Resumen
El presente artículo considera un momento clave de
la historia reciente del Ecuador, el ciclo de protestas de
octubre del 2019, para comprender la crisis actual. Casi
cinco años después de este acontecimiento resulta claro
que la degradación de la democracia ecuatoriana ha
tenido repercusiones que lo han llevado a convertirse
en uno de los países más peligrosos del mundo. Esta
degradación resulta imposible de entender sin el ciclo
de protestas de 2019 donde se plantearon las tensiones
no solo en su dimensión política y económica, sino
simbólica, sobre todo, respecto a la cuestión indígena. Un
libro relativamente reciente de la escritora guayaquileña
Mónica Ojeda ofrece una oportunidad valiosa para
revisar la naturaleza simbólica de estas tensiones a
través de una lectura comparativa (o cruzada) con el
libro publicado por Leonidas Iza en 2021 Estallido: La
Rebelión de Octubre en Ecuador.
Palabras clave: Mónica Ojeda, literatura ecuatoriana,
octubre 2019, Leonidas Iza, crítica de la economía
política, teoría marxista de la dependencia.
julio-diciembre 2024
Vol. 2, N.° 35
https://doi.org/10.18537/puc.35.02.03
ISSN: 1390-0862 / e-ISSN: 2661-6912
https://publicaciones.ucuenca.edu.ec/ojs/index.php/
pucara/index
l Fernando Montenegro. Universidad de las Artes, Ecuador. mario.montenegro@uartes.edu.ec,
https://orcid.org/0000-0002-5980-5570
Recibido: 23-04-2024 / Aprobado: 02-07-2024 / Publicado: 13-12-2024
Las representaciones del páramo y el conicto indígena en
dos cuentos de Las voladoras de Mónica Ojeda
The representations of the paramo and the indigenous conict
in two short stories of Monica Ojeda’s Las voladoras
A representação do paramo e o conito indígena em dois
narrativas do Las voladoras do Mónica Ojeda
Abstract
is article considers a key moment in Ecuadorians
recent history: the cycle of protests that took place in
October 2019. is episodes of social protest are crucial
to comprehend the current crisis in the Andean country.
Almost ve years aer the events it remains clear that the
degradation of Ecuadorian Democracy has had such a
devastating eect that transformed this nation into one
of the most dangerous in the world. is degradation is
impossible to understand without taking into account the
cycle of protests in 2019, which pointed out no only the
political and economic dimensions of the conict, but
its symbolic nature, especially regarding the indigenous
question. A relatively recent book of Ecuadorian writer
Mónica Ojeda oers a valuable opportunity to reect
on the symbolic nature of this conict through a
comparative study with indigenous leader Leonidas Izas
book Estallido: La Rebelión de Octubre en Ecuador.
Keywords: nica Ojeda, ecuadorian literature, october
2019, Leonidas Iza, critique of political economy, marxist
theory of dependency.
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Universidad de Cuenca, Cuenca - Ecuador
Cómo citar: Montenegro, F. (2024). Las representaciones
del páramo y el conicto indígena en dos cuentos de Las
voladoras de Mónica Ojeda, Pucara, 35 (2), 31-46. https://
doi.org/10.18537/puc.35.02.03
1. Presentación del problema: el levantamiento
de octubre de 2019 en el Ecuador y su
recepción en el campo cultural
El 14 de junio del 2022, Leonidas Iza, presidente
de la CONAIE, fue secuestrado por miembros de
la Policía Nacional del Ecuador mientras lideró
una movilización en la provincia de Cotopaxi.
Días después de este hecho violento se reunió
con Guillermo Lasso, entonces Presidente del
Ecuador. Cuando terminó la negociación el
equipo de seguridad de la presidencia buscaba
impedir que Iza dialogue con la prensa local
que, por su parte, aguardaba impacientemente
los resultados de la reunión. Lo que se juega es el
precio y el subsidio de los combustibles. En días
posteriores, Iza informó sobre las propuestas
extendidas al Presidente de la República. Explicó
también que las demandas de la CONAIE (Iza
las llama propuestas) exceden el precio de la
gasolina que afecta especialmente a campesinos
y pequeños productores de las zonas rurales del
país.
En esa reunión, que no fue televisada en vivo,
pese al pedido de la CONAIE, se plantearon
seis propuestas: jar el precio del combustible,
de los productos agrícolas y mejorar la situación
de agricultores en el sector productivo, aliviar
el sistema nanciero y la moratoria de créditos,
reducir la producción petrolera y minera,
retirar la política laboral y la Ley Creando
Oportunidades y permitir la aplicación
de derechos colectivos de los Pueblos y
Nacionalidades Indígenas.
Durante los meses que siguieron esta reunión
hasta el decreto de muerte cruzada en mayo
del 2023, Leonidas Iza había tenido varias
apariciones en medios de comunicación donde
insistía en las razones por las cuales demandaba
que el entonces presidente derogase los artículos
en los que se prescribe la eliminación de los
subsidios para los combustibles. Lasso salió del
poder sin atender esta demanda y, no solo eso,
el precio de la gasolina siguió incrementándose,
vía decreto, en la presidencia de Daniel Noboa
que ocupa ese cargo desde octubre del 2023.
El recorte al subsidio de los combustibles fue el
principal detonante de los episodios de octubre
de 2019, este problema acarreó muertes en las
calles y una crisis política que hoy solo se acentúa
y agrava con el aumento de la pobreza extrema
y una oleada de violencia sin precedentes en
la historia ecuatoriana, síntoma inequívoco de
abandono del estado a través de la imposición
de una agenda de políticas neoliberales que se
instauró a partir del gobierno de Lenin Moreno,
continuó con el de Lasso y sigue vigente en el
gobierno de Noboa. Si algo nos queda claro en
este momento histórico es que la rebelión de
octubre constituye un hecho sin el cual no se
puede entender la situación política del Ecuador
actual.
Resulta imposible comprender, por ejemplo,
el ascenso de la extrema derecha, la agenda
programática de resistencia en las izquierdas,
sobre todo la representada por el presidente de
la CONAIE, Leonidas Iza. Sin octubre de 2019
tampoco se puede entender, con claridad, cuál
Resumo
O presente artigo considera um momento chave da
história recente do Equador, o ciclo de protestos de
outubro de 2019, para compreender a crise atual. Quase
cinco anos após esse acontecimento, ca claro que a
degradação da democracia equatoriana teve repercussões
que a tornaram um dos países mais perigosos do mundo.
Essa degradação é impossível de entender sem o ciclo
de protestos de 2019, onde as tensões foram levantadas
não apenas em sua dimensão política e econômica, mas,
sobretudo, simbólica, em relação à questão indígena. Um
livro relativamente recente da escritora guayaquilenha
Mónica Ojeda oferece uma oportunidade valiosa para
revisar a natureza simbólica dessas tensões através de uma
leitura comparativa (ou cruzada) com o livro publicado
por Leonidas Iza em 2021, Estallido: La Rebelión de
Octubre en Ecuador. ris contemporâneas.
Palavras chave: nica Ojeda, literatura equatoriana,
outubro de 2019, Leonidas Iza, crítica da economia polí-
tica, teoria marxista da dependência.
