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Pucara, 2024, 35(2)
Pucara designa en quichua el tipo de fortaleza incásica que a la
vez es lugar de observación, mirador. Construcción sólida, de
piedra… Armación de la fuerza, de la voluntad, de la presencia.
En cierto modo, lugar de los preparativos para el combate.
Pucara designa un juego. Juego de hondas, cción de combate.
IVÁN CARVAJAL
Desde su fundación, la revista Pucara se ha constituido en el archivo que atesora la misión humanista
de la Facultad y Universidad, y evidencia las complejas tensiones sociales, culturales y políticas de
los últimos cuarenta y siete años de la ciudad, Ecuador y América Latina, donde podemos apreciar
el deseo de cambio y justicia social. Autores de la talla de Arturo Andrés Roig, Horacio Cerutti,
Francisco Álvarez González, Luis Fradejas, Silvino González Fontaneda, Efraín Jara Idrovo, Dante
Ramaglia, Jorge Dávila V., Gustavo Vega, Violeta Guyot, Alberto del Campo Tejedor, Claudio Maíz,
María Rosa Crespo, Mario Jaramillo Paredes, Alexandra Astudillo, entre muchos otros que han
escrito en Pucara sueñan con una Universidad y un mundo donde el protagonista de la historia
siga siendo el sujeto.
Solo recordemos que, en septiembre de 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas
aprueba la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible
1
, que busca mejorar las condiciones de vida de
las poblaciones más vulnerables, como respuesta a los procesos de globalización y del consumo.
Precisamente, en el Objetivo de Desarrollo (OD) 4, se prioriza la calidad de la educación en todos
los niveles, impulsando oportunidades de aprendizaje permanente que permita: a) reconocer y
enfr
entar nuestras problemáticas desde lo local; b) reducir las desigualdades sociales y culturales; y,
c) vivir en armonía con el otro.
En este sentido, las Humanidades no solo son imprescindibles en la formación de un ser humano, sino
que, fundamentalmente, a través de estas es posible elevar la condición humana de las personas, hoy
julio-diciembre 2024
Vol. 2, N.° 35
https://doi.org/10.18537/puc.35.02.01
ISSN: 1390-0862 / e-ISSN: 2661-6912
https://publicaciones.ucuenca.edu.ec/ojs/index.php/
pucara/index
l Manuel Villavicencio manuel.villavicencio@ucuenca.edu.ec, https://orcid.org/0000-0003-
3459-521X
¿Para qué Pucara?
What is Pucara for?
Para que serve a Pucara?
Cómo citar: Villavicencio, M. (2024). ¿Para qué Pucara? Pucara, 35 (2), 9-15. https://doi.org/10.18537/puc.35.02.01
1
La Agenda 2030 con sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible presenta un marco amplio y audaz para la cooperación en el
desarrollo para los próximos años para garantizar prosperidad y bienestar para todas las mujeres y todos los hombres mientras
protege a nuestro planeta y fortalece los cimientos de la paz y convivencia (Naciones Unidad, Ecuador). Disponible en: https://
ecuador.un.org/es/sdgs/4
10
Universidad de Cuenca, Cuenca - Ecuador
devenidas en espectadores pasivos de la realidad que los circunda; instrumentalizadas por decisiones
mercantilistas egoístas, que han convertido al ser humano en consumidor irreexivo, sumergido en un
escenario tecnológicamente arrollador, y que se extiende, lamentablemente, al ámbito universitario:
No es por azar que hoy por hoy la forma predominante de esta ideología universitaria sea la
tecnocrática, en veces incluso acompañada de la prédica por Universidad “dedicada al estudio, a
la “preparación de profesionales capaces, descomprometida del contexto social, en suma (Carvajal,
1977, p. 7).
Lo dijo Iván Carvajal
2
en 1977…, y continúa más adelante, citando a Torres Bodet (1976):
La misión tradicional de las Universidades consiste en conservar la suma de conocimientos
humanos y, al mismo tiempo, en acrecentarla y difundirle. Tienen …]una triple labor:
preservación, descubrimiento, enseñanza. Lo que distingue al profesor universitario no es
tanto el hecho de que enseña una ciencia, cuanto el hecho de que contribuye a elaborarla.
