UNIVERSIDAD DE CUENCA
Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación

REVISTA DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN
PUCARA

ISSNe 2661-6912

Director
Horacio Cerutti Guldberg

Editor General
Manuel Villavicencio

manuel.villavicencio@ucuenca.edu.ec
Editor adjunto

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Consejo Editorial

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Traducciones
Elisabeth Rodas B. / Departamento de Lenguas (UDC)

Diagramación e Impresión
Imprenta General de la Universidad de Cuenca

Información
Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación

Universidad de Cuenca, Ecuador
Av. 12 de abril. Ciudadela Universitaria

Teléfono (593) 07 4051000
pucara@ucuenca.edu.ec
Publicación indexada en:

LATINDEX
Folio: 11915 / ISSN: 1390-0862

76

ÍNDICE

“Un lugar donde todo anuncia escasez y miseria”: una aproximación a
los aportes que realizó la provincia de Loja a las guerras de la década de
1820 __________________________________________________ 15
Katiushka Aguirre-Pacheco

Literatura, coleccionismo y rechazo de las disputas políticas. los recursos
de El Iris (Quito:1861-1862) _______________________________ 33
Jean Paul Ruiz Martínez

Construcción de conocimientos especializados: la historia natural y la
historiografía de la nación en el Ecuador del siglo XIX __________ 53
Michelle Andrade

Los tiempos de la Iglesia militante: temporalidad de un concepto en el
Ecuador del siglo XIX ____________________________________ 73
Luis Esteban Vizuete Marcillo

“Lo mismo pueden ser rusos blancos, judíos alemanes o comunistas es-
pañoles o italianos”: los pasaportes Nansen en las leyes de extranjería del
Ecuador _______________________________________________ 95
Agatha Rodríguez Bustamante

Lecturas acotadas para espacios compartidos: el semanario Argentinis-
ches Wochenblatt
como referente cultural de la comunidad germano-ar-
gentina _______________________________________________ 121
Tomás Schierenbeck

De coincidencias y peculiaridades: conversaciones con Ana Buriano __
______________________________________________________ 145
Erika Pani

Ana Buriano: una académica entre el exilio y la Historia del Tiempo
Presente ______________________________________________ 155
Silvia Dutrénit Bielous
“Metodología de la enseñanza del lenguaje y la redacción en espacios
universitarios. Entrevista a Lenin Pantoja Torres” ______________ 173
Jesús Miguel Delgado Del Águila

“Petricor. Creación” _____________________________________ 187
Ámbar Chica

98

Ana Buriano: an academic exile and the History of the Present Time __
______________________________________________________ 155
Silvia Dutrénit Bielous

“Metodología de la enseñanza del lenguaje y la redacción en espacios
universitarios. Entrevista a Lenin Pantoja Torres” ______________ 173
Jesús Miguel Delgado Del Águila

“Petricor. Creación” _____________________________________ 187
Ámbar Chica

INDEX

“A place where everything announces scarcity and misery”: an approach
to the contributions made by the province of Loja to the wars of the
1820s _________________________________________________ 15
Katiushka Aguirre-Pacheco

Literature, collecting and rejection of political disputes. the resources of
El Iris (Quito: 1861-1862) ________________________________ 33
Jean Paul Ruiz Martínez

Construction of specialized knowledge: the natural history and historio-
graphy of the nation in Ecuador in the nineteenth century ________ 53
Michelle Andrade

The conceptions of time of the militant Church: temporality of a concept
in the Ecuador of the 19th century ___________________________ 73
Luis Esteban Vizuete Marcillo

“It is the same if they are white Russians, German Jews or Spanish or
Italian communists”: the nansen passport in the Ecuadorian laws on fo-
reigners” ______________________________________________ 95
Agatha Rodríguez Bustamante

Short readings for shared spaces: the weekly Argentinisches Wochenblatt
as a cultural reference of the German-Argentine community _____ 121
Tomás Schierenbeck

Of Coincidences and Peculiarities: conversations with Ana Buriano __
______________________________________________________ 145
Erika Pani

1110

ÍNDICE

“Um lugar onde tudo anuncia escassez e miséria”: uma abordagem às
contribuições da província de Loja para as guerras da década de 1820
_______________________________________________________ 15
Katiushka Aguirre-Pacheco

Literatura, coleta e rejeição de disputas políticas. os recursos de El Iris
(Quito: 1861-1862) _______________________________________ 33
Jean Paul Ruiz Martínez

Construção do conhecimento especializado: a história natural e a histo-
riografia da nação no Equador no século XIX __________________ 53
Michelle Andrade

Os tempos da Igreja militante: temporalidade de um conceito no Equador
no século XIX __________________________________________ 73
Luis Esteban Vizuete Marcillo

“É o mesmo se forem russos brancos, judeus alemães ou comunistas es-
panhóis ou italianos”: passaportes Nansen nas leis de imigração equato-
rianas _________________________________________________ 95
Agatha Rodríguez Bustamante

Leituras curtas para espaços compartilhados: o semanário Argentinisches
Wochenblatt
como referência cultural da comunidade germano-argentina
______________________________________________________ 121
Tomás Schierenbeck

De coincidências e peculiaridades: conversas com Ana Buriano __ 145
Erika Pani

Ana Buriano: uma acadêmica entre o exílio e a História do Tempo Pre-
sente _________________________________________________ 155
Silvia Dutrénit Bielous

“Metodología de la enseñanza del lenguaje y la redacción en espacios
universitarios. Entrevista a Lenin Pantoja Torres” ______________ 173
Jesús Miguel Delgado Del Águila

“Petricor. Creación” _____________________________________ 187
Ámbar Chica

13

El presente número cuenta con algunas de las ponencias, transformadas en
artículos, que se presentaron en “Trayectorias: coloquio anual de Historia.
Un Homenaje a Ana Buriano”. Este fue organizado por el Seminario Per-
manente de Historia Política, la Cátedra Abierta de Historia de Cuenca y
su Región de la Universidad de Cuenca, el Sistema Integrado de Museos y
Herbarios de la Universidad Central del Ecuador y la Facultad de Ciencias
Humanas de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.

El objetivo del evento fue realizar un homenaje a la trayectoria de la histo-
riadora ecuatorianista Ana Buriano, fallecida en 2019; quien, junto a otros
historiadores como Juan Maiguashca, ofreció una relectura de la historia
política del Ecuador del siglo XIX. Sus libros Navegando en la borrasca:
construir la nación de la fe en el mundo de la impiedad, Ecuador, 1860-
1875 (2008), El “espíritu nacional” del Ecuador católico: artículos selec-
cionados de El Nacional, 1872-1875 (2011), Panorámica de la prensa en
el Ecuador garciano. Construcción y cuestionamiento de una legitimidad
política, 1860-1875
(2018); además de sus artículos y capítulos cuestiona-
ron las viejas lecturas sobre el conservadurismo, las desgastadas dicoto-
mías heredadas por el revisionismo de la Nueva Historia del Ecuador y la
lectura nacionalista que primaba en la historiografía ecuatoriana.

La aproximación de Buriano a Ecuador como espacio de estudio histórico
fue contingente, pero obtuvo todo el empeño y rigurosidad que ella tenía
como una de las más notables historiadoras políticas de América Latina.
Con fuentes recopiladas en 1995 y otras enviadas en digital desde Ecuador
y Estados Unidos, Buriano logró hilar una interpretación novedosa del gar-

1514

cianismo, la prensa, las redes de actores transnacionales, entre otros temas.
Buriano tuvo varios temas de investigación. Así, su faceta de militante de
izquierda y su experiencia en el exilio, marcaron su interés por la historia
del tiempo presente del Conosur, una línea de investigación aún inexplo-
rada en Ecuador.

La trayectoria de Ana Buriano estuvo muy conectada con Ecuador, tan-
to en la formación de grupos interuniversitarios e intergeneracionales,
como en una apuesta decidida por el trabajo de los jóvenes historiadores.
Por esa razón, el presente número, luego de haber cumplido con todos
los requerimientos académicos, cuenta con seis textos de jóvenes histo-
riadores de Ecuador y el extranjero que enuncian desde una multiplici-
dad de perspectivas. Estos trabajos, a pesar de no tener como objeto de
estudio la obra de Buriano, se inspiraron en sus aportes, y apuestan por
continuar con las líneas de trabajo de nuestra autora. La obra de la autora
está presente en las referencias de varios de los artículos y es analizada a
profundidad en los textos de Erika Pani y Silvia Dutrénit, que se presen-
taron como charlas magistrales en el Coloquio.

El número que el lector tiene en sus manos es una muestra de lo que Ana
Buriano y otros historiadores propusieron para renovar nuestra academia.

Luis Esteban Vizuete Marcillo
El Colegio de México / Universidad Central del Ecuador

Ciudad de México, julio de 2022

“Un lugar donde todo anuncia escasez y miseria”:
una aproximación a los aportes que realizó la provin-

cia de Loja a las guerras de la década de 1820
“A place where everything announces scarcity and misery”:
an approach to the contributions made by the province of

Loja to the wars of the 1820s
“Um lugar onde tudo anuncia escassez e miséria”: uma abor-
dagem às contribuições da província de Loja para as guerras

da década de 1820
Katiushka Aguirre-Pacheco

Pontificia Universidad Católica de Chile
E-mail: ksaguirre@uc.cl / katiuaguirre@hotmail.com

Resumen

El fiscal-military State es un concepto que sirve para entender la manera
en que la economía de guerra contribuyó a la formación del Estado. A
este se podría sumar la noción de colaboración en la cual tanto Estado
como sociedad interactúan mediante relaciones de dar y las expectativas
de beneficio que esto puede generar. Bajo estos conceptos se realizó una
primera aproximación a entender la ayuda que brindó la provincia de
Loja durante la década de 1820 como una colaboración bajo la cual pudo
pedir ciertos beneficios que respondieran a los intereses de la élite. Para
esto, se analizan dos momentos en que la provincia colaboró y sufrió
el paso del ejército por su territorio, y como, gracias a esto, después la
provincia si sintió en posición de poder negociar ciertos beneficios con
el Estado [gran]colombiano.

Palabras clave: Fiscal-military State, época independentista, poder lo-
cal, historia de Loja.

“Un lugar donde todo anuncia escasez y miseria”: una aproximación a los aportes que realizó la
provincia de Loja a las guerras de la década de 1820Revista Pucara, N.º 33 (15-32), 2022

1716

Abstract

The Fiscal-Military State is a concept that serves to understand the way
in which the war economy contributed to the formation of the State. To
this could be added the notion of Collaboration in which both the State
and society interact through relationships of giving and the expectations of
benefit that this can generate. Under these concepts, a first approximation
was made to understand the help provided by the province of Loja during
the 1820s as a Collaboration under which it could request certain benefits
that responded to the interests of the elite. For this, two moments in which
the province collaborated and suffered the passage of the army through its
territory are analyzed, and how, thanks to this, the province later felt in a
position to be able to negotiate certain benefits with the Colombian State.

Keywords: Fiscal-military State, Independent period, local power, Loja’s
history.

Resumo

O Fiscal-Military State é um conceito que serve para compreender a forma
como a economia de guerra contribuiu para a formação do Estado. A isso
se somaria a noção de Colaboração em que Estado e sociedade interagem
por meio de relações de doação e expectativas de benefício que isso pode
gerar. Sob esses conceitos, foi feita uma primeira aproximação para enten-
der a ajuda prestada pela província de Loja durante a década de 1820 como
uma Colaboração sob a qual ela poderia solicitar determinados benefícios
que respondessem aos interesses da elite. Para isso, são analisados dois mo-
mentos em que a província colaborou e sofreu a passagem do exército por
seu território, e como, graças a isso, a província se sentiu posteriormente em
condições de negociar certos benefícios com o Estado colombiano.

Palavras chave: Fiscal-military State, período de independência, poder
local, história da Loja.

Recibido: 08.02.2022 Aceptado: 20.05.2022

I. INTRODUCCIÓN

El período de las guerras de independencia (1810-1830) ha sido un episodio
primordial dentro de las narrativas nacionales de los Estados latinoamerica-
nos. El relato que ha primado sobre el período se caracteriza por un fuerte
tono heroico cargado de nacionalismo. Nombres como Simón Bolívar, José
de San Martín, Antonio José de Sucre, Francisco de Paula Santander han
sido elevados a los altares de las distintas patrias y sus figuras reconocidas
con grandes monumentos, cuadros, homenajes y más. Pero, detrás de ellos,
de sus campañas gloriosas, hubo todo un ejército y sociedades que también
participaron y entregaron recursos para obtener la libertad.

El estudio de este último punto es hacia donde apunta la historiografía mo-
derna; ya que, busca develar nuevas maneras de entender el proceso inde-
pendentista adentrándose en otras aristas de la guerra. Así, en la actualidad
son varias las metodologías bajo las que se analiza el período indepen-
dentista; por ejemplo, la historia conceptual que se adentra en el lenguaje
político de la época o la antropología histórica que devela las maneras en
que los pueblos y los libertadores afrontaron la guerra. También están las
nuevas formas de abordar la guerra ya sea desde lo táctico, lo económico,
la militarización o el armamento utilizado. De esta manera, lo que se busca
es ver a la guerra en su complejidad y no solo como una mera batalla.

Una de estas nuevas formas de analizar la guerra está ligada al concepto de
fiscal-military State esbozado por John Brewer en 1989, que hace alusión
a la manera en que los diferentes Estados organizaron sus rentas fiscales
para, de esta manera, poder subvencionar los gastos de la guerra (Brewer,
1989). A su vez, esto habría dado paso a una mayor institucionalización del
Estado, al tener que crear diferentes instancias para recaudar, organizar y
distribuir las rentas. La ventaja del concepto es que, si bien el autor lo acuñó
para el estudio de Inglaterra en el siglo XVIII, este puede ser utilizado en
otros países y otras temporalidades con ciertos matices que posibilitan una
mejor comprensión de las épocas de conflicto (González Enciso, 2008, pp:
273-274).

“Un lugar donde todo anuncia escasez y miseria”: una aproximación a los aportes que realizó la
provincia de Loja a las guerras de la década de 1820Revista Pucara, N.º 33 (15-32), 2022

1918

En base a esto, y ya adentrándonos al caso de estudio, Viviana Velasco
Herrera menciona que el incipiente Estado [gran]colombiano, gracias, en
buena parte, al alto poder de coerción que alcanzó, logró establecer una
fiscalidad que, en primera instancia, estuvo destinada a mantener los ele-
vados costos de la guerra y que, en segundo lugar, permitiera, poco a poco,
ir sentado las veces del nuevo Estado. Para esto, buscaron diversas ma-
neras de extraer el excedente de producción, ya sea mediante la creación
de impuestos, el ordenamiento jurídico, los empréstitos o el reclutamiento
militar (Velasco Herrera, 2010, pp: 2-3). Para comprender los alcances de
esta política de recaudación puede ser de mucha ayuda el planteamiento
del historiador Rafael Torres Sánchez, quien considera importante analizar
los aportes como una forma de colaboración entre el Estado y la sociedad,
donde ambos entes buscaban beneficios propios (Torres Sánchez, 2013:
25).

Bajo estas reflexiones, el presente trabajo busca hacer una aproximación
a una nueva forma de análisis que se puede obtener a través de la infor-
mación que hay sobre la participación de la provincia de Loja durante las
guerras de la década de 1820. En este sentido, el trabajo se divide en tres
partes. En la primera parte se hará una breve caracterización de Loja como
territorio para observar aquellas características geográficas, demográficas y
económicas propias de la zona. En la segunda parte, se entrará ya al estu-
dio de caso para lo que se tomará la época que va de 1820 a 1826, que se
caracteriza por ser el período de las campañas libertarias y las proclamas
de independencia. La parte final del trabajo versará sobre la fase de 1827 a
1829, período en el cual se desarrolló el primer conflicto político-limítrofe
entre [gran]Colombia y Perú, y que significó para la provincia de Loja, un
momento de ocupación de las fuerzas enemigas.

Los datos que se utilizará en este trabajo son los recolectados por Pío Ja-
ramillo Alvarado, quien escribió Historia de Loja y su provincia (1959),
que es el libro más relevante de historia que hay sobre la provincia. Si
bien dicho libro sigue la corriente de la historiografía tradicional, los
datos que en él hay son muy valiosos. En este sentido, se tomará la in-

formación, pero se la trabajará bajo los parámetros del fiscal-military
State y la colaboración para, de esta manera, obtener nuevas formas de
comprender la década de 1820. Para ampliar un poco el panorama, se
complementará el análisis con algunos documentos hallados en el Archi-
vo Histórico de Loja que dan cuenta del tipo de información existente y
que posibilita adentrarse en el análisis de la economía de guerra.

1. DESARROLLO

2.1. Loja como territorio

¿Cómo era la provincia de Loja al final de la época colonial? Esta pregunta
se puede responder desde varias aristas. Desde la parte espacial, la provincia
de Loja, para el siglo XVIII poseía un territorio más o menos definido según
se puede ver en el informe que en 1765 entregó el Gobernador de Loja,
Ignacio de Checa, al Virrey de Santa Fe. Según este documento, los límites
del corregimiento de Loja quedaban establecidos de la siguiente manera:
al norte con la doctrina de Cañaribamba perteneciente al corregimiento de
Cuenca; al noreste con la doctrina de Machala, adscrita al corregimiento de
Guayaquil; al oeste con el Océano Pacífico; al sur, el río Tumbes y el río
Cobán servían de frontera con el corregimiento de Piura supeditado al Vi-
rreinato de Lima; al sureste con el gobierno de Jaén; y al este, siguiendo el
río Chinchipe hasta llegar al Marañón, con las tierras del Oriente habitadas
por poblaciones pérdidas. Este amplio territorio estaba dividido en cuatro
provincias: Loja, Yaguarzongo, Zamora y Zaruma. De esta manera, el co-
rregimiento de Loja hacía de límite entre el Virreinato de Nueva Granada y
el Virreinato de Lima, además de poseer salidas tanto hacia el Océano Paci-
fico mediante el Puerto de Jambelí, como al Océano Atlántico por medio el
río Marañón (Jaramillo Alvarado, 1982, pp:182-183).

En el sentido demográfico, el corregimiento de Loja se caracterizó por te-
ner una baja densidad poblacional en comparación al amplio territorio que
abarcaba. La composición social de los habitantes se distinguía por una
amplia presencia de mestizos, mientras otros grupos étnicos como blancos,

“Un lugar donde todo anuncia escasez y miseria”: una aproximación a los aportes que realizó la
provincia de Loja a las guerras de la década de 1820Revista Pucara, N.º 33 (15-32), 2022

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indígenas o negros se encontraban presentes solo en ciertos sectores del te-
rritorio. La mayoría de la población indígena estaba asentada en la zona de
Saraguro, ubicada en la parte alta de la provincia; mientras que la población
negra prefirió las zonas cálidas brindadas por el Valle de Catamayo; y, en el
caso de las personas blancas, estas se alojaron en la capital de la provincia y
en la zona fronteriza con Perú (Chiriboga, 2013, p. 102).

Desde el punto de vista económico, la provincia se ha caracterizado por
tener una economía basada en la agricultura de subsistencia, la venta de
ganado, el intercambio de productos con la parte norte del actual Perú y el
contrabando. A estas actividades se le debe sumar la explotación de las mi-
nas de oro de Zaruma, que tuvo su apogeo en el siglo XVI, y la exportación
de la cascarilla que vio su momento cumbre desde mediados del siglo XVII
hasta finales del siglo XVIII, y que significó la inserción de Loja al mercado
mundial (Palomeque, 1994, p. 71). Fuera de la cascarilla, la principal forma
que tuvo el corregimiento para monetizar su economía fue el comercio y
contrabando con la parte norte del entonces Virreinato de Lima, esto gracias
al circuito tradicional de intercambio que existía (Saint-Geours, 1983, p.
83). Dicho intercambio tenía su momento cumbre en el mes de septiembre
cuando ocurría la feria en honor a la Virgen del Cisne, donde concurrían los
comerciantes para vender sus productos. A su vez, esto permitía la entrada
de circulante al corregimiento, pues para las transacciones se utilizaba di-
ferentes tipos de moneda e inclusive, en la época de la independencia, se
manejaba moneda peruana y boliviana (Palomeque, 1994, p. 83).

Por último, si consideramos el tipo de producción existente en la provincia,
se puede destacar la variedad de productos de diferentes pisos ecológicos
que hay en la provincia. Estos van desde los 2500 a los 100 metros sobre
el nivel del mar. De esta forma, mientras de las tierras altas provenía todo
lo relacionado a la ganadería, de las tierras bajas salía el azúcar y la panela.

El comercio de ambos productos permite entender las formas de produc-
ción que existían dentro de la provincia, ya que, mientras el ganado era
criado en “haciendas extensas que no utilizan contingentes muy impor-

tantes de trabajadores”, el azúcar se trabajaba bajo relaciones de produc-
ción esclavistas. La carencia de otros productos agrícolas es resultado de
la ausencia de grandes haciendas, ya que, la poca población indígena de
la provincia prefería vivir agrupada en pequeños pueblos convirtiéndose
en “campesinos acomodados” y produciendo lo necesario para vivir. De
esta manera, el surgimiento de la hacienda en Loja fue mucho más tardío
en comparación al resto de zonas de la Real Audiencia de Quito, lo que
no quiere decir que no existieron latifundios, sino que estos tenían una
capacidad de explotación menor (Chiriboga, 2013, pp: 103-104).

2.2. La campaña libertadora: 1820-1826

La independencia de las principales ciudades que actualmente confor-
man Ecuador tuvo dos momentos. El primero donde primaron las pro-
clamas civiles y el segundo en el que tuvo que intervenir el ejército para
expulsar a los realistas del territorio y lograr la independencia. Así, Loja
firmó su acta de independencia el 18 de noviembre de 1820, siguiendo
el ejemplo dado por Guayaquil, el 9 de octubre, y por Cuenca, el 3 de
noviembre. Esta proclama tomó por sorpresa a la municipalidad de la
ciudad, en especial al alcalde Pío de Valdivieso, quien minimizó el acto
al decir que esta estuvo compuesta por “pocos mozos, tambores y pitos
de algunos muchachos de escuela” y convocó a una votación donde los
padres de familia de la urbe debían decidir si proclamar la independen-
cia o continuar bajo el régimen colonial (Gallardo Moscoso, 1991, pp:
298-299). El resultado favoreció a que la urbe se mantuviera fiel al rey,
lo que ocasionó conflictos con el jefe de la plaza de Cuenca y el enjui-
ciamiento de quienes lideraron el movimiento independentista.

De noviembre a diciembre de 1820, la situación de la provincia estuvo
en una constante disputa entre quienes estaban a favor y en contra de la
independencia. Esto sumando a la presión ejercida por Cuenca, desde
donde amenazaban con invadir la provincia si esta no se alineaba con
el proyecto libertario. Sin embargo, el panorama cambió a partir del 20
de diciembre, cuando una facción del ejército realista comandado por el

“Un lugar donde todo anuncia escasez y miseria”: una aproximación a los aportes que realizó la
provincia de Loja a las guerras de la década de 1820Revista Pucara, N.º 33 (15-32), 2022

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coronel Francisco González tomó el control, primero de Cuenca y des-
pués de Loja, haciendo que ambas ciudades volvieran bajo el dominio
de la corona española (Gallardo Moscoso, 1991; Jaramillo Alvarado,
1982).

1821 es un año del que poco se sabe sobre el devenir de la provincia de
Loja, sin embargo, podemos suponer que, frente a la inminente inde-
pendencia, la urbe fue decantándose también por esa opción, ya sea por
convicción propia o por temor a una represión. Para 1822, el panora-
ma cambió completamente. Desde inicios de año, el ejército libertador,
comandando por Simón Bolívar y Antonio José de Sucre empezó a
preparar la estrategia que permitiera la liberación de Quito. En tal vir-
tud, inició el reclutamiento de hombres y se solicitó ayuda al ejército
peruano. Así, el 30 de enero de 1822, arribó a la provincia de Loja la
primera división del ejército peruano al mando del comandante Luis
Urdaneta, a quien Sucre le había encargado dirigir las tropas del ejér-
cito amigo. Después, el 2 de febrero, llegó el coronel Andrés de Santa
Cruz al mando del escuadrón de cazadores que había sido enviado por
San Martín para apoyar la campaña. Ambos partes se unieron en Sara-
guro para proveerse de alimentos y esperar las ordenes de Sucre para
avanzar hacia Quito.

Esta estancia del coronel Santa Cruz marcó el inicio de las ayudas que
la provincia de Loja haría a las campañas de la independencia. Ape-
nas llegó, el coronel exigió una contribución de 20.000 pesos y tomó
2.476 pesos de las cajas del Colegio de Loja, además impuso una con-
tribución extraordinaria mensual a la población de Loja de 4000 pesos
mensuales con un anticipo de 16.000 pesos. Aparte, solicitó que se le
entregaran 600 mulas, 300 caballos de arreo y 200 caballos de remuda
(Jaramillo Alvarado, 1982, p. 288). En lo concerniente al reclutamiento
de hombres para el ejército, no se cuenta con datos, pero, en una carta
fechada el 8 de febrero, se ordena a Urdaneta que “se organice en Loja
un depósito para reemplazar las bajas de su división y para aumentarla
hasta el grado posible” (Jaramillo Alvarado, 1982, p. 289).

La presencia del ejército hizo que los padres de familia de la ciudad se re-
unieran para, con fecha 17 de febrero, volver a proclamar la independencia
del gobierno español y jurar lealtad a la naciente república de Colombia.
Esta acta estuvo firmada por más de 50 hombres entre los que se destaca
el ex-alcalde, Pío de Valdivieso, quien se había opuesto al primer pronun-
ciamiento (Jaramillo Alvarado, 1982, p. 290). Esto nos permite observar la
manera en que la población fue cambiando su lealtad para hacer prevalecer
su poder e intereses particulares.

El 24 de mayo de 1822, en las faldas del Volcán Pichincha, las tropas de
Sucre y el ejército realista tuvieron el combate que selló la independencia
de todos los territorios que habían conformado la Real Audiencia de Quito
y, que, desde ese momento, pasaban a conformar el Departamento del Sur
de [gran]Colombia. Obtenida la victoria, los pueblos celebraron y Sucre
hizo diferentes agradecimientos a las ciudades que colaboraron con la cau-
sa. Una de estas fue la provincia de Loja, a la que Sucre mandó una carta
acotando que “la gloria de que se ha cubierto la Expedición Libertadora de
Quito, es debida en mucha parte a los sacrificios que en su obsequio han
hecho esos ciudadanos [los de Loja] (Jaramillo Alvarado, 1982: 301). Des-
pués, envió otra misiva en la que da cuenta de las cabezas de ganado que la
provincia envió para la subsistencia del ejército que se había acantonado en
Cuenca. Así, menciona que en total se enviaron 754 cabezas de ganado en
el lapso de febrero a septiembre de 1822 (Jaramillo Alvarado, 1982, p. 294).

Las palabras de Sucre pudieron llenar de orgullo a los lojanos, pero el mayor
reconocimiento a su aporte lo hizo Bolívar cuando arribó a la ciudad el 10
de octubre de 1822 y permaneció en ella el lapso de 10 días. Durante su esta-
día se encargó de solucionar varios de los problemas que había en la provin-
cia. Así, ordenó que se levantara un plano de la frontera, elaboró el primer
reglamento de funcionamiento del colegio de la ciudad y dotó una casa para
que funcionara el hospital (Jaramillo Alvarado, 1982, p. 307). Con esta vi-
sita, Bolívar, como jefe de estado, y entendiendo los aportes de Loja como
una colaboración, cumplió con su parte de recompensar a la provincia. Con
esto, además, motivó a que se continuara apoyando la causa de la libertad.

“Un lugar donde todo anuncia escasez y miseria”: una aproximación a los aportes que realizó la
provincia de Loja a las guerras de la década de 1820Revista Pucara, N.º 33 (15-32), 2022

2524

En 1823 inició la “Campaña del Sur” cuyo objetivo fue lograr la inde-
pendencia de Perú y con esto eliminar el último bastión realista en Lati-
noamérica. Durante esta campaña, Loja se convirtió en punto obligatorio
de las tropas que, por tierra, buscaban llegar al Perú; así que la provincia,
volvió a realizar sus contribuciones. De esta época queda una carta del
comandante Antonio Farfán, del 8 de marzo de 1823, donde menciona
que la provincia aportó con un nuevo empréstito de 17.000 pesos, 144
azuelas y 110 hombres. Para el comandante, que había vivido en Loja
algunos años antes, dicha contribución le pareció digna de admirar al
ser Loja una provincia “despoblada y sin recursos” donde “todo anuncia
escasez y miseria” (Jaramillo Alvarado, 1982, p. 302).

De 1824 a 1825, Pio Jaramillo Alvarado, no da cuenta de información
sobre lo que sucedió en la provincia, pero podríamos suponer que los
aportes continuaron, por lo menos hasta 1824 que, tras las batallas de
Junín y Ayacucho, Perú quedó libre del régimen colonial. En 1826 vol-
vemos a tener noticias de Loja, esta vez se trata de las instrucciones que
la Municipalidad de Loja envió a José Félix de Valdivieso quien sería el
represente de la provincia en la Convención de Ocaña. La misiva inicia
diciendo “tomando en consideración las cuantiosas erogaciones que bajo
el nombre de empréstitos ha contribuido esta provincia para la libertad
del Ecuador y el feliz sostenimiento de la guerra en el Perú”, y después
enumera seis puntos a tomarse en cuenta (De Carrión et al., 1826, p.
242).

El primer punto pide una providencia justa y equitativa para poder in-
demnizar a los acreedores prestamistas. El segundo refiere a la elimina-
ción del impuesto de exportación que recae sobre las cabezas de ganado
pues su aplicación es alejada de la realidad y más para una provincia en
la que el comercio de ganado es una de sus actividades principales. El
tercer punto solicita que se derogue la abolición de la esclavitud porque
se necesita de esclavos para el desarrollo de ciertos fundos. El cuarto
punto demanda que Loja sea elevada a la categoría de intendencia para
que así deje de estar sujeta administrativamente a Cuenca. El quinto pun-

to es una solicitud para que el decreto de extinción de conventos no abar-
que los de San Francisco y San Agustín pues estos son los encargados
del colegio de la ciudad. El último punto es que la Feria de la Virgen del
Cisne sea trasladada a la ciudad para mejorar el comercio y la agricultura
(De Carrión et al., 1826, pp: 242-245).

Estos requerimientos por parte de la provincia de Loja reflejan un sen-
tir de “dar para recibir”. Así, al haber hecho importantes aportes a la
campaña libertadora, la provincia se presentaba con el derecho de exigir
ciertas condiciones que protejan los intereses de su población. De estos
puntos también podemos observar que solo el primero hace referencia
a una devolución de lo entregado, mientras que los demás son requeri-
mientos específicos en base a las características propias de la provincia.
En este sentido, con esta instrucción, Loja buscó negociar su pacto de
poder frente al Estado de [gran]Colombia. Estas condiciones especia-
les solicitadas por Loja también exhiben lo difícil que fue para el poder
central organizar impuestos iguales para todo el extenso territorio; razón
por la cual, el Estado tuvo que ceder muchas veces y hacer regulaciones
de recaudación y producción diferentes para cada localidad y así evitar
posibles levantamientos (Velasco Herrera, 2010, p. 10).

2.3. La guerra [gran]Colombia-Perú: 1827-1829

Si en el apartado anterior se pudo observar una relación de cooperación
entre el Estado y la provincia de Loja, ahora veremos el reforzamiento de
la misma con la aparición de un nuevo enemigo: Perú.

De 1822 a 1826, la situación limítrofe entre [gran]Colombia y Perú había
estado en calma debido a que Simón Bolívar ejercía como presidente de
ambas naciones. La situación empezó a cambiar a finales de 1826 cuando
Bolívar se retiró de Perú y dejó el mando a un Concejo de Estado que no
estuvo mucho tiempo en el poder, pues, en enero de 1827, una facción
nacionalista de Perú puso fin al régimen bolivariano. Esta acción, rompió
los lazos de amistad entre ambas naciones, que llegó a su punto máximo

“Un lugar donde todo anuncia escasez y miseria”: una aproximación a los aportes que realizó la
provincia de Loja a las guerras de la década de 1820Revista Pucara, N.º 33 (15-32), 2022

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el 3 de julio de 1828 cuando [gran]Colombia declaró la guerra a Perú, pi-
diendo, entre otras cosas, la entrega de los territorios de Tumbes, Jaén y
Maynas. En el transcurso de esta campaña, las tropas peruanas ocuparon
el puerto de Guayaquil y la provincia de Loja.

Loja fue invadida por el ejército peruano comandado por el general
José de La Mar, a finales de 1828. La tropa, compuesta por cerca de
4.600 soldados se acantonó en Saraguro a la espera de tomar posesión
de toda la zona para anexarla al Perú. Mientras esto pasaba, el gene-
ral Agustín Gamarra y la flota peruana tenían bloqueado el Puerto de
Guayaquil. Para combatir esta acometida, Bolívar designó nuevamen-
te a José Antonio de Sucre como jefe militar y de segundo al mando
nombró al general Juan José Flores, quien después se convertiría en el
primer presidente del Ecuador. La batalla ocurrió en el Portete de Tar-
qui, el 27 de febrero de 1829, y el triunfo fue para la escuadra [gran]
colombiana. Un día después, en Girón, se firmó un tratado preliminar
de paz que entraría en vigencia una vez que el ejército peruano aban-
donase la ocupación tanto de Loja como de Guayaquil (Denegri Luna,
1995, pp: 88-100).

Esta invasión significó para Loja un momento de mucho peligro, pues
la provincia se halló desprotegida tanto por avance como por el re-
troceso del ejército peruano. En este sentido, desde varios lados de la
provincia se escribieron cartas contando los vejámenes que había de-
jado la tropa peruana a su paso por la ciudad. Así, por ejemplo, está el
memorial de agravios y quejas que la Municipalidad de Loja envió al
Gobierno de Quito, relatando lo sucedido durante la invasión:

Humilladas sus bayonetas, repasan el camino que habían
emprendido con la rabia de hambrientos tigres; disparadas las par-
tidas por los caminos y campos, talan, matan hombres y animales,
arrastras a su territorio más de tres mil reses, no dejan bestias, ovejas
ni marranos, estropean mujeres, arrasan sementeras y conducen la
desolación hasta Macará (Jaramillo Alvarado, 1982, p. 322).

También se pueden hallar cartas de varios ciudadanos donde comentan
la situación que vivieron con el paso del ejército peruano y cómo esto
limita la cantidad de raciones y cabezas de ganado con las que pueden
aportar a la causa [gran]colombiana. Está el caso de Cayetano Villa-
vicencio, habitante de Santiago, donde comenta los abusos que sufrió
por parte de un miembro de la tropa peruana que le robo varias cabezas
de ganado (Villavicencio, 1829, p. 343). También hay una carta que
envió el jefe político de Gonzanamá en la que explica que el paso del
ejército peruano acabó con todos los sembríos y ganado existentes en
dicha población, razón por la cual no podrá cumplir a cabalidad las
raciones pedidas por parte del Estado (Ojeda, 1829, p. 49).

Con fecha 7 de mayo de 1829, el cabildo de Loja remitió a la goberna-
ción un resumen de los aportes hechos por la provincia desde el dos de
febrero de 1822 hasta el primero de mayo de 1829. Dicho documento
es uno de los más ricos pues separa los aportes, primero por el perío-
do en que fue entregado y después por el tipo de ayuda brindada; así,
hay una sección dedicada a los empréstitos, otra a las contribuciones
extraordinarias y otra para el ganado y las especies. El resultado esti-
mado de las prestaciones bordea los 248.815,9 pesos, aunque se hace
una aclaración acotando que la información con la que se realizó la
contabilidad era incompleta, esto debido a que, por la velocidad de los
acontecimientos, no siempre se podía llevar el registro de lo que se
entregaba (Jaramillo Alvarado, 1982, pp: 294-300).

Con la misma fecha se redactó otra carta de instrucciones, como la de
1826, pero esta vez para los diputados que representarían a la provin-
cia frente a la Junta Provisional del Distrito. En esta ocasión, la urbe
pedía no solo una reparación material, sino que, sobre todo, conside-
raban necesaria una reparación moral frente a todos los daños perpe-
trados por la escuadra peruana. En este sentido, esta carta constaba
de 10 puntos y en la justificación de los pedidos se mencionó que la
provincia

“Un lugar donde todo anuncia escasez y miseria”: una aproximación a los aportes que realizó la
provincia de Loja a las guerras de la década de 1820Revista Pucara, N.º 33 (15-32), 2022

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Merece la consideración del gobierno por sus grandes sacri-
ficios en favor de la independencia y la nulidad a que ha sido reducido
por la invasión peruana, su ilustración incipiente ha sido paralizada por
la guerra, atrasada su corta agricultura por el soldado y por la falta de
brazos que la sostengan, las artes mecánicas sin ejercicio, las propieda-
des abandonadas como cargas insoportables y sus habitantes refugia-
dos en los montes creyendo hallar en ellos el asilo seguro para su vida
(Maldonado et al., 1829, p. 1).

Bajo esta premisa iniciaron la solicitud: en primer lugar, se pide la se-
paración de Loja y Cuenca para que la primera se pueda convertir en un
departamentos o prefectura independiente. En segundo lugar, exige la in-
demnización por todos los gastos que tuvo la provincia durante la última
guerra. El tercer punto menciona la necesidad de que se dicte una orden
de reclutamiento que permita tener más gente que trabaje en la agricul-
tura. El cuarto señalamiento refiera a la construcción y ampliación de los
caminos a Cayancas y Santa Rosa, los principales puertos para la entrada
y salida de productos. El quinto requerimiento es que se exenté de todo
impuesto a los productos que van a ser comercializados en la Feria de la
Virgen del Cisne. El sexto punto desea que los fondos obtenidos para la
hacienda nacional no sean remitidos a Cuenca y se queden en la ciudad.
El séptimo pedido es que se erija un obispado en la provincia. El octavo
punto menciona que los empréstitos y contribuciones sean únicamente
cobrados por las autoridades civiles para así mermar el abuso de los mili-
tares. El noveno pedido es que se vuelva a revisar el impuesto al ganado,
pues su aplicación dificulta el comercio de dicha especie. Por último,
solicitan que la parroquia de Santa Rosa sea reintegrada a la provincia
(Maldonado et al., 1829, pp. 1-3).

Como se puede observar, estas indicaciones tienen un tinte mucho más
fuerte y amplio que las presentadas en 1826, y es que también los abu-
sos que vivió la provincia fueron más violentos. Así, se continuó con la
lógica de que mientras más se da, más se debe recibir. Sin embargo, la
pronta separación de [gran]Colombia y la formación del Estado ecuato-
riano ocasionó que se hiciera caso omiso a los pedidos de la provincia de
Loja. No fue hasta 1859 cuando, en medio de una fuerte crísis política

en el Ecuador, se erigió un gobierno federal en la provincia de Loja que
se logró cumplir con varias de las peticiones esbozadas, tales como la
erección del Obispado, el translado de la feria de la Virgen del Cisne o la
creación de una Contaduría Mayor que maneje los impuestos cobrados
dentro de la provincia (Aguirre Pacheco, 2018, pp. 65-72).

3. CONCLUSIÓN

El fiscal-military State es una manera de entender cómo la economía
de guerra ayudó a la formación o ampliación del Estado. Si bien este
concepto tiene su pilar fuerte en la noción de coerción social, este pue-
de llegar a ser un limitante para comprender las relaciones e intereses
que hay debajo de este tipo de transacciones (Torres Sánchez, 2013, p.
24). Por este motivo, otra forma de entender el fiscal-military State es
mediante la noción de colaboración, misma que se aproxima al modo
en que la población y el Estado entablan relaciones en las que ambos
puedan obtener beneficios.

Bajo estos parámetros fue que se retomaron varios de los datos reco-
pilados por Pío Jaramillo Alvarado para intentar establecer otra forma
de interpretarlos. Así, los empréstitos, las contribuciones extraordina-
rias, el ganado y los productos agrícolas fungieron como la moneda de
cambio para la relación entre la provincia de Loja y el Estado [gran]
colombiano. En este sentido, el Estado ofrecía luchar por la libertad
siempre que la provincia colaborara al mantenimiento de los gastos
de la guerra. Obtenida la libertad, el Estado debía agradecer la ayuda
prestada y la provincia se veía en la posición de poder hacer peticiones
especiales al Estado. Parte del consenso era que el Estado pudiera hacer
ciertas excepciones a su normativa para cumplir con los pedidos de la
provincia y así asegurar su ayuda en caso de futuras necesidades. Así,
la colaboración o el dar para recibir se iría convirtiendo en un círculo
que podría dañarse cuando una de las partes no cumpliera con el pacto
tácito.

