133


134






































La construcción de la identidad desde la figura del desarraigo en
el poema “Carta a mi madre” de Juan Gelman

The creation of identity through the concept of
estrangement in Juan Gelman's poem “Carta a mi madre”

A construção da identidade a partir da figura do
desenraizamento no poema de Juan Gelman “Carta a mi madre”

Carolina Encalada Hidalgo
Universidad Nacional de Loja
carolinaencalada@gmail.com

Resumen. El presente trabajo se propone analizar las distintas formas
que adopta la noción de desarraigo en el poema “Carta a mi madre” de
Juan Gelman. La coyuntura del exilio político del argentino aparece
apenas como una anécdota para establecer el escenario del poema: la
voz poética recibe la noticia de la muerte de su madre en el exilio. Es
a partir de este evento que el poeta reflexiona sobre su conflictiva
relación con la figura de la madre y hace una relectura de su propia
identidad. El trabajo recoge los postulados de Lacan sobre la
conformación del sujeto —en particular el estadio del espejo—, así
como otros de la crítica psicoanalista, para analizar el proceso
desconcertante de separación-unión del individuo con la madre, que
en el poema de Gelman se traduce en una voz poética que habla desde
un trance entre el oscuro de la vida uterina y el oscuro de la muerte.

Palabras clave: poesía latinoamericana, exilio, poesía e identidad,
crítica psicoanalítica

Abstract. The purpose of this paper is to analyze the different
expressions of the notion of estrangement in Juan Gelman's poem
"Carta a mi madre". The context of the Argentinean poet's political
exile appears only as an anecdote to set the scene of the poem — the
poetic voice receives the news of his mother's death in exile. It is from
this event that the poet reflects on his conflictive relationship with the
figure of the mother and performs a reinterpretation of his own
identity. The work gathers Lacan's postulates on the conformation of
the subject (particularly the mirror stage), as well as others from


135


136

psychoanalytical criticism, to analyze the bewildering process of
detachment-union of the subject with the mother, which in Gelman's
poem is expressed in a poetic voice that speaks from a trance between
the dark of uterine life and the dark of death.

Keywords: Latin American poetry, exile, poetry and identity,
psychoanalytic criticism

Resumo. O objectivo deste trabalho é analisar as diferentes expressões
da noção de desenraizamento no poema de Juan Gelman "Carta a mi
madre". O contexto do exílio político do poeta argentino aparece
apenas como uma anedota para ambientar a cena do poema: a voz
poética recebe a notícia da morte da sua mãe no exílio. É a partir deste
acontecimento que o poeta reflecte sobre a sua relação conflituosa com
a figura da mãe e faz uma releitura da sua própria identidade. A obra
reúne os postulados de Lacan sobre a conformação do sujeito
(particularmente a fase do espelho), bem como outros da crítica
psicanalítica, para analisar o desconcertante processo de
desprendimento-união do sujeito com a mãe, que no poema de Gelman
é expresso numa voz poética que fala num transe entre a escuridão da
vida uterina e a escuridão da morte.

Palavras-chave: poesia latino-americana, exílio, poesia e identidade,
crítica psicanalítica


Recibido: 15.12.2022 Aceptado: 23.12.2022




Introducción

Juan Gelman nació en Buenos Aires en 1930. A las puertas de que la
dictadura cívico-militar se instaurara en la Argentina, Gelman
abandona su país perseguido por los ideales políticos expresados en su
actividad literaria y periodística. En su huida, deja atrás a muchos
familiares y amigos cercanos que mueren en su ausencia, entre los que

está su propio hijo y su nuera embarazada —ambos desaparecidos por
la dictadura— y su madre, una judía ucraniana exiliada en la
Argentina, a cuya muerte Juan Gelman dedica el poema que nos ocupa
en este estudio.

