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UNIVERSIDAD DE CUENCA
Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación

REVISTA DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN
PUCARA

ISSN-p 1390-0862 / ISSN-e 2661-6912

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ISSN: 1390-0862 / e: 2661-6912

2

ÍNDICE

Tensiones entre el habitar y deshabitar la memoria: El Ejido de
Cuenca-Ecuador _______________________________________________ 6
Elsa Sinchi y Paula Rodas Espinoza

Usos, significados y percepciones de los caminos antiguos en el cantón
Sígsig _______________________________________________________ 17
Fredy Dominguez Iñiguez

Fiebre de Carnaval de Yuliana Ortiz Ruano: dolarización y neoliberalismo en
la frontera colombo-ecuatoriana ___________________________________ 29
Fernando Montenegro

Relaciones literarias entre Brasil y Ecuador: una invitación a los estudios
comparados __________________________________________________ 40
Antônio Fernandes Góes Neto

Narrativa hispanoamericana contemporánea (1960 - 1980) ______________ 51
Eduardo Huarag Álvarez

Narrar lo digital: pasos fronterizos entre videojuego y literatura en Piglia,
Gamerro y Fernández Silanes _____________________________________ 61
Pablo Molina Ahumada

Siete fragmentos alrededor del neo-romanticismo ecléctico ______________ 68
Raúl Vallejo

Reseña:

Una autobiogafía dolorosa _______________________________________ 72
Jorge Dávila Vázquez

Creación:

Relatos de María Paulina Briones: “Hambre/Faena” y “Como un péndulo” _ 74




Noticia sobre los autores ______________________________________ 75

Directrices para los autores

3

INDEX

Tensions between inhabiting and uninhabiting memory: El Ejido of Cuenca-
Ecuador ______________________________________________________ 6
Elsa Sinchi y Paula Rodas Espinoza

Uses, significations and perceptions of ancient roads in Sígsig Canton _____ 17
Fredy Dominguez Iñiguez

Fiebre de carnaval of Yuliana Ortiz Ruano: dollarization and neoliberalism on
the Colombian-Ecuadorian border _________________________________ 29
Fernando Montenegro

Literary Relations between Brazil and Ecuador: an invitation to comparative
studies ____________________________________________________________ 40
Antônio Fernandes Góes Neto


Contemporary Hispanic American Narrative (1960 - 1980) ______________ 51
Eduardo Huarag Álvarez

Narrating the digital: border crossings between videogame and literature in
Piglia, Gamerro and Fernández Silanes _____________________________ 61
Pablo Molina Ahumada

Seven fragments around eclectic neo-romanticism ______________________ 68
Raúl Vallejo


Review:
A painful autobiography _____________________________________________ 72
Jorge Dávila Vázquez

Creation:
Stories by María Paulina Briones: “Hambre/Faena” y “Como un péndulo” _74




News about the authors _________________________________________ 75

Guidelines for the authors

4

INDICE

Tensões entre habitar e deshabitar a memória: O Ejido de Cuenca-Ecuador __ 6
Elsa Sinchi y Paula Rodas Espinoza


Usos, significados e percepções dos caminhos antigos no Cantão de Sígsig __17
Fredy Dominguez Iñiguez

Fiebre de carnaval
de Yuliana Ortiz Ruano: dolarização e neoliberalismo na
fronteira entre Colômbia e Equador _______________________________ 29
Fernando Montenegro


Relações Literárias entre Brasil e Equador: um convite aos estudos
Comparados __________________________________________________ 40
Antônio Fernandes Góes Neto


Narrativa hispano-americana contemporânea (1960 - 1980) _____________ 51
Eduardo Huarag Álvarez

Narrando o digital: passagens de fronteira entre os videogames e a literatura em
Piglia, Gamerro e Fernández Silanes _______________________________ 61
Pablo Molina Ahumada

Sete fragmentos em torno do neo-romantismo eclético _________________ 68
Raúl Vallejo

Resenha:
Uma autobiografia dolorosa ______________________________________ 72
Jorge Dávila Vázquez

Criação:
Histórias de María Paulina Briones: “Hambre/Faena” y “Como
un péndulo” __________________________________________________ 74




Notícias sobre os autores _____________________________________ 75

Diretrizes para os autores


DOI: 10.18537/puc.34.02.01

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Artículo científico

Revista Pucara N.° 34. Vol. 2, 2023
e-ISSN: 2661-6912





















TENSIONES ENTRE EL HABITAR Y DESHABITAR
LA MEMORIA:

EL EJIDO DE CUENCA-ECUADOR
Tensions between inhabiting and uninhabiting memory:

El Ejido of Cuenca-Ecuador

Tensões entre habitar e deshabitar a memória:
O Ejido de Cuenca-Ecuador

Elsa Sinchi
Universidad Complutense de Madrid

esinchi@ucm.es
ORCID: https://orcid.org/0009-0009-0923-5838

Paula Rodas Espinoza
Universidad Politécnica de Madrid

paula.rodas@alumnos.upm.es
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-6102-0465


Recibido: 09 - 12 - 2023
Aprobado:
19 - 12 - 2023
Publicado:
29 - 12 – 2023

Cómo citar:

Sinchi, E. y Rodas, P. (2023). Tensiones entre el habitar y
deshabitar la memoria: El Ejido de
Cuenca.Ecuador. Pucara, 2(34).
https://doi.org/10.18537/puc.34.02.01


Resumen: Los ejidos tienen profundas raíces históricas en los sistemas
hispánicos y coloniales de tenencia de la tierra, primero comunal y luego
parcelada. El Ejido de Cuenca no es ajeno a este contexto. El presente sigue los
procesos históricos-culturales que incidieron en la construcción del paisaje
urbano de Cuenca desde su fundación hasta el presente, para analizar y
reflexionar cómo El Ejido enfrenta actualmente la erosión de la memoria y de
los vínculos afectivos que los habitantes tejen con esta área, pese a su
declaratoria como Patrimonio Cultural de la Nación. Para ello, luego de un
recorrido por la geografía histórica y del paisaje que definieron la constitución
de El Ejido nos adentramos, a través de entrevistas y cartografía social, a una
comprensión de los procesos de habitar y deshabitar la memoria de esta área
histórica.

Tensiones entre el habitar y deshabitar la memoria: El Ejido de Cuenca-Ecuador

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Revista Pucara N.° 34. Vol.1, 2023
e-ISSN: 2661-6912

Palabras clave: Ejido, Cuenca, historia, paisaje, materialidad, memoria.

Abstract:
The ‘ejidos’ have deep historical roots in the Hispanic and colonial
systems of land tenure, first communal and then parceled. The Ejido of Cuenca
is no stranger to this context. This paper follows the historical-cultural processes
that influenced the construction of Cuenca’s urban landscape from its
foundation to the present, in order to analyze and reflect on how The Ejido is
currently facing the erosion of the memory and affective links that the
inhabitants have woven with this area, despite its declaration as a National
Cultural Heritage. To this end, after a journey through the historical geography
and landscape that defined the constitution of The Ejido, we delve, through
interviews and social mapping, into an understanding of the processes of
inhabiting and uninhabiting the memory of this historical area.

Keywords:
El Ejido, Cuenca, history, landscape, materiality, memory.

Resumo:
Os Ejidos têm raízes históricas profundas nos sistemas hispânicos e
coloniais de posse da terra, primeiro comunais e depois parceladas. O Ejido de
Cuenca não é estranho a este contexto. O presente acompanha os processos
histórico-culturais que influenciaram a construção da paisagem urbana de
Cuenca desde sua fundação até o presente, para analisar e refletir sobre como O
Ejido enfrenta atualmente a erosão da memória e os laços afetivos que os
habitantes tecem com esta área, apesar de sua declaração como Patrimônio
Cultural da Nação. Para tanto, após uma viagem pela geografia histórica e pela
paisagem que definiram a constituição de O Ejido, mergulhamos, por meio de
entrevistas e cartografia social, na compreensão dos processos de habitar e
deshabitar amemória dessa área histórica.

Palavras-chave:
O Ejido, Cuenca, história, paisagem, materialidade,
memória.





Introducción

El Ejido de Cuenca nació originalmente como un espacio rural de la ciudad. Su
suelo fue de uso agrícola y ganadero. Sin embargo, por su cercanía con el centro
urbano y sus cualidades estéticas y paisajísticas no tardó mucho en convertirse
en la primera zona de expansión de la ciudad hacia el sur en donde el paisaje
estaba constituido por quintas vacacionales, centros administrativos, políticos y
religiosos.

En el año 1949, acuñó el nombre de ciudad jardín, como resultado del primer
Plan Regulador para Cuenca realizado por el arquitecto uruguayo Gilberto Gatto
Sobral. Por su importancia histórica para la ciudad, además de los valores
paisajísticos y urbanos, el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural promovió
la declaratoria de este conjunto urbano como Patrimonio Cultural de Ecuador
en el año 2011. Sin embargo, la declaratoria no ha podido parar el fuerte ímpetu
constructivo en la zona y la desenfrenada utilización del suelo, así como
tampoco ha podido parar la erosión de la memoria de quienes habitan este
espacio.

Por lo expuesto, la entrada principal de análisis de este artículo es la memoria
anclada a sitios específicos. Para Maurice Halbwachs (2004) la memoria se
inscribe en una materialidad espacial en donde las colectividades se reconocen
y se diferencian, situando recuerdos en puntos de referencia colectivos. Por ello
la memoria de un pasado está estrechamente vinculada a la construcción de
identidad, de colectividad, que se expresa en el posicionamiento cotidiano de
los actores. La inscripción de la memoria en una materialidad (calles, casas, ríos,
etc.) produce un transitar entre sitios que se tornan acontecimientos, y estos a su
vez, en lugares. Estos lugares, como sugiere Alejandro Isla (2002), no se deben
pensar sólo como monumentos o sitios urbanos, sino también como verdaderas
instituciones que contemplan relaciones sociales concretas que le dan marco.

Al hacer memoria los sujetos construyen identidad (Alessandri, 2001), los
recuerdos nos sitúan en colectividades configuradas desde un conjunto de
sentidos de pertenencia, por ello no podemos referirnos a la memoria sin la
identidad de quienes la sostienen (Piper, 2009). En este sentido, la memoria, o
más bien las narrativas de la memoria, son un campo de fuerzas, de luchas de

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poder por inscribir determinados símbolos, en que se enfatizan determinados
acontecimientos convirtiéndolos, como sugiere Isla (2002) en hitos y ejes de la
identidad.

El Ejido: construcción de su paisaje cultural1
Las tierras ejidales en Cuenca surgen con la fundación de la ciudad, en 1557.
Inicialmente la ciudad era pequeña, su trazo obedeció al típico plano de damero;
con una plaza en su centro y con muchos espacios para su ordenada expansión
geométrica. En la periferia de la urbe se ubicaron dos ejidos, uno situado entre
los ríos Tomebamba y Yanuncay, limitado por las pendientes de Turi, donde los
vecinos podían hacer pastar sus rebaños, y el otro, entre el camino de Quito y el
Tomebamba hasta la confluencia con el Machángara, reservado para el ganado
que tenía como destino el matadero municipal (Chacón, 1990, p. 97). El Ejido
del Tomebamba, conocido propiamente como el Ejido, ingresó rápidamente en
los procesos de expansión urbana de la ciudad, debido a su relativa cercanía con
el centro de la ciudad, de allí el interés por este espacio.
Desde inicios de la fundación de Cuenca, a decir de Jacques Poloni-Simard
(2006), El Ejido acogió a indígenas (caciques e indios del común) en las
cercanías de la antigua ciudadela de Tomebamba: el Ushnu y Guataná,
denominados respectivamente, población de los caciques y población de los
naturales. Tras su fundación, Cuenca había empezado a generar atracción sobre
la población española de la parte meridional de la Audiencia de Quito,
llevándola a un amplio crecimiento evidenciado en las peticiones de tierras y
mercedes de solares efectuadas por el Cabildo a nuevos moradores. Desde 1563
el Cabildo inició la venta de los terrenos para construcción, con el fin de
aumentar las arcas para la ciudad, pero no fue, sino hasta 1579 que la compra
de lotes se convirtió en el modo exclusivo de establecimiento de los nuevos
vecinos llegados a Cuenca2. Así, entre 1570-1571, la población referencial era
de sesenta, para 1574 ascendía a ciento cincuenta, a comienzos del siglo XVII
el número de vecinos se elevaba a quinientos (Poloni-Simard, 2006).


1 De acuerdo con la Convención Europea del Paisaje, por "paisaje" se entenderá cualquier parte del

territorio tal como la percibe la población, cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción de
factores naturales y/o humanos, Florencia, CEP, 2000. La interrelación de variables geográficas físicas con
las históricas, se las conoce en las ciencias sociales como "paisajes culturales", el más representativo de éstos

Es decir, la expansión urbana se hacía cada vez más evidente y, en parte, también
se debía al crecimiento del número de indios de la ciudad y en la ciudad. La
prosperidad económica local y regional del siglo XVII tenía como consecuencia
el crecimiento demográfico3 evidenciado en los censos realizados a la población
tributaria del corregimiento de Cuenca. En este siglo, Cuenca fue el destino de
varios migrantes indígenas andinos que huían, desde el norte hacia el sur, debido
a la crisis obrajero-hacendataria (Chacón et al, 1993) este hecho provocó
transformaciones en los espacios de residencia y por tanto en su paisaje urbano.
Así, para fines del siglo XVII, El Ejido había dejado su categoría de suelo rural
para pasar a formar parte del suelo urbano. Para inicios del siglo XVIII, El Ejido
era ya considerado como un barrio mestizo periurbano de la ciudad de Cuenca.
Pese a su nueva denominación, la conexión del Ejido con el centro urbano de la
ciudad era distante y estaba limitada y condicionada por un lado por “las
crecientes del río que impedían cruzarlo, la negativa de los clérigos en visitarla
y la frecuencia con que el puente estaba inutilizable” y por otro, por las
distancias sociales y culturales (Poloni Simard, 2006, p. 502).

