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Reseñas

Héctor Domínguez Ruvalcaba, Periplo de los lechos / fábula retrovi-
ral

México D.F.,: Ediciones Desliz, 2015, ISBN: 978-607-96219-7-1

por Porfirio Miguel Hernández Cabrera
Universidad Autónoma de la Ciudad de México, Plantel Cuautepec

porfirio.miguel.hernandez@uacm.edu.mx
ORCID: 0000-0003-0488-2760

Exordio

Periplo de los lechos / fábula retroviral -del poeta, narrador y profesor
investigador en la Universidad de Texas en Austin, Héctor Domínguez
Ruvalcaba (Hermosillo, Sonora, 1962)- es el segundo poemario mexica-
no en poetizar íntegramente la relación entre el homoerotismo y el VIH/
sida; el primero fue Poesida (1996), del poeta y dramaturgo mexicano
Abigael Bohórquez (Caborca, Sonora, 12 de marzo de 1936-Hermosillo,
Sonora, 27 de noviembre de 1995).

Domínguez Ruvalcaba es especialista en sexualidades, género y violen-
cia en la literatura y la cultura latinoamericanas, y tiene en su haber un
primer libro de poesía titulado El viento no responde (1992), además de
diversos trabajos de cuento, poesía, ensayo y crónica aparecidos en anto-
logías, revistas y suplementos mexicanos. Su obra académica comprende
los libros: La modernidad abyecta. Formación del discurso homosexual
en Hispanoamérica
(2001), Modernity and the Nation in Mexican re-
presentations of Masculinity
(2007), De la sensualidad a la violencia de
género
(2014), Nación criminal (2015), La cuestión del odio (2015) y
Translating the Queer. Body Politics and Transnational Conversations
(2016; traducido al español como Latinoamérica Queer. Cuerpo y políti-
ca queer en América Latina
, 2019).

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Periplo de los lechos / fábula retroviral es un poemario dividido en tres
partes, cada una de las cuales contiene treinta y ocho, veintiún y veintiún
breves poemas de verso libre, respectivamente. En la primera parte, el
poeta hermosillense canta las delicias del homoerotismo; la segunda está
dedicada a la vivencia homoerótica del VIH/sida; y la tercera al exorcis-
mo poético de los demonios atrayentes del suicidio.

Primera parte: “Periplo de los lechos”

En esta sección, Domínguez Ruvalcaba describe las relaciones homoeró-
ticas entre hombres recurriendo a cuatro temas centrales: 1) el ligue efí-
mero que atenúe la soledad; 2) la expresión de la fuerza irrefrenable del
deseo homoerótico; 3) el encuentro homoerótico en todas sus variedades;
y 4) el enamoramiento como refugio existencial.

1) El ligue efímero que atenúe la soledad

El tema del ligue que propicie el remanso temporal del homoerotismo
fugaz queda expresado en la compra de los servicios sexuales de los
“jotos”; así, por ejemplo, en el poema “Paseo de los tianguis”, en un
mercado callejero del Centro Histórico de la Ciudad de México: “[…]
Un joto proletario / promete humillarse como quieras. / Y en menos de
un rasguño / expira la carne del desprecio / y arrojas el látex / vencido
contra el suelo.”

2) La expresión de la fuerza irrefrenable del deseo homoerótico

El deseo homoerótico está presente en muchos de los poemas como un
impulso subyugante que se manifiesta resolviéndose en los variados via-
jes del yo lírico y sus compañeros sexuales. De esta manera, en el poema
“Texolo” la visita a la cascada del mismo nombre en Xico, Veracruz,
propicia el desfogue sexual de los amantes en medio del energizante to-
rrente de agua:

Texolo es un cuerpo de agua que se agolpa / presintiendo el
mar, / que rompió estruendoso la piedra, / y escapa eufórico sin freno.
La persecución de su arrojo nos arrastra; / ¿qué podríamos hacer / con-
tra esta gravitación que nos avienta irreversible, / contra la lluvia de
tortugas insomnes, / contra este comernos convulsivo? / Caigo como
estrella que regala el cielo, / humeante rescoldo que busca guarecerse /
en el recodo palpitante de tus ingles. / Soy un cachorro hambriento que
busca en tus rincones / la miel, la sal, el jugo generoso, / grito de agua,
cañada estremecida.