Dada su historia personal y familiar, la producción poética de Gelman
está inexorablemente marcada por la figura del exilio. Jaime Ibáñez
(2004) analiza esta recurrencia temática en la poesía del porteño desde
la década de los setenta, cuando comienza su exilio, hasta los noventa,
después de que la democracia se hubiera reinstaurado en Argentina y
Gelman pudiera regresar al país (regreso que, sabemos, es temporal,
pues el poeta termina por exiliarse en México hasta su muerte en
2014). En este recorrido, Ibáñez menciona “Carta a mi madre” dentro
de una época creativa en la que, a su criterio, las referencias al exilio
han disminuido considerablemente y lo cataloga más bien como un
poema autobiográfico.

El poema “Carta a mi madre” es escrito, en efecto, hacia el final del
exilio del poeta en Europa, en 1989. Las circunstancias exactas de su
escritura las dice el poeta en la primera línea: “recibí tu carta 20 días
después de tu muerte y cinco minutos después de saber que habías
muerto” (Gelman, p. 171), recordándonos la inclemencia de un exilio
que no conocía la inmediatez de los medios de comunicación actuales.
Lo autobiográfico que Ibáñez encuentra en este poema debe referirse
sin duda a la extensa reflexión que hace el poeta sobre su conflictiva
relación con la figura de madre. Sin embargo, es notable que todas las
imágenes relacionadas con la gestación, el nacimiento y la maternidad
—atravesadas por las contradicciones de vida y muerte, amor y odio,
prolongación y expulsión— funcionan en la obra como metáforas de
un persistente sentimiento de desarraigo en el poeta. Así lo
transparenta su lamento “¿quién podrá desmadrar al desterrado?”
(Gelman, p. 175).

Ibáñez quizás se refiera a las menciones sobre su condición de exiliado
político, que, en efecto, son pocas y situacionales en el poema, como:
“nos escribimos poco en estos años de exilio / también es cierto que
antes nos hablamos poco” (Gelman, p. 171); pero es el uso reiterado
del concepto exilio como una forma de


137


138

construcción de la identidad lo que nos atañe en este ensayo, y no las
circunstancias del exilio político de Gelman. En su estudio, Ibáñez
califica esta etapa creativa del autor como un momento en que el poeta
“asume que ya nunca dejará de ser un desterrado” (p. 16), y es este
sentimiento el que se transparenta en “Carta a mi madre” y nos interesa
como objeto de estudio.

El desarraigo aparece como una condición inherente a la voz poética,
que determina su experiencia en el mundo y su relación con el otro.
Ese otro, principalmente encarnado por la madre, es un otro que se
aleja, se aparta, y marca en la voz poética una herida de separación que
aparece como constitutiva de su identidad. Así, la pregunta “¿te
reproché todo el tiempo que me expulsaras de vos? / ¿ése es mi exilio
verdadero?” (p. 171) nos ha llevado a conectar la figura del desarraigo
como sentimiento de vida con las teorías lacanianas de la
conformación del sujeto.


El desarraigo como identidad

En los últimos años de su producción científica, Lacan se dedicó a
perfeccionar su modelo tripartita de la psique humana, a saber: orden
imaginario, simbólico y real; dentro del orden imaginario, Lacán
desarrolla uno de los conceptos emblemáticos de su teoría: el estadio
del espejo. En esta etapa, el niño lactante es capaz de identificar
jubilosamente su imagen en el espejo, imagen que “se le aparece
entera, dotada de una unidad que él no puede atribuir a la percepción
de su propio cuerpo”, pues aún tiene una visión fragmentada de la
realidad y de sí mismo (Blasco, 1993, p. 9).

Con ayuda del espejo el niño es capaz de convertirse en otro para
pensarse a sí mismo (p. 8), y este es el primer momento en que el niño
toma conciencia de su independencia como individuo separado de su
madre, pues, hasta entonces, su estado fetal de existencia (que se
prolonga varios meses más allá del nacimiento, según Lacan), el niño
no es capaz de la distinción “yo y el otro”. Es decir que, para Lacan, el
niño reconoce su individualidad —o sea crea su subjetividad— al
tiempo que identifica a la madre como “el otro”.