“Un lugar donde todo anuncia escasez y miseria”: una aproximación a los aportes que realizó la
provincia de Loja a las guerras de la década de 1820Revista Pucara, N.º 33 (15-32), 2022

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La información obtenida también busca ampliar el espectro de investiga-
ciones que se pueden realizar sobre la década de 1820. Un mapeo rápido
por el Archivo Histórico de Loja mostró las interesantes cartas que se
enviaban desde diferentes partes de la provincia narrando los hechos de
la agresión peruana. Estas misivas también tienen datos muy importan-
tes sobre los aportes que cada sector entregaba. Adentrarse en el estudio
de las mismas, no solo ayudaría a comprender mejor le economía de la
guerra, sino que también posibilitaría comprender el perfil productivo de
la provincia y la concentración del poder económico en ciertas familias.
Pues, resulta paradójico que se hable de una provincia donde “todo anun-
cia escases y miseria” pero que, a su vez, ciertos pueblos puedan entregar
entre 70 y 100 cabezas de ganado mensualmente y la misma cantidad en
raciones de alimento como arroz o sal. En este sentido, se debería buscar
más información que complemente el panorama y mejore el relato histó-
rico que hay sobre la época.

Referencias

Fuentes primarias
De Carrión, M; Eguiguren, J; Palacios, J et al. (Loja, 24 de abril de

1826). La ilustre municipalidad y el gobernador de la provincia
formulan seis artículos de instrucciones para que su honorable
diputado, ante la Convención de Ocaña, Dr. José Félix
Valdivieso los tenga como guia de su actuación en bien de la
provincia de Loja. AHL, Pío Jaramillo Alvarado, vol. I, ff.242-
245.

Maldonado, J; Riofrío, N; Palacio, J et al. (Loja, 7 de mayo de 1829).
La ciudad de Loja por medio de sus autoridades da a los
dos señores diputados para la junta provisional del Distrito
instrucciones encaminadas a la prosperidad de la provincia,
entre ellas el reintegro de los gastos para las guerras de la
independencia, la independencia de Cuenca, la apertura de
caminos, la traslación de la romería y feria que se hace en el
cisne a esta capital y la erección del obispado con jurisdicción
sobre Jaén de Bracamoros
. AHL, Pío Jaramillo Alvarado, vol.
I, ff.1-3.

Ojeda, J. J. (Gonzanamá, 2 de julio de 1829). Carta a la Municipalidad
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Revista Pucara, N.º 33 (15-32), 2022

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Literatura, coleccionismo y rechazo de las disputas
políticas. los recursos de El Iris (Quito:1861-1862)
Literature, collecting and rejection of political disputes. the

resources of El Iris (Quito: 1861-1862)
Literatura, coleta e rejeição de disputas políticas. os recursos

de El Iris (Quito: 1861-1862)
Jean Paul Ruiz Martínez

Universidad Nacional de Colombia
E-mail: jaruizm@unal.edu.co y jeanpaulruiz@gmail.com

Resumen

Esta investigación explora los recursos materiales, asociativos y de
contenido a los que apeló El Iris, publicación literaria, científica y
noticiosa (Quito: 1861-1862) para tener éxito ante las dificultades de
su contexto editorial y para impulsar a una comunidad letrada que en
la post crisis de 1859 quería ser vista como una élite cultural ilustra-
da. Es una indagación que tiene a la prensa por objeto de estudio y
busca poner en el centro del análisis a los recursos a los que apelaban
los publicistas, condición que permite reconocer al mundo editorial,
publicitario y de los impresos como un espacio en el que sujetos y
grupos actuaban y experimentaban para cumplir sus objetivos a pesar
de las dificultades.

Palabras clave: historia de la prensa, materialidad de los impresos,
letrados, litografías, redes de circulación.

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Literatura, coleccionismo y rechazo de las disputas políticas. los recursos de El Iris
(Quito:1861-1862)Revista Pucara, N.º 33 (33-52), 2022

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Abstract

This research explores the material, associative and content resources to
wich El Iris, publicación literaria, científica y noticiosa (Quito: 1861-
1862), appealed to succeed in the face of the difficulties of its editorial
context and to promote an intellectual community that in the post-crisis
of 1859 wanted to be seen as an enlightened cultural elite. It is an inquiry
that has the press as its object of study and seeks to place at the center of
the analysis the resources to which they appealed to advertisers, a condi-
tion that allows recognizing the publishing, advertising and print world
as a space in which individuals and groups act and experiment to meet
their goals despite the difficulties.

Keywords: history of the press, materiality of print, intellectuals, litho-
graphs, circulation networks.

Resumo

Esta investigação explora os recursos materiais, associativos e de con-
teúdo a que El Iris, publicación literaria, científica y noticiosa (Quito:
1861-1862), recorreu para ter sucesso face às dificuldades do seu con-
texto editorial e promover uma comunidade culta que no pós-crise de
1859 queria ser visto como uma elite cultural. Trata-se de uma inves-
tigação que tem a imprensa como objeto de estudo e busca colocar no
centro da análise os recursos aos quais os anunciantes recorreram e não
a precariedade, condição que permite que o mundo seja reconheciam o
editorial, a publicidade e o impresso como um espaço em que sujeitos e
grupos agiam e experimentavam para atingir seus objetivos apesar das
dificuldades.

Palavras-chave: história da imprensa, materialidade da impressão, inte-
lectuais, litografias, redes de circulação.

Recibido: 01.12.2021 Aceptado: 14.05.2022

1. INTRODUCCIÓN1

El 15 de julio de 1862, la quinceava entrega de El Iris. Publicación li-
teraria, científica y noticiosa (en adelante El Iris) publicó un artículo de
costumbres titulado “Libros perdidos”, el cual estaba firmado por Jénaro
Muelán, pseudónimo del polifacético escritor Juan León Mera (1832-
1894). En el relato, un hombre viejo e ilustrado (Pascual) se lamentaba
ante el joven Jenaro por el deterioro y pérdida de los libros que prestó
a personas ignorantes que no siempre los devolvieron y que, cuando lo
hicieron, los dejaron en mal estado, con hojas faltantes y con anotaciones
diversas en sus páginas. A través del personaje de Pascual, Mera expresó
lo siguiente:

En cuanto a los periódicos, ya es cosa bien sabida i de costumbre arrai-
gada en nuestra jente que no han de devolverse a sus dueños. Se sus-
cribe uno, vervbigracia yo; i como no a todos gusta invertir sus pesetas
en esto, que ellos denominan fruslería, es de verse cómo se me pegan
el dia del correo, con qué ansia me piden mi número de “El Nacional”
o “El Iris” i cómo le hacen circular en todo el pueblo a modo de mate
de beber en funcion de indios, pues uno alcanza para todos rodando
de mano en mano, hasta que al fin dá con alguna descomedida que le
estruja cual si fuera pañuelo de narices. Luego le critican, se mofan i se
rien [¡como no han de hacer todo esto i algo mas si no quieren suscri-
birse!], mientras yo, su dueño lejítimo i poseedor de buena fé, estoi en
ayunas de cuanto él contiene. No pocas veces me ha sucedido también
ver convertidas las hojas de un periódico en cucuruchos de guardar
semillas (Mera, 1862, pp: 254-255)

Las líneas del artículo de Mera nos sitúan frente a la circulación de
periódicos de mano en mano como una práctica habitual que permitía
la lectura de personas de grupos sociales distintos. Más allá de la sá-
tira, si consideramos que Mera era agente de distribución en Ambato

1 Este artículo es resultado de actividades desarrolladas en el Área de Historia
de la Universidad Andina Simón Bolívar sede Ecuador (Maestría de investigación en
Historia y asistencia de investigación) y en la Universidad Nacional de Colombia en el
proyecto “Periódicos del siglo XIX: opinión pública y cultura política” (Código Hermes
55268).

Literatura, coleccionismo y rechazo de las disputas políticas. los recursos de El Iris
(Quito:1861-1862)Revista Pucara, N.º 33 (33-52), 2022

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El Iris, quincenario en el que Mera publicó “Libros perdidos”, muestra
justamente un abanico de recursos para superar las dificultades y hacer que
el proyecto publicitario fuera exitoso no solo en términos comerciales, sino
también como dispositivo que impulsaba a una comunidad letrada cuyos
miembros, después de la crisis de 1859, querían ser reconocidos como
encargados de poner paz entre los discordes, tutores de los sectores popu-
lares y depositarios de la soberanía que la ilustración, según los mismos
letrados, concedía (Ruiz, 2020, pp: 113-116). Era una comunidad letrada
que operaba más allá de los límites nacionales en formación, dejaba en
un segundo plano las diferencias entre tendencias políticas, tenía a Quito
como centro y enarbolaba la bandera de la unidad colombiana. De allí el
nombre Iris, sintagma que remitía a el iris de la paz y a el iris colombiano
(la bandera tricolor).

Atendiendo las anteriores consideraciones, el presente artículo examina a
El Iris en busca de sus recursos materiales y de contenido a los que apeló.
Interesa reconocer las características que los recursos dieron al periódico y
cómo ellas impulsaron a la comunidad letrada. De esta forma, el presente
artículo busca contribuir en la comprensión sobre los impresos ecuatoria-
nos en la post crisis de 1859 y sobre el universo de personas que los hacían
posibles.

2. El carácter literario como recurso para llegar a un público amplio y
vincular a sujetos de diferentes tendencias políticas

El Iris surgió el 20 de julio de 1861 y se extinguió el 31 de octubre de
1862 con su entrega número 20. Sus principales artífices eran: como editor
y propietario de la imprenta que producía al quincenario (la Imprenta del
Pueblo), estaba el impresor, pintor, político local y arquitecto autodidacta
ecuatoriano Juan Pablo Sanz (1819-1897). Por su parte, el joven poeta y
pedagogo neogranadino que dirigía en Loja al Colegio de la Unión, Ben-
jamín Pereira Gamba (1834-1906), se encargaba de la redacción. Ambos,
Sanz y Pereira, hacían parte de un círculo de tendencia liberal en el que
coincidían letrados, artistas y artesanos ecuatorianos y granadinos desde

de El Nacional y de El Iris, además de colaborador en este último, se
puede interpretar que en el artículo expresaba un descontento ante una
dificultad: la circulación de mano en mano como factor que hacía poco
atractivas las suscripciones ya que si era posible leer sin pagar ¿para
qué suscribirse? En segundo lugar, se puede también interpretar que
la caracterización de El Iris y el Nacional como objetos que circulaban
“en todo el pueblo” era una estrategia de promoción para aumentar el
número de suscriptores de ambas publicaciones al mostrarlas como ob-
jetos muy apetecidos que “todo el pueblo” quería conocer (Ruiz, 2020,
pp: 86-87).

Efectivamente, los interesados en publicar periódicos en Ecuador a me-
diados del siglo XIX encontraban diversas dificultades que ponían en
peligro sus emprendimientos publicitarios. Algunas de estas dificulta-
des eran la escasez e inconstancia de suscriptores, las demoras en los
correos que llevaban el dinero recaudado en las agencias de distribu-
ción, el extravío de los periódicos, la pérdida de interés de los lectores
y la falta de materiales para impresión. Conocedora sobre estas difi-
cultades, Ana Buriano (2020) sugirió que los publicistas ecuatorianos
(impresores y editores) apelaron a diferentes recursos para sostener los
periódicos, atraer nuevos lectores, abrir mercados, conseguir apoyos,
obtener ingresos, vincularse a redes de distribución, etc.

En este orden de ideas, es necesario que los estudios sobre prensa vayan
más allá de la enunciación de las bien conocidas dificultades y pongan
en el centro de la observación a los recursos a los que apelaron impre-
sores, editores, colaboradores y agentes para hacer que los periódicos
que promovían subsistieran, comunicaran, fueran leídos e intervinieran
en las disputas por la opinión pública. Todo ello permite pensar en el
mundo editorial, publicitario y de los impresos ecuatorianos como un
espacio en el que sujetos y grupos actuaban, experimentaban y busca-
ban formas para que los objetos cumplieran su cometido a pesar de las
condiciones adversas.

Literatura, coleccionismo y rechazo de las disputas políticas. los recursos de El Iris
(Quito:1861-1862)Revista Pucara, N.º 33 (33-52), 2022

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el momento político anterior, el periodo marcista (Borja, 2016, p. 205).
Este grupo previamente impulsó periódicos como La Democracia (Quito:
1852-1858), El Artesano (Quito: 1857-1859). y la Crónica del Colejio de
la Unión
(Quito: 1860).

Cabe mencionar que El Iris existió durante los dos primeros años de vigen-
cia de la Constitución de 1861 y en medio de un relativo consenso entre las
principales fuerzas políticas que temían la desintegración del país. En ese
lapso de tiempo, las leyes ecuatorianas no contemplaron la censura previa
y reconocieron el derecho a difundir opiniones por medio de la prensa,
pero tuvieron a los juicios de imprenta como mecanismos para sancionar
a quienes sobrepasaran los límites de la religión, la decencia y la moral
pública (Buriano, 2020, pp: 23-46).

A pesar de la relativa libertad de imprenta, entre 1861 y 1862 existieron en
el país tan solo un puñado de periódicos. Según Juan Pablo Sanz, en julio
de 1862 la prensa ecuatoriana contaba con ocho títulos, dos de los cuales se
imprimían en Quito (El Nacional y El Iris), cuatro en Guayaquil (La Unión
Colombiana, El Progreso del Ecuador, La Crónica Semanal y La Gaceta
Municipal), uno en Cuenca (El Institutor) y uno en Loja (La Cabaña) (fi-
gura 1). El mismo balance indica que existían 21 imprentas en el país, de
las cuales cinco estaban en Quito, cinco en Guayaquil, seis en Cuenca, una
en Latacunga, una en Riobamba, una en Loja y una en Portoviejo (Sanz,
1862a).

La diferencia entre número de imprentas y numero de periódicos es evi-
dencia de la existencia de un activo mundo de impresos ecuatorianos que
incluía folletos, hojas sueltas y otros formatos poco explorados (figura
2). En este contexto, el poeta granadino Benjamín Pereira Gamba (1834-
1906), desde Loja, al mismo tiempo que redactaba El Iris y dirigía el Cole-
gio de la Unión, tenía un gabinete de lectura y desde allí distribuía impre-
sos (libros, calendarios, periódicos y folletos) ecuatorianos y extranjeros
(Pereira, 1858).

Ningún otro periódico ecuatoriano entre los años de 1861 y 1862 priorizó
la literatura sobre otros contenidos, condición que le concedió a El Iris
cierta singularidad. Lo anterior no significa que los periódicos ecuatoria-
nos fueran ajenos a la literatura; significa más bien que en ellos la literatura
no fue el centro, a diferencia de El Iris. Cabe mencionar que como señala
Ana Buriano, la apertura de nuevos mercados para la literatura a través
de la prensa no fue un fenómeno ajeno al Ecuador (2020, p. 21), lo que
permite pensar en la incorporación de contenidos literarios, y todavía más
en el carácter literario de El Iris, como un recurso de los periódicos para
vincularse a un mercado en crecimiento.

Figura 1. Mapa de imprentas en Ecuador en julio de 1862.

Ruiz (2020). Fuente: Sanz (1862).

Literatura, coleccionismo y rechazo de las disputas políticas. los recursos de El Iris
(Quito:1861-1862)Revista Pucara, N.º 33 (33-52), 2022

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Figura 2. Mapa de imprentas en Ecuador en 1862

Ruiz (2020). Fuente: Sanz (1862).

Precisamente, Benjamín Pereira Gamba empezó El Iris con un prospecto
que permite advertir lo ambicioso del proyecto publicitario y el lugar que
concedía a la literatura. El prospecto presentó a El Iris como una lectura
amena, variada, instructiva, coleccionable, al alcance de todas las clases de
la sociedad, llena de variados contenidos literarios y lejana de las disputas
ente tendencias políticas (Pereira, 1861a) La novedad de El Iris como pu-
blicación literaria no pasó desapercibida para el editor (Sanz) ni para el re-
dactor (Pereira), razón por la cual informaron que era usual escuchar repetir
que “un periódico puramente literario i científico no puede sostenerse en el
Ecuador”, pero que ellos creían que El Iris era el primer ensayo en ese géne-
ro y por eso debía ser protegido y estimulado para contribuir con las bases
del monumento que se construiría a las artes, las ciencias y la literatura en
Ecuador (Sanz y Pereira, 1861, p. 17).

Existía en El Iris una concepción sobre literatura como factor de civili-
zación y por ende como un elemento que concedía autoridad a quienes la
manejaran. Era una idea muy amplia sobre lo literario como un espacio no

diferenciado de la historia y también cercano lo que podría ser denominado
científico y geográfico. Esta condición permitió a El Iris dar a conocer mi-
crobiografías, cuadros de costumbres, descripciones geográficas, ensayos
(históricos, médicos), poemas, himnos, y otros formatos.

Los autores de los contenidos literarios, además del editor y el redactor,
fueron los colaboradores. Eran letrados de diferentes tendencias (libera-
les, garcianas y conservadoras). Entre ellos estuvieron ecuatorianos como
Julio Zaldumbide (1833-1887), Pedro Fermín Cevallos (1812-1893), José
Modesto Espinosa (1833-1915), Juan León Mera (1832-1894), Juan Mon-
talvo (1832-1889), Pablo Herrera (1820-1896), Rafael Carvajal Guzmán
(1819-1878), Francisco Javier Salazar (1824-1891) y Fray Vicente Solano
(1791-1865). También hubo colaboradores neogranadinos que residían en
Ecuador, entre ellos Belisario Peña (1836-1906), Francisco Ortiz Barrera
(1827-1861), José Joaquín Borda (1835-1878) y Arcesio Escobar (1832-
1867) (Ruiz, 2020, pp: 15-16).

El carácter literario y el rechazo a las polémicas fueron recursos que le
permitieron a El Iris vincular a un nutrido grupo de letrados como colabo-
radores. Por ejemplo, uno de los colaboradores fue el polemista conserva-
dor Fray Vicente Solano, quien previamente había manifestado sus reparos
ante Benjamín Pereira Gamba, Belisario Peña y Francisco Ortiz Barrera al
identificarlos como personajes tiznados de liberalismo que podían llegar a
instalar en Loja una batería contra la creencia católica (Tobar, 1976, p. 41).
Es cierto que la participación de Solano en El Iris no fue constante, pero allí
publicó una biografía sobre el clérigo guayaquileño José Ignacio Moreno
(1767-1841), lo que muestra la participación en el mismo espacio literario
de sujetos que tenían diferencias desde tiempo atrás (Solano, 1862).

Otro recurso que estimuló la reunión de letrados en El Iris fue ofrecer al
periódico como un medio o espacio de exhibición para los trabajos litera-
rios de personas e instituciones interesadas en la instrucción y la literatura
(Pereira, 1861a). Fue un ofrecimiento también a establecimientos industria-
les, de instrucción y caridad, para abrir un campo de estímulo a la juventud

Literatura, coleccionismo y rechazo de las disputas políticas. los recursos de El Iris
(Quito:1861-1862)Revista Pucara, N.º 33 (33-52), 2022

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literata. El ofrecimiento estuvo acompañado de la búsqueda de vínculos
con el gobierno garciano, la Academia Nacional en formación, sociedades
literarias, sociedades religiosas, colegios, etc.

Cabe mencionar que el mismo grupo de tendencia liberal al que pertene-
cían Sanz y Pereira previamente apeló a la literatura y al rechazo a las po-
lémicas para impulsar un proyecto publicitario que se denominó Crónica
del Colejio de la Unión
(Quito: 1860), el cual tuvo un carácter cultural e
institucional, así como probablemente tuvo por modelo la Crónica men-
sual: del colegio del Espíritu Santo
(Bogotá: 1847-1851). Otro recurso
compartido entre El Iris y la Crónica del Colejio de la Unión fue la re-
misión de los periódicos a sujetos que gozaban de prestigio y que, si no
rechazaban la suscripción, eran considerados suscriptores (El Iris, 1862).
De esta manera, El Iris fue enviado a sus lectores ideales: letrados, polí-
ticos, burócratas, pedagogos, clérigos, abogados, médicos, militares y al-
gunas mujeres de familias prominentes. En simultaneo, El Iris publicaba
los nombres de los suscriptores como recurso para transmitir prestigio a
la publicación y estimular el interés de los lectores potenciales.

Según las listas de suscriptores que El Iris publicó, la primera serie de
10 entregas contó con 121 suscriptores y la segunda con 122. Entre los
suscriptores de ambas series estuvieron funcionarios y dirigentes de go-
bierno, como Gabriel García Moreno (presidente de Ecuador), Mariano
Cueva (vicepresidente de Ecuador), Rafael Carvajal Guzmán (Ministro
del Interior), Carlos Aguirre (ministro de Hacienda) y Vicente Espino-
sa (gobernador de Chimborazo); sacerdotes como Miguel Santillana,
Tomás Noboa y Pablo Guevara; militares como Juan José Flores, José
Polanco, Julio Sáenz y Francisco Salazar. Es preciso indicar que solo
hubo ocho mujeres en listas: Carmen Bueno de Peña (esposa de Belisario
Peña), Virginia Cevallos (hija de Pedro Fermín Cevallos), Ana Luque de
Darquea (tal vez la esposa del militar Secundino Darquea o de alguno de
sus familiares), Cristina Pareja de Coronel, Manuela Gómez de la To-
rre, Dolores Espantoso de Norero, Natalia Canizares y Cristina Espinal
(Ruiz, 2020, pp: 62-63).

2. La oferta de un objeto coleccionable y con litografías como un
recurso para circular y perdurar
Presentarse como una publicación “puramente” literaria e intentar serlo, im-
plicó una serie de decisiones editoriales sobre la materialidad y contenido.
Estas decisiones hicieron a El Iris destacar. Por ejemplo, apeló a una exten-
sión de entre 20 y 24 páginas por entrega, mientras que los periódicos que le
eran contemporáneos tenían una extensión que oscilaba entre cuatro y ocho
páginas. La extensión anticipaba un carácter cultural y la incorporación de
contenidos no eventuales, lo que era confirmado por el uso de tapas por
entrega, un recurso que tenía como fin generar impacto visual en el lector y
hacer del impreso un objeto para perdurar y ser coleccionado.
Cabe mencionar que el recurso de la tapa se mantuvo en El Iris, aunque
varió en la séptima entrega por el cambio de la imagen que la adornaba
(figura 3). De una composición floral se pasó a una composición alegórica
al conocimiento y la ilustración. A la par de estos cambios, El Iris cambiaba
los colores de sus tapas como estrategia para llamar todavía más la atención
de los posibles lectores. No era en todo caso el uso de las tapas algo nuevo
ya que la Crónica del Colejio de la Unión (Quito:1860) apeló previamente
a su uso, aunque con menos espacio y adornos.

Figura 3. Tapas por entrega de El Iris.


El Iris, entregas 1 y 10. Fuente: Centro Cultural

Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit.

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(Quito:1861-1862)Revista Pucara, N.º 33 (33-52), 2022

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La tapa de cada entrega hacía parte de una gran sección que El Iris denomi-
naba “forro”, un apartado que servía como envoltorio y no estaba destinado
a coleccionarse (El Iris, 1862). Este forro era la primera y la última hoja del
periódico. Identificaba a la publicación (título, ciudad, imprenta, periodici-
dad, costo, condiciones y agencias de distribución). Además, incluía seccio-
nes que no eran fijas pero que se encargaban de lo comercial, lo eventual y
lo pedagógico, consiguiendo de esta manera constituirse como un apartado
que estaba dirigido a pasar de mano en mano incluso entre no suscriptores,
ya que estaba previsto, y se esperaba, que por lo menos la sección de “lectura
popular” llegara a artesanos y sectores populares para instruirlos (El Iris,
1861).

El Iris intentó ser atractivo para los lectores mediante la entrega de conteni-
dos literarios y anexos dirigidos a públicos específicos. Mientras que el forro
cumplía la función de pasar de mano en mano, lo que no era el forro y recibía
la denominación de “texto”. Se trataba de las páginas que permanecían una
vez se extraía el forro. Este “texto” fue un recurso pensado para estimular el
coleccionismo ya que conformaba tomos, estaba planeado para ser encua-
dernado y funcionar como un libro (El Iris, 1862). Cada 10 entregas compo-
nían una serie editorial y cada serie editorial se esperaba que fuera un tomo.

En este sentido, la sección coleccionable era un producto muy cuidado y que
estaba destinado al disfrute, no a circular de mano en mano entre sectores
populares. Se dividía entre contenido editorial, literario, científico y anexos.
Estos últimos, los anexos, profundizaban la idea de colección como recur-
sos para atraer suscriptores ya que eran anunciados como objetos que serían
entregados a ellos al finalizar la serie editorial. La primera serie anunció la
entrega de una carátula para el tomo, un retrato y una vista litografiada, lo
que efectivamente fue entregado entre la novena y la décima entrega me-
diante la respectiva carátula, un retrato de Miguel de Santiago y una vista
del Pichincha (figuras 4, 5 y 6). Por su parte, Para la segunda serie El Iris
anunció la entrega de una carátula, un índice y si el número de suscriptores
llegaba a doscientos, una publicación literaria de 64 páginas, dos retratos de
ecuatorianos ilustres, un paisaje y una canción litografiada (El Iris, 1862).

Figura 4. Carátula del primer tomo de El Iris.

Fuente: Centro Cultural Biblioteca
Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit.

Al parecer y como los suscriptores no llegaron a los doscientos, los
anexos de la segunda serie no fueron elaborados. En todo caso, cabe
mencionar que el taller donde se elaboraron las litografías fue el de
Juan Pablo Sanz, editor de El Iris. Era la primera oficina litográfica en
Ecuador, fundada en 1857 por Sanz, aunque fue el joven Ignacio Gar-
cés Ricaurte, estudiante del Colegio de la Unión en Quito y aprendiz
de pintura en el taller de Toro Guerrero fue quien compuso las litogra-
fías de El Iris (Lucano, 1897). La existencia de la oficina permitió a El
Iris apelar a la litografía como un recurso novedoso que tenía varios
resultados: generaba expectativa entre los suscriptores y daba espesor
al discurso mediante la combinación entre imagen y texto.

El retrato y la vista acompañaban textos sobre Miguel de Santiago y el
Pichincha (Mera, 1861; Pereira 1861b). Ambos escritos eran parte de
la sección denominada “texto” y mostraban dos de los tipos de conte-
nido de la sección coleccionable: “biografías de ecuatorianos ilustres”

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(Quito:1861-1862)Revista Pucara, N.º 33 (33-52), 2022

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y “cuadros descriptivos del Ecuador”. Las primeras, las biografías,
eran más bien microbiografías que presentaban descripciones, carac-
terizaciones, evaluaciones, anécdotas y relatos sobre personajes que
eran memorables por su aporte a la comprensión de la literatura, de
las artes, de las cosas sagradas y de la naturaleza. Estas biografías fue-
ron sobre Pedro Vicente Maldonado, Juan de Velasco, Juan Bautista
Aguirre, Antonio Alcedo, José Mejía, Miguel de Santiago, Eugenio
Espejo y José Ignacio Moreno. Por su parte, la sección de cuadros
descriptivos publicaba descripciones y caracterizaciones (cuadros de
costumbres, ensayos, poemas) sobre lugares emblemáticos con el fin
de reconocer y dar a conocer el territorio desde el paisaje, la historia,
la geografía y las experiencias de los autores de las narraciones en
Loja, el Pichincha, el Altar, Imbabura, el Machángara y Quito.

Figura 5. Retrato de Miguel de Santiago.

“Miguel de Santiago”, en El Iris 9, 20 de
noviembre de 1861. Fuente: Centro Cultural
Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit.

Figura 6. Vista del Pichincha

“Pichincha”, El Iris 10, 5 de diciembre de
1861. Fuente: Centro Cultural Biblioteca

Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit.

No es este el espacio para detenernos en la circulación de las imágenes y en
su carácter romántico; de ese ejercicio se ocupa un trabajo anterior (Ruiz:
2020, pp: 52-57). Por ahora, es preciso destacar que el uso de recursos vi-
suales como la litografía junto la preponderancia de contenidos literarios, la
predominancia de información no tan eventual, el lenguaje poco beligerante
y el contar con mayor extensión que sus contemporáneas, hacen que se pue-
da definir a El Iris como revista si se sigue la propuesta de clasificación de
Almudenas y Arias (1998). Claro está, es una clasificación desde el presente
ya que, en el tiempo de El Iris, entre 1861 y 1862, la publicación fue deno-
minada como periódico por quienes la impulsaban al igual que por quienes
la consumían.

Como periódico con características de revista, El Iris circuló por lo menos en
Ecuador, Nueva Granada y Perú, como se puede afirmar a partir de la enu-
meración de sus agencias de distribución. El trabajo de Ana Buriano es muy
útil para comprender la importancia de dichas agencias en el estímulo de la
lectura y recepción de los periódicos ecuatorianos, al igual que sugiere la

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diversidad de vínculos culturales, comerciales, familiares y de amistad entre
agentes y publicistas (Buriano, 2019, p. 257). Estas relaciones permitieron
a El Iris tener en su última entrega 24 agencias distribuidas en 23 ciudades,
19 de las cuales se extendían en Ecuador por la sierra y la costa (figura 7).

Figura 7. Mapa de agencias de El Iris en octubre de 1862.

(Ruiz, 2020). Fuente: “Agencias”, El Iris 20,
31 de octubre de 1862.

5. La legitimación de los letrados como élite cultural

Los recursos materiales, asociativos y de contenido a los que apeló El
Iris
muestran la forma en que las personas tras el proyecto publicitario
buscaron superar las dificultades en un contexto en el que había pocos
periódicos. El interés no era solo obtener lectores o suscriptores, sino
que se buscaba alcanzarlos, comunicarles y formarlos para así incidir
en la opinión pública y en la cultura mediante un producto que en la
post crisis de 1859 posicionara a una élite cultural. Fue esta la razón
por la que los contenidos literarios movilizaron representaciones que
buscaban hacer de la ilustración el valor supremo, concediendo a los

miembros de la comunidad letrada que producía a El Iris las caracterís-
ticas intelectuales y patrióticas que ellos mismos atribuían a los sujetos
ilustrados del pasado, moderando de paso el discurso de la igualdad
liberal, territorializando discursivamente el espacio ecuatoriano y fo-
mentando identidades americanas, colombianas. Al tiempo, los mismos
contenidos literarios esquematizaban e invisibilizaban a artesanos, mu-
jeres, negros e indígenas (Ruiz, 2020).

Se puede afirmar que el rechazo a las polémicas es muestra de que en
El Iris primaba una opinión pública unanimista que concordaba con
el clima de concertación de la post crisis de 1859. Precisamente, el
periódico expresó una comprensión del término “política” como con-
flicto y como una actividad contraria a las virtudes del patriotismo, la
sensatez, el estudio y la belleza. Por ejemplo, en el cuadro descriptivo
sobre Quito, Pedro Fermín Cevallos describió a la política como una
actividad “estéril e ingrata, engendradora de revueltas y de nuestros
constantes desasosiegos”, opuesta a las ocupaciones que él considera-
ba provechosas, laboriosas e inclinadas al estudio de las ciencias y las
letras (Cevallos, 1861, p. 160).

Infortunadamente para los intereses de los artífices y colaboradores de
El Iris, el ánimo de concertación con que empezó la administración
garciana se resquebrajó paulatinamente. Los intentos de El Iris por ser
un objeto apetecido no alcanzaron para que sobreviviera durante más
de 20 entregas, más cuando su editor, Juan Pablo Sanz, abandonó en los
últimos meses de 1862 a Ecuador en calidad de proscrito.

Probablemente fue esta la razón por la que El Iris terminó con su se-
gunda serie editorial, sin avisar que era la última entrega, llamando a
los interesados a suscribirse, informando que era el último número que
compondría el segundo tomo y anunciando que la carátula y el índice
serían enviados a los suscriptores. No hubo razón sobre otras litografías
en esta segunda serie, aunque se habían anunciado previamente. Llama
la atención que a pesar de que fue na publicación efímera, los recursos

Literatura, coleccionismo y rechazo de las disputas políticas. los recursos de El Iris
(Quito:1861-1862)Revista Pucara, N.º 33 (33-52), 2022

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materiales y de contenido a los que El Iris apeló lo hicieron un objeto
que fue conservado más que otros periódicos de su momento. Por esta
razón se encuentran hoy cuando menos dos existencias completas (o
casi completas) en Ecuador (Ministerio de Cultura y Biblioteca Ecuato-
riana Aurelio Espinosa Pólit), dos en Colombia (Biblioteca Luis Ángel
Arango) y una en Oxford (Biblioteca Bodleiana).

Referencias
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muertos en el primer siglo de su existencia. 1875-1975. Quito,
Editorial Ecuatoriana.

Construcción de conocimientos especializados: la
historia natural y la historiografía de la nación en el

Ecuador del siglo XIX
Construction of specialized knowledge: the natural history

and historiography of the nation in Ecuador in the nineteenth
century

Construção do conhecimento especializado: a história natural
e a historiografia da nação no Equador no século XIX

Michelle Andrade
Flacso-Ecuador/ Fundación Museos de la Ciudad - Quito

E-mail: mishu2gat@hotmail.com

Resumen

Para la conformación de la república y la nación moderna se vio la nece-
sidad de instalar campos de saber ligados a la historia y la historia natu-
ral. Las intenciones de instalar estas dos áreas de conocimiento implica-
ron una serie de acciones para su institucionalización, pero la situación
económica, social y política por la que atravesaba el país, no permitió
que los proyectos se llevarán a cabo en los primeros años de la república.
El presente texto analiza los intentos por la construcción de saberes es-
pecializados por intelectuales locales, viajeros científicos en el Ecuador
durante el siglo XIX. A partir del análisis de los discursos y los proyectos
desde una mirada de la historia cultural, se pretende develar los discursos
inscritos en publicaciones de la época y develar otros intereses ligados a
la construcción de saberes especializados.

Palabras claves: Saberes especializados, Historia natural, Historia, Ecua-
dor, siglo XIX

Construcción de conocimientos especializados: la historia natural y la historiografía de la nación
en el Ecuador del siglo XIXRevista Pucara, N.º 33 (53-71), 2022

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1. INTRODUCCIÓN1

Para la conformación de la república y la nación moderna se necesitó de la
conformación de idearios con el fin formar identidades, construir nación,
afianzarse como un país civilizado y desarrollado (progreso). En este con-
texto, se vio la necesidad de instalar campos de saber ligados a la historia y la
historia natural. Las intenciones de instalar estas dos áreas de conocimiento
implicaron que se den una serie de acciones para su institucionalización,
pero la situación económica, social y política por la que atravesaba Ecua-
dor, no permitió que los proyectos se llevarán a cabo en los primeros años
de la república. El presente texto analiza los intentos por la construcción de
saberes especializados por intelectuales locales como viajeros científicos en
el Ecuador durante el siglo XIX. A partir del análisis desde una mirada de
la historia cultural, se pretende develar la conformación de conocimientos
inscritos en publicaciones de la época, además de poner en evidencia otros
intereses ligados a la construcción de saberes especializados. El objetivo
central es analizar los discursos y las formas en cómo la historia y la historia
natural se instaló en el Estado para configurar imaginarios de la nación.

2. DESARROLLO

2.1. Historia Natural

Sensible nos es confesar que las ciencias naturales es-
tán descuidadas i muy atrasadas: La botánica, la mine-
ralogía, la zoología, la geología, &c., están casi olvida-
das entre nosotros.
(Manuel Villavicencio, La Geografía del Ecuador).

Con esta frase, Manuel Villavicencio describe la situación de las ciencias en
el país en 1858. Los avances de la historia natural a finales del siglo XVIII e
inicios del siglo XIX fueron pocos debido a las guerras de la independencia

* Este artículo es parte de la tesis de maestría en Flacso, Ecuador.

Abstract

For the conformation of the republic and the modern nation, the need was
seen to install fields of knowledge linked to history and natural history. The
intentions of installing these two areas of knowledge implied a series of
actions for their institutionalization, but the economic, social and political
situation that the country was going through did not allow the projects to
be carried out in the first years of the republic. This paper analyzes the
attempts to build specialized knowledge by local intellectuals, scientific
travelers in Ecuador during the nineteenth century. From the analysis of
the speeches and the projects from a perspective of cultural history, it is
intended to reveal the speeches registered in publications of the time and to
reveal other interests linked to the construction of specialized knowledge.

Key Words: Specialized knowledge, Natural history, History, Ecuador,
XIX century

Resumo

Para a conformação da república e da nação moderna, viu-se a necessidade
de instalar campos de conhecimento ligados à história e à história natural.
As intenções de instalação dessas duas áreas do conhecimento implicavam
uma série de ações para sua institucionalização, mas a conjuntura econô-
mica, social e política que o país atravessava não permitia que os projetos
fossem realizados nos primeiros anos da república. Este artigo analisa as
tentativas de construção do conhecimento especializado por intelectuais
locais, viajantes científicos no Equador durante o século XIX. A partir da
análise dos discursos e dos projetos na perspectiva da história cultural, pre-
tende-se revelar os discursos registrados nas publicações da época e reve-
lar outros interesses ligados à construção do conhecimento especializado.

Palavras-chave: Conhecimento especializado, História natural, História
Equador, século XIX

Recibido: 08.02.2022 Aceptado: 29.04.2022

*

Construcción de conocimientos especializados: la historia natural y la historiografía de la nación
en el Ecuador del siglo XIXRevista Pucara, N.º 33 (53-71), 2022

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y al régimen colonial que aún se mantenía. Esta situación no impidió que
hubiera intentos por el desarrollo de la historia natural2. La historia natural
quedaría relegada a un segundo plano dentro de la instrucción en los pri-
meros años de la República del Ecuador. Esto a pesar de que, dentro de la
legislación de 1823, cuando el Ecuador formaba parte de la Gran Colom-
bia, se estableció el museo de Ciencias Naturales y una escuela de minería
en Bogotá con profesores europeos. (República de Colombia, 1823). Años
más tarde en la legislación de 1826, se estableció bajo reglamento orgá-
nico la creación de universidades en los departamentos de Quito, Bogotá
y Cundinamarca. Las universidades tendrían una enseñanza basada en las
ciencias y las artes, pero los cambios establecidos en la instrucción estarían
determinados por el presupuesto. El que se asignaba para la instrucción
sería escaso por lo que en el departamento del sur no se llegaría a aplicar
esa legislación.

La instalación de las ciencias en el estado y en la instrucción pública lle-
varía años, pero eso no impediría que existan intentos para el desarrollo
de la historia natural influenciados por la creación de asociaciones o la
llegada de viajeros y naturalistas europeos. Durante el gobierno de Vi-
cente Rocafuerte se emitió una serie de decretos y leyes para la inserción
de la Historia natural en la instrucción pública. En 1836, durante su go-
bierno se secularizó el colegio San Fernando (Rocafuerte, 1836, p. 148);
bajo decreto; al año siguiente se emite los estatutos de dicha institución
y se lo destina para la enseñanza de las bellas letras, el derecho y de las
ciencias naturales. La introducción de cátedras relacionadas a la historia
natural en el colegio San Fernando, se convertirían de gran utilidad para
complementar la formación universitaria de medicina. En cuanto a la
enseñanza media y superior se crea la cátedra de medicina en Cuenca, se
instaura la escuela militar y el Instituto Agrario y se toma en cuenta las
instituciones auxiliares como son la biblioteca, el museo y los gabinetes
de ciencias, el observatorio astronómico y las sociedades.

2 La historia natural se centró en el estudio de la naturaleza y sus tres reinos, ani-
mal, vegetal y mineral, poniendo mayor énfasis en el estudio, conservación de objetos,
muestras y especímenes del mundo natural.

Para 1839, Luis Saa (1839) pedía la instalación de un museo de cien-
cias, el mismo que se encontraba contemplado un año antes en el plan
de educación. En este se mencionaba la necesidad de instalar una es-
cuela de ciencias naturales anexa al Museo, pero esta no se llegó a
establecer (Gobierno del Ecuador, 1838, pp. 26-27). Esto con el fin de
tener un espacio destinado a la práctica de las ciencias, la formación
de profesionales y de la población. La falta de recursos afectó por
segunda vez la implementación de un museo y cátedras dedicadas a la
historia natural.

