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La estética gore de María Fernanda Ampuero
The gore aesthetic of Maria Fernanda Ampuero
A estética sangrenta de maría Fernana Ampuero
José Eduardo Serrato Córdova.
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
eduardi_serrato@yahoo.com.mx
Resumen: En este ensayo se estudian las repercusiones estéticas de la
teoría del capitalismo gore que propone Sayak Valencia, en las
narraciones de Fernanda Ampuero. Además, se enfoca la violencia
explícita de la autora como una propuesta feminista contra la
pedagogía tiránica del patriarcado.
Palabras clave: estética gore, Fernanda Ampuero, contra-pedagogía
de la violencia
Abstract: This essay studies the aesthetic repercussions of the theory
of gore capitalism proposed by Sayak Valencia, in the narratives of
Fernanda Ampuero. In addition, the author's explicit violence is
focused as a feminist proposal against the tyrannical pedagogy of
patriarchy.
Keywords: gores aesthetics, Fernanda Ampuero, counter pedagogy of
violence
Resumo. Este ensaio estuda as repercussões estéticas da teoria do
capitalismo gore proposta por Sayak Valencia, nas narrativas de
Fernanda Ampuero. Além disso, a violência explícita da autora é
enfocada como uma proposta feminista contra a pedagogia tirânica do
patriarcado.
Palavras-chave: estética gore, Fernanda Ampuero, contrapedagogia
da violência
Recibido: 01.12.2022 Aceptado: 14.12.2022
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María Fernanda Ampuero (Guayaquil, 1976), junto con Solange
Rodríguez Pappe (Guayaquil, 1976) y Natalia García Freire (Cuenca,
1991) son tres autoras ecuatorianas que han construido un nicho de
mercado local y global a partir del tema de la violencia contra la mujer
desde la estética del terror gótico. Para interpretar la idea de la
violencia gore de María Fernanda Ampuero, parto de la idea de la
filósofa mexicana Sayak Valencia de que la violencia contemporánea
es la manera en que se ejerce la necropolítica de manera global.
El término capitalismo gore define el paisaje económico,
sociopolítico, simbólico y cultural latinoamericano afectado y re-
escrito por el narcotráfico y la necropolítica (entendida como un
engranaje económico y simbólico que produce otros códigos,
gramáticas, narrativas e interacciones sociales a través de la gestión de
la muerte). Dichos términos forman parte de una taxonomía discursiva
que busca visibilizar la complejidad del entramado criminal en el
contexto latinoamericano, y sus conexiones con el neoliberalismo
exacerbado, la globalización, la construcción binaria del género como
una puesta en escena de una política perversa que conlleva a la
creación de subjetividades capitalísticas, recolonizadas por la
economía y representadas por los criminales y narcotraficantes
internacionales, que dentro de las categorías de personajes del
capitalismo gore reciben el nombre de sujetos endriagos.
En este trabajo comento las características de estos seres endriagos
tanto de Pelea de gallos como de Sacrificios humanos (2021) que
considero que son una forma de narrar la violencia generada por los
sujetos endriagos, creados por parte del necroestado para “[apropiarse]
de los cuerpos de la población civil como mercancías de intercambio
o como cuerpos consumidores de estas mercancías [drogas, armas, la
trata de migrantes] ofrecidas por el necromercado”. El término
endriago lo toma Sayak Valencia de la monstruología medieval con la
que se aludía a un “monstruo fabuloso, con facciones humanas y
miembros de varias ferias”, según consta en las páginas del Amadís de
Gaula. Los seres endriagos de Ampuero responden a un modelo de
poder y dominación patriarcal que Rita Segato entiende como la
estructura de la pedagogía de la crueldad de nuestras culturas
occidentales.
Segato define como pedagogía de la crueldad a todos los actos y
prácticas que enseñan, habitúan y programan a los sujetos a transmutar
lo vivo y su vitalidad en cosas. En ese sentido, estas pedagogías
enseñan algo que va mucho más allá del matar, enseñan a matar de una
muerte desritualizada, de una muerte que deja apenas residuos en el
lugar del difunto. La trata y la explotación sexual practicadas en estos
días son los más perfectos ejemplos y, al mismo tiempo, alegorías de
la educación cotidiana de la crueldad. Por ejemplo, en el cuento
“Coro”, Ampuero señala que cuando “la gente no es capaz de verse a
sí misma […] es el principio de todos los horrores” (p. 97).