La población que habitaba el Ejido estaba compuesta por españoles, indios,
mestizos y un mínimo de población negra, identificados, en su conjunto, por sus
vestimentas. Este conjunto de población era definido como “gente de suma
inopia, como gente en quien concurre y se experimenta toda miseria que mueve
pura compasión…” (Chacón, 1989, p. 465). En este espacio habitaban pequeños
campesinos dedicados también al comercio al por menor, artesanos, indígenas
que daban servicio doméstico y ofrecían trabajos temporales (Chacón et al,
1993). También sobresalía un gremio importante de arrieros indígenas – de
posible ascendencia cacical- que poseían una organización propia; sus propios
ritos, normas y autoridades.

Para el XVIII la ciudad ya conquistaba el espacio en torno a ella, y lo organizaba
a su imagen, en el sentido urbanístico. En este proceso, los límites del espacio
urbanizado de Cuenca eran desplazados más allá de San Blas, de San Sebastián

son las ciudades, donde las estructuras artificiales sobresalen en el campo visual y predominan sobre los
elementos naturales. Véase, Olivier Dollfus (1991:26).

2 Véase, Libros de Cabildo (VII, 1606-1614; VIII, 1670-1687; IX, 1641-1699). AHM/C.
3 La demografía de corregimiento, y luego de la Gobernación de Cuenca, obedece a un ritmo

inverso al de otros valles andinos.

Tensiones entre el habitar y deshabitar la memoria: El Ejido de Cuenca-Ecuador

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e-ISSN: 2661-6912

y de Todos Santos. Los Libros de Cabildo de la ciudad de Cuenca4 dan
testimonio de la instalación de un paisaje urbano de estos barrios, de hecho, en
1732 se da la orden de empedrar las calles y de alinear las fachadas a la entrada
de la ciudad por el lado de Todos Santos. Aparecían nuevos suburbios, con
capillas que organizaban el parcelario y el hábitat en torno a ellas (Cordero,
1921), es el caso de la capilla de San Roque, levantada en el sector del Batán
que formaba parte de El Ejido. Para entonces, este espacio periurbano ascendía
apenas las pendientes del Cerro Cullca, pero comenzaba a extenderse más allá
del río, en El Ejido. En este siglo, El Ejido, se constituyó como un nuevo barrio
periurbano que, aunque no estaba totalmente urbanizado con una red de calles,
si estaba dotado de una identidad con la capilla de San Roque que funcionaba
como un lugar de culto para esta población (Chacón, 1989, p. 465).

En una dinámica, propia del crecimiento de la ciudad, San Roque, para el año
1751, se había constituido como una parroquia eclesiástica. Su jurisdicción
comprendía, por el este, El Valle; por el Oeste, Baños; por el norte, el río
Matadero (actual río Tomebamba), y por el extremo sur, el río Yanuncay (Terán,
1947), es decir, había abarcado la totalidad del espacio de El Ejido. Para
entonces, la población urbana de Cuenca había alcanzado entre catorce mil y
veinte y cinco mil habitantes (Merisalde y Santiesteban, 1992: 374). Muchos de
los nuevos habitantes se adueñaron de pequeñas propiedades alrededor de la
ciudad, mientras que lo que había sido El Ejido fue invadido por pequeños
caseríos de agricultores (Chacón, 1990: 97) y se hacía común la presencia de
casas-quinta (Jaramillo, 2004). El incremento de la población urbana fue
igualado por incrementos rurales a medida que los indígenas andinos llegaban
de la región norte de la Audiencia, particularmente desde Riobamba
(convertidos en indios forasteros de la Real Corona), a partir de 1690 hasta 1780
(Jamieson, 1999).

En el siglo XIX, la evolución urbana de Cuenca se caracterizó por un
crecimiento físico lento, sin embargo, a mediados de siglo, se producen una serie
de cambios económicos, políticos y culturales que modificaron la función
urbana, aun cuando la economía de la región siguió siendo agrícola y artesanal


4 Libro de Cabildos de Cuenca, 21-I-1763, fol 239v, y Libro XIV, 28-VII-1178

(Carpio, 1979). Cuenca era una ciudad regional que había ampliado sus
relaciones mercantiles a nivel internacional, a través de la explotación y
exportación de la cascarilla, y por la producción de sombreros de paja toquilla
(Borrero, 2006). Sin embargo, a partir de 1878 su influencia regional disminuyó
considerablemente debido a que perdió gran parte de su área administrativa por
las reformas territoriales aplicadas en el siglo XIX. En este siglo, asegura Ana
Luz Borrero (2006) que el paisaje y el imaginario de la ciudad-región de Cuenca
se había moldeado desde sus particularidades: una ciudad andina marcada por
la presencia de una enorme barrera física, como lo eran los Andes, que la aislaba
e incomunicaba con el resto del país y con el exterior. A través de la
construcción del ferrocarril del Azuay (1875-1966), los habitantes buscaron
modificar este imaginario de abandono de Cuenca. En este contexto, en 1869,
“La Municipalidad de Cuenca se vio abocada a iniciar la venta de los terrenos
de comunidad y de los ejidos por orden del Presidente para utilizar esos fondos
en la construcción de la carretera hacia Naranjal” (Borrero, 2015, p. 81). Otro
hecho que destaca Borrero (2006), es la evolución urbana y los cambios de
estilos y modelos arquitectónicos. El contacto de Cuenca con el exterior le había
permitido a la ciudad renovar su arquitectura civil y religiosa, lo significó, a
nivel estético, pasar de la ciudad “tradicional” hacia la ciudad “moderna”, y
nivel sociocultural, desarrollar nuevas estrategias de representación, así como
prácticas de distinción y diferenciación social.

Entre los años 1860 y 1940 se produjo una fuerte influencia de la cultura, de la
arquitectura y del diseño urbanístico francés en Cuenca5. En este proceso, si
bien, el proceso de urbanización de El Ejido fue lento, la imagen de la ciudad
cambió definitivamente. Mientras el Centro Histórico cambiaba su morfología
arquitectónica, se inició una “migración” de las familias pudientes hacia El
Ejido con una radical transformación en cuanto a la tipología arquitectónica de
las viviendas, en la cual se incluyen áreas de ocio para el disfrute privado,
materializado en las llamadas “casas quinta” y áreas de esparcimiento de uso
público, convirtiendo a este espacio, progresivamente, en un territorio de usos
irreversiblemente diferentes, según lo señalado el informe del Análisis y
Jerarquización del Inventario de Bienes Inmuebles del Instituto Nacional de

5 Un proceso similar lo viven distintas ciudades y regiones del país y de toda la América hispana.
Espinoza y Calle, 2002.

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e-ISSN: 2661-6912

Patrimonio Cultural del 2011. Vale la pena destacar que el tipo de
construcciones, edificaciones y obras en Cuenca durante este período modifican
la arquitectura colonial, pero las técnicas constructivas, al ser ejecutadas por los
artesanos locales, se mantuvieron inalteradas.

En 1913 se instala en Cuenca la primera planta hidroeléctrica privada y en 1917
la primera hidroeléctrica municipal. En 1920 arribó el primer avión a Cuenca,
inició la telefonía, comenzó la pavimentación de la ciudad. En el plano del año
1920 se advierte, por primera vez, la presencia de la Avenida Solano y el puente
de El Centenario como vía de conexión entre el Centro Histórico y El Ejido; con
ellos se interpreta que se inició un proceso significativo de consolidación urbana
(Rodas et al, 2018). A partir del Plan Regulador de 1947, El Ejido comienza a
tomar mayor protagonismo, pero no es sino hasta a partir de 19506 que esta área
comienza a urbanizarse completamente, teniendo como arteria principal a la
avenida Solano (Cordero, 1921). El Ejido surgía como sinónimo de modernidad
y exclusividad, expansión y desarrollo. Varias familias de la élite de la ciudad
empezaron a densificar y transformar el sector con la inserción de nuevas
tipologías arquitectónicas, de “líneas rectas”, que se adaptaban al modelo de
“ciudad jardín” (INPC, 2011).

Después de mediados del siglo XX, los cambios en la ciudad eran cada vez más
significativos; mayor infraestructura y más servicios (Borrero, 2006). El censo
de población de 1950 pone en manifiesto el crecimiento poblacional de la ciudad
en la primera mitad del siglo XX, que cuenta ya con 40.000 habitantes. Se
produce entonces un nuevo paradigma de crecimiento y de construcción en la
ciudad.

Para el siglo XXI, esta zona adquirió una gran demanda comercial e
inmobiliaria, afectando con ello, no solo su composición urbano-arquitectónica
de valor histórico, sino la memoria de la población que habita la zona. Este
riesgo inminente promovió la declaratoria de El Ejido como Patrimonio Cultural
del Ecuador en el año 2011 con el objetivo de alentar con urgencia procesos de
valoración y gestión. Tanto la declaratoria como los procesos de valoración y


6 Fecha en la que el desbordamiento del río Tomebamba condujo al Cabildo cuencano a aprobar el

Plan de Ordenanza para la urbanización del río Tomebamba. Jaramillo, 2004.

gestión patrimonial han priorizado la materialidad de El Ejido (bienes
inmuebles) por sobre la memoria habitada de El Ejido, lo que ha provocado
tensiones entre quienes habitan estas zonas y agentes externos que tienen
relación con ella.

Figura 1:
Delimitación espacial de la zona de El Ejido




Fuente: INPC (2011, p. 7)



El Ejido: memoria de los espacios, espacios de la memoria

Tensiones entre el habitar y deshabitar la memoria: El Ejido de Cuenca-Ecuador

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En los últimos años la imagen de El Ejido se ha transformado
considerablemente, sobre todo si tomamos como punto de referencia los últimos
años del siglo XX y los primeros del presente. Gran parte de esa transformación
ha sido el resultado de la demolición de varias edificaciones consideradas
tradicionales para construir departamentos y oficinas en altura y plazas de
estacionamiento. La alta demanda del uso del suelo comercial está desplazando
el uso de suelo residencial, provocando con ello la erosión de la memoria de
quienes habitan este espacio particular.

A través de entrevistas directas a habitantes de El Ejido y de cartografías social
aplicada a ciudadanos que guardan relación esta área, nos adentramos a la
memoria que salvaguarda aquellos hechos del pasado que han modelado el
presente (Halbwachs, 1990) y a las percepciones actuales que mantienen sus
habitantes. Las entrevistas fueron realizadas a artesanos herreros que habitan la
calle de las Herrerías (parroquia el Vergel) comprendida dentro El Ejido. La
entrevista se articuló en base al espacio y el imaginario social desde el otro lado
del río Tomebamba en la memoria local; y a la cotidianidad del Ejido desde su
trabajo. En un segundo momento, trabajamos con cartografía social con tres
grupos de personas que tiene relación con El Ejido con el objetivo de contar con
una visión amplia de las subjetividades presente en esta área en particular. Un
primer grupo conformado por personas que residen en la zona de El Ejido, un
segundo grupo conformado por personas que trabajan (pero no residen) en el
sector y un tercer grupo conformado por personas con intereses inmobiliarios
en la zona.

1. La Calle de las Herrerías, un escenario de la memoria
Actualmente la Calle de las Herrerías representa un sector reconocido y visitado
de la ciudad de Cuenca, en parte porque en ella sobreviven pocos de los
artesanos herreros, pero sobre todo porque se encuentran varios puntos de venta
de gastronomía local y otros productos, lo que han provocado que la calle sea
saturada con autos estacionados en uno de sus lados. A este nuevo uso del suelo
de la Calle de las Herrerías, los artesanos lo denominan como “nuevo” y


7 Son pocas las mujeres que actualmente se dedican a este oficio, quienes lo hacen aprendieron de

sus esposos o padres. Hoy ellas se atribuyen la capacidad de adaptarse a las nuevas exigencias de producción,
por ejemplo, doña Elena asegura que ella es el artífice de los nuevos productos de decoración. Ella está segura

“carente de esencia”, refiriéndose a que no hace sentido con el nombre que lleva
la calle. Consideran que dejó de ser un espacio tradicional, pese a que se lo
denomina como tal. Para los artesanos, su memoria de la calle se ancla con la
identidad que les ofrecían las herrerías y es esta memoria la que transmiten a sus
nuevas generaciones.

Algunos artesanos citan a la Calle de las Herrerías y a sus locales de herreros
como un lugar de encuentro y de paso de la gente que habitaba las zonas rurales
de la ciudad. Otros artesanos asocian esta área como un lugar de antiguas
haciendas. Es también común que en ellos aflore en la memoria el recuerdo de
los caballos y las herramientas para labores agrícolas, debido a que, por su
trabajo, elaboraron varias herraduras, azadones y barretas. Otros recuerdan que
la calle de las herrerías era buscada, no solo para comprar las herrerías sino para
dejar a los oficiales para que aprendan el quehacer. Otros ponen en relevancia
los cambios producidos en la calle, que ahora funciona como estacionamiento
temporal para los autos de la gente que visita el lugar con motivo de comprar
algunos de los alimentos que se venden en el lugar.

La memoria y la percepción actual de los artesanos y artesanas7 de las Herrerías
de El Ejido tiene un valor intrínseco ya que se reconstruye en relación al modo
en el que habitaron el espacio; a su trabajo y las relaciones sociales y económicas
que éste produce. Esto implica que la transformación del espacio trae consigo
también la erosión del espacio público, como espacio de representación que
condensa memoria, significados, referentes, y que es fundamental para el
derecho de quienes lo habitan (Lefebvre, 2013).

2. Otros escenarios de la memoria del Ejido
Una aproximación desde la cartografía social, realizada en el año 2014 y una
reciente realizada en el año 2021, nos permite reconocer e incorporar en el
presente análisis los intereses y las posiciones sociales (y políticas), y los
conflictos de quienes habitan y no El Ejido. Adjunto a las cartografías se

de que su esposo no habría sido capaz de crear lo que ella con su creatividad crea: lámparas, flores,
candelabros, entre otros artículos de decoración.

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registraron mediante grabaciones de audio, las reflexiones entre los actores lo
cual fue vinculado con la indagación de las imágenes del espacio graficado.

A continuación, analizamos las experiencias, percepciones, usos y significados
que los distintos grupos participantes tienen y le dan a El Ejido. Los signos
utilizados, en su mayoría gráficos y palabras, caracterizan al paisaje de esta área
y ofrecen una percepción de la valoración distintiva que hacen a ciertos
elementos que constituyen esta área urbana y que están vinculados con sus
memoria e identidad, permitiendo con ello comprender los significados de
dichos elementos en el marco social de este territorio.

