MIME-Version: 1.0 Content-Type: multipart/related; boundary="----=_NextPart_01D8A823.D672A930" ------=_NextPart_01D8A823.D672A930 Content-Location: file:///C:/70F640D2/file6642.htm Content-Transfer-Encoding: quoted-printable Content-Type: text/html; charset="macintosh"
Lectu=
ras
acotadas para espacios compartidos: el semanario Argentinisches Wochenblatt como referente cultural de la comunid=
ad
germano-argentina
Short
readings for shared spaces: the weekly Argentinisches
Wochenblatt as a cultural reference of the German-Argentine community
Leituras
curtas para espaos compartilhados: o seman‡rio Argentinisches Wochenblatt como referncia cultural da comunidad=
e
germano-argentina
Tom‡s Schierenbeck
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educaci—n
Universi=
dad
Nacional de La Plata (FaHCE-UNLP)
Resumen: El siguiente ensayo se propone 1)
exponer al semanario Argentinisches
Wochenblatt como una instituci—n Žtnica capaz de operar a modo de refere=
nte
cultural dentro de la comunidad germano parlante en la Argentina, al mismo
tiempo que 2) indagar en las formas de apropiaci—n del semanario por parte d=
e
sus lectores, durante los a–os 1945-46. Para esto, no nos detendremos en las=
secciones
editoriales ni en las columnas pol’ticas del semanario que marcan de forma
clara el posicionamiento pol’tico del mismo y que ya han sido arduamente
estudiadas dentro de la german’stica nacional e internacional. Por el
contrario, nos proponemos aproximarnos a aquellos breves espacios y columnas
dirigidas a funcionar como vasos comunicacionales entre un cœmulo de lectore=
s
en lengua alemana distribuidos por la Argentina capaces de operar como v’as
aptas de conformar una comunidad imaginada y una identidad colectiva entre l=
os
mismos
Palabras clave:
Identidad; Publicaciones Peri—dicas; Germano-argentino=
s
Abstract: The followin=
g
essay aims 1) to expose the weekly Argentinisches Wochenblatt as an ethnic
institution capable of operating as a cultural reference within the
German-speaking community in Argentina, and 2) to investigate the forms of
appropriation of the weekly by its readers during the years 1945-46. For thi=
s
purpose, we will not consider the editorial sections or the political column=
s
of the weekly, which clearly mark its political positioning and which have
already been studied at length in the field of national and international
German studies. On the contrary, we propose to focus on those brief spaces a=
nd
columns that function as communicational vessels between a large number of
German-speaking readers distributed throughout Argentina and that are able t=
o
operate as ways of forming an imagined community and a collective identity
among them.
Key
Words: Identity; Periodicals; German-Argentines.
Resumo: O seguinte ensaio visa 1) expor o
seman‡rio Argentinisches Wochenblatt como uma institui‹o Žtnica capaz de
operar como uma referncia cultural dentro da comunidade de l’ngua alem‹ na
Argentina, e 2) investigar as formas de apropria‹o do seman‡rio por seus
leitores durante os anos de 1945-46. Para este fim, n‹o vamos nos deter nas
se›es editoriais ou nas colunas pol’ticas do seman‡rio, que marcam claramen=
te
seu posicionamento pol’tico e que j‡ foram arduamente estudadas em estudos
alem‹es nacionais e internacionais. Pelo contr‡rio, pretendemos nos concentr=
ar
naqueles breves espaos e colunas que funcionam como vasos de comunica‹o en=
tre
um grande nœmero de leitores de l’ngua alem‹ distribu’dos em toda a Argentin=
a e
que s‹o capazes de operar como formas de formar uma comunidade imaginada e u=
ma
identidade coletiva entre eles.
Palavras chave: Identidade;
Peri—dicos; Alem‹o-argentinos.
Recibido: 15= .01.2022 &n= bsp; Aceptado: 05.04.2022
Introducci—n
Las publicacion=
es
peri—dicas editadas y/o dirigidas para ser consumidas dentro de comunidades
migrantes en la Argentina en el siglo XIX y XX han sido un especial foco de
atenci—n dentro de la historiograf’a nacional. Las mismas habilitaron una se=
rie
de interrogantes en torno a los diferentes roles que estos proyectos
editoriales desarrollaron, ya sea estrictamente como proyectos comerciales o
bien, en la reproducci—n y reconfiguraci—n de un cumulo de migrantes con un
pasado migrante y una habilidad lingŸ’stica compartida en una comunidad
imaginada de lectores. Sin embargo, dentro de los estudios referidos a las
publicaciones peri—dicas en alem‡n existe una particular atenci—n a estudiar
las transferencias, repercusiones y compromisos pol’ticos en torno a sucesiv=
os
conflictos pol’ticos y bŽlicos europeos en la primera parte del siglo XX den=
tro
de la comunidad germano hablante. &nbs=
p;
Desde esta prem=
isa
general, el siguiente ensayo se propone hacer hincapiŽ en otros espacios y e=
n
subsiguiente en -posibles- otros usos y dimensiones que el semanario ofreci—
entre sus lectores, a travŽs de las cuales se configur— como un referente
cultural germano-argentino. Para esto, en primer lugar, expondremos las caracter’sticas de
nuestro objeto de estudio y contextualizaremos las condiciones de su producc=
i—n
dentro de la comunidad germano-argentina en los a–os cuarenta. En segundo
lugar, proponemos un sucinto recorrido te—rico desde el concepto de cultura
hasta el de instituciones Žtnicas con el objetivo de marcar aquellas premisa=
s
sobre las que se versa este ensayo. Por œltimo, ensayaremos una interpretac=
i—n
en torno a c—mo los avisos laborales y fœnebres, las propuestas matrimoniale=
s,
los avisos personales como columnas de consejos, componen una miscel‡nea de
peque–as secciones y t—picos en torno a los cuales el Wochenblatt no solo =
supo
funcionar como una instituci—n dinamizadora de una identidad colectiva, si n=
o
tambiŽn c—mo el mismo -en tanto artefacto cultural- posibilita el an‡lisis d=
e
las lecturas y apropiaciones silenciosas que sus consumidores hicieron del
mismo.