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es el espacio político que ocupa el correísmo
(principal fuerza política en la Asamblea
Nacional) que parece entrampado entre ambos
polos y que jugó un papel ambiguo en los
acontecimientos de 2019. Ambiguo porque,
como claramente lo expresa el propio Leonidas
Iza, el objetivo de la rebelión era, entre otros,
denunciar y resistir al modelo desarrollista
impulsado por el propio Correa en los diez años
de su mandato. Ouviña (2021), lo explica de la
siguiente manera:
A la vuelta de la historia, hoy resulta
evidente que los tiempos y dinámicas
electorales en su diseño y conguración
burguesa tradicional (a los que se
supeditaron prácticamente la totalidad de
los gobiernos, así como no pocos partidos
y organizaciones que se presumían de
izquierda), no suelen ser compatibles con
las transformaciones radicales requeridas
por las fuerzas anticapitalistas (p. 23).
Las tensiones entre estas facciones de la política
ecuatoriana fueron de tal intensidad que,
cuando las izquierdas se vieron amenazadas
por el ascenso de Lasso en 2021, se vieron así
mismo incapacitadas de formular un frente
político que impida su victoria, pues como
sugiere Ouviña, en Estallido: La Rebelión de
Octubre en Ecuador, la CONAIE percibe en el
correísmo los mismos rasgos de la derecha. La
consecuencia de esta tensión fue la victoria de
Lasso y las derivaciones del triunfo electoral de
la extrema derecha se observaron solo seis meses
después de asumida la ocina presidencial
con recortes en salud, educación, una grave
conmoción social denida por el ascenso sin
antecedentes de muertes violentas. Aun así, es
importante aclarar, que las demandas populares
encarnadas por la CONAIE no son en ningún
sentido nuevas, sino que están representadas
en la rebelión de octubre del 2019 como un
episodio más en un largo proceso histórico que
nos lleva hasta la década de los noventa.
Ahora bien, no es el interés de mi trabajo hacer
una revisión de la rebelión de octubre en el
Ecuador y sus repercusiones a cinco años de
los acontecimientos, sino más bien ofrecer
una reexión crítica a partir de mi campo, que
es el literario, concretamente a partir de una
lectura de Las voladoras. La justicación de
este desvío nace de la necesidad de explorar el
conicto en el campo de lo simbólico, porque
me parece que está relacionado con los modos
de representación del mundo indígena que es
un problema histórico del arte y la literatura
ecuatoriana.
El libro de Ojeda ofrece una oportunidad
de observar este conicto en un momento
histórico concreto y resulta sintomático de lo
profundas que son las incomprensiones mutuas
entre los sectores racializados del país y la
burguesía blanco-mestiza que es la que ostenta
el dominio sobre el campo cultural ecuatoriano.
Ojeda es, sin duda, una escritora de gran valor
en el panorama literario local cuya obra, en mi
opinión, plantea una crítica rabiosa contra el
racismo estructural que subyace las relaciones
sociales en el Ecuador, sin embargo, también
reproduce un gesto de apropiación simbólica
de lo indígena que resulta problemático, no
por el gesto en sí mismo, que es, por otro lado,
inevitable, sino por los efectos que tiene en
nuestra comprensión del problema del mundo
indígena. Este no es un problema exclusivo
de Ojeda, por supuesto, sino de la naturaleza
de un campo literario —no solo ecuatoriano,
sino, me temo, latinoamericano— que en
opinión de Antonio Cornejo Polar (2016) “lo
que hace es ofrecer imágenes armónicas de lo
que obviamente es desgajado y beligerante,
proponiendo guraciones que en el fondo sólo
son pertinentes para quienes conviene imaginar
nuestras sociedades como tersos y nada
conictivos espacios de convivencia” (p. 116).
En Las voladoras en ningún sentido se
desatiende la conictividad del mundo que
retrata en su libro, sin embargo, desde mi punto
de vista, esas representaciones de lo indígena
fallan en dar cuenta de la dimensión económica
y política que subyace a las tensiones simbólicas
que trabaja con tanta lucidez y virtuosismo.
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Universidad de Cuenca, Cuenca - Ecuador
De allí la insistencia en volver una y otra vez a
los planteamientos de Iza. Existe un riesgo en
reducir el conicto al estrato de lo simbólico o,
dicho de otra manera, de puricar lo simbólico
de las categorías económicas y políticas que lo
rigen. La consistente mención al problema del
precio de los productos agrícolas, en su compleja
relación con los de la gasolina y en vínculo
con la naturaleza extractivista y dependiente
de la economía ecuatoriana, son a veces poco
comprendidos, inclusive, por ciertos sectores
de la izquierda, a quienes les conviene asimilar
lo indígena como un problema que se disputa
exclusivamente en el terreno de la identidad.
Las demandas históricas articuladas por
la CONAIE rebasan, con creces, la lucha
meramente simbólica por la reivindicación
histórica de los pueblos indígenas. En otras
palabras, la simpatía que ha causado entre
los sectores intelectuales y —el que más
compete a artículo— culturales del país
está más relacionada con motivaciones de
índole identitaria, que con una lucha por las
condiciones económicas y, concretamente, con
las condiciones laborales y de acumulación de
los sectores representados por la CONAIE que
no son exclusivamente campesinos, sino que
incluyen también a los sectores populares y a la
clase trabajadora.
La mirada infantilista e infantilizadora por
parte de las izquierdas vinculadas a sectores
académicos y artísticos, no nos deja entender las
fuerzas que impulsan al movimiento histórico
de octubre 2019 y junio 2021, el cual podría ser
mejor entendido con el concepto de lucha de
clases y de superexplotación del trabajo, que
con las categorías provenientes de los estudios
culturales que dominan, sobre todo, el campo
literario y artístico en el Ecuador que es a partir
del cual parte esta reexión. La ausencia cada
vez más preocupante del marxismo en el campo
de las artes, pese a que hay una gran tradición
marxista especialmente en los estudios literarios
ecuatorianos, impide observar con suciente
destreza la complejidad del asunto.
Sin embargo, iniciaremos el análisis
describiendo los modos de representación
reciente que se observan en la obra de Ojeda,
que resultan útiles para comprender esa
“incomprensión. La literatura no está exenta
de esta discusión, al contrario: al pertenecer
a eso que Marx llamó las superestructuras
ideológicas, ofrece un panorama fértil para el
análisis. Así lo dene Jean Freville en el prólogo
a los comentarios literarios de Marx y Engels:
La literatura como el arte, es, pues, una
superestructura ideológica que se eleva
sobre la base de condiciones económicas
dadas, pero que tiene un desarrollo propio
y sufre, a pesar de su autonomía relativas
los efectos de otras superestructuras
ideológicas —losofía, ciencias, derecho,
moral, religión, etc.—; a su vez, reacciona
sobre la sociedad de la cual es expresión
y contribuye a modicarla (Freville en
Marx y Engels, 1940, p. 12).
Ahora bien, es necesario aclarar que la perspectiva
marxista con la que se está trabajando no está
interesada en la representación directa de la
realidad ni espera de una obra literaria que su
temática sea concomitante con los problemas
políticos y económicos de una sociedad dada
(esto algo que hacía el realismo social), sino
que lidia con el problema de la forma o, mejor
dicho, con el contenido de la forma —que es, por
denición, ideológico— como el mecanismo con
el que la literatura metaboliza simbólicamente la
realidad en tanto la conuencia de tres círculos
concéntricos que incluyen, necesariamente, lo
político, lo social y lo histórico . La literatura
simboliza la realidad, pero lo hace intermediada
(e intervenida) por esas determinaciones, con
lo cual la interpretación de un texto literario
debe considerar lo político “not as an auxiliary
to other interpretive methods current today, but
rather as the absolute horizon of all reading and
all interpretation” (Jameson, 1983, p. 2).