Grupo 1: Residentes de El Ejido

Figura 2.
Cartografía social de los residentes de El Ejido















Fuente: Estudio de Aproximación social a El Ejido, 2014.



Las percepciones y significados que los integrantes del grupo 1 establecen, a
manera de relación, entre su casa y el entorno de El Ejido, deviene en las

construcciones emblemáticas y las calles que las conectan. Aquí resalta la Av.
Solano, el redondel y la pileta del monumento a Fray Vicente Solano, el colegio
La Salle, el Barranco, las casas tipo villa cercana al río Tomebamba, Turi, el
Antiguo Hospital San Vicente de Paúl. La relación se establece por los
recorridos cotidianos y con paseos que hacen de estos espacios. Estos puntos se
establecen como lugares de referencia para encuentros entre amistades y
desconocidos. También, uno de ellos, la Pileta Fray Vicente Solano, es
reconocido como un espacio de encuentro en la temporada de carnaval.

Otra representación social que se transmite, en función de la percepción, se
refiere a los tejados de las casas, a la cruz de hierro forjado en la cumbrera, los
árboles de sauce llorón. Componentes que generalmente son representados en
pinturas, postales, poesías cuencanas. La relación que aquí se establece es con
la memoria de una vida pacífica no asociada al nuevo uso del suelo provocado
por la vocación comercial en la zona que es entendida como una amenaza que
sufre esta área. Prevalece la idea de que las instituciones encargadas de velar
por el patrimonio no cumplen satisfactoriamente con su función.

En este sentido, las percepciones determinan, casi siempre, representaciones
culturales, entendidas como esquemas mentales. Estas se generan, individual o
socialmente, a través de un proceso de contacto de los sentidos con los
elementos culturales, y una organización al interior de nuestra mente (Hall
1997).










Grupo 2:
Ciudadanos que trabajan en El Ejido
Figura 3:

Cartografía social de los ciudadanos que trabajan en El Ejido

Tensiones entre el habitar y deshabitar la memoria: El Ejido de Cuenca-Ecuador

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Revista Pucara N.° 34. Vol.1, 2023
e-ISSN: 2661-6912




Fuente: Estudio de Aproximación social a El Ejido, 2010.

Las percepciones y significados que los integrantes del grupo 2 establecen, a
manera de relación, entre su trabajo y el entorno de El Ejido, deviene en algunas
edificaciones comerciales, otras emblemáticas, el río Tomebamba y la Av.
Solano. Aquí resaltan los multifamiliares, la parada de bus, el edificio del banco
Pichincha, parqueaderos de carros junto al banco, Clínica Santa Inés, Clínica
Monte Sinaí, edificios en la Av. Solano, puente del centenario, Colegio Benigno
Malo, Universidad de Cuenca. La representación mental de El Ejido presentó
dificultad para este grupo porque su relación con el lugar no sobrepasa lo
laboral, por lo tanto, no hay emociones y afectos que se activen con la
representación del lugar. En palabras de Assmann (2008), no hay memoria que
vincule a los sujetos con este espacio, por lo tanto, hay ausencia de identidad en
relación con el lugar.



Grupo 3: ciudadanos propietarios de inmobiliarias
Figura 4:

Cartografía social de los ciudadanos propietarios de inmobiliarias que trabajan en El
Ejido



Fuente: Estudio de Aproximación social a El Ejido, 2021.

Las percepciones y significados que los integrantes del grupo 3 establecen, a
manera de relación, entre sus inversiones y el entorno de El Ejido, deviene en
las construcciones que representan progreso. Aquí resaltan los multifamiliares,
una casa comercial, Av. Solano, Av. Remigio Crespo, Banco del Pichincha, el
río Tomebamba, el estadio y construcciones en altura. El grupo considera que
es posible conservar las zonas verdes y los árboles a la par de la construcción de
edificios. Enfatizan en la necesidad de normativas para regular que las
construcciones vayan acompañadas de áreas verdes y árboles. Para este grupo,
dibujar El Ejido es dibujar el futuro vinculado al desarrollo inmobiliario, por
ello el enfoque está en dos arterias comerciales del sector y la necesidad de
conservar o crear áreas verdes como elementos que acompañen a las
edificaciones en altura y al río Tomebamba. La memoria localizada

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e-ISSN: 2661-6912

espacialmente, a la que hace referencia Teresa del Valle (2009), no solo
proporciona información sobre el pasado, también ofrece pistas respecto de
cómo y por qué actuamos de una manera y no de otra.

Conclusiones
El presente artículo tuvo como objetivo de partida analizar cómo El Ejido
enfrenta actualmente la erosión de la memoria y de los vínculos afectivos que
los habitantes tejen con esta área, pese a su declaratoria como Patrimonio
Cultural de la Nación. En este sentido, se desprenden algunas reflexiones que
denotan divergencias entre el uso residencial, laboral y comercial de esta zona,
siendo claro que los sentidos de pertenencia y de interpretación difieren entre
los distintos actores sociales, y que van más allá de declaraciones patrimoniales,
pues recaen en los ejercicios de memoria que cada uno de ellos hace sobre este
espacio. De allí que, solo una memoria habitada será capaz de guardar lazos
afectivos con los componentes naturales y edificados de el Ejido, por tanto, se
activará en la salvaguardia de lo que considera es herencia e identidad, en tanto
que la ausencia de memorias afectivas con la zona produce intromisiones
agresivas a su contexto histórico paisajístico y contexto urbano arquitectónico.

Así, el primer elemento que define los vínculos de determinadas áreas con la
memoria y la significación de los lugares es la oralidad. Esta es transmitida
generacionalmente hasta constituirse en un vehículo de creencias y de educación
no formal. Los relatos orales de los y las artesanas, recogidos en las entrevistas,
se fundamentan como verdades y hechos objetivos en la sociedad, es decir, se
constituye como un conocimiento más, que tiene la misma importancia que la
historia oficial.

Un segundo elemento, se refiere a las percepciones que distintos actores tienen
sobre un mismo espacio y sus distintos componentes. Mientras para algunos las
avenidas, los ríos, los puentes son espacios de interacción social, de referencia
geográfica y evocan recuerdos, para otros estos mismos espacios pueden pasar
desapercibidos o ser interpretados como elementos decorativos de nuevas
propuestas estéticas y arquitectónicas.
Un tercer elemento se corresponde con la desconexión que se presenta a nivel
de actores ajenos al conocimiento social de la zona. Lo ajeno, que vienen a

representar los propietarios de inmobiliarias y las instituciones encargadas de
velar por el patrimonio cultural de la ciudad son entendidos como sujetos de
control y poder, que excluyen a los residentes de las decisiones que se toman a
nivel micro.

Finalmente, es necesario hablar de lo indisoluble de la materialidad (calles,
áreas, parques, ríos, etc.) frente a lo intangible. El Ejido comprende particulares
formas de organización, así como distintas especificidades respecto a la relación
individual y colectiva con los espacios de vida y producción, por lo que entorno
suyo opera una multiplicidad de expresiones sociales, culturales y económicas
ancladas en procesos de largo aliento, cuya dinámica está condicionada por sus
contextos espacio-temporales y por la forma como se articula al ámbito local y
global. De manera que, entender la relación materialidad y memoria no implica
que no hay lugar para la transformación, al contrario, aporta a una renovación
con sentido, aquella que no aplana, uniformiza o borra la memoria para dar paso
únicamente a transacciones comerciales, sino que ancla espacialmente a la
identidad, para a partir de allí, modernizar.











Referencias

Tensiones entre el habitar y deshabitar la memoria: El Ejido de Cuenca-Ecuador

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DOI: 10.18537/puc.34.02.02

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Artículo científico

Revista Pucara N.º 34. Vol. 2, 2023
e-ISSN: 2661-6912





















USOS, SIGNIFICADOS Y PERCEPCIONES DE LOS
CAMINOS ANTIGUOS EN EL CANTÓN SÍGSIG
Uses, significations and perceptions of ancient roads in Sígsig Canton

Usos, significados e percepções de estradas antigas no cantão de Sígsig

Fredy Dominguez Iñiguez
Investigador Independiente

fredydominguez23@gmail.com
ORCID: https://orcid.org/0009-0003-9464-0008


Recibido: 09 - 12 - 2023
Aprobado:
17 - 12 - 2023
Publicado:
29 - 12 - 2023

Cómo citar:

Dominguez, F. (2023). Usos, significados y percepciones de
los caminos antiguos en el cantón Sígsig. Pucara, 2(34).
https://doi.org/10.18537/puc.34.02.02


Resumen: Los caminos dentro de la antropología son mucho más que simples
medios geográficos que conectan puntos, pues este siempre va ligado a
interpretaciones, necesidades y ecologías que van superponiéndose con el paso
del tiempo, las actividades realizadas en este y los contactos culturales con otras
zonas. El presente trabajo pretende recuperar las acepciones en torno a las
antiguas rutas de a pie del cantón Sígsig, mediante el uso de métodos
etnográficos, los cuales permitan evaluar la importancia de las redes de caminos
tradicionales y elaborar un discurso que justifique su relevancia, con el afán de
proyectar nuevas investigaciones sobre el terreno que aporten con una mirada
más profunda del mismo.

Palabras clave:
caminos antiguos, Sígsig, memoria oral, significados.

Abstract:
Pathways within anthropology are much more than simple
geographical means that connect points, as they are always linked to
interpretations, needs, and ecologies that overlap over time, the activities carried

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Revista Pucara N.° 34. Vol.1, 2023
e-ISSN: 2661-6912

out on them, and cultural contacts with other areas. This current work aims to
recover the meanings surrounding the ancient footpaths of Sígsig Canton
through the use of ethnographic methods, which allow for an assessment of the
importance of traditional road networks and the development of a discourse that
justifies their significance, with the aim of projecting new field research that
contributes to a deeper understanding of the same.

Keywords:
Ancient pathways, Sígsig, oral memory, meanings

Resumo:
Os caminhos dentro da antropologia são muito mais do que simples
meios geográficos que conectam pontos, uma vez que estão sempre ligados a
interpretações, necessidades e ecologias que se sobrepõem ao longo do tempo,
às atividades realizadas neles e aos contatos culturais com outras áreas. Este
trabalho atual visa recuperar os significados que cercam as antigas trilhas a pé
do Cantão de Sígsig por meio do uso de métodos etnográficos, que permitem
uma avaliação da importância das redes rodoviárias tradicionais e o
desenvolvimento de um discurso que justifica sua importância, com o objetivo
de projetar novas pesquisas de campo que contribuam para uma compreensão
mais profunda do mesmo.

Palavras chave:
Caminhos antigos, Sígsig, memória oral, significados













1. El cantón Sígsig y los caminos, un vínculo desaprovechado

La virtud del camino antiguo reside en su profundo vínculo con las prácticas
que sobre este se realizaron y realizan aún en la actualidad. Con el carretero
automotor como nuevo protagonista de la segunda mitad del siglo XX en lo que
a movilidad humana se refiere, los más estrechos y empinados senderos de
tracción humana y animal perviven decididamente en el medio rural, al conectar
sectores igual de relegados como las viejas trochas que los conectan a las vías
de un infame “progreso” del que no todos pueden disfrutar. Tal es el caso del
cantón Sígsig, cuya relevancia a nivel regional reside en su componente cultural
y patrimonial al ser un foco de conservación de distintas actividades ligadas al
Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI) como la tejeduría de sombreros de paja
toquilla, la producción de chicha, lácteos, construcción de guitarras y presencia
de vestigios arqueológicos y naturales de afiliación kañari, utilizados hoy en día
para incentivar el turismo de aventura matizado con un importante corpus de
memoria oral que da cuenta de Sígsig como sitio de surgimiento mitológico de
este pueblo originario.

Bajo esta premisa, el camino antiguo podría fungir como punto de conexión, no
solo física, sino también ideológica de todo lo que Sígsig puede ofrecer no solo
en el ámbito turístico, sino también para dotar al cantón con una identidad propia
acorde a sus percepciones sobre el espacio que habitan y sus rasgos culturales.
La necesidad de estudiar el sentido de espacialidad, significados y percepciones
de los usuarios de estos caminos, comprende el uso de la observación
participante, aunque es fundamental la aplicación de herramientas como la
entrevista, bajo el método de la “no directividad” (Guber, 2011, p. 69), la cual
abarca, en gran medida la manera de extraer información significativa de cómo
la gente percibe o percibió su contacto con los caminos y la acción de caminar;
el uso de cartografía social (Arrain, et al, 2019) para tener claridad en las
relaciones espaciales que los pobladores tienen sobre su medio, al tener visiones
de proximidad, funcionalidad o abandono; todo ello con la finalidad de
establecer un discurso histórico centrado en la memoria (Neira, 2020), aunque
sin dejar de prescindir de la fuente escrita, la cual se utilizará para corroborar
los resultados de la etnografía.

La visión “de campo” ha de ser complementada con un importante cimiento
bibliográfico, que sustente desde una visión histórica y arqueológica la

Usos, significados y percepciones de los caminos antiguos en el cantón Sígsig.

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“antigüedad” de los caminos estudiados, por lo que se acude a fuentes históricas
como la crónica de Cieza de León (1554/2005), el trabajo descriptivo de Wolf
(1879) y recopilaciones como la Monografía del Azuay de Mora y Landázuri
(1926); así como fuentes modernas, sobre todo de carácter arqueológico, como
lo son los trabajos de Ernesto Salazar (2004), Jaime Idrovo (2000) y Catherine
Lara (2009), entre otros, cuyas obras ayudan fundamentalmente a construir un
una visión holística del denominado valle de Cuenca y sus procesos de
poblamiento, enfocados a tres centros poblados: San Bartolomé, Sígsig y Jima,
al ser puntos clave del movimiento humano en el cantón a estudiar. De manera
más implícita que explícita, el testimonio de los antiguos caminos azuayos,
muchos de ellos precolombinos, subyacen bajo las descripciones de los autores,
en un camino de migajas que se extiende por más de 500 años de fuentes escritas
en el Ecuador.