En este sentido, la poética del monstruo es un espejo deformado que
refleja qué tanto se ha normalizado la crueldad como forma de
relacionarse entre los miembros de las familias, los grupos sociales y
las comunidades tanto urbanas como rurales. En el terreno de la teoría
del biopoder podemos decir que la pedagogía de la crueldad es una
derivación de lo que Michel Foucault define como el “hacer vivir” en
el sentido de que una sociedad selecciona qué vidas “valen la pena” y
a cuáles, en cambio se abandonan de maneras más o menos evidentes
(Giorgi, p. 19).
La crueldad habitual es directamente proporcional a formas de gozo
narcisista y consumista, y al aislamiento de los ciudadanos mediante
su desensibilización al sufrimiento de los otros. […] Los seres
monstruosos de Ampuero materializan las pedagogías de la crueldad
de las sociedades machistas, que enseñan y habitúan a la “disecación
de lo vivo y lo vital”, a la “disminución de la empatía de los sujetos”,
a la naturalización del espectáculo de la crueldad y “la expropiación
de la vida”, así como la “depredación de los territorios/cuerpos”
(Segato, 2018, p. 14). Marcela Lagarde, plantea que en la violencia
misógina contra las mujeres nace en el seno materno y lo aprendido en
el hogar se pone práctica en los ámbitos familiar, laboral y educativo,
espacios que ponen de manifiesto que “la condición de la mujer es una
creación histórica cuyo contenido es el conjunto de circunstancias,
cualidades y características esenciales que la cosifican como un ser
social y cultural cuya función es “ser de y para los otros” (Lagarde, p.
33).
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La estética gore de los relatos de Ampuero no es un recurso para
trivializar la violencia, por el contrario, considero que el uso de lo
grotesco, el horror y lo abyecto se utilizan con plena conciencia de
visibilizar las conductas patriarcales y rechazar toda posibilidad de
endulzar o mitigar los daños perpetrados a los cuerpos de las mujeres,
en la medida en que esas prácticas del no nombramiento, de no
enunciación, no son más que aliadas del ordenamiento patriarcal. De
esta forma, el servirse de esta estética resulta efectivo a la hora de
denunciar, desde la ficción narrativa, la clara voluntad política en las
sociedades patriarcales por invisibilizar, negar o trivializar estos
crímenes.
Rita Segato explica que “La contra-pedagogía de la crueldad tendrá
que ser una contra-pedagogía del poder y, por lo tanto, una contra-
pedagogía del patriarcado, porque ella se contrapone a los elementos
distintivos del orden patriarcal: mandato de masculinidad,
corporativismo masculino, baja empatía, crueldad, insensibilidad,
burocratismo, distanciamiento, tecnocracia, formalidad, universalidad,
desarraigo, desensitización, limitada vincularidad. El patriarcado,
concluye Segato, es la primera pedagogía de poder y expropiación de
valor, tanto en una escala filogenética como ontogenética: es la
primera lección de jerarquía, aunque la estructura de esa jerarquía haya
ido mutando en la historia.
El poder de performativizar el miedo de la mujer es una de las virtudes
de la narrativa de Ampuero. Un miedo que podemos ver y tocar como
sucedía en las puestas en escena del Gran Guignol del teatro popular
francés. Porque la pedagogía de la crueldad tiene como fin despertar
miedos ancestrales. Ampeuro demuestra que el miedo impuesto por el
patriarcado tiene un lugar especial en el inconsciente colectivo
latinoamericano, producto del condicionamiento histórico de ver en la
mujer un ser proclive a la maldad y a la perversión. El miedo, el
monstruo y el ser endriago es una triada constante en el estilo gore de
Ampuero.
El cuento “Biografía”, con que da inicio al volumen Sacrificios
humanosK (2021), es un caso muy interesante en donde la culpa se
traduce en monstruos que castigan a la madre migrante por abandonar
a su hija pequeña:
Supe que un pavo se había colado en el cuarto de mi
hija y le estaba picoteando la mollerita. Supe de inmediato
que el pavo era un demonio y que los demonios se alimentan
de los pensamientos puros de los bebés. Quise gritar, pero no
tenía boca. Los gritos resonaban en mi cabeza, todo por
dentro, como una maraca, haciendo que el corazón me
creciera y me creciera hasta casi no poder respirar. No tenía
piernas. Tampoco tenía brazos para agarrar a mi bebé y
llevármela lejos del pavo. No era una persona, era un ojo, un
ojo que lloraba leche sanguínea, de teta infectada, sobre mi
hija, El pavo se dio vuelta, me mirón. Su cara era mi cara.
