DOI: 10.18537/puc.34.02.07

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Ensayo

Revista Pucara N.° 34. Vol. 2, 2023
e-ISSN: 2661-6912



















SIETE FRAGMENTOS ALREDEDOR DEL NEO-
ROMANTICISMO ECLÉCTICO

Seven fragments around eclectic neo-romanticism

Sete fragmentos em torno do neo-romantismo eclético

Raúl Vallejo
Miembro de número de la Academia Ecuatoriana

de la Lengua
banano59@gmail.com

ORCID: https://orcid.org/0000-0003-1404-1092

Recibido: 17 - 12 - 2023
Aprobado:
12 - 12 - 2023
Publicado:
29 - 12 - 2023

Cómo citar:

Vallejo, R. (2023). Siete fragmentos alrededor del neo-
romanticismo ecléctico. Pucara, 2(34).
https://doi.org/10.18537/puc.34.02.07


1

Dijeron que la vida personal y la cotidianidad del autor no le interesaba al arte
literario. Dijeron que el nuevo escenario tenía que ser urbano. Dijeron que la
heroicidad de ahora es opaca y carece de pasión. Dijeron que había llegado el
fin de la historia. Pero, contra la hegemonía del pensamiento único, estamos en
un tiempo de diversidad de saberes y de un canon que se construye desde
tradiciones propias; un momento de reivindicaciones políticas inéditas que
implican la convivencia con la otredad; una ruptura con la modernidad
cartesiana que nos lleva a la superación de la dicotomía entre cultura y
naturaleza. También estamos en el tiempo de autorretratos, de las selfies que se
multiplican en las redes sociales, de las confesiones reprimidas por las
convenciones sociales que afloran como salidas de un baúl que se abre ya sin
miedo; del reconocimiento de la naturaleza como un ente vivo y con derechos;
de la emergencia de los feminismos y de los derechos de la población LGBTI;
del protagonismo de personas que sobreviven a la violencia y el ascenso del
neofascismo. Vivimos la continuidad de la historia desde la construcción de un
nuevo yo y la lucha por nuevas libertades.

Siete fragmentos alrededor del neoromanticismo ecléctico.

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2

Nos enseñaron que no había que confundir al Narrador con el Autor; que lo
único que debía considerar la crítica era el texto; y, sin embargo, hoy vemos de
cuántas diversas maneras se funden la voz autoral con la voz narrativa y las
formas confesionales de una voz que, siendo narrativa y autoral a la vez, las ha
convertido en escritura para darnos ese objeto del deseo llamado texto. El
enunciado Rousseau en Las confesiones podría ser la poética de una literatura
confesional que da cuenta del yo en la complejidad de su situación espiritual e
histórica: “Emprendo una obra de la que no hay ejemplo y que no tendrá
imitadores. Quiero mostrar a mis semejantes un hombre en toda la verdad de la
Naturaleza y es hombre seré yo. Solo yo. Conozco mis sentimientos y conozco
a los hombres […] Si no soy mejor, a lo menos soy distinto de ellos1. No toda
experiencia de vida puede convertirse en literatura; finalmente, la cotidianidad
anodina de la especie humana carece de intriga y sucesos capaces de
desautomatizar la visión cotidiana del mundo. Pero sí, toda experiencia de vida
puede ser literatura, no por las anécdotas sobre su existencia sino por la
contemplación de los intersticios del alma de aquella vida en la materialización
que conlleva la escritura destinada a entusiasmo estético, la escritura capaz de
convertir la experiencia de un alma en la conmoción espiritual del ser humano.