El seman=
ario Argentinisches Wochenblatt: ÀUn
referente cultural para la comunidad germanohablante en la Argentina?
Durante la Segu=
nda
Guerra Mundial las comunidades germanoparlantes en la Argentina se compon’an=
de
un nœmero aproximado de 300.000 personas (Friedmann,2009). Las cuales, una g=
ran
cantidad se encontraba concentrada en la Ciudad de Buenos Aires y el corredo=
r
urbano que rodea a la capital rioplatense (Saint Sauveur-Henn,2001). Dentro =
de
las tantas instituciones culturales dirigidas por miembros de este colectivo=
se
encontraba el semanario Argentinisch=
es
Wochenblatt. Una publicaci—n peri—dica fundada por Johann Allemann y cuy=
a
primera edici—n se registra
en el a–o 1878 en la ciudad de Buenos Aires. A pesar de ser editado en la capita=
l
este proyecto editorial, cuya tirada se estipula para los a–os treinta del
siglo XX de aproximadamente 18.000 ejemplares semanales (Shoepp,1996), n=
o
ten’a como objetivo principal su circulaci—n en la misma, ya que para este
publico Alemann hab’a comenzado a publicar en el a–o 1889 el peri—dico Argentinisches Tageblatt. Por el
contrario, el semanario estaba pensado para su consumo en las provincias del
interior como en los pa’ses del cono sur, mediante un sistema de agentes
encargados de la venta como de la captaci—n publicitaria (Shoepp,1996). M‡s
all‡ de su espacio de circulaci—n diferenciado, estas publicaciones peri—dic=
as
impresas en la editorial Alemann tambiŽn ten’an caracter’sticas materiales
distintas. Mientras el semanario estaba destinado a Òdestinado a una lectura
instructiva y reflexivaÓ (É) Òel diario Ð sin cerrarse a art’culos de fondo,
los cuales luego se reproduc’an en los semanarios- se nutr’a ante todo de
noticias, actualidades y avisosÓ (Langbehn,2017, p.47). Fuera de estas caracter’sticas
editoriales, =
y a
diferencia de peri—dico Deutsche La =
Plata
Zeitung, editado por Hermann y Emilio Tjarks y alineado con la ideolog’a
Nazi (Laberenz,2008), durante los a–os treinta y cuarenta las publicaciones
peri—dicas dirigidas por la familia Alemann formaban parte de una bater’a de
espacios sociales y proyectos culturales que compart’an un posicionamiento
antifascista (Friedmann,2010), la cual era claramente minoritaria dentro de =
la
comunidad germanoargentina en aquel momento.&nb=
sp;
En este sentido, gran parte de la historiograf’a nacional e internaciona=
l
se ha encargado de estudiar al Argen=
tinisches
Tageblatt como estas œltimas publicaciones peri—dicas y proyectos
culturales en alem‡n en Argentina en tanto espacios de resistencia a la
ideolog’a nazi desde SudamŽrica (Friedmann,2010;Schoepp,1996; Kie§ling,1981),
donde tambiŽn se disputaba y reconfiguraban los sentidos identitarios de
opositores al nazismo y exiliados que hab’an llegado a las costas argentina
ante el avance del fascismo en Europa (Carreras,2019).
No obstante, es=
te
interŽs general por recomponer al semanario desde las grandes narrativas de =
la
historia ha llevado a obviar otras facetas del Argentinisches Tageblatt y su versi—n semanal el Argentinisches Wochenblatt (AW)
desligadas, al menos en parte, de las disputas ideol—gicas del momento. Es
decir, reponer en los usos y apropiaciones que sus lectores pod’an hacer de =
la
propia publicaci—n como el rol de la misma en tanto referente cultural capaz=
de
delimitar y/o proponer para la vida cotidiana espacios, practicas e ideas
configurantes para una identidad germano-argentina.
Algunas premisas te—ricas
Partimos de la
premisa conceptual de la cultura como Òla organizaci—n social de significado=
s,
interiorizados de modo relativamente estable por los sujetos en forma de
esquemas o de representaciones compartidas, y objetivados en formas simb—lic=
as,
todo ello en contextos hist—ricamente espec’ficos y socialmente estructurado=
sÓ
(Gimenez,2009, p.8). Esta definici—n establecida por GimŽnez (2009) viene a
colaci—n de las reformulaciones del conceptuales de cultura en las ciencias
sociales en la segunda parte del siglo XX, donde, como ha planteado Hall (1994)=
,
el propio concepto se convirti— en un todo complejo que, Òantes que una idea
l—gica o conceptualmente clarificada, es el ‡mbito de una convergencia de
interesesÓ (p.72). Entre aquellos que generaron propuestas renovadas se
encuentra el antrop—logo Clifford Geertz (1997), quien plante— una nueva def=
inici—n
del tŽrmino y cuyo punto nodal se encuentra en su car‡cter restringido, pero=
a
la vez operativo para su uso en las ciencias sociales. En este sentido, Geer=
tz
(1997) defini— cultura como la trama de significaci—n (una urdimbre) tejida =
por
el hombre y en la cual el mismo se encuentra inserto.