Bajo la segunda presidencia de Flores, se buscó seguir con la línea que
se había planteado Rocafuerte en cuanto a la educación y para la legis-
lación de 1839, se le pidió a Carlos Aguirre que contratará en Europa
a varios profesores de ciencias, artes, oficios y la enseñanza universi-
taria. Con este fin se trajo al ingeniero Sebastián Wisse en 1843 para
organizar los estudios relacionados con la ingeniería técnica. En su
estancia por el Ecuador ayudó a redactar un plan de estudios que puso
en práctica en el colegio de San Buenaventura (Wisse 1844). Desde
el gobierno se buscó el desarrollo y la aplicación de las ciencias en el
Estado y la participación de extranjeros entendidos en el tema.

Los intentos del desarrollo de la ciencia no solo venían desde el Es-
tado, sino que la presencia de naturalistas europeos durante el siglo
XIX en el continente influenció en el desarrollo de la historia natural,
no solo por sus investigaciones, escritos, colecciones y sus relaciones
con intelectuales locales. A su vez, esto permitió que se recoja, selec-
cione y se plasme la flora, la fauna, mineralogía, objetos etnográficos,
entre otros del país en textos y libros de carácter científico. Dentro
de los escritos no solo influyó la mirada romántica de los científicos
sino también la experiencia misma de recorrer los Andes, lo que fue
un paso importante para entender y comprender las variaciones cli-
máticas, atmosféricas, la distribución de los seres vivos, los aspectos
geológicos y volcánicos.

Construcción de conocimientos especializados: la historia natural y la historiografía de la nación
en el Ecuador del siglo XIXRevista Pucara, N.º 33 (53-71), 2022

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Otra obra de gran importancia para el desarrollo de la ciencia fue Sy-
nopsis Plantarum Aequatoriensium
del naturalista William Jameson.
El científico fue comisionado por el gobierno de Gabriel García Mo-
reno para trabajar en la flora del Ecuador en el año de 1864. Este
libro fue el resultado de las expediciones llevadas a cabo durante la
residencia de William Jameson en Ecuador. El libro operó bajo tres
ámbitos: botánica taxonómica, formación de colecciones y economía.
En relación con la botánica taxonómica esta se relaciona al inventario
y la clasificación de especímenes bajo los preceptos del naturalista
Carl Linneo (1707 - 1778).5 En cuanto a la economía, el conocimiento
de las plantas era necesario para entender sus usos en la medicina, la
industria y el comercio, además de identificar el valor de los bienes
naturales dentro del mercado local, regional y global. Los naturalistas
o viajeros conformaban colecciones que luego eran enviadas o lleva-
das a los grandes centros de investigación en Europa y Norteamérica.6

Los intentos por desarrollar las ciencias fueron más allá de la botánica
y se buscó instalar el estudio de la geografía del país, el mismo que
era desconocido. Ana Sevilla (2016, p. 49) afirma que “las grandes ex-
tensiones de la costa y de la amazonia no habían sido mapeadas y solo
se conocía la sierra centro y los alrededores del puerto costero”. En el
Ecuador existió una falta de conocimientos sobre esta rama a pesar de
que hubo intentos por mapear el país. Uno de esos intentos durante el
siglo XIX, fue la obra que realizó el geógrafo y científico Manuel Vi-
llavicencio denominada La Geografía del Ecuador publicada en 1858.
La obra está compuesta por un mapa y un libro que lo acompaña.

5 Durante el siglo XVIII Carl Linneo, desarrolló un sistema estándar para deno-
minar las diferentes especies u organismos, agrupó los géneros en familias, las familias
en clases, las clases en tipos y los tipos en reinos de la naturaleza. Este sistema se le
conoce como clasificación o taxonomía de los seres vivos.

6 Bruno Latour los llama como los centros de cálculo en los que se configuran
como lugares claves donde la información recogida de los viajes se los procesaba y se iba
desarrollo la ciencia

Uno de los primeros escritos con mayor reconocimiento fue el realiza-
do por el Jesuita Juan de Velasco “La historia del Reino de Quito en
la América Meridional”
durante su exilio en Italia. En su impresión
en 1841 en el país se privilegió los volúmenes II y III, referente al
contenido histórico3. El volumen I referente a la historia natural, sería
el último en publicarse, en 1844.

Esta obra fue la última en salir porque se le realizaron correcciones por
parte del Sr. Brandin (“Aventuras de un Manuscrito,” 1839)4. El texto hace
un resumen del clima, montes, volcanes, ríos, lagos, mares, puertos y ri-
queza mineral, vegetal, animal, para luego abordar el origen de la pobla-
ción de Perú y Quito, tradiciones locales y se recoge datos científicos, cos-
tumbres y rituales propios de las poblaciones indígenas, existe un intento
por registrar las prácticas humanas y todo aquello existente en el territorio.

La obra se configuró como un referente nacional en la construcción de los
imaginarios. El jesuita Juan de Velasco, (1941, p. 31) a pesar de no venir
de las ciencias, pretendía que se entendiesen las inmensas riquezas del
Reino de Quito. Dentro del texto se ven plasmadas los puntos de vistas
sobre la naturaleza y el paisaje que nacen a partir de sus experiencias en
el territorio, a la vez, que se la presenta como la obra indiscutible de Dios
y su creación. La visión que se plasmó en el texto se encontraba dentro un
proyecto para ordenar la creación de Dios. Esta forma de presentar a la
historia natural implicó la reincorporación de la naturaleza en un patrón de
unidad ordenado, eurocéntrico y cristiano. La obra tiene una visión teleo-
lógica y funcional de la naturaleza, en la que todo aquello que fue creado
por Dios era en beneficio del hombre, pero para obtener un beneficio se
debía conocer la creación divina.

3 La historia del Reino de Quito ha provocado controversia entre historiadores e
investigadores debido a la ausencia de fuentes y la incompatibilidad con las investigacio-
nes arqueológicas.

4 No se encontró mayore referencia sobre el señor Brandin quien realizó co-
rrecciones en el texto realizado por el Padre Juan de Velasco. Se conoce por una por una
publicación realizada por la imprenta de la Universidad Central, que el Brandin habría
pasado entre 4 y 6 años en Quito al servicio del Doctor Larrea.

Construcción de conocimientos especializados: la historia natural y la historiografía de la nación
en el Ecuador del siglo XIXRevista Pucara, N.º 33 (53-71), 2022

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La geografía del Ecuador se encuentra dividida en cuatro partes: 1.
Tiempo anterior a la conquista, 2. relativo a la dominación española,
3. Divisiones territoriales desde la independencia, 4. Principios gene-
rales de Geografía física, política entre otros. (Villavicencio, 1858). La
recolección de información y posterior publicación estuvo basada en
metodologías como: la observación, la mediación y las descripciones
de viajes realizados por el territorio. Es decir, el contenido que nos
presenta es de primera mano, nace del conocimiento del territorio y al
igual que el texto de Velasco recoge información de leyendas de todo
aquello que no se conoce.

Tanto la obra de la geografía de la República del Ecuador como el mapa
realizado por Villavicencio recibieron duras críticas por científicos
como Richard Spruce y el Jesuita Teodoro Wolf7. Por otro lado, la obra
fue elogiada por la Academia Nacional Científica y Literaria de Quito.
Las críticas como el reconocimiento forman parte del desarrollo de las
ciencias y pone en juego el reconocimiento público de los científicos.
La realización del libro iba más allá de sus intenciones del desarrollo
de alguna de las ramas científicas. En primera instancia, Villavicencio
recorrió por varias ocasiones el Oriente y entre sus expediciones reunió
una basta colección de objetos arqueológicos, etnográficos, minerales
y fósiles para luego venderlos. En el caso del conocimiento del territo-
rio, a su vez, esto le permitía conocer y reconocer los lugares donde se
podían explotar sus recursos. Hacia 1851, Manuel Villavicencio solici-
taba al estado ecuatoriano los privilegios por diez años para extraer oro
de los ríos del Napo para J.B.W. de Mendeville como personero de la
empresa. La Convención Nacional le otorga el privilegio por diez años
a la empresa con una serie de condiciones que al parecer beneficiaban
al Ecuador.

7 Hacia 1892 el jesuita elabora el mapa de la geografía del Ecuador y realiza
duras críticas a la geografía del Ecuador realizado por Villavicencio. Wolf critica la me-
todología de representación del espacio en el mapa ya que el mapa tenía fronteras difusas
entre la medida y la imaginación

Otro escrito relacionado sobre la física, química e historia natural del Ecua-
dor fue del francés Jean-Baptiste Boussingault (1801-1887). El naturalista
sería uno de los científicos que participó del proyecto de la instalación del
Museo de la Gran Colombia en 1823. Durante el paso de Boussingault
por Sudamérica, este realizaría una serie de expediciones que darían como
resultado la obra titulada Viajes Científicos a los Andes Ecuatorianos o co-
lección de memorias sobre física, química e historia natural de la Nueva
Granada, Ecuador y Venezuela
. Esta obra se realizaría con la ayuda de los
gobiernos de Colombia y Ecuador y para 1849 esta obra sería traducida y
publicada por el intelectual Joaquín Acosta (1800-1852).8 Durante su paso
por el Ecuador en 1831 se reunirían muestras mineralógicas del territorio
con su respectiva etiqueta para que puedan ser revisada por el científico y
posterior explotación de las minas. (Valdivieso, 1831).

2.2. La construcción de la historia en el Ecuador durante el siglo XIX

En el proceso de la construcción de las naciones, la historia fue un campo
del saber que ayudó a la construcción de los discursos nacionales tras las
guerras de independencia. Ana Buriano (2019) menciona que la historia fue
un elemento importante para justificar la nación y su existencia. En el pro-
ceso del fortalecimiento de las naciones la búsqueda de referencias comu-
nes, el establecimiento de símbolos y artefactos representativos ayudaron a
la conformación y desarrollo de la historia.

8 Joaquín Acosta nacido en el virreinato de Nueva Granada fue un reconocido
militar, geólogo, historiador y político. Tras la instalación de la Gran Colombia, se le
concedió licencia para estudiar mineralogía, geología e ingeniería militar en l’ École
polytechnique de Francia. Entre 1837 y 1839 ocupó el cargo de ministro de la Nueva
Granada en el Ecuador durante la presidencia de su amigo Vicente Rocafuerte. Durante
su estancia en el país andino se comprometió con el gobierno colombiano para confor-
mar colecciones para llevarlas al Museo Nacional. Acosta era un hombre intelectual con
una fascinación por los museos, “poseía un pequeño museo de obras nacionales y de la
época precolombina, y una colección de medallas americanas y europeas y muestras de
fósiles americanos, de mineralogía y de plantas disecadas suficientes para contentar la
curiosidad de los amantes de aquellas cosas” Samper, A. d. (1901). Biografía del General
Joaquin Acosta: Procer de la Independencia, Historiador, Geografo, Hombre Cientifico,
y Filantropo
(L. C. C. R. Tamayo, Ed.).

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en el Ecuador del siglo XIXRevista Pucara, N.º 33 (53-71), 2022

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Durante la segunda mitad del siglo XIX, la producción historiográfica de
la nación se sustentaría en la historia del Reino de Quito en la América
Meridional escrita por el jesuita Juan de Velasco. Esta obra se configu-
raría por mucho tiempo como la obra fundadora y delineó la memoria.
Ana Buriano sostiene en su texto La construcción historiográfica de la
nación ecuatoriana en los textos tempranos, publicado en el 2009), que
al parecer después de este episodio la construcción de la historia se que-
daría estancada por motivos económicos, políticos, sociales y la guerra
hasta la instalación de la nación. Pero el desarrollo de este saber espe-
cializado no se detuvo, a pesar de que en primera instan cia no existió
una institucionalización del saber, si existieron intentos por construirlos.

Los primeros intentos en el siglo XIX por establecer la historia como un
saber especializado aparecen durante la gran Colombia. Tras los procesos
de independencia la memoria sobre los hechos y sus precursores fue una
de las líneas en las que la historia se fue desarrollando y construyendo.
Otra línea que tomó fuerza además de los discursos fue a través de los ob-
jetos de diferentes épocas y momentos históricos que asumieron discursos
ligados a la independencia o a la nación. Durante la Gran Colombia, al
museo nacional de Bogotá, fundado en 1823, llegaron una serie de objetos
de diferentes lugares de los Andes. Desde el Perú, se envía bandera del
regimiento de Burgos, la bandera del batallón de Huamanga, las banderas
de los batallones 1° y 2° del regimiento de Cazadores de Extremadura,
sellos reales de la gran audiencia y cancillería del Cuzco (Sucre, 1825).
Estos objetos fueron ubicados en el museo en 1825 con la autorización del
vicepresidente Francisco de Paula y Santander (Restrepo, 1825).

Los objetos enviados fueron considerados como despojos de guerra de
aquel poder español y trofeos ganados por los patriotas en las campañas
libertarias. Los bienes que entraron al museo mantenían un discurso ligado
a las gestas independentistas, sus actores y sus próceres. Es decir, existe
la necesidad de recuperar el hecho histórico y contarlo desde el museo a
treves de los objetos. Dentro de la construcción de los imaginarios his-
tóricos los objetos se configuraron como la huella del pasado que fueron

el resultado de las gestas independentistas. Otros objetos que fueron de
importancia para el museo fueron aquellos bienes que pertenecieron a fi-
guras consideradas célebres como Francisco José Caldas, Simón Bolívar,
Antonio José de Sucre, entre otros. Entre los objetos que entran al museo
está la guirnalda regalada por el pueblo Cusqueño a Simón Bolívar (Sucre,
1825a).

Al mismo tiempo otro discurso que empezó a tomar fuerza fue el de los
pueblos indígenas antes de la conquista española. Aparte de disertaciones,
ensayos y publicaciones que se enfocaron en la necesidad de recuperar
la tierra de sus antepasados indígenas con la independencia, los objetos
empezaron a tener mayor relevancia bajo la categoría de objetos antiguos.
En el mismo año que se enviaron las banderas, el Mariscal Sucre envía un
manto o acso.

Me es m agradable remitir a V.S. el manto ó acso de la reyna
mujer de Atahualpa que le podido conseguir como un monumento de
antigüedad digno del Museo de la Capital de Colombia, y mucho más
digno después que las tropas de nuestra patria han vengado la sangre
de los inocentes incas, y libertado su antiguo imperio. También tengo la
satisfacción de enviar á V.S. diferentes piedras minerales del alto Perú y
algunas de Chile, que me han sido regaladas omo un presente apreciable
en el bello establecimiento que V. S. dirige (Sucre, 1825b).

La historia inca se une con la historia de la independencia a partir de un
enemigo en común que es el yugo español. Con la entrega del estandarte
que portaba Francisco Pizarro durante la Conquista del Perú, se mencionó
que estos objetos además de ser trofeos, se configuraban como el resulta-
do de la humillación a los que oprimieron la tierra de Manco-Capac ante
los libertadores (Sucre, 1825b, p. 3). Desde esta perspectiva los militares
conocían los hechos suscitados durante el siglo XV y los procesos de con-
quista y colonización, así como sus principales actores de los procesos
como Atahualpa y Manco-Cápac. En la misma carta se menciona el envío
de minerales al museo de la capital, esto para la época no es extraño ya que
el museo se fundó como un museo anexo a la escuela de Ciencias. por lo
que sus mayores colecciones provenían de la historia natural.

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Las donaciones que se hacen de forma temprana al museo, nos hablan de
la construcción de una memoria histórica sobre la independencia a través
de los objetos, que justificaría el nacimiento de las repúblicas americanas
y la necesidad de la independencia de las naciones. Bajo las concep-
ciones que entran los objetos al museo, son muy parecidos a cómo se
originaron los museos en donde se recogían los objetos a menudo por
historias heroicas de grandes hazañas, conquistas lejanas y visitas de im-
portancia (Findlen, 1994, p. 36). La historia no solo se construiría a partir
de los objetos si no también desde la conformación de las academias o
las sociedades, las mismas que tomaron mayor importancia durante el
siglo XIX.

Después de la salida del Ecuador de la Gran Colombia, en 1832 el Con-
greso Constitucional del Ecuador dispuso la creación de una Academia
de Historia y otra de Geometría en el país. El 17 noviembre se estable-
cieron dichas academias y se emitió el discurso de inauguración por el
señor director de Estudios Dr. Pedro Antonio Torres. En su discurso se
recalcó que la enseñanza de la ciencia histórica como de la geometría
ayudarían a llenar el vacío de conocimientos y nociones profundas sobre
las ciencias y sus avances. La disciplina histórica sería una herramienta
necesaria para sustentar los procesos independentistas y “revivir” a los
héroes de las gestas libertarias para las futuras generaciones.

La Historia sería la ciencia que permitiría conocer el pasado y del presen-
te las nuevas riquezas del país, a partir de la comparación histórica para
superar la deplorable situación en que se encontraba este territorio desde
1750. Dentro del marco de creación de las academias se recomendó de-
sarrollar la historia de las artes, esto con el fin no solo de transmitir los
nombres de los artistas al mundo, sino para exaltar la figura de los artistas
modernos. Otro tipo de historia que se deseaba trabajar fue la historia de
la iglesia, la cual era vista como necesaria para reunir en un solo com-
pendio toda la obra realizada por esta institución y de esta manera dar a
conocer a los personajes que hubieren participado en la conformación de
la patria. (Torres, 1832).

El desarrollo de la Historia dentro de las academias al parecer no prospe-
ra y no existe un auge en los estudios y la producción historiográfica. A
diferencia de la historia del arte que mantiene auge a partir de los objetos
(pintura y escultura), que permiten el desarrollo de la genealogía de los
artistas que iba desde la época colonial hasta los artistas herederos de la
primera mitad del siglo XIX, que a pesar de que nuevas temáticas se iban
introducción en el país y géneros se seguía realizando pintura sagrada o
con temática religiosa.

En el caso de la construcción de la historia de las artes, los escritos y
publicaciones de varios intelectuales de finales del siglo XIX y del siglo
XX marcaron la importancia de las artes y del legado que habían dejado
los artistas coloniales. El jesuita Juan de Velasco, fue uno de ellos, en su
libro “La Historia del Reino de Quito en la América Meridional” en el
tomo III (1842), se menciona el nombre de artistas coloniales y la calidad
que tenían las obras, tanto así que muchas obras fueron llevadas a Italia
y Roma por los Jesuitas, tras su exilio de América.

El tema del legado colonial artístico también fue abordado por Juan León
Mera. El ensayista y novelista realizó una serie de publicaciones sobre
la teoría del arte. En los escritos abordó la vida de artistas coloniales y
criticó la situación en la que estaba el arte durante el siglo XIX. En la
revista, El Iris (1861), se publicó un artículo sobre la biografía del artista
Miguel de Santiago (c. 1620-1706). La vida del artista colonial, así como
otros artistas fue comparada con grandes artistas formados en Europa
como Rafael, Miguel Ángel, Murillo y Velázquez.

Otro escrito fue “Conceptos de las artes” publicado en la revista ecua-
toriana en 1894. Este texto de finales de siglo muestra la trascendencia
de los artistas coloniales como Miguel de Santiago Goribar,9 Caspicara,

9 Nicolás Javier Goribar fue un pintor conocido por realizar la serie de los reyes
de Judá y de Protestas. La primera serie se encuentra en la iglesia de Santo Domingo y la
segunda serie se encuentra en la Iglesia de la Compañía de Jesús.

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en el Ecuador del siglo XIXRevista Pucara, N.º 33 (53-71), 2022

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Legarda, Vela y Morlaco.10 Mera menciona que, si bien existían más pin-
tores y escultores en otras regiones, al parecer las artes se habían centra-
do en la ciudad de Quito y sus alrededores. Esta situación habría influen-
ciado en el imaginario de la sociedad para mantener un conocimiento
sobre la existencia de pintores y escultores coloniales. Estos imaginarios
colectivos locales ayudarían a configurar el legado y una genealogía.

Salas, se libró felizmente de ese efecto, pues recibía lecciones
de Samaniego, era apasionado de Miguel de Santiago, y pasaba con
frecuencia largas horas contemplando los lienzos del gran maestro de
los claustros de San Agustín y aun copiando trozos de ellos para imitar
en lo posible el dibujo, el colorido y la expresión (Mera, 1987, p. 304).

La descripción de Mera hace referencia al artista Antonio Salas, el cual
era considerado como el continuador de la representación religiosa colo-
nial durante el siglo XIX. El tema de la religiosidad se la podía observar
tanto en la escultura como en la pintura. Muchas de estas obras no eran
consideradas como originales, porque no había de por medio la creativi-
dad, si no que eran copias de grabados europeos y cuadros que se encon-
traban en iglesias. La figura de artistas de épocas pasadas se configuró
como un referente para los nuevos artistas.

El escrito de la obra Resumen de la Historia del Ecuador desde su origen
hasta 1845, Pedro Fermín Cevallos, también se refiere sobre los artistas
coloniales y asegura que los artistas como Goríbar, Vela y Morales eran
seguidores de Miguel de Santiago (Cevallos, 1960, pp. 213-212). Ade-
más, se sugiere que durante la colonia existió una unidad de lenguaje que
sobrevivió por los artistas que le sucedieron a Santiago. En su intento por
abordar las artes como un elemento importante de evolución, compara la
producción de los artistas locales con la de producción europea, mencio-
nando que la escuela fundada por Miguel de Santiago era la extensión de
la escuela española.

10 Estos dos últimos fueron destacados artistas del siglo XVIII oriundos de la
ciudad de Cuenca.

En la obra la Geografía del Ecuador de Manuel Villavicencio aborda la
producción artística del país como parte de la industria y menciona que
era de tan buena calidad que había tenido mucha fama fuera de la fronte-
ra y por lo tanto se producían bastantes objetos de exportación. Entre los
principales países a los que se exportaba la escultura y la pintura se en-
contraba Perú, Chile y Nueva Granada. La producción artística colonial
había traído fama al país, gracias a artistas como: Miguel de Santiago,
Goribar, Andrés Morales, Vela, Oviedo, Albán, Astudillo, Bernardo Ro-
dríguez, entre los artistas modernos estaría Cortes, Samaniego Villasís.
En escultura, los artistas más célebres serían Bernardo Legarda, Caspica-
ra, Pampite, Toribio Ávila, María Estefanía Dávalos.11

Otros estudios de la época abordan el tema de la producción artística
colonial. La mayoría de las descripciones se encontraba bajo el discurso
del progreso; las continuas descripciones hacen pensar que el tema de
las artes y la figura de varios artistas coloniales se habían convertido en
una tradición que circulaba en ambientes académicos de la época. La
rama de la historia de las artes, se mantendrían en el tiempo con fuerza
y se vería institucionalizarse de cierta manera en el Museo Nacional del
Ecuador a través de su colección entre 1837 (año de que se conoce sobre
su existencia) y 1862 (año que se registra el último inventario de bienes
de la colección nacional).

Para la segunda mitad del siglo XIX se volvería a retomar una serie de
discursos sobre la historia oficial de la República del Ecuador. Juan León
Mera y Pedro Fermín Cevallos serían quienes a través de sus publica-
ciones abordaría la historia de la nación. El texto Resumen de la historia
del Ecuador, desde sus orígenes hasta 1845
, escrito por Pedro Fermín
Cevallos, vería sus primeras luces en 1855 a través de publicaciones en
varios números del periódico la Democracia de Quito. El compendio de
los artículos en un libro se publicaría en 1870, configurándose como la
historia oficial de la nación por muchos años.

11 Manuel Villavicencio menciona que María Estefanía Davalos era religiosa del
Carmen y había dejado en el convento célebres de pintura y escultura.

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El Resumen de la historia del Ecuador fue una obra que tuvo apoyo del
gobierno garciano, en razón que se configuró como una literatura clave
para la integración de la nación. Al convertirse en una obra necesaria
para la nación se la estableció como texto escolar en 1871, pero no será
hasta 1879 cuando se publique. La persistencia de Ceballos por escri-
bir la Historia del Ecuador permitió dar un sustento historiográfico a la
nación, crear imaginarios comunes y homogéneos del territorio y abrió
el camino para la institucionalización de la historia en el Estado. Hacia
finales de siglo XIX existiría un fuerte proceso de institucionalización a
través de la academia bajo el mando del presbiterio Federico González
Suárez.

3. CONCLUSIÓN

En conclusión, la conformación y desarrollo de las disciplinas en el país
se caracteriza por la fragilidad de los conocimientos y por un largo pro-
ceso de inserción en varios estamentos de la sociedad hasta llegar a ins-
titucionalizarse.

Las publicaciones del siglo XIX contienen los discursos sobre la ciencia
moderna y su inserción en la república, si bien los discursos empiezan
aparecer hacia finales del siglo XVIII y continúan durante el siglo XIX,
deben ser visto como intentos de instalar el campo de la ciencia en el
país, el mismo que se no se instalaría en el estado el estudio de las cien-
cias naturales en la educación y en el gobierno a través de la instalación
de la Escuela Politécnica Nacional y la llegada de los Jesuitas durante el
gobierno de García Moreno. En este periodo existe una transformación
en la educación de la Historia Natural ya que se necesitaba de ingenieros
y técnicos que vayan de la teoría a la práctica.

El desarrollo de la Historia Natural en el Ecuador se vinculó a los proce-
sos extractivistas que buscaban generar recursos económicos para man-
tener a las nuevas naciones. Al mismo tiempo, se encontraban bajo pro-
yectos nacionales e imperiales para la obtención de recursos naturales,

por lo que muchos de estos proyectos mantenían financiamientos extran-
jeros. Esto permitió que existieran intentos por instalar la ciencia en el
país, a diferencia del Estado en donde la falta de presupuesto e inversión
generaba que la historia natural se encuentre estancada y muchas de las
propuestas se queden en leyes y decretos sin llegar a realizarse.

A diferencia de la Historia Natural, la Historia se construiría y se pro-
duciría no solos desde trabajos, publicaciones y ensayos en su mayoría
centrados en contar la historia de la nación, si no también desde el museo
y en sus colecciones a través de los objetos que terminan siendo un refe-
rente o se los configura como elementos o huellas de un pasado glorioso
y necesario para justificar la nación. En su mayoría serían intelectuales
locales que recogían los hechos históricos bajo intereses partidistas.

Los museos serán instituciones que legitimen los discursos de la historia
a través de los objetos, esto será primordial para crear una cultura visual
y construir las narrativas históricas de las naciones. Estos discursos, en
el caso de la Gran Colombia, se centrarán en los héroes de las gestas
de la independencia, la historia de las poblaciones indígenas antes de la
conquista y en el caso del Ecuador la genealogía del arte.

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en el Ecuador del siglo XIXRevista Pucara, N.º 33 (53-71), 2022

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73

Los tiempos de la Iglesia militante: temporalidad de
un concepto en el Ecuador del siglo XIX

The conceptions of time of the militant Church: temporality
of a concept in the Ecuador of the 19th century

Os tempos da Igreja militante: temporalidade de um conceito
no Equador no século XIX

Luis Esteban Vizuete Marcillo
El Colegio de México

E-mail: levizuete@colmex.mx

Resumen

El artículo hace una breve aproximación a los cambios en la concepción
de tiempo e historia que se expresaron en los usos y sentidos del con-
cepto Iglesia militante en Ecuador. En el siglo XIX se da el paso de una
historia magistra vitae cíclica y repetitiva hacia una historia moderna con
acontecimiento irrepetibles y lineal. Esto estuvo relacionado a la con-
formación y declive del proyecto de República católica que presentaba
al Ecuador como una república modelo y baluarte del catolicismo en
el mundo. A lo largo del texto, el lector podrá identificar el proceso de
politización del concepto Iglesia militante y los cambios que los católi-
cos ecuatorianos describieron sobre su combate nacional y transnacional
contra sus enemigos.

Palabras clave: Catolicismo, Ecuador, Tiempo, Historia, Iglesia mili-
tante.

Los tiempos de la Iglesia militante: temporalidad de un concepto en el Ecuador del siglo XIXRevista Pucara, N.º 33 (73-93), 2022

7574

Introducción1

La historia del concepto Iglesia militante tiene la recurrente descripción
de que la barca de la Iglesia ha navegado en un mar borrascoso por si-
glos. Esta nave de Cristo era timoneada por el Papa como cabeza prin-
cipal de la Iglesia católica. Juan León Mera lo describe de la siguiente
manera: “La nave de Jesús navega sobre un mar de impiedad y de vicios”
(Mera, 1871). No en vano Ana Buriano Castro usó esta metáfora para
darle nombre a su primer gran libro sobre el conservadurismo ecuatoria-
no (Buriano, 2008). Su estudio de la prensa y los intelectuales católicos2
es profundo y riguroso, por lo tanto, lo que yo ofrezco en este texto es
articular el período estudiado por Buriano Castro con otros del siglo XIX
rastreando la relación entre el concepto de Iglesia militante, tiempo e his-
toria. Ciertamente mi aproximación a este tema le debe mucho al trabajo
de Buriano Castro, y el artículo también recoge los aportes hechos, desde
la historia conceptual y la historiografía, por Javier Fernández Sebastián,
Gabriel Cid, Elías Palti, Sandro Chignola, François Hartog, Guillermo
Zermeño, entre otros.

La historia conceptual reconoce que existió un proceso de aceleración
en el que el lenguaje político y las mismas prácticas tuvieron un proceso
de transformación (Fernández Torres, 2009; Koselleck, 2003). En ese
sentido es preciso hacer hincapié en dos aspectos centrales. Primero, los
inusitados acontecimientos de fines del siglo XVIII y principios del siglo
XIX significaron un remesón no antes visto por los sujetos del momen-

* Agradezco a Ana Buriano Castro y Juan Maiguashca, quienes, con sus con-
versaciones y trabajos, han inspirado la escritura de este artículo. El presente texto tiene
como financiamiento una beca CONACYT en el marco del programa de doctorado en
Historia de El Colegio de México. También es una propuesta que se desprende del trabajo
sobre el concepto Iglesia militante que el autor lleva a cabo dentro del grupo Religión y
Política de la red Iberconceptos-Ecuador.

2 Reconozco que la mayor parte de las facciones políticas del siglo XIX ecua-
toriano eran católicas. Sin embargo, a lo largo de este texto referiré como católicos mi-
litantes o católicos a secas a aquellos para quienes la religión era parte de su identidad
política.

Abstract

The article makes a brief approach to the changes in the conception of
time and history that were expressed in the uses and meanings of the
concept Militant Church in Ecuador. In the 19th century, the occurred
between a cyclical and repetitive history as magistra vitae and a linear
modern history with unrepeatable events. This happened at the same
time as the formation and decline of the Catholic Republic project that
presented Ecuador as a model republic and shrine of Catholicism in the
world. Throughout the text, the reader will be able to identify the pro-
cess of politicization of the concept militant Church and the changes that
Ecuadorian Catholics described regarding their national and transnatio-
nal combat against their enemies.

Key words: Catholicism, Ecuador, Time, History, militant Church.

Resumo

O artigo faz uma breve abordagem das mudanças na concepção de tempo
e história que foram expressas nos usos e significados do conceito Igreja
Militante no Equador. No século XIX, deu-se o passo de uma história
magistra vitae cíclica e repetitiva para uma história moderna linear com
acontecimentos irrepetíveis. Isso estava relacionado à formação e declí-
nio do projeto da República Católica que apresentava o Equador como
uma república modelo e bastião do catolicismo no mundo. Ao longo do
texto, o leitor poderá identificar o processo de politização do conceito
de Igreja Militante e as mudanças que os católicos equatorianos des-
creveram em relação ao combate nacional e transnacional contra seus
inimigos.

Palavras-chave: Catolicismo, Equador, Tempo, História, Igreja militan-
te.

Recibido: 15.04.2022 Aceptado: 29.05.2022

*

Los tiempos de la Iglesia militante: temporalidad de un concepto en el Ecuador del siglo XIXRevista Pucara, N.º 33 (73-93), 2022

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to (Cid, 2014, p. 200). Según Fernández aquello tuvo un gran impacto
emocional por el continuo cambio en los significados, las identidades y
un futuro que se mostraba como incierto (Fernández Sebastián, 2014,
p. 47). Las revoluciones atlánticas rebasaron el molde explicativo que
privilegiaba una narración repetitiva en la que los acontecimientos del
futuro no podían superar a los del pasado, se trataban de un futuro pasado
en términos de Koselleck (Orozco Pérez, 2017, p. 159; Zermeño, 2018,
p. 12). Esto implicaba un distanciamiento progresivo entre el espacio de
experiencia y el horizonte de expectativa (Palti, 2001, p. 21).

El segundo aspecto se trata de la crisis del modelo ciceroniano de la
historia magistra vitae. Esta tenía, en términos de Palti, iterabilidad, es
decir contaba con un sentido de repetición y circularidad (Palti, 2001, p.
20). Para muchos historiadores, la Revolución francesa fue uno ejemplo
de cómo una serie de acontecimientos terminaron de romper el modelo
ciceroniano, pues ese presente pasado había logrado rebasar a los ante-
riores. Esto implicó que el futuro ya no podía ser entendido a través del
pasado por medio de los paralelismos que solían buscarse en el régimen
de historicidad clásico. La concepción del tiempo y la historia sufrió un
proceso de cambio una vez que se hacía imposible una explicación me-
diante la repetición. La misma historia pasaba a ser una “actualidad in-
cesante” de tipo lineal y el futuro algo incierto. Este nuevo modelo de
historia tenía al progreso como uno de los ejes explicativos (Chignola,
2007, pp. 16-25; Hartog, 2007, p. 98; Orozco Pérez, 2017, p. 159; Palti,
2001, p. 20).

El concepto de Iglesia no estuvo exento de los cambios descritos para el
siglo XIX. De hecho, se trata de un concepto con varios sentidos y signi-
ficados resultado de continuidades y resignificaciones (Stefano, 2012).3
Iglesia militante era solo uno de ellos. Por lo menos desde la patrística

3 Roberto di Stefano es muy acertado al explicar a Iglesia como un concepto
polisémico (Stefano, 2012). Entre estos distintos sentidos se puede identificar a Iglesia
como sociedad perfecta, esposa de Cristo, comunidad de fieles, templo, institución, grupo
de eclesiásticos, entre otros.

se hablaba de dos o tres partes de la Iglesia. En el contexto del conflicto
religioso entre el catolicismo y las Iglesias reformadas del siglo XVI, los
sermones, catecismos y concilios se remitían a los textos de Agustín o al
libro de Job para definir a la Iglesia militante. Frente a esta se describía
una Iglesia triunfante, es decir una emplazada en el cielo y que congre-
gaba a los católicos ya muertos. Algunos escritos referían una Iglesia
purgante, aquella de los católicos atrapados en el purgatorio. Entonces,
la Iglesia militante era la de los católicos de la tierra, misma que debía
hacer frente a tres enemigos: mundo, demonio y carne (Catecismo ro-
mano, compuesto por decreto del Sagrado Concilio Tridentino para los
párrocos de toda la Iglesia y publicado por San Pío V
, 1805; Montúfar,
1769; Pérez, 1628; Salvá, 1846). Se trataba de un conflicto entre el bien
y el mal.

Para el siglo XIX el concepto experimentó una politización4 y un cam-
bio en su temporalidad. Mi propuesta es que el concepto de Iglesia
militante permite apreciar el desgaste del modelo de una historia ma-
gistra vitae, y deja ver la irrupción de uno moderno. Por eso, no es de
extrañar, entonces, que la institucionalización de la ciencia histórica
en Ecuador naciera alrededor de los círculos conservadores. Y es que
esto tiene sentido en tanto se acepta que la Iglesia participó del proce-
so de secularización, que sufrió un proceso de reconfiguración en el
siglo XIX construyendo la institucionalidad que hoy conocemos y que
readecuó sus vínculos transnacionales al contexto republicano, pero es-
trechamente con Roma como el centro del orbe católico. También es
preciso aclarar que el tiempo de la Iglesia militante es solo uno de los

4 La politización se trata de que “cada vez más personas son interpeladas, impli-
cadas, movilizadas. Puede cuestionarse si los insultos y eslóganes del vocabulario pro-
pagandístico han aumentado, pero su alcance y efecto lo han hecho con seguridad. La
importancia de los conceptos contrarios polémicos aumenta. La pareja de palabras «aris-
tócratas» y «demócratas», creaciones de finales del siglo XVIII, aún podían tener una
referencia estamental y delimitarse. «Revolucionario» y «reaccionario» son denomina-
ciones de libre disposición, denominaciones de distintos usos para referirse a uno mismo
o al enemigo, que pueden reproducirse constantemente o que, más bien, se encuentran
bajo una presión para ser reproducidas” (Fernández Torres, 2009, p. 98).

Los tiempos de la Iglesia militante: temporalidad de un concepto en el Ecuador del siglo XIXRevista Pucara, N.º 33 (73-93), 2022

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asombrosa maravilla! […]
Cual se sigue a la noche el claro día,
al error la verdad de tu doctrina;
por el orbe, cual agua cristalina,
fecundando te deslizas.
Perseguida y triunfante en todas partes,
atraviesas por todas las naciones;
y tranquila entre mil ondulaciones
contrarias el puerto pisas
(Noboa, 1846).

En 1857, como parte de la crítica a la influencia del liberalismo granadi-
no y las revoluciones europeas de 1848, fray Vicente Solano politizó de
manera explícita el concepto de Iglesia militante para resumir la lucha
de los católicos del mundo contra el avance de sus enemigos, en ese
caso los rojos: “la Iglesia tiene que combatir a sus enemigos, y por eso
se llama militante” (Solano, 1857). Para Solano el ataque moderno a la
Iglesia empezó en el siglo XVI con el protestantismo, continuó con el
filosofismo y seguía aún en el siglo XIX. El fraile aseguraba que el éxito
en el ataque a la Iglesia dependía de la acometida contra sus ministros,
por eso se ensañaban con el clero y el Papa. En el tiempo providencial,
la Iglesia ganaría una vez que se convirtiera en Iglesia triunfante, sin
embargo, la mano de la Providencia podía guiar su triunfo en el mundo
(Solano, 1857). Ese discurso y la politización del concepto continuaron
en la década de 1860 con los debates por el Concordato. Para muchos
obispos la Iglesia no podía ser vencida por sus enemigos. Los prelados
mantenían la certeza que la guía divina les garantizaría el triunfo en sus
combates (Esteves de Toral, 1861; Riofrío, 1863).

El concepto Iglesia militante hace alusión a dos tiempos. El primero
es de carácter providencial, en el que se aseguraba que el triunfo de
la Iglesia era inevitable a pesar de ser constantemente perseguida. Sin
embargo, esa victoria final se daba en el tránsito de una Iglesia militante
a una Iglesia triunfante (Mera, 1871, 1872; “Persecución a la Iglesia”,
1877). Sin embargo, existe un tiempo propio del mundo terrenal que,

que tuvieron presentes los conservadores, conciliadores y progresistas
ecuatorianos. Estos, a diferencia de lecturas en las que se describe su
rechazo a la modernidad, habían incorporado la noción de progreso a
los proyectos de nación católica.

1. La Iglesia militante frente a un contexto local agitado y mundo
impío

Como bien apunta Cid, el género escatológico tiene un realce especial
en el contexto de aceleración, pues se presentaba como una herramienta
para “decodificar” las señales del fin. El autor sugiere dos momentos cla-
ves para esto. El primero que iría desde las revoluciones atlánticas a me-
diados del siglo XIX, mientras el segundo va desde 1848 a fines de siglo
y se resume en un discurso católico antiliberal y antimoderno (Cid, 2014,
p. 181). En el caso de Ecuador ese mismo primer momento fue crucial en
la resignificación de Iglesia militante. Así, la militancia hacía alusión a
un combate efectivo contra las fuerzas del mal, mismas que adquirieron
materialidad en un catálogo de enemigos frente a los que se debía armar
una guerra santa. Entre 1830 y 1857 se aprecia la construcción de un ár-
bol de conceptos que hacía alusión a la militancia de los católicos: lucha,
enemigo, combate, reformas, etc. Estos conceptos fueron importantes en
los debates en la opinión pública sobre el patronato, los fueros eclesiásti-
cos y la tolerancia religiosa. El sacerdote Tomás H. Noboa expresaba su
preocupación, en forma de verso desde El Monitor Eclesiástico de Quito,
de la siguiente forma:

Si las negras corrientes del abismo
amenazan o turban tu reposo;
tú apoyada en los brazos de tu Esposo
mares, aguas, rumbos rompes.
No hai tormentas ni escollos para ti
dirigido el timón por la Deidad,
¡Columna indestructible de verdad.