Trabaja, por cuenta propia, a n de acrecentar la sabiduría que comparte con sus discípulos
y, lo que es más, asocia a éstos en aplicación de los métodos que contienen, en germen, el
porvenir (Torres Bodet, s/p).
El porvenir… ¿de qué porvenir podemos hablar en los actuales momentos?
El mundo está atravesando simultáneamente por varios procesos de degradación y precarización
humanas. Las personas superponen el poder del dinero y la inuencia abrumadora de los tiktokeros.
Hoy imitamos, pero no inventamos.
En la actualidad, las personas solo quieren dinero y poder a toda costa. Quieren “mandar, controlar
a las personas, sentirse que están por encima de los otros. Su precaria condición existencial solo
les permite existir controlando, mandando, maltratando al prójimo. El poder efímero que ostentan
camua su vaciedad, fracaso y frustración personal.
Inclusive, a nivel del lenguaje, se ha creado una jerigonza mordaz y peligrosa, pues encontramos
que:
 El ético es el tonto.
 La honrada es la gil
3
.
 El corrupto, emprendedor.
 La librepensadora, criminal.
 El soñador, listeo.
2
Poeta y ensayista ecuatoriano. Se doctoró en Filosofía por la Ponticia Universidad Católica del Ecuador, donde ejerció la cátedra.
En poesía ha publicado Poemas de un mal tiempo para la lírica (1980), Del avatar (1981), Los amantes de Sumpa (1983), Parajes,
Premio Nacional de Literatura “Aurelio Espinosa Pólit”, Quito (1983), En los labios / la celada (1996), Ópera (1997), Inventando
a Lennon (1997), La ofrenda del cerezo (2000), Tentativa y zozobra (2001), La casa del furor (2004), Poesía reunida 1970-2004
(2015), Jacarandas (con ilustraciones de Alejandra Freymann, 2018), Siempre todavía, (Pre-Textos, 2022). Entre sus libros de ensayo
destacan A la zaga del animal imposible. Lecturas de la poesía ecuatoriana del siglo XX (2005) y Trasiegos (2018). Junto a Raúl
Pacheco preparó la Antología de Poesía de la colección Literatura de Ecuador (2009).
3
Hemos incluido intencionalmente algunos términos empleados por los jóvenes, particularmente en la ciudad de Cuenca, y que
se encuentra registra en el Diccionario del lenguaje juvenil (2021), disponible en https://editorial.ucuenca.edu.ec/omp/index.php/
ucp/catalog/book/37 . Una de las conclusiones de nuestra investigación es que los jóvenes, en general, son los más creativos en el uso
de las palabras y frases, pues su jerga requiere de una actualización permanente, frente a la pérdida de referencialidad del lenguaje.
Incluso algunos lósofos como Bolívar Echeverría ha manifestado que estas formas quizás grotescas, esperpénticas y arbitrarias son
manifestaciones neobarrocas de nuestra cultura y, por lo tanto, transmiten nuestra esencialidad.
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Pucara, 2024, 35(2)
 La trabajadora, cepilla.
 El charlatán, visionario.
 La puntual, aburrida.
 El hablador, profeta.
 Al sincero, impertinente.
 La perfeccionista, enferma.
 El ocioso, buena gente.
¡El mundo al revés!
Es necesario recuperar el sentido original de las palabras o, crear un nuevo lenguaje que redena
al ser humano en el contexto de los principios y valores universales, como lo pedía Ricardo Piglia.
La Universidad debe retomar su poder liberador y democrático. Como “sede de la razón” (Malo
González, 1996) tiene su sentido como la institución que posibilita la producción de nuevos
conocimientos, la formación de nuevos productores de conocimiento y la puesta a prueba de estos
resultados en relación con el tejido social (Cerutti, 2014). Las Humanidades, históricamente, han
estado presentes desde la génesis de la Universidad y han favorecido el desarrollo y comunicación
de las ciencias y las tecnologías contemporáneas. No al contrario.