Retomando el pl=
anteo
de GimŽnez (2009), este autor distingue entre las Òformas objetivadasÓ y las
Òformas interiorizadasÓ de cultura. Las primeras, refieren a aquellos
significados culturales objetivados Òen forma de artefactos o comportamiento=
s
observablesÓ (p. 9). En cambio, los segundos, Òse interiorizan en forma de <=
i
style=3D'mso-bidi-font-style:normal'>habitus, de esquemas cognitivos o d=
e
representaciones socialesÓ (p.9). Estas esferas esquematizadas de la cultura=
,
nos advierte GimŽnez, funcionan ÒdialŽcticamente relacionadas entre s’Ó, ya
que, por<=
/span> una =
parte,
Òlas formas interiorizadas provienen de experiencias comunes y compartidas,
mediadas por las formas objetivadas de la cultura; y por otra, no se podr’an
interpretar ni leer las formas culturales exteriorizadas sin los esquemas
cognitivos o habitus que nos habilitan para elloÓ (p. 9). Este ejerci=
cio
de retroalimentaci—n no solo implica reconocer que la cultura no es un cœmul=
o
est‡tico e inmodificable de significados si no tambiŽn, y en tanto producto
social, que solo tiene lugar a travŽs de Òlos actores sociales que la
interiorizan, la ÒincorporanÓ y la convierten en sustancia propiaÓ (p. 9). E=
s
decir, que Òno todos los significados pueden llamarse culturales, sino s—lo =
los
significados m‡s o menos ampliamente compartidos por los individuos y
relativamente duraderos dentro de un grupo o de una sociedadÓ (Strauss y Qui=
n,
2001, como se cit— en GimŽnez, 2009).
GimŽnez tambiŽn=
nos
advierte que Òla cultura, entendida como Òpauta de significadosÓ, ser’a la
proveedora de los Òmateriales de construcci—nÓ de las identidades socialesÓ
(p.8). Es decir, funcionar‡ a modo de bater’a de pautas materiales y simb—li=
cas
sobre las cuales los sujetos (y colectivos) pondr‡n en funcionamiento y
retroalimentan lo que el autor entiende que son las premisas b‡sicas sobre l=
as
que versa identidad. Estas œltimas serian, Ò1) la permanencia en el tiempo d=
e
un sujeto de acci—n; 2) concebido como una unidad con l’mites; 3) que lo
distinguen de todos los dem‡s sujetos, y 4) aunque tambiŽn se requiere el
reconocimiento de estos œltimosÓ (p.12). Lo cual, conduce al autor a
conceptualizar identidad como Òun proceso subjetivo (y frecuentemente auto
reflexivo) por el que los sujetos definen su diferencia de otros sujetos (y =
de
su entorno social) mediante la autoasignaci—n de un repertorio de atributos
culturales frecuentemente valorizados y relativamente estables en el tiempoÓ
(p.12). Donde, Òla autoidentificaci—n del sujeto del modo susodicho requiere
ser reconocida por los dem‡s sujetos con quienes interactœa para que exista
social y pœblicamenteÓ (p.12).
Quisiera detenerme en este punto en =
tanto
y en cuanto la visi—n de GimŽnez, al igual que la definici—n de cultura de
Geertz (1997) y su propuesta por poner en pr‡ctica una descripci—n densa a m=
odo
de lectura creativa de lo social, nos invita a interpelar a las identidades =
en
el plano de lo real y alejarnos de las perspectivas estereotipadas de la
cultura. Coincidimos con Hall (1996) y Barth (1976) en la necesidad de super=
ar
una mirada esencialista sobre c—mo se constituye la misma. Es decir, aquella
perspectiva anal’tica que sostiene que Òla identificaci—n se construye sobre=
la
base del reconocimiento de algœn origen comœn o unas caracter’sticas
compartidas con otra persona o grupo o con un ideal, y con el vallado natura=
l
de la solidaridad y la lealtad establecidas sobre este fundamentoÓ (Hall,199=
6,
p.15). Por el contrario, creemos pertinente advertir que la identidad (y en
particular la identidad colectiva de un grupo) debe entenderse Òm‡s bien com=
o
una implicaci—n o un resultado que como una caracter’stica primaria y
definitiva de la organizaci—n del grupo ŽtnicoÓ (Barth,1976, p.12). Por lo cual, <=
span
lang=3DES style=3D'font-family:"Times New Roman";mso-ansi-language:ES'>acept=
amos
que Òlas identidades (É) nunca son singulares, sino construidas de mœltiples
maneras a travŽs de discursos, pr‡cticas y posiciones diferentes, a menudo
cruzados y antag—nicosÓ (Hall,1996, p.17).&=
nbsp;
En este punto, resulta pertinente reponer en la salvedad propuesta po=
r
GimŽnez (2009) de que Òse puede hablar de Òidentidades colectivasÓ s—lo por
analog’a con las identidades individualesÓ (p.16), en tanto y cuanto Òlos
grupos y otras categor’as colectivas carecen de autoconciencia, de Òcar‡cter=
Ó,
de voluntad o de psicolog’a propia, por lo que debe evitarse su
Òpersonalizaci—nÓ abusiva, es decir, la tendencia a atribuirles rasgos
(principalmente psicol—gicos) que s—lo corresponden al sujeto individualÓ
(p.16). A lo que debe sumarse, que las mismas Òno constituyen un dato, un
componente ÒnaturalÓ del mundo social, sino un ÒacontecimientoÓ contingente =
y a
veces precario producido mediante un complicado proceso socialÓ (p.16)
Compartimos tambiŽn con Hall y Barth que es m‡s bien e=
n
torno al Òjuego de la diferenciaÓ ante un Otro que a la perpetuidad de
determinados rasgos culturales lo que hace a la identidad de un colectivo. E=
s
decir, como ha sistematizado GimŽnez (2009) sobre la propuesta
te—rico-metodol—gico de Barth, Òcuando se asume una perspectiva hist—rica o
diacr—nica, se comprueba que los grupos Žtnicos pueden Ðy suelenÐ modificar =
los
rasgos fundamentales de su cultura manteniendo al mismo tiempo sus fronteras=