Los tiempos de la Iglesia militante: temporalidad de un concepto en el Ecuador del siglo XIXRevista Pucara, N.º 33 (73-93), 2022

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por lo menos hasta el siglo XIX seguía la lógica de la historia magistra
vitae
. Juan León Mera propone que con la aparición del cristianismo el
mundo se purificó, pero que a pesar de ello el “germen del mal” había
prevalecido, y que la fuerza de este iba en aumento (Mera, 1872, p.
3). Esta sugerencia de Mera es una ruptura con el sentido que se tenía
de Iglesia militante para los siglos anteriores. Para varios intelectuales
católicos, en el pasado las fuerzas del bien y el mal se enfrentaban y la
Iglesia salía victoriosa. Esto habría sucedido contra los romanos, los
paganos o los “herejes” del humanismo. Sin embargo, autores como
Mera o Julio María Matovelle seguían la propuesta de Solano en la que
se establecía que el origen de la herejía moderna era el protestantismo
que abrió la decadencia del mundo y dio origen al filosofismo, mis-
mo que dio vida al liberalismo y finalmente al socialismo (Matovelle,
1886; Mera, 1872, p. 3). Esa genealogía de los enemigos modernos de
la Iglesia mostraba ya rasgos de cierta linealidad a los que se añadía el
temor de ambos autores de que la Iglesia fuese vencida en su combate.
Para ellos Cristo no había traído paz, sino que con la fundación de la
Iglesia inició un nuevo escenario de guerra, uno del evangelio contra
el mal, en el cual los católicos combatían a sus enemigos que en oca-
siones también eran sus persecutores (Mera, 1872, p. 7; “Persecución
a la Iglesia”, 1877). La lógica de la lucha en la tierra contra la herejía
significaba que la vida de los católicos era una vida de combate, pero al
tratarse, para el XIX, de una herejía moderna las armas debían ser nue-
vas (“La reacción del mal contra el bien es la raíz de la persecución de
la Iglesia”, 1877). De ese modo, los católicos reforzaron su ya antiguo
uso de la imprenta desde la que pusieron a circular periódicos, hojas
sueltas y libros.

Si bien los textos de Solano, Mera y Matovelle no entran plenamente
en el género escatológico, este tenía gran influencia en la construcción
de sus discursos. Como sugiere Cid, este resultaba ser un recurso que
recurría a la historia magistra vitae con explicaciones apocalípticas que
permitían entender y dar cierta predictibilidad al contexto agitado y
cambiante que vivían los sujetos históricos (Cid, 2020, p. 120). Como

han visto Cid y Fernando Hidalgo Nistri, el concepto de decadencia
fue central en la explicación escatológica, pues la inmoralidad, la di-
solución de los vínculos religiosos, la disidencia, la apostasía, entre
otros, resultaban ser señales del fin de los tiempos (Cid, 2020, p. 131;
Hidalgo Nistri, 2001). Por otro lado, este discurso tenía un claro interés
político desde los sectores conservadores, conciliadores y progresis-
tas. La sensación de un mundo en decadencia moral y las alusiones a
un cuerpo enfermo, como las que hacían los garcianos, justificaba la
necesidad de una reforma moral, la defensa del Estado confesional, la
participación eclesiástica en política y la refundación de la República,
ya sea poniendo en consonancia sus instituciones con la religión como
proponía Gabriel García Moreno, o reactualizando el pacto con Dios
como lo había sugerido el Congreso Eucarístico de 1886. La propuesta
de los católicos era la supremacía religiosa sobre el progreso material.

Para estos católicos, la Revolución francesa se había vuelto un estadio
de la lucha militante, pero uno que lo había cambiado todo radicalmen-
te, incluso la manera de operar del enemigo. Si bien los católicos re-
chazaban las revoluciones porque les resultaban sinónimo de anarquía,
muchos de ellos habían tomado parte en ellas. Estas resultaron ser cru-
ciales en la configuración del orden republicano. Incluso las famosas
restauraciones, a pesar de su discurso acerca de restituir el pasado, en la
práctica releían y transformaban los elementos que deseaban rescatar,
lo que alimentaba el sentido de irrepetibilidad. Esto vinculaba a la mi-
litancia católica más con el modelo moderno de historia que con el de
magistra vitae. A pesar de su adaptabilidad a los cambios políticos y del
lenguaje, la ruptura con esta última resultaba un trauma. Autores como
Mera, Matovelle o Juan de Dios Campuzano debieron reconocer que la
persecución a la Iglesia si bien parecida por siglos, había cambiado. En
la modernidad era inusual que corriera sangre de mártires, los autores
católicos se quejaban de que en nombre del progreso y la civilización
se los acusaba de fanáticos y oscurantistas, y se buscaba relegarlos al
silencio (“Persecución a la Iglesia”, 1877).

Los tiempos de la Iglesia militante: temporalidad de un concepto en el Ecuador del siglo XIXRevista Pucara, N.º 33 (73-93), 2022

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El concepto de Iglesia militante sufrió otro cambio drástico en la déca-
da de 1870, no solo en el contexto de la reforma moral garciana, sino en
la lectura que ciertos católicos hicieron de la organización de la Inter-
nacional socialista, de la comuna de París o de la toma de los Estados
Pontificios. Como lo ha visto Ana Buriano, la prensa garciana y sus
opositores hicieron eco de dichos acontecimientos desde un discurso
escatológico (Buriano, 2018). Años después de la muerte de García
Moreno la prensa católica seguía haciendo eco de que en Europa los
gobiernos protegían a los enemigos de la Iglesia. Para ellos, la civiliza-
ción propuesta por el liberalismo tenía como base el paganismo, el pro-
testantismo, el ateísmo y al mismo catolicismo. A esto se sumaba que
los países europeos no habrían hecho nada por remediar el “martirio”
de Pío IX, al que varios católicos consideraban cautivo. El problema
no acababa ahí, pues América copiaba todo lo malo que se hacía en
Europa. En Ecuador, según ellos, se habría entronizado una revolución
que proponía una regeneración (1876), aquella encabezada por Ignacio
de Veintemilla, en la que se acusaba a la Iglesia de fanática al mismo
tiempo que patrocinaba la inmoralidad en la sociedad (“Persecución a
la Iglesia”, 1877).

Entonces, a los católicos militantes les resultaba cada vez más difí-
cil explicar la similitud de sus experiencias con las de los católicos
de antaño. Se trataba de una lucha nunca antes vista contra la Iglesia
que usaba armas de la ciencia, el comercio, la industria, etc. En estas
misma sentían que sus pares europeos y americanos experimentaban
lo mismo que ellos. Los católicos ecuatorianos argumentaban que era
difícil vaticinar un triunfador, y la misma Iglesia corría el riesgo de ser
vencida. Este cambio en la percepción del enemigo estuvo marcado
por los acontecimientos europeos ya nombrados. El socialismo, como
un error que habría surgido de los excesos del liberalismo, ya no solo
buscaba convencer a los hombres ilustrados, ahora apuntaba a tener un
gran número de partidarios entre las “masas populares”. Su objetivo
era descatolizar al pueblo, promover la anarquía y destruir el orden
imperante (Matovelle, 1886; Mera, 1872, pp. 18-28).

Nuevos retos requerían nuevas estrategias. Mera explicaba que el mis-
mo Pío IX había entregado varias herramientas contra el enemigo:
la infalibilidad pontificia que reafirmaba la centralidad del Papa, la
declaración del dogma de la Inmaculada, la convocatoria al Concilio
Vaticano y el mismo Syllabus donde se señalaban los errores moder-
nos (Mera, 1871). Mera añadía que era necesario advertir a los cató-
licos y redoblar los esfuerzos en la lucha, de la que seguro saldrían
victoriosos:

La guerra no ha cambiado de carácter: no hay sino cambio
de armas y de estrategias por parte del enemigo. Este puede hacer
mucho daño, mas no vencer, y el daño será mayor para el mismo
pueblo de quien forma hoy su elemento de combate. El deber de todo
católico está trazado, ya lo hemos indicado claramente; cumplámos-
lo con ardiente fe y no se oiga de nuestros labios el cobarde e infame
grito de ¡sálvese quien pueda! La sociedad perece!
Bien es que todos los miembros de la Iglesia militante den
con frecuencia la voz de alerta y se comuniquen ya las maquinacio-
nes que se han sorprendido al enemigo, y la manera de contrarrestar-
las (Mera, 1872, p. 35).

Se trataba de una Guerra Santa. Así, entre 1869 y 1883 los católicos
militantes apuntaron a generar una prensa y asociacionismo maneja-
dos por sectores letrados para combatir en los mismos espacios y con
las mismas armas a sus enemigos. Además, proponían la realización
de actos piadosos e incluso proponían tomar las armas, cosa que hicie-
ron entre 1876 y 1883. Como Mera varios católicos confiaban en que
Cristo los guiaría a la victoria una vez más a través del mar borrascoso,
pero desde hace algunos años atrás se insistía en que para conseguir
esa ayuda este debía ser despertado a través de la piedad de los fieles:
“Jesús dormía, i mientras no le despertaran para pedirle que aplacase
la borrasca, había dejado que las olas aterrasen a los discípulos que no
invocaron su protección” (Esteves de Toral, 1863, p. 1)

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2. La Iglesia militante y la República escogida

Entre 1883 y 1895 los católicos anunciaban un fortalecimiento de sus ene-
migos. Si frente a Solano eran un grupo de rojos, y hasta la restauración se
hablaba de liberales, después de esta se habían sumado los radicales que op-
taron por la vía revolucionaria después de ser excluidos violentamente de la
participación política más formal. Entonces, los católicos militantes llama-
ron al pueblo a sus asociaciones, con lo que incorporaron mujeres, obreros y
en menor medida indígenas. También realizaron actos masivos de fe como
procesiones o desagravios para despertar la bondad divina. Debían redoblar
las fuerzas ante el avance liberal que había tomado el gobierno entre 1876 y
1883, pero más aún contra el radicalismo que aumentaba su fuerza en la cos-
ta. Todo resultaba válido para una reconquista católica de la sociedad civil.
El combate terrenal, por lo tanto militante, implicaba, como ya se mencio-
nó, que la Iglesia podía ser vencida en la coyuntura. Casi todos los autores
concordaban en que si eso sucedía el mundo atravesaría una época oscura
de la que podían reponerse como lo había hecho Francia varias veces. El
catolicismo en su labor de enseñar cuál era la verdadera civilización tenía el
reto de despertar a los que “vegetan la nación”.(“Nuestra divisa”, 1877) Era
así como los indiferentes debían ser ganados para la causa militante.

En ese contexto Julio María Matovelle decía que como Ecuador aspiraba
a ser la República del Sagrado Corazón de Jesús desde el momento de su
consagración en 1873, eso la convertía en la nación predestinada que defen-
dería, reforzaría y difundiría el catolicismo al resto del mundo. Para él se
trataba de una nueva Israel que debía construir el Reinado social de Cristo
frente a la persecución de la impiedad. Para ganarse ese título Ecuador ha-
bría entregado mártires. Matovelle se refería al asesinato de García Moreno
en 1875 y al envenenamiento del arzobispo Ignacio Checa y Barba en 1877
(Matovelle, 1886, 1887). Además de estos dos, el discurso católico presen-
taba un panteón de mártires cuya sangre funcionaba como una especie de
ofrenda que entregaba Ecuador para expiar los pecados del mundo y asegu-
raba a la humanidad la capacidad de redención antes de la llegada del fin de
los tiempos.

Los católicos del último cuarto del siglo XIX no solo habían readecua-
do el proyecto garciano de una hegemonía basada en la existencia de
un pueblo católico, sino que habían hecho del mismo García Moreno
un elemento obligado para definir la República del Sagrado Corazón
de Jesús. La biografía del caudillo católico que en 1887 publicó Agus-
tín Berthe es un ejemplo de ello. Para el redentorista la Revolución
francesa había sido uno de los males que promovió la impiedad en
el mundo. Dentro de ese discurso, Berthe fue muy crítico de varios
presidente y caudillos americanos, porque, según él, sus propuesta y
filosofía estaba influenciada por la Revolución y el contrato social.
Ese habría sido el caso de Bolívar:

Gran militar y gran orado, pero político de cortos alcances,
Bolívar, como todos cuantos salieron de la escuela de 1789, iden-
tifica en su mente la monarquía y el despotismo, la república y la
libertad, confundiendo así la gorma con el fondo (Berthe, 1892a, p.
38).

No solo la ruptura histórica que representó la Revolución llamó la aten-
ción de Berthe, sino también la expansión de sus agentes, principal-
mente identificados como masones. Así se sumaba a la teoría sobre el
complot masónico que aseguraba que García Moreno fue asesinado por
haberse declarado enemigo de la Revolución (Berthe, 1892b, p. 355).
Para varios autores católicos, las dos muertes ya mencionadas forma-
ban parte de un relato acerca de que Ecuador había sido un baluarte ca-
tólico que la impiedad desde distintos lugares del mundo había jurado
destruir. La República del Sagrado Corazón de Jesús era entonces una
expresión de resistencia de los católicos a dicha conjura. Por ejem-
plo, Berthe considera como “católicos militantes” a los organizadores
y asistentes al Congreso Eucarístico de 1886 (Berthe, 1892b, p. 455).

Las críticas hacia el discurso intransigente del redentorista no se hicie-
ron esperar, incluso dentro de los mismos círculos católicos. Antonio
Borrero publicó en 1889 una refutación a la obra de Berthe. Además
de los detalles históricos sobre los que debatían, Borrero cuestionaba

Los tiempos de la Iglesia militante: temporalidad de un concepto en el Ecuador del siglo XIXRevista Pucara, N.º 33 (73-93), 2022

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la propuesta de Berthe acerca de presentar al Ecuador como un pueblo
bárbaro que solo se transformó en un modelo de pueblo cristiano bajo
la tutela de García Moreno (Borrero, 1889, p. III). La edición de 1892
del libro del redentorista no tardó en responderle a Borrero que él y su
círculo de allegados habían militado a mediados del siglo XIX junto a
García Moreno en contra del gobierno de José María Urbina (Berthe,
1892a, p. XVII). Tanto más interesante resulta la nota del traductor,
Francisco Navarro Villoslada, para quien la obra de Berthe sobre Gar-
cía Moreno tenía como fin el combate al liberalismo. Navarro veía en
García Moreno no solo un hombre único y providencial, sino que re-
sulta un ejemplo de gobernante católico: “El Ecuador sin su presidente
de 1869, no habría llegado a ser la República del Sagrado Corazón;
sería la República de Urbina, o presa quizá de aquellos dos ladrones
entre los cuales estuvo crucificada”5 (Berthe, 1892a, p. III).

La obra de Berthe es solo un ejemplo del material impreso que des-
cribió la lucha entre el catolicismo y sus enemigos en las décadas de
1880 y 1890. Sin embargo, el sentido de una decadencia y la percep-
ción del fortalecimiento de sus enemigos dejó de ser una expectativa
y se concretó en 1895 con la revolución liberal. Entre junio y agosto
de ese año se efectuaron varios sermones y pláticas que llamaban al
combate piadoso y armado de nuevo, pues el radicalismo anunciaba
el fin de los tiempos. Para el clero a las puertas de la República del
Sagrado Corazón de Jesús se encontraba la ramera de Babilonia como
representación del pecado y la corrupción.(Aguirre, 1895; González y
Calisto, 1895)

5 Es probable que los dos ladrones a los que hace referencia fuesen Colombia y
Perú. Primero, porque en la crisis de 1859 hubo acusaciones de reuniones secretas entre
ambos gobiernos para repartirse Ecuador. Segundo, porque mientras Colombia era el
espacio desde el cual permeaban escritos, actores y revolucionarios liberales a inicios del
gobierno garciano en 1860, Perú fue considerado un lugar de reunión y organización para
las redes del liberalismo radical exiliado de Ecuador en el último durante las presidencias
de García Moreno, pero también a fines del siglo XIX.

3. La Iglesia militante al ocaso del siglo

La derrota de conservadores y progresistas en agosto de 1895 no impidió
a los católicos seguir haciendo referencia a la Iglesia militante. Pero, sí
requirió replantear su estrategia, una que llamara a todos a la unión en
contra del gobierno liberal y sus reformas. De ese modo, en la sierra
centro y sur se organizaron guerrillas restauradoras que dificultaron la
pacificación del país por lo menos un lustro. Ante esto, la prensa libe-
ral desde 1895 aumentó las referencias a un término común entre los
opositores al fanatismo ultramontano durante el último cuarto del siglo
XIX. Los católicos militantes que aún tomaban las armas producían pe-
riódicos y otros impresos, se negaban a obedecer las leyes dictadas por
las cámaras, censuraban a los liberales, etc. recibían el nombre de cu-
ruchupas
(“Aconsejamos”, 1895; “Actualidad”, 1897; “Conspiración”,
1897; “Facción seudo católica o curuchupa”, 1898), término que hacía
referencia a un fanatismo religioso al mismo tiempo que ponía en duda
los valores cristianos de un sujeto.6

Con la llegada de misioneros protestantes en 1898, varios círculos católi-
cos se agitaron, ya sea culpando a los liberales por incentivar la tolerancia
de cultos con la nueva Constitución de 1897, pero también agrediendo a
los pastores que circulaban por las ciudades serranas. Una de las hojas vo-
lantes que circularon ese año acusaba al gobierno de anteponer la voluntad
de la minoría de librepensadores frente a la mayoría de la población. Se-
gún Quiteños, el liberalismo intentaba destruir el catolicismo y fomentar
el avance del error. Quiteños, en todo desafiante, terminaba su hoja así:

6 Carlos Joaquín Córdova apunta que existen varios posibles orígenes del térmi-
no, además de que se piensa que se empleó primero en la Sierra sur, en la zona del Azuay.
La primera posibilidad se trata de una mezcla entre español y quichua: cura (sacerdote)
y chupa (rabo), lo que querría decir rabo de cura. Las siguientes posibilidades son “cutu-
chupa” o rabo corto y “curichupa” o rabo de oro. Finalmente, el más convincente resulta
ser el ecuatorianismo quichua “curu” que significa gusano y “chupa” que es rabo, es decir
usa un tono despectivo hacia los católicos y sus propias faltas y pecados (Córdova, 1993,
pp. 119-125). Curuchupas podía hacer alusión al partido conservador o a los católicos
intransigentes.

Los tiempos de la Iglesia militante: temporalidad de un concepto en el Ecuador del siglo XIXRevista Pucara, N.º 33 (73-93), 2022

8988

¡Majestuoso Pichincha! Volcán sublime, tú que desafías los
siglos y en ellos eres testigo de la fe de nuestros mayores, agita tu
inflamado cráter y con lava hirviente sepúltanos, antes que criminales
extranjeros profanen nuestro suelo con su inmunda planta (Quiteños,
1898, pp. 1-2).7

Conforme se acercaba el ocaso del siglo, los católicos militantes debie-
ron aceptar que la hegemonía de la República católica se había quebrado
y que los círculos liberales no serían depuestos del gobierno. Además, la
readecuación de fuerzas católicas en el siglo XX fue coetánea a la consa-
gración del modelo moderno de historia como preponderante.

Conclusión

El concepto de Iglesia militante tiene un primer registro de politización
en 1857 con el artículo de Solano en La Escoba. Desde ese momento,
hasta finales del siglo XIX, el concepto permite una aproximación a los
discursos, prácticas y repertorios alrededor del combate de los católicos
contra sus enemigos: rojos, liberales o radicales. Pero, también, facilita un
acercamiento al cambio en la concepción de historia y tiempo a raíz de
que los católicos debieron reconocer que los acontecimientos que expe-
rimentaron entre 1857 y 1900 no tenían parangón. Es decir, el modelo de
historia como maestra de vida y el sentido de repetición se desgastaron a
lo largo del siglo. En la lucha por un futuro prometedor, en el que la Iglesia
militante saldría victoriosa enterraba el carácter cíclico del modelo clásico
de historia. la historia como magistra vitae había permitido cierto grado
de predictibilidad entre los católicos para antelar su triunfo. Sin embargo,
un horizonte cada vez más incierto los acercaba a un modelo de historia
moderna, lineal, sin repeticiones y más acelerado. Los acontecimientos en
Ecuador y Europa llevaron a los católicos a pensar que, si bien la lucha
entre el bien y el mal se repetía una vez más, los agentes de este último ha-
bían cambiado de estrategia y habían optado por descatolizar a las masas.

7 La cita muestra semejanzas al capítulo 23, versículo 30 del evangelio de Lucas
que hace referencia a las palabras de Jesús camino al calvario: “entonces dirán: “¡Que
caigan sobre nosotros los montes, y nos sepulten los cerros””
(Biblia, 1995, p. 158).

Muchas de estas transformaciones de sentido y percepción fueron crucia-
les en la formación del criterio histórico de los historiadores modernos
ecuatorianos. Dentro de este marco, y participe del cambio de régimen
de historicidad, Federico González Suárez explicaba que el hombre tenía
libre albedrío, pero que se encontraba sujeto a la voluntad divina. Dios no
era un titiritero, pero era capaz de castigar a la humanidad a pesar de su
libertad de acción. Sin embargo, a la final, la manera en la que los hombres
transitaban la lucha entre el bien y el mal era lo que guiaba a los pueblos,
cuyo tiempo era terreno (González Suárez, 1937, pp. 21-31).

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“Lo mismo pueden ser rusos blancos, judíos alema-
nes o comunistas españoles o italianos”1: los pasapor-

tes Nansen en las leyes de extranjería del Ecuador.
“It is the same if they are white Russians, German Jews or
Spanish or Italian communists”: the nansen passport in the

Ecuadorian laws on foreigners”
“É o mesmo se forem russos brancos, judeus alemães ou co-

munistas espanhóis ou italianos”: passaportes Nansen nas leis
de imigração equatorianas

Agatha Rodríguez Bustamante
Lateinamerika-Institut (LAI), Freie Universität Berlin

E-mail: agatharodriguezbustamante@gmail.com

Resumen

Este artículo propone analizar y explicar cómo, para qué y por quiénes
fueron utilizados los pasaportes Nansen en el marco de las leyes de ex-
tranjería del Ecuador entre 1921 y 1941. A través del análisis de este mar-
co legal observaremos las políticas que se implementaron para posibilitar

1 El título fue tomado de la carta del cónsul en Génova Rodrigo Jácome Moscoso,
enviada el 10 de diciembre de 1936. En ésta pedía instrucciones sobre cómo proceder ante
las solicitudes de personas en condición de apátridas. Este documento, así como las demás
fuentes primarias que componen este trabajo reposan en el Archivo Histórico “Alfredo Pare-
ja Diezcanseco” del Ministerio de Relaciones Exteriores. Agradezco profundamente a Fan-
ny Santos, funcionaria de este repositorio por su trabajo diario para mantener a disposición
de los investigadores este importante acervo y, especialmente, por su generosidad conmigo
y por responder cada una de mis peticiones.

Esta ponencia se escribió con el apoyo de una beca otorgada por el Deutscher Akademis-
cher Austauschdienst (DAAD) para realizar estudios doctorales en el Lateinamerika-Institut
(LAI) de la Freie Universität Berlin con el trabajo titulado: “En busca de “los extranjeros que
profesen ciencia, arte o industria útil: leyes de extranjería y migraciones europeas en el Ecua-
dor de finales del siglo XIX y principios del XX”, bajo la tutoría del profesor Stefan Rinke.

“Lo mismo pueden ser rusos blancos, judíos alemanes o comunistas españoles o italianos”: los
pasaportes Nansen en las leyes de extranjería del Ecuador.Revista Pucara, N.º 33 (95-120), 2022

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la entrada de extranjeros considerados “útiles”. Para lograr este objetivo
reconstruiremos la actuación de los cónsules ecuatorianos frente a los
extranjeros que solicitaron inmigrar “bajo el amparo” de los documentos
Nansen u otros certificados, sin observar si eran “rusos blancos, judíos
alemanes o comunistas españoles o italianos”. Esta expresión fue usada
para explicar los procedimientos de otorgamiento de visas a apátridas,
condición que adquirieron debido a conflictos que Ecuador consideraba
lejanos. Lo que venía siendo un procedimiento de facto, se regularizó a
finales de la década de 1940. Para ese entonces decenas de inmigrantes
salvaron sus vidas por el “vacío legal” de las leyes ecuatorianas.

Palabras clave: Pasaportes Nansen, leyes de Extranjería, apátridas, cón-
sules ecuatorianos, Ecuador.

Abstract

The article proposes to analyze and explain how, for what and by whom
the Nansen passports were used within the framework of laws on foreig-
ners of Ecuador between 1921 and 1941. Through the analysis of this
legal framework, we will observe the policies that were implemented to
enable the entry of foreigners considered “useful”. To achieve this ob-
jective, we will reconstruct the actions of the Ecuadorian consuls when
foreigners applied to immigrate “bajo el amparo” of the Nansen docu-
ments or other certificates. Some consuls did not observe whether they
were “white Russians, German Jews or Spanish or Italian communists”.
The expression was used to explain the procedures for granting visas
to stateless persons, a condition acquired due to conflicts that Ecuador
considered distant. This was a de facto procedure that was regularized at
the end of the 1940s. At that time, dozens of immigrants saved their lives
due to the “legal vacuum” of Ecuadorian laws.

Key words: Nansen passport, laws on foreigners, stateless persons,
Ecuadorian consuls, Ecuador.

Resumo

Este artigo se propõe a analisar e explicar como, para que e por quem
os passaportes Nansen foram usados no marco das leis de imigração do
Equador entre 1921 e 1941. Através da análise deste marco legal ob-
servaremos as políticas que foram implementadas para permitir entrada
de estrangeiros considerados “úteis”. Para atingir esse objetivo, recons-
truiremos as ações dos cônsules equatorianos contra estrangeiros que
solicitaram imigrar “sob a proteção” de documentos Nansen ou outras
certidões, sem observar se eram “russos brancos, judeus alemães ou co-
munistas espanhóis ou italianos”. Essa expressão foi usada para explicar
os procedimentos de concessão de vistos aos apátridas, condição que eles
adquiriram devido a conflitos que o Equador considerava distantes. O
que era um procedimento de fato foi regularizado no final da década de
1940. Naquela época, dezenas de imigrantes salvaram suas vidas devido
ao “vácuo legal” das leis equatorianas.

Palavras-chave: Passaportes Nansen, leis de imigração, apátridas, côn-
sules equatorianos, Equador.

Recibido: 12.05.2022 Aceptado: 27.05.2022

***
“Hay cosas que uno quiere olvidar, que hay que aceptar porque han
ocurrido, pero en las que nadie quiere volver a pensar”.
AGATHA CHRISTIE

1. Introducción

Este artículo es parte de mi trabajo doctoral titulado “En busca de “los ex-
tranjeros que profesen ciencia, arte o industria útil”: leyes de extranjería
y migraciones europeas en el Ecuador de finales del siglo XIX y princi-
pios del XX”, investigación con la que propongo reconstruir cómo fueron

“Lo mismo pueden ser rusos blancos, judíos alemanes o comunistas españoles o italianos”: los
pasaportes Nansen en las leyes de extranjería del Ecuador.Revista Pucara, N.º 33 (95-120), 2022

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instrumentalizadas las cinco leyes de extranjería promulgadas en distintos
contextos desde finales del siglo XIX y que fueron puestas al servicio de un
proyecto estatal que buscaba atraer a profesores europeos, que por diversas
razones habían decidido inmigrar o exiliarse y escogieron América Latina
como destino. Este grupo de personas, según la visión estatal plasmada
en los informes ministeriales y otra documentación gubernamental, podía
contribuir a la consecución del anhelado progreso material de naciones en
ciernes (Freile, 1911, p. 42; Aguirre Aparicio, 1920, p. 54). Esto podría al-
canzarse a través del desarrollo agrícola e industrial, pero también a través
de una educación centrada en lo científico. Esta idea estaba extensamente
difundida entre las élites de los países latinoamericanos durante finales del
siglo XIX y principios del XX.

A grandes rasgos este es el objetivo de mi investigación. Sin embargo, el
volumen del material documental y el espacio temporal que estoy revisan-
do abrió la posibilidad de mirar otros procesos que pueden ser estudiados
tanto dentro de mi tesis como de forma independiente por las características
que presentan. Este es el caso del reconocimiento por parte del Ecuador de
los pasaportes Nansen, tema del que nada se ha escrito de forma sistemáti-
ca. En este artículo analizaremos con que intención fueron introducidos en
las leyes y reglamentos sobre extranjería, a quiénes permitió la entrada en
el país debido a su supuesta utilidad para el proyecto de progreso e intenta-
remos reconstruir cómo en este proceso se salvaron vidas.

Los pasaportes Nansen fueron diseñados en 1922 y tuvieron validez hasta
1942, año en que dejó de funcionar en la práctica la Sociedad de las Na-
ciones que los expedía. Se pensaron como una medida para solucionar la
situación en la que quedaron miles de personas después de la Primera Gue-
rra Mundial que tuvo como una de sus múltiples consecuencias crear una
nueva configuración del mapa europeo en la que desaparecieron imperios y
se crearon países dejando a miles de personas en un limbo legal en cuanto
a su nacionalidad. Asimismo, la Revolución Rusa obligó a rusos disidentes,
a quienes Lenin retiró la nacionalidad, a emigrar a otros países sin ningún
documento que los respalde, por lo que fueron sus principales beneficiarios.

Los apátridas o sin patria podrían optar por este documento para viajar
sin problemas pues tenía el aval de la Sociedad de las Naciones, pero no
otorgaba ciudadanía, ni la seguridad de volver al lugar de origen. En un
futuro no muy lejano también sería usado por quienes a pesar de poseer
una nacionalidad no podían hacer uso de ésta por diversas razones, este
fue el caso de los judíos que perdieron la nacionalidad alemana durante el
régimen nacionalsocialista. Ecuador hizo efectiva su entrada a la Sociedad
de las Naciones en 1934 y, por lo tanto, adquirió varios de los compromisos
de este organismo, entre esos reconocer los pasaportes Nansen y aceptar-
los como un documento válido para ingresar a su territorio, pero siempre
lo hizo con matices y dejando muchos vacíos en el camino (Ponce Borja,
1935, pp. 204-205).

2. La selección de la inmigración

Debemos considerar que Ecuador no era uno de los países favoritos
de los inmigrantes europeos durante la época de las migraciones masi-
vas que llevaron a millones hacia Argentina, Brasil o Estados Unidos.
De hecho, Ecuador estaba por detrás de países más pequeños como
Uruguay, pues este le aventajaba en otros aspectos que lo hacían más
atractivo. Las leyes que regulaban los temas de extranjería datan de
finales del siglo XIX, no así las preocupaciones sobre la definición del
extranjero, que están presentes desde la fundación de la república, así
como sobre las contribuciones o problemáticas que podían representar.
En “Legislación sobre el extranjero”, escrito por Antonio Flores Jijón
en 1873, ya se planteaban ideas sobre la selección de inmigración al
cuestionar la presencia de los inmigrantes chinos, pero también se es-
bozaban ideas sobre el control de los inmigrantes residentes en el país,
lo que se normaría en las leyes de extranjeros de 1886 y 1892, mientras
que la selección de inmigrantes que era una práctica común, recién se
normaría después de la década de 1920. Este escrito aparece como un
“apéndice” en el texto Derecho Público. Inmigración China (Flores
Jijón, 1889, pp. 23-46).

“Lo mismo pueden ser rusos blancos, judíos alemanes o comunistas españoles o italianos”: los
pasaportes Nansen en las leyes de extranjería del Ecuador.Revista Pucara, N.º 33 (95-120), 2022

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Esta temática puede dar para una larguísima discusión, pero en este
trabajo solamente lo apuntaremos para afirmar que siempre existió la
preocupación por seleccionar la inmigración a través de categorías que
para entonces estaban vigentes y que se construyeron a partir de las
teorías eugenésicas que impregnaban los círculos científicos de la épo-
ca y que eran consideradas válidas. En las décadas posteriores a las
primeras leyes de extranjeros promulgadas en el Ecuador, la categoría
de “deseables”, vinculada al blanco europeo y a una buena conducta y
una moralidad probada y de “indeseables” o “perniciosos”, categorías
vinculadas a las ideas que permitieron la exclusión de ciertos grupos,
por ejemplo, de los ciudadanos chinos, se implementaron como la for-
ma de selección de los inmigrantes. Esto es evidente en un documento
de agosto 1906 a la legación en París, en el cual se pedía fomentar la
colonización del Oriente, pero los inmigrantes que los contratistas tras-
ladasen debían tener una moral intachable y buena salud, además de
los documentos que prueben dichas afirmaciones para evitar elementos
perniciosos. La idea era traer “brazos para explotar las riquezas”, pero,
según indica el cónsul A. Moreno, los acontecimientos en Europa, so-
bre todo en Rusia, la guerra ruso-japonesa (1904-1905) y la agitación
política de 1905, hacían presumir que “fuesen de esos judíos rusos (…)
que no presentan garantías de moralidad y aptitudes para un trabajo
práctico de agricultura” (Moreno, 1906) por lo que debía aplicarse una
rigurosa selección.

A medida que los acontecimientos globales se precipitaban, las catego-
rías se iban perfeccionado y ya no estaban solo vinculadas a la idea de
la raza, muchas veces equivalente a la nacionalidad, como en el caso
de los chinos que para finales del siglo XIX tenían prohibido emigrar
a casi todo América Latina. A medida que el siglo XX avanzaba, las
políticas migratorias también comenzaron a rechazar a personas que
promovieran “ideas extrañas”, que perturbasen el orden establecido, y
así poco a poco se irían construyendo nuevas categorías, entre las que
destacaba la de “bolchevique” asociada a lo indeseable.

3. Las leyes de extranjería y los reglamentos de pasaportes frente a los
pasaportes Nansen y los Títulos de Identidad

En el marco de las nuevas migraciones que provocó la Primera Guerra
Mundial y la Revolución Rusa, además de otros conflictos y crisis en
Europa, el Ecuador promulgó una nueva ley en 1921, esta vez denomi-
nada de extranjería, extradición y naturalización, que de entrada mar-
caba distancia con la de 1892 al contemplar con mayor detenimiento la
extradición y naturalización de los extranjeros domiciliados en el país.
No tenemos el espacio para analizar completamente la ley, sin embar-
go, para el trabajo que presentamos es importante señalar el capítulo
III: Admisión de Extranjeros, que muestra la forma de seleccionar a
los inmigrantes. Implícitamente los inmigrantes estaban divididos en
“deseables”, los que al llegar al Ecuador se dedicasen a la agricultu-
ra, la industria o ciencias y artes, e “indeseables”, estos últimos eran
los “locos (…), mendigos de profesión, los vagabundos, los enfermos
(esto era definido por reglamentos sanitarios), los que no hubieren
sido admitidos en otros países (…) o condenados en el extranjero”
(Poder Legislativo, 1921) y un largo etc., que constituye el art. 22.
En definitiva, dividiéndolos en útiles y en elementos perniciosos. Sin
embargo, el art. 23 en opinión de nuestro trabajo contradice esta forma
de selección o al menos la aplicación del art. 22, al explicar que “no se
aplicará la disposición anterior a los condenados por motivos políticos
o religiosos, o por hechos con ellos anexos, ni a los que pretendan
asilarse en el país para salvar su vida” (Poder Legislativo, 1921). Esto
creó una de las primeras contradicciones ya que directamente abrieron
un vacío legal al realizar una lista de los supuestos inadmisibles y
enseguida dejaba la puerta abierta a quien quisiera salvar su vida por
motivos que el Ecuador veía como lejanos, aunque en la práctica no lo
eran, por lo que estaba dispuesto a recibirlos. Este tipo de contradic-
ciones que abrieron las fronteras será algo constante en las leyes del
Ecuador. A esto se sumaba que si el peticionario tenía una profesión
que el Ecuador pudiera aprovechar, no se dudaba mucho en otorgar
la visa, como se puede verificar en las decenas de solicitudes acepta-

“Lo mismo pueden ser rusos blancos, judíos alemanes o comunistas españoles o italianos”: los
pasaportes Nansen en las leyes de extranjería del Ecuador.Revista Pucara, N.º 33 (95-120), 2022

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das para que en la década de los veinte varios inmigrantes europeos
entraran al Ecuador a dedicarse a la agricultura, a ciertas industrias, a
colonizar y a enseñar en colegios y sobre todo en institutos superiores
y en las universidades.

El Ecuador fue uno de los países que menos ventajas ofrecía a los posi-
bles colonos europeos. Los cónsules estaban instruidos para ofrecer por
parte del Estado:

una extensión de 200 hectáreas para cada familia, con venta-
jas de abundante fertilidad y de ser un hospitalario país, que se da (el
terreno) al emigrante ya sea agricultor, obrero o industrial en posesión
de una profesión, siempre que tenga buena salud física y moral (Arteta,
1925).

Esto fue publicado en Génova en 1924 en un artículo que escribió el
cónsul sobre las ventajas del Ecuador y en las que resaltó a la legisla-
ción ecuatoriana como abierta a recibir a inmigrantes y a ofrecer venta-
jas como el buen trato que sus leyes dispensaban. Sin duda, la ventaja
más grande que ofrecía eran estas leyes que eran menos restrictivas que
otras de su clase en Sudamérica.

Otro artículo importante de la ley de 1921 era la obligación de obte-
ner una visa, lo que no estaba normado hasta la promulgación de esta
ley. El inmigrante debía obtener una visa otorgada por el cónsul del
Ecuador, de Carrera o ad honorem, lo que dejó en manos de éstos la
decisión de admitir o no a los extranjeros. En esta ley también podemos
observar varios artículos favorables a los refugiados, pero una serie de
denuncias realizadas contra los contratistas para colonizar terrenos en
el Ecuador y contra el mismo Estado precipitó la decisión, emitida en
diciembre de 1926, de negar visas a todos sin excepción, como con-
firmaba en julio de 1927, el cónsul de Viena Julio Rosenstock, quien
aseguraba que seguía negando visas a emigrantes que querían radicarse
en el país (Rosenstock, 1927). Para la década de 1920 los pasaportes
Nansen eran reconocidos solamente por los miembros de la Sociedad

de las Naciones, por lo que no es raro que no se diga nada sobre estos
en las solicitudes que revisé, lo que no implica que no fueron usados
para intentar emigrar al Ecuador.

La década de los treinta será una época de nuevos retos para la legislación
sobre extranjería del Ecuador. En 1931, levantada la prohibición, se emitió
un Reglamento de Pasaportes, por primera vez, que intentaba regularizar
y llenar los vacíos de la ley, pero siguiendo la línea de selección, control y
aceptación de “elementos útiles”, mientras tanto otros países antes recep-
tores de inmigrantes cerraban sus fronteras a través de leyes cada vez más
restrictivas (Domenech, 2015). Ecuador no cambiaría su ley, pero emitiría
este reglamento para intentar controlar el tipo de inmigración que recibía,
aunque como veremos dejó varios puntos a la interpretación del cónsul y a
las órdenes emitidas por el ministro según el caso que se presentase; en una
palabra, reinaba la improvisación. Esta normativa se dio fundamentalmen-
te para: 1. Defender la seguridad pública de elementos nocivos a través del
control de la inmigración y 2. La conveniencia de reglamentarla a través
de la expedición de pasaportes y visas en regla. Así, la visa se convirtió en
el único boleto de entrada al Ecuador y en muchos casos la oportunidad de
escapar de la miseria económica y de las continuos conflictos. Recordemos
que la década de 1930 fue el preámbulo de la guerra que vendría y las ten-
siones eran frecuentes.

El pasaporte debía contener información precisa, que, si la comparamos,
pedían los mismos datos que una ficha policial para entonces, siendo un
instrumento de absoluto control, antes solo aplicado a los inmigrantes chi-
nos. Los cónsules debían realizar un trabajo detectivesco para visar un
pasaporte amparándose en el art. 22 de la ley que en este reglamento se
copiaba íntegramente e impedía la entrada de extranjeros “indeseables”.
La única excepción para entrar al país sin visa se aplicó a quienes venían
para colonizar ciertas regiones y se sumaba a lo que se ofrecía como faci-
lidad. En este reglamento no existe ninguna referencia al reconocimiento
de pasaportes Nansen o certificados de identidad o viaje, lo que no es raro,
pues Ecuador aún no era parte de la Sociedad de las Naciones, pero los

“Lo mismo pueden ser rusos blancos, judíos alemanes o comunistas españoles o italianos”: los
pasaportes Nansen en las leyes de extranjería del Ecuador.Revista Pucara, N.º 33 (95-120), 2022

105104

treinta representaron grandes desafíos en temas migratorios, incluyendo el
reconocimiento de estos documentos, que hicieron que se promulgaran en
esa década más leyes y reglamentos sobre este tema que en los cincuenta
años anteriores.