3) El encuentro homoerótico en todas sus variedades

La diversidad de las relaciones homoeróticas del yo poético queda plas-
mada en acercamientos con jóvenes, como en el poema “Verano”, en que
el ayuntamiento con un efebo culmina con su eyaculación sobre el cuello
del yo lírico: “Paseo de hormigas / humor de mangos, / lluvia salada, / mi
lengua palpa / puberto jugo / de marañones / y pomarrosas, / y en el fer-
mento / de los sudores / la amarga pulpa / hierve doliente / de su apetito,
/ baña mi cuello / de secreciones.”

La variedad de relaciones homoeróticas se plasma también en el goce de
la penetración anal, el autoerotismo, la masturbación al otro, la felación
y el anilingus o “beso negro”.

4) El enamoramiento como refugio existencial

Si bien Domínguez Ruvalcaba pone énfasis en poetizar las diversas prác-
ticas sexuales entre varones, no está exento de abordar el amor entre
ellos, pero lo hace de una manera más esquiva. El tema del enamora-
miento como refugio existencial está presente en esta primera parte del
libro en diversos poemas en los que, en ocasiones, la experiencia amo-
rosa se fusiona con la sexual, como en el caso de “Estoque”, en el que
se describe a la penetración como el camino del embelesamiento del yo
lírico: “Baño de escalofríos, / puñalada que incendia / la ruta de mi vien-
tre. / Si tan sólo muriera con la última embestida, / si tan sólo cayera con
la mirada abierta / para no borrar tu rostro de mis ojos.”

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Del mismo modo, en el poema “Pulpas turgentes de una tarde a la
deriva” se expresa el regocijo sensual de la carne, con el consecuente
rechazo de la ternura, pero, al mismo tiempo, también está presente la
añoranza del otro, el hombre como sujeto de deseo:


Puede que se pierda la tarde que nos une, / y que supuren
las ventanas un vapor de hombres. / No es hambre de carne enterne-
cida / mi adicción a la incesante fábula del beso, / no hay nombres
que escribir en las paredes / porque no queremos nombres / para
entender la estación subcutánea de las frutas. […] En tus pliegues
secretos / la carne enloquecida sale a recibirme, / fiebre de cítricos
al vuelo, / carcajada en crisol altisonante, / sed de fraguas al centro
del Edén, / transe de todas las bestias mitológicas, / al centro de tu
cuerpo me invita la muerte seductora. / Sabor irrepetible del hombre
que agoniza / en el deleite […] Sé que en mi demencia / navegaré
por abismos desterrado, / penetraré las huertas de los mangos, / y a
tientas entre cáscaras turgentes / buscaré la tarde que hurtaste de mi
cuerpo.


Segunda parte: “Fábula retroviral”

Después de haber transitado en lo sensual y lo sexual mediante el
recuento de la travesía homoerótica plena del yo lírico por varios
lechos, en la segunda parte del libro Domínguez Ruvalcaba poetiza
sobre el trastrocamiento integral de la vida debido a la vivencia de la
seropositividad, a la convivencia con el VIH.

De este modo, esta sección del poemario puede dividirse en los si-
guientes tres ejes temáticos: 1) el cuerpo, sus malestares físicos y sus
pesares subjetivos por convivir con el VIH; 2) las experiencias de la
adherencia al tratamiento antirretroviral en la vida cotidiana; y 3) la
lucha por la sobrevivencia y el miedo a la muerte.

1) El cuerpo, sus malestares físicos y sus pesares subjetivos por convi-
vir con el VIH

Los poemas de este eje temático son muy orgánicos porque se refieren
a lo corporal, pero también aluden a las experiencias subjetivas del yo
lírico conviviendo con el VIH. Así, “Considerando en frío, imparcial-
mente…”, marca la pauta de este tema en el que los malestares y las en-
fermedades del cuerpo (la “casa del virus”) impactan dicotómicamente
en el apesadumbrado yo poético:


El cuerpo no cesa de arder y retorcerse / ni deja dormir la
noche entera, se anuda en la espalda y se inflama en los confines
pudibundos. / Tanto lo agobia el deseo de un abrazo / como lo ahoga
el cuerpo de junto y lo repele. / No está solo el cuerpo, / es un vasto
corredor donde transita el mundo, / un flujo de sustancias imprecisas:
/ el agua deviene luz, y se desatan vientos siderales. / La verdad se
vierte en la mentira, / las lágrimas inundan las palabras, / la vida nos
lleva a las puertas de la muerte: la muerte nos vive, / el cuerpo es casa
del virus, campo de batalla de los gérmenes, / reo al que condenan las
ideas, / el que paga las facturas del miedo, / y no nos deja descansar
en el olvido. / Antes de pensarlo, el cuerpo reacciona traicionero, / y
tan pronto lo negamos, nos atrapa en sus inercias; / apenas resolve-
mos lo que somos, / él viene a recordarnos lo contrario. / Se crispa, se
incorpora, cae rendido, / nos lleva y nos trae y no sabemos / qué día
decidirá dejarnos solos. / Y entonces, me pregunto, / cómo seremos
sin él, / si nos ha acostumbrado a su latido, si el hambre, el deseo, la
euforia y la morriña / no serían lo mismo sin un cuerpo.


Los títulos de algunos de los poemas de esta parte remiten a malesta-
res y estados físicos asociados a la enfermedad: “Fiebre”, “Náusea”
y “Convalecencia”; en ellos, ahora las sensaciones descritas no son
eróticas, sino desagradables reacciones fisiológicas y psicológicas pro-
vocadas por el “virus”.

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2) Las experiencias de la adherencia al tratamiento antirretroviral en
la vida cotidiana

El segundo eje temático de esta sección aborda las incomodidades fí-
sicas y subjetivas del yo poético derivadas del tratamiento antirretro-
viral en el contexto actual de los avances médicos contra la pandemia
del sida. Este tema se trata en tres poemas de nombres emblemáticos:
“Plegaria retroviral”, “Pausas retrovirales” e “Indetectable”, los dos
primeros con alusiones religiosas.

Específicamente, “Plegaria retroviral” es una especie de oración del yo
lírico a los medicamentos antirretrovirales para que le permitan con-
tinuar con el ritmo de la vida a pesar de la convivencia con el VIH:
“Transfigura mi yacer en correría, / mi dormir en diligencia, / mi trajín
en desatada búsqueda. / Herido soy y clamo / porque no se suspendan
las heridas”.

Del mismo modo, en “Pausas retrovirales” el yo poético describe la
insustancialidad de los aconteceres “del cuerpo y sus propias tormen-
tas” (“insomnio”, “hambre”, “pies molidos”, “vientre convulso”) en
comparación con la resignación por el descenso de la calidad de vida y
la necesidad de existir contando las células del sistema inmunológico,
para lo cual establece una analogía del padecimiento con el calvario de
Jesucristo:

De todo esto lo único que me pertenece es el dolor y / todas
sus variantes. / Sea entonces el dolor la forma y la sustancia que me
/ encumbra, / Jesucristo de la madrugada / y los antirretrovirales, / de
las cuentas agresivas y regresivas / a que se ha reducido el cuento de
vivir, / Jesucristo estomacal, / Jesucristo de jaqueca y náusea, / haga
usted de cuenta que lo hemos atendido como / usted se merece.

Finalmente, en “Indetectable” se manifiestan de nuevo los dolores cor-
porales y el envejecimiento prematuro: “[…] a dónde voy a que me
sellen la vigencia del cuerpo, / cómo simular que un dolor de plantas
me consume / como si estuviera ardiendo desde el suelo. / Un anciano

se asoma a mi espejo […]”. Pero también está presente la conciencia de
la sobrevivencia ante la muerte de los conocidos: “Cada vez que se va
un hombre / me cercioro de mí mismo: sigo en pie […] Me dicen que
sigo indetectable.”

3) La lucha por la sobrevivencia y el miedo a la muerte

En este último eje temático de la segunda parte, el yo poético enuncia
con mayor contundencia el desasosiego existencial marcado por el do-
lor físico y psíquico, y el miedo a morir. De esta manera, en “Ungüen-
to” se expresa la necesidad de aliviar con el contacto corporal e íntimo
el sufrimiento de vivir que se lleva a cuestas: “Unta de saliva mis bra-
zos, / mis pies, mi cuello: / hurga mi cuerpo hasta que encuentres / la
semilla del dolor que traigo / y deshazla con tus dedos.”