Nos hemos transformado en individuos hechos para hacer cosas, ciborgs, que no tienen derecho
a preguntar, contemplar o extasiarse. Sujetos envueltos en el sinsabor de la vida, sin proyectos y
menos futuro, que viven las irrealidades creadas por las redes sociales o las zonas oscuras de la
inteligencia articial.
La verdadera inteligencia anota Chomsky (2023)] es aquella capaz de pensar moralmente.
Alexandra Astudillo (2019) es contunde cuando arma que:
Esta celebración del individualismo es producto de la inserción en una lógica perversa
que encierra a la persona en sí misma, que distorsiona su visión, que la encarcela en una
suerte de egolatría miope, que le niega la posibilidad de denirse como un ser en relación,
de abrirse a los demás, de promover la acogida y el encuentro. Este debilitamiento de la
condición humana incide en la manera de concebir el hecho pedagógico, orientado más hacia
difundir información que generar experiencias formativas, a desarrollar aptitudes sin que
cambien las actitudes de quienes se educan. Frente a la mercantilización, la privatización y la
comercialización de todo lo educativo, los educadores tienen que denir la educación superior
como un recurso vital para la vida democrática y cívica de la nación. Por consiguiente, los
académicos, los trabajadores culturales, los estudiantes y los organizadores sindicales han de
responder al reto uniéndose y oponiéndose a la transformación de la educación superior en
un espacio comercial (p. 27).
Efectivamente, a decir de Nussbaum (2005), el sentido de la Universidad también está en la
formación para la ciudadanía, pues en “nuestros campus educan a nuestros ciudadanos” (p. 39);
del mismo que a través de las Humanidades, las artes y las ciencias sociales se “cultivan poderes de
la imaginación que son esenciales para la construcción de la ciudadanía” (p. 121), pero, sobre todo,
la Universidad es un lugar para la creación, la objetividad, la diversidad cultural y la educación
democrática, donde la propuesta socrática, la argumentación, la duda, el debate y la reexión son
elementos indispensables.
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Universidad de Cuenca, Cuenca - Ecuador
En este escenario, Boaventura de Souza Santos (2010) plantea que una práctica social de conocimiento
solo existe en la medida que es protagonizado y movilizado por el ser humano, actuando en un
campo caracterizado por el conicto. En este sentido, acogemos el desafío de regresar la mirada al
proyecto educativo emancipador, que nos invita a desarrollar un pensamiento epistémico, bajo la
mirada freireana, como forma de tomar una posición en este mundo. Signica abrazar principios
éticos, recuperar el sentido de la lucha por una vida digna; repensar el ejercicio del Derecho a la
Educación (desde el hacer una nueva educación), que parte del reconocimiento del sujeto con
quien me encuentro, en un marco de igualdad, equidad y respeto en los diferentes ámbitos; como
seres libres, pluralistas y responsables con la naturaleza. Es decir, una formación de una ciudadanía
crítica, dialógica con amplios conocimientos del entorno cercano y lejano que nos orientan a la
rehumanización del mundo.
En esta parte es importante señalar que la incorporación del enfoque de género como uno de los ejes
transversales nos permite identicar y transformar las diferencias, y la construcción de modelos,
provocando desigualdades, exclusiones e injusticias tanto en hombres como mujeres. Es menester
que las actividades de formación e investigación promuevan un pensamiento crítico y reexivo, y
contribuyan a la generación de nuevas políticas públicas. Del mismo modo, la incorporación de
un diálogo intercultural, entendido no solo como una propuesta educativa en la que prevalezcan
el respeto y valoración de las diferencias étnicas, culturales, identitarias y sociales, sino que sea un
espacio de fricciones abocado a transformar los imaginarios y órdenes sociales que impiden que los
distintos contextos culturales, sus metas y particulares narrativas provoquen cambios verdaderos
en nuestra sociedad.