Lo político, en el sentido sugerido por Marx,
está determinado por la historia de la lucha de
clases, es decir, por la historia ininterrumpida
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Pucara, 2024, 35(2)
del conicto. En ese sentido, Jameson
argumenta que “it is detecting the traces of
that uninterrupted narrative, in restoring to
the surface of the text the repressed and buried
reality of this fundamental history, that the
doctrine of a political unconscious nds its
function and its necessity” (Jameson, 1983, p.
6). Con ello la tarea de la crítica literaria implica
encontrar esas formas en que el inconsciente
político se maniesta en un plano diacrónico. La
obra literaria, de este modo, no puede aparecer
en su singularidad radical, sino siempre en
relación con otras escrituras o textualidades
que no necesariamente pertenecen a su campo.
De allí que mi análisis de la obra de Ojeda
tiene como horizonte el libro de Leonidas Iza,
como un documento que pone de maniesto
no solamente las tensiones estructurales que
subyacen el mundo que la autora pretende
representar en su obra, sino también la carga
ineludiblemente política de todo lenguaje.
2. Las voladoras de Mónica Ojeda: un síntoma
contingente de la representación de lo
indígena en el Ecuador
La producción literaria ecuatoriana se encuentra
en una posición inédita. Un conjunto de
escritoras ecuatorianas, encabezadas por Mónica
Ojeda, han adquirido una nada desdeñable
notoriedad en el mercado editorial internacional,
especialmente en España. Ojeda, en particular,
traducida ya a varias lenguas se ha convertido
en una de las referentes más importantes de la
literatura ecuatoriana contemporánea. Escritora
guayaquileña, empezó su carrera de manera
muy temprana y celebrada con sus novelas La
desguración Silva, Nefando, Manbula y Las
voladoras.
Resulta interesante —e ineludible— revisar el
contexto histórico en el que apareció este libro
antes de empezar con el alisis. Las voladoras
fue presentada por primera vez en el Ecuador el
12 de octubre de ese año, en la Feria del Libro de
Guayaquil. Fue realizada por la también escritora
guayaquileña María Fernanda Ampuero, quien
fuese en el año 2019, directora de la Feria
Internacional del Libro de Quito, dignidad a
la que accedió durante el gobierno de Lenin
Moreno. Este dato parece anecdótico, pero en
ningún sentido lo es, puesto que Ampuero mostró
claras muestras de apoyo a la entonces Ministra
de Gobierno, María Paula Romo, durante la
fuerte represión de la que fueron víctimas los
manifestantes. Romo ha sido señalada como
una de las principales responsables de la acción
policial que resultó en el asesinato de más de una
docena de ecuatorianos durante los hechos de
octubre de 2019, al punto que fue destituida de
su cargo por la Asamblea Nacional en noviembre
de 2020 . A continuación unas declaraciones de
Ampuero relativas a esos acontecimientos:
En Ecuador tenemos una Ministra del Interior.
La critican mucho. La llaman fascista. Pero
a pesar de todo lo que se destruyó, no sacó
tanques como si creo, perdón, que hubiera
hecho un hombre. No cayó en esa cosa visceral
de ‘los matamos ahorita. Respiró y se lo pensó
(Redacción Primicias, 24 de noviembre de
2020) .
La presentación de ese libro ocurría exactamente
un año después de los hechos de octubre 2019
—mientras Ampuero planicaba la FIL Quito
de ese año— aunque esta fecha conmemorativa
no recibió una sola mención de las panelistas
. Esta omisión resulta curiosa, no solo por la
icónica fecha para el mundo indígena, sino,
precisamente, porque la propia Ojeda ha
repetido en innumerables ocasiones que Las
voladoras es un libro que se debe inscribir en
el llamado gótico andino —término acuñado
por el académico ecuatoriano Álvaro Alemán y
estudiado por otros pares como Iván Rodrigo-
Mendizábal — y “el imaginario indígena” es
absolutamente central en estos relatos. En esa
misma presentación, Ojeda describe al gótico
andino de la siguiente manera: “Para mí el
gótico andino está en los mitos, en la mitología
andina, indígena, de las montañas, de la altura,
de la simbología, en el paisaje, en el horror de las
ciudades andinas, pero también de los páramos
(Sobrevolando el gótico andino: presentación de
Las voladoras”, 21’30).
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Universidad de Cuenca, Cuenca - Ecuador
La omisión de Ampuero y Ojeda durante el
conversatorio puede parecer secundaria pero
no lo es en ningún sentido. Un año antes, tras
el anuncio de que varios colectivos sociales
relacionados con la CONAIE llegarían a la
ciudad de Guayaquil para sumarse a las protestas
que ya habían producido un estallido social en
Quito, la alcaldesa de la extrema derecha de la
ciudad ordenó clausurar el puente de la Unidad
Nacional que conecta a Guayaquil con el resto
del país. Fueron también tristemente célebres
las palabras del ex-alcalde de la ciudad y líder
político de la derecha ecuatoriana, Jaime Nebot,
quien, ante los anuncios de movilización en la
ciudad portuaria exclamó: “Recomiéndeles que
se queden en el páramo.
Quisiera conectar y diferenciar claramente estas
declaraciones racistas de Nebot y a las acciones
beligerantes que se desplegaron tras ellas, con
otras de Mónica Ojeda a propósito de su libro
Las voladoras y en relación con el espacio
donde ocurren estos relatos tanto como una
caracterización de lo “gótico andino”:
De hecho es algo que no está para nada
estudiado, ni siquiera está asumido del
todo. Lo escuché una vez a un académico
en Ecuador que acuñó el término gótico
andino, en un congreso literario, y luego
un montón de gente empezó a hablar de
eso, pero casi que en el habla cotidiana
para aludir a cierto miedo ligado a un
paisaje determinado. Y cuando me
reero a un paisaje determinado resulta
evidente que estoy hablando del miedo y
de volcanes y de páramos y de valles y de
ciudades andinas, pero sobre todo estoy
hablando de mitologías. Todo ese paisaje
está, digamos, construido en torno a
mitologías ancestrales indígenas, incaicas
incluso, que perduran al día de hoy. En
el mundo andino convive lo ancestral
con el presente y con el futuro. Es lo que
quise que se experimentara a través de la
escritura. Todos los góticos –el del Sur,
el inglés– hablan de los mismos terrores
humanos pero tienen las particularidades
de las geografías. Quería investigar el
miedo, y su relación con la geografía y la
importancia simbólica y mitológica. Se
dio esta versión mía, libérrima, de lo que
es el gótico andino (Gascón, 2020, párr.
6).
Queda claro que, pese a sus enormes diferencias
políticas, tanto para Ojeda como para Nebot
la idea del páramo (como sinécdoque de lo
andino) tienen una referencia al mismo tiempo
geográca y simbólica. Ojeda ha insistido,
efectivamente, que su interés en ello es de
carácter exclusivamente simbólico y aunque es
claro que no comparte la actitud racista de Nebot,
sí parecen coincidir en ciertas deniciones del
páramo y, en consecuencia, miran con cierta
distancia respecto la cuestión indígena en el
Ecuador, representada en ese momento histórico
por los acontecimientos de octubre 2019. Esta
incomprensión, insisto, resuena en un campo
literario que se prohíbe observar la dimensión
político económica del páramo y que busca
sintetizarlo a su más elemental simbolismo. En
ocasiones, para el campo cultural el páramo es
un espacio imaginario abstraído de sus tensas
relaciones políticas.