Sin embargo, a pesar del dolor y el miedo, en el poema titulado “Turbo-
nada” se expresa el anhelo de vida, porque lo más importante es seguir
viviendo: “Cuerpo empeñado en respirar, / lo demás sale sobrando […]
Pago por adelantado y a grandes tajadas / las turbonadas de miedo /
que me arrollan sin tregua, / respiros, torrentes, espasmos / y luego una
incesante andanada de silencio”.

Además, en “Fiera nocturna” el yo lírico deposita también en la poesía
y en la añoranza de los momentos felices que lo hacían escribir versos
no tan tristes, el anhelo de continuar existiendo:

La madrugada toca a la puerta, / un absurdo dolor en el pe-
cho / se crispa como fiera amenazada. […] No hay duda, sólo miedo, /
no hay calma, / sólo frágiles refugios de papel y tristes nombres. Hay
días que no amanece / y espero en vano la hora del pan / que perfu-
maba la calle de otros versos. […] Desde el plexo un estornudo arrasa
con la calma / y la fiera nocturna vuelve en el acto / a su humilde
condición de insecto.

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Tercera parte: “Utilerías del suicidio”

En esta última sección del poemario, el autor juega con la idea del
suicidio ante el vacío existencial para descartarla siempre con ayuda de
la poesía. En varios poemas son recurrentes las menciones al “tedio”
de la vida, de los domingos, a “estos días que sólo pasan”; al “miedo”
al futuro, que se evita anclándose en el pasado; a la locura; y al “in-
somnio”. Esto se resume en los primeros versos de “De cómo corre el
agua donde no llueve”, en los que el yo lírico expresa: “Bajo la cáscara
estriada del cuerpo / anida el sopor del miedo / feliz de someterme. /
Me rapta la madrugada. / Aterrada, la herida / supura miel de sangre, /
veneno secreto para bogar / en el íntimo vacío del insomnio”.

No obstante, el “insomnio” también es abordado en sus cualidades
creativas cuando se transforma en el camino fecundo que, irremedia-
blemente, conduce a la poesía. De este modo, en el poema “Fuera de
línea”, la soledad y el aburrimiento (físicos y telemáticos) desatan la
conciencia de las verdades existenciales que pesan y, ante eso, sólo
queda el consuelo del autoerotismo y su poetización: “Todos están fue-
ra de línea, / cierro la ventana del chat, apago la compu. / Todas las
verdades se presentan, / caigo en la cuenta de los muertos / y sólo atino
a abrirme la bragueta / y jugar un solitario”.

En los poemas de esta sección, el deseo erótico se impone esperanzado-
ramente sobre el deseo de morir. La poética de la ideación suicida está
claramente plasmada en los siguientes fragmentos de “Crónica de la
madrugada”: “No espero que usted sea, / un reflejo fiel de mi lujuria; /
mi apetecible espejo […] Escupo en mi reflejo, / termino por volcarme
en la cocina / en busca de un cuerpo que me arranque / un grito erra-
bundo / y un placer de navajas en el cuello”. Aún más, el deseo erótico
queda plasmado con mayor contundencia en “Palpitación”: “Embria-
guez de sangre perseguida / y carne lacerante. / Nadie me detenga. /
Soy pájaro perdido en la demencia / de su vuelo, / soy viento que se
arroja / con la urgencia de no olvidar las flores”.

De este modo, el yo lírico se aferra a la existencia por medio de la poesía, y
en ella vierte, a pesar de todo, el deseo de disfrutar también de los cotidia-
nos placeres de la vida, como cuando, en el poema nombrado “Desayuno”,
pide: “Inventa por favor otra página, otra calle, otra ciudad, que he vuelto
vencido del sueño a reanudar la vida y no hay bostezo que me alivie”.

Como lo expresa en “Convocación”, al solitario yo lírico -atormentado por
sus demonios- no le queda más que recurrir al sarcasmo para recuperarse
del patetismo de la angustia. Esta imagen queda claramente ejemplificada
en el final de “Dulce estertor que anhela abrirse”, poema en el que el yo
poético, también con ironía, intenta descreídamente ser feliz cuando dice:
“Si la pinche felicidad insiste en arrollarme / con su canto de sirenas, / haga-
mos el viaje / y que dure la vida entera, aunque ésta no pase de la / esquina”.