A través de la correspondencia consular observaremos algunos de estos de-
safíos, entre los que destacaba la selección y control de la inmigración con
un reglamento más bien ambiguo. Entre 1932 y 1934 nos situaremos en
Génova y Amberes, dos puertos y por lo tanto puntos estratégicos, en los
que los consulados eran muchas veces más importantes que las legaciones
que estaban en las capitales europeas. A su cargo estaban, Luis F. Veloz y
José Ramón Boloña, respectivamente. Desde Amberes se notificaba que
la recepción de este nuevo reglamento permitiría “seleccionar la inmigra-
ción” para evitar la llegada de elementos “indeseables” (Boloña, 1932),
lo que era secundado por el cónsul en Génova que para mayor seguridad
enviaba el listado de pasaportes concedidos e informaba que “de la Europa
Oriental son expulsados día a día, con pasaportes en regla de las respec-
tivas autoridades, miles de judíos bolcheviques indeseables que aparente-
mente son inofensivos. De estos han ido algunos al Ecuador, a contribuir
con sus doctrinas y experiencias a organizar ese partido funesto” (Veloz,
1934), reconociendo que, aunque muchas personas tenían sus papeles en
regla eso no significaba que fueses “inofensivos” pues eran expulsados de
sus países por su filiación política, pero la ley ecuatoriana no tenía razón
para no otorgar la visa solicitada si cumplían con los requisitos, lo que en
su opinión era preocupante, lo que se explica por su evidente anticomu-
nismo. Sin embargo, debían cumplir con la ley que no era clara sobre este
punto y en la gran mayoría de los casos se otorgaban las visas. Estos casos
en los que el cónsul objetaba la idoneidad de los inmigrantes se repiten en
todos los consulados que revisé.

Con estos antecedentes, en mayo de 1934 la Cancillería a través de una
circular ordenaba a los cónsules tener el máximo cuidado con los pasa-
portes que visaban y enviar listados de los pasaportes, pero es una orden
que se prestaba para la interpretación del funcionario, y el aluvión de

consultas no se hicieron esperar, pues lo que era conveniente para unos,
no lo era para otros. Un ejemplo es la solicitud de un veterinario ucrania-
no refugiado en Francia que deseaba ser contratado para la Escuela de
Veterinaria de Quito y que el cónsul veía con buenos ojos a pesar de su
procedencia y la falta de documentación que respaldasen su condición de
no “pernicioso”, aquí vemos que la ley se aplicaba a discreción.

Cuando se hizo efectiva la entrada del Ecuador a la Sociedad de las Na-
ciones comenzaron las dudas sobre los certificados Nansen y similares.
José Ramón Boloña, consultaría, a través de un comunicado titulado
“pasaportes especiales”, cuál debía ser el procedimiento ante los “cer-
tificados Nansen”, indicando que, por la crisis económica y las distintas
restricciones cada vez más personas quieren viajar a América del Sur.
Además, decía que existían dos categorías de inmigrantes: la de refu-
giados rusos y los de nacionalidad indeterminada. Los primeros recibían
el Certificado Nansen, al que Boloña definía como carta de identidad o
pasaporte provisorio, mientras que los segundos también son rusos blan-
cos que obtienen títulos de identidad o de viaje “que nada prejuzgaba su
nacionalidad” (Boloña, 1935) y les permitía viajar y moverse en Europa.
Basado en esta diferenciación Boloña realizó un análisis del reglamento
de 1931 y pidió instrucciones sobre cómo proceder ya que existían va-
rios casos a la espera de una respuesta. Argumentaba que los certificados
Nansen y los certificados de viaje son aceptados en toda Europa, pero
que cumpliría con lo que se disponga. El análisis era el siguiente:

En primer lugar, indicaba sobre el art. 25 de la Ley de Extran-
jería de 1921: “Todo individuo extranjero para ser admitido en el Ecua-
dor, debe presentar sus pasaportes visados por el Cónsul ecuatoriano
del puerto donde se haya embarcado (...)” (Poder Legislativo, 1921).
Boloña notaba que este artículo dice “pasaportes” y no otro documento,
como los certificados que a su juicio eran supletorios y que algunos se
han conferido por una Convención que ni siquiera fue aprobada por
el Ecuador, y estaba en lo cierto, porque el reglamento y la ley solo
hablaban de pasaportes, ¿qué hacer? era la pregunta, pues muchos de
estos inmigrantes eran “deseables” en los términos que ya describimos,
solamente no tenían un pasaporte, tal como lo definía la ley. Finalmente
se otorgaban muchos visados obviando este tecnicismo.

“Lo mismo pueden ser rusos blancos, judíos alemanes o comunistas españoles o italianos”: los
pasaportes Nansen en las leyes de extranjería del Ecuador.Revista Pucara, N.º 33 (95-120), 2022

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En segundo lugar, argumentaba que el reglamento de pasapor-
te de 1931 en su art. 4 decía que “En todo pasaporte deberá constar el
nombre y nacionalidad del viajero; su oficio, profesión o empleo (…)”,
(Reglamento de Pasaportes, 1931), pero que en su condición de apá-
trida no se podía cumplir con la solicitud de anotar la nacionalidad del
portador (Boloña, 1935). Según él esta falta de información invalidaría
el documento. Este tipo de contradicciones mostraba que la legislación
ecuatoriana estaba desfasada de los acontecimientos europeos, lo que
era, sin duda, una complicación ya que la migración deseada prove-
nía de este lugar en específico. Estas contradicciones eran resueltas de
acuerdo con el arbitrio del cónsul o la cancillería, que finalmente toma-
rían una decisión de acuerdo con la “utilidad” del inmigrante, por las
recomendaciones y muchas veces por razones humanitarias, porque a
pesar de que este razonamiento fuese compartido por todos los cónsu-
les en Europa, los pasaportes Nansen y similares fueron aceptados y se
otorgaron los visados.
También estaba el otro lado del asunto, cuando las sospechas
pesaban más. Fue el caso del nuevo cónsul de Génova Carlos A. Arteta,
quien se dirigió a la cancillería para consultar sobre los “certificado
Nansen”, y preguntaba retóricamente ¿qué era un pasaporte y qué no?
Esto surgió al presentarse dos personas que poseían un “documento de
identidad nacional” y un “verdadero pasaporte alemán” con los que
intentaban dejar Europa a través de Italia, aunque su residencia era
Alemania. Obviamente eran judíos que intentaban huir, pero su actitud
le pareció tan sospechosa al cónsul que se negó a otorgar la visa y,
además, arguyó que lo hacía porque había recibido noticias de “que los
inmigrantes intentan entrar a América Latina por Ecuador, ya que tenía
tarifas menores y por supuesto la ley era “laxa”. Luego se iban a otras
naciones con acceso más restringido” (Arteta, 1935).

Ante este descontrol por decirlo de algún modo, la cancillería envío una
nueva circular a mediados de 1935 donde se dieron instrucciones de visar
los pasaportes Nansen de los refugiados rusos, pero no tenía especifica-
ciones para los “Títulos de identidad o viaje” otorgados por otros países
europeos, pero lo cierto es que estos documentos se usaban y los cónsu-
les ecuatorianos los aceptaban. Este fue el caso de Alejandro Onitchenko
quien llegó contratado para la Escuela de Minas con un título de identidad,
que el cónsul reconoció por conveniencia, después de todo el gobierno lo

estaba contratando. Lo mismo sucedió con el ingeniero Alexis Lochkareff,
pero él y su familia tenían pasaportes Nansen como refugiados rusos. No
se pidieron explicaciones y la visa se otorgó pues llegaba para enseñar en
la misma escuela que Onitchenko (Rodríguez Bustamante, 2022).

Según el vicecónsul en Hamburgo, Jorge Egüez esto era más común de lo
pensado y creía necesario normar el reconocimiento de los distintos títulos
o certificados de identidad, expedidos en Europa, pero él lo argumentó
desde su experiencia con los documentos otorgados en Alemania con la
denominación de Staatenlos, del alemán apátridas, y señalaba que:

por lo que he podido observar, obtienen estos pasaportes los
nacidos en Alemania de raza judía, a quienes el actual Gobierno no les
reconoce como alemanes; los nacidos o pobladores de las regiones que,
por virtud de los tratados de paz cambiaron de soberanía, y por descuido
u otra causa, no definieron su nueva nacionalidad, perdiendo en cambio,
la que tenían (Egüez, 1935).

El vicecónsul indicaba que en estos casos si había concedido visas, pri-
mero porque la ley de pasaportes no contemplaba esos casos y segundo
porque ha realizado investigaciones y los aspirantes judíos podían recibir
visas sin problema por sus antecedentes y porque la ley ecuatoriana no los
condenaba en absoluto, como sí lo hacía el régimen nacionalsocialista. En
este caso se debe reconocer que el vicecónsul seguía con lo trazado sobre
los judíos por el cónsul Leonardo Sotomayor Luna, quien consideraba del
todo injusto lo que sucedía en Alemania, pero falleció y su lugar sería ocu-
pado más tarde por Enrique Andrade, un feroz opositor de la inmigración
judía. Con la circular de 1935 se reconocieron los pasaportes Nansen de
hecho, porque de facto se estaban visando años antes y lo mismo sucedió
con sus similares.

El caso de los apátridas merece un análisis más detallado. La definición no
siempre estaba clara y cada caso tenía sus propias características. Así los
refugiados rusos, ya no eran rusos, pero se sabía que lo habían sido. En el
caso de muchos europeos del este los países en los que nacieron y de los

“Lo mismo pueden ser rusos blancos, judíos alemanes o comunistas españoles o italianos”: los
pasaportes Nansen en las leyes de extranjería del Ecuador.Revista Pucara, N.º 33 (95-120), 2022

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cuales poseían nacionalidad ya no existían o habían sido ocupados, si eran
judíos automáticamente perdían su nacionalidad en Alemania o Austria y
en el caso de los republicanos españoles no podían conseguir pasaporte
por su filiación política. Es así como convertirse en apátrida no siempre
dependía de lo mismo y los documentos eran contradictorios.

Las consultas para saber cómo proceder ante los apátridas sin un pasa-
porte Nansen eran continuas, un ejemplo interesante es el siguiente: el
cónsul en Ginebra Alex Gastelú solicitaba en 1937 información sobre
una publicación que circuló en una nota de prensa titulada “Pässe für
Menschen ohne Vaterland”, cuya traducción es “Pasaportes para perso-
nas sin patria”, porque él no había recibido indicaciones sobre este parti-
cular y preguntaba si era aplicable, pues los refugiados judíos deseaban
conocer la veracidad de dicha noticia. El 1 de junio el cónsul enviaba
un recorte de periódico que trataba este tema y que era una reacción a
la supuesta publicación antes citada, pero que el cónsul nunca explicó a
detalle, ni adjuntó. Sin embargo, los supuestos ofrecimientos por parte
del Ecuador quedan aclarados en este recorte. He realizado una traduc-
ción en la que recupero el párrafo de una supuesta circular enviada por el
gobierno ecuatoriano a sus cónsules:

Suiza conoce suficientemente la miseria de los “apátridas” por
sí misma. Personas irreprochables, en su mayoría víctimas de la arbi-
trariedad que los expulsó de sus hogares y les privó de un pasaporte,
que el contemporáneo necesita para vivir, como el aire y la comida
(…). Entonces, ¿qué van a hacer estos apátridas, a menos que se retiren
definitivamente de las calamidades terrenales? Muchos amigos de la
humanidad, encabezados por el gran Nansen, han buscado una solución
al problema, pero todo lo que se ha inventado para salvar a los “apátri-
das” los ha salvado siempre por muy poco tiempo; el derecho a estar
en cualquier lugar no se ha concedido en principio en ningún Estado
a las personas sin pasaporte, ni siquiera durante un breve período de
tiempo, si es que se ha concedido. Ahora se ha encontrado un país que
quiere conceder ese derecho. Los cónsules de este improbable país han
recibido de su Gobierno central la siguiente circular:

“La existencia de apátridas es una dolorosa realidad de la si-
tuación de posguerra en Europa, a causa de la cual miles de personas
han perdido su patria y su hogar, víctimas de la instigación política,
religiosa y racial. Les informo que nuestro país no puede cerrar sus
puertas, ni puede cerrarlas, cuando, invocando el sentimiento de fra-
ternidad humana, esas personas sin patria, perseguidas en Europa, se
acogen al Ecuador en busca de casa, patria y trabajo. El mero hecho
de ser apátrida no puede ser motivo para denegar la expedición de un
pasaporte.” El Estado que se ha erigido en tal acto cultural se llama
Ecuador. El hombre que firma esa circular es el ministro Pesantes. Si
hubiera un premio Nobel de humanidad y generosidad, estaría seguro
de que el señor Pesantes realizó un acto en el que otros no hacen más
que discursos de unción. Ecuador es un estado pequeño, habitado por
descendientes de los incas (…), pero en el mapa del mundo moral,
debe aparecer como un estado cultural de primer orden” (Gastelú,
1937).

Escribió esta nota el escritor exiliado Alfred Polgar y aseguraba que
se tenía conocimiento de esta supuesta circular, firmada por el minis-
tro Pesantes que, en realidad ocupaba el ministerio de Previsión So-
cial y no el de Relaciones Exteriores, en la cual se ofrecía una “puerta
abierta” a los apátridas. No todo esto era cierto, ni en los términos tan
prometedores que la nota de Polgar afirmaba, pero si analizamos con
detenimiento las leyes y reglamentos y la forma en que los cónsules
aplicaban esta legislación, tampoco es tan desacertado decir que sí, que
el Ecuador dejaba abiertas muchas puertas y así salvo decenas de vidas.
En 1936 nuevamente el cónsul Boloña se dirigió a la Cancillería para
avisar de la solicitud de visa de un sujeto de “nacionalidad indetermi-
nada” y decía:

ese Ministerio dispuso que los funcionarios en el exterior no
pueden visar los simples Títulos de Identidad o de Viaje que se da a
los antiguos rusos por las autoridades de los países donde ellos residen
(…); disposición que he cumplido estrictamente con todas las personas
que intentaron dirigirse al Ecuador provistos de tales documentos (Bo-
loña, 1936).

“Lo mismo pueden ser rusos blancos, judíos alemanes o comunistas españoles o italianos”: los
pasaportes Nansen en las leyes de extranjería del Ecuador.Revista Pucara, N.º 33 (95-120), 2022

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Ante esta situación la consulta era si el señor Jablonka, judío nacido en
Varsovia y con pasaporte belga de apátrida que, además, había solicita-
do en repetidas ocasiones inmigrar a Ecuador a establecer una fábrica de
perfumes, podía recibir la visa necesaria. El cónsul opinaba que era un
sujeto pacífico y de buenos antecedentes, pero prefería realizar la consulta,
afirmando su opinión favorable al decir que son muchos los casos de este
estilo y que han sido bien recibidos en otros países de América del Sur, que
Ecuador debería aceptarlo y que realmente la ley no se oponía a su llegada.

Durante el mismo año, el cónsul de Génova Rodrigo Jácome Moscoso
escribió un documento titulado “pasaportes para sin patria” donde ex-
plica que casi todos los días llegan a su consulado posibles inmigran-
tes a consultar cuál es la posición del Ecuador ante los “sin patria”,
condición en la que estaban cientos de miles en esa época en Europa.
Así el cónsul diría “que lo mismo pueden ser rusos blancos, judíos ale-
manes o comunistas españoles o italianos” (Jácome Moscoso, 1936) al
intentar explicar con claridad quienes eran los que se habían conver-
tido en apátridas y a renglón seguido indicaba que “esto significa que,
desde el punto de vista de la selección de inmigrantes según sus ideas
políticas, no sería posible adoptar una norma absoluta que prohíba la
entrada de los “sin patria” al Ecuador, como tampoco una que abra las
puertas del país” (Jácome Moscoso, 1936). En otras palabras, su res-
puesta era que él visaría los pasaportes de quienes tuviesen certificado
de salud y buena conducta sin mirar más allá, de ahí la frase antes
citada. Esta posición cambió con los años, dejando de lado las consi-
deraciones con los supuestos comunistas y cerrando definitivamente
las puertas para los sospechosos de profesar estas ideas políticas. El
cónsul consideraba por las razones antes expuestas que la actuación de
los cónsules se complejizaba por lo contradictorio del marco legal vi-
gente y que, por lo tanto, debía realizarse una nueva legislación sobre
el tema, pues la ley de 1921 y el reglamento de 1931 eran obsoletos
para enfrentar una nueva ola migratoria y sin un panorama claro, los
cónsules resolverían los temas bajo su criterio y muchas veces de for-
ma contradictoria, que era lo que estaba pasando.

Si el cónsul de Génova nos da una idea de cómo se iba perfilando la situa-
ción de los acusados de ser comunistas, entre 1936 y 1937 el vicecónsul
de Bremen, Fritz Knoop nos proporciona una idea sobre la situación de
los judíos. Realizaba una consulta por el creciente número de solicitudes
de visa para el Ecuador y preguntaba sobre si la emigración judía esta-
ba “normada y permitida” (Knoop, 1936) y en qué condiciones porque
había un notable aumento de sus solicitudes. Su pregunta se realizaba
porque “la más de las naciones han impuesto restricciones severas para la
inmigración de judíos, restricciones que en algunos casos imposibilitan
por completo la inmigración.” (Knoop, 1937). La forma de proceder ante
las solicitudes de judíos es muy oscura a finales de los años treinta por-
que en un punto se intentó evitar, pero después no, pues si cumplían con
las condiciones se podían visar, aunque contaba la opinión del cónsul. Lo
podemos observar con el siguiente suceso: el 12 de febrero de 1938 llegó
la noticia al cónsul Boloña en Amberes de que Enríquez Gallo había pro-
mulgado la expulsión de los judíos que no se dedicasen a la agricultura o
a la industria en enero de 1938, la misma que no se cumplió. En este do-
cumento se aseguraba que el Jefe Supremo ha dispuesto que no se visen
pasaportes de “individuos de raza judía” (Boloña, 1938), sin embargo,
el 25 de febrero el mismo cónsul dice que ha recibido una circular que
aclaraba que las noticias que circulaban en la prensa eran falsas y citando
al jefe supremo argumentaba que la realidad era que:

las medidas que el gobierno, en guarda de los intereses nacio-
nales, proyecta adoptar con los extranjeros que residen en el Ecuador,
no se dirigen sino a aquellos que han ingresado al país burlando las
Leyes y Reglamentos de inmigración, y no a los determinada raza o
nacionalidad (Boloña, 1938).

Esto desestimaba la prohibición de visar los pasaportes judíos. Son estos
vacíos los que permitieron a los inmigrantes ingresar al Ecuador, pues un
día sí, y otro no, así funcionaban el marco legal sobre extranjería en aque-
llos años. Así varios judíos ingresaron al país con pasaportes Nansen, con
Certificados de Identidad o con pasaportes que los sellaban como judíos.

“Lo mismo pueden ser rusos blancos, judíos alemanes o comunistas españoles o italianos”: los
pasaportes Nansen en las leyes de extranjería del Ecuador.Revista Pucara, N.º 33 (95-120), 2022

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4. Los pasaportes Nansen y su ingreso al marco legal de extranjería.

Entre los años 1931 y 1937 en el contexto de nuevas migraciones se
impulsó una nueva legislación, precisamente a la que hace referencia el
cónsul Boloña señalando que sobre el artículo 43 del nuevo reglamen-
to de pasaportes, es absolutamente contradictoria la orden pues, aunque
este dice que se otorguen visas a los judíos con certificados Nansen, des-
de el consulado de Hamburgo se le pidió seguir “siendo severo” a la hora
de visar pasaportes de judíos comerciantes, pues no es la inmigración
deseada, sino la de agricultores y científicos. Esto crea una contradicción
que se suma a las anteriores.

El cónsul Boloña insistió en la redacción de un nuevo reglamento de
pasaportes ante los evidentes vacíos del expedido en 1931 que dejaba
muchos aspectos a la libre interpretación de los cónsules. Ante el anuncio
de un nuevo reglamento, que finalmente apareció en 1937, señaló que
algunos puntos debían ser parte de este reglamento. En primer lugar, él
sugería que los cónsules ad honorem no otorguen o visen pasaportes, lo
que finalmente sucedería después de 1940. En segundo lugar, sugería
cobrar mayores tarifas, con la excepción de los turistas o los inmigrantes
por contratos. En tercer lugar, dejar amplio margen de actuación a los
cónsules, para decidir la conveniencia o inconveniencia de la entrada de
un extranjero al país, sujetándolo a las leyes correspondientes (Boloña,
1937). Y es que para 1937 la necesidad de expedir un nuevo reglamento
era evidente, pues debía normarse lo que se venía practicando. Siguien-
do esta línea debemos destacar que el reglamento de 1937 incluyó lo
siguiente:

- El art. 20 por el cual el cónsul podía extender “certificados espe-
ciales” si el extranjero no tuviese pasaporte, pero si documentos
que acrediten su buena conducta, lo que ya sucedía.

- El art. 39 obligaba a llevar en los consulados un listado de pasa-
portes y visas otorgados, que también se practicaba desde varios
años antes.

- El art. 43 decía que “Los certificados de Identidad Nansen y otros
similares acordados por la Sociedad de las Naciones en favor de
los refugiados rusos y judíos, podrán ser visados en los Consu-
lados de la República bajo los mismo requisitos y condiciones
establecidas para los pasaportes ordinarios”, una práctica que los
cónsules a pesar de sus reservas llevaban a cabo desde inicios de
1930, pero es importante señalar que con este artículo se dejaba de
lado a los sospechosos de ser “bolcheviques”.

- El art. 45 es quizás el más impresionante: “El hecho de que una per-
sona sea indeseable en un país por causas exclusivamente de polí-
tica interna no impide a los Cónsules para que visen su pasaporte.
Antes bien, el Gobierno del Ecuador desea proteger a los exiliados,
sobre todo americanos, y brindarles el amparo de la nacionalidad
ecuatoriana. Todo esto, se entiende, dentro de las limitaciones y
restricciones que cada caso imponga.” La ley reglamentaba lo que
en los hechos sucedía y que con otros términos aseguraba Polgar
en su nota de prensa (Reglamento general, 1937).

A partir del 1937 prácticamente cada año, hasta 1941, se promulgaron
nuevas normativas, pero en este trabajo nos detendremos en lo más rele-
vante sobre los pasaportes Nansen y los certificados de identidad o viaje,
que desde ese momento aparecen en la normativa, pero que como vimos
llevaban algunos años siendo reconocidos. La nueva Ley de Extranjería,
Extradición y Naturalización se promulgó en 1938 bajo el gobierno del
General Enríquez Gallo como un asuntó de seguridad nacional y debemos
destacar dos artículos: el Art. 2 que decía que el Poder Ejecutivo fomen-
tará la inmigración de individuos y familias que vengan con el objeto de
laborar la tierra, establecer nuevas industrias, mejorar las existentes o en-
señar ciencias y artes y, en general, siempre que se trate de elementos de
progreso, es decir una inmigración deseable y el art. 3 que afirmaba que
“La República del Ecuador presta su aceptación y recibe en su territorio
a todos los seres humanos cuya vida estuviere en peligro inminente, en
tanto desaparezca ese peligro” (Leyes de la República, 1938). Esta ley se
caracterizaba por normar la idea de promover una inmigración útil, pero
también se presentaba como un instrumento de “salvación” para ciertos
grupos que eran perseguidos por razones que Ecuador consideraba ajenos.

“Lo mismo pueden ser rusos blancos, judíos alemanes o comunistas españoles o italianos”: los
pasaportes Nansen en las leyes de extranjería del Ecuador.Revista Pucara, N.º 33 (95-120), 2022

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Una nueva ley, necesitaba un nuevo reglamento de pasaportes que se
decretó en 1940 e iniciaba afirmando:

Que las condiciones actuales del mundo y especialmente de
Europa han creado nuevos y complejos problemas migratorias; que el
Ecuador debe aprovechar, seleccionándolas de las corrientes migratorias;
que es indispensable adecuar las disposiciones legales existentes sobre
esa materia a las nuevas necesidades (Ministerio de Gobierno, 1940).

Esto dejaba claro que aún era importante atraer inmigración. Relevante
es que los cónsules podían otorgar certificados especiales, pero a partir
de este reglamento el funcionario ecuatoriano necesitaba la autorización
previa y especial de la Cancillería. Esta autorización era nueva, aunque
antes se consultaba al ministerio, no necesariamente debían considerar su
aprobación. Esto causó más de una controversia, sobre todo en el tema de
los judíos y los europeos del este.

La prohibición de visar pasaportes a los cónsules ad honorem, a menos
de que existiera un permiso especial de la Cancillería, se hizo realidad y
ahora sus funciones en cuanto a los pasaportes, se veía limitada a visar los
pasaportes de ecuatorianos, una forma más de controlar la inmigración
que podía llegar. Y es que, generalmente, el cónsul ad honorem era un
extranjero que tenía alguna vinculación con el país, casi siempre de nego-
cios, y se interpretaba que por esta razón podía no tener el “patriotismo”
necesario para una correcta selección. Dos son los casos que encontré, uno
en Italia acusado de visar pasaportes de judíos, por su condición de judío
y otro en Praga por las mismas razones. Por otra parte, algo que también
venía siendo usual se instaló como ley: la opinión del cónsul de carrera
era decisiva y en el art. 50 se dan instrucciones precisas sobre el trabajo de
investigación que debía hacer y se ordenaba que a través de esto se tomará
una decisión, más allá de considerar si cumplía o no con los requisitos,
dejando todo en manos del cónsul. El Art. 62 sobre los pasaportes Nansen
era copiado del reglamento de 1937, con la importante modificación de
que a partir de ese momento solo podían ser visados por los cónsules ecua-
torianos, pero seguían siendo aceptados (Ministerio de Gobierno, 1940).

La explicación de las leyes vigentes dada desde el ministerio a los consu-
lados en diciembre del 1938 trababa de aclarar el tema de los pasaportes.
Informaba que todo extranjero cualquiera que sea su raza y nacionalidad a
excepción de los chinos debía portar consigo un pasaporte auténtico para
ingresar al país. Pero para el caso de certificados de identidad concedidos
por los gobiernos italiano y alemán a los judíos expulsados por “política
racial”, no tenían por qué ser considerado como tales y por lo tanto no
podían ser visados, ya que solo los certificados Nansen podían visarse en
esas condiciones y los certificados que otorguen los cónsules ecuatorianos
como lo explica el reglamento del 1937 y se replicaba el del 1940. Esta
comunicación tenía como finalidad ordenar el uso de la legislación vigente
para “seleccionar” el contingente humano deseable, como la ley vigente
ordenaba y también limitar cada vez más los documentos que podían ser
reconocidos, esto como una forma de control.

No podemos dejar de revisar la ley de Extranjería, Extradición y Naturali-
zación de 1940 que era menos compleja que la de 1938, más bien porque
simplificaba algunos procedimientos. Lo novedoso es que estableció la
oficina de “Control de Inmigración, Emigración y Extranjería” (Poder Le-
gislativo, 1940) y el fomento de la inmigración no era su principal interés.
Esta ley iniciaba explicando quiénes no serían bien recibidos en el país, lo
que podemos interpretar con un intento más explícito de controlar la inmi-
gración. Tiene un reglamento para su aplicación cuyos primeros artículos
son iguales a la ley de 1938, y replicaba la idea de que el Ecuador recibiría
a aquellos que sean perseguidos por delitos “políticos y religiosos” y que
buscasen asilo para salvarse. En esta ley se introdujeron medidas para aque-
llos extranjeros que eran apátridas, pero llevaban años viviendo en el Ecua-
dor, sobre todo cuando querían naturalizarse, lo que era un nuevo desafío,
ya que aquellos apátridas no tenían a donde volver y que querían quedarse.

Finalmente, el Reglamento General de Pasaportes de 1941 contaba con
una nueva sección “De la visación de pasaportes”, en la cual se incluía
que para visar un pasaporte, sobre todo de la categoría de “inmigrante”,
debían tener autorización de la “Dirección de General de Inmigración y

“Lo mismo pueden ser rusos blancos, judíos alemanes o comunistas españoles o italianos”: los
pasaportes Nansen en las leyes de extranjería del Ecuador.Revista Pucara, N.º 33 (95-120), 2022

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Extranjería”, dejando esto en manos de esta nueva institución y ya no del
ministerio de Relaciones Exteriores, pero la opinión del cónsul se vuelve
la única válida en un contexto en el que muchos de los consulados ad ho-
norem
han sido cerrados en la Europa ocupada y los pocos cónsules que
quedaban eran ecuatorianos. El artículo sobre los pasaportes Nansen, sufre
una nueva modificación, aún son reconocidos los de refugiados rusos y
judíos y solo podían ser visados por los cónsules ecuatorianos, pero ya no
se podían visar los llamados “Certificados de Identidad” o “Títulos de Via-
je”, procediendo como lo indicaba el art. 24: “podían otorgar certificados
especiales a personas que quieran venir al Ecuador y no puedan obtener
pasaportes, pero para ellos deberán asegurarse de que tales personas reú-
nen todos los requisitos exigidos” (Reglamento de pasaportes, 1941). En
este reglamento se hará mayor énfasis en que los inmigrantes debían tener
alguna utilidad en “la agricultura, la industria y las ciencias y artes” (Re-
glamento de pasaportes, 1941) lo que estaba antes solo en las leyes.

5. Conclusiones

Las conclusiones de un trabajo como el presente siempre son preliminares,
sin embargo, existen algunos puntos por resaltar. Primero, el Ecuador era
un país de paso y de fácil acceso por los vacíos legales en el marco legal
sobre extranjería, pero también porque la intención de este fue atraer inmi-
gración que le sea útil, lo que fue aprovechado por varios inmigrantes para
salir de Europa. Segundo, tuvieron mayores privilegios los judíos y los
refugiados rusos para ingresar frente a los sospechosos de ser comunistas
que dejaron de ser bienvenidos, una señal del mundo que vendría y por
último las leyes y reglamentos sobre extranjería básicamente primero se
practicaban y luego se promulgaban. En el caso de los pasaportes Nansen
y certificados de viaje fueron incorporados por la necesidad de cumplir con
la Sociedad de las Naciones, pero también por la conveniencia de recibir a
inmigrantes “deseables”. Es importante enfatizar que las vidas no se miden
en números y que las que se salvaron es lo realmente significativo.

Referencias
Aguirre Aparicio, A. (1920). Informe del Ministerio de Relaciones

Exteriores correspondiente al año 1920. Quito: Imprenta y
Encuadernación Nacionales.

Arteta, C.A. (1925), Comunicación enviada el 31 de julio de 1925 por
el cónsul de Génova sobre las ventajas de la legislación del
Ecuador. Consulados del Ecuador en Europa (F-V), 1925. Libro
D.19.2. Archivo Histórico “Alfredo Pareja Diezcanseco” del
Ministerio de Relaciones Exteriores del Ecuador.

Arteta, C.A. (1935), “Pasaportes Nansen”. Consulados del Ecuador en
Europa, (H-I), 1935
. Libro D.19.35. Archivo Histórico “Alfredo
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Lecturas acotadas para espacios compartidos: el se-
manario Argentinisches Wochenblatt como referente

cultural de la comunidad germano-argentina
Short readings for shared spaces: the weekly Argentinisches

Wochenblatt as a cultural reference of the German-Argentine
community

Leituras curtas para espaços compartilhados: o semanário
Argentinisches Wochenblatt como referência cultural da co-

munidade germano-argentina
Tomás Schierenbeck

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Universidad Nacional de La Plata (FaHCE-UNLP)

E-mail: t_schierenbeck@hotmail.com

Resumen

El siguiente ensayo se propone 1) exponer al semanario Argentinisches
Wochenblatt
como una institución étnica capaz de operar a modo de refe-
rente cultural dentro de la comunidad germano parlante en la Argentina,
al mismo tiempo que 2) indagar en las formas de apropiación del sema-
nario por parte de sus lectores, durante los años 1945-46. Para esto, no
nos detendremos en las secciones editoriales ni en las columnas políticas
del semanario que marcan de forma clara el posicionamiento político del
mismo y que ya han sido arduamente estudiadas dentro de la germanística
nacional e internacional. Por el contrario, nos proponemos aproximarnos
a aquellos breves espacios y columnas dirigidas a funcionar como vasos
comunicacionales entre un cúmulo de lectores en lengua alemana distri-
buidos por la Argentina capaces de operar como vías aptas de conformar
una comunidad imaginada y una identidad colectiva entre los mismos

Lecturas acotadas para espacios compartidos: el semanario Argentinisches Wochenblatt como
referente cultural de la comunidad germano-argentinaRevista Pucara, N.º 33 (121-143), 2022

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Palavras chave: Identidade; Periódicos; Alemão-argentinos.

Recibido: 15.01.2022 Aceptado: 05.04.2022

***

Introducción

Las publicaciones periódicas editadas y/o dirigidas para ser consumi-
das dentro de comunidades migrantes en la Argentina en el siglo XIX
y XX han sido un especial foco de atención dentro de la historiografía
nacional. Las mismas habilitaron una serie de interrogantes en torno a
los diferentes roles que estos proyectos editoriales desarrollaron, ya sea
estrictamente como proyectos comerciales o bien, en la reproducción y
reconfiguración de un cumulo de migrantes con un pasado migrante y
una habilidad lingüística compartida en una comunidad imaginada de
lectores. Sin embargo, dentro de los estudios referidos a las publicacio-
nes periódicas en alemán existe una particular atención a estudiar las
transferencias, repercusiones y compromisos políticos en torno a sucesi-
vos conflictos políticos y bélicos europeos en la primera parte del siglo
XX dentro de la comunidad germano hablante.

Desde esta premisa general, el siguiente ensayo se propone hacer hinca-
pié en otros espacios y en subsiguiente en -posibles- otros usos y dimen-
siones que el semanario ofreció entre sus lectores, a través de las cuales
se configuró como un referente cultural germano-argentino. Para esto,
en primer lugar, expondremos las características de nuestro objeto de
estudio y contextualizaremos las condiciones de su producción dentro
de la comunidad germano-argentina en los años cuarenta. En segundo
lugar, proponemos un sucinto recorrido teórico desde el concepto de cul-
tura hasta el de instituciones étnicas con el objetivo de marcar aquellas
premisas sobre las que se versa este ensayo. Por último, ensayaremos una
interpretación en torno a cómo los avisos laborales y fúnebres, las pro-

Palabras clave: Identidad; Publicaciones Periódicas; Germano-argentinos

Abstract

The following essay aims 1) to expose the weekly Argentinisches Wochen-
blatt
as an ethnic institution capable of operating as a cultural reference
within the German-speaking community in Argentina, and 2) to investi-
gate the forms of appropriation of the weekly by its readers during the
years 1945-46. For this purpose, we will not consider the editorial sections
or the political columns of the weekly, which clearly mark its political
positioning and which have already been studied at length in the field of
national and international German studies. On the contrary, we propose to
focus on those brief spaces and columns that function as communicational
vessels between a large number of German-speaking readers distributed
throughout Argentina and that are able to operate as ways of forming an
imagined community and a collective identity among them.

Key Words: Identity; Periodicals; German-Argentines.

Resumo

O seguinte ensaio visa 1) expor o semanário Argentinisches Wochenblatt
como uma instituição étnica capaz de operar como uma referência cultu-
ral dentro da comunidade de língua alemã na Argentina, e 2) investigar
as formas de apropriação do semanário por seus leitores durante os anos
de 1945-46. Para este fim, não vamos nos deter nas seções editoriais ou
nas colunas políticas do semanário, que marcam claramente seu posicio-
namento político e que já foram arduamente estudadas em estudos alemães
nacionais e internacionais. Pelo contrário, pretendemos nos concentrar na-
queles breves espaços e colunas que funcionam como vasos de comuni-
cação entre um grande número de leitores de língua alemã distribuídos em
toda a Argentina e que são capazes de operar como formas de formar uma
comunidade imaginada e uma identidade coletiva entre eles.

Lecturas acotadas para espacios compartidos: el semanario Argentinisches Wochenblatt como
referente cultural de la comunidad germano-argentinaRevista Pucara, N.º 33 (121-143), 2022

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puestas matrimoniales, los avisos personales como columnas de conse-
jos, componen una miscelánea de pequeñas secciones y tópicos en torno
a los cuales el Wochenblatt no solo supo funcionar como una institución
dinamizadora de una identidad colectiva, si no también cómo el mismo
-en tanto artefacto cultural- posibilita el análisis de las lecturas y apropia-
ciones silenciosas que sus consumidores hicieron del mismo.

El semanario Argentinisches Wochenblatt: ¿Un referente cultural
para la comunidad germanohablante en la Argentina?

Durante la Segunda Guerra Mundial las comunidades germanopar-
lantes en la Argentina se componían de un número aproximado de
300.000 personas (Friedmann,2009). Las cuales, una gran cantidad se
encontraba concentrada en la Ciudad de Buenos Aires y el corredor
urbano que rodea a la capital rioplatense (Saint Sauveur-Henn,2001).
Dentro de las tantas instituciones culturales dirigidas por miembros
de este colectivo se encontraba el semanario Argentinisches Wochen-
blatt
. Una publicación periódica fundada por Johann Allemann y cuya
primera edición se registra en el año 1878 en la ciudad de Buenos
Aires. A pesar de ser editado en la capital este proyecto editorial,
cuya tirada se estipula para los años treinta del siglo XX de aproxima-
damente 18.000 ejemplares semanales (Shoepp,1996), no tenía como
objetivo principal su circulación en la misma, ya que para este publico
Alemann había comenzado a publicar en el año 1889 el periódico Ar-
gentinisches Tageblatt
. Por el contrario, el semanario estaba pensado
para su consumo en las provincias del interior como en los países del
cono sur, mediante un sistema de agentes encargados de la venta como
de la captación publicitaria (Shoepp,1996). Más allá de su espacio de
circulación diferenciado, estas publicaciones periódicas impresas en la
editorial Alemann también tenían características materiales distintas.
Mientras el semanario estaba destinado a “destinado a una lectura ins-
tructiva y reflexiva” (…) “el diario – sin cerrarse a artículos de fondo,
los cuales luego se reproducían en los semanarios- se nutría ante todo
de noticias, actualidades y avisos” (Langbehn,2017, p.47). Fuera de

estas características editoriales, y a diferencia de periódico Deutsche
La Plata Zeitung
, editado por Hermann y Emilio Tjarks y alineado con
la ideología Nazi (Laberenz,2008), durante los años treinta y cuarenta
las publicaciones periódicas dirigidas por la familia Alemann forma-
ban parte de una batería de espacios sociales y proyectos culturales que
compartían un posicionamiento antifascista (Friedmann,2010), la cual
era claramente minoritaria dentro de la comunidad germanoargentina
en aquel momento. En este sentido, gran parte de la historiografía
nacional e internacional se ha encargado de estudiar al Argentinisches
Tageblatt
como estas últimas publicaciones periódicas y proyectos
culturales en alemán en Argentina en tanto espacios de resistencia a
la ideología nazi desde Sudamérica (Friedmann,2010;Schoepp,1996;
Kießling,1981), donde también se disputaba y reconfiguraban los
sentidos identitarios de opositores al nazismo y exiliados que habían
llegado a las costas argentina ante el avance del fascismo en Europa
(Carreras,2019).

No obstante, este interés general por recomponer al semanario desde
las grandes narrativas de la historia ha llevado a obviar otras facetas
del Argentinisches Tageblatt y su versión semanal el Argentinisches
Wochenblatt
(AW) desligadas, al menos en parte, de las disputas ideo-
lógicas del momento. Es decir, reponer en los usos y apropiaciones
que sus lectores podían hacer de la propia publicación como el rol de
la misma en tanto referente cultural capaz de delimitar y/o proponer
para la vida cotidiana espacios, practicas e ideas configurantes para
una identidad germano-argentina.