Para poder lograr un seguimiento objetivo, la investigación se ha nutrido del
ejemplo de trabajos anteriores sobre caminería, en especial prehispánica, donde
encontramos monografías apegadas al concepto megalítico del denominado
Qhapaq Ñan incaico, como la obra cumbre de John Hyslop (2015), o el análisis
sur ecuatoriano de Anne Marie Hocquenghem et al. (2009), quienes dan cuenta
de la importancia de los caminos pre-incaicos como precedente a la hora de
establecer sus longitudinales vías (Hyslop, 2015), asentadas y ampliadas sobre
caminos milenarios que surcaron el actual Ecuador y otras naciones
sudamericanas. Es por esto que también se hace énfasis al ejemplo de trabajos
enfocados al análisis de caminos que atraviesan biomas, importantes a nivel
andino por el manejo de “pisos térmicos”, como señala Bautista Vargas et al.
(2021, p.26) y estar regidos, más no limitados, a una serie de condiciones
geomorfológicas y ambientales junto con las conexiones que hay entre ellas
(Gutierrez, 2019).

2. El territorio a los ojos de sus habitantes
Para poder establecer ciertas significaciones y percepciones, es imperativo
analizar cómo los habitantes conciben el espacio en el que se desenvuelven
diariamente. Dicho esto, es importante mencionar que la investigación ha
centrado su estudio en tres áreas de importante movilidad humana del cantón
Sígsig: las dos primeras: el centro cantonal y San Bartolomé de Aroxapa,

ubicadas al norte y de importante conexión con el occidente; y la tercera en Jima,
con amplia tradición migratoria al Oriente y vínculos con el sur. Claro está, toda
esta explicación previa al análisis de casos es una mirada totalmente sesgada por
el contexto y opiniones del autor, como veremos a posteriori, las miradas de los
habitantes de estos dos focos podrán variar significativamente, o extrapolando
al camino antiguo la postura de Mancini et al. (2016) sobre el sitio arqueológico:
“para las comunidades son parte de su vida cotidiana y fuente de memoria.”
(p.81), lo cual saca a relucir visiones que un foráneo tardaría en dilucidar, o de
plano, no lo haría nunca.

Para favorecer el análisis de las acepciones de sigseños y jimeños acerca del
espacio que habitan, se ha optado por utilizar la cartografía social, definida por
Arrain, et al. (2019), como: “el conjunto de representaciones que una sociedad
realiza sobre el espacio, siendo una práctica que se puede rastrear en el tiempo
y no exclusiva del ámbito científico académico” (p.6), siendo así que dicha
herramienta, ayudará a establecer así mismo un discurso histórico. Los
ejercicios que se presentarán a continuación fueron realizados en dos talleres de
cartografía social, realizados en conjunto con el proyecto de investigación-
vinculación: Materialidades, educación y público: usos y significados sociales
en el patrimonio arqueológico en el Sígsig, de la Facultad de Filosofía de la
Universidad de Cuenca. El primero fue realizado en la comunidad de Chobshi
al grupo de mujeres que gestiona el museo de sitio de las denominadas Cueva
Negra e Ingapirca de Chobshi; mientras que el segundo taller se llevó a cabo
con la colaboración de los representantes del Gobierno Autónomo
Descentralizado Parroquial (GADP) de Jima.

2.1. Cartografía social en Sígsig
Cualquiera pensaría que el complejo arqueológico de Chobshi, alabado muchas
veces como “cuna del hombre ecuatoriano”, está gestionado completamente por
instituciones estatales, sin embargo, la mayor parte de la gestión de los diversos
sitios aledaños, son manejados por un importante esfuerzo de turismo
comunitario, coordinado principalmente por un grupo de cuatro mujeres que
habitan el sector, y sus familias. La premisa para el desarrollo del ejercicio era
establecer una suerte de límites del espacio y una vez definidos, se debía
proceder a representar todos los atributos del lugar que ellas considerasen parte

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del patrimonio de Sígsig, ubicando las propias dentro de los límites del territorio,
así como los aspectos ajenos en los distintos espacios limítrofes, tal como se
aprecia en la figura 1.

Figura 1.
Cartografía social de Sígsig (centro cantonal) Fuente: Proyecto de
investigación-vinculación: “Materialidades educación y público: usos y significados del
patrimonio arqueológico en el Sígsig” (2022).



Fuente: Elaboración propia.

Los límites que se establecen son con las poblaciones de San “Bartolo”, en la
parte inferior izquierda, representado por una guitarra; Guel en la superior
izquierda, y Jima en la parte derecha, representado por una vaca y queso
amasado. En la parte superior sitúan la Cordillera Real, representada por los
cerros Fasayñán, Mesaloma y Ayllón. Cerca del centro urbano se dibuja un
sombrero de paja toquilla, labor tradicional del cantón y más abajo se encuentran

las playas de Zhingate, foco recreativo del mismo. Ubicado a la derecha, hacia
Guel y el cerro Fasayñán se ubica la población de Vigsol, donde se realiza
trabajo de alfarería; en la subida al Ayllón se ubica a Dacte, representado por un
manzano, que denota la manzana como un producto muy apreciado. En la parte
derecha se ubica todo el sistema arqueológico reconocido por las cartógrafas:
está la laguna de Nárig con sus botes y los álamos blancos sembrados en su
orilla; más abajo en Shabalula identifican a la “casa del reluciente”, la “cabeza
de la culebra” y la “casa del cacique” rodeadas de vegetación, y a continuación
discurre el carretero de Chobshi, seguido del “Capacñan” que también
denominan como “camino kañari”, aquel que sube hacia San Bartolomé.
Finalmente ubican la cascada del Pailón, el sitio de Ingapirca, al cual relacionan
con el Inti Raymi, rodeado por hitos como la “casa kañari” y las piedras
“astronómica”, “energética” y del “sacrificio”, limitado por la quebrada del
Puente Seco.

Como se puede apreciar, las colaboradoras destacan, sobre todo, la zona en la
que viven, ya que comúnmente realizan en el lugar trabajos de guianza a
aquellos turistas que vienen en pos de conocer los atractivos naturales e
históricos del cantón. La tradición oral a la que han estado sujetas, además de
sus experiencias diarias, ayudan a encontrar posibles interpretaciones de las
estructuras e hitos arqueológicos que se encuentran en la zona, por ejemplo, en
cuanto a los caminos prehispáncos, supieron manifestar que existieron dos
ramales: uno que va, se entiende, por la actual carretera; mientras que otro
atraviesa la orilla del Santa Bárbara por los grandes cortes: “hay otro camino
que va siguiendo la orilla de aquí del río, entonces esos iban hacia aquí, porque
el camino este decían que era solo para los chasquis, el camino que ingresaban
en la parte baja” (comunicación personal, 27 de mayo de 2022), lo cual ayuda a
esclarecer el porqué de los caminos estudiados parecen seguir la orilla del río.

Así también, las colaboradoras conciben las distintas rutas de salida del cantón,
sobre todo resaltan la vía a Cuenca a través del ya mentado “camino kañari”,
donde “hay la historia que cuando viene la Virgen María Auxiliadora, y viene
por aquí, […] viene por Cuenca y el primer descanso que hacen para que llegue
la virgen al Sígsig, hacen aquí en la capilla de Chobshi” (comunicación personal,
27 de mayo de 2022), o testimonios sobre el paso al oriente, relacionados con el

Usos, significados y percepciones de los caminos antiguos en el cantón Sígsig.

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mismo camino. Para estas gestoras culturales sigseñas, el camino antiguo evoca
sobre todo la conexión con el exterior, aunque también representa un firme
sentimiento de afiliación cultural y a la tierra: “es tierra de los kañaris, y es neta
kañari porque usted conoce la piedra que cuando trabajan los inkas la piedra
labraron. Ya entonces de nosotros es kañari porque es la piedra de canto rodado,
es piedra rústica” (comunicación personal, 27 de mayo de 2022), mencionan
cuando se les pregunta por qué se refieren al mentado camino como “kañari”.

2.2. Cartografía social en Jima
La parroquia Jima, totalmente opuesta a la situación de Sígsig ofrece otro tipo
de visión, principalmente porque los colaboradores del ejercicio cartográfico
pertenecen a otro contexto, no solo espacial, sino también ocupacional y
cultural. Factores como la menor densidad poblacional y un acceso más remoto
para la población foránea, parecen haber influido a que Jima mantenga una
mejor unidad social, hecho que quizá tenga raíces históricas dentro de los
procesos de reubicación de las comunidades indígenas en el período colonial
(Poloni-Simard, 2006), y el cual parece haber ayudado a mantener una suerte de
unidad fraternal que en Sígsig no se aprecia, a pesar de las movilizaciones
históricas que se registran de la gente jimeña hacia el valle de Cuyes (Lara,
2009), con quienes parecen compartir estos lazos fraternos. Para el ejercicio de
cartografía social, se realizó un taller con tres miembros del GADP de Jima: su
presidente y dos vocales.

Al igual que lo observado en el caso anterior, la responsabilidad de establecer
los primeros trazos dentro de la cartografía recae en el participante de mayor
experiencia, en este caso uno de los vocales, quien tiene amplio conocimiento
acerca del espacio territorial de la parroquia. Los otros dos participantes van
colaborando activamente, al destacar aspectos que puedan pasarse por alto. A
diferencia del ejercicio en Sígsig, los participantes ubican más o menos el
espacio como el que se ve en los mapas, situado cardinalmente (ver figura 2).
Se hace con una larga línea el esbozo de los límites parroquiales y se señalan las
vecindades con las que limitan: al norte con San José de Raranga y Ludo, sin
señalar un punto fronterizo en específico; al sur con Nabón, como frontera el río
Quillocachi; al este Morona Santiago con la cordillera del Moriré de por medio;
y al oeste con Cumbe, cuya línea divisoria es la cordillera de Tinajillas. De igual

manera, se trazan las vías principales de conexión con el cantón, situando al
centro parroquial con dos círculos concéntricos, las carreteras se dirigen hacia
Cuenca, Sígsig, Nabón y Gualaquiza, destacando también a modo de frontera la
vía principal hacia el sur del país, que surca Tinajillas y va hacia Loja.

Figura 2. Cartografía social en la parroquia Jima. Fuente: Proyecto de investigación-
vinculación: “Materialidades educación y público: usos y significados del patrimonio
arqueológico en el Sígsig” (2022).


Fuente: Elaboración propia.


A efectos de los objetivos de investigación, una de las aristas que se destacan
para la misma, es la de conectividad, la vialidad es de suma importancia para
estos funcionarios parroquiales, puesto que de manera histórica, los carreteros
han sido razón de gran orgullo para la comunidad jimeña, sobre todo porque
gran parte de ellos se han construido gracias al esfuerzo comunitario: como
ejemplo está la aún inconclusa vía hacia el Valle de Cuyes, la cual es vista, y no

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e-ISSN: 2661-6912

es para menos, como una importante proeza local (Argudo Zhunio, 2009). De
igual manera, otra arista a destacar es la profunda relación que los colaboradores
señalan en cuanto a los elementos naturales, como se puede apreciar, los
recursos hídricos son un factor relevante en su mapeado: el río Moya se presenta
como un “río bravo”, pero también guarda aspectos festivos; Zhuruguiña se
muestra como una laguna “encantada” (comunicación personal, 6 de junio de
2022), pero lo son más los cerros, puesto que en la cima de cada uno, existe una
cruz, que los colaboradores incluso relacionan con un sincretismo
precolombino.

Al tocar el tema arqueológico con los participantes del taller, surgen varias
zonas, todas ellas relacionadas con cerros, de las cuales la más notoria es
Zhimazhuma, del cual destacan: “parece que es el más representativo incluso de
la parroquia, al parecer, porque tiene mucha leyenda y eso indica que fue
importante en el pasado.” (J. Argudo, comunicación personal, 6 de junio de
2022), aunque enfatizan también el conjunto montano de Zhirizhi-Palpal, el
cerro Gulazhi, el Pucara de Zhipta y el cerro Pillauzho, de los cuales incluso
presumen una posible interconexión, comparando la festividad actual de las
cruces con dinámicas andinas precolombinas. Es así como se puede evidenciar
la importancia del camino para Jima, el cual causa tanto alegrías como
amarguras, ejemplo de la precaria vía que va hacia el Sígsig, que justifica esta
desconexión con el norte de su propio cantón, provocando ánimos de secesión
y aislamiento.

3. Los significados construyen identidades

La definición de ciertas características espaciales que los pobladores identifican
en su territorio, ayuda a establecer una comprensión de cómo se estructuran las
dinámicas en el sitio de estudio. Esto es muy importante al momento de analizar
las mentalidades que rodean al camino, puesto que este es el vínculo entre estas
mentadas dinámicas y las personas que las vivieron. “Los caminos son
expresiones territoriales concretas que, si bien cambian su sentido de uso, no se
modifica su valor cultural, ni mucho menos las memorias de quienes lo
recorrieron” (Bautista Vargas et al., p. 97), es por esto que la memoria oral
resulta tan importante para establecer un discurso histórico, gracias a que esta
conserva un aspecto muy importante: los significados. La estructura de un

discurso puede cambiar, actores pueden ser reemplazados por otros modernos,
como es el caso del sincretismo andino-cristiano, en donde la máscara cambia,
pero los significados, en esencia, se mantienen. A lo largo del camino, el
viandante puede formarse una serie de acepciones, ligadas a fenómenos
naturales y sociales, que se prestan para configurar significaciones que se
comparten entre los mismos.

Es necesario revisar la influencia de estas rutas dentro de sociedades que aún
utilizaron tales medios con fines estrictamente necesarios, es decir, la ruta de a
pie, sobre o en compañía de animales de carga, como método único de
movilidad hacia un lugar. La importante diferencia entre estos caminos antiguos
y la vialidad moderna reside sobre todo en la diferencia de apreciación del
paisaje. Horvath y Szakolczai (2018) expresan la acción de caminar, de la
siguiente manera: “walking is also fundamental and foundational because of the
kind of experiences it provides us” (p.16), el caminar es mucho más que un
mero transitar (Caraballo y Ramírez, 2021), puesto que el contacto directo con
el medio natural, propicia la explosión de las capacidades abstractas del ser
humano, quien utilizará su experiencia dentro de estos espacios, donde las
sociedades otorgan una serie de representaciones y significados al camino, así
como los individuos sumergidos en este, en el que se forman distintas
percepciones acerca de los mismos.