,
es decir, sin perder su identidadÓ (p.18). Lo cual, en primer lugar, Òno
significa que las identidades estŽn vac’as de contenido culturalÓ (p.19). Po=
r
el contrario, como advierte GimŽnez siguiendo a Barth, Òlas fronteras
identitarias se definen siempre a travŽs de marcadores culturales. Pero esto=
s
marcadores pueden variar en el tiempo y nunca son la expresi—n simple de una
cultura preexistente supuestamente heredada en forma intacta de los ancestro=
sÓ
(p.19). En segundo lugar, tambiŽn sugiere que Òlas distinciones Žtnicas no
dependen de una ausencia de interacci—n y aceptaci—n sociales; por el
contrario, generalmente son el fundamento mismo sobre el cual est‡n construi=
dos
los sistemas sociales que las contienenÓ (Barth,1976, p.10). Ahora bien, com=
o
nuestro objeto de estudio es una publicaci—n peri—dica dirigido a una comuni=
dad
inmigrante, el concepto y tipo ideal de grupo Žtnico criticado, pero a la vez legitimado =
por
Barth (1976), tambiŽn resulta pertinente de retomar. En este sentido,
recuperamos de Barth la idea de los grupos Žtnicos como Òuna forma de
organizaci—n socialÓ (p.15). Esto es, Òcategor’as de adscripci—n e identificaci—n que son
utilizadas por los actores mismos y tienen, por tanto, la caracter’stica de
organizar interacci—n entre los individuosÓ (p.10). Donde los rasgos que son
tomados en cuenta por un grupo Òno son la suma de diferencias
"objetivas", sino solamente aquellas que los actores mismos
consideran significativasÓ (p.15). Es decir, hacen operativos Òprocesos
sociales de exclusi—n e incorporaci—n por los cuales son conservadas catego=
r’as
discretas a pesar de los cambios de participaci—n y afiliaci—nÓ (p.10). Para
nuestro caso, sostenemos que la lengua alemana puede advertirse como aquel
rasgo diacr’tico que hace a los lectores identificarse como pertenecientes a
una comunidad germano-argentina.
En este punto,
creemos pertinente detenernos en la perspectiva de Hall y su propuesta de
entender que las identidades se forman dentro del ‡mbito de lo simb—lico y e=
n
torno a las representaciones sociales. Hall (1996) nos advierte que,
Òprecisamente porque las identidades se construyen dentro del discurso y no
fuera de Žl, debemos considerarlas producidas en ‡mbitos hist—ricos e instit=
ucionales
espec’ficos en el interior de formaciones y pr‡cticas discursivas espec’fica=
s,
mediante estrategias enunciativas espec’ficasÓ (p.18). En este sentido, nos adscribimos a =
la
idea del autor de entender las identidades como un punto de sutura o adhesi—=
n
entre, por un lado, Òlos discursos y pr‡cticas que intentan ÇinterpelarnosÈ,
hablarnos o ponernos en nuestro lugar como sujetos sociales de discursos
particularesÓ y, por otro, los procesos que producen subjetividades, que nos
construyen como sujetos susceptibles de ÇdecirseÈÓ (p.20). Esta peculiar l’n=
ea
interpretativa sobre la identidad, apoyada en Voloshinov y la importancia de
quien tiene la capacidad de significaci—n sobre los signos, presta especial
atenci—n a la incidencia de la misma como estrategia enunciativa en la pr‡ct=
ica
del poder, ya que entiende que Òla constituci—n de una identidad siempre se
basa en la exclusi—n de algo y el establecimiento de una jerarqu’a violenta
entre los dos polos resultantesÓ (p.19). Asimismo, Hall (1981) nos plantea
tambiŽn que los medios de comunicaci—n, en tanto aparato ideol—gico de Estad=
o
que permite la asimilaci—n de los discursos dominantes, no solo son los
encargados de Òproveer realidades sociales donde antes no exist’an o dar nue=
vas
direcciones a tendencias ya presentes, de tal modo que la adopci—n de la nue=
va
actitud sea un modo de conducta socialmente aceptable y que la no adopci—n s=
e
represente como una desviaci—n socialmente desaprobadaÓ (Halloran,1970, como se cit— en
Hall,1981), sino tambiŽn
son crecientemente responsables de a) suministrar la base a partir de la
cual los grupos y clases construyen una ÒimagenÓ de las vidas, significados,
pr‡cticas y valores de los otros grupos y clases; b) suministrar las im‡gene=
s,
representaciones e ideas, alrededor de las que la totalidad social, compuest=
a
de todas estas piezas separadas y fragmentadas, puede ser captada
coherentemente como tal ÒtotalidadÓ (p. 245).
Aqu’ podemos ma=
rcar
una disgregaci—n te—rica por parte de Hall respecto a Williams (1980), quien=
entiende
y ratifica a los medios como parte de las instituciones que, en el juego de =
Òlo
hegem—nicoÓ, efectivamente Òejercen presiones inmediatas y poderosas sobre l=
as
condiciones de vida y sobre las condiciones en las que la vida se produce;
ense–an, confirman y en la mayor’a de los casos finalmente refuerzan
significados, valores y actividades seleccionadasÓ (p.140). Donde los medios=
en
particular Òmaterializan las noticias y la opini—n seleccionadas y tambiŽn u=
na
amplia gama de percepciones y actitudes seleccionadasÓ (p.140). Empero, y a
partir de ser un fragmento de un todo, cargado de conflictos y contradiccion=
es, que funciona en
integra interacci—n y donde los sujetos no actœan como meras tabulas rasas,<=
/span> Williams nos
advierte que resultar’a err—neo tomar a los medios de comunicaci—n (en conju=
nto
con las dem‡s instituciones sean estas culturales, pol’ticas o econ—micas) c=
omo
la cultura efectiva de una sociedad.