Algunas premisas teóricas

Partimos de la premisa conceptual de la cultura como “la organización
social de significados, interiorizados de modo relativamente estable
por los sujetos en forma de esquemas o de representaciones compar-
tidas, y objetivados en formas simbólicas, todo ello en contextos his-
tóricamente específicos y socialmente estructurados” (Gimenez,2009,

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referente cultural de la comunidad germano-argentinaRevista Pucara, N.º 33 (121-143), 2022

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p.8). Esta definición establecida por Giménez (2009) viene a colación
de las reformulaciones del conceptuales de cultura en las ciencias so-
ciales en la segunda parte del siglo XX, donde, como ha planteado
Hall (1994), el propio concepto se convirtió en un todo complejo que,
“antes que una idea lógica o conceptualmente clarificada, es el ámbito
de una convergencia de intereses” (p.72). Entre aquellos que genera-
ron propuestas renovadas se encuentra el antropólogo Clifford Geertz
(1997), quien planteó una nueva definición del término y cuyo punto
nodal se encuentra en su carácter restringido, pero a la vez operativo
para su uso en las ciencias sociales. En este sentido, Geertz (1997) de-
finió cultura como la trama de significación (una urdimbre) tejida por
el hombre y en la cual el mismo se encuentra inserto.

Retomando el planteo de Giménez (2009), este autor distingue entre
las “formas objetivadas” y las “formas interiorizadas” de cultura. Las
primeras, refieren a aquellos significados culturales objetivados “en
forma de artefactos o comportamientos observables” (p. 9). En cambio,
los segundos, “se interiorizan en forma de habitus, de esquemas cog-
nitivos o de representaciones sociales” (p.9). Estas esferas esquemati-
zadas de la cultura, nos advierte Giménez, funcionan “dialécticamente
relacionadas entre sí”, ya que, por una parte, “las formas interiorizadas
provienen de experiencias comunes y compartidas, mediadas por las
formas objetivadas de la cultura; y por otra, no se podrían interpretar
ni leer las formas culturales exteriorizadas sin los esquemas cognitivos
o habitus que nos habilitan para ello” (p. 9). Este ejercicio de retroa-
limentación no solo implica reconocer que la cultura no es un cúmulo
estático e inmodificable de significados si no también, y en tanto pro-
ducto social, que solo tiene lugar a través de “los actores sociales que
la interiorizan, la “incorporan” y la convierten en sustancia propia” (p.
9). Es decir, que “no todos los significados pueden llamarse culturales,
sino sólo los significados más o menos ampliamente compartidos por
los individuos y relativamente duraderos dentro de un grupo o de una
sociedad” (Strauss y Quin, 2001, como se citó en Giménez, 2009).

Giménez también nos advierte que “la cultura, entendida como “pauta
de significados”, sería la proveedora de los “materiales de construc-
ción” de las identidades sociales” (p.8). Es decir, funcionará a modo de
batería de pautas materiales y simbólicas sobre las cuales los sujetos
(y colectivos) pondrán en funcionamiento y retroalimentan lo que el
autor entiende que son las premisas básicas sobre las que versa identi-
dad. Estas últimas serian, “1) la permanencia en el tiempo de un sujeto
de acción; 2) concebido como una unidad con límites; 3) que lo dis-
tinguen de todos los demás sujetos, y 4) aunque también se requiere
el reconocimiento de estos últimos” (p.12). Lo cual, conduce al autor
a conceptualizar identidad como “un proceso subjetivo (y frecuente-
mente auto reflexivo) por el que los sujetos definen su diferencia de
otros sujetos (y de su entorno social) mediante la autoasignación de un
repertorio de atributos culturales frecuentemente valorizados y relati-
vamente estables en el tiempo” (p.12). Donde, “la autoidentificación
del sujeto del modo susodicho requiere ser reconocida por los demás
sujetos con quienes interactúa para que exista social y públicamente”
(p.12).

Quisiera detenerme en este punto en tanto y en cuanto la visión de Gimé-
nez, al igual que la definición de cultura de Geertz (1997) y su propuesta
por poner en práctica una descripción densa a modo de lectura creativa
de lo social, nos invita a interpelar a las identidades en el plano de lo real
y alejarnos de las perspectivas estereotipadas de la cultura. Coincidimos
con Hall (1996) y Barth (1976) en la necesidad de superar una mirada
esencialista sobre cómo se constituye la misma. Es decir, aquella pers-
pectiva analítica que sostiene que “la identificación se construye sobre
la base del reconocimiento de algún origen común o unas características
compartidas con otra persona o grupo o con un ideal, y con el vallado
natural de la solidaridad y la lealtad establecidas sobre este fundamen-
to” (Hall,1996, p.15). Por el contrario, creemos pertinente advertir que
la identidad (y en particular la identidad colectiva de un grupo) debe
entenderse “más bien como una implicación o un resultado que como
una característica primaria y definitiva de la organización del grupo étni-

Lecturas acotadas para espacios compartidos: el semanario Argentinisches Wochenblatt como
referente cultural de la comunidad germano-argentinaRevista Pucara, N.º 33 (121-143), 2022

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co” (Barth,1976, p.12). Por lo cual, aceptamos que “las identidades (…)
nunca son singulares, sino construidas de múltiples maneras a través de
discursos, prácticas y posiciones diferentes, a menudo cruzados y anta-
gónicos” (Hall,1996, p.17). En este punto, resulta pertinente reponer en
la salvedad propuesta por Giménez (2009) de que “se puede hablar de
“identidades colectivas” sólo por analogía con las identidades individua-
les” (p.16), en tanto y cuanto “los grupos y otras categorías colectivas
carecen de autoconciencia, de “carácter”, de voluntad o de psicología
propia, por lo que debe evitarse su “personalización” abusiva, es decir,
la tendencia a atribuirles rasgos (principalmente psicológicos) que sólo
corresponden al sujeto individual” (p.16). A lo que debe sumarse, que las
mismas “no constituyen un dato, un componente “natural” del mundo so-
cial, sino un “acontecimiento” contingente y a veces precario producido
mediante un complicado proceso social” (p.16)

Compartimos también con Hall y Barth que es más bien en torno al “jue-
go de la diferencia” ante un Otro que a la perpetuidad de determinados
rasgos culturales lo que hace a la identidad de un colectivo. Es decir,
como ha sistematizado Giménez (2009) sobre la propuesta teórico-meto-
dológico de Barth, “cuando se asume una perspectiva histórica o diacró-
nica, se comprueba que los grupos étnicos pueden –y suelen– modificar
los rasgos fundamentales de su cultura manteniendo al mismo tiempo sus
fronteras, es decir, sin perder su identidad” (p.18). Lo cual, en primer lu-
gar, “no significa que las identidades estén vacías de contenido cultural”
(p.19). Por el contrario, como advierte Giménez siguiendo a Barth, “las
fronteras identitarias se definen siempre a través de marcadores cultu-
rales. Pero estos marcadores pueden variar en el tiempo y nunca son la
expresión simple de una cultura preexistente supuestamente heredada en
forma intacta de los ancestros” (p.19). En segundo lugar, también sugiere
que “las distinciones étnicas no dependen de una ausencia de interacción
y aceptación sociales; por el contrario, generalmente son el fundamento
mismo sobre el cual están construidos los sistemas sociales que las con-
tienen” (Barth,1976, p.10). Ahora bien, como nuestro objeto de estudio
es una publicación periódica dirigido a una comunidad inmigrante, el

concepto y tipo ideal de grupo étnico criticado, pero a la vez legitimado
por Barth (1976), también resulta pertinente de retomar. En este sentido,
recuperamos de Barth la idea de los grupos étnicos como “una forma de
organización social” (p.15). Esto es, “categorías de adscripción e identi-
ficación que son utilizadas por los actores mismos y tienen, por tanto, la
característica de organizar interacción entre los individuos” (p.10). Don-
de los rasgos que son tomados en cuenta por un grupo “no son la suma de
diferencias “objetivas”, sino solamente aquellas que los actores mismos
consideran significativas” (p.15). Es decir, hacen operativos “procesos
sociales de exclusión e incorporación por los cuales son conservadas ca-
tegorías discretas a pesar de los cambios de participación y afiliación”
(p.10). Para nuestro caso, sostenemos que la lengua alemana puede ad-
vertirse como aquel rasgo diacrítico que hace a los lectores identificarse
como pertenecientes a una comunidad germano-argentina.

En este punto, creemos pertinente detenernos en la perspectiva de Hall y
su propuesta de entender que las identidades se forman dentro del ámbito
de lo simbólico y en torno a las representaciones sociales. Hall (1996) nos
advierte que, “precisamente porque las identidades se construyen dentro
del discurso y no fuera de él, debemos considerarlas producidas en ámbi-
tos históricos e institucionales específicos en el interior de formaciones y
prácticas discursivas específicas, mediante estrategias enunciativas especí-
ficas” (p.18). En este sentido, nos adscribimos a la idea del autor de enten-
der las identidades como un punto de sutura o adhesión entre, por un lado,
“los discursos y prácticas que intentan «interpelarnos», hablarnos o poner-
nos en nuestro lugar como sujetos sociales de discursos particulares” y, por
otro, los procesos que producen subjetividades, que nos construyen como
sujetos susceptibles de «decirse»” (p.20). Esta peculiar línea interpretativa
sobre la identidad, apoyada en Voloshinov y la importancia de quien tiene
la capacidad de significación sobre los signos, presta especial atención a
la incidencia de la misma como estrategia enunciativa en la práctica del
poder, ya que entiende que “la constitución de una identidad siempre se
basa en la exclusión de algo y el establecimiento de una jerarquía violenta
entre los dos polos resultantes” (p.19). Asimismo, Hall (1981) nos plantea

Lecturas acotadas para espacios compartidos: el semanario Argentinisches Wochenblatt como
referente cultural de la comunidad germano-argentinaRevista Pucara, N.º 33 (121-143), 2022

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también que los medios de comunicación, en tanto aparato ideológico de
Estado que permite la asimilación de los discursos dominantes, no solo
son los encargados de “proveer realidades sociales donde antes no existían
o dar nuevas direcciones a tendencias ya presentes, de tal modo que la
adopción de la nueva actitud sea un modo de conducta socialmente acep-
table y que la no adopción se represente como una desviación socialmente
desaprobada” (Halloran,1970, como se citó en Hall,1981), sino también

son crecientemente responsables de a) suministrar la base a par-
tir de la cual los grupos y clases construyen una “imagen” de las vidas,
significados, prácticas y valores de los otros grupos y clases; b) suminis-
trar las imágenes, representaciones e ideas, alrededor de las que la tota-
lidad social, compuesta de todas estas piezas separadas y fragmentadas,
puede ser captada coherentemente como tal “totalidad” (p. 245).

Aquí podemos marcar una disgregación teórica por parte de Hall respecto
a Williams (1980), quien entiende y ratifica a los medios como parte de las
instituciones que, en el juego de “lo hegemónico”, efectivamente “ejercen
presiones inmediatas y poderosas sobre las condiciones de vida y sobre las
condiciones en las que la vida se produce; enseñan, confirman y en la ma-
yoría de los casos finalmente refuerzan significados, valores y actividades
seleccionadas” (p.140). Donde los medios en particular “materializan las
noticias y la opinión seleccionadas y también una amplia gama de per-
cepciones y actitudes seleccionadas” (p.140). Empero, y a partir de ser un
fragmento de un todo, cargado de conflictos y contradicciones, que funcio-
na en integra interacción y donde los sujetos no actúan como meras tabulas
rasas, Williams nos advierte que resultaría erróneo tomar a los medios de
comunicación (en conjunto con las demás instituciones sean estas cultu-
rales, políticas o económicas) como la cultura efectiva de una sociedad.

Es decir, puede proponer una lectura particularizada de la tradición, “una
versión intencionalmente selectiva de un pasado configurativo y un pre-
sente preconfigurado, que resulta entonces poderosamente operativo den-
tro del proceso de definición e identificación cultural y social” (p.137),
pero que de ningún modo reproduce íntegramente el carácter material de

las culturas en la que se insertan, ya que las formas culturales “vivas” to-
man forma a partir de la interacción de elementos dominantes, residuales
y emergentes, y que se manifiestan en formaciones particularizadas. Por
último, De Certeau (2000) también nos advierte de evitar el ejercicio de
trasvasamiento de las ideas ofrecidas por un proyecto editorial y la real
recepción de aquellos textos por sus lectores. Estas apropiaciones se dis-
tancian de los discursos construidos desde la “producción racionalizada,
expansionista y centralizada, ruidosa y espectacular” (p. XLIII) y, es más
bien próxima a otro estilo de apropiación que “es astuta, se encuentra
dispersa, pero se insinúa en todas partes, silenciosa y casi invisible, pues
no señala con productos propios sino en las maneras de emplear los pro-
ductos impuestos por el orden económico dominante.” (p. XLIII).

Hasta aquí definimos (sucintamente) lo que entendemos por cultura e
identidad al mismo tiempo que hemos expuesto las implicancias que
pueden tener los medios de comunicación en (al menos) proveer narra-
tivas que pueden (o no) tener implicancia en la formación identitaria
de un grupo al establecer límites y proponer significados, prácticas y
valores en común. Con todo lo anterior, pretendemos alcanzar nuestro
propio punto de adhesión teórica en torno a nuestro objeto de estudio
y a partir del concepto de Instituciones étnicas desarrollada por Bryce
(2008). Es decir, aquellas instituciones que asisten en la promoción y
persistencia de espacios (como clubs, escuelas, asociaciones, iglesias,
etc.), marcadores de etnicidad o prácticas culturales de una determina-
da comunidad y caracterizados mayoritariamente por no representar
de forma plena al grupo étnico por igual, ya que son proyectos desa-
rrollados por parte de un fragmento social, sea de género, clase o re-
ligión del grupo. En esta sintonía, comprendemos al Wochenblatt, por
un lado, como una institución étnica dinamizadora de una determinada
significación de la identidad germano-argentina entre sus lectores al
proponer una lengua como frontera étnica. Por otro, como un espacio
de indagación en sí mismo, donde la significación de lo germano-ar-
gentino por los propios lectores adquiere materialidad. Para esto últi-
mo, nos proponemos acercarnos a lo que De Certeau (2000) denominó

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referente cultural de la comunidad germano-argentinaRevista Pucara, N.º 33 (121-143), 2022

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las tácticas operadas por los débiles. Estas operaciones que hacen los
lectores sobre los límites del objeto de consumo y que son los que, en
última instancia, producen la cultura. Es decir, una cultura múltiple y
que opera como punto de fuga sobre la cultura producida desde y por
una élite social.

4. Dimensiones y usos (reales) de una institución étnica

4.1 Lecturas propuestas y paisajes imaginados compartidos:

Siempre publicando sus noticias y anuncios en idioma alemán, durante
el periodo de la segunda guerra mundial el AW dio especial atención a
los acontecimientos sucedidos en las distintas dimensiones del conflicto
bélico y apoyándose en empresas de comunicación internacional como
United Press o Reuters para hacerse de la información. Esto conllevó a
que las noticias referidas a la Argentina y los problemas de la vida diaria
de sus lectores en el país recién se ubiquen en la sexta o séptima pági-
na del semanario. No obstante, estas características también expresan al
menos dos limites étnicos estructurales propuestos por el semanario. En
primer lugar, la ausencia de noticias en idioma español impone un primer
rasgo diacrítico y limite étnico entre los potenciales lectores y el resto de
la sociedad, ya que para su consumo necesariamente el usuario debía te-
ner como lengua materna (o al menos un gran conocimiento) en la lengua
alemana. Por otra parte, la propia organización de la información expresa
un segundo límite por parte del semanario para con sus lectores. Esto es,
poner el foco de atención en Europa como un espacio conocido, al que
se pertenece, y al que el lector puede retornar imaginariamente mediante
el ejercicio de la lectura. Incluso, podríamos advertir que la columna
editorial del semanario, la cual expresaría el punto de vista sobre lo que
el semanario entiende que es el tema de mayor relevancia del momento,
en pocas ocasiones hacen referencia a la Argentina y, en cambio, pone
el foco de atención en acontecimientos internacionales. En este punto
resulta pertinente reponer a Appadurai (2001) y su análisis en torno a la
incidencia de los medios de comunicación en la producción y puesta en

circulación de imágenes entre sus consumidores. A pesar de que el autor
hace referencia a los “nuevos medios de comunicación” y su incidencia
en la circulación de imágenes e información en la “Aldea global”, es
interesante reponer su idea de los medios como generadores de “paisajes
mediáticos”.

Los paisajes mediáticos, ya sean producidos por intereses pri-
vados o estatales, tienden a centrarse en imágenes, a estar construidos
sobre la base de narraciones de franjas de realidad, y ofrecen a aquellos
que los viven y los transforman una serie de elementos (personajes, tra-
mas, formas textuales) a partir de los que se pueden componer guiones
de vidas imaginadas, tanto las suyas propias como las de otras personas
que viven en otros lugares (p.33).

Este punto teórico toma mayor dimensión si no detenemos en aquellas
pequeñas columnas y anuncios donde el semanario hacía las veces de vaso
comunicacional entre sus lectores. El semanario a la hora de dialogar con
estos últimos supo promocionar comercios que ofrecían servicios o pro-
ductos por sujetos que hablaban en lengua alemana. Sobre este último pun-
to se registra seis avisos publicitarios regulares durante nuestro periodo,
una farmacia, una sastrería y un hotel en la Ciudad de Buenos Aires, una
librería en Rosario (Provincia de Santa Fe), una distribuidora de frutas del
valle de Rio Negro y una casa de tintes para indumentaria sin locación
fija. Sin embargo, es interesante remarcar aquí que la única institución que
hacía propaganda en las hojas del semanario era el Colegio Pestalozzi, un
instituto bilingüe y un espacio educativo donde, como ha propuesto Bryce
(2018), cooperaba en la reproducción de la lengua en los niños que perte-
necían al grupo étnico.

El semanario al generar espacios como los avisos clasificados (sean ofertas
de trabajo, compraventa de productos, búsqueda de parejas) y los avisos
personales en lengua alemana también construyó y habilitó instancias de
intercambio hacia el interior del grupo étnico que, como hemos advertido
inicialmente, era numéricamente reducido y se encontraba distribuido por
todo el territorio nacional. En este sentido, si nos detenemos en los anun-
cios clasificados expuestos en la imagen más bajo de este escrito, se puede

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observar la oferta de un puesto de trabajo (jardinero) en la ciudad cordobe-
sa de Villa Argüello a más de 700 km de la ciudad de la ciudad de Buenos
Aires como la venta de una peluquería en la provincia de Misiones y terre-
nos nuevamente en la ciudad de Villa Argüello (AW, 12.01.1946, p.8). Es
decir, el AW funcionó como instancia mediadora entre lectores a punto tal
que, usualmente, los avisos (en este caso el de Misiones) informaban que
el interesado debía comunicarse con el semanario para obtener más infor-
mación respecto a la oferta anunciada. Asimismo, podemos advertir que el
AW también funcionó como dispositivo para la difusión de las actividades
de otras instituciones del propio grupo. Al respecto, la Delegación de Aso-
ciaciones Israelitas Argentinas
(DAIA) publicito en el semanario un día
de luto para toda la colectividad judía en la Argentina por las víctimas en
Europa donde los locales debían cerrar sus puertas y las fábricas detener la
producción por cinco minutos (AW,17.04.1945,p.5), la Cruz Roja buscaba
localizar personas mediante el semanario (AW,22.12.1945,p.8), al mismo
tiempo que el Hospital Alemán solicitaba ayuda de sus nuevos socios para
recuperar la institución y formalizar su desnazificacion (AW,27.10.1945,
p.8), y el Subcomité Austriaco promocionaba sus actividades como, por
ejemplo, un mercado navideño para juntar fondos.

Este sucinto cúmulo de ejemplos de fronteras étnicas y espacios de en-
cuentro tanto materiales como inmateriales propuestas por el semanario
nos permite argumentar que este proyecto editorial dinamizó la formación
de, en términos de Benedict Anderson, una comunidad imaginada germa-
no-argentina, ya que generó ciertos mecanismos desde donde componer
espacios comunes y sentidos de pertenencia entre sus lectores que, en su
gran mayoría, no se conocían el uno al otro. Al igual que los medios más
modernos de comunicación para Appadurai (2001), el semanario supo
instalarse en la rutina diaria de las personas, brindando a estos recursos
y materias primas para hacer de la construcción de la imagen del yo un
proyecto social cotidiano. Ahora bien, el AW como institución étnica tam-
bién expuso los intereses de un determinado fragmento social dentro del
grupo étnico. Un claro ejemplo de esto se ubica en la ausencia de cualquier
estilo de aviso de espacios de quienes apoyaban al nacionalsocialismo en

la comunidad germano-argentina. Incluso, podemos encontrar anuncios de
revistas políticas como Das Andere Deutschland (AW,26.05.1945, p.10),
y empresas editoriales ligadas a grupos antifascista en la Argentina como
la editorial Cosmopolita (AW,31.03.1945, p. 8), al mismo tiempo que,
podemos encontrar recurrentes avisos publicitarios de libros publicados
por la propia editorial Alemann (AW,03.11.1945, p.10). Es decir, si en una
primera instancia podemos ubicar la búsqueda por representar determina-
dos intereses políticos dentro del grupo étnico, en cambio, lo segundo nos
advierte la disposición del semanario como una empresa comercial que
ofrecía, a través de una publicación periódica, un producto que pretendía
cubrir la demanda de una lectura por entretenimiento en lengua alemana.

4.2 Espacios mínimos y prácticas silenciosas:

Las secciones Seelenklinik y Briefkasten comparten la característica ge-
neral de disponerse como secciones dirigidas al intercambio entre el me-
dio gráfico y sus lectores. El abanico de temáticas consultadas allí bien
expresa la distancia entre el proyecto editorial y, al menos parte de, los
usos que sus lectores realizaban del mismo. Lejos de las narrativas de
los frentes de batalla y la disputas entre fascistas y antifascistas en la Ar-
gentina, aquí sus lectores proponen apropiación distinta del medio grafi-
co como un espacio donde pueden evacuar dudas respecto a cuestiones
cotidianas, generar nuevos contactos e incluso obtener consejos amoro-
sos o ligados al asesoramiento espiritual. Mientras la primera sección
se encontraba dirigida por la psicóloga exiliada Livia Neumann, quien
utilizara luego en parte este material en su libro Hab Mut zum Glück, se
dirigía a este último aspecto mencionado, la sección Briefkasten venía a
proponer un espacio donde el lector podía averiguar una miscelánea de
cuestiones como recetas de cocina, el domicilio de profesionales que po-
dían resolver dudas más particulares, direcciones de instituciones públi-
cas donde realizar trámites, el contacto de empresas y negocio pertene-
ciente al grupo étnico, el correcto uso de productos para los quehaceres
domésticos, e incluso lo que podríamos denominar consultas de carácter
enciclopédicos. La columna Seelenklinik, en cambio, se dispone como

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un segmento dirigido a aconsejar sobre cuestiones de lo más íntimas.
Para esto, los lectores debían enviar sus cartas a Neumann, quien sin
mencionar la identidad del lector (pero otorgando una referencia indirec-
ta para que este se reconociera), desarrollaba una síntesis de su conflicto
y daba su opinión al respecto. Uno de los principales puntos sobre los
que la psicóloga debía aconsejar se encontraban en conflictos amorosos
o en torno a sentimientos encontrados en los integrantes de una relación

“San Isidro”: Vergriften Sie Ihrem Mann
mit dieser kleinlichen Elfersucht nicht das Leben!
Wenn Sie wissen, dann er eienen treu ist und nur
gerne “ein Auge riskiert”, dann gönnen Sie Ihm
dieses Vergnügen. Sie schreiben, dass es Sie zu-
letst kränkt und verletzt, wenn er in Lokalen und
auf der Strasse sich nach netten Frauen umdreht.
“Ich habe das Gefühl, dass er mich in solchen Au-
geblicken ganz vergisst...”.. klangen Sie. Ich befür-
chte das Gegenteil: in solchen Augenblicken fallen
Sie ihm gerade ein... (AW.07.15.1944, p.10).

Una tercera dimensión del uso del semanario se en-
cuentra en los anuncios clasificados (Kleine Anzeige).
Aquí podemos encontrar que los lectores del semana-
rio utilizan al AW como un espacio para encontrar pa-
reja, vender productos, ofrecer servicios (por ejemplo,
en la imagen adjunta podemos observar la oferta de
clases de idioma a distancia) o empleos.

La lectura de los avisos denominados “solicitudes de
matrimonio” (Heiratsgesuche) nos expone la inciden-
cia que para aquellos lectores anunciantes tenía iniciar
o recomponer una vida amorosa con sujetos que no
solo cumplieran ciertos rasgos físicos o estéticos sino
también que adscribieran a una u otra religión (cristia-
na o judía), sean germanos parlantes o bien, proven-
gan de algún sector en particular de Europa del norte.

Un ejemplo de esto se puede observar en el siguiente “Ich suche als Lebe-
nangefährtin, Jüdin, gross und schlank, klug und gewandt. Für selbstän-
diger Importeur, Rheinländer. 31 Jahre, 1,72 mtr.”
(AW, 06.01.1946, p.8).
Como bien se advierte, la cuestión física adquiere tanta importancia como
la religión practicada.

Asimismo, anunciar en la sección avisos personales (Personalnachrichten)
del semanario pueden interpretarse no sólo como una forma para informar
sobre eventos (fiestas de cumpleaños y aniversarios) ante el grupo étnico
por parte de familias y asociaciones, sino también una estrategia para ex-
poner los logros de personalidades de la comunidad en la esfera pública o
bien, simplemente rememorar el fallecimiento de sujetos que integraban
el colectivo. En un sentido análogo, los avisos dirigidos a ofrecer empleo
también nos dan una pista de aquellos lectores en tanto y cuanto, en oca-
siones, no solo se busca alguien que quiera o sepa realizar cierta actividad,
también se pretende que este pueda hablar alemán. Incluso, la oferta de
bienes inmuebles ofrecidos en el semanario y mencionadas anteriormente
parecen disponerse también a sabiendas de conseguir un comprador dentro
del grupo étnico.

En este sentido, una mirada más detallada de estos nos permite inferir la
consciente búsqueda de aquellos publicistas por interlocutores germano-
parlantes ya que, si reflexionamos en el proceso de mediación para que
estos avisos lleguen a la luz de posibles compradores o empleados, los avi-
sos tuvieron que haber recorrido miles kilómetros antes de ser publicados.
Esto es, desde el lugar donde se vendía el inmueble o se buscaba mano
de obra (como las provincias de Misiones o Córdoba) hasta la ciudad de
Buenos Aires donde el semanario se editaba, y la subsiguiente circulación
de la información por todo el territorio nacional.

Hasta aquí las lecturas propuestas han planteado, por un lado, el rol del
semanario como referente cultural capaz de proponer limites etnicos entre
una comunidad linguitica. Por otro, nos hemos encargado de dar cuenta
tambien que sobre aquella misma propuesta editorial los lectores desarolla-

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referente cultural de la comunidad germano-argentinaRevista Pucara, N.º 33 (121-143), 2022

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ron sus propias practicas y usos del semanario con fines individuales. Sin
embargo, podemos reconcer la existencia de un punto intermedio entre una
y otro ejercicio intelectual dentro del AW. Las cartas de lectores que, de
forma esporádica se pubicaban en el semanario, se disponen como un es-
pacio donde los usuarios participaban de aquella comunidad imaginada de
lectores, pero simultaneamente podian tanto estimular como tensar los sen-
tidos identitarios propuestos por el semanario. Es decir, una nueva faceta en
su rol como referente cultural sobe el cual sus lectores podían apoyarse y
desde allí establecer diálogos e interpretaciónes. En este sentido, podemos
marcar dos cartas de distinto calibre que dan cuenta del rol del semanario
como demarcación y punto de fuga de la identidad del lector. Nuestro pri-
mer ejemplo dara cuenta del factor didacto del semanario en la formacion
de un lector en torno a los valores democracticos y liberales al mismo tiem-
po que la incidencia del semanario en el lector para sentise acompañado
mediante la lectura en su lengua materna en su paso por la Argentina.

Als langjähriger Abonnent ihres Blattes nehme ich nach Au-
fhebung der Postsperre und nach dem unseligen Kriege die Gelegen-
heit wahr. Ihnen aus Anhänglichkeit und Freundschaft die herzlichen
Grüsse zu übermitteln. Während der Jahre 1926 bis Ende 1933 war ich
in Buenos Aires ansässig. Ich verliess Argeninien wegen Arbeitslosi-
gkeit und fand bei der Firma Louis Eliers, Hannover Eisenhoch- und
Brückenbau Beschäftigung. Ich hatte das Glück, an den Bau des Puente
Alsina mitzuwirken. Ich sollte vor dem Kriege beruflich nach Argen-
tinien kommen, was mit durch den Ausbruch des Krieges unmöglich
wurde. Wie oft habe ich während des Krieges an Argentinien und das
Argentinische Tageblatt gedacht; in letzterem wurde in vielen Leitar-
tikkel und politischen Abhandlungen alles das voausgesagt, was durch
„Rattenfänger von Braunau“ über Deutschland und die Welt hereinbre-
chen wird.
Ich schätze mich glücklich, dasss ich ein guter Demokrat
geblieben bin. Dieses habe ich in hohem Masse dem Umstände zu
verdanken, dass ich Ihre geschätzte Zeitung nicht nur gelesen habe,
sondern durch Ihre Zeitung zum Demokraten geschult worden bin. Ich
danke ihnen dafür und hoffe, dasses mir gelingen wird, bald wieder in
Buenos Aires zu sein und such mein Argentinisches Tagelatt wieder zu
lesen (AW.1946.10.12, p.7).

No obstante, la siguiente carta tambien expresa el rol del lector como
sujeto critico que, sobre lo dispuesto en un articulo del semanario,
desarollá sus intepretaciones en algo tan delicado como los derechos
y la identidad.

In der Ausgabe ihres sehr geschatzten Blattes vom 11. Juli
berichten Sie unter der Ueberschift “Deutsche Juden sind nicht hei-
matlos” über eine richternche Entscheidung, derzufolge Jüdische
Emigranten aus Deutschland duren die Aufhebung der Rassengestze
seitens des allierten Oberkommandos ihre frühere deutsche Staatsan-
genörigkeit automatisch widererlangs haben. Gestatten Sie mir zu
bemerken, dass die Entscheidung erheblichen Bedenken begegnet.
Zunächst kann es schon zweifelhaft sein, ob das deutsche Ausbür-
gerungsgesetz ubernaupt den Charakter eines Rassengesetzes hat,
denn es richtet sich nicht - oder wenigstens nicht ausdruckich - gegen
“mentarische“ deutsche Staatsangehorige, sondern gegen alle Deuts-
chen ohne Unterschied der Rasse, die nach einem gewissen Zeitpunkt
ausgewandert sind. Ueber dieses Bedenken würde man freilich schon
hinwegkommen. Erheblicher scheint folgender grundsaizlicher
Einwand:
Der Richter hat in seiner, von der Berufungskammer gebi-
lligten Entscheidung ausdrücklich anerkannt, dass die Ausbürgerung
als die gesetzliche Massregel eines souveränen Staates an sich gültig
ist. Dem ist zu zustimmen. Dagegen ist es mehr als fraglich, ob durch
die Aufhebung des Gesetzes als eines “Rassengesetzes” die urs-
prünglicne Staatsangehörigkeit ohne weitere wiederhergestellt wird.
Durch das Ausbürgerungsgesetz haben die davon Betroffenen ihre
deutsche Staatsangehörigkeit in gültiger Weise verloren. Diese Sta-
atsangehörigkeit aber kann ihnen durch ein das urprüngliche Gesetz
nachträglich aufhebendes deutsches Gesetz ohne ihre Zustimmung
nicht wieder aufgezwunden werden, und zwar in erster Linie deshalb
nicht. well die ausgebürgeren Emigranten, die im Ausland leben mit
Bezug auf ihre persönlichen Verältnisse weder den deutschen Ge-
setzen noch den diesen gleichstehenden Verordnungen des allierten
Oberkommandos unterworfen sind, ebenso wenig wie solche Emi-
granten. die inzwichen eine neue Staatsangehörigkeit erworben ha-
ben (AW.1946.07.27, p.7).

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5. Conclusión

Detenernos en la funcionalidad de un semanario como referente cultu-
ral de un colectivo minoritario y distribuido sobre el territorio nacional,
ya no en sus grandes secciones sino más bien en aquellos espacios que
funcionaban como vasos comunicacionales con sus lectores, nos habilita
esgrimir algunos lineamientos externos al ya clásico análisis de la pug-
na que tuvo la empresa editorial de los Alemann para con los espacios
dentro de la comunidad que apoyaban al nacionalsocialismo. En sucintas
palabras, una primer mirada “desde arriba” o institucional nos permite
considerar que el AW como una institución étnica que propuso un pai-
saje mediático entre sus lectores y que, mediante sus secciones, expuso
una serie de prácticas, espacios y discursos que pudieron postular limites
etnicos, estimular la formación de una comunidad imaginada y, con ello,
una identidad colectiva germano-argentina, entre sus lectores. Aunque,
como hemos intentando exponer, tambien marcaron en aquellas signifi-
caciones etnicas posicionamientos políticos hacia el interior del colecti-
vo y ligadas a la disputa politica que marcaba a la comunidad en aquel
momento. En cambio, una mirada “desde abajo”, nos permite inferir que
al menos parte de sus lectores utilizaron el semanario en prácticas mas
bien alejadas del clima político y bélico que vivía la comunidad para ese
entonces. Es decir, usaban el semanario como una instancia donde poder
alcanzar objetivos íntimamente personales ligados tanto a la vida profe-
sional como privada y a instancias de encontrar sus interlocutores dentro
del propio grupo étnico. En ultima instancia, podemos proponer que, en
terminos de Hall (1996), el punto de sutura entre los discursos propues-
tos por el semanario y las propias prácticas que sus lectores realizaban
con el semanario y sus narrativas, delimitaba el espacio simbólico donde
la identidad germano-argentina era operativa.

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De coincidencias y peculiaridades: conversaciones
con Ana Buriano

Of Coincidences and Peculiarities: conversations with Ana
Buriano

De coincidências e peculiaridades: conversas com Ana Buria-
no

Erika Pani
El Colegio de México, México

E-mail: epani@colmex.mx

Resumen

En este texto me acerco, desde una perspectiva personal, a la trayec-
toria de Ana Buriano, como directora de la biblioteca del Instituto
Mora y como historiadora del conservadurismo. Reseño brevemente
algunas de las contribuciones centrales de su importante libro Nave-
gando en la borrasca. Construir la nación de la fe en el mundo de la
impiedad. Ecuador, 1860-1875, que renovó las conversaciones sobre
la historia de las ideas políticas y de la relación Iglesia-Estado en
América Latina: su análisis del complejo interactuar entre ideas y
praxis y su valoración del peso de los modelos y las conexiones his-
panoamericanas en los procesos históricos del continente.

Palabras clave: Ana Buriano. Historiografía. Conservadurismo. Si-
glo XIX.

De coincidencias y peculiaridades: conversaciones con Ana BurianoRevista Pucara, N.º 33 (145-153), 2022

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Abstract

In this essay, I engage, from a personal perspective, with Ana Buriano’s
trajectory, as head librarian at the Instituto Mora and as a historian of
Conservatism. I briefly review some of the central contributions of the
important book, Navegando en la borrasca. Construir la nación de la fe
en el mundo de la impiedad. Ecuador, 1860-1875, which renewed our
conversations on the history of political ideas and of Church-State rela-
tionship in Latin America: her analysis of how ideas and action interac-
ted, and her weighing the influence of models, connections and networks
in the continent’s historical processes.

Key words: Ana Buriano. Historiography. Conservatism. Nineteenth
Century.

Resumo

Neste texto abordo, a partir de uma perspectiva pessoal, a trajetória
de Ana Buriano, como diretor da biblioteca do Instituto Mora e como
historiador do conservadorismo. Reviso brevemente algumas das con-
tribuições centrais de seu importante livro Navegando en la borrasca.
Construir la nación de la fe en el mundo de la impiedad. Ecuador, 1860-
1875, que renovou as conversas sobre a história das ideias políticas e
das relações Igreja-Estado na América Latina: sua análise da complexa
interação entre ideias e práxis e sua avaliação do peso dos modelos e co-
nexões hispano-americanas nos processos históricos do continente.

Palavras-chave: Ana Buriano. Historiografia. Conservadorismo. Sécolo
Dezenove.

Recibido: 15.03.2022 Aceptado: 25.04.2022

1. Introducción1

Ana Buriano nos dejó, demasiado pronto, el 7 de febrero de 2019. Su
ausencia pesa sobre el gremio de los historiadores en México, a quienes
hace mucha falta. Por eso agradezco el poder escribir estas líneas, como
parte del merecido homenaje que organizaron, en febrero 2022, los co-
legas del Seminario permanente de historia política, la Universidad de
Cuenca, la Universidad Central de Ecuador y la Pontificia Universidad
Católica del Ecuador. El texto, muy breve, pretende reflejar algunas de
las formas en que el interactuar con Ana –con su trabajo y con su per-
sona-- invita no sólo a repensar los nudos que amarra la historia y cómo
podemos acercarnos a ellos para desenredarlos, sino también a reflexio-
nar sobre nuestro papel como historiadores que nos acercamos al pasado
con un bagaje de experiencias, una postura ideológica –más o menos
arraigada— y una visión de futuro. Tenemos, de Ana –de sus textos, de
sus conversaciones, de su trayectoria-- mucho que aprender.

2. En la biblioteca de Ana

Conocí a Ana en 1996, cuando era la maravillosamente competente di-
rectora de la biblioteca del Instituto Mora, institución a la que me in-
corporé, ese año, como investigadora. Pocas cosas son tan útiles a los
investigadores como un bibliotecario que conoce su acervo y los disposi-
tivos para sacarle provecho. Fue gracias a Ana que descubrí el fondo de
José Ignacio Conde, una rica colección de publicaciones mexicanas del
siglo XIX, que incluye numerosos folletos de difícil acceso: un verda-
dero tesoro para quienes se interesan en las historias del impreso, de las
ideas y de la cultura política decimonónicos. El profesionalismo, ánimo
y buen humor de la directora de la biblioteca, su comprensión y respeto
por el trabajo de investigadores y bibliotecarios, así como su solidaridad

* Agradezco a los organizadores del coloquio anual de Historia Trayectorias. Un
Homenaje a Ana Buriano y en especial a Luis Esteban Vizuete, en haberme invitado a
participar en este interesante encuentro y ahora en esta publicación, aunque sea con un
texto tan personal e informal.

*

De coincidencias y peculiaridades: conversaciones con Ana BurianoRevista Pucara, N.º 33 (145-153), 2022

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y buena disposición permeaban en todo el personal de la biblioteca que,
en el 2003, se bautizó con el nombre del connotado historiador mexicano
Ernesto de la Torre Villar. Todavía hoy, el legado –la escuela—de Ana
está presente y contribuye a hacer de esta biblioteca uno de los espacios
más agradables y productivos para realizar las labores del historiador.

Por otra parte, tengo para mí que el ojo y el tino de la bibliotecaria, su
concepción de la información como abarcable y recuperable cuando está
ordenada, influyó en el trabajo histórico de Ana, desde su elección, para
la tesis doctoral, del “conservatismo” como categoría analítica –inspi-
rada en la Lista de encabezamientos de materia para la Biblioteca Na-
cional de México
de Gloria Escamilla (2003, p. 29)--, hasta sus trabajos
sobre la prensa ecuatoriana (2011; 2018), que exigieron superar la dis-
tancia a través de la colaboración y la tecnología –que no era tan eficaz
en la transmisión como lo es hoy–, así como la construcción de un acervo
y su sistematización. Los resultados de este esfuerzo pintan el panorama
de las publicaciones periódicas de una época. El análisis de Ana nos in-
dica la puerta para poder adentrarnos en sus contenidos e identifica los
intereses, ambiciones, esperanzas y temores que movieron a los artífices
de estas publicaciones, los conflictos que animaron sus debates y las ten-
siones que atravesaron sus debates. Sus trabajos ponen de manifiesto que
las redes, intercambios y polémicas que articulan estas publicaciones son
tan sugerentes como el contenido doctrinario de sus textos.