3.1. Destino, labor y compañía
El significado más obvio y repetitivo en torno, no solo al camino antiguo, sino
también a nivel vial en general, es la conexión, término que define por
antonomasia a la vía, sin embargo, mientras que en la carretera moderna esta
conexión parece minimizarse, por la facilidad misma en los accesos, la realidad
del camino antiguo magnifica su relevancia. La conexión representa no solo la
entrada y salida del ser humano, sino también de producto material, comercial,
informativo y laboral. Los ejemplos de la importancia de la conectividad entre
sitios y poblaciones surgen, principalmente, de la necesidad de acceder o
comunicarse con un lugar y, por otro lado, se pierden cuando distintos procesos
históricos generan el distanciamiento o rivalidad entre poblaciones, como lo es
el caso de Jima y Sígsig, cuya vía llegó a la parroquia sureña recién en 1992:
“Antes hacíamos a caballo, […] Y para irse a caballo allí por lo menos 6 horas,

Usos, significados y percepciones de los caminos antiguos en el cantón Sígsig.

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pero siendo buen jinete y buen caballo” (J. Argudo, comunicación personal, 6
de junio de 2022), lo que se puede identificar con respecto a la conexión Jima-
Sígsig, es que se ha ido perdiendo, la aparición de mejores vías ha derivado en
que los jimeños abandonen este vínculo con Sígsig, relacionándose a
poblaciones territorialmente ajenas.

El camino, sobre todo para la población rural, representa labor y comercio,
teniendo en cuenta que todo producto llegaba y salía por estos “caminos de
herradura”, o “trochas” de a pie, es común escuchar a los pobladores hablar de
“caminos de arrieros”, “camino del contrabando”, “camino a las minas” o
incluso “camino de chasquis”. Las labores están completamente relacionadas
con el sendero y para con el sendero, puesto que estos debían ser reparados
continuamente en pos de una funcionalidad óptima, como en las mingas, labor
que se ha extrapolado a la apertura de las vías carrozables cuya construcción fue
un deber nacional de los habitantes de las comunidades: “antes era como una
cedula, se llamaba la conscripción vial, entonces cada mes tenían que trabajar 4
días en el mes” (A. Atariguana, comunicación personal, 7 de marzo de 2022).
Un camino bien conservado era motivo de satisfacción, así como uno más
incómodo causaba el desasosiego del viajero, tal es el caso de Wolf (1879) en
las minas sigseñas: “El camino a las “minas de Ayon y de Santa Bárbara” es
infernal […] y practicable solamente a pie.” (p. 21), cuestión en la que tenía que
ver la razón de uso del camino, así como la jerarquía de los sitios a los que se
accedía.

Las actividades laborales en torno al camino también se llegan a jerarquizar en
varios niveles de importancia. El símbolo de comercio en estos caminos lo
representaba el arriero “míndalo” y su “acémila” (Argudo Zhunio, 2009, p. 360),
el caminante que recorre los diversos senderos, llevando su carga a lomos de
mula por los poblados rurales, es sin duda un individuo célebre en la memoria
del camino, para su sustento llevaban “fiambrito”, como cuenta Don Ángel
Atariguana: “por este camino se iba con maíz, con habas, con todo grano, a
mula” (comunicación personal, 7 de marzo de 2022), y traían los productos de
primera necesidad. Así también, se recuerda bastante al contrabandista de
aguardiente, que subía por las yungas del oriente trayendo el preciado licor a los

asentamientos interandinos (J. Llanos, comunicación personal, 27 de mayo de
2022), en dinámicas de comercio tanto dentro como fuera de la ley.

Finalmente, en cuanto a labores, no se puede dejar de hablar del uso de animales
domésticos como fuerza de trabajo, sobre todo a la hora de acarrear distintos
tipos de carga. La compañía del animal se puede rastrear desde milenios atrás,
mediante el uso de camélidos, siendo reemplazados tras la inserción de los
equinos, en cuyo favor se reconfigura la altura y nivel de pendiente en los
caminos (Lippi, 2000). Para este punto resulta fundamental la experiencia de
don Gerardo Ruilova, maderero que reside en Chunucari, quien llevaba su
producto a lomos de caballo: “se les amarraba así en contra de la pera, del
lomillo y se le trincaba bien, entonces ya jalaba el caballo” (comunicación
personal, 16 de febrero de 2022), la fuerza del animal de carga era fundamental
para los viajes a través en la geografía andina, cosa que revaloriza a la bestia por
su condición de herramienta indispensable de sustento, e incluso adquiere una
suerte de valor sentimental: “Los caballos yo les crie, les crie allá en el otro lado
que vivía les crie, y vinieron acá. Aquí vinieron a morir los caballitos” (G.
Ruilova, comunicación personal, 16 de febrero de 2022), testimonio que
demuestra el vínculo que desarrollan amo y animal, en una suerte de
conveniente simbiosis al depender uno del otro, sin dejar de lado también el
factor de la compañía, como es el caso del perro (Argudo Zhunio, 2009), que
brinda seguridad al viajero en la soledad del camino.

3.2. Encuentro, peligro y leyenda
Una vez superados los significados más “exteriores” o “materiales”, se
procederá ahora a desentramar otros más profundos, interiorizados en la mente
de los viajeros quienes se han visto imbuidos en la parte más abstracta y
simbólica del camino que está “lejos de la planeación y la proyección, lejos de
su concepción como conexiones seguras y lineales entre puntos” (Caraballo y
Acuña, 2021, p. 13). El caminar carece de garantías, ninguna salida será igual a
la anterior, puesto que se trata de una zona de paso, de convergencia, pero las
casualidades que se encuentran en el camino, ciertas circunstancias repetitivas
u otras azarosas, encienden el mecanismo de la abstracción humana, la cual
busca coincidencias ahí donde la razón parece salirse de contexto, perdiéndose
entre hechos y coincidencias que, de buenas a primeras, por la impresión o falta

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de agudeza, no son posibles de digerir o explicar con facilidad. Los caminos,
por un lado, representan comercio, unión, sustento y progreso; pero a cambio,
sus características impredecibles, se llevan a modo de trueque las impresiones
de los viandantes.

Una de las principales razones de imprevisibilidad, eran los encuentros fortuitos,
el camino era sinónimo de contacto con diferentes tipos de individuos
vinculadas a numerosas y variopintas actividades. Las personas que andan solas
por el camino, ante la presencia de ciertos grupos, tienden a esconderse, como
narra José Llanos, “veo tres luces, digo “son mineros”, yo paj me escondo
porque yo esperaba a otro compañero” (comunicación personal, 27 de mayo de
2022), el viajero no está en un espacio que pueda controlar, por lo tanto, es una
lotería determinar con qué tipo de personas se puede encontrar un individuo, que
así como trae complicaciones, ofrece soluciones, siendo que un sendero entre la
maleza ayuda al viandante, de buenas o malas intenciones, a ocultarse.
Peligrosos en cierto caso eran también los encuentros entre contrabandistas y
guardas del estanco, que en situaciones desesperadas podían llegar a resultados
de violencia. En otra situación, Argudo Zhunio (2009), destaca un caso curioso,
que es la segregación social, el autor menciona que un sector del camino Jima-
Cumbe era guarida de leprosos “quienes supuestamente perseguían a los
viajeros para “extraerles la sangre” (p.590), ante estos casos, el viajero debía
optar por la compañía para evitar encuentros desafortunados.

Ya se ha visto como Wolf (1879) tilda al camino del Ayllón como “infernal” y
Argudo Zhunio (2009) califica la subida al moriré como un camino de
“valientes” (p.161). Los trechos que surcan ambientes hostiles fraguan en las
mentes de quienes los recorren, una serie de significados que evocan al peligro,
no de un individuo a otro, sino del medio hacia el individuo, con la distinción
de la muerte, implícita en aquellos senderos hostiles que se han hecho de un
nombre por la cantidad de vidas que toman. El cruce del Moriré es el más
reputado entre los habitantes de Jima: “páramos, lodazales, camellones; como
consecuencia de esto, la gente y los animales se fatigaban y no pocas veces se
quedaban muertos.” (Argudo Zhunio, 2009, p.161), tales situaciones fatales
nutren el imaginario popular, sobre todo del páramo, estas consecuencias
dramáticas motivan a la formación de memoriales en las cimas de estos cerros:

“en la punta digamos, que estaba botado eso al Oriente, […], esa parte dice que
hay una parte donde es puro cruces, como tipo cementerio” (J. Llanos,
comunicación personal, 27 de mayo de 2022), hitos que honran a los fallecidos,
pero también advierten al viajero que la senda deberá ser tomada enserio.

Para concluir, se ha de tocar de forma un tanto breve el ámbito de la leyenda,
que representa en su forma más pura esta abstracción de significancias en los
caminos antiguos. Si tratamos de buscar respuestas lógicas a los diferentes
relatos que esta investigación ha recopilado, podemos atribuirle motivos como
el cansancio, la embriaguez, la fiebre, el soroche, la obscuridad u alguna otra
condición que limite las percepciones de los individuos, pero resultaría en vano,
este tipo de anécdotas, sobre todo vistas desde la otredad, no dan cabida a
discusiones de credibilidad. La memoria tiene también esa característica, los
individuos narran con emoción las vivencias sobrenaturales experimentadas en
el camino, las recuerdan muy claras en la mente, donde se vuelve común la frase
“clarito vi”, utilizada para reafirmar la veracidad del relato, experimentado en
primera persona. La leyenda en torno al camino evoca admiración, miedo e
incertidumbre, transmitida de manera oral y generacional, consta de muchos
puntos en común, de significados populares.

A continuación, se sintetizan las características de algunas de ellas, extraídas de
las entrevistas y talleres de cartografía social realizados, las cuales serán
complementadas con el rico testimonio de leyendas recopiladas por Argudo
Zhunio (2009). En primer lugar, tenemos aquellas leyendas que se apegan a la
tradición precolombina, sincretizadas sobre todo con la extirpación de idolatrías,
por ejemplo: el oro de los antiguos, del que Don Ángel Atariguana cuenta que
tiene propiedades adversas, causando la enfermedad del “antimonio” a la gente
que se encuentra tales objetos, o desentierra las tumbas de los mismos
(comunicación personal, 7 de marzo de 2022). En torno a los kañari e inka, las
leyendas se entremezclan, los lugareños asocian el camino antiguo a una u otra
identidad y miran con ojos lejanos la presencia de estos antepasados, de los
cuales, unos dicen sentirse herederos, mientras que otros los observan como
habitantes de un mundo arcaico y poco civilizado.
Por otra parte, se encuentran las leyendas de apariciones, con el camino como
escenario predilecto, en el que cada generación re-vive dichas creencias, las

Usos, significados y percepciones de los caminos antiguos en el cantón Sígsig.

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Revista Pucara N.° 34. Vol.1, 2023
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cuales aún son muy valederas en el ámbito rural. Don Ángel Atariguana da
cuenta de varias leyendas en torno a caminos: encuentro con una mujer
disfrazada o con individuos misteriosos que ofrecían cosas a los caminantes,
también destaca haberse encontrado con un perro negro que camina por delante
del viajero, y finalmente asegura que tuvo un encuentro con el duende, al cual
describe como:


… “un hombrecito pequeñito con el terno blanco, sombrero

grandote, con sus bigotes, bueno, de ahí pues yo le vi, porque me alzó
el toldo, se rio y yo estaba en desesperación pues, yo pedía a Todos los
Santos (risas)… solo se ríe, solo se ven los dientes nomás, brillando,
amarillos, de oro”. (comunicación personal, 7 de marzo de 2022).

Las apariciones que Don Ángel menciona concuerdan con muchas otras
recuperadas por Argudo Zhunio (2009) en la zona de Jima, donde la mayoría de
entrevistados de este trabajo, enfocan más la leyenda hacia el páramo y el
Oriente. El relato jimeño se apega mucho a lo aventuresco más que a lo
tenebroso, por la misma influencia de curiosidad que propicia la amazonia.
Finalmente resta una de las leyendas más comunes: la visión de intensas luces
que aparecen de repente en el camino, de la cual comenta José Llanos, de una
manera que concuerda con la visión de estas ciudades perdidas, donde “se
prendieron más y más y se nubló así, todas luces así, se llenó de luces esa zona.
[…] era como un pueblo, un pueblo en esa zona” (comunicación personal, 27
de mayo de 2022).

3.3. Lo que el caminante percibe
Como cierre de este análisis, resta hablar de las percepciones alrededor del
camino antiguo, estas se ciñen más a las opiniones personales de cada viandante,
y a diferencia de los significados, no se comparten de manera generalizada entre
todos los pobladores. Las percepciones surgen del contacto personal de cada
individuo con relación al camino, sus experiencias propias y las conclusiones
que este ha logrado sacar de sus vivencias. En los casos de José Llanos o Jorge
Argudo: el camino lleva a lugares impresionantes, bellezas naturales que pocos
han contemplado, porque caminarlo requiere un esfuerzo físico, una
determinación para alcanzar zonas remotas, olvidadas por las vías y la

modernidad. Así también, estos dos entrevistados han nutrido su aprendizaje en
torno a los caminos, adquiriendo conocimientos sobre medicina tradicional,
fauna y geografía. Así también, el camino antiguo es fuente de empleo, de
turismo: la historia, el patrimonio y la cultura les sirven de sustento al motivar
a la gente a visitar estos sitios, considerados de gran valor turístico, aunque
también les recuerda sus raíces étnicas y los modos de vida tradicionales.

Otros testimonios son neutrales, como el de Doña Lucía Pacheco, que aprecia
la caminata, guarda gratos recuerdos de su niñez recorriendo los senderos de
Chobshi, pero su relato se desanima al hablar del paso al Oriente, la lejanía
parece afectarla bajo el contexto de que familia cercana hubiese cruzado la
cordillera a pie y en condiciones precarias. Por otro lado, están quienes tienen
una percepción más reacia, incluso pesimista: Don Ángel guarda recuerdos
bonitos del camino antiguo, aunque para el no representa nada más que una
remembranza de su niñez, y como parte de su propia historia de vida, la cual
cuenta con orgullo; para él el camino no representa más que el preámbulo a la
apertura de la vía para automóvil que se logró gracias al esfuerzo comunitario.
Así también, Don Gerardo ve al camino antiguo como el pasado de una época
de pobreza, esfuerzos y problemas que la vía ha solucionado, enterrado en el
olvido el recuerdo, y siempre comparándolo con las facilidades de la vida
moderna. Todos los entrevistados, a excepción de José Llanos, superan ya los
60 años, sus testimonios dan cuenta del brusco cambio que ha dado la vialidad
en los últimos 50 años, frente a esto, resuenan las voces de toda una humanidad
que se ha movilizado sobre la fuerza de sus piernas y las de sus animales.