Es decir, puede
proponer una lectura particularizada de la tradici—n, Òuna versi—n intencion=
almente
selectiva de un pasado configurativo y un presente preconfigurado, que resul=
ta
entonces poderosamente operativo dentro del proceso de definici—n e
identificaci—n cultural y socialÓ (p.137),&=
nbsp;
pero que de ningœn modo reproduce ’ntegramente el car‡cter material d=
e
las culturas en la que se insertan, ya que las formas culturales ÒvivasÓ tom=
an
forma a partir de la interacci—n de elementos dominantes, residuales y
emergentes, y que se manifiestan en formaciones particularizadas. Por œltimo=
,
De Certeau (2000) tambiŽn nos advierte de evitar el ejercicio de trasvasamie=
nto
de las ideas ofrecidas por un proyecto editorial y la real recepci—n de
aquellos textos por sus lectores. Estas apropiaciones se distancian de los
discursos construidos desde la Òproducci—n racionalizada, expansionista y
centralizada, ruidosa y espectacularÓ (p. XLIII) y, es m‡s bien pr—xima a ot=
ro
estilo de apropiaci—n que Òes astuta, se encuentra dispersa, pero se insinœa=
en
todas partes, silenciosa y casi invisible, pues no se–ala con productos prop=
ios
sino en las maneras de emplear los productos impuestos por el orden econ—mic=
o
dominante.Ó (p. XLIII=
).
Hasta aqu’ defi=
nimos
(sucintamente) lo que entendemos por cultura e identidad al mismo tiempo que
hemos expuesto las implicancias que pueden tener los medios de comunicaci—n =
en
(al menos) proveer narrativas que pueden (o no) tener implicancia en la
formaci—n identitaria de un grupo al establecer l’mites y proponer
Siempre publica=
ndo
sus noticias y anuncios en idioma alem‡n, durante el periodo de la segunda
guerra mundial el AW dio especial atenci—n a los acontecimientos sucedidos e=
n
las distintas dimensiones del conflicto bŽlico y apoy‡ndose en empresas de
comunicaci—n internacional como Unit=
ed
Press o Reuters para hacerse=
de
la informaci—n. Esto conllev— a que las noticias referidas a la Argentina y =
los
problemas de la vida diaria de sus lectores en el pa’s reciŽn se ubiquen en =
la
sexta o sŽptima p‡gina del semanario. No obstante, estas caracter’sticas
tambiŽn expresan al menos dos limites Žtnicos estructurales propuestos por e=
l
semanario. En primer lugar, la ausencia de noticias en idioma espa–ol impone=
un
primer rasgo diacr’tico y limite Žtnico entre los potenciales lectores y el
resto de la sociedad, ya que para su consumo necesariamente el usuario deb’a
tener como lengua materna (o al menos un gran conocimiento) en la lengua
alemana. Por otra parte, la propia organizaci—n de la informaci—n expresa un
segundo l’mite por parte del semanario para con sus lectores. Esto es, poner=
el
foco de atenci—n en Europa como un espacio conocido, al que se pertenece, y =
al
que el lector puede retornar imaginariamente mediante el ejercicio de la
lectura. Incluso, podr’amos advertir que la columna editorial del semanario,=
la
cual expresar’a el punto de vista sobre lo que el semanario entiende que es =
el
tema de mayor relevancia del momento, en pocas ocasiones hacen referencia a =
la
Argentina y, en cambio, pone el foco de atenci—n en acontecimientos
internacionales. En este punto resulta pertinente reponer a Appadurai (2001)=
y
su an‡lisis en torno a la incidencia de los medios de comunicaci—n en la
producci—n y puesta en circulaci—n de im‡genes entre sus consumidores. A pes=
ar
de que el autor hace referencia a los Ònuevos medios de comunicaci—nÓ y su
incidencia en la circulaci—n de im‡genes e informaci—n en la ÒAldea globalÓ,=
es
interesante reponer su idea de los medios como generadores de Òpaisajes
medi‡ticosÓ.
Los paisajes medi‡ticos, ya sean producidos por intereses privados o estatales, tienden a centrarse en im‡genes, a estar construidos sobre la bas= e de narraciones de franjas de realidad, y ofrecen a aquellos que los viven y = los transforman una serie de elementos (personajes, tramas, formas textuales) a partir de los que se pueden componer guiones de vidas imaginadas, tanto las suyas propias como las de otras personas que viven en otros lugares (p.33).<= o:p>
Este punto te—rico toma mayor dimens=
i—n
si no detenemos en aquellas peque–as columnas y anuncios donde el semanario
hac’a las veces de vaso comunicacional entre sus lectores. El semanario a la
hora de dialogar con estos œltimos supo promocionar comercios que ofrec’an
servicios o productos por sujetos que hablaban en lengua alemana. Sobre este
œltimo punto se registra seis avisos publicitarios regulares durante nuestro
periodo, una farmacia, una sastrer’a y un hotel en la Ciudad de Buenos Aires=
,
una librer’a en Rosario (Provincia de Santa Fe), una distribuidora de frutas
del valle de Rio Negro y una casa de tintes para indumentaria sin locaci—n
fija. Sin embargo, es interesa=
nte
remarcar aqu’ que la œnica instituci—n que hac’a propaganda en las hojas del
semanario era el Colegio Pestalozzi<=
/i>,
un instituto bilingŸe y un espacio educativo donde, como ha propuesto Bryce
(2018), cooperaba en la reproducci—n de la lengua en los ni–os que pertenec’=
an
al grupo Žtnico.