3. Historiadora del conservadurismo en América Latina

Como directora de la biblioteca del Instituto Mora, Ana combinaba una
enorme generosidad y un trato afable con una notable discreción. Yo sa-
bía que formaba parte del exilio sudamericano de los setentas y ochentas
en México, mismo que tanto había aportado al mundo académico mexi-
cano y sobre cuyas experiencias y repercusiones se reflexionaba y escri-
bía, con mucho provecho, en nuestra institución. No supe, sin embargo,
sino hasta después de su muerte, de su militancia –que tuvo, además, una
significativa dimensión familiar--, ni de su periplo por la Unión Soviéti-

ca, Cuba y Nicaragua, ni de lo largo y esforzado de su carrera académica.
Sabía que, además de estudiar los exilios, trabajaba la política del Ecua-
dor del siglo XIX, pero no tenía muy claro el enfoque que daba a estos
estudios. Nuestras conversaciones, más bien breves, versaban las más
veces sobre mis investigaciones. La tesis doctoral que realizaba entonces
se centraba en los colaboradores mexicanos del imperio de Maximilia-
no, entre los que me resistía a ver “conservadores”. Los comentarios de
Ana sugerían profundizar en las fuentes, ampliar la discusión –que no
querella-- historiográfica y no imponer categorías de análisis, como la de
“liberal”, que yo insistía en utilizar para describir a todos los personajes
que estudiaba. Perdí yo: Ana tenía, sobre conservadores y conservaduris-
mos, las ideas bastante más claras y fundamentadas que yo; desafortuna-
damente, no las ponderé lo suficiente.

Cuando apareció Navegando en la borrasca en 2008 marcó un hito his-
toriográfico y representó, para mí, una sacudida. A pesar de las interven-
ciones notables de historiadores como Charles Hale y Natalio Botana, de
las de la “nueva historia política” (Marcello Carmagnani, François Xavier
Guerra, Hilda Sabato y sobre todo quizá, para el caso mexicano, Elías Pal-
ti (1998)) y de investigaciones que renovaban la historia de la Iglesia y
de la religión (William Taylor, Roberto di Stefano y Brian Connaughton,
que fungió como director de la tesis de Ana), la conversación sobre las
ideas políticas en el XIX latinoamericano seguía dominada por el enfren-
tamiento, retratado como maniqueo, entre liberalismo y conservadurismo.
La mayoría de los estudios se centraba en ideas que a menudo aislaba
del discurso contencioso que las enunciaba y ambas corrientes ideológicas
eran interpretadas como congruentes y cerradas, producto de una realidad
europea y por lo tanto refractarias a la latinoamericana. Las más veces, el
liberalismo, como apuesta idealista y progresista por el futuro, interesaba
más a los estudiosos que su rival. De este modo, al conservadurismo, salvo
excepciones notables, le sobraban detractores y apologistas y le hacían
falta historiadores. Los estudiosos seguíamos atorados en ciertos lugares
comunes y el interés en los conservadurismos se fincaba de la simpatía o el
rechazo –o, cuando más, en el esfuerzo por tratar de entender al enemigo.

De coincidencias y peculiaridades: conversaciones con Ana BurianoRevista Pucara, N.º 33 (145-153), 2022

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El libro de Ana Buriano mostró que otro camino era posible, un camino
a un tiempo más ancho y menos predecible. Su contribución no se limitó
a evitar enredarse en las polémicas estériles heredadas de las estructuras
historiográficas; más productiva resultó, sin duda, su decisión de vin-
cular ideas y praxis, sin simplificar ni aquellas ni ésta, para reseñar el
conservadurismo en acción. En muchos sentidos, el cambio de título de
la tesis al convertirse en libro ilustra este importante ajuste en el enfoque.
La perspectiva y categorías analíticas que estructuran Navegando esta-
ban ya en el trabajo doctoral: su interés en el concepto de “hegemonía”,
no como consenso sino como un “campo de lucha, de discusión, de ne-
gociación”, mediado por las coincidencias retóricas y simbólicas de una
cultura política instrumentada por las élites (2003, pp.27-29). El énfasis
del libro, sin embargo, es distinto: no ocupan el centro del escenario “Los
conservadores ecuatorianos”, sino los desafíos que enfrentaron quienes,
entre 1860 y 1875, timonearon el que sentían era el muy endeble barco
de la patria, azotado por la tormenta de la impiedad, el desorden de la
demagogia y las amenazas externas.

Así, Ana estudió la manera en que estos políticos ecuatorianos adap-
taron y manipularon discursos y principios; analizó las alianzas y en-
frentamientos que pautaron la puesta en marcha, consolidación y resque-
brajamiento de un proyecto de Estado “ultramontano y modernizador”,
de la mano de García Moreno, cuyo actuar la autora delinea y pondera,
sin permitir que distraiga la dramática y colorida –y por lo tanto avasa-
lladora– historia de vida del “vengador y mártir del derecho cristiano”.
Navegando no se queda en lo que estos conservadores –que se decían
liberales— decían y escribían. Revela las formas en que, en coyunturas
particulares –los procesos constitucionales, las elecciones, los debates en
la prensa–, su ideario se construyó y transformó, así como la manera en
que sus artífices intentaron traducirlo en política.

No me atrevo a hablar de las posturas políticas de Ana, pero me resulta
notable que, dada la densidad de su experiencia previa –que yo desco-
nocía en el momento de esa primera lectura–, y tras haber examinado,

en su tesis de licenciatura, defendida en 1983, el golpe de estado que
diez años antes la había obligado a abandonar su país, emprendiera una
investigación doctoral sobre el Ecuador que el gobierno consagrara al
Sagrado Corazón de Jesús. Esto contribuyó sin duda a las virtudes de un
estudio que puso de manifiesto la complejidad y pertinencia de acercarse
al Ecuador, considerado simplemente como objeto de estudio, sin ser
su historia un pasado nuestro, abigarrado, polivalente y conflictivo, del
que el historiador debe construir un relato más o menos coherente para
el “nosotros” al que hay que decir de dónde venimos y a dónde vamos.

La propuesta de Ana Buriano en este libro permitía destrabar algunos de
los problemas que encorsetan aún a la historia de las ideas: el pensar en
ideologías que son coherentes y estables, que surgen prácticamente de
una pieza de la cabeza más o menos bien armada de algún ideólogo, que
pueden encasillarse en categorías rígidas y muchas veces planas, como
“modernidad” o “tradición”, a pesar de ser incapaces de encapsular la
complejidad de la sociedad y lo contencioso de la política. Navegando
se centra en las iniciativas, estrategias y pragmatismo de García More-
no y sus colaboradores, en sus esfuerzos por fincar en un catolicismo
ultramontano –y en el respaldo del Papa-- la legitimidad del régimen
y engendrar a través de él un sentido de pertenencia nacional, dentro
de una sociedad que percibían estaba constantemente amenazada por la
disgregación y por la agresión de las potencias vecinas.

Al mismo tiempo, el gobierno conservador aprovechó las fracturas de la
institución eclesiástica para utilizar como agentes a los religiosos extran-
jeros que inmigraron al Ecuador, y debían “civilizar” a sus ciudadanos
y disciplinar a al clero local. Recurriría también, de forma estratégica,
a ciertos elementos de la política moderna para afianzar su dominio: la
educación popular, la ciudadanía y las elecciones, la opinión pública. El
análisis que realiza Ana de estas ideas en acción, dentro de un régimen
autoritario y represivo al tiempo que cambiante, modernizador y agluti-
nador de actores diversos, quiebra toda interpretación monolítica.

De coincidencias y peculiaridades: conversaciones con Ana BurianoRevista Pucara, N.º 33 (145-153), 2022

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Otra deuda que tengo con el trabajo de Ana es con su fértil pensar a Amé-
rica Latina como espacio de la historia. Acostumbrada a mirar al norte
desde México, el oponer a una comunidad cultural y espiritual al Cali-
ban materialista me parecía poco convincente. América Latina, creía, era
producto más de la aspiración que de vínculos reales. Los trabajos de
Ana sobre coyunturas particulares del siglo XIX muestran lo contrario.
Analiza un caso supuestamente excepcional --el Ecuador, “nación de la
fe”, armada en contra del “liberalismo rampante”-- durante un periodo
crítico, en el que se fragua, precisamente, el concepto de “América Lati-
na”, por un lado para legitimar el imperialismo francés, por el otro como
base de un frente común en contra de un expansionismo europeo renova-
do (Gobat, 2013). Su trabajo pone de manifiesto el impacto que tuvieron,
para bien y para mal, los modelos latinoamericanos y la importancia de
vecindades, intercambios y conexiones.

Dentro de la misma línea, explora cómo los intereses económicos mol-
dearon la actividad diplomática de Francisco de Paula Pastor, mexica-
no que fungió como representante de Ecuador en México (2010) y los
ideales republicanos que animaban a Nicolás Corpancho, sobre quien,
me temo, ya no llegó a publicar. Es especialmente ilustrativo su estudio
sobre el coqueteo de García Moreno con la Francia imperial, con la es-
peranza de establecer en Ecuador un protectorado, en términos similares
a los del imperio de Maximiliano en México, para poder proteger así a la
débil nación, de la posibilidad tanto del ataque como del contagio de una
Colombia turbulenta y expansionista (2015). Su obra muestra también
las posibilidades de comparación sistemática que son tan difíciles –por
exigir un manejo excepcional de bibliografías nacionales distintas—
pero tan útiles.

Como bibliotecaria, como colega, como historiadora, Ana abonó genero-
samente a la conversación historiográfica en México y América Latina.
Partió, sin duda, demasiado pronto, pero con lo mucho que nos dejó,
seguirá con nosotros durante mucho tiempo.

Referencias
Buriano, A. “Los conservadores ecuatorianos, 1860-1875. Un proyecto

de consolidación estatal: de las hegemonías compartidas a
los límites y las decepciones”, Tesis (Doctor en Historia),
Universidad Nacional Autónoma de México, 2003.

_________. El “espíritu nacional” del Ecuador católico: artículos
selectos de El Nacional
, Ciudad de México: Instituto de
Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2011.

_________. Navegando en la borrasca. Construir la nación de la fe en el
mundo de la impiedad. Ecuador, 1860-1875
, Ciudad de México:
Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2008.

_________. “Entre el protectorado y la República del Sagrado Corazón:
el Ecuador garciano, 1860-1875”, Historia Mexicana, 65:2,
2015, pp.561-597.

_________. Panorámica de la prensa en el Ecuador garciano.
Construcción y cuestionamiento de una legitimidad política,
1860-1875, Ciudad de México: Instituto de Investigaciones Dr.
José María Luis Mora, 2018.

Buriano, A. y Araceli Medina Chávez, “En las redes del agio y la
diplomacia: Francisco de Paula Pastor, representante de
Ecuador en México (1832-1864)”, Revista mexicana de política
exterior
, 88, 2010, pp.133-164.

Gobat, M. “The Invention of Latin America: A Transnational History of
Anti-Imperialism, Democracy and Race”, American Historical
Review
, 118: 15, 2013, pp.1345-1375.

Palti, J.E. La política del disenso. La “polémica en torno al monarquismo”
(México, 1848-1850)… y las aporías del liberalismo
, Ciudad de
México: Fondo de Cultura Económica, 1998.

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Ana Buriano: una académica entre el exilio y la His-
toria del Tiempo Presente

Ana Buriano: an academic exile and the History of the Pre-
sent Time

Ana Buriano: uma acadêmica entre o exílio e a História do
Tempo Presente

Silvia Dutrénit Bielous
Instituto Mora (CPI-CONACYT)
E-mail: sdutrenit@mora.edu.mx

Resumen

El texto transcribe la charla inaugural del Coloquio Anual de Histo-
ria: UN HOMENAJE A ANA BURIANO. En estas páginas se narran
facetas de la vida y obra de la homenajeada. Se Hace referencia a
sus múltiples experiencias de exilio y a su papel como mujer com-
prometida con los derechos humanos. Se recupera especialmente su
contribución a la Historia del Tiempo Presente en temas de su historia
vivida, tales como los golpes de Estado, el exilio, las controversias
en la Corte Interamericana de los Derechos Humanos. Finalmente,
las referencias bibliográficas ilustran sobre algunos títulos de su obra
historiográfica.

Palabras clave: Historia del Tiempo Presente, Historia vivida, Exi-
lio, Golpe de Estado, Derechos Humanos.

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Ana Buriano: una académica entre el exilio y la Historia del Tiempo Presente Revista Pucara, N.º 33 (155-171), 2022

Abstract

The text transcribes the inaugural talk of the Annual History Collo-
quium: A TRIBUTE TO ANA BURIANO. These pages narrate facets
of the life and work of the honoree. Reference is made to her multiple
experiences of exile and her role as a woman committed to human ri-
ghts. His contribution to the History of the Present Time is especially
recovered in topics of his lived history, such as the coups d’état, the
exile, the controversies in the Inter-American Court of Human Rights.
Finally, the bibliographical references illustrate some titles of his his-
toriographical work.

Key Words: History of the Present Time, History lived, Exile, Coup
d’état, Human Rights

Resumo

O texto transcreve a palestra inaugural do Colóquio Anual de História:
UMA HOMENAGEM A ANA BURIANO. Estas páginas narram face-
tas da vida e obra do homenageado. Faz-se referência às suas múltiplas
experiências de exílio e ao seu papel de mulher comprometida com os
direitos humanos. Sua contribuição para a História do Tempo Presente
é especialmente recuperada em temas de sua história vivida, como os
golpes de Estado, o exílio, as controvérsias na Corte Interamericana
de Direitos Humanos. Por fim, as referências bibliográficas ilustram
alguns títulos de sua obra historiográfica.

Palavras chave: História do tempo presente, história vivida, exílio,
golpe de estado, direitos humanos.

Recibido: 12.02.2022 Aceptado: 22.05.2022

Hoy se cumplen 3 años de su fallecimiento. Es imposible borrar lo que
fue la conversación que tuvimos a dos horas o algo menos de que ini-
ciara su viaje. Ese viaje que obliga a no tenerla más frente a nosotros en
un mano a mano pero que para nada impone un alejamiento de aquella
que fue y, hoy sigue siendo, una mujer ejemplar: de imborrables prin-
cipios, de una humanidad y solidaridad poco común, una académica y
docente brillante y comprometida, una amiga inolvidable.*

La petición de que abriera este seminario en que se homenajea su tra-
yectoria, la agradezco, es un honor, pero debo ser sincera, no me resulta
nada fácil. Con Ana me unieron y me siguen uniendo principales sen-
das de nuestras vidas como militantes políticas, exiliadas y académicas
cómplices en muchos, muchísimos trabajos durante décadas, y claro
está, como diría Alfredo Zitarrosa, fuimos “hermanas alma”.

Desde el 21 de octubre del año pasado, cuando nuestro colega Luis
Esteban Vizuete, a quien conocí por Ana y a quien tanto estimaba, me
envió una invitación para realizar la charla, no he dejado de pensar en
este momento, imágenes de la vida pasaban como una cinta intermi-
nable. Nada distinto a lo que me sucedió cuando debí intervenir en el
homenaje que se realizó en el Instituto Mora el 23 de septiembre de
2019, ocasión en la que se le puso su nombre a la Sala de Lectura de la
Sede Poussin.

A partir de una relación entrañable de décadas en distintos planos, y
que procuraré evitar respecto a lo estrictamente personal, aunque es
muy difícil cumplirlo por ese entretejido de nuestros recorridos, quiero
subrayar que nada de su pasión y compromiso por la Historia del Tiem-
po Presente (HTP) es ajena a su historia vivida como protagonista.

Lo que comparto con ustedes está marcado por las circunstancias y el
hecho de que fuimos coautoras de muchos textos y, algunas veces, Ana
fue mi editora y en otras, lo fui yo.

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Ana Buriano: una académica entre el exilio y la Historia del Tiempo Presente Revista Pucara, N.º 33 (155-171), 2022

Y así como Ana destacó siendo una brillante historiadora del Ecuador
conservador, también lo hizo como historiadora del exilio y, no menos,
mientras la vida se lo permitió, del ámbito de los derechos humanos, en
particular, de actores y espacios de defensa y promoción como son los
equipos de antropólogas y antropólogos forenses, la Corte Interamericana
de Derechos Humanos (Corte IDH) y alguno de sus jueces emblemáticos.

Ana era una estudiante del Instituto de Profesores Artigas que formaba
parte de un grupo de jóvenes destacadas, algunas formándose en el campo
de la historia y otras de la literatura. La recuerdo muy bien como militante,
esbelta, elocuente, oradora convincente, condición que mantuvo hasta sus
últimos días. Y también, fumadora obsesiva. Entonces yo era una estu-
diante liceal, lo que, seguramente, provocó que Ana en aquel entonces no
tuviera idea de mi presencia, aunque sí de mi familia.

A partir de 1968, en Uruguay se desplegó un camino sin vuelta de intensas
luchas gremiales y políticas hasta que se desembocó en el golpe de Estado
del 27 de junio de 1973. Brasil primero y luego todo el Cono Sur confor-
marían una geografía en que se enraizarían las dictaduras de seguridad
nacional y se desplegaría la Operación Cóndor.

Aquella fecha, 27 de junio de 1973, sobre la cual regresaré, marcó el re-
forzamiento creciente de la represión y el obligado repliegue de la lucha
abierta toda vez que la huelga general no logró hacer retroceder a los gol-
pistas. Ese obligado repliegue condujo a formas clandestinas de acción
hasta que desembocó en el camino del exilio.

Ana y su marido, Iván Altesor, partieron hacia Buenos Aires, atravesando
situaciones muy difíciles, muy riesgosas. Coincidimos entonces en la mis-
ma tierra de exilio. Al poco tiempo se reunieron con Andrés, su pequeño
hijo. Los tres frente a un nuevo golpe de Estado, el 24 de marzo de 1976,
ahora en el exilio argentino, comenzaron un largo y zigzagueante recorrido
por otras geografías en distintos continentes. Nada de lo recorrido fue aje-
no a aquello que en el lenguaje militante se llamaba labor internacionalista.

Nos reencontramos en México en agosto de 1976, en aquel casi fugaz paso
de los Altesor Buriano por este país. Desde ese momentáneo aterrizaje que-
dó fascinada por su milenaria historia, por su riqueza cultural.

Siguió el camino a Cuba, luego a la URSS, más precisamente a Jersón en
Ucrania, para luego regresar a Cuba, donde nació su hija María Eugenia,
Maru, y, desde ahí, con el triunfo de la revolución en Nicaragua en donde
estaba en el frente de batalla Iván, viajó a Managua. Allí trabajó en la Uni-
versidad, tiempo después otra vez a Cuba y en 1982, de regreso a México.
Este destino final fue, para quienes pudimos disfrutar de su cotidianidad y
de su notable cultura, lucidez y solidaridad, un privilegio.

Este itinerario de un exilio de muchas tierras de exilios hizo patente su ca-
pacidad, pero también la de Iván, de una permanente, obstinada y enorme
fuerza de volver a comenzar cada vez que su convicción política, social y
académica lo indicaba.

Ana Buriano está presente, siempre presente en distintas facetas. Su carac-
terística modestia no le permitió captar que dejaría un legado. Consciente,
increíblemente consciente hasta su último suspiro, es necesario recordarla
y valorarla como historiadora, como docente, como constructora de la bi-
blioteca y defensora de la institucionalidad del Instituto Mora, como mujer
comprometida social y humanamente.

Tomaré solo un camino de su trabajo académico, el que tiene que ver con
una de sus pasiones, la HTP, la historia de su tiempo vivido. Y ahí la encon-
tramos desde muy tempranamente en los años del exilio, residiendo defini-
tivamente en México y tomando el camino, también de lucha, por obtener
un título, el título del IPA, que la dictadura uruguaya le negó. Empren-
dió nuevamente sus estudios universitarios, en el Sistema de Universidad
Abierta de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, con fuerza admi-
rable, para alcanzarlo. Su tesis, que permitió que hiláramos desde entonces
nuestros intereses académicos, también nuestras preocupaciones, pasiones,
con coincidencias y discrepancias en los ámbitos intelectuales y políticos.

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Ana Buriano: una académica entre el exilio y la Historia del Tiempo Presente Revista Pucara, N.º 33 (155-171), 2022

La tesis tuvo un objetivo claro, delimitado en su título: El golpe de Estado
del 27 de junio de 1973 en Uruguay
. Era entonces 1986. Su elaboración,
que recibí el privilegio de acompañar en su dirección, hizo posible que dia-
logáramos y discutiéramos hechos y procesos del Uruguay y América Lati-
na, en tonalidad de conceptos y tiempos de la historia.

Tesis realizada con una puntillosa descripción que, por su agudeza y respon-
sabilidad, pudo realizar con las fuentes posibles de aquel entonces y desde el
exilio. Tal como Ana lo registró en esa tesis:

Al delimitar el tema conviene establecer que la principal dificul-
tad del trabajo al abordarlo, es la documental, salvo algunos comunica-
dos públicos, las actas institucionales y algunas publicaciones emanadas
directamente de las Fuerzas Armadas, el investigador no tiene acceso al
trabajo de archivo. Fue por tanto un trabajo en condiciones de no posibi-
litar un contacto de primera mano, a partir del cual establecer sólidas y
fundadas conclusiones (Buriano Castro, 1986, p. 3).

Respecto a las fuentes oficiales sostenía a la vez que “no es de ninguna
manera subjetivo afirmar que el historiador que en algún momento tenga
acceso a esos archivos, se enfrentará con una visión totalmente recortada de
los hechos y con que las omisiones en la microfilmación harán imposible un
juicio histórico basado exclusivamente en la documentación”. Afirmó final-
mente que su trabajo tenía un carácter tentativo (Buriano Castro, 1986, p. 4).

Recogidas sus palabras, la tesis representa una mirada documentada del
tiempo vivido por una historiadora que pudo ser rigurosa con el metier de la
profesión, estableciendo distancia y abonando un cotejo de fuentes los más
prolijo y riguroso que ella misma se exigía.

Ahí nos encontramos, Ana como tesista y yo como directora absolutamente
formal, situación penosa para mí, al tener que tomar ese papel frente a la
figura intelectual enorme que Ana tenía. En la misma realiza un pormeno-
rizado y argumentado relevamiento de la crisis que desembocó en el golpe
de Estado. Pretendió con éxito original explicar el complejo proceso que

culminó con el golpe. Un estudio de variables político-partidarias, culturales
y sociales que hacían a esa singularidad uruguaya. Reafirma en la misma
que se trata esencialmente de una crisis más política que económica del
sistema institucional. Definió que el “Proyecto autoritario se vio obligado,
para implantarse, a introducir un nuevo actor, que le permite dirimir a su
favor la gran confrontación social que se procesaba” (Buriano Castro, 1986,
p. 326). Ese actor que pasó a ser central en la práctica institucional, violen-
tándola por medio de un efectivo terrorismo de Estado, entonces le permitió
definir a la dictadura con un fuerte ingrediente militar que la caracterizó
como dictadura militar, no obstante, con los años iría tornándose la inter-
pretación para delimitarla claramente en dictadura cívico-militar, tanto para
Ana como para muchos de quienes estudiamos el periodo.

Este trabajo raigal en su posicionamiento como historiadora del Tiempo
Presente, será la base de investigaciones posteriores desde el exilio también
para alcanzar un estudio necesario, que desde su tesis lo deja ver, sobre
el contexto más amplio de las crisis que llevaron a las dictaduras y de las
dictaduras mismas. Y aquí recuerdo otro de sus trabajos en que justamente
vuelve sobre el análisis de esos contextos cuando en la lente ubicaba una de
las rutas del exilio, el asilo diplomático. Un estupendo análisis epocal sobre
el Cono Sur, conflicto y dictaduras, está en el estudio introductorio de Tras
la memoria. El asilo diplomático en tiempos de la Operación Cóndor, libro
en el que fungió como editora y la acompañamos como coautoras con otra
colega, allí esclareció tanto las circunstancias de aquellos países como la
mexicana observada en su política y práctica de asilo diplomático (2000).

Para los países conosureños afirma a la vez que habían acumulado
Desde décadas atrás, la suficiente explosividad para que deto-
nantes circunstanciales generararan la irrupción de un actor político que,
en algunos casos era exógeno e insólito (Uruguay y Chile) y en otros en-
dógeno, casi un componente habitual de la vida política (Argentina): las
fuerzas armadas de los respectivos países… y nada ajeno a lo que se ha
dado en llamar la ‘variable externa’, la Doctrina de Seguridad Nacional
(Buriano Castro, 2000, p. 10).

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Ana Buriano: una académica entre el exilio y la Historia del Tiempo Presente Revista Pucara, N.º 33 (155-171), 2022

Este análisis desde esa lente que miraba una ruta del exilio la hizo a la
vez una experta, como lo que señalé, en la política y práctica del asilo
diplomático mexicano, de las estrategias del Estado respecto a otorgarlo
o no en función de sus relaciones bi y multilaterales, de sus intereses en
la política internacional. Ana se volvió una especialista en cómo recupe-
rar, mediante diversas fuentes, el papel de actores principales de aquellos
hechos y procesos.

Es así como Ana resulta atrapada por la figura emblemática del embaja-
dor mexicano Vicente Muñiz Arroyo, ejecutor indiscutible de una sede
diplomática abierta a los perseguidos, rigurosamente confirmados como
tales, en la que no faltó nunca el sentido humanitario en tanto se acre-
ditaba a cada solicitante como asilado. Primero proteger, luego investi-
gar. Esta atracción por un personaje de este talante la condujo a estudiar
aspectos diplomáticos, instrumentos internacionales y a buscar, en los
recónditos espacios de la memoria de los testigos qué encontraban y qué
evocaban, desde el presente, sobre el papel de aquel embajador. Creo que
aquí hay un aporte muy destacado de Ana a los estudios sobre los exilios,
sus causas, sus atajos, sus protagonistas.

Trabajamos juntas para sistematizar los registros que pudieran recons-
truir la figura del embajador, escudriñando hasta los orígenes en su tierra
natal, Churintzio, Michoacan, en donde se concretó un singular homena-
je en la plaza principal como también se realizó en Morelia. El homenaje
a Muñiz Arroyo, en Churintzio, organizado por el gobierno de Michoa-
cán y la embajada uruguaya en México, estuvo presente en nuestras con-
versaciones entre risas y lágrimas con el paso de los años. Nuestra com-
plicidad se enriqueció cuando nos propusimos enfocar la figura de Don
Vicente, como se le decía. Luego de una larga investigación que llevó a
recorrer archivos y crear fuentes orales, organizar seminarios con diver-
sos protagonistas cercanos al embajador de tan múltiples facetas, entre
2006 y 2007, Ana se tornó un referente de los estudios del exilio. Tanto
artículos (Buriano Castro, 2008 y Buriano Castro y Dutrénit Bielous,
2008) como el documental, Más allá del reglamento, realizado en 2010

y que fue posible concretar gracias a Carlos Hernández Marines, exhiben
a Ana como una historiadora aguda, creativa y, por qué no, estricta en la
reconstrucción de los hechos y obsesiva en buscar los datos hasta que
se resolvía que ya no se veían nuevos atajos para evidenciar y conocer
lo sucedido. También en este ámbito de la historia de los exilios Ana ha
dejado su legado historiográfico y metodológico.

Y su pasión y aporte a los estudios de los exilios no se limita al contexto
que en conjunción con ciertos procesos llevan a su concreción; hay en
su obra, creo, un aporte esencial y primigenio respecto a la historia del
Uruguay pero que no se confina sólo en ella. Ana asumió el estudio del
exilio uruguayo en la URSS. Cuando arrancaba el nuevo milenio inició
el proyecto sobre El Uruguay del exilio, escenarios y protagonistas; en
esos años conversamos mucho sobre la necesidad de que estuviera pre-
sente la experiencia en la entonces Unión Soviética. Ana, quien asumiera
el reto de narrar esa historia, no convencida al inicio, solidaria como
siempre, registró en el texto el pasaje siguiente que la muestra tal cual
era, comprometida mujer y rigurosa académica:

Cuando la coordinadora de este proyecto me propuso tomar
bajo mi responsabilidad el estudio del exilio político uruguayo en la
Unión Soviética (URSS) y me explicó la propuesta metodológica a la
que aspiraba, con su amplitud y sus límites sentí, al tiempo que la atrac-
ción que provocan los desafíos, la dificultad de su cumplimiento. Los
años transcurridos, el reducido núcleo de quienes encontramos refugio
en un país que ya no existe como tal, la desaparición física de muchos
de los posibles testigos, la carga ideológica de ese exilio, la conflictiva
interpersonal, partidaria y muchos otros problemas constituían barreras
difíciles de franquear. La tarea conllevaba, además, el contenido emo-
cional del relato testimonial, pues la autora compartió la experiencia y
vuelca su testimonio en este trabajo. No dudé, en cambio, ya no de su
pertinencia sino de que se trataba casi, de no dejar perder las oportuni-
dades últimas que tenemos los historiadores producidos fuera de fron-
teras, se integran a la historia nacional, informan y aportan al acervo
cultural de las generaciones uruguayas y latinoamericanas del futuro
(Buriano Castro, 2006, p. 257).

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Ana Buriano: una académica entre el exilio y la Historia del Tiempo Presente Revista Pucara, N.º 33 (155-171), 2022

Ana no se equivocaba, por eso lo asumió con esa mirada crítica, y nos dejó
este otro legado, quizá me atrevería a decir, de los más importantes en la
historia de los exilios.

Se trata del primer trabajo sobre aquella experiencia exiliar: URSS: las
paradojas de un destino
(2006). En todos los casos, al menos latinoame-
ricanos, ese destino exiliar tiene particularidades muchas veces ocultas.
De esa investigación que se concretó en un capítulo de un libro colectivo,
se publicaron más textos, principalmente en revistas argentinas y ponen-
cias en distintos foros, en especial de Historia Oral (Buriano Castro, 2021,
2006, 2013a y 2013 b).

Nada de lo mencionado en el campo de sus aportes a la historia de los
contextos políticos que desembocaron en las dictaduras y provocaron el y
los exilios, está alejado del ámbito de los derechos humanos, de sus vio-
laciones, de su defensa y de una multifacética práctica de promoverlos,
protegerlos y esclarecer lo que ha resultado el ocultamiento de los delitos.

A ello, junto al pensamiento garciano en el siglo XIX que recoge su li-
bro póstumo, Ana dedicó los últimos años de su fructífera vida (Buriano
Castro, 2018). También en el caso de su especialización en el campo de la
Historia del Tiempo Presente, dejó un legado de obra póstuma de mucho
valor.1

Con una mirada puesta inicialmente en el estudio del dinamismo que la
antropología forense alcanzó, a partir de la aplicación de formas de justicia
transicional, en que sus protagonistas cumplieron un papel importante en
tribunales interamericano y nacionales, se propuso un minucioso estudio
de las modalidades de la intervención forense hasta ubicar las sentencias
relativas a las violaciones cometidas durante el periodo 1970-2000. Como

1 La bibliografía final da cuenta de algunos de sus aportes en el campo de la
HTP: Buriano Castro (2007, 2009a, 2009b, 2009c, 2011, 2012, 2016), Buriano Castro,
Dutrénit Bielous (2003, 2010, 2017) y Buriano Castro, Dutrénit Bielous y Rodríguez de
Ita (2008).

lo señaló en su momento en el texto: “El derecho interamericano de los
derechos humanos y la antropología forense”, publicado en el libro Per-
forando la impunidad…
, “todas estas violaciones ocurrieron en contextos
de violencia generalizada provocada por la interrupción de la institucio-
nalidad democrática, por conflictos armados internos en varios países del
continente o por la simple incapacidad de regímenes institucionales para
respetar los derechos humanos”. El capítulo “da una consideración espe-
cial a algunos instrumentos emanados del sistema regional, en particular
los que responsables de haber potenciado esta actividad y de vincularla al
pasado traumático reciente…” y ofrece en su estudio la idea de que “la faz
contenciosa del derecho interamericano de los derechos humanos ha fa-
vorecido la especialización y el desarrollo alcanzado actualmente por esta
rama de la antropología física” (Buriano Castro, 2017, p. 34).

Esta mirada investigativa también fue, eso creo, parte importante de su
pasión final y permitió que nos beneficiáramos de dos textos finales que su
fallecimiento le impidió ver publicados. Uno de ellos es: “La antropología
forense ante la corte IDH: Controversias y estudios de casos”, publicado
en el libro colectivo Pasados presentes violencias actuales… en el que
continúa estudiando el establecimiento de una complementariedad entre
la actuación de la Corte IDH y la Antropología Forense. En donde además
pone énfasis en lo concerniente a la acción forense ante el tribunal conten-
cioso. Ana señala que el perfil forense:

No se limita exclusivamente a la ubicación e identificación de
los cuerpos más o menos esqueletizados y su restitución a la familia y
al colectivo social de procedencia, sino que, como han señalado los es-
pecialistas, se encarga de “bajar a tierra” el conjunto del corpus jurídico
que rodea al derecho internacional e interamericano de los derechos
humanos y nutrir de contenido los principios que lo sustentan (Buriano
Castro, 2019, p. 218).

Para este texto trabajó tres casos, Colombia, Guatemala y Perú, tres países
en los cuales se vivieron conflictos armados, donde ocurrieron crímenes en
diferentes momentos y que muestran distintas modalidades de atentados
contra la vida.

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Ana Buriano: una académica entre el exilio y la Historia del Tiempo Presente Revista Pucara, N.º 33 (155-171), 2022

Apasionada por el tema de investigación, continuó trabajando y dejó
casi terminado un texto que se publicó tal cual por el aporte que signi-
ficaba. Aquí nuevamente tomó el camino biográfico de personajes in-
ternacionales, promotores de la defensa de los derechos humanos. “Im-
pulsores de la humanización del derecho internacional de los DDHH”,
su capítulo, integra el libro Historia reciente de América Latina …,
fruto del trabajo en el seminario con el mismo nombre, del que Ana fue
co-coordinadora. En éste, su último trabajo de investigación, comparte
la inquietud de que se mantienen en la penumbra las reflexiones y la
labor intelectual de algunas figuras que labraron la época de oro del
Sistema y afirma que:

Más allá de su suerte, deben ser recuperados para la histo-
ria los momentos más brillantes de la elaboración intelectual de los
organismos internacionales en torno a los DDHH. Esos avances, lle-
nos de claroscuros, que enfatiza Antonio Augusto Cançado Trindade,
no sólo deben ser historizados. Ellos abren brecha para que, quienes
trabajamos desde las humanidades y las ciencias sociales, podamos
insertar nuestra labor intelectual y nuestra praxis académica (Buriano
Castro, 2020, p. 360).

Por esta convicción, su esfuerzo final aún cuando la enfermedad le im-
pedia tener la fortaleza de siempre, se propuso como meta concentrar
su dedicación en dos actores:

De orígenes radicalmente diferentes que tuvieron altísima
incidencia sobre el desarrollo institucional. Sin pretensiones de un es-
bozo biográfico [señaló], me interesa destacar las trayectorias vitales
de Antonio Augusto Cançado Trindade y Louis Joinet. Los especia-
listas analizados son por demás disímiles, así como lo son las fuentes
que me permitieron este primer acercamiento (Buriano Castro, 2020,
p. 360).

No logró abordar a Joinet, figura que admiraba y le apasionaba. No
obstante, el desarrollo del caso Cançado Trindade es de una agudeza
extraordinaria. Su trabajo da cuenta de su dedicación e interés en ahon-
dar ese campo historiográfico.

En suma, quiero compartir que transitó desde entonces con la misma entrega
por el conocimiento, la rigurosa investigación y la función docente tanto
por los senderos del conservadurismo ecuatoriano como por la Historia del
Tiempo Presente del Uruguay y América Latina, en especial y en los últimos
años, reiterándolo, por las violaciones de los derechos humanos, las deman-
das por esclarecerlas y ubicar y analizar los caminos de las reparaciones.
Distantes acontecimientos y procesos que entraban en diálogo sin mayor
conflicto y con una dedicación constante hasta sus últimos días.

Pienso, tal como lo compartí en la inauguración de la Sala de Lectura que
lleva su nombre en la Sede Poussin del Instituto Mora, que su última obse-
sión era la traducción, para comentarla, del libro autobiográfico de Louis
Joinet. Ana no logró que Joinet respondiera; por cierto, falleció unos meses
después que ella.

Se destacó también, hay que recordarlo una vez más, en la HTP de América
Latina, la historia vivida de la que, en diversos procesos y acontecimientos,
estuvo íntimamente involucrada. Ello permite afirmar hoy que investigó,
reflexionó y aportó de manera original. Lo mencionado en esta charla son
apenas algunas referencias de lo que nos ha legado en estudios detallados y
con mucha meticulosidad.

Comparto con ustedes, la última, cercana y dolorosa imagen que tengo gra-
vada en mi retina: era el 7 de febrero de 2019 a las 16:00 hrs. La visitamos
tres amigas, las más cercanas. Su deterioro físico era evidente. Conversamos
mucho, nos pedía que le compartiéramos noticias del mundo institucional y
académico, su lucidez era asombrosa. Su preocupación de que se nos aten-
diera bien en su casa era en extremo desproporcionada frente a las circuns-
tancias. En todo caso, esa era Ana, humana, brillante, solidaria, lúcida hasta
en los últimos momentos de la agonía.

3 de febrero de 2022, Villa Coyoacán, CDMX

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Ana Buriano: una académica entre el exilio y la Historia del Tiempo Presente Revista Pucara, N.º 33 (155-171), 2022

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Entrevista

Entrevistas

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Metodología de la enseñanza del lenguaje y la redacción en espacios
universitarios. Entrevista a Lenin Pantoja Torres1

Por Jesús Miguel Delgado Del Águila

Lenin Pantoja Torres nació el 11 de diciembre de 1988 en Lima (Perú).
Ha realizado estudios literarios en pregrado y posgrado en la Universi-
dad Nacional Mayor de San Marcos. Cuenta con un máster en Innova-
ción Pedagógica y Gestión de Centros Educativos por EUCIM Business
School de España. Asimismo, es magíster en Educación con mención en
Políticas y Gestión de la Educación por la Universidad de San Martín de
Porres (Lima, Perú). Con respecto al ámbito laboral, se ha desempeñado
como tutor y docente de Lenguaje en la Universidad Peruana de Ciencias
Aplicadas (UPC), institución en la que laboró por más de siete años y
aprendió unas óptimas técnicas de redacción.

Tuve la oportunidad de hacerle la entrevista, debido a que conservamos
una amistad desde el momento en que ingresamos a la misma institución
a estudiar la carrera de Literatura. Coordinamos previamente, y tuvimos
una conversación vía Zoom. Luego de un tiempo, opté por transcribir ese
intercambio de ideas, con el propósito de publicarla.

Jesús Miguel Delgado Del Águila: Buenos días, Lenin. Consideré que
eras la persona idónea para poder resolver estas inquietudes en cuanto la
redacción en los espacios universitarios. Antes que nada, quisiera saber
si nos podrías contar tu experiencia como tutor y docente universitario
de Lenguaje.

Lenin Pantoja Torres: Buenas tardes, Jesús. Primero, te agradezco la
posibilidad de poder expresarme. Con respecto a tu pregunta, te comento
que yo terminé la universidad en el 2012. De allí, tuve la posibilidad de
trabajar como tutor en la UPC. La experiencia fue muy buena; sobre

1 Esta entrevista se realizó el 4 de julio de 2021, la cual se encuentra en formato
audiovisual en el siguiente enlace: <https://youtu.be/owP55JAy7BM>.

Revista Pucara, N.º 33 (173-185), 2022 Entrevistas

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todo, porque, en el proceso de enseñanza del lenguaje, de acuerdo con la
metodología que se emplea en la universidad, conocí algunas estrategias
y algunas formas de cómo yo había abordado de manera intuitiva la ins-
trucción de la escritura y también de la lectura. Estas dos actividades se
consideran hermanadas no solo en la universidad, sino también en otros
ámbitos.

En general, mi experiencia como tutor fue esa. También, fue un poco
adaptarme al modelo de la UPC, que es muy bueno.

En el caso de mi experiencia como docente, fue más profunda. La dife-
rencia era que como profesor tenía la opción de responsabilizarme de un
grupo más grande de alumnos, a los que tenía que instruir y evaluar. En
el caso de la experiencia como tutor, fue algo más directa con alumnos en
particular. Ellos tenían problemas muy peculiares en cuanto a la redac-
ción. Y por esa razón iban a buscar ese servicio dentro de la universidad.
Un poco para mapearte todo esto y hablarlo de manera general —luego
podemos profundizar—, la idea era que los alumnos reciban sesiones
teórico-prácticas en espacios amplios; en este caso, en el salón de clases,
con un grupo de cuarenta alumnos como máximo. Si algún estudiante
hubiera tenido algún problema peculiar, que no se pueda solucionar den-
tro de la clase, lo que hace es solicitar el servicio de tutoría. Con ello, él
podrá recibir una instrucción personalizada, de acuerdo con su perfil y el
problema que tenga de redacción. Esa sería la diferencia.

