la renovación de la Filosofía en particular, y de las humanidades en
general en todo México, anulando la reforma educativa anterior. La
propuesta de reforma educativa presentada por el actual Presidente de
México, es el resultado de un conjunto de esfuerzos políticos y sociales,
controvertidos, pues no todos están de acuerdo con las modificaciones
que se implementarán en el campo educativo. En lo fundamental. La
reforma modifica los artículos 3, 31 y 73 de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos, incorporando y derogando aspectos
centrales que orientan la educación en una nueva dirección. Por
ejemplo, el artículo tercero reformado señala:

Artículo 3o. Toda persona tiene derecho a la educación.
El Estado -Federación, Estados, Ciudad de México y Municipios-
impartirá y garantizará la educación inicial, preescolar, primaria,
secundaria, media superior y superior. La educación inicial,
preescolar, primaria y secundaria conforman la educación básica;
ésta y la media superior serán obligatorias, la educación superior
lo será en términos de la fracción X del presente artículo. La
educación inicial es un derecho de la niñez y será responsabilidad
del Estado concientizar sobre su importancia. “Corresponde al
Estado la rectoría de la educación, la impartida por éste, además
de obligatoria, será universal, inclusiva, pública, gratuita y laica”.
(DOF - Diario Oficial de la Federación Ley que reforma la
educación en México. 2019)

Según esto, la educación superior le corresponde al Estado y tiene
carácter obligatorio. Más tarde señala:

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Las Humanidades en la Universidad. La tradición humanística en la Universidad mexicana y
particularmente en la Universidad Autónoma del Estado de México

La educación se basará en el respeto irrestricto de la
dignidad de las personas, con un enfoque de derechos humanos
y de igualdad sustantiva. Tenderá a desarrollar armónicamente
todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez,
el amor a la Patria, el respeto a todos los derechos, las libertades,
la cultura de paz y la conciencia de la solidaridad internacional,
en la independencia y en la justicia; promoverá la honestidad, los
valores y la mejora continua del proceso de enseñanza aprendizaje.
(DOF, ídem)

Y debemos destacar el inciso II C. que a la letra dice: “Contribuirá a
la mejor convivencia humana, a fin de fortalecer el aprecio y respeto
por la naturaleza, la diversidad cultural, la dignidad de la persona,
la integridad de las familias, la convicción del interés general de la
sociedad, los ideales de fraternidad e igualdad de derechos de todos,
evitando los privilegios de razas, de religión, de grupos, de sexos o de
individuos” (DOF, ídem)

En la iniciativa de López Obrador, se establece por primera vez en la
constitución la figura de “interés supremo” de la educación para niños
y jóvenes, guiado por principios de integralidad, equidad y excelencia.
Además, establece que el Estado apoyará la investigación y la
innovación científica, humanística y tecnológica. La propuesta incluye
la atención prioritaria al fortalecimiento de las escuelas normales y las
instituciones de educación superior.

Como parte del impulso a una “educación cultural”, se incorpora en
los planes de estudios, de manera obligatoria, la enseñanza de civismo,
valores, la cultura, el arte, la música, el deporte y el respeto al medio
ambiente. La reforma pone énfasis en la educación indígena, bilingüe y
bicultural; y para evitar la deserción de los alumnos en el nivel medio
superior y promover su permanencia en las escuelas, el gobierno
apoyará a los estudiantes con un amplio sistema de becas.

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Revista Pucara, N.º 30 (39-70), 2020

La Universidad Autónoma del Estado de México

La Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx) posee una,
más que, centenaria tradición humanística y una firme vocación por
contribuir al desarrollo de los más altos valores de nuestros espíritus.
En 1828 se constituyó en la ciudad de Toluca, el Instituto Literario, para
“la enseñanza de todos los ramos de instrucción pública” (Colección
de decretos y órdenes del Congreso del Estado de México, 848. p. 26);
aunque, de manera oficial, el 5 de marzo de 1857 se instituyó la Academia
de Humanidades. Debemos destacar que entre 1834 y 1835, el Instituto
fue dirigido por el poeta cubano José María Heredia (1803-1839). En
1886, el Lic. Zubieta (gobernador interino del Estado de México) lo
denominó Instituto Científico y Literario del Estado de México. En 1899,
la institución cambió nuevamente de nombre, esta vez por el de Instituto
Científico y Literario Porfirio Díaz del Estado de México; para en 1910
regresar a ser simplemente, Instituto Científico y Literario.

El 13 de marzo de 1956, el gobernador Salvador Sánchez Colín envió a la
XXXIX Legislatura Local, la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma
del Estado de México, misma que se aprobó el 16 de marzo y entró en
vigor el 21 de marzo.

En 1967 inicia sus actividades la Escuela de Filosofía y Letras, que
ofrecía las carreras de Letras, Historia y Filosofía; pero en 1970 cambio
su nombre a Instituto de Humanidades; hasta que en 1977 se establece
definitivamente como Facultad de Humanidades; a la que actualmente se
adscriben las licenciaturas en Filosofía, Lengua y Literatura Hispánicas,
Historia, Ciencias de la Información Documental, y Artes Teatrales.
Anteriormente estaban integradas las carreras de Psicología, Geografía,
Turismo y Antropología; no obstante, a lo largo de los años fueron
separándose de Humanidades para actuar de manera independiente.

Las actividades de posgrado alcanzaron en forma temprano gran
relevancia, es así que el primer posgrado que se aprobó en la Facultad

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Las Humanidades en la Universidad. La tradición humanística en la Universidad mexicana y
particularmente en la Universidad Autónoma del Estado de México

de Humanidades fue la Maestría en Estudios Latinoamericanos (1974);
años más tarde se creó el Programa de Maestría y el Doctorado en
Humanidades. En la actualidad se ofertan los siguientes programas:
Maestría en Humanidades – Ética Social, Maestría en Humanidades
– Filosofía Contemporánea, Maestría en Humanidades – Estudios
Históricos, Maestría en Humanidades – Estudios Latinoamericanos,
Maestría en Humanidades – Estudios Literarios. A nivel doctoral se ofrecen
los doctorados en Humanidades con énfasis en Ética Social, Filosofía
Contemporánea, Estudios Históricos, Estudios Latinoamericanos y,
Estudios Literarios.

En el caso particular de la Licenciatura en Filosofía, debemos señalar
que, en esta perspectiva, nuestra Licenciatura ha creado la posibilidad de
incorporar en su malla curricular áreas del pensamiento latinoamericano,
áreas de estudio del pensamiento de nuestros pueblos originarios, de
las culturas de los diversos pueblos originarios de América Latina y el
Caribe. Hecho que resulta trascendental, dado que la gran mayoría de las
facultades de filosofía y/o humanidades, se caracterizan por una marcada
tendencia eurocéntrica y civilizatoria.

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Revista Pucara, N.º 30 (39-70), 2020

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