Ahora bien, si recorremos la historia de la Universidad como institución educativa desde sus
inicios hasta su consolidación en el siglo XIX, podemos comprender que las Humanidades han
sido el eje de su conguración. No es casualidad, por citar dos ejemplos que, en la universidad
alemana, particularmente, la losofía haya tenido un papel central y, en la norteamericana, la
formación literaria. Por esta razón, Nussbaum (2005), cuyos referentes teóricos son John Dewey
(1915) y Rabindranath Tagore (1917), arma que en los actuales momentos debemos provocar
la construcción de un razonamiento sólido, a partir del examen crítico de cada uno de los seres,
con base en sus historias, tradiciones, costumbres, memorias y diversidades, bajo los principios de
respeto, comprensión e inclusión. El cultivo de las Humanidades nos permite, entre otras:
1) La capacidad de hacer un examen crítico de uno mismo, cuestionar toda forma de
dogmatismo o imposición de creencias o conocimiento;
2) Que nos sintamos ciudadanos del mundo más allá de las fronteras o identicaciones
localistas, étnicas, religiosas o de cualquier tipo; y,
3) La capacidad de situarnos en el plano de las otras personas (pp. 29-31).
En esta parte, es necesario preguntarnos: ¿Por qué en la actualidad se habla tanto de la necesidad
del cultivo de las Humanidades, de forma particular, y sus relaciones con las ciencias sociales? Vale
insistir: porque en las últimas décadas en las universidades del mundo, particularmente de América
Latina, se percibe una “crisis silenciosa”; una precarización del ser humano, que pierde terreno
frente a la postura del sistema capitalista, donde se cultivan las capacidades utilitarias y prácticas,
para generar renta (Nussbaum, 2012). Esta constituye una de las causas de la crisis mundial en
materia de educación y del ser humano.
Horacio Cerutti (2014), por su parte, lamenta la escasa valoración que se da, a las Humanidades
por parte de los nuevos actores políticos y administrativos en los centros de educación superior
en América Latina, que miran al conocimiento cientíco y el utilitarismo tecnológico como las
únicas alternativas para existir en el mercado laboral y académico, “dejando fuera las innumerables
13
Pucara, 2024, 35(2)
dimensiones del quehacer humano” (p. 16), y nuestras capacidades y posibilidades de éxtasis.
Arma el lósofo argentino que toda institución que aspira a ser Universidad debe ante todo
poseer un horizonte universalista, precisamente para “no dejar fuera las innumerables dimensiones
del quehacer humano” (p. 16), sino fusionarlas en un todo; a partir de una visión intercultural,
dialógica, “holística o totalizadora” (p. 17). Una visión transdisciplinaria, como una opción abierta
hacia las ciencias (tanto físicas, como humanísticas y sociales, que en algún momento de la historia
fueron desvinculadas unas de las otras), a n de facilitar el descubrimiento de los aspectos que
determinan el tramado del conocimiento.
Bajo este presupuesto se presenta la ecología de saberes, que se enmarca y se dene en las llamadas
Epistemologías del Sur, que buscan el reconocimiento y la validación de criterios, conocimientos y
experiencias que, históricamente, han sido relegados y renegados por la ciencia occidental. Es decir,
aquellas que rompen con la idea de un conocimiento monocultural y de rigurosidad cientíca
(Meneses et. al 2019). Lo monocultural visto como monopolio de las lógicas dominantes y abismales
que entre sus formas se reconocen: el saber y el rigor cientíco, la producción de inexistencia. El
primero (saber y rigor cientíco), se fundamenta en la validación del conocimiento cientíco y en
la invalidación de otros conocimientos (populares, tradicionales, indígenas, campesinos, urbanos,
locales); la segunda lógica, la producción de inexistencia se presenta en dos escalas (universal y
global) las que invalidan lo particular, lo vernáculo y lo local (Ayestarán y Márquez, 2011).
Las nuevas epistemologías y las diferentes formas de saber u otros saberes se localizan en un escenario
ambiguo, a decir de Boaventura de Sousa Santos (2010). Argumento que se sustenta en función del
tiempo pues, a pesar del paso de los años, las nociones de diversidad sociocultural, epistemológica
y la concepción de pluralidad (premisas culturales construidas en su debido contexto temporal)
han tenido un rol protagónico en la sociedad, no obstante, subsiste la creencia de que la ciencia es
la única manera de validar el conocimiento (Curtoni 2008; Boaventura de Sousa Santos 2010).