El semanario al
generar espacios como los avisos clasificados (sean ofertas de trabajo,
compraventa de productos, bœsqueda de parejas) y los avisos personales en
lengua alemana tambiŽn construy— y habilit— instancias de intercambio hacia =
el
interior del grupo Žtnico que, como hemos advertido inicialmente, era
numŽricamente reducido y se encontraba distribuido por todo el territorio
nacional. En este sentido, si nos detenemos en los anuncios clasificados exp=
uestos
en la imagen m‡s bajo de este escrito, se puede observar la oferta de un pue=
sto
de trabajo (jardinero) en la ciudad cordobesa de Villa ArgŸello a m‡s de 700=
km
de la ciudad de la ciudad de Buenos Aires como la venta de una peluquer’a en=
la
provincia de Misiones y terrenos nuevamente en la ciudad de Villa ArgŸello (=
AW,
12.01.1946, p.8). Es decir, el =
AW
funcion— como instancia mediadora entre lectores a punto tal que, usualmente=
,
los avisos (en este caso el de Misiones) informaban que el interesado deb’a
comunicarse con el semanario para obtener m‡s informaci—n respecto a la ofer=
ta
anunciada. Asimismo, podemos advertir que el AW tambiŽn funcion— como
dispositivo para la difusi—n de las actividades de otras instituciones del
propio grupo. Al respecto, la Delega=
ci—n
de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) publicito en el semanario u=
n
d’a de luto para toda la colectividad jud’a en la Argentina por las v’ctimas=
en
Europa donde los locales deb’an cerrar sus puertas y las f‡bricas detener la
producci—n por cinco minutos (AW,17.04.1945,p.5), la Cruz Roja buscaba localizar personas mediante el semanario
(AW,22.12.1945,p.8), al mismo
tiempo que el Hospital Alem‡n
solicitaba ayuda de sus nuevos socios para recuperar la instituci—n y
formalizar su desnazificacion (AW,27.10.1945, p.8), y el SubcomitŽ Austriaco promocionaba sus actividades como, por ejemp=
lo,
un mercado navide–o para juntar fondos.
Este sucinto cœ=
mulo
de ejemplos de fronteras Žtnicas y espacios de encuentro tanto materiales co=
mo
inmateriales propuestas por el semanario nos permite argumentar que este
proyecto editorial dinamiz— la formaci—n de, en tŽrminos de Benedict Anderso=
n,
una comunidad imaginada germano-argentina, ya que gener— ciertos mecanismos
desde donde componer espacios comunes y sentidos de pertenencia entre sus
lectores que, en su gran mayor’a, no se conoc’an el uno al otro. Al igual qu=
e
los medios m‡s modernos de comunicaci—n para Appadurai (2001), el semanario
supo inst=
alarse en la=
rutina
diaria de las personas, brindando a estos recursos y materias primas para ha=
cer
de la construcci—n de la imagen del yo un proyecto social cotidiano. Ahora
bien, el AW como instituci—n Žtnica tambiŽn expuso los intereses de un
determinado fragmento social dentro del grupo Žtnico. Un claro ejemplo de es=
to
se ubica en la ausencia de cualquier estilo de aviso de espacios de quienes
apoyaban al nacionalsocialismo en la comunidad germano-argentina. Incluso,
podemos encontrar anuncios de revistas pol’ticas como Das Andere Deutschland (AW,26.05.1945, p.10), y empresas
editoriales ligadas a grupos antifascista en la Argentina como la editorial =
Cosmopolita (AW,31.03.1945, p. 8), =
al
mismo tiempo que, podemos encontrar recurrentes avisos publicitarios de libr=
os
publicados por la propia editorial Alemann (AW,03.11.1945, p.10). Es decir, =
si
en una primera instancia podemos ubicar la bœsqueda por representar
determinados intereses pol’ticos dentro del grupo Žtnico, en cambio, lo segu=
ndo
nos advierte la disposici—n del semanario como una empresa comercial que
ofrec’a, a travŽs de una publicaci—n peri—dica, un producto que pretend’a
cubrir la demanda de una lectura por entretenimiento en lengua alemana.
4=
.2 Espacios =
m’nimos
y pr‡cticas silenciosas:
Las secciones Seelenklinik y Briefkasten comparten la caracter’stica general de disponerse co=
mo
secciones dirigidas al intercambio entre el medio gr‡fico y sus lectores. El
abanico de tem‡ticas consultadas all’ bien expresa la distancia entre el
proyecto editorial y, al menos parte de, los usos que sus lectores realizaba=
n
del mismo. Lejos de las narrativas de los frentes de batalla y la disputas
entre fascistas y antifascistas en la Argentina, aqu’ sus lectores proponen
apropiaci—n distinta del medio grafico como un espacio donde pueden evacuar
dudas respecto a cuestiones cotidianas, generar nuevos contactos e incluso
obtener consejos amorosos o ligados al asesoramiento espiritual. Mientras la
primera secci—n se encontraba dirigida por la psic—loga exiliada Livia Neuma=
nn,
quien utilizara luego en parte este material en su libro Hab Mut zum GlŸck, se dirig’a a este œltimo aspecto mencionado, =
la
secci—n Briefkasten ven’a a prop=
oner
un espacio donde el lector pod’a averiguar una miscel‡nea de cuestiones como
recetas de cocina, el domicilio de profesionales que pod’an resolver dudas =
m‡s
particulares, direcciones de instituciones pœblicas donde realizar tr‡mites,=
el
contacto de empresas y negocio perteneciente al grupo Žtnico, el correcto us=
o
de productos para los quehaceres domŽsticos, e incluso lo que podr’amos
denominar consultas de car‡cter enciclopŽdicos. La columna Seelenklinik, en cambio, se dispone como un segmento dirigido a
aconsejar sobre cuestiones de lo m‡s ’ntimas. Para esto, los lectores deb’an
enviar sus cartas a Neumann, quien sin mencionar la identidad del lector (pe=
ro
otorgando una referencia indirecta para que este se reconociera), desarrolla=
ba
una s’ntesis de su conflicto y daba su opini—n al respecto. Uno de los
principales puntos sobre los que la psic—loga deb’a aconsejar se encontraban=
en
conflictos amorosos o en torno a sentimientos encontrados en los integrantes=
de
una relaci—n
ÒSan Isidro": Vergriften Sie Ihrem Mann mit diese=
r
kleinlichen Elfersucht nicht das Leben! Wenn Sie wissen, dann er eienen treu
ist und nur gerne "ein Auge riskiert", dann gšnnen Sie Ihm dieses
VergnŸgen. Sie schreiben, dass es Sie zuletst krŠnkt und verletzt, wenn er i=
n
Lokalen und auf der Strasse sich nach netten Frauen umdreht. "Ich habe =
das
GefŸhl, dass er mich in solchen Augeblicken ganz vergisst...".. klangen
Sie. Ich befŸrchte das Gegenteil: in solchen Augenblicken fallen Sie ihm ger=
ade
ein... (AW.07.15.1944, p.10).