Esto último lo digo considerando también que
Ojeda ha sido muy activa en casi todas sus
intervenciones públicas, sobre todo cuando se
maniesta contra el racismo del que ella misma
es víctima, pues reside en Madrid desde hace
varios años y se describe a sí misma como
una inmigrante. Aquí uno de sus varios tweets
comentando el asunto el 18 de julio de 2021:
“Estoy un poco cansada ya de que la gente
niegue el racismo estructural porque, según
ellos, eso no existe, sino la “aporofobia. Otra
forma más de invisibilizar que la pobreza está,
no sé, RACIALIZADA” (Ojeda, 18 de julio de
2021 [Tweet]). Se traen a la discusión estos
comentarios “extra-literarios” de la autora
ecuatoriana, porque dan cuenta de su profunda
conciencia sobre la violencia racista que
determina las relaciones humanas en el mundo
contemporáneo.
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Las voladoras, fue publicada con tal impacto
que fue declarada por el prestigioso suplemento
literario Babelia, del diario El País de España,
como uno de los cincuenta libros más
importantes del año. Desde un punto de vista
estético sin duda se trata de una colección de
cuentos muy bien lograda, aunque ciertamente
desigual, puesto que contiene relatos con
distintas densidades narrativas y otros donde no
se habla sobre el mundo indígena en absoluto.
Un ejemplo de ello es “Caninos, publicado
previamente en la editorial Turbina y donde
el mundo andino no aparece ni como telón de
fondo. La autora guayaquileña logra reproducir
algunas de sus temáticas conocidas como el
terror y la violencia —especialmente, la violencia
ejercida contra las mujeres—, a un escenario
inusual en sus dos novelas anteriores: los andes
ecuatorianos. El primer relato, “Las voladoras
es el que le da nombre al volumen y el que tiene
la función, según lo ha mencionado Ojeda en
varias entrevistas, de imponer una atmósfera
y un tono en la colección. Sin embargo, en el
presente alisis me voy a detener en solo dos
relatos: “Soroche” y “El mundo de arriba y el
mundo de abajo.
Soroche”
Soroche, en el Ecuador, es una palabra utilizada
para referirse al mal producido por la exposición
a la altura. Es un tema que afecta especialmente
a las personas de la costa que viajan a la sierra y
sufren una serie de síntomas que incluyen dolor
de cabeza, mareo y un malestar generalizado.
Uno de los personajes de Ojeda (2020) lo
plantea de esta manera:
Lo llaman mal de aire, mal de altura, mal de
montaña, mal de páramo, apunamiento,
soroche, pero siempre que te da te quieren
hacer mascar coca como si fueras una
maldita alpaca, y a mí eso no me gusta.
A mí eso me parece asqueroso. Una vez
me dieron un té de coca y fue lo más
repugnante que he probado en mi vida. Yo
sé lo que es estar muy alto. ¿sabes? Yo he
estado en La Paz, en Quito, en Cuzco. He
viajado mucho porque me gusta conocer
sitios nuevos y culturas nuevas. Viajo,
como mínimo, dos veces al año, y no a
cualquier continente, sino a países donde
el panorama es duro. No hago turismo
chic, no señor. Yo me lanzo a la aventura
y a veces eso tiene consecuencias (p. 23).
En lo que sigue se relata, desde la perspectiva de
cuatro amigas, Viviana, Karina, Ana y Nicole,
las vicisitudes que las turistas experimentan
en este viaje. El fragmento citado pertenece a
Viviana, pero en el resto del relato se leerán los
testimonios de las otras tres amigas que, por
cierto, pertenecen a la clase alta guayaquileña.
Podrían ser parientes de Nebot. La gura central
del relato, sin embargo, lo congura Ana. Ella
es la razón por la cual las cuatro mujeres han
decidido emprender este viaje de aventura hacia
el páramo. Ana se ha divorciado recientemente,
producto de un video pornográco que ha
empezado a circular y la ha expuesto no solo
con su familia, sino con toda la sociedad
guayaquileña de élite.
Ojeda (2020) es magistral en narrar este tipo
de escenas. El video que circula, y que todas
sus amigas han visto, contiene imágenes muy
fuertes que incluyen penetración anal, sangre
y excrementos. También se debe aclarar que la
mujer en cuestión es una señora con obesidad
mórbida y que, en general, se siente avergonzada
por la desbordada circulación de ese material:
¿Que en qué estaba pensando mientras
subíamos a la montaña, niño? Pensaba
en mí misma abierta de piernas sobre la
cama. En mis muslos gordos, arrugados,
con mesetas y hundimientos de piel de
naranja. En mis venas azules, rojas y
verdes hincadas igual que lombrices de
mar [...] En mi cuerpo de luchador de
sumo, de elefante, de foca, agitándose
nauseabundamente, ridículamente,
repugnantemente. En cómo él coge
la cámara y me enfoca el ano con
hemorroides y me mete el dedo y sangro
y suelto caca (p. 47).
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Universidad de Cuenca, Cuenca - Ecuador
Ahora bien, el clímax del relato ocurre cuando
en medio de la caminata Ana, la mujer del video,
se ha detenido sobre un par de piedras, se ha
bajado los pantalones y se ha dispuesto a orinar
en frente de sus amigas. Esto produce estupor
en todas ellas y la picardía del cuento consiste
en jugar con las percepciones que cada una de
ellas tiene sobre esa imagen. Tengo particular
interés por la mirada de una de ellas (Karina, la
escritora):
No quería ver el cuerpo de Ana, esa es
la verdad. Yo creo que ella lo sabía y nos
estaba poniendo a prueba. Todas fallamos,
por supuesto. ¿Me das una calada? Gracias,
querido. El sendero estaba limpio, durante
el ascenso no nos encontramos ni una
sola alma salvo en esos breves segundos
en los que vi a un indio a lo lejos, más
arriba, mirándonos con un poncho rojo y
un bastón de madera. Te lo cuento ahora
porque cuando Ana salió corriendo el
indio también lo hizo y fue como si los
dos fueran la misma persona, solo que
en distintos sectores de la montaña. Te
parecerá una locura, pero casi juraría
que vi al indio correr de espaldas. Se me
heló la sangre. Todo esto lo vi al nal, por
supuesto, y ya no pude hacer nada. Tal
vez fue el soroche [...], pero como le di la
espalda solo vi el nal, cuando Ana y el
indio se lanzaron. ¿Un cóndor? ¿Quién te
dijo eso querido? (Ojeda, 2020, p. 38).
Hay varios elementos de este fragmento que
resultan fascinantes. En primer lugar, el hecho
de que este paisaje sea narrado por Karina, la
escritora del grupo. En el relato se nos hace saber
que es ella quien tiene la idea del viaje, aunque
hubiera preferido otro destino, “una ciudad
moderna, por ejemplo. Se revela también que
Karina es una escritora de ciudad, como la
propia Ojeda, aunque basta leer unas pocas
líneas del relato para comprender que Ojeda
propone una parodia y que muy probablemente
se parece a aquellas colegas que conforman
ciertos grupos literarios de élite en la ciudad de
Guayaquil. A través de esta caricatura, Ojeda
toma distancia de estas propuestas políticas y
literarias, tal como lo hizo en su última novela
Mandíbula, donde crítica a la más recalcitrante
sociedad conservadora de la ciudad portuaria.
Karina tiene una visión fantasmagórica del
páramo y solo puede entender al indio como un
símbolo, en el fondo, ilegible.