Conclusiones
Como se pudo ver a lo largo de este texto, el camino antiguo funge como un
muy importante lazo de vínculo entre el ser humano y su memoria, dentro de
este podemos rastrear incluso una suerte de línea de tiempo desde un pasado
precolombino hasta nuestros días. Las personas aún conservan una serie de
entendimientos de aquellos que simplemente denominan como “los antiguos”,
una sociedad que les resulta en extremo ajena de la cual heredaron una serie de
leyendas y ritos que han sabido amalgamarse con la tradición judeo-cristiana
colonial y que hoy en día forja un conjunto de costumbres, como las
peregrinaciones a los cerros, las pasadas de los santos a las poblaciones, así

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como la fascinación por los cuerpos de agua y las altas cumbres del páramo. En
lo laboral, los sigseños, como habitantes de los andes conservan varias
actividades ligadas al camino, el uso de animales de carga es aún observable (en
menor escala que antaño), el comercio agrario pulula en Jima y sus remanentes
llegan incluso a los mercados de la ciudad de Cuenca, por diversos medios. Los
espacios se resignifican, como lo ha hecho el turismo con los antiguos caminos
de Sígsig, que ascienden dificultosos hasta el mismo cerro Fasayñán, donde se
dice, nació el pueblo kañari. El camino no se pierde por una categórica falta de
uso, sino más bien, por un desconocimiento en cuanto a sus dinámicas.

Las nuevas generaciones, en su ánimo de desprenderse de una suerte de
monotonía acusada por los medios de vida modernos, suelen optar por
desconectar de la rutina realizando paseos a los sitios rurales, en busca de
admiración por los rasgos culturales que ofrece la ruralidad y las impresiones
visuales que da el paisaje natural, y quizá es ahí donde el habitante de Sígsig
puede aprovechar no solo para generar una nueva fuente de ingreso a través de
un turismo mejor estructurado que el que se lleva a cabo ahora, sino también
para encontrar una muy necesaria unidad identitaria al compartir rasgos
culturales y un contexto histórico en común. Para ello, se necesita un esfuerzo
que involucra también al investigador, que pueda de alguna manera motivar a
que se lleven a cabo proyectos culturales dentro de los sitios de estudio, los
cuales puedan servir de apoyo a un mayor interés e involucramiento de las
poblaciones para generar discursos históricos cimentados en estudios bien
estructurados, y que estos a su vez puedan contribuir a que el sigseño se apropie
de tales inferencias y pueda usarlas no solo en lo turístico, sino también en la
educación y transmisión de información hacia quienes son ajenos a su territorio.







Lista de Entrevistas:

Argudo Zhunio, J. (2022, junio). Entrevista personal. [Comunicación
personal].
Atariguana, A. (2022, marzo). Entrevista personal. [Comunicación personal].
López, J. (2022, mayo). Entrevista personal. [Comunicación personal].
Llanos, J. (2022, mayo). Entrevista personal. [Comunicación personal].
Pacheco, S. (2022, febrero). Entrevista personal. [Comunicación personal].
Ruilova, G. (2022, febrero). Entrevista personal. [Comunicación personal].
Suqui, M. (2022, mayo). Entrevista personal. [Comunicación personal].
Uyaguari, C. (2022, mayo). Entrevista personal. [Comunicación personal].
Uyaguari, N. (2022, junio). Entrevista personal. [Comunicación personal].
Zhunio Maya, J. (2022, mayo). Entrevista personal. [Comunicación personal].

Usos, significados y percepciones de los caminos antiguos en el cantón Sígsig.

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e-ISSN: 2661-6912

Referencias
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DOI: 10.18537/puc.34.02.03

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Artículo científico

Revista Pucara N.º 34. Vol. 2, 2023
e-ISSN: 2661-6912





















FIEBRE DE CARNAVAL DE YULIANA ORTIZ
RUANO: DOLARIZACIÓN Y NEOLIBERALISMO EN

LA FRONTERA COLOMBO-ECUATORIANA
Fiebre de carnaval of Yuliana Ortiz Ruano: dollarization and neoliberalism on

the Colombian-Ecuadorian border

Fiebre de carnaval de Yuliana Ortiz Ruano: dolarização e neoliberalismo na
fronteira entre Colômbia e Equador

Fernando Montenegro
Universidad Nacional de las Artes
mario.montenegro@uartes.edu.ec

ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5980-5570

Recibido: 20 - 10 - 2023
Aprobado:
15 - 11 - 2023
Publicado:
29 - 12 - 2023

Cómo citar:

Montenegro, F. (2023). Fiebre del carnaval de Juliana Ortiz
Ruano: dolarización y neoliberalismo en la frontera colombo-
ecuatoriana. Pucara, 2(34).
https://doi.org/10.18537/puc.34.02.03


Resumen:
El presente artículo revisita la obra de Gloria Anzaldúa y Roberto
Bolaño sobre la frontera México-Estados Unidos para discutir la novela de la
escritora esmeraldeña Yuliana Ortiz. Fiebre de carnaval es una novela
publicada en 2022 en Ecuador y España lo que ha posicionado a la joven
escritora como un referente crucial para comprender la situación de esa
provincia del país andino, situada en la frontera con Colombia. Adicionalmente,
la novela se ubica en un período histórico crucial para comprender la historia
del Ecuador contemporáneo, es decir, hacia finales de la década de los noventa
durante el feriado bancario que derivó en la dolarización de su economía.

Palabras clave: literatura ecuatoriana, frontera, dolarización, opacidad,
archipiélago.

Abstract: This article revisits the works of Gloria Anzaldúa and Roberto
Bolaño related to de US-Mexican border in order to discuss Yuliana Ortiz’s

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Revista Pucara N.° 34. Vol.1, 2023
e-ISSN: 2661-6912

novel, Fiebre de carnaval, published in 2022 both in Ecuador and in Spain. This
novel has positioned this young writer in a crucial role to understand the current
situation in that Ecuadorian province, situated on the Ecuadorian-Colombian
border. Moreover, the novel takes place in the late 1990s during the financial
collapse that produced the dollarization of the Ecuadorian economy.

Keywords: Ecuadorian Literature, Border, dollarization, opacity,



Resumo: Este artigo revisita a obra de Gloria Anzaldúa e Roberto Bolaño na
fronteira entre o México e os Estados Unidos para discutir o romance da
escritora Esmeralda Yuliana Ortiz. Carnival Fever é um romance publicado em
2022 no Equador e na Espanha, que posicionou o jovem escritor como uma
referência crucial para a compreensão da situação naquela província do país
andino, localizada na fronteira com a Colômbia. Além disso, o romance se situa
em um período histórico crucial para a compreensão da história do Equador
contemporâneo, ou seja, no final da década de noventa, durante o feriado
bancário que levou à dolarização de sua economia.

Palavras-chave: literatura equatoriana, fronteira, dolarização, opacidade,
arquipélago.














I

Empecé a interesarme por las fronteras mientras vivía en México y leía, con
fascinación, las dos novelas principales de Roberto Bolaño, Los detectives
salvajes (LDS)
y 2666. Aparte del gran efecto que tuvo esta lectura como joven
estudiante de literatura, estas novelas parecían plantear algo que iba más allá de
la experiencia estética. Quiero decir, estas novelas desbordaban ese ámbito, para
mi inmediato, de lo literario y dejaban entrever una problemática mayor que
desarrollé con más detenimiento en mi tesis doctoral.

Parte de este efecto de desborde está relacionado con los modos en que Bolaño
pone en diálogo sus obras literarias, con las cuales crea un sistema de
interrelaciones que no estaría mal llamar rizomático. ¿Cuál era pues esa relación
que parecía transportarme de LDS a 2666 como en una máquina del tiempo?
Hay varias formas en que estas obras se comunican, pero después de varias
lecturas e indagaciones sobre el autor y su obra, una me resultaba más llamativa
que todas: ambas novelas concluyen en la frontera México-Estados Unidos.

La pregunta que cabía hacerse en ese momento era qué le resultaba tan
importante a Bolaño sobre este espacio en particular. Mi acercamiento a la
frontera México-Estados Unidos ocurrió bajo la influencia de Gloria Anzaldúa
que en 1987 publicó un libro determinante para lo que hoy se conoce con el
nombre más mercantilizable de border studies: Borderlands/La Frontera: The
New Mestiza
. Esta fascinante obra, a la que la propia autora describiría como
una autohistoria, revisa los modos en los que la frontera México-Estados
Unidos, establecida por primera vez en 1848, ha tenido efectos lacerantes sobre
la sociedad, la política, la historia, la economía y la imaginación de las
poblaciones a las que atraviesa. En el prólogo a la primera edición de su libro,
Anzaldúa (1987) escribe:


The actual physical borderland that I’m dealing with in this

book is the Texas-U.S. Southwest/ Mexican border. The psychological
borderlands, the sexual borderlands and the spiritual borderlands are not
particular to the Southwest. In fact, the Borderlands are physically
present wherever two or more cultures edge each other, where people

Fiebre del carnaval, de Juliana Ortiz Ruano: dolarización y neoliberalismo en la frontera …

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of different races occupy the same territory, where under, lower, middle
and upper classes touch, where the space between two individuals
shrinks with intimacy (p. 19).

Esta cita es de enorme provecho porque nos permite acercarnos al problema de
la frontera desde una perspectiva multidimensional. Por un lado, vale esclarecer
que Anzaldúa se refiere a “una frontera física y real” y no a una frontera
imaginaria, aunque bien vale mencionar que en cualquier frontera creada por los
seres humanos hay algo de invención. Sin embargo, el hecho de que Anzaldúa
vea en la frontera una dimensión física resulta decisivo para comprobar el efecto
que tiene no solamente sobre los países y la geopolítica, sino sobre los cuerpos
que atraviesan o están atravesados por ella. En su más conocida cita la escritora
chicana continúa: “The U.S.-Mexican border es una herida abierta where the
Third World grates against the first and bleed. And before a scab forms it
hemorrhages again, the lifeblood of two worlds merging to form a third country
–a border culture” (p. 25).

Ahora bien, lo que me llama la atención de estos pasajes no es tanto ese aspecto
físico de la frontera que se encarna como una “herida abierta”, sino algunos
elementos que pertenecen no tanto al campo de la literatura, sino al de la
economía política. En la primera cita encontramos el concepto “clase”
(mencionado a la par de los conceptos de raza y cultura) y en la segunda el
concepto de “Tercer Mundo”.

Estos componentes me llaman la atención porque iluminan un aspecto de la obra
de Anzaldúa —el económico— que no suele considerarse como importante en
el campo literario. La academia norteamericana, en especial, se ha fascinado
sobre la obra de Anzaldúa por su proliferación poética y por cómo esa
particularidad lingüística se integra en un campo —el literario y el de los
estudios culturales— como un referente clave del prestigio creciente que han
tenido las culturas de origen “latino” en ese país, al punto que en varias
universidades se han abierto carreras de Latinx Studies. Basta, así mismo, con
mirar una lista de ganadores de los principales premios literarios, como el
Pulitzer, para notar el interés que en las principales instituciones culturales
gringas se tiene por estos autores, antaño denostados.

Esta fascinación, decía, oculta una dimensión económica que está
explícitamente presentada en los pasajes traídos a discusión. Me parece que es
tema de otro trabajo especular sobre el porqué de este ocultamiento, por lo que
no me detendré sobre ello. El hecho concreto es que los términos o conceptos
están allí y tienen un valor al mismo tiempo literario y económico o, mejor
dicho, pone en tensión a estos dos campos y nos obligan, a los lectores de
Anzaldúa, para tener en cuenta que no se puede hablar por separado de ellos.

La principal metáfora que utiliza Anzaldúa para referirse a la frontera es “herida
abierta”. Es notable que la metáfora está escrita en español para contrastarla
decididamente del resto de la frase y, por supuesto, que solo en esta operación
yacen varios conflictos posibles que incluyen no solo la guerra entre México y
Estados Unidos, sino el estatuto de la lenguas españolas e inglesa como
dispositivo de control colonial y, en definitiva, como la representación del
sistema mundial capitalista, como lo ha definido Immanuel Wallerstein (2014).

Pero si la lengua es un problema crucial para comprender el sentido de la
metáfora, más interesante es lo-que-produce-la-herida. En ese sentido, Anzaldúa
nos permite avanzar en una interpretación que pone en discusión el problema de
la clase social y de la división internacional del trabajo. ¿Pero por qué? ¿Por qué
a esta escritora le parece imposible avanzar en su narrativa sin hacer uso de esos
conceptos? Desde mi punto de vista el uso de conceptos económicos para la
construcción metafórica del discurso fronterizo está emparentada en muchos
sentidos con el contexto histórico en el que se escribió Borderlands/La
Frontera
, es decir, la década de los ochenta.

Mi hipótesis es, en este sentido, que buena parte de lo que ha escrito Anzaldúa
es un síntoma del avance del neoliberalismo en los Estados Unidos, donde había
empezado a tener consecuencias muy serias, en especial, en esos territorios
colindantes con México que formaban parte de la cartografía artística y política
de Anzaldúa. Anzaldúa, como se nos recuerda en This Bridge Called My Back:
Writings by Radical Women of Color
(1981), recorría el sur de Estados Unidos
impartiendo talleres de escritura y arte en universidades de Texas, Arizona,
Nuevo México, Luisiana, Florida, California que eran en general universidades
comunitarias con una alta cantidad de estudiantes “hispanos”. En esos circuitos

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podía notar, de primera mano, no solamente las huellas de esa guerra de 1848
que dejó a millones de mexicanos “atrapados” en una especie de dimensión
desconocida1, sino que pudo constatar que esa guerra nunca se había terminado,
que en la frontera México-Estados Unidos se vive en un estado de guerra
continuo y constante que es, además, multidimensional: guerra económica,
guerra financiera y, por supuesto, una guerra por las formas (estética).