3
El mundo agitado por las antiguas tormenta y pasión está testimoniado en dos
libros de una narrativa cargada de poesía. El uno es Nuestra piel muerta, de
Natalia García Freire: novela en la que la escena del mundo rural andino
reemplaza a la campiña del gótico de finales del siglo XVIII y comienzos del
XIX; el castillo de Otranto da paso a la casa solitaria, de resonancias lúgubres y
el fanatismo religioso, tanto el ancestral como el sincrético, se ha instalado como
un ente sobrenatural en los corazones de los personajes. Desde similar orilla, el
cuentario Las voladoras, de Mónica Ojeda, recupera la tradición oral popular de
la ruralidad andina mediante la reelaboración poética de los mitos, en el marco
del sincretismo religioso y cultural del mundo indígena y mestizo. Estos cuentos


1 Jean-Jacques Rousseau, Las confesiones [1782] (México: W.M. Jackson, Inc.,

1973).

de Ojeda se inscriben en esa tradición de voces rumorosas que entretejen los
sentidos de la vida y de la muerte, que descubren el horror y lo místico; la
tradición oral popular y los saberes ancestrales y la crueldad del mundo: todo
aquello a lo que nos asomamos desde el sublime terror de vernos confrontados
con la muerte. Las historias y los personajes de ambos libros habitan el universo
de un neogótico incrustado en los Andes.

4
La preeminencia del Yo, herencia romántica por excelencia, es una
característica de Los cielos de marzo, de Andrea Crespo Granda, una novela de
prosa lírica
que estremece, y que, desde el tono confesional, abraza un neo-
romanticismo, formalmente ecléctico, que narra una conmovedora historia de
amor contrariado resuelta con la inmolación de la heroína. El texto es una
desgarradora novela lírica que está estructurada con formas libres; su
protagonista es una memorable heroína romántica, y su escritura, envuelta en el
sentido irónico del arte y en una conmovedora expresión poética, recupera el
paisaje de la naturaleza en función del espíritu. Asimismo, en el registro del Yo
confesional, Estancias, de Alicia Ortega (Guayaquil, 1964), es una
estremecedora práctica de escritura andrógina que nos permite transitar, desde
la cotidianidad de la autora, en nuestra propia experiencia de vida. Alicia Ortega
escribe sus meditaciones iluminando lo que ha vivido y las convierte en filosofía
de lo cotidiano y sus gestos. Este texto es escritura del Yo, pero no desde el
narcisismo sino desde la mirada cómplice de la sororidad, que transita en los
espacios del duelo y la fiesta. Escritura andrógina que se sitúa entre el testimonio
autobiográfico y el ensayo, entre la autoficción y la filosofía, entre el diario de
viaje y la cartografía personal. Tanto la novela de Crespo como la autoficción
andrógina de Ortega son textos que se inscriben en la estética del Yo neo-
romántico libre, confesional, experimental, que deviene en el tiempo del Yo
confesional que se autorretrata en la escritura, ya sea a través del personaje o de
la propia autora.

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Dos cuentarios escritos en clave opuesta se inscriben en el terror de lo real y en
la presencia inquietante de lo fantástico en la realidad. En De un mundo raro,
Solange Rodríguez Pappe construye sus relatos extraordinarios —en el tono del
horror fantástico de la tradición de Poe— a partir de la libertad de la
imaginación, como otra aproximación que tiene el conocimiento para
desentrañar los niveles ocultos de lo real en una atmósfera gótica del trópico: el
mundo de ultratumba es parte del mundo de los vivos y las premoniciones
apocalípticas son reelaboraciones de la destrucción a la que el mal somete al
mundo. Este es un cuentario que, a partir de la ironía y el humor para enfrentar
la muerte y los miedos a lo sobrenatural, destruye la dicotomía racional entre lo
real y lo fantástico construyendo un mundo que los contiene a ambos en lo
cotidiano sin solución de continuidad entre sus bordes; un libro en el que algunas
de sus historias suceden en tiempos apocalípticos y mundos distópicos como
para decirnos que vivimos la era de un apocalipsis permanente; un libro que
incorpora la oralidad del folklore en el rito solitario que integra la escritura y la
lectura. En el otro extremo, en un tono hiperrealista, el cuentario Sacrificios
humanos
, de María Fernanda Ampuero, desarrolla el horror de lo abyecto del
ser humano en cada cuento y asistimos al espectáculo de una galería asfixiante
de monstruos sin posibilidad de redención a partir de una imaginación libérrima.
Son historias que, en la tradición de Mary Shelley, E.T.A. Hoffman y Horacio
Quiroga, incorporan los elementos que se desprenden del gótico del
romanticismo del siglo XIX en historias y escenarios contemporáneos: la casa
tenebrosa acompañada de la violencia intrafamiliar; la recuperación de la
oralidad popular para potenciar el terror y lo sobrenatural; la presencia de seres
de ultratumba en combinación con seres violentos en el mundo patriarcal de los
vivos; todo ello, en medio de personajes que luchan dentro de sí mismos contra
sentimientos depresivos, angustiantes, morbosos. En ambos cuentarios, la
heroína rebelde se enfrenta a la violencia del patriarcado, lucha contra las
convenciones y disfruta de su sexualidad libre.