Desde una perspectiva histórica, y de forma general, las ciencias sociales nacieron sobre un
imaginario de dominación cientíca de Europa sobre el mundo; un lugar de enunciación de
conocimientos y epistemologías que legitimaba el proceso de dominación (Salerno 2012), en donde
debemos considerar que en “la ecología de saberes, buscar credibilidad para los conocimientos no
cientícos no conlleva desacreditar el conocimiento cientíco. Implica, más bien, utilizarlo en un
contexto más amplio de diálogo con otros conocimientos. En las condiciones actuales, dicho uso
del conocimiento cientíco es contrahegemónico” (Meneses, et. al, 2019, p. 231).
En este sentido, el pensamiento occidental y colonial aanzado en un sistema capitalista, promueve
la centralidad del conocimiento cientíco y, a su vez, la validación por sectores especícos de la
sociedad. Este conocimiento presenta limitaciones comprensivas y explicativas de diferentes
realidades o pluralidades, ante lo cual se plantean los enfoques de la interculturalidad y lo poscolonial
como alternativas a la ciencia moderna. Esta lógica se reexiona y se desarrolla, primordialmente
en el sur global, lo cual permite el reconocimiento, la existencia y la presencia de distintas formas
de conocimiento y de saberes (pluralidad e interconocimiento) alternos a la ciencia (Meneses et. al
2019). En otras palabras, de un conocimiento contrahegemónico frente a lo occidental. Boaventura
de Sousa Santos (2010) insiste:
Me reero a conocimientos populares, laicos, plebeyos, campesinos o indígenas al otro
lado de la línea. Desaparecen como conocimientos relevantes o conmensurables porque
se encuentran más allá de la verdad y de la falsedad. Es inimaginable aplicarles no solo la
distinción cientíca verdadero/falso, sino también las verdades cientícas inaveriguables de
la losofía y la teología que constituyen todos los conocimientos aceptables en este lado de
la línea (p. 31).
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Universidad de Cuenca, Cuenca - Ecuador
La potenciación de la condición humana es posible cuando pasamos, del saber acerca de las cosas,
y del domino y manejo de estas, al saber acerca del propio ser y del modo cómo afrontar la vida.
Entonces, se puede dar dirección y sentido a nuestra historia, establecer los vectores que permitan
encontrar la nalidad, convicción, decisión y compromiso de nuestra existencia. Las Humanidades
aportan el contexto en el cual se puede dar el crecimiento de todo estudiante universitario y se
constituyen en una “herramienta para el profesional íntegro comprometido con una sociedad
donde pueda actuar con espíritu crítico, analítico, argumentativo y propositivo y aportar a su
transformación y restauración de la dignidad del ser humano” (Cifuentes, p. 105).
En denitiva, las Humanidades constituyen un eje transversal en la Universidad, tanto para el
mundo técnico como el humanístico, como lo arma Cifuentes Medina (2014), quien marca la
necesidad de un punto de equilibrio entre el conocimiento técnico y las humanidades, las segundas
ayudan a los estudiantes a discutir, pensar, razonar, a no conformarse. Según este autor, “El n
de las humanidades es dignicar lo humano y el de la educación formar seres integrales, siendo
las humanidades las encargadas de articular y darle sentido social al conocimiento” (p. 104) en
la era poshumanista, donde prevalece la cibernética y las biotecnologías. Una oferta educativa
que, además de proveer conocimientos y habilidades de pensamiento, genere conciencia, ideas y
acciones para transformar la sociedad y construir un mundo mejor; asegurando que
todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para
promover el desarrollo sostenible, entre otras cosas mediante la educación para el desarrollo
sostenible y los estilos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad de género, la
promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial y la valoración de
la diversidad cultural y la contribución de la cultura al desarrollo sostenible (Agenda 2030-
ONU-Ecuador).
Esta es, pues, la tarea de Pucara: recuperar las Humanidades en tiempos de crisis y orfandad. Los
diferentes ensayos que conforman este número trazan mapas por donde transita el ser humano,
desde perspectivas metodológicas y teóricas actuales pero diferentes. Una invitación a leer y
escribir, pero sobre todo a encontrarnos en nuestras esencialidades, y seguir soñando en un mundo
más vivible y humano.
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Pucara, 2024, 35(2)
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