Creo que quien mejor entendió esta cuestión fue Roberto Bolaño en su novela
2666 publicada en el año 2004. No me consta que Bolaño haya leído a Anzaldúa
(mi impresión es que no lo hizo), pero me parece claro que el chileno supo
identificar el estado de cosas en la región. El crítico norteamericano Patrick
Dove, en un artículo llamado “Literature and the Secret of the World: 2666,
Globalization, and Global War” publicado en 2014, utiliza el concepto de
Global War (guerra global), desarrollado por el teórico italiano Carlo Galli para
explicar el paisaje de extrema violencia que Bolaño expone en su novela. Y no
es para menos.

Aunque se trata de una novela muy extensa, la parte más importante ocurre en
una ciudad industrial llamada Santa Teresa que no es más que un trasunto de
Ciudad Juárez, la ciudad fronteriza que adquirió fama mundial por los casos de
mujeres asesinadas y desaparecidas en el desierto que la circunda. Si bien, la
novela aborda muchos otros asuntos, es claro que Bolaño le ha puesto el mayor
peso a las casi 500 páginas que se dedica a narrar una, por una, más de 160 casos
de mujeres asesinadas.

El narrador hace un esfuerzo por darles un nombre y un apellido a cada una de
las víctimas identificadas por la policía mexicana, casi en una tentativa de
restablecer parte de esa humanidad que ha sido arrebatada de estas mujeres, con
frecuencia violadas y con sus cuerpos abandonados en terrenos baldíos. Aunque
se manejan varias hipótesis sobre el posible origen de estos crímenes, incluido
el de un posible asesino en serie, la realidad y el horror de los sucesos siempre
parece exceder cualquier intento por racionalizarlos desde la lógica policial. En
ese sentido, la novela parece tener una tendencia al caos, como si nos dijera que


1 Vale recordar que los actuales estados de California, Nevada, Utah, Nuevo México y partes de

Arizona, Colorado, Oklahoma, Kansas y Wyoming fueron anexados al territorio estadounidense como parte

no es posible encontrar la explicación a este tipo de fenómenos. Sin embargo,
allí mismo, en ese aparente caos, se ofrecen algunas hipótesis que el lector debe
reconstruir por sus propios medios. Se establece, por ejemplo, que varias de
estas mujeres tienen rasgos indígenas o que son morenas de ojos negros,
provenientes, en definitiva, del sur de México o de Centroamérica. En otras
palabras, se trata de mujeres migrantes que han ido a buscar mejores
oportunidades de trabajo en las maquiladoras de Santa Teresa/Ciudad Juárez.

Silvia Federici explica de manera diáfana cómo la situación de violencia de las
mujeres, desde los albores de la modernidad, tiene razones estructurales, es decir
propias del modo de producción capitalistas:


¿Cuáles son los detonantes de este fenómeno y qué revela

acerca de las transformaciones que se están produciendo en la economía
global y en la posición social de las mujeres? Hay diversas respuestas a
estas preguntas pero son cada vez mayores los indicios de que las causas
fundamentales de esta nueva ola de violencia son las nuevas formas de
acumulación de capital, que implican el despojo de tierras, la
destrucción de las relaciones comunitarias y una intensificación de la
explotación del cuerpo y el trabajo de las mujeres. Dicho de otro modo,
la nueva violencia contra las mujeres tiene su origen en tendencias
estructurales que han sido fundamentales para el desarrollo capitalista y
el poder del Estado en todas las épocas (Federici, 2015, p. 71).


De hecho, en la novela de Bolaño (2004), la gran mayoría de las víctimas trabaja
en maquiladoras, con lo cual la relación entre muerte violenta y explotación
laboral queda claramente establecida: “La última muerte de aquel mes de junio
de 1993 se llamaba Margarita López Santos y había desaparecido hacía más de
cuarenta días […]. Margarita López trabajaba en la maquiladora K&T, en el
parque industrial El Progreso, cerca de la carretera a Nogales y las últimas casas
de la colonia Guadalupe Victoria” (p. 469).

del tratado Guadalupe-Hidalgo que no solo incluyó el territorio, sino poblaciones de origen mexicano que de
un día para el otro se convirtieron en ciudadanos norteamericanos, aunque de segunda categoría.

Fiebre del carnaval, de Juliana Ortiz Ruano: dolarización y neoliberalismo en la frontera …

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Maquiladoras, parques industriales y homicidios. En esta descripción parece que
podemos establecer alguna teoría del delito que no puede terminar con un
hallazgo de índole policial, sino político y económico. No es casual que los
crímenes hayan empezado en 1992 y que se profundicen a medida que avanzaba
la última década del siglo XX. ¿Qué había pasado en esa década? En 1994 se
firmó el NAFTA que no es más que el cénit del avance neoliberal en México y
en el mundo.

De allí que me parece importante el gesto de Bolaño al hacernos notar que el
primer crimen del que se ocupa la novela, que ocurre en 1992 y, el último que
narra en 1999, no son ni el primero ni el último. Esa indeterminación temporal
nos hace pensar en un monstruo más grande que un supuesto asesino serial.
Bolaño está pensando en un sistema, en una maquinaria que produce asesinatos
de manera prolífica y productiva para sus propios fines reproductores. Quizá el
chileno no lo nombró de esta manera, pero podemos decir hoy con toda certeza
que, la principal causa de estos crímenes fue el ascenso global del
neoliberalismo.

Una cuestión final que me interesa rescatar sobre 2666, es que el resto de la
novela, es decir las partes donde no se narran los crímenes (donde son apenas
un lejano rumor o un ruido de fondo), nos sirven para plantearnos hipótesis sobre
el signo de los homicidios. No en vano, buena parte de la obra está tras la pista
de Benno von Archimboldi, un escritor alemán ex combatiente de la Segunda
Guerra Mundial. Más allá de los debates de índole literario, ético y político que
se plantea Bolaño con este personaje, me interesa la conexión o la elipsis que
realiza Bolaño entre la Segunda Guerra Mundial y la desaparición de mujeres
en Ciudad Juárez durante la década de los noventa. ¿Cómo están relacionadas?

Bolaño nos deja ver que Archimboldi viajará a Santa Teresa/Ciudad Juárez para
ayudar a un sobrino que está presuntamente vinculado a los homicidios. Esta
resolución dramática, sin embargo, excede a los personajes, no porque Bolaño
los utilice como metáforas o símbolos de alguna idea o concepto, sino porque
están conectados a la misma maquinaria de guerra y de muerte que es el
capitalismo. Una de las cuestiones que se debate en la novela, gracias a la
presencia de Archimboldi, es que buena parte de los horrores que ocurrieron en

los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial, estaba íntimamente
relacionada a las fallas y contradicciones del capitalismo alemán, sobre todo en
el ocaso de la guerra, y no con una especie de mal mitológico. Allí, tenemos
ocasión de encontrar un posible diálogo, entre las víctimas del holocausto judío
y las del holocausto mexicano en Ciudad Juárez. No es que Bolaño busca
absolver a los culpables directos, sino que trata de encontrar una respuesta
ulterior: las mujeres de Ciudad Juárez son bajas de una guerra global impulsada
y sostenida por el capitalismo en su fase neoliberal.

Quizá lo que haya que hacer una vez establecida la comparación, es buscar las
diferencias entre un fenómeno como el holocausto y otro como el de la
desaparición de mujeres, fenómeno que, como sabemos, no se restringe
solamente a Ciudad Juárez. Bolaño, en este sentido, fue profético, pues nos
decía, ya en los albores del siglo XXI, que “el asesino sigue suelto”, pero que
también está matando en otros lados.

Volviendo a ese rasgo diferencial de las mujeres de Juárez, es fundamental
reconocer las condiciones económicas que parecen determinar los crímenes.
Digo esto, porque la gran mayoría de mujeres se caracterizan por ser migrantes
y trabajadoras. Ahora bien, esto en sí mismo no produce los crímenes, porque
se necesita también a los asesinos. La novela no nos deja muy en claro este
panorama, pero es casi obvio pensar que los asesinatos son perpetrados por
hombres en situación de desempleo o precariedad laboral: “Pero, cuando las
maquiladoras se establecieron, no se contrató a hombres desempleados sino a
una nueva fuerza laboral configurada por mujeres jóvenes cuyas edades
oscilaban entre los 16 y 24 años, en su mayoría solteras y/o económicamente a
cargo de una familia y caracterizadas por un bajo nivel educativo” (Quintana,
2016, p. 39).

Hombres desempleados que se dedican a actividades delictivas, como
prostitución, tráfico de drogas y armas. Hombres desempleados que asesinan
mujeres en el tránsito entre su vivienda y los parques industriales construidos,
cada vez con mayor velocidad desde el tratado de libre comercio de 1994.
Bolaño es muy específico en describir, en ese sentido, no solo los cuerpos y
posibles signos particulares de cada víctima, sino el lugar exacto en que los

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crímenes tienen lugar. Esto es importante porque delata una relación concreta y
directa entre crimen y espacio o entre la maquinaria de guerra capitalista y sus
modos de configurar auténticos corredores de la muerte. Los crímenes, como he
dicho, normalmente ocurren en estos intersticios o no-lugares que permite la
ciudad neoliberal del tercer mundo, definida por el establecimiento de grandes
parques industriales, kilómetros de abandono estatal, cinturones de pobreza
donde escasean los mínimos recursos vitales y prospera la violencia. Estos
espacios fronterizos son propios de toda ciudad del Tercer Mundo y podemos
vislumbrar situaciones similares casi en cualquier urbe mexicana o
latinoamericana. Sin embargo, también es importante que la primera localidad
donde explotó este fenómeno sea una ciudad fronteriza. Hasta 2022, hay casi
110.000 personas desaparecidas en todos los rincones de la república mexicana.

En este sentido, podemos decir que las fronteras, ya sean nacionales o al interior
de las ciudades, han sido un laboratorio de experimentación del horror.
Efectivamente, durante el ascenso del neoliberalismo, las zonas fronterizas han
adquirido ciertas peculiaridades que las han convertido en espacios críticos y
altamente peligrosos, entre otras cosas porque ya no son un asunto exclusivo de
los estados, sino porque, por ejemplo, el control de las fronteras nacionales ha
recaído también en el control de empresas privadas. En otras palabras, incluso
las fronteras nacionales han sido, en buena medida, privatizadas (Mau, 88). Esto
ha generado que se produzca una suerte de flexibilización de las fronteras
alrededor del mundo, según el sociólogo alemán Steffan Mau. Una
flexibilización que, contrario a la promesa de una aldea global, permite a los
países del norte global, en colusión con los intereses económicos del capital,
ejercer un control selectivo de quienes pueden y no pasar una frontera.

El caso de la frontera México-Estados Unidos es uno de los más paradójicos en
este sentido, pues aun cuando el NAFTA entró en vigencia, el país del norte
sigue solicitando una visa a los ciudadanos mexicanos. Esto, por supuesto, no
ocurre al revés y aunque parezca ridículo, lo es más si consideramos que el
acuerdo permite el libre flujo de capitales, pero no el libre flujo de personas. La
frontera se convierte así en un espacio (y en un dispositivo teórico) que nos
permite observar las contradicciones íntimas del capitalismo.

2

En el caso concreto que quiero estudiar con ocasión de este trabajo lo que está
en juego es la frontera colombo-ecuatoriana representada en la reciente novela
de la joven escritora esmeraldeña Yuliana Ortiz Ruano. Antes de pasar a la
novela quisiera situar dos hechos por los que esa frontera, conflictiva, hizo
noticia en los últimos años tanto en el plano nacional como en el internacional.

El primer asunto está relacionado con el secuestro y asesinato de tres periodistas
ecuatorianos en la localidad de Mataje, en la fronteriza provincia de Esmeraldas,
al norte del Ecuador, el 26 de marzo del 2018. Los periodistas del diario quiteño
El Comercio habían ido a cubrir la serie de atentados cometidos por grupos
irregulares en varias localidades de la zona. El manejo torpe de la crisis del
presidente Lenin Moreno desembocó en el asesinato de los periodistas y reveló
el completo abandono en el que su gobierno neoliberal tuvo a esta ya de por sí
complicada provincia del país. Una evidencia de esta negligente gestión es el
caso de un puente transfronterizo en la zona de Mataje que, simplemente,
Moreno dejó construido a medias (la obra, de carácter binacional, había
empezado bajo el mandato del presidente Correa). Esta imagen, la de un puente
inconcluso, la de un puente que solo promete el vacío, es una imagen o una
metáfora muy poderosa de la frontera colombo-ecuatoriana, acaso similar a la
propuesta por Gloria Anzaldúa (herida abierta).

El segundo caso que vale mencionar es el mundialmente conocido del futbolista
colombo-ecuatoriano Byron Castillo, jugador de la selección ecuatoriana de
fútbol excluido del último mundial disputado en Qatar el año 2022. Como se
señaló en varios medios, los documentos del futbolista tenían indicios de
irregularidad, por lo cual la Asociación de Fútbol de Chile decidió presentar una
denuncia alegando que “Castillo es colombiano” y en consecuencia la selección
de Ecuador debía ser desclasificada de la competición. Luego de presentar en
varias instancias el caso, el último dictamen que sancionó a la selección
ecuatoriana lo estableció el TAS, un tribunal internacional privado sin
competencia alguna en la legislación ecuatoriana. Sí, el TAS decidió que
Castillo no es ecuatoriano.

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Más allá de los detalles jurídicos del caso, tanto las autoridades deportivas
internacionales, como las locales, quedaron en evidencia tras la polémica
alrededor de Byron Castillo. Castillo, como tantos otros niños y niñas de la
frontera colombo-ecuatoriana, tienen familia y vidas en los dos lados de la
frontera y en ocasiones son inscritos indistintamente en cualquier país. Debo
decir, adicionalmente, que esta región del norte de Sudamérica es una de las
zonas más abandonadas y con peores índices de pobreza, agravado todavía más
por el frenético racismo por tratarse de localidades mayoritariamente habitadas
por poblaciones afro. Casos como el de Castillo ocurren todos los días. Y
seguirán pasando. En la novela de Ortiz (2022), de hecho, se da cuenta de la
porosidad de esa frontera a través de un personaje secundario: “El marido se
parecía un poco al profesor Jirafales pero con acento colombiano…” (p. 53).