2 Madame de Staël, Alemania [1810] (Madrid: Espasa-Calpe, Colección

Austral # 184, 1991), 187.


6

Desde la confrontación del Yo con la muerte y la redención de ese mismo yo a
partir de una heroicidad cotidiana estos dos poemarios están envueltos por la
atmósfera del neo-romanticismo ecléctico. Labor de duelo, de María Paulina
Briones, poemario de verso deslumbrante, está alimentado de lo onírico y la
terrorífica cotidianidad de la muerte. En él, la poeta medita sobre la vida
atravesada por el duelo y, en su verso, recupera el sentido del dolor para
continuar viviendo con la sabiduría del ser que ha purgado la pérdida. El poema,
en este sentido, ha transgredido el terreno sonámbulo de la muerte. Victoria
Vaccaro García, en Breve mitología del cuerpo original, convierte en poesía la
transición de un cuerpo, que nace varón, y la génesis de la mujer que lo habita;
su escritura evoca a la naturaleza para volverla compañera de los diversos
estadios del espíritu. El poemario se construye desde la textualidad ceremonial
de un tránsito que es, al mismo tiempo, corporal y del espíritu.

y, 7
El neo-romanticismo ecléctico es una escritura que puede observarse en la
literatura ecuatoriana de comienzos del siglo XXI y que, con amplia libertad de
formas y preocupaciones temáticas, reelabora ciertos conceptos del
romanticismo decimonónico a partir de un yo con identidad de género, la
construcción de nuevas formas de relación con la naturaleza, la asimilación de
variadas estéticas de la escritura, una visión crítica del mundo marcada por la
diversidad sexual y étnica, y el rechazo al canon patriarcal dominante. Vivimos
un tiempo en el que recobra vigencia, desde perspectivas contemporáneas, el
entusiasmo enfrentado al fanatismo. Ya lo señaló Madame de Staël: “El
fanatismo es una pasión exclusiva, cuyo objeto es una opinión; el entusiasmo se
repliega a la armonía universal: es el amor de lo bello, la elevación del alma, la
alegría del sacrificio, reunidos en un mismo sentimiento lleno de grandeza y de
serenidad”2. La amplitud que ha ganado para el arte y la literatura la definición
de lo bello, el entendimiento del alma en unidad indisoluble del cuerpo ya que
toda persona es un cuerpo con historia, el entendimiento del yo como un yo

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escindido y diverso, las nuevas libertades por las cuales se lucha, el
acercamiento a la naturaleza y la relación de respeto que se establece entre el
ser humano y la vida son características de un nuevo entusiasmo. La ironía del
distanciamiento que se establece entre quien escribe y la escritura; el
entendimiento de la literatura como un artificio ecléctico y un espacio para la
problematización de la rebeldía son los cimientos de un neo-romanticismo que
deconstruye las convenciones patriarcales, supera las ilusiones del liberalismo
económico y concentra la mirada en el ser humano por sobre el capital.
Finalmente, desde la experiencia de formas experimentales, envuelta la
literatura en nuevas prácticas signadas por la vieja formulación de tormenta e
ímpetu,
esta tendencia neo-romántica ejerce, desde el eclecticismo textual, el
sentido liberador de la escritura.