Terminación

En su conjunto, Periplo de los lechos / fábula retroviral reúne una poesía
muy íntima, sexual y subjetivamente, en la que el yo poético se desnuda sin
pudores y se revela en un ejercicio de catarsis. Focaliza su discurso poé-
tico exclusivamente en los varones masculinos que establecen relaciones
homoeróticas. Domínguez Ruvalcaba no precisa de una poesía social que
incluya a todos los hombres sexo-genéricamente diversos y disidentes; más
bien, asume, implícitamente, un posicionamiento queer más acorde con la
época actual, el cual no necesita de clasificaciones para poetizar sobre el
amor y el sexo entre varones como una experiencia con mayor reconoci-
miento y aceptación social.

No obstante, sin eludir el tema del amor, el autor pone más énfasis en lo
sexual al ser explícito en la poetización de las diversas prácticas eróticas
entre hombres. Esta aproximación, indudablemente, está imbuida de las
condiciones histórico-sociales existentes en torno a la lucha de los movi-
mientos LGBTTTI, local y mundial, por el reconocimiento de la diversidad
y la disidencia sexuales, y en consecuencia, refleja una mayor apertura para
abordar poéticamente las experiencias homoeróticas.

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Por otro lado, es destacable que Domínguez Ruvalcaba poetice sobre
la convivencia con el VIH/sida, ya que es una condición que no alcan-
zaron a vivir, al principio de la pandemia, muchos de los hombres que
tenían sexo con hombres en los años ochenta y noventa del siglo pasado.
Evidentemente, el tratamiento sobre el impacto de la acción inmunoló-
gica del VIH en los varones con prácticas homoeróticas en el poemario,
también es producto del momento histórico y, en particular, del estado
del conocimiento de la biomedicina sobre el virus. Así, el autor publica
su libro cuando el avance de la investigación sobre los antirretrovirales
permite darle al sida un estatus de enfermedad crónica en lugar de en-
fermedad mortal. Sin embargo, ello no impide que los padecimientos
por la infección del VIH sigan siendo física, psicológica y socialmente
preocupantes.

Estas características del contexto histórico en el que surge el poemario,
permiten realizar algunas consideraciones sobre las connotaciones socio-
culturales actuales del VIH/sida. En este sentido, la poética de Domín-
guez Ruvalcaba a mediados de la segunda década de los años dos mil no
es un canto colectivo como, por ejemplo, Poesida, de Bohórquez, sino
una perspectiva muy personal y, por tanto, subjetiva, a veces un tanto
críptica, sobre todo en la tercera parte. Ello es un reflejo del estatus del
sida en la época actual, de modo que, para el autor, Periplo de los le-
chos
… representa un ejercicio literario y a la vez catártico para exorcizar
a los demonios de las aflicciones físicas y psicológicas de la seropositi-
vidad, pero también del hartazgo existencial. De esta manera, el libro de
Domínguez Ruvalcaba, fiel al espíritu de su época, se caracteriza por una
poética que refleja que la convivencia con el VIH ha pasado a ser, en gran
medida, una experiencia individual, en solitario, lo cual remite al yo poé-
tico a sí mismo y a sus vicisitudes corporales, psíquicas y existenciales.
Este individualismo en la aproximación poética de la seropositividad,
está relacionado, entre otros factores, con la considerable disminución de
la lucha contra el sida de los activistas gays y de la sociedad civil debido,
entre otras razones, a su estatus actual de enfermedad crónica.

En suma, los poemas de Domínguez Ruvalcaba abordan libre y abierta-
mente la fuerza deseante del homoerotismo en los hombres sexualmente
diversos y disidentes. Además, reflejan las experiencias físicas y subjeti-
vas de la convivencia con el VIH y, en ese sentido, el sufrimiento implí-
cito en tales experiencias de la seropositividad. Así, el homoerotismo, la
convivencia con el VIH y el sufrimiento son tres temas que dan pie a la
regocijante y angustiante, a la vez, expresión artística del autor y, en su
poemario, cobran legitimidad literaria y social como partes de la diversi-
dad de la condición humana.