Este es el segundo elemento que se rescata:
la relación entre el páramo y el indio. Resulta
llamativo que durante el ascenso al páramo
andino las mujeres no se encuentren con un
indio en su camino. Se trata de un páramo
vacío, en el cual los indios parecen siempre
estar borrados del paisaje, excepto cuando
aparece la oportunidad de la metáfora. Esto es
sin duda algo inverosímil en un viaje hacia los
Andes ecuatorianos. Más allá del problema de
verosimilitud, que puede ser anecdótico, resulta
decidora la forma un tanto esquiva en la que
el indio ha sido puesto en escena, solo hacia el
nal del relato. En primer lugar, su aparición es
más o menos sombría, pues lo hace de manera
difusa y espacialmente distante (se dice que está
allí arriba, entre la niebla) y, en segundo lugar,
aparece equiparado o, incluso, fundido con Ana,
la mujer gorda que está orinando. Cuando Ana
sale corriendo y se avienta hacia el precipicio,
ya en el remate del relato, aparece de la nada
la gura de un cóndor que es caracterizado
como un ave monstruosa, aunque magníca.
El cóndor —ya lo sabrán los lectores de Dávila
Andrade— es inequívoca representación mítica
de lo andino y, en este cuento, también de lo
indígena como si fueran uno y el mismo.
Ojeda busca producir un efecto y no cabe perder
de vista que se trata de un relato de cción, sin
embargo, los elementos utilizados para crear ese
efecto nos dan mucho que pensar sobre el modo
en que están representados el páramo y el indio
en el imaginario de la escritora ecuatoriana. No
parece menor, así mismo, el valor simbólico
que se produce con la imagen de Ana orinando
sobre unas piedras. La imagen escatológica del
personaje de Ojeda hace pensar que hay una
resistencia para relacionarse con la complejidad
que esconde el páramo andino y, sobre todo,
39
Pucara, 2024, 35(2)
con sus habitantes indígenas. Contrario a
sus personajes, la escritora ecuatoriana sí se
propone indagar en los profundos desladeros
de la mitología andina, como lo prueba en
sus otros relatos, aunque lo hace de un modo
que quizá convenga llamar turístico y, en ese
sentido, su aproximación al páramo no es
fundamentalmente distinta a lo que observamos
en los personajes de “Soroche” que, al n y al
cabo, van al páramo de vacaciones. ¿Es por eso
que el indio no termina por aparecer en todo el
libro? ¿Es por eso que el indio no asoma como
sujeto sentimental y, mucho menos, hace parte
de la economía social que está en juego en el
relato? ¿Por eso se convierte en cóndor, es decir,
en símbolo?
“El mundo de arriba y el mundo de abajo
En mi criterio, este es el cuento mejor logrado
de la colección, por su complejidad narrativa y
la tensión emocional que está impresa en cada
escena, mientras perseguimos a un padre que
busca resucitar a su hija. El cuento hace una clara
referencia a la novela inacabada de José María
Arguedas El zorro de arriba y el zorro de abajo,
que no es asunto menor puesto que se trata de
una obra que, precisamente, pone en conicto
la cultura quechua de los Andes peruanos
con las apropiaciones blanco-mestizas de ese
imaginario. Un estudio más profundo sobre las
críticas que plantearía Arguedas sobre el trabajo
de Ojeda queda pendiente para un futuro
trabajo. Por ahora, basta señalar la referencia al
peruano, aunque sea para decir que, pese a la
plasticidad del cuento de Ojeda, resulta difícil,
nuevamente, encontrar una imagen clara del
indígena.
Vale destacar, por otra parte, la riqueza poética
que tensiona este relato. El relato está contado
en doce fragmentos titulados “Piedra I”, “Piedra
II”, etcétera, a través de un narrador en primera
persona que está en una especie de trance
alucinatorio y poético en el cual se reere a sí
mismo en los siguientes términos: “Escribo:
aprenderá a caminar y a hablar como antes.
Soy el padre y el chamán. Soplo adentro de su
boca. La insuo de vida agreste. Le enseñaré a
ponerse los zapatos. Le enseñaré a darle gracias
a la hierba” (Ojeda, 2020, p. 115).
El dolor de esta muerte lo lleva a intentar una
suerte de resurrección, aunque de una manera
particular: usando el cuerpo de su mujer. La
idea es que el narrador-protagonista pueda
transmigrar el alma de Gabriela al cuerpo
muerto de su esposa: “Así lo hice porque ese era
el deseo de mi mujer y el mío propios” (Ojeda,
2020, p. 101). Lo que observamos después es
el tránsito de este hombre hacia las más altas
montañas de los Andes ecuatorianos donde
intuye que logrará devolver —allí y no en otra
parte— la vida a su hija. El páramo, otra vez,
como mito-poema.
Vale destacar, entonces, algunos elementos. Por
los primeros indicios que nos ofrece el relato,
podemos inferir que el narrador-protagonista
y su familia, son mestizos. No solo el nombre
de Gabriela parece así sugerirlo (aunque, claro,
no es nada extraño que los indígenas utilicen
nombres castellanos para bautizar a sus hijos),
sino también en la escena que se lee en el
siguiente pasaje:
Los pájaros cantaron en su alto vuelo.
Los indios lo gritaron con sus miradas
cenagosas: Invasores. Terratenientes que
juegan a la andinidad. [...]. «Esos salvajes
le echaron un mal de ojo a nuestra
guagua», dijo mi mujer mordiéndose las
rodillas. [...]. A lo lejos, los indios del
pueblo miraron con desconanza nuestra
casa (Ojeda, 2020, p. 102).
Contrario a “Soroche” en este cuento aparece
un verdadero conicto entre los personajes
blanco-mestizos y los personajes indígenas.
Más adelante sabemos que los indios del pueblo,
salieron de sus chozas para rodear nuestro
terreno. Invasores nos llamaron. Terratenientes
que juegan a la andinidad” (Ojeda, 2020, p. 104).
En otras palabras, lo que vemos transcurrir en
el trasfondo de este relato es un problema de
tierras, si bien el interés central del cuento es
40
Universidad de Cuenca, Cuenca - Ecuador
través de la resurrección de la niña muerta en el
cuerpo de la madre. Evidentemente, el incesto
(tema, por cierto, importante en la obra de
Ojeda), ofrece otra vía analítica, aunque en una
clave psicoanalítica que contiene, sin duda, una
crítica de la familia burguesa blanco-mestiza,
como lo ha hecho en varias de sus obras.
En denitiva, la obra de Ojeda nos permite
diagnosticar un síntoma de los modos
de representación de lo indígena en estos
momentos tan complejos para el país. Al revisar
estos relatos, y dada la importancia que ha tenido
la escritora guayaquileña no quedan dudas de
que allí se puede observar qué tipo de relatos
se construyen desde el campo literario sobre
el mundo indígena en la actualidad. Octubre
de 2019 no ha tenido cabida en esta obra ni
en otras literarias contemporáneas y, a decir,
verdad, no es un asunto que les interese a los
escritores de la generación de Ojeda, con el caso
excepcional de Natalia García Freire, aunque su
novela, Nuestra piel muerta (2019), también se
ha leído, en la clave del gótico andino.