La otra cuestión que vale la pena aclarar es que geográficamente se trata de una
zona compleja y con frecuencia difícil de acceder o controlar. Una región
definida por su insularidad y por su clima caluroso y vital. Convendría traer a la
discusión el concepto de lo archipielágico avanzado por Edouard Glisstant
(2015), pero por ahora prefiero empezar con un poema de la propia Yuliana
Ortiz (2021) que será, sin duda, más próximo: “observada desde el cosmos/
Limones parece una célula/ o un erizo de mar/ moviéndose a 1km/h/ arriba del
océano Pacífico” (p. 8).

Limones es una de las localidades fronterizas de la provincia de Esmeraldas y
uno de los espacios clave que ha trabajado Yuliana Ortiz en toda su obra. Me
interesa de estos versos, particularmente, esa mirada cartográfica, o con
voluntad cartográfica, que nos permite advertir la condición insular de Limones,
algo que, por cierto, se olvida con frecuencia. Esta condición se tensiona con la
naturaleza fronteriza de la provincia de Esmeraldas. Me pregunto si es en esta
tensión (frontera-isla) que podemos explicar la última oleada de violencia que
sufre la provincia con una tasa de 44,6 muertes por cada 100 mil habitantes, un
récord histórico para la provincia y para todo el país.

Como en Anzaldúa, en la novela de Ortiz la frontera no es una cuestión
exclusivamente geográfica o territorial. Dicho de otra manera, la cuestión de la
frontera no es única del límite político con Colombia, su lógica se inserta y

prolifera en los territorios urbanos de la ciudad de Esmeraldas e incluso dentro
de la casa de mami Nela, la abuela y matriarca familiar, donde se desarrolla
buena parte de la historia de Ainhoa la niña que narra la novela. En el siguiente
pasaje se advierte la sensibilidad de Ainhoa respecto a esa proliferación de
fronteras:


La casa de mi mami Nela está ubicada en la mitad de dos

barrios, cosa seria. Del colegio la Inmaculada para arriba, y cuando digo
cosa seria es que hay como una telita transparente entre ellos y el
nuestro, una pequeña línea que divide lo bueno de lo malo. Una división
que crece en las palabras: un mijita, usted no tiene nada que ir a hacer
para allá arriba, o Yuyi, no, mi amor, usted puede solo salir con nosotras
y nunca, mi amor, en serio, no sea tal de ir a esos barrios (p. 27).


Por supuesto que Ainhoa “fantasea” con transgredir el mandato de su abuela y
que parte de sus obsesiones se explican con ese “otro lado” que, como he dicho
antes, no solo es otro barrio o territorio, sino que implica diferencias de otra
índole: “A veces cuando yo me ponía una licra muy corta las muchachas que
limpiaban la casa me decían que me la saque urgente, que luego mi mami
Checho iba a decir que por qué me estaba vistiendo como las toscas de la
Guacharaca” (p. 28), que es el barrio “malo”. El límite barrial opera aquí como
un dispositivo de diferenciación entre el bien y el mal, como ocurre también al
interior de la vivienda:


Hay una línea invisible que separa también el miedo del respeto,

como la línea que hace que unos sean buenos y otros sean malos. Esa
línea es como una cuerda con la que uno pueda saltar y estar en ambos
lados, a veces en el bueno y otras solo estar en el que le tocó caer los
pies, sea el izquierdo o el derecho. Eso siento cuando mi mami Nela me
habla de Dios, hay una línea que me hace temerla, y otra respetarle.
También esa sensación se expande debajo de mis huesos, late en mi
sangre, de la misma forma, cuando mi mami Checho me cuenta
ilusionada cómo la Mama Doma le salvó la vida (p. 31).

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En el fragmento anterior la palabra “línea” se repite cuatro veces ya no para
referirse únicamente al espacio (aunque este fragmento se lee mientras se
describe la casa de la abuela), sino a las relaciones familiares, especialmente con
los hombres. También la línea parece tener una dimensión corporal que se
observa en la referencia a los “huesos” y la “sangre”. Esta encarnación recuerda
una idea de Anzaldúa cuando describe la vagina como una “rajadura” y al cuerpo
femenino como una “Shadow Beast” que debe mantenerse disciplinada. Como
en la casa de Ainhoa, en la de Anzaldúa los hombres son una amenaza constante,
por lo cual las líneas se marcan de manera firme a través del régimen familiar.
En este punto se plantea una dimensión ética de la línea que bien vale comentar,
porque me parece que nos acerca a un posible contrapunto entre las nociones de
frontera y archipiélago.

La línea separa. La línea diferencia. La línea estratifica. Pero también la línea
cuida y resguarda los cuerpos de las mujeres. Cuando se habla de respeto2, me
parece, se alude a una fragilidad de este tipo, no a una debilidad. Las reglas de
la familia, por estrictas que parezcan ser, buscan organizar una política de
defensa ante una tradición de abuso y violencia que no necesariamente están
representados por una figura masculina concreta, sino por un sistema sexuado
de dominación que, también, es económico. Esto vale para la ciudad de
Esmeraldas, pero también vale para la casa y para el cuerpo. Y no está demás
advertir su violencia. En la ciudad neoliberal la frontera puede convertirse en un
sistema de inteligencia que se transmite a través de la enseñanza femenina y el
cuidado materno. Ortiz es muy cuidadosa al trabajar con estas enseñanzas, pues,
pese a que se trata de una niña, en ningún momento, tiene una postura
esencialista, al contrario, mientras la moda de las “escrituras del yo” trabajan
con una especie de ansiedad por mostrar la fauna y flora cultural que sostiene el
mundo del narrador, Ortiz decide ocultarlo o, mejor dicho, precautelarlo, y lo
hace a través de la música (el ritmo) y la danza (el cuerpo).


2 En este punto me gustaría referirme al volúmen publicado por Doris Sommer, Abrazos y rechazos:

cómo leer en clave menor cuyo título original en inglés es Proceed with Caution, When Engaged by Minority
Writing in the Americas
, donde la crítica norteamericana advierte que varios autores y autoras de nuestra
tradición narrativa suelen ser más elusivos de lo que quisiera la crítica literaria occidental, en el sentido de
que no terminan de “confesar” todo lo que debería confesarse. Insiste, a través de los ejemplos de Rigoberta

Este es el gesto, me parece, más político de la novela y donde quizá podamos
relacionar la idea de frontera con la idea del archipiélago como su contrapunto,
en cuanto que, como ha sostenido Glissant (2015), buena parte de la cultura
isleña se manifiesta a través de una cierta opacidad discursiva, que no tiene nada
que ver con el recelo, sino con el recaudo, la resistencia y la memoria de la
diáspora africana. En ese sentido la música y la poesía cumplen una función
gravitante y estratégica en la novela de Ortiz pues, pese a sus potencialidades
seductoras, no se entregan totalmente al dominio cognitivo y pretenciosamente
transparente del lector que debe, por momentos, resignarse a no saber cuál es el
contenido real la conversación y mantenerse en un estado de respetuosa pero
incómoda ignorancia. Léase el siguiente fragmento: “baisifonki sebom/
baisijonki/ se bombombom” (p. 61).

Esa interrupción de la música genera momentos de quiebre y tensión en la
narración y el lector no tiene más remedio que abrir la boca y mover el cuerpo,
para tratar de ingresar al sentido de la novela de la que, por un momento, ha
quedado desplazado. El lector blanco-mestizo se queda detenido en una línea
que no puede traspasar sin rendirse primero a la seducción y, sin embargo, este
juego, no es apto para turistas, pues no se trata de una adivinanza que necesita
de su pericia o erudición para resolverla, sino que se transforma en una forma
de saber que se procesa y se recrea en el momento que las ñañas se disponen a
bailar: “Siempre la ponen a las cinco de la tarde, cuando el sol cae incendiado
atrás de la loma de la Guacharaca. Yo dejo lo que sea que esté haciendo para
prender la radio y sacarme la madre bailando” (p. 58). De este pasaje me interesa
en particular la recurrencia repetitiva del baile, la rutina, y el ritmo que en sí
mismo está plagado de repeticiones. Es justo en esa práctica que, según Glissant
(2015), se puede hablar de opacidad:


Esfuerzo intelectual con arranques de repetición (la repetición

es un ritmo), sus momentos contradictorios, sus imperfecciones
necesarias, sus exigencias de una formulación en última instancia

Menchú, Toni Morrison o El Inca Garcilaso, que este tipo de escrituras tienen el trabajo de “resguardar” ciertos
saberes que no debieran estar disponibles para cualquiera que quisiera averiguarlos. Esta poética del resguardo
tiene que ver, finalmente, con el cuidado de esos saberes más que con cierto secretismo, aunque bien visto,
quizá convenga llamarlo secretismo, pero ya no en sus inflexiones más esotéricas, sino en tanto una estrategia
política de supervivencia.

Fiebre del carnaval, de Juliana Ortiz Ruano: dolarización y neoliberalismo en la frontera …

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Revista Pucara N.° 34. Vol.1, 2023
e-ISSN: 2661-6912

esquematizada, muy a menudo oscurecida por su propio objeto. Pues el
intento de acercarse a una realidad tantas veces ocultada no se ordena
de inmediato en torno a una serie de claridades. Exigimos el derecho a
la opacidad, con el cual nuestro empeño en existir con reciedumbre tiene
el alcance del drama planetario de la Relación: el impulso de los pueblos
anulados que hoy oponen a lo universal de la transparencia, impuesto
por Occidente, una multiplicidad sorda de lo Diverso (p. 9).

La insistencia con la música y el baile en la novela de Ortiz, entonces, es su
derecho a la opacidad y este gesto está intensamente expresado en la relación
problemática entre la ciudad de Esmeraldas y la isla de Limones a la cual las
mujeres recurren cuando la enfermedad o la desgracia flagelan a un miembro de
la familia. Luego del relato de uno de esos viajes hacia la isla, durante las fiestas
de carnaval, la narradora comenta: “Mi mami tiene tantos secretos como el agua,
yo sé que está viva porque puedo ver cómo le crece la vida alrededor, cómo las
voces se dirigen a ella, cómo el agua que le viene adentro hizo posible mi
existencia y la de mi ñaña…” (p. 95). Ese secreto es, en definitiva, el cuidado
de la vida.

Mi sensación es que esta situación de fragilidad, que al mismo tiempo es de
riqueza cultural, económica, ecológica y humana, está relacionada con la
penetración que han tenido los procesos de neoliberalización de la economía.
Evidentemente, me hacen falta datos para probar mi afirmación anterior, pero
mi interés pasa por el campo de lo sensible que es en el que opera la literatura.
En otras palabras, creo ver algunas pistas de esta devastadora realidad en la
novela Fiebre de Carnaval, no solo porque retrata la Esmeraldas
contemporánea, sino porque se ocupa de indagar en la década de los noventa,
especialmente en los años de una de las mayores crisis económicas y políticas
que ha vivido el país, bastante similar a la actual, dicho sea de paso. En otras
palabras, a través de la novela de Ortiz, podemos conectar ambos momentos
históricos como dos fases de explosión e implosión del capitalismo ecuatoriano
en su fase neoliberal.


3 Véase: Montenegro, F. (2022). “La dolarización en la literatura ecuatoriana: especulaciones

iniciales”, Pucara, 2(33), 44-60. https://publicaciones.ucuenca.edu.ec/ojs/index.php/pucara/article/view/4533

La novela también da cuenta de la transición urbana, económica y social de la
ciudad y la provincia de Esmeraldas mientras el país viaja enceguecido hacia
una economía dolarizada. Este punto es crucial para comprender su sentido. En
otro trabajo de mi autoría3 he señalado que los y las escritoras ecuatorianas han
fallado en escribir sobre el cataclismo social más importante de los últimos 150
años de la vida republicana: la dolarización de la economía. Hasta la fecha, no
he encontrado sino señales muy difusas en las obras escritas en los últimos
veinte años. No es el caso de la novela de Ortiz que no solamente se ocupa de
este período histórico, si no que nos hace notar las devastadoras consecuencias
que tuvo para su familia y sus vecinos:


Crisis y la radio contando historias de lanchas con migrantes

ecuatorianos que huyen ensardinados y desaparecidos para siempre
hacia el gris opaco del mar vía a estados unidos. Crisis y una turba de
ecuatorianos caminando la frontera de guatemala para cruzar a estados
unidos. Crisis y los niños de al frente de la calle principal que nunca los
bañan ni los cuidan, como dice mi mami Nela, abandonados por sus
papis que se fueron, capaz a chile a estados unidos. Crisis. Crisis. Crisis.
Feriado, pero aquí no hay una feria, ni alegrías, solo muertos en la radio,
personas que saltan de edificios en la capital en Guayaquil, una turba de
personas asumiendo la calle como el único hervidero posible (Ortiz,
2022, p. 177).


Con feriado se refiere al feriado bancario que tuvo lugar en el Ecuador el 8 de
marzo de 1999. Este suceso desembocó, un año después en la dolarización de la
economía. Ahora bien, según Maurizio Lazzarato (2021), la globalización no es
más que la dolarización del mundo. De manera más desarrollada, en Guerras y
capital
, argumenta lo siguiente:

Nuestra primera tesis es que la guerra, la moneda y el Estado
son las fuerzas constitutivas y constituyentes, es decir, ontológicas del
capitalismo. La crítica de la economía política es insuficiente en la
medida que la economía no reemplaza a la guerra, sino que la prosigue

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por otros medios que necesariamente pasan por el Estado: la regulación
de la moneda y el monopolio legítimo de la fuerza para la guerra interna
y externa (p. 32).


En otras palabras, una economía dolarizada es una economía de guerra. Pero no
solo eso, el Ecuador ha estado dolarizado por casi 25 años y, sin embargo, el
dólar no ha sido establecido como su moneda oficial. En cada proceso electoral
el asunto de la dolarización sale a la luz, como si se tratara de un trauma o un
fantasma del que tenemos demasiado miedo de hablar. La idea de que un nuevo
gobierno amenace con desdolarizar la economía ha provocado tal furor, que
usualmente se utiliza como material de campaña sucia, que ha logrado, incluso,
ganar las elecciones en los últimos años.

Me da la sensación, sin embargo, que el trauma de la (des) dolarización no pasa
solamente por el terreno de la economía política, sino también por el campo de
la sensibilidad. En la medida en que