Una tercera dimensi—n =
del uso
del semanario se encuentra en los anuncios clasificados (Kleine Anzeige). Aqu’ podemos encontrar que los lectores del
semanario utilizan al AW como un espacio para encontrar pareja, vender
productos, ofrecer servicios (por ejemplo, en la imagen adjunta podemos
observar la oferta de clases de idioma a distancia) o empleos.
La lectura de los avis=
os
denominados Òsolicitudes de matrimonioÓ (Heiratsgesuche)
nos expone la incidencia que para aquellos lectores anunciantes ten’a inicia=
r o
recomponer una vida amorosa con sujetos que no solo cumplieran ciertos rasgo=
s
f’sicos o estŽticos sino tambiŽn que adscribieran a una u otra religi—n
(cristiana o jud’a), sean germanos parlantes o bien, provengan de algœn sect=
or
en particular de Europa del norte. Un ejemplo de esto se puede observar en e=
l
siguiente ÒIch suche als
LebenangefŠhrtin, JŸdin, gross und schlank, klug und gewandt. FŸr selbstŠndi=
ger
Importeur, RheinlŠnder. 31 Jahre, 1,72 mtr.Ó (AW, 06.01.1946, p.8). Como
bien se advierte, la cuesti—n f’sica adquiere tanta importancia como la
religi—n practicada.
Asimismo, anunciar en =
la
secci—n avisos personales (Personaln=
achrichten)
del semanario pueden interpretarse no s—lo como una forma para informar sobr=
e
eventos (fiestas de cumplea–os y aniversarios) ante el grupo Žtnico por part=
e
de familias y asociaciones, sino tambiŽn una estrategia para exponer los log=
ros
de personalidades de la comunidad en la esfera pœblica o bien, simplemente
rememorar el fallecimiento de sujetos que integraban el colectivo. En un
sentido an‡logo, los avisos dirigidos a ofrecer empleo tambiŽn nos dan una
pista de aquellos lectores en tanto y cuanto, en ocasiones, no solo se busca
alguien que quiera o sepa realizar cierta actividad, tambiŽn se pretende que
este pueda hablar alem‡n. Incluso, la oferta de bienes inmuebles ofrecidos e=
n
el semanario y mencionadas anteriormente parecen disponerse tambiŽn a sabien=
das
de conseguir un comprador dentro del grupo Žtnico.
En este sentido, una m=
irada
m‡s detallada de estos nos permite inferir la consciente bœsqueda de aquello=
s
publicistas por interlocutores germanoparlantes ya que, si reflexionamos en =
el
proceso de mediaci—n para que estos avisos lleguen a la luz de posibles
compradores o empleados, los avisos tuvieron que haber recorrido miles
kil—metros antes de ser publicados.
Esto es, desde el lugar donde se vend’a el inmueble o se buscaba mano=
de
obra (como las provincias de Misiones o C—rdoba) hasta la ciudad de Buenos
Aires donde el semanario se editaba, y la subsiguiente circulaci—n de la
informaci—n por todo el territorio nacional.
Hasta
aqu’ las lecturas propuestas han planteado, por un lado, el rol del semanari=
o
como referente cultural capaz de proponer limites etnicos entre una comunida=
d
linguitica. Por otro, nos hemos encargado de dar cuenta tambien que sobre
aquella misma propuesta editorial los lectores desarollaron sus propias
practicas y usos del semanario con fines individuales. Sin embargo, podemos
reconcer la existencia de un punto intermedio entre una y otro ejercicio
intelectual dentro del AW. Las cartas de lectores que, de forma espor‡dica s=
e
pubicaban en el semanario, se disponen como un espacio donde los usuarios
participaban de aquella comunidad imaginada de lectores, pero simultaneament=
e
podian tanto estimular como tensar los sentidos identitarios propuestos por =
el
semanario. Es decir, una nueva faceta en su rol como referente cultural sobe=
el
cual sus lectores pod’an apoyarse y desde all’ establecer di‡logos e
interpretaci—nes. En este sent=
ido,
podemos marcar dos cartas de distinto calibre que dan cuenta del rol del
semanario como demarcaci—n y punto de fuga de la identidad del lector. Nuestro primer ejemplo dara cuenta =
del
factor didacto del semanario en la formacion de un lector en torno a los val=
ores
democracticos y liberales al mismo tiempo que la incidencia del semanario en=
el
lector para sentise acompa–ado mediante la lectura en su lengua materna en s=
u
paso por la Argentina.
Als langjŠhriger Abonnent ihres Blattes nehme ich nach
Aufhebung der Postsperre und nach dem unseligen Kriege die Gelegenheit wahr.
Ihnen aus AnhŠnglichkeit und Freundschaft die herzlichen GrŸsse zu Ÿbermitte=
ln.
WŠhrend der Jahre 1926 bis Ende 1933 war ich in Buenos Aires ansŠssig. Ich
verliess Argeninien wegen Arbeitslosigkeit und fand bei der Firma Louis Elie=
rs,
Hannover Eisenhoch- und BrŸckenbau BeschŠftigung. Ich hatte das GlŸck, an de=
n
Bau des Puente Alsina mitzuwirken. Ich sollte vor dem Kriege beruflich nach
Argentinien kommen, was mit durch den Ausbruch des Krieges unmšglich wurde. =
Wie
oft habe ich wŠhrend des Krieges an Argentinien und das Argentinische Tagebl=
att
gedacht; in letzterem wurde in vielen Leitartikkel und politischen Abhandlun=
gen
alles das voausgesagt, was durch ãRattenfŠnger von BraunauÒ Ÿber Deutschland=
und
die Welt hereinbrechen wird.