Se presenta una reexión sobre las demandas
históricas del levantamiento de octubre de 2019
que se han continuado en 2021, en especial
sobre Leonidas Iza que, quizá, aparece en el
relato de Ojeda, “Soroche, como ese distante
indio “de poncho rojo” probablemente como
resultado de una alucinación o una distancia
insondable respecto de la cuestión andina. Esa
problemática, no se resuelve en el campo de lo
simbólico, sino en otro terreno de disputa: el
campo de lo político. La escritora guayaquileña
produce una percepción del mundo andino que,
si bien es cierto, es emocionante y respetuosa
a la vez, no está interesada en observar
la densidad política que atraviesan estos
problemas de representación. Para Ojeda, como
para una parte del sector cultural ecuatoriano,
la cuestión indígena no deja de ser un problema
de “identidad” y, en algún sentido, “mitológico,
es decir, meramente simbólico. En contraste,
Iza plantea un cambio en los términos de esta
conversación y ofrece una mirada que conviene
observar desde la crítica de la economía política,
dar cuenta de la experiencia mística que sigue
el viaje del hombre hacia la cumbre de algún
volcán nevado de los Andes.
No es menor establecer aquí un punto de tensión:
la comunidad organizada y en resistencia
contra la familia tipo burguesa blanco-mestiza
que ha invadido un terreno . Este conicto, sin
embargo, queda eclipsado por el viaje místico
hacia la cumbre, donde, sin embargo, van a
aparecer nuevamente varios indios, aunque
siempre como parte del paisaje telúrico de los
altos Andes, por momentos, parece un libro del
fotógrafo Jorge Anhalzer.
Es cierto que en el camino una mujer india le
ofrece ayuda —son las hojas de coca que una de
las mujeres del anterior cuento despreciaba—:
“«Para usted y su guagua», me dice, pero yo
sigo escribiendo sobre las piedras” (Ojeda,
2020, p. 114); Resulta claro que de este
fragmento podemos concluir que, nuevamente,
el encuentro con el indio queda reducido
a una representación difusa donde lo que
importa es “seguir escribiendo. No hay duda
de que el tránsito del protagonista, además, está
determinado por cierta aproximación turística
del mundo andino que queda sugerido en dos de
los fragmentos (el IX y el XI) titulados “Primer
refugio” y “Segundo refugio, nombres que se
utilizan para designar las posadas destinadas
para los turistas que visitan volcanes como el
Cotopaxi o el Cayambe.
Aunque el cuento ofrece, muy al estilo de
Mónica Ojeda, detalles terrorícos, como el
hallazgo de un panel de huesos que claramente
son los rastros de otras niñas presumiblemente
asesinadas por los indios, es importante volver
sobre la tensión señalada anteriormente para
ensayar una interpretación de este relato. El
relato de Ojeda no está interesado darle sentido
al conicto presentado con los indios, aunque
es cierto que lo sugiere con varios destellos que
forman, sin embargo, parte del paisaje de fondo
del relato. En su lugar, estiliza un viaje místico
que podría ser calicado como un intento
de reconstitución de la familia tradicional, a
41
Pucara, 2024, 35(2)
pues allí se encuentra la clave del momento
político que vive el Ecuador contemporáneo,
como lo plantea en sus reexiones sobre
la rebelión de octubre tanto como en sus
apariciones públicas de los últimos años.
3. Leonidas Iza y su mirada desde la crítica
de la economía política como contrapunto al
discurso indetintarista del indigenado
El primer fragmento que se lee en Estallido: la
rebelión de octubre en el Ecuador asegura
Once días de lucha atravesaron, como una
lanza la historia ecuatoriana en octubre
de 2019. Se hermanaron las batallas
libradas por los pueblos en otros puntos
de Latinoamérica y el Caribe, durante el
turbulento período de crisis civilizatoria.
Sus múltiples contradicciones emergieron
en las luchas contra el capital, y fueron
sostenidas por la clase obrera, los
campesinos e indígenas, la juventud y las
mujeres, en distintos lugares del mundo
(Iza et al., 2021, p. 39; las cursivas son
propias).
Como vemos, el comienzo del libro coloca
como el corazón de su relato “la lucha contra
el capital” y no, como podría esperarse, la
reivindicación de los pueblos indígenas, tal
como podría preverse viniendo de Leonidas
Iza. Posteriormente, detalla el sentido y la
especicidad de esa lucha:
En el cauce de Octubre conuyeron —
como arroyos que se forman y brotan
en los páramos, las selvas, los llanos y
las ciudades— distintas luchas, frente
a las diversas formas de acumulación
capitalista. Se maceraron, a través de los
años, energía e indignación, derivadas
de la precarización de las condiciones
laborales, el despojo de territorios y los
efectos colaterales del extractivismo;
sumados a la feminización y racialización
de la explotación. La contradicción
irresoluble del capital frente al trabajo, la
naturaleza, las mujeres, etc., es el origen
del deterioro de la existencia humana y la
Pachamama. De ahí que la Rebelión haya
abarcado, con tanta intensidad, a sectores
tan diversos (Iza et al., 2021, p. 39).
Con lo sugerido anteriormente no se busca
armar que la cuestión indígena haya sido sacada
de la ecuación. Al contrario, ciertos conceptos
o categorías provenientes de la cultura kichwa
han sido utilizados para comprender la crisis
civilizatoria actual. El concepto de Pachamama
es, por supuesto, el que más destaca. Sin
embargo, resulta más relevante cierta dimensión
nacional y, aun, global que late en este discurso.
En primer lugar, y volviendo al asunto del
páramo, vale señalar la metáfora utilizada
por Iza para caracterizar el sentido plural que
adquirieron los eventos de octubre de 2019.
Allí no se utiliza simplemente la imagen del
páramo, sino otras que completan, por así
decirlo, el panorama paisajístico del Ecuador,
lo que contrasta drásticamente con la imagen
procurada por los cuentos de Ojeda. Esto no es
menor, porque además esta metáfora proteica
sugiere una convergencia inevitable entre
diversos sectores del Ecuador en un sentido
histórico más preciso y de dimensión nacional
(no regional). En el discurso de Iza aparece una
continental y global cuando se habla de otras
luchas que se emprendieron en distintos lugares
de América Latina y el mundo alrededor de
esas fechas. Esta dimensión global, nos hace
entender de manera mucho más clara que la
lucha de octubre de 2019 no se reduce a un
problema coyuntural de la política ecuatoriana
y de la subrepresentación del imaginario
indígena, sino de un problema estructural del
sistema capitalista: “Las causas de la Rebelión
de Octubre no fueron coyunturales: son
estructurales. No fue un problema particular: es
una crisis integral, civilizatoria, sistémica” (Iza
et al., 2021, p. 53).
¿Cómo aparece esa crisis en las demandas
de la CONAIE? Como se ha planteado al
principio, los acontecimientos de octubre de
2019 se agudizaron a causa del decreto Nº 883
42
Universidad de Cuenca, Cuenca - Ecuador
emitido por Lenin Moreno. Allí se establecía
principalmente la eliminación del subsidio
a los combustibles. Ecuador mantiene una
relación históricamente tensa con este subsidio,
pues en varias ocasiones ha sido motivo de
levantamientos populares similares al de 2019.
Adicionalmente, el decreto 883 materializaba un
programa de ajuste acordado entre el gobierno
de Moreno y el FMI a cambio de un desembolso
de alrededor de 4 mil millones de dólares, que
solo signicaban un peldaño más en un agresivo
proceso de endeudamiento avanzado por ese
gobierno.
Ahora bien, desde 2015 la economía del
Ecuador atravesaba una crisis producida por
dos fenómenos fundamentalmente: el descenso
en los precios internacionales del petróleo
y el terremoto que sacudió Manabí en abril
de 2016. El entonces presidente del Ecuador,
Rafael Correa, calicó a esta serie de eventos
como “la tormenta perfecta” . Lo cierto es que
la economía del Ecuador decreció durante los
años 2015 y 2016 y aunque se pudo apreciar
una leve recuperación en el año 2017, el
gobierno de Lenin Moreno, encontró los modos
de dar continuidad a la agenda del FMI y de
las élites ecuatorianas, sobre todo las bancarias
y las relacionadas con los grandes medios de
comunicación.
