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Universidad de Cuenca, Cuenca - Ecuador
En este escenario, Boaventura de Souza Santos (2010) plantea que una práctica social de conocimiento
solo existe en la medida que es protagonizado y movilizado por el ser humano, actuando en un
campo caracterizado por el conicto. En este sentido, acogemos el desafío de regresar la mirada al
proyecto educativo emancipador, que nos invita a desarrollar un pensamiento epistémico, bajo la
mirada freireana, como forma de tomar una posición en este mundo. Signica abrazar principios
éticos, recuperar el sentido de la lucha por una vida digna; repensar el ejercicio del Derecho a la
Educación (desde el hacer una nueva educación), que parte del reconocimiento del sujeto con
quien me encuentro, en un marco de igualdad, equidad y respeto en los diferentes ámbitos; como
seres libres, pluralistas y responsables con la naturaleza. Es decir, una formación de una ciudadanía
crítica, dialógica con amplios conocimientos del entorno cercano y lejano que nos orientan a la
rehumanización del mundo.
En esta parte es importante señalar que la incorporación del enfoque de género como uno de los ejes
transversales nos permite identicar y transformar las diferencias, y la construcción de modelos,
provocando desigualdades, exclusiones e injusticias tanto en hombres como mujeres. Es menester
que las actividades de formación e investigación promuevan un pensamiento crítico y reexivo, y
contribuyan a la generación de nuevas políticas públicas. Del mismo modo, la incorporación de
un diálogo intercultural, entendido no solo como una propuesta educativa en la que prevalezcan
el respeto y valoración de las diferencias étnicas, culturales, identitarias y sociales, sino que sea un
espacio de fricciones abocado a transformar los imaginarios y órdenes sociales que impiden que los
distintos contextos culturales, sus metas y particulares narrativas provoquen cambios verdaderos
en nuestra sociedad.
Ahora bien, si recorremos la historia de la Universidad como institución educativa desde sus
inicios hasta su consolidación en el siglo XIX, podemos comprender que las Humanidades han
sido el eje de su conguración. No es casualidad, por citar dos ejemplos que, en la universidad
alemana, particularmente, la losofía haya tenido un papel central y, en la norteamericana, la
formación literaria. Por esta razón, Nussbaum (2005), cuyos referentes teóricos son John Dewey
(1915) y Rabindranath Tagore (1917), arma que en los actuales momentos debemos provocar
la construcción de un razonamiento sólido, a partir del examen crítico de cada uno de los seres,
con base en sus historias, tradiciones, costumbres, memorias y diversidades, bajo los principios de
respeto, comprensión e inclusión. El cultivo de las Humanidades nos permite, entre otras:
1) La capacidad de hacer un examen crítico de uno mismo, cuestionar toda forma de
dogmatismo o imposición de creencias o conocimiento;
2) Que nos sintamos ciudadanos del mundo más allá de las fronteras o identicaciones
localistas, étnicas, religiosas o de cualquier tipo; y,
3) La capacidad de situarnos en el plano de las otras personas (pp. 29-31).
En esta parte, es necesario preguntarnos: ¿Por qué en la actualidad se habla tanto de la necesidad
del cultivo de las Humanidades, de forma particular, y sus relaciones con las ciencias sociales? Vale
insistir: porque en las últimas décadas en las universidades del mundo, particularmente de América
Latina, se percibe una “crisis silenciosa”; una precarización del ser humano, que pierde terreno
frente a la postura del sistema capitalista, donde se cultivan las capacidades utilitarias y prácticas,
para generar renta (Nussbaum, 2012). Esta constituye una de las causas de la crisis mundial en
materia de educación y del ser humano.
Horacio Cerutti (2014), por su parte, lamenta la escasa valoración que se da, a las Humanidades
por parte de los nuevos actores políticos y administrativos en los centros de educación superior
en América Latina, que miran al conocimiento cientíco y el utilitarismo tecnológico como las
únicas alternativas para existir en el mercado laboral y académico, “dejando fuera las innumerables