Ich schŠtze mich glŸcklich, dasss ich ein guter Demokra=
t
geblieben bin. Dieses habe ich in hohem Masse dem UmstŠnde zu verdanken, das=
s
ich Ihre geschŠtzte Zeitung nicht nur gelesen habe, sondern durch Ihre Zeitu=
ng
zum Demokraten geschult worden bin. Ich danke ihnen dafŸr und hoffe, dasses =
mir
gelingen wird, bald wieder in Buenos Aires zu sein und such mein Argentinisc=
hes
Tagelatt wieder zu lesen (AW.1946.10.12, p.7).
No
obstante, la siguiente carta tambien expresa el rol del lector como sujeto
critico que, sobre lo dispuesto en un articulo del semanario, desaroll‡ sus
intepretaciones en algo tan delicado como los derechos y la identidad.
In der Ausgabe ihres sehr geschatzten Blattes vom 11. J=
uli
berichten Sie unter der Ueberschift "Deutsche Juden sind nicht
heimatlos" Ÿber eine richternche Entscheidung, derzufolge JŸdische
Emigranten aus Deutschland duren die Aufhebung der Rassengestze seitens des
allierten Oberkommandos ihre frŸhere deutsche Staatsangenšrigkeit automatisc=
h
widererlangs haben. Gestatten =
Sie
mir zu bemerken, dass die Entscheidung erheblichen Bedenken begegnet. ZunŠch=
st
kann es schon zweifelhaft sein, ob das deutsche AusbŸrgerungsgesetz ubernaup=
t
den Charakter eines Rassengesetzes hat, denn es richtet sich nicht - oder
wenigstens nicht ausdruckich - gegen "mentarischeÒ deutsche
Staatsangehorige, sondern gegen alle Deutschen ohne Unterschied der Rasse, d=
ie
nach einem gewissen Zeitpunkt ausgewandert sind. Ueber dieses Bedenken wŸrde
man freilich schon hinwegkommen. Erheblicher scheint folgender grundsaizlich=
er
Einwand:
Der Richter hat in seiner, von der Berufungskammer
gebilligten Entscheidung ausdrŸcklich anerkannt, dass die AusbŸrgerung als d=
ie
gesetzliche Massregel eines souverŠnen Staates an sich gŸltig ist. Dem ist z=
u
zustimmen. Dagegen ist es mehr als fraglich, ob durch die Aufhebung des
Gesetzes als eines "Rassengesetzes" die ursprŸnglicne
Staatsangehšrigkeit ohne weitere wiederhergestellt wird. Durch das
AusbŸrgerungsgesetz haben die davon Betroffenen ihre deutsche
Staatsangehšrigkeit in gŸltiger Weise verloren. Diese Staatsangehšrigkeit ab=
er
kann ihnen durch ein das urprŸngliche Gesetz nachtrŠglich aufhebendes deutsc=
hes
Gesetz ohne ihre Zustimmung nicht wieder aufgezwunden werden, und zwar in
erster Linie deshalb nicht. well die ausgebŸrgeren Emigranten, die im Auslan=
d
leben mit Bezug auf ihre persšnlichen VerŠltnisse weder den deutschen Gesetz=
en
noch den diesen gleichstehenden Verordnungen des allierten Oberkommandos
unterworfen sind, ebenso wenig wie solche Emigranten. die inzwichen eine neu=
e
Staatsangehšrigkeit erworben haben (AW.1946.07.27, p.7)=
.
5=
. Conclusi—n
Detenernos en la
funcionalidad de un semanario como referente cultural de un colectivo
minoritario y distribuido sobre el territorio nacional, ya no en sus grandes
secciones sino m‡s bien en aquellos espacios que funcionaban como vasos
comunicacionales con sus lectores, nos habilita
esgrimir algunos lineamientos externos al ya cl‡sico an‡lisis de la pugna qu=
e
tuvo la empresa editorial de los Alemann para con los espacios dentro de la
comunidad que apoyaban al nacionalsocialismo. En sucintas palabras, una prim=
er
mirada Òdesde arribaÓ o institucional nos permite considerar que el AW como =
una
instituci—n Žtnica que propuso un paisaje medi‡tico entre sus lectores y que=
,
mediante sus secciones, expuso una serie de pr‡cticas, espacios y discursos =
que
pudieron postular limites etnicos, estimular la formaci—n de una comunidad
imaginada y, con ello,
una identidad colectiva germano-argentina, entre sus
lectores. Aunque, como hemos intentando exponer, tambien marcaron en aquella=
s
significaciones etnicas posicionamientos pol’ticos hacia el interior del
colectivo y ligadas a la disputa politica que marcaba a la comunidad en aque=
l
momento. En cambio, una mirada Òdesde abajoÓ, nos permite inferir que al men=
os
parte de sus lectores utilizaron el semanario en pr‡cticas mas bien alejadas
del clima pol’tico y bŽlico que viv’a la comunidad para ese entonces. Es dec=
ir,
usaban el semanario como una instancia donde poder alcanzar objetivos
’ntimamente personales ligados tanto a la vida profesional como privada y a
instancias de encontrar sus interlocutores dentro del propio grupo Žtnico. E=
n
ultima instancia, podemos proponer que, en terminos de Hall (1996), el punto=
de
sutura entre los discursos propuestos por el semanario y las propias pr‡ctic=
as
que sus lectores realizaban con el semanario y sus narrativas, delimitaba el
espacio simb—lico donde la identidad germano-argentina era operativa.
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