El panorama en los dos primeros años de Moreno
se fue rápidamente degradando y el descontento
popular arrecia especialmente pasado el
segundo año de su gobierno. Al inicio de su
mandato los índices de aprobación de Moreno
rebasaban el 70%, según varias encuestadoras ,
mientras que en octubre de 2019 esos mismos
números estaban por debajo del 15%. ¿Qué
había ocurrido? ¿Cómo un presidente que, a
pesar de apenas haber ganado las elecciones y
una consulta popular gozaba de tan poco apoyo
entre los ecuatorianos? La respuesta más sencilla
—pero no necesariamente la de mayor interés—
tiene que ver con los entramados políticos que
tuvieron lugar tanto en Carondelet como en la
Asamblea Nacional. El gobierno de Moreno dio
un marcado giro hacia la derecha y se alió con
los otrora enemigos de la Revolución Ciudadana
liderada por Rafael Correa. Este giro estuvo,
ciertamente, concertado por distintos grupos de
poder que incluyó la ya mencionada banca y los
medios de comunicación que lograron instalar
—al igual que en Brasil y en Argentina— una
narrativa sobre la corrupción del gobierno
progresista de Correa, que rápidamente tuvo
un correlato en los principales órganos de
control del país, como la Fiscalía General y
la Contraloría. Resultado de aquello fue la
destitución y encarcelamiento del entonces
vicepresidente Jorge Glas, que empezaba su
segundo período en ese cargo.
Como se argumentó anteriormente, sin
embargo, estas son solo las razones coyunturales
expuestas por la CONAIE. En su diagnóstico
de la situación, Leonidas Iza expone cuatro
condiciones que provocaron el estallido
octubrino.
En primer lugar se reere a “la precarización
de las condiciones de existencia de la mayoría
de la población” (Iza et al., 2020, p. 54) a causa
de la naturaleza extractivista de la economía
ecuatoriana, que la ha hecho cada vez más
dependiente de los precios internacionales del
petróleo y que ha “obligado” a los distintos
gobiernos a dar un giro hacia una “intervención
estatal desreguladora, que desemboca
en un retroceso de derechos laborales
adquiridos históricamente. Vale aclarar que
esta dependencia del modelo extractivista
dependiente no es una característica del
gobierno neoliberal de Moreno, sino también
del gobierno progresista de Correa. En otras
palabras, la Revolución Ciudadana no consiguió
revertir las condiciones de dependencia que han
determinado históricamente la economía del
país andino (esto se desarroollará con atención
más adelante).
En segundo lugar, Iza se reere a la pérdida
de conanza en las instituciones del estado
profundizado, acaso, por el rol cada vez más
decisivo de los medios de comunicación. Aunque
es cierto que el correísmo logró mantenerse en
43
Pucara, 2024, 35(2)
el poder, tanto en la presidencia de la república
como en la Asamblea Nacional, es cierto
también que fue blanco de varios intentos de
desestabilización, sobre todo protagonizada por
ciertos sectores de poder fácticos y protofascistas
que no veían con buenos ojos ciertas políticas
redistributivas avanzadas durante esos años. Un
ejemplo de aquello fue la rebelión policial del
30 de septiembre de 2010 o bien las numerosas
marchas lideradas por líderes de extrema
derecha, como Jaime Nebot, en nombre, por
ejemplo, de la libertad de expresión. La propia
CONAIE mantuvo una muy tensa relación
con el correísmo, por ejemplo en el llamado
caso Dayuma” de 2007, la actual presidenta
de la Asamblea Nacional, Guadalupe Llori, fue
detenida por protestar contra una petrolera.
En suma, pese a la aparente estabilidad
política propiciada por la alta popularidad del
correísmo, estos eventos representan más una
continuidad que una ruptura respecto a la
histórica fragilidad institucional y democrática
del país andino. Solo así podemos entender que
al gobierno de Moreno le hayan bastado apenas
seis meses de gobierno para desmontar buena
parte del aparato burocrático construido por la
Revolución Ciudadana.
En tercer lugar, Iza hace referencia a la escalada
de la conictividad en varios sectores del
país. Este punto es relevante, pues, como
se dijo anteriormente, el levantamiento de
octubre aglutina no solamente las demandas
e inconformidad de los sectores asociados a la
CONAIE, sino a otros sectores como sindicatos
de trabajadores, colectivos feministas,
colectivas ecologistas, estudiantes y otras
minorías raciales del Ecuador representadas
en los grupos montubios y afroecuatorianos.
También vale considerar como un factor de la
crisis otros dos elementos. Primero, la crisis
migratoria venezolana que ha tenido como
uno de sus destinos al Ecuador, un país muy
poco preparado para atender las necesidades
de los migrantes. Por otro lado, la escalada
de conictividad en la frontera ecuatoriano-
colombiana que se materializó con el secuestro
de tres periodistas del diario El Comercio que
fueron nalmente ejecutados tras un deciente
manejo de la crisis del presidente Moreno.
En cuarto lugar, Iza se reere a la propia
organización de base de la CONAIE como el
espacio histórico concreto donde se resuelve
interrumpir todo tipo de diálogo con el
gobierno de Moreno y se decide, en asamblea
anual, responder al Decreto 883 en las calles.
Insisto, esta parece una reacción coyuntural,
pero no debe entenderse si no es en los
términos históricos de la CONAIE como uno
de los movimientos sociales más importantes
del continente. En criterio de Iza el sentido de
la lucha octubrina debe entenderse junto a otros
procesos de resistencia ocurridos antes, durante
y después de la llamada Revolución Ciudadana.
En otras palabras, para la CONAIE, las
condiciones materiales de existencia, sobre todo
de los sectores más empobrecidos del Ecuador
no han sido estructuralmente resueltas.
Ahora bien, los números reportados por el
gobierno de Correa, en cuanto a reducción de
la pobreza, ciertamente contradicen lo que trato
de defender en el anterior párrafo. Según el
Reporte de la Pobreza 2004-2016, la incidencia
de la pobreza descendió del 39 al 25 %. ¿Por q
insiste la CONAIE, entonces, en esa narrativa?
¿Por qué no reconocer que el correísmo
supuso una ruptura o al menos un paréntesis
en la historia del capitalismo ecuatoriano? La
respuesta de Iza se plantea en los siguientes
términos: “El método más adecuado para
comprender el desarrollo del capitalismo en el
Ecuador es la crítica de la economía política:
estudiar la economía atendiendo a las clases
sociales que se benecian de la riqueza creada
por el trabajo y a las condiciones de la generación
de la misma” (Iza et al., 2021, p. 55).
Con el uso de este método Iza enumera seis
elementos que deben considerarse utilizando
esta metodología y que, en denitiva, explican
las razones estructurales detrás del estallido de
octubre, a saber: la dependencia económica al
mercado mundial, el crecimiento sostenido
44
Universidad de Cuenca, Cuenca - Ecuador
de la deuda externa, la descarga de la crisis
sobre la clase trabajadora, la naturaleza
extractivista de la economía, la intervención
estatal desreguladora y la aplicación de una
agenda “mixta” entre keynesiana y neoliberal
(heterodoxa y ortodoxa). Cada uno de estos
elementos son atribuibles también al gobierno
de Correa.