Mi experiencia en estos dos ámbitos, el de las tutorías y la docencia,
fue de aprendizaje al inicio para conseguir adaptarme. Luego, conocí lo
metodológico. Pude desenvolverme con mucha comodidad; sobre todo,
porque era una visión diferente de la que yo tenía. Por ejemplo, en mi
etapa universitaria, había compartido mi experiencia educativa con la
función periodística, ya que también había participado en algunos blogs
literarios y algunas revistas virtuales, tal como lo sigo haciendo en la
actualidad. En síntesis, esa es la experiencia, grosso modo, acerca de este
punto que me acabas de preguntar.

JMDDA: En el ámbito laboral, se manejan unas lecturas recomendadas
como también el mismo docente propone las fuentes que considera perti-
nentes. En tu caso, ¿qué textos o autores usaste para el fomento del buen
uso del Lenguaje?

LPT: Con respecto a este punto, es interesante porque yo hablaría de dos
tipos de experiencia o dos tipos de apoyo: uno bibliográfico y otro labo-
ral. La Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) ha construido
un método de enseñanza de lenguaje muy interesante; sobre todo, porque
sigue la idea de proceso y etapas. Por ejemplo, aquí podría hacer alu-
sión a la redacción en proceso: desde la planificación, la textualización
y la revisión. También, se puede mencionar otra etapa que se emparenta,
como la lectura. Es el caso cuando se lee en procesos y niveles, como la
prelectura, la lectura y la poslectura. Asimismo, se puede hacer referen-
cia a los niveles de comprensión lectora, como el más básico o literal, el
inferencial o interpretativo y el criterial o reflexivo.

Cuando me fui desarrollando como docente en la UPC, tuve que adaptar-
me a estas ideas que obviamente provienen de textos que se han tomado
y ajustado a la experiencia y la particularidad de perfil de los alumnos
de la universidad. En esa oportunidad, se podría mencionar el manual
teórico-práctico que crearon los docentes de la institución, que era de uti-
lidad para los nuevos profesores para que pudieran relacionar con mayor
precisión el tipo y la metodología de UPC. A la par, se encuentran otros
autores que ayudan mucho. Por ejemplo, de los múltiples que existen,
yo citaría dos casos en concreto. El primero es el de Daniel Cassany. Él
es alguien que piensa y reflexiona constantemente sobre el tema de la
lectura y la escritura en espacios no solo universitarios, sino en entornos
digitales. Entonces, allí se puede aludir a la lectura electrónica y otros
conceptos asociados con la idea de lo digital. Otra persona importante en
ese aspecto y que resulta de una búsqueda más personal es la española
Isabel Solé, quien usa estrategias de lectura que ayudan muchas veces al
desarrollo de la escritura. Te darás cuenta de que a lo largo de toda esta
entrevista hablaré de estas dos actividades como elementos hermanados.

Revista Pucara, N.º 33 (173-185), 2022 Entrevistas

178 179

La lectura y la escritura no pueden comprenderse de manera separada.
Obviamente, se puede trabajar de modo independiente, pero hay una re-
lación entre ambas. Entonces, grosso modo, yo te haría mención de estos
dos autores. Para complementar, también te podría mencionar algunos
papers o artículos científicos que pueden ayudar mucho a entender todo
este panorama. Es más, te podría mencionar la teoría que se desarrolla
en los setenta y los ochenta en torno a la forma de la lectura, como los
modelos ascendentes, descendentes o intermedios, que sirven mucho al
momento de ejecutar la lectura y la posterior redacción. Como te expli-
qué hace un rato, una vez que uno entiende y comprende la estructura de
los textos, uno cumple la función de consumidor de textos. A partir de
allí, uno recién podrá ser un productor de textos. Por eso, los cursos en la
UPC tienen ese nombre: “Comprensión y Producción de Lenguaje”. Ob-
viamente, eso es lo que se trabaja en una primera etapa, una segunda, y
así sucesivamente. Grosso modo, yo acotaría a estos autores o referentes
teórico-prácticos y también metodológicos.

JMDDA: Ahora, considerando tu experiencia en función de la labor que
desempeñaste, ¿qué estrategias son de utilidad para un estudiante uni-
versitario?

LPT: En el caso de las estrategias para los alumnos, es destacable sobre
todo entender que ellos llegan a la universidad y se enfrentan a un tipo
de escritura que no han visto antes. Esto es debido a que, en el ámbito
universitario, se enseña la escritura académica. Si quieres, podemos deno-
minarla “científica”. En ese sentido, se trata de una escritura formal. Eso
no cancela la existencia de otro tipo de escritura, como el de la escritura
periodística que se desarrolla en otros ámbitos. Entretanto, en el sector uni-
versitario, se trabaja la escritura académica. Por esa razón, es de interés el
orden y las coordenadas fijas. Por ejemplo, los alumnos no entienden bien
cómo desenvolverse con facilidad cuando ingresan a la universidad. Para
esa realidad, servirá en demasía el empleo del esquema. Los esquemas de
redacción permitirán organizar las ideas de manera “jerárquica” ¬—esta
palabra es muy importante— lo que se va a ejecutar en los textos. Enton-

ces, es relevante en las primeras sesiones convencer o persuadir al alumno
del valor fundamental del uso de los esquemas de redacción. Uno de los
problemas del alumno es que apenas el estudiante llega a la universidad
ya quiere redactar de inmediato. Algunos pueden conseguir ese propósito,
pero muchas veces sus textos, pese a estar bien escritos gramaticalmente,
tienen deficiencias en cuanto al orden estructural. No explican bien una
idea o una idea se explica más que otra. En ese sentido, es allí la utilidad de
los esquemas de redacción. Servirán para mejorar. Se puede recomendar
a los alumnos y en general para quienes se dedican a la escritura el uso de
esquemas de redacción. Obviamente, en este proceso de escritura, hay mu-
chas herramientas que servirán bastante. En específico, estoy destacando
esta porque ordena las ideas. Luego, cuando ya uno comienza a escribir,
simplemente lo que se debe hacer es seguir esa coordenada establecida. De
esa manera, se produce todo de forma más sencilla. Además, es importante
pensar siempre en oraciones al momento de escribir. Para eso, también
habrá herramientas teórico-prácticas que puedan ayudar. Por ejemplo, con-
cebir la oración con mayor precisión contribuye a que el alumno enfoque
su atención de modo adecuado.

En la universidad, se trabaja con la idea de concebir la oración a partir de
tres características básicas. Primero, esta tiene sentido completo. Segundo,
cuenta con un verbo principal y conjugado. Y, tercero, una oración comien-
za en mayúscula y termina en punto. Esta estructura parece muy elemental,
pero ayuda mucho a que el alumno ordene mejor sus ideas al instante de
organizar y estructurar oraciones, porque ocurre bastante que un estudiante
inicia su oración en la primera línea y la concluye en la sexta o la séptima.
Ese es un claro ejemplo de que se ha creado un texto desarticulado y que
no se entiende. Por esa razón, se podrían mencionar diversas estrategias;
sin embargo, considero que es mejor entender un texto académico como
una estructura científica. Para ello, los esquemas de redacción ayudarán
en demasía. Ya en la ejecución de la redacción, es de utilidad guiarse de
estas tres características que facilitarían la construcción de una oración.
Entonces, considero que estas herramientas básicas y elementales ayudan
bastante. Obviamente, hay que entender la escritura como un proceso.

Revista Pucara, N.º 33 (173-185), 2022 Entrevistas

180 181

De todo ello, se detectan tres momentos indispensables para su manifes-
tación: la planificación, la escritura y la revisión. En la planificación, se
encontraría la consolidación del esquema de redacción. En la escritura,
se hallaría la transferencia del esquema al texto. Se trataría de una prime-
ra versión. Y en la revisión del texto, el alumno tendría que reescribir. Si
no se obvia este proceso, el desenvolvimiento del estudiante será mejor
en cuanto a la parte académica. Claro, cada etapa tiene sus complejidades
y puede ajustarse a diversos contextos. Por ejemplo, te pongo un caso
muy concreto. En el tercer momento, en la revisión, se pueden plantear
algunas innovaciones. En la universidad, se suele hacer el tema de la
revisión por pares. Eso significa que los alumnos, al haber terminado de
redactar su texto, lo intercambiarán con el de otro compañero. Es decir,
los estudiantes revisarán los textos de sus compañeros. Obviamente, esa
revisión será un poco deficiente, pero tiene mucho valor por dos moti-
vos. Primero, ayuda a que el alumno revisor se percate de una forma de
escribir que él no había concebido antes, como la de su compañero. Y, en
el otro sentido, el alumno que recibe el texto corregido encontrará algu-
nas impresiones que como estudiante no detectó. Es evidente que luego
de esa revisión por pares el profesional deberá intervenir; en este caso,
el docente. Después de esa corrección, el alumno ya podría realizar su
última revisión, que generará el texto acabado.

Entonces, en cuanto a estrategias de redacción para los alumnos para
el desenvolvimiento de ese tipo de áreas, yo haría lo que te acabo de
comentar.

JMDDA: La siguiente interrogante se relaciona en parte con lo que ya
has explicado. La pregunta es esta: ¿qué dificultades se presentan en el
proceso de enseñanza de lenguaje y cómo se reparan?

LPT: Como tú bien has anticipado, esto ya lo he mencionado, pero
también hay otros aspectos relacionados, como el que se evidencia
con la política institucional en función de los problemas que atra-
viesan los alumnos. Por ejemplo, es ideal que se aprenda el tema de

la redacción de forma directa con una sola persona; es decir, que se
evidencie la relación docente-alumno. Eso es lo idóneo. Sin embargo,
en un espacio universitario, no siempre sucede eso, ya sea por cues-
tiones de infraestructura y también de política universitaria. Te co-
mento que un profesor puede recibir hasta cuarenta alumnos; a veces,
menos (nunca más). La experiencia con trabajar con grupos pequeños
es más fructífera, puesto que la labor es más personalizada. Entonces,
frente a ese contexto complicado, la universidad seguirá mantenien-
do un poco la dificultad de contar con muchos alumnos, que no po-
drán resolver sus inquietudes en ese salón de clases. Imagínate. Estos
cuarenta alumnos tienen dudas muy particulares y diferentes; por lo
tanto, problemas distintos. Y un solo profesor para un aula inmensa
no se puede dar abasto para todos los alumnos. Por eso, con las po-
líticas que se establecen en esos espacios, la universidad introduce a
un profesor asistente, alguien que ayuda al profesor principal en la
revisión o la reescritura de los trabajos de los alumnos en clase. Eso
ayuda bastante a reducir la brecha de la cantidad. Ahora, obviamente,
eso sigue siendo no del todo perfecto. Ayuda mucho y tiene bastante
éxito, pero continúa siendo imperfecto en cierto sentido. Si se trata
de cuarenta alumnos, cada profesor se dedicaría a veinte, y la cifra se
mantiene grande. Para ese contexto, lo que se hace es la inserción de
otro tipo de servicio, como las tutorías. Allí se trabaja de forma direc-
ta con uno o dos alumnos y, de repente, para casos extraordinarios,
hasta con tres. Aunque eso no es recomendable. Es más conveniente
utilizar el servicio de modo personalizado. Por esa razón, si un alum-
no ha recibido clase, pero con el apoyo del profesor y el personal
asistente no ha logrado concretar su aprendizaje, lo que puede hacer
es llevar esas dudas específicas a un espacio de tutorías, donde un
profesor lo va a atender a él o ella de forma exclusiva. Así, trabajarán
directamente en las dificultades que tenga. Esto ayuda bastante para
conducir a buen propósito este tipo de complicaciones, que son bá-
sicamente de carácter más administrativo. Así se puede enfrentar el
problema, y se hace muy bien.

Revista Pucara, N.º 33 (173-185), 2022 Entrevistas

182 183

Ahora, yo añadiría otro servicio más. Este es el tema de los seminarios.
Por ejemplo, cada cierto tiempo o semana, se desarrollan seminarios
temáticos que ayudan a los alumnos para que ellos reciban un fortale-
cimiento de uno de los aspectos que seguro no quedaron muy claros.

Hay una serie de servicios que el alumno recibe en su formación y logra
que consolide su perfil. Así podrá enfrentar todas estas adversidades.

En resumen, en esta parte, te he explicado todo de manera más física y
de infraestructura. Obviamente, en el desarrollo de las clases, los alum-
nos manifiestan algunos problemas que se relacionan bastante con su
historia personal. Hay estudiantes que vienen de experiencias escolares
muy peculiares que los pone en desventaja en la universidad. Para ello, la
institución tiene cursos de nivelación para que puedan reparar esa brecha
y luego continuar sin problemas. Después, están los cursos propiamente
dichos. También, hay alumnos que por una cuestión geográfica —pro-
vienen de otras zonas del país— la marca oral de algunas lenguas origi-
narias del Perú les genera un problema al momento de aprehender estos
nuevos conceptos de la escritura del español.

Uno debe ser bien claro: una cosa es la manifestación oral de las perso-
nas, la cual es completamente aceptable e idónea en cualquier tipo de
contexto, y otra es la escritura académica, de índole estándar, que es lo
que pretende conseguir la universidad con el alumno. Ellos deben apren-
der eso para desenvolverse en esa área académico-científica. Entonces,
habrá que entender bien eso. No se debe asumir que un alumno habla
mal. Se debe considerar sus particularidades sociales y geográficas que
le ha tocado vivir, pero en el ámbito universitario tendrá que aprender
un óptimo lenguaje escrito para que se desenvuelva de modo adecuado
en este ámbito. Ello es de utilidad como cuando alguien desea aprender
una jerga para desenvolverse en un determinado contexto. Básicamente,
esos son los problemas y las brechas que prevalecen en la universidad,
y que los profesores deben enfrentar. Y la universidad lo hace muy bien,
porque se corrobora con los resultados obtenidos.

JMDDA: La última pregunta que te quería hacer es la siguiente: ¿con-
sideras que existe alguna conexión entre la búsqueda del buen uso de
lenguaje y la redacción en otros ámbitos de la sociedad?

LPT: Básicamente, Jesús, yo creo que la escritura del lenguaje y, en es-
pecial, el de carácter científico-académico, ayuda bastante a organizar las
ideas y pensar mejor con respecto a algún tipo de problema que uno pue-
da afrontar. En su mayoría, lo que hacemos es eso: ordenamos nuestras
ideas para plantear un texto que quiere emitir una buena comunicación
—esta palabra es importante porque hermana la enseñanza de la redac-
ción con otras áreas de la sociedad—. Es eso lo que aprendemos a hacer.
Entonces, en este caso, es la comunicación. Es lo que realizamos cuan-
do redactamos o nos comunicamos. La comunicación está presente en
todos los ámbitos de la sociedad. Por ello, considero que nos iría mejor
como sociedad si empezáramos a comunicarnos de forma más adecuada.
Acá podemos referirnos a unas tendencias teóricas o de algunos estudios,
como al hacer alusión a la intersubjetividad, que desarrolla la idea del en-
frentamiento comunicativo entre iguales. Esto ayuda mucho en el área de
la redacción. Está muy vinculado con la noción de la comunicación. Por
consiguiente, en otros ámbitos de la sociedad, lo que predomina es la ma-
nera de comunicarse, ya sea a través de ideas, reflexiones o inquietudes.

Imagínate. Quizá, muchos de los problemas que tenemos como sociedad
son informaciones mal comprendidas —aquí ya se introduce el tema de
la comprensión o comprensión lectora— por las autoridades, y van mal
canalizados por ellas porque otras personas no se han comunicado ade-
cuadamente. Esta puede ser una de las razones, además de otros aspectos
también muy importantes, como el tema de la corrupción, la falta de sen-
sibilidad de las autoridades, etc. Por ello, una buena comunicación, así
como afinarla o perfeccionarla, ayudaría bastante en canalizar muchas de
las inquietudes de la sociedad; incluso, como ciudadanos o integrantes de
una comunidad o muchas comunidades. Todo ello se articula en un país.
Esto podría conducir a un mejor propósito los proyectos que procuran
ayudar y mejorar las condiciones sociales del país.

Revista Pucara, N.º 33 (173-185), 2022 Entrevistas

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LPT: Gracias a ti, Jesús, por la oportunidad y la posibilidad de poder ex-
presar mi conocimiento. Sé que ayudará a varias personas que atraviesan
por este tipo de inquietudes en estos espacios académicos.

Lima, julio de 2021.

Allí, con respecto a la pregunta que me has planteado, será muy rele-
vante el tema de la comunicación, así como la idea de la comunicación
intersubjetiva, entendida como aquella que puede canalizar los proble-
mas para encontrar sus respectivas soluciones. También, esto ayudaría
a que las personas puedan plantear sus demandas a las autoridades y
encuentren soluciones a partir de su propia comunicación, porque mu-
chos de los problemas que tenemos como integrantes de una comu-
nidad se generan por incomunicación, tal como puede ocurrir con tu
vecino, alguien de tu barrio, la persona que vive contigo o alguien que
conforma la ciudad. En este caso, para mí, es importante eso.

Si consideramos el tema de la redacción de una forma más justa, creo
que esta es relevante, ya que constituye un aspecto transversal que se
relaciona mucho con todos los problemas de la sociedad; incluso, con
los de los académicos. Por ejemplo, muchas personas dicen “¿para qué
voy a aprender a leer o redactar bien si yo me voy a dedicar a las Ma-
temáticas?”. Si no tienes una buena comprensión, no vas a entender la
formulación de un problema matemático. Y si quieres plantear un pro-
blema, debes saber cómo redactarlo. En los ámbitos académico y so-
cial, esta idea funciona. Así, se formula un buen problema y se sugieren
desafíos que se deberán concretar en el futuro más próximo. Eso sería
lo ideal. O, en todo caso, puede dejarse como parte de la planificación
que luego será enfrentada por futuras generaciones o autoridades com-
petentes en ese tipo de circunstancias. Básicamente, es eso.

MDDA: Muy bien, Lenin, habiendo resuelto las interrogantes plan-
teadas, damos por finalizada la entrevista. Agradezco nuevamente la
cooperación que has tenido al intercambiar tus ideas con respecto a la
enseñanza del lenguaje. Tus experiencias han servido para conocer a
mayor profundidad cómo funcionan estas estrategias del lenguaje que
permiten una buena redacción, así como también hemos abordado las
dificultades por las que atraviesa un estudiante universitario frente a
ese contexto.

187

Creación

Creación

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UNIVERSIDAD DE CUENCA
Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación

Carrera de Pedagogía de la Lengua y la Literatura

XIV Encuentro sobre Literatura Ecuatoriana y Latinoamericana
“Alfonso Carrasco Vintimilla”

Acta de la IX Edición del Concurso Nacional Universitario
“Efraín Jara Idrovo, 2021. Modalidad relato”

El jurado del concurso, conformado por Tannia Rodríguez, Carlos Vás-
conez y Guillermo Cordero, acuerda conceder el Primer Premio al cuen-
to “Petricor”, firmado bajo el seudónimo Kaminsky. Una vez abierto el
sobre del envío, se constata que la autoría corresponde a Ámbar Jéssica
Chica Apolo.

El jurado además expone los siguientes comentarios sobre su decisión:

“El cuento presenta méritos tanto en los aspectos formales como de con-
tenido. En un lenguaje poético, la narradora evoca una relación amorosa
de la infancia que contrasta con su presente desesperanzado. Con una
admirable y sugestiva prosa poética, muy bien construida, logra crear
vivas atmósferas, tanto espaciales como temporales. Destaca además la
construcción de una voz narrativa que maneja con soltura dos tiempos,
en donde se percibe una suerte de conversación poética del narrador con
un tú imaginario; esta voz logra sostenerla de principio a fin”.

Para constancia firman los miembros del jurado:

Tannia Rodríguez Carlos Vásconez Guillermo Cordero

Creación

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Autora: Ámbar Chica
Seudónimo: Kaminsky

Petricor
A mi maestro Juan Francisco Ordóñez, alma infinita
y guía de sueños.

Me pregunto ahora si alguna vez lograremos ser nuestras propias diosas.
Abrazo el deseo sutil de cambiar antorchas por pulseras de gomitas, esas
que hacíamos tú y yo cuando el vello aún no nos cubría las aureolas es-
ponjosas de los senos. Esas que llegaban con el carnaval y las lluvias de
diciembre.

Corríamos entre las vallas oxidadas y el barro acumulado en las esquinas
de los patios hacia los baños del parque, único refugio a donde no alcanza-
ban a llegar las miradas de nuestros padres. Una vez allí, extasiadas con el
rumor de los globos estrellándose en nuestras piernas de púberas indecisas,
jugábamos incansables en los acuarios pueblerinos. Naranjas perversas las
blusas mojadas que endiosaban nuestros ombligos gusanoides. Frutas pro-
hibidas para el viejo mecánico que babeaba desde los pasamanos de la casa
comunal. Acaso fueron nuestros ángeles de la guarda los encargados de
plantar un espantapájaros para que huyera el morbo caído del anciano que
nos miraba. Y mientras tanto, florecía la candidez de nuestro amor infantil.

Recuerdo, a veces pienso, pero la mayoría del tiempo recuerdo. Mientras
tanto aquí, Pancha estira el brazo y toma las primeras tijeras que encuentra.
Las mira en silencio, descubriendo el acero luminoso donde se refleja su
ceja partida. Tal vez no comprenda la utilidad de aquel artilugio; dos cu-
chillas que se encuentran rítmicamente para separar a otros mientras ellas
permanecen unidas. Quizá no lo comprenda, o acaso reconozca en aquel
metal al culpable de sus pequeñas cicatrices. Al fondo, en la cocina, mi hija
reniega de los cortes de agua, cada vez más inoportunos. La vasija repleta
de camarones permanece intacta detrás del lavabo, su silenciosa espera se

Revista Pucara, N.º 33 (187-196), 2022 Creación

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interrumpe con los insultos de Marcela. La veo revolver los platos que se
quedaron sin enjuagar, secarse las manos y buscar algunas monedas para
salir a comprar algún bidón en la tienda. Camina hacia la puerta, ensimis-
mada en el objetivo de su salida; puedo intuir su incomodidad mientras
el jabón sobrante de la vajilla se pega en su gastada piel. Sus ojillos furio-
sos no se fijan en Pancha ni en mí. Ambas, puntos ciegos en su camino,
innecesarias.

El sol derrite el zinc, nos inunda la sal del hastío y el sudor. Siento la lengua
pegada al paladar, un molusco apenas húmedo. Miro a Pancha y te evoco;
no te pareces a ella salvo en la fragilidad. Apenas habíamos empezado a
conocernos cuando emprendimos nuestra primera pelea por un libro obs-
ceno, robado del restaurante a donde iban a merendar los camioneros. Éra-
mos apenas dos meninas, enfermizas de tanto dulce barato, expulsadas de
la clase de la maestra evangélica, que veía profanamente nuestros deseos
encandilados de trepar los árboles y buscar nuestros propios rezos.

La última ocasión que te vi llevabas un vestido de mangas cortas y chiffon
azulado. Tu familia, antes pudiente, se encontraba entonces en una grave
crisis que te dejaba cada vez más macilenta y enfermiza por la constante
necesidad tuya de vomitar la poca sopa que lograban darte. Tu piel seguía
siendo blanca, tan blanca que parecía iluminar las noches sin luz en aquel
pueblo confinado al olvido de la prefectura, pero yo ya no te amaba, ni tú
a mí. Nuestro obsceno amor infantil había quedado en el olvido voluntario
al que ambas nos sometimos, en un intento de quedarnos sin memoria ante
un pecado que ya no nos pertenecía.

Aquella tarde te vi subir al camión de tu padre, preguntándome a dónde
te llevarían. Tus calificaciones en la escuela eran cada vez más bajas y yo
soportaba con un dejo de altivez las mofas de los compañeros que te acha-
caban tu casi nula productividad académica. Lo tomaba como una especie
de triste venganza por tu olvido, por la poca añoranza que demostrabas de
los momentos perdidos.

Marcela aparece cargando dos botellones. Su cara rojiza, como los cama-
rones que intenta pelar, se contorsiona por el esfuerzo y la ira. Siempre
así, tan enojada con el mundo, conmigo, con el hedor insoportable de esta
secuencia. El dolor acumulado de tres corazones que nunca se conectaron.
No dice una sola palabra, pero sé que en cualquier momento estalla. Pan-
cha no percibe su llegada, ha dejado de lado las tijeras mientras permanece
con la cabeza pegada al suelo, meciéndose de vez en cuando ante los leves
golpecitos con los que inicia su maña. Supongo que esta vez, todo se
sincronizará otra vez. He aprendido el sutil engranaje de este hogar que se
hunde en el fango mientras yo me enajeno en tu recuerdo de niña amada.

De vez en cuando, solo por ti y a causa de ti, de mis ojos en sequía, llueve
un poco. Los hilillos salados surcan los caminos de solitarias arrugas; un
río que sobrevive apenas y alcanza para recordarle a mi piel que aún estoy
viva. De aquellos ojillos saltones de comadreja que tuve cuando nací no
queda más que una diminuta llama que se resiste a la oscuridad. Soy el ol-
vido de esta casa, pero también su memoria. Pancha cruzó por mí, Marcela
cruzó por mí. Nuestros odios y resentimientos entrelazados: maternidad
trinitaria, insalvable y eterna. Cuando Pancha me mira, muy de vez en
cuando, es decir, cuando se percata de que la arcaica abuela aún respira,
me abruma en sus ojos mi reflejo decadente. Su perfil inarmónico con una
ligera giba en la nariz y el inexistente mentón atestiguan mi sangre. La veo
arrastrar su cuerpo pesado, sus nudillos suaves golpeando las tablas roídas.
A su edad es tan solo un vestigio de lo que yo era. La imagen de mi dimi-
nuto cuerpo ágil, preparado para la intemperie, se interpone mientras la
miro comparándola con un leve escozor de asco. Las viejas también odian
y yo la odio a ella y a Marcela.

El hedor tibio de los camarones recién destripados se evapora entre la
sala y nuestras piernas. Pancha detiene su cuerpo deforme y se paraliza,
babeante, olisqueando. Yo me encargo de dejar de mirarla para que no
me alcance la repugnancia, desvío la vista hacia las paredes que no han
sido pintadas desde que nos mudamos aquí. Las huellas grasosas de
dedos y manos evidencian también allí la presencia de Pancha; no sirve

Revista Pucara, N.º 33 (187-196), 2022 Creación

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jaros que no podían acompañarme en mi caída. Un guardado rencor,
una línea que no podía romperse, la carga de devolverle a la especie
el producto natural para el que había nacido. Pero el amor no puede
ocultarse y Marcela, en lugar de parecerse a su padre, se parecía a ti.
De dónde más habría podido salir aquella piel tan pálida, aquel cabello
tan lacio y negro. Y, sin embargo, no pude amarla. Tal vez hubiese sido
diferente contigo allí, o quizá no. En el fracaso no hay lugar para las
suposiciones.

La sopa burbujea, el sol se arrastra hacia el horizonte siempre perdido y
yo siento la confusión de la lluvia.

Caen gotas silenciosas de mis ojos, Pancha contempla el milagro del
agua bajando en medio de la sequía, empieza a contorsionarse dando
golpes con su cabeza en el suelo. Siento, junto a ella, el milagro del olor
recién abierto a la humedad. Emerge la lluvia incesante. De las fuentes
amarillas surge el descenso del agua bendecida que inunda los caminos
sedientos de mis arrugas. El sol ha huido, la sopa se quema. Marcela
suspendida, oscilando entre vaivenes, no repara en Pancha ni en mí. Am-
bas puntos ciegos en su partida, innecesarias. No hacen falta una madre
ni una hija deforme cuando tiene en aquella soga todo lo que le hacía
falta. Ya no tendrá que salir a comprar bidones ni pelar camarones para
alimentarnos. Nunca más el silencio de su humilde mansedumbre apre-
sada entre los extremos de su sangre. Madre e hija; principio y fin de su
cadena. Marcela, hija odiada, contempla estas lágrimas derramadas por ti
y por Pancha. Este llanto inoportuno, incesante, que brota de un corazón
petrificado. Pero tú, malagradecida como siempre lo fuiste, no me miras,
ni percatas mi primera muestra de amor contigo.

Pancha estira el brazo y toma las tijeras. Las acaricia como un último
objeto cercano mientras juega con ellas en medio del agua que sube cu-
briendo sus rodillas. Quizá no comprende la utilidad de tal artilugio. Le
imploro desde mi llanto encarcelado que utilice el acero para separar la
soga que sostiene a Marcela, pero Pancha no entiende mi dolor ni el de su

de nada intentar huir. Al fondo de la cocina el racimo de plátano cuelga
pendido de una soga que, a diferencia de nosotras, nunca envejece; si-
gue allí intacta desde el día en que Marcela la encontró enterrada en la
arena. La trajo a la cocina como a una hija huérfana, la lavó y cuidó, le
curó las heridas provocadas por la sal del abandono; la transformó en
su aliada. Todo lo que no podíamos sostener Pancha o yo, lo sostenía
aquella soga que, desde su mutismo, era fiel y servicial. Con el tiempo
aquel trenzado colorido era lo único que hacía sonreír a Marcela. Se
divertía cambiándola de lugar, enrollándola, quemándole las puntúas
de los extremos o las hebras que se iban soltando. Varias veces he visto
a Marcela acariciar aquel cabo deshilachado con ojos vacilantes, con
ojos penetrantes, soñadores, lejanos.

También nosotras teníamos una soga, a ti te gustaba saltar, jugar y en-
redarnos durante la libertad de los recreos. La sacamos del garaje de tu
padre, según supimos era una de sus favoritas. Fuerte, de triple hebra y
nueva. El ganado nunca parecía asustado cuando aquel hombre liviano
las laceaba y domaba. Todo gracias a aquella soga que, entre el barro y
el estiércol, resurgía como heroína de película de vaqueros.

Luego te fuiste, un camino bifurcado de ortigas y pétalos desgastados
se abrió ante aquella incertidumbre. Nunca más tu cabello lacio enre-
dado en las ramas de los naranjos, ni tus dientes amarillos sonriéndome
desde las hilachas de un mango recién abierto; nunca más los muñecos
de barro y hojas frescas, tan solo el rumor del rio solitario en un pueblo
cada vez más fantasma, más huidizo. Cuán difícil es mirar un hori-
zonte en medio de colinas que lo ocultan. Laberinto circular a donde
no alcanzaba a llegar el eco de nuestras risas infantiles, hasta que un
día, cualquiera y monótono, la corriente me arrastró aún más lejos de
nuestra orilla.

El vacío de ti, siempre el vacío, no pudo llenarse con una semilla cre-
ciendo en mi vientre infértil, un silencio desgastado, marchito ante una
mujer que espera a su amante niña. La respiración acuosa de los pá-

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Revista Pucara, N.º 33 (187-196), 2022

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Directrices para autores

Forma y preparación de manuscritos

PUCARA publica artículos inéditos, los que serán sometidos a evaluación
de acuerdo con lo indicado en el punto 2 de las normas de publicación.
Las personas interesadas en publicar en Pucara deberán tener en cuenta
las siguientes consideraciones:

1. Son sujetos de evaluación cuatro clases de trabajos:
Tipo A: Artículos sobre aspectos teóricos, críticos o ensayísticos
relacionados con las humanidades y la educación.
Tipo B: Reseñas sobre libros o documentos, vinculados a la teo-
ría, investigación o creación literaria.
Tipo C: Entrevista a personajes sobresalientes de la cultura mun-
dial.
Tipo D: Creación en poesía y relato corto.

2. Se consideran trabajos del tipo A los productos de investigación
teórico o ensayístico y las revisiones bibliográficas sobre el estado
actual del conocimiento en un tema determinado. Se dará prioridad
a los reportes de investigación originales que constituyan un aporte
significativo al campo específico sobre el que versan.

3. Los trabajos deben ser inéditos, escritos en el idioma del que tratan,
y no estar sometidos a evaluación simultánea en otra revista.

4. Los trabajos tipo A tendrán una extensión máxima de 20 páginas, y
los de tipo B no pasarán de seis.

madre y yo me resigno a maldecir por última vez esta sangre incapaz de
salvarse a sí misma. Recuerdo, a veces pienso... mi amante niña, huyen-
do en el camión de su padre, marchándose sin volver la vista; ausente,
tan lejana, tan sin memoria.

Las sillas se remecen con el golpe de la corriente cada vez más abru-
madora. Marcela con los ojos abandonados y la boca abierta también
ha huido de mí. Su saliva inerte se desliza al encuentro de mi lluvia que
reclama la última oportunidad de unir nuestras tormentas. El agua ondea
entre las paredes mugrosas, cansadas, abandonadas al delirio de una casa
que naufraga desde adentro. Desde la quietud de una santa matrona vieja
que llora ante su propia obra.

199198

5. Los materiales se remitirán en formato A4, a doble espacio interli-
neal, por una sola cara, con márgenes de tres centímetros arriba, aba-
jo y a los lados y en letra Times New Roman tamaño doce, a través
de la plataforma en envíos. A fin de garantizar el anonimato durante
el proceso de arbitraje, la identificación del autor (o los autores) apa-
recerá solo en la primera página.

6. Los trabajos tipo A que el Consejo Editorial considere potencialmen-
te apropiados para su publicación serán sometidos a doble arbitraje
ciego por especialistas independientes, quienes propondrán que el
trabajo se publique, con modificaciones o sin ellas, o que no se publi-
que. En caso de discrepancia entre los árbitros el trabajo se enviará
a un tercero y la decisión será tomada por mayoría. Si a juicio de los
evaluadores el trabajo es publicable con modificaciones, le será de-
vuelto oportunamente al autor con las observaciones de los árbitros,
quien a partir de ese momento tendrá un mes para reenviar el trabajo
corregido. De no recibirse en ese plazo, el Comité Editorial dará por
sentado que el autor ha desistido de su intención de publicar en la
Revista.

7. Los trabajos tipo B serán revisados por el Consejo Editorial, que
decidirá sobre su publicación.

8. En los dos primeros tipos de trabajos, el autor (o autores) se compro-
mete(n) a aceptar los cambios que los árbitros o el Consejo Editorial
estimen convenientes.

9. Los autores de los trabajos no admitidos para publicación serán no-
tificados oportunamente de la decisión de los árbitros, pero no les
serán devueltos los originales.

Manera de presentar los originales
Artículos:

1. Página inicial. En ella aparecerán: a) título del trabajo (en lo posible
no mayor de trece palabras) en español, inglés y portugués; b) fecha
de finalización del escrito; c) nombre del autor o autores; d) ads-
cripción institucional; e) direcciones (personal y laboral), teléfonos
y correos electrónicos.

2. Resumen. En página/s aparte se incluirán el resumen, el abstract
(versión del resumen en inglés) y el resumo (versión del resumen
en portugués). La extensión de cada uno estará entre 100 y 150 pa-
labras transcritas a un espacio. Al final se incluirán entre tres y cinco
palabras clave, Key Words o Palavras chave. Siempre que sea posi-
ble, el orden irá, de izquierda a derecha, de lo más general a lo más
específico.

3. Agradecimientos. Si los hay, aparecerán en nota a pie de página cuya
llamada será un asterisco ubicado en el primer título (INTRODUC-
CIÓN*, PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA* o lo que corres-
ponda). Este es también el lugar en el que el autor dará noticia (si así
lo desea) de las ayudas, becas o financiamiento que ha recibido para
el desarrollo de la investigación, lo mismo que de cualquier otro dato
al margen del contenido del trabajo que considere oportuno hacer
público.

4. Texto. Se iniciará a partir de tercera página. Los artículos que expon-
gan los resultados de una investigación deben contener claramente
definida la estructura de un plan coherente: Introducción (plantea-
miento del problema, objetivos, justificación, posicionamiento teóri-
co…), Desarrollo, Conclusiones y Bibliografía. Cada autor es libre de
amalgamar o subdividir estas categorías, pero deberán estar presentes
de algún modo como muestra de que la investigación se ajusta a los
patrones generales de la ciencia.

201200

5. La estructura de las revisiones teóricas o ensayísticas tendrán un
carácter más libre. Seguirán, sin embargo, un orden expositivo asi-
mismo lógico y estarán divididas en partes tituladas (y si es preciso,
subtituladas), que permitan seguir ordenadamente el contenido del
artículo.

6. Los encabezados dentro del texto indican su organización y estable-
cen la importancia de cada tema. Todas las partes que posean idénti-
ca importancia llevarán el mismo nivel de encabezado a lo largo de
todo el texto. Se emplearán caracteres arábicos seguidos de punto en
las partes principales (1. 2. 3.) y los subapartados se iniciarán con
el número de la sección mayor de la que forman parte seguidos de
nuevo por números arábicos separados por puntos (1.1., 1.2., 1.2.1.,
1.2.2.).

7. Para los títulos se emplearán VERSALES y en los subtítulos cursi-
vas.

8. Las citas y referencias se ajustarán a las normas de la American Psy-
chological Associatio
n (APA). A continuación, se describen algunas
de las más usuales:

8.1. Todas las citas estarán incorporadas al texto; en consecuencia, no
aparecerá ninguna a pie de página.

8.2. Cuando las citas textuales contengan menos de cuarenta palabras,
se incluirán en el párrafo correspondiente y entre comillas (“...”).
En caso de tener cuarenta o más palabras, formaran un párrafo apar-
te con sangría de cinco espacios en ambos márgenes, sin comillas
y escritas a doble espacio interlineal. Si se parafrasea a algún autor
debe dársele el correspondiente crédito. En todos los casos se em-
pleará el sistema año: página y se incluirá la referencia completa en
la bibliografía.

8.3. Las referencias se relacionarán al final del trabajo por orden alfa-
bético. Deberán aparecer todos los autores y trabajos citados. No se
incluirán referencias a autores o publicaciones no mencionados en
el cuerpo del artículo.

8.4. Las ilustraciones, tablas y/o figuras (gráficos, dibujos o foto-
grafías) se limitarán al menor número posible. Se presentarán en
blanco y negro, y deberán aparecer numeradas correlativamente y
reseñadas en ese orden dentro del artículo, con cabeceras de texto
apropiadas, leyendas explicativas y fuentes. El Consejo Editorial
podrá decidir sobre la ubicación de las ilustraciones, tablas y/o figu-
ras de acuerdo con las necesidades de diagramación.

Reseñas:

Las reseñas o recensiones constituyen noticias sobre la publicación de
libros o documentos de reciente aparición. Pueden ser simplemente des-
criptivas, pero se recomienda que incluyan algún comentario crítico en
tanto que su finalidad es orientativa para el lector. Siempre que sea po-
sible se acompañarán de una reproducción nítida en blanco y negro de
la portada y contraportada del libro, documento o publicación, o de una
fotografía clara en blanco y negro del material, instrumento o equipo al
que hacen referencia.

Al igual que los artículos, se incluirá una página inicial independiente
que contendrá a) la fecha de realización de la recensión, b) el nombre
del autor, c) la institución a la cual está adscrito y d) sus direcciones (de
domicilio y trabajo), correo electrónico y teléfonos.

Entrevistas:

Estas seguirás las normas establecidas para la Reseña, que incluirá, ade-
más, la fecha y el lugar en donde se realizó la entrevista.

203202

Creación:

Desde la creación de la revista Pucara, la presencia de poemas y relatos
cortos constituyó uno de los aportes significativos a la palabra poética, y
por extensión, al sentido de las Humanidades y las artes: la imaginación,
la aspiración, el deseo, las tensiones, entre otras. A partir de este número,
incluimos nuevamente este apartado que aspira devolverse este espacio a
la creación, estimulando y promoviendo a nuevos valores de la literatura
contemporánea.

Informaciones finales:
1. Todos los trabajos incluirán en una hoja aparte un breve cu-

rrículo del (de los) autor(es) con una extensión de diez lí-
neas, en el que se describa su perfil académico y profesional,
así como sus principales líneas de investigación.

2. Los trabajos que no se ajusten a estas normas, tanto en el
fondo como en las formas, no serán considerados para el
proceso de arbitraje.

Sistema de arbitraje y selección de artículos. Los artículos recibidos se
someten a la consideración del Consejo de Redacción. En casos conflic-
tivos en que existan evaluaciones contradictorias se recurre a los miem-
bros del Consejo Consultivo para dilucidar el problema.

Notificación a los autores. Se notificará la recepción del trabajo y, pos-
teriormente, si este fue seleccionado por el Consejo de Redacción para
su publicación.

Orden de publicación de trabajos. El orden de publicación de los artí-
culos quedará a criterio del Director.

PUCARA
Revista de Humanidades y Educación

Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación
Universidad de Cuenca

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