Esta visión del yo, que transiciona desde una etapa de unidad fetal
hacia la separación de la madre en la creación de la identidad
individual, está constantemente referida en el poema de Juan Gelman.
Este contraste, incluso, traza el camino de la voz poética en su viaje de
conmemoración por la muerte de su madre: “me hiciste dos / uno
murió contuyo / el resto es el que soy / ¿y dónde la cuerpalma
umbilical? / ¿dónde navega conteniéndonos? / madre harta de tumba:
yo te recibo / yo te existo /” (Gelman, p. 174) o “desciendo de tus
pechos / tu implacable exigencia del viejo amor que nos tuvimos en
las navegaciones de tu vientre / siempre conmigo fuiste doble / te hacía
falta y me echaste de vos / ¿para aprender a sernos otros?” (p. 173).

Para que se desarrolle la individualidad, entonces, desde el
psicoanálisis, se necesita de la separación, de la negación y, en el tono
de este ensayo diremos, del exilio del cuerpo de la madre. En los
últimos versos citados, se anticipa una forma de separación a la que el
poeta recurrirá constantemente, y es el castigo de la madre dado por la
imposibilidad de retornar a la unión, en la búsqueda que hace el sujeto
de una identidad propia: “nos separaste muchas veces / ¿eran
separaciones? / ¿formas para encontrarse como primera vez? / ¿ese
imposible nos hacía chocar? / ¿eso me reprochabas en el fondo? / ¿por
eso eras tan triste algunas tardes?” (Gelman, p. 172) y más adelante:

¿te reproché que me expulsaras? / ¿nos ata ese
reproche hondísimo / que nunca amor pudo encontrar? / ¿no
me quisiste mar y navegar lejos de vos? / ¿tiempo hecho de
vos? / ¿no me quisiste acaso otro cuando me concebías?” (p.
175).

En Psicoanálisis y lenguajes literarios, Le Galliot (2001) dedica un
breve apartado al trauma del nacimiento y sostiene que “la angustia
que experimenta tan a menudo el niño cuando se aleja de su madre
proviene del recuerdo de la primera separación” (p. 64). Gelman lo
pone de la siguiente manera: “¿por eso me expulsaste de tu morir? /
¿cómo antes de vos?” (p. 171), ofreciendo a sus lectores un yo poético
adulto que revive con la muerte de la madre los traumas del yo niño.


139


140

Lacán, por otro lado, advierte sobre el conflicto que puede derivarse
de la separación que el niño marca con el otro en el momento
esclarecedor de reconocer su imagen propia en el espejo. El otro —en
los primeros meses casi siempre la madre— puede rechazar las
cualidades individuales del niño, y este, en consecuencia, fracasa en su
propia identificación. Así se ve el conflicto infantil con la madre:

en el momento en que al otro ya no lo amo sino que
deseo agredirlo lo que está en la base de mi agresión es el
retorno a mi cuerpo fragmentado: en el momento en que ya no
se sostiene la identificación con el otro, la imagen falla
(Blasco, p.10),

con lo que podríamos decir que aquel “reproche hondísimo” de la voz
poética en el poema de Gelman se refiere a todas esas formas de
separación que aparecen encadenadas y que ponen en evidencia la
imposibilidad del retorno al amor como unión total.

En el poema, la trayectoria del desarraigo empieza con la madre que
separa al niño de su cuerpo, luego este la separa de sí cuando empieza
a ser un individuo y ella rechaza al otro en que se ha convertido, y
finalmente, por las circunstancias de su exilio, el poeta marca una
separación física que la madre termina por acentuar con su muerte
como separación final. La prolongada dinámica de encuentros y
desencuentros acaba, finalmente, en la discordia, pues el poeta decide
terminar su apóstrofe de la siguiente manera: “mecer tu cuna / lavar
tus pañales / para que no me dejes nunca más / sin avisar / sin pedirme
permiso / aullabas cuando te separé de mí / ya no nos perdonemos /”
(p. 178).

Estamos frente a una voz poética que no habla de su exilio político,
pero reconoce que su identidad ha sido marcada por el exilio, por la
imposibilidad de ser uno de nuevo con la madre, con la patria, con la
vida pasada. La pregunta clave de este poema, “¿quién podrá
desmadrar al desterrado?”, se puede reformular como un quiasmo:
¿quién pudo desterrar al que ha vivido desmadrado?, pues como ha
dicho el poeta, ese es su exilio verdadero, haber sido separado de la

madre, para luego separarse, desencontrarse constantemente en la
búsqueda de ser otro:

me obligaste a ser otro y tu perdón me muerde las

cenizas / ¿acaso yo podía prolongar tu belleza? /

¿sin convertirla en cuerpo de dolor / lengua

exiliada de tu nuca? / ¿y cuanto amé la ausencia

de tu nuca para que no doliera? / ¿y que te

devolviera? / ¿a dulzura posible en este mundo? /

¿conocida que no puedo nombrar? / ¿vientre que

nadie puede repetir? (Gelman, p. 177)


Implicaciones estilísticas del desarraigo

La dinámica de conformación del sujeto que hemos descrito en el
apartado anterior tiene una estrecha relación con el lenguaje poético
en “Carta a mi madre”. En el texto antes mencionado, Psicoanálisis y
lenguajes literarios
(2001), Le Galliot explica el modelo que hace
Julia Kristeva a partir de la teoría de Lacan del sujeto escindido, en el
que explica que, en sus primeros meses de vida, el sujeto vive en
unidad total con la madre, entre otras cosas, porque no tiene lenguaje.

En este estadio el niño es poseedor del objeto del deseo —que es la
madre— e incluso algunos psicoanalistas dirán que, a falta de distancia
entre los dos, en lugar de poseer, el sujeto es el objeto. Esta unidad se
ve interrumpida por el lenguaje (o por el padre, que representa la ley
en el psicoanálisis y, por extensión, la gramática de la lengua). Así, en
el modelo de Kristeva, como en el de Lacan, el sujeto está atravesado
por una línea que divide la etapa preverbal y preedípica de la verbal y
edípica que será el estado del sujeto por el resto de su vida (p. 702).

El aporte de Kristeva es la relación que establece entre este modelo y
el lenguaje poético en particular. Al ser la poesía


141


142

un juego de significantes, es decir, de sonidos e imágenes mentales
preverbales, el poeta y el lector retornan a la etapa preedípica e
inconsciente: “El placer que provoca el texto proviene de la
organización estilística de sus significantes, que despierta en el lector
los significados lingüísticos y oníricos, es decir, conscientes e
inconscientes.” (Le Galliot, p. 277). Si el lenguaje poético pretende de
alguna forma regresar al no lenguaje, entonces también puede
entenderse como una búsqueda de retornar al no deseo, es decir al
momento en que el individuo no percibía distancia entre sí mismo y lo
deseado.

El poema “Carta a mi madre” prueba la teoría de Kristeva en varios
niveles. Por un lado, en declaraciones bastante explícitas como:

¿por eso escribo versos? /¿para volver al vientre donde
toda palabra va a nacer? / ¿por hilo tenue? / la poesía ¿es
simulacro de vos? / ¿tus penas y tus goces? / ¿te destruís
conmigo como palabra en la palabra? / ¿por eso escribo
versos?” (p. 171),

poniendo en evidencia la idea freudiana de que el primer objeto del
deseo infantil es la madre. Y por otro lado, la noción de que la poesía
busca retornar a lo preverbal se hace evidente en una de las
características más notorias del estilo del poema: la ausencia de
gramaticalidad.

Esa destrucción de la gramática responde a varias circunstancias del
poema. Por un lado, se crea una especie de memoria compartida con
la madre, evidente en versos como “nací con 5,5 kilos de peso /
estuviste 36 horas en la cama dura del hospital hasta sacarme al
mundo” (Gelman, p.172) o “aullabas cuando te separé de mí” (p. 178)
que no podrían ser sino “recuerdos prestados”, por decirlo de alguna
manera.

Esta memoria compartida a menudo se expresa en la fusión de los
modos y tiempos verbales, reflexivos imposibles, posesivos
contradictorios (“me sos”, “mi tu sangre”, “¿soy el que vos morís?”,
etc.). Como ya han mencionado los críticos de la poesía de Gelman,
como el mismo Ibáñez, la sintaxis del poema en cuestión recuerda a su

célebre poemario Carta abierta, escrito tras la violenta desaparición
de su hijo, donde el poeta, en un trance de confusión y dolor (también
de naturaleza corporal, como en nuestro poema), altera de forma muy
similar la sintaxis y explora los conceptos de deshijarse, despadrarse
y, en fin, fragmentarse la identidad con la pérdida de aquello a lo que
uno pertenece.

Cuando Paul Ricoeur (1999) habla sobre las diferentes dimensiones
del recuerdo en su trabajo La lectura del tiempo pasado: memoria y
olvido
, dialoga con dos textos de Freud, uno de ellos sobre el papel de
la melancolía (como narración del recuerdo) en el proceso de duelo.
Según Ricoeur, el duelo es un trabajo del recuerdo (p. 36) y en “Carta
a mi madre” el poeta se enfrenta a la pérdida rescatando las memorias
y los traumas que lo acercan a la memoria de su madre. La memoria
en esta obra es caótica y caprichosa. Todo recuerdo parece
contemporáneo, no hay continuidad sino simultaneidad en la memoria,
que, según Ricoeur, es un ente del tiempo. Así, el poeta cede a los
caprichos de su memoria, se deja conducir por el flujo espontáneo del
recuerdo: “¿por qué de todos tus rostros vivos recuerdo con tanta
precisión únicamente una fotografía? / Odessa, 1915, tenés 18 años,
estudias medicina, no hay de comer” (p. 173).

En este terreno enmarañado de la memoria, surge la duda, lo
indeterminado. Como sostiene Ricoeur, la imaginación ha
“conquistado” el problema de la memoria, porque su naturaleza
temporal es susceptible de errores (p. 30). El texto está compuesto de
incesantes preguntas, cada línea se formula como una interrogante y
son más bien pocas las afirmaciones. El poeta incluso llega a
cuestionarse: “¿o me parece que fue así?” (Gelman, p. 177), y hace
referencias explícitas a la fragilidad de la memoria:

¿por qué tan vivo está lo que no fue? / ¿nunca junté
pedazos tuyos? / ¿cada recuerdo se consume en su llama? /
¿eso es la memoria? / ¿suma y no síntesis? / ¿ramas y nunca
árbol? / ¿pie sin ojo, mano sin hora? (p. 174).

La gramática en el poema de Gelman también es una interrogante,
desorden, ramas sin árbol. Kristeva sostiene que la poesía se convierte


143


144

en “un orden primario de significantes [que] reemplaza la estructura
organizada del lenguaje” (Le Galliot, p. 162), lo cual se confirma en
versos como el siguiente, en los que la poesía es puro significante: “¿y
sin embargo / y cuándo / y yo tu sido?” (Gelman, p. 174).

En “Carta a mi madre”, el poeta lucha contra la imposibilidad del
retorno. Gelman se ha manifestado a propósito del imposible que es la
poesía cuando ha dicho que “la poesía sirve para nombrar lo indecible”
(Cazón, 2012, párr. 12). Es decir que tanto la poesía como la relación
madre-hijo son para la voz poética un constante intento fallido de
volver a la unidad primaria; ella nada contracorriente buscando
retornar a la cercanía que tenía con el mundo antes de la palabra:
cuerpo fragmentado, ausencia de gramática, amor y no deseo.


Referencias

Blasco, J. (1993). El estadio del espejo: introducción a la teoría del yo
en Lacan. En 7 Conferencias del ciclo Psicoanálisis a la
vista.

Cazón, M. (2012/04/22). La poesía sirve para nombrar lo indecible. La
Gaceta
.

Gelman, J. (2012). Poesía reunida. Seix Barral.
Ibáñez, J. (2004). Poesía de exilio de Juan Gelman. En Espéculo. pp

1-22.
Le Galliot, J. (2001). Psicoanálisis y lenguajes literarios: teoría y

práctica. Edicial.
Ricoeur, P. (1999). Lectura del tiempo pasado: memoria y olvido.

Arrecife.