El elemento que interesa destacar en este
análisis es el primero, la dependencia
económica al mercado mundial a la luz del
concepto de superexplotación de la fuerza de
trabajo avanzado por la teoría marxista de la
dependencia y contrastarlo con algunas de las
últimas apariciones públicas del presidente de
Leonidas Iza.
Como se sabe el concepto de superexplotación
de la fuerza de trabajo ha sido objeto de varias
controversias en los distintos debates que
suceden a la teoría marxista de la dependencia
Dias Carcanholo (2013) propone la siguiente
explicación:
No es una casualidad histórica que esa
teoría empiece a ser rehabilitada a partir
de la segunda mitad de los años 90 del
siglo pasado, y de forma más intensa en
este siglo XXI, justamente en el momento
en que se ha vericado la agudización
de la condición dependiente de las
economías periféricas, en función de la
implementación intensiva y masiva de la
estrategia neoliberal de desarrollo (p. 93).
Este relato es coherente, por un lado, con la
percepción que tiene Iza de una continuidad
histórica que no distingue un quiebre entre
antes y después del correísmo, sino que
simplemente el correísmo es una etapa más
en un proceso de neoliberalización de la
economía, donde prevalecieron algunas tesis
desarrollistas neokeynesianas. Por otro lado,
lo que plantea Dias Carcanholo está vinculado
con la insistencia de Iza al referirse a la
dependencia económica del mercado mundial,
particularmente en lo relativo a los precios del
petróleo.
En este punto cabe volver a las propuestas
programáticas entregadas por Leonidas Iza
como presidente de la CONAIE a la ocina de
Guillermo Lasso. Vale recordar, así mismo, que
tras el levantamiento de Octubre de 2019 y tras
un diálogo público mantenido con el entonces
Presidente Lenin Moreno, se logró derogar
el decreto 883. Sin embargo, y a pesar de la
gesta histórica de los movimientos populares,
Moreno logró desactivar los subsidios durante la
pandemia global aprovechando el connamiento
y la poca capacidad de movilización. Los
precios de la gasolina subieron sin resistencia.
El cambio de gobierno no supuso una lógica
diferente y solo en los primeros seis meses del
gobierno neoliberal de Lasso se incrementó casi
en un 5% el galón de gasolina.
¿Pero por qué tanta insistencia en los precios de
los combustibles? La pregunta parece un poco
vaga y quizá ingenua de mi parte, pero es en el
precio de los combustibles donde se materializan
los esfuerzos organizativos de la CONAIE
por resistir a los problemas estructurales del
capitalismo ecuatoriano en su fase neoliberal.
En una entrevista concedida al canal Ecuavisa,
el periodista Lenin Artieda (2020) exhibe unos
números sobre el incremento de la gasolina y
cómo ese incremento ha signicado un descenso
en el precio de los alimentos, cifras que también
muestra en la pantalla. Finalmente, Artieda ha
llegado a la conclusión que Iza quería avanzar
en su programa: mientras los precios de los
combustibles suben y los de los alimentos bajan
los principales afectados son los productores de
esos alimentos.
Mientras Iza mira incrédulo al periodista, el
periodista no termina de comprender la razón
para tanta convulsión, al n y al cabo, si los
precios de los productos son más baratos,
en general, eso debería ser positivo para la
población. Resulta evidente que Artieda (2020)
observa el fenómeno desde el punto de vista del
consumidor, que si bien ha visto afectado su
bolsillo cuando va a la estación de servicio, se
ve recompensado cuando va a hacer compras
al mercado. Artieda ignora (o decide ignorar)
45
Pucara, 2024, 35(2)
que durante los casi dos años de pandemia, fue
precisamente el sector agrícola y de producción
de alimentos en el Ecuador, el que supo
mantener la soberanía alimentaria del país. Lo
que no observa Artieda es que el precio de los
combustibles afecta de manera profunda a los
campesinos y que esa es la razón de las protestas.
Me parece que la incomprensión de Artieda
(2020) resulta sintomática del modo en el
cual se han interpretado los acontecimientos
de octubre de 2019 y los que le siguieron.
Persiste la idea de que el movimiento indígena
solo tiene permitido avanzar una agenda
basada en la reivindicación histórica de su
cultura y que carece de intereses económicos
de clase en el pacto económico nacional. Esta
incomprensión no es solo propia de los sectores
más recalcitrantes de la burguesía ecuatoriana
de la cual Artieda es su vocero, sino que es una
perspectiva compartida, paradójicamente, por
sectores que teóricamente son aliados de la
CONAIE y que así lo hacen saber públicamente
con entusiastas muestras de apoyo ante los
procesos de organización y protesta. Sin
embargo, me parece que vale la pena revisar
cómo ese apoyo se metaboliza en el campo
simbólico a través de las obras artísticas que el
campo cultural ecuatoriano produce alrededor
de estos acontecimientos. Por supuesto, queda
revisar desde una perspectiva sociológica si las
obras a las que hago alusión pertenecen a ese
sector de aliados al movimiento indígena.
En lo concerniente a la literatura local, resulta
fascinante que sea Mónica Ojeda quien haya
sido, en cierto sentido, la primera en reaccionar,
a este momento histórico con su libro de relatos.
Enfatizamos irónicamente el verbo reaccionar,
porque es claro que la autora guayaquileña no
escribió un libro sobre las protestas de 2019
—tampoco ese es su trabajo—, sin embargo,
su libro nos ayuda a indagar en los modos de
representación simbólica del sujeto histórico
que parece estar en juego en su obra reciente:
los indígenas. Como he sostenido a lo largo de
mi análisis, los personajes indígenas parecen
esquivados por la narradora ecuatoriana, y
cuando aparecen lo hacen de manera secundaria
e, incluso, como parte del paisaje telúrico-
mitológico que es el que parece interesarle y que
representa metonímicamente con la imagen del
páramo. Incluso esto parece cierto en el relato
que le da nombre a la colección, pues se trata
sobre sino un conicto familiar (¿quizá una
violación de un padre a una niña?) en el que las
guras mitológicas, las voladoras, aparecen para
tensionar simbólicamente el drama familiar:
pero en su dimensión mito-poética.
Es por ello que se ha revisado con detalle el
argumento de Iza, precisamente, para establecer
un contrapunto entre las demandas reales
del movimiento indígena —en su asociación
estratégica con los sectores populares— y
su representación más potente en el campo
literario local reciente. Desde este punto de
vista es posible obtener diálogos fecundos
e interesantes en esa lectura “cruzada, pero
también aporías y malentendidos. Se ha hecho
énfasis en los segundos, porque resultan más
urgentes de discutir, tomando en cuenta la
situación actual del país. Simultáneamente, esta
brecha nos ayuda a localizar el lugar que ocupa
la literatura en medio de la crisis de violencia
que atravesamos. Es decir, ¿puede ayudarnos la
literatura —todavía— a dar cuenta con suciente
complejidad del momento histórico en el
que vivimos, sobre todo en lo concerniente al
movimiento indígena y su despliegue simbólico
en el imaginario nacional?
¿Ha logrado la obra de Ojeda producir un tejido
simbólico lo sucientemente espeso para dejar
ver las tensiones políticas que subyacen ese
páramo que parece fascinarle? La impresión
es que Las voladoras no hacen este trabajo
completamente, pero sin duda abren una
hendidura donde el campo literario ecuatoriano
no ha querido meterse últimamente. Quizá una
respuesta más interesante pueda observarse
en su última novela Chamanes eléctricos en la
esta del sol, de reciente publicación y que será
objeto de un futuro trabajo.
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Universidad de Cuenca, Cuenca - Ecuador
Referencias
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