Me gritó corre (p. 16).
Existe un correlato histórico de esta pesadilla descubierta por
Ampuero y que conecta el miedo ancestral femenino con el miedo de
los tiempos de la necropolítica. Si hacemos una lectura desde la
mitopoética encontramos que el pavo de la pesadilla, el guajolote de
nuestras culturales originarias, es un animal trascendental entre los
indígenas de Mesoamérica. En el contexto mexicano es el disfraz del
dios Tezcatlipoca, el “espejo humeante”, que a su vez se metaformosa
en pavo.
De allí surge la Mometzcopinqui o mometzcopiniani, que significa
algo así como “la que se da golpes en las piernas”, “la que se saca
molde de las piernas” o “la que se desarticula los huesos de los pies”.
Este personaje podía quitarse las piernas y sustituirlas por unas de
guajolote, del que se ponía también las alas y el pico y de esta manera
podía volar y atacar a niños sin bautizar para alimentarse de su sangre.
El antropólogo Alfredo López Austin la ubica entre los tlatlacatecolo,
es decir, los hombres-búho, que se definían como diablos, demonios,
espíritus malignos, brujos, nigromantes (cf. Simeón, 2004, p. 560).
Algunas de las descripciones de este “mal nahualli” como lo define
Roberto Martínez González (2011, p. 348) están mezcladas con las
características de la bruja española. Para este autor, la mometzcopinqui
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era un nahualli tlahuipuchtli, un tipo de nahual femenino “que se
quitaba las piernas y que aparecía como fuego –o portando un fuego–
en las montañas para asustar a las personas” (Martínez González,
2011, p. 348). El personaje aparece mencionado por Sahagún que dice
que las mujeres que nacían bajo el signo funesto de Ce Ehécatl, en el
que reinaba Queztalcóatl en su advocación de dios de los vientos y los
torbellinos, “sería hechicera de esas que llaman mometzpipinque”
(Sahagún, 2006, p. 240). Más tarde tratadistas como Jacinto de la Serna
ya se refieren a ella como una bruja: “y si era mujer la que nacía en
dicho signo, sería también hechicera, bruja, de las que llaman
Mometzcopinqui, que quiere decir a la que le arrancaron las piernas”
(Serna, 1953, p. 137).
La madre como ser monstruoso y grotesco, desde la perspectiva
patriarcal es el tema de varios relatos de Ampuero. La madre como
engendradora y formadora de seres endriagos. Pero también
encontramos que el monstruo en su otra dimensión, como figura de
vulnerabilidad y exclusión, como en el cuento “Sanguijuelas”, en
donde el bebé monstruoso no es la amenaza sino los niños que ejercen
la violencia en seres que no son como ellos. En nuestra autora
encontramos una dualidad del monstruo endriago, puede ser el que
engendra la violencia o puede ser la víctima que la recibe. En ambas,
se manifiesta la pedagogía de la crueldad.
El monstruo andriago, en el contexto feminista de Ampuero, nos lleva
a reflexionar sobre la manera en que nuestra cotidianidad está diseñada
para aceptar la crueldad de la selección de género del “hacer vivir”, en
donde lo raro, las anormalidades, las mujeres que adoptan otros roles
sociales, como las chicas frikis del cuento “Elegidas” son una amenaza
que la misma sociedad necropolitizada se encarga de suprimir.
Referencias
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___________(2021). Sacrificios humanos. México: Páginas de
Espuma.
Bustamante Escalona, F. (2021). Pedagogía de la crueldad,
feminicidio y régimen de autorización discursiva en
relatos de Legna Rodríguez Iglesias: sobre las
dificultades de des-aprender las lógicas (violencias)
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https://revistas.uncu.edu.ar/ojs3/index.php/cilha/issue/vi
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Lagarte y de Los Ríos, M. (2005) Los cautiverios de las mujeres:
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Segato, R. (2018). Contra-pedagogía de la crueldad. Buenos Aires:
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Sayak V. (2012). “Capitalismo Gore y necropolítica en el México
contemporáneo”, Revista de Relaciones Internacionales,
Universidad Autónoma Metropolitana, núm. 19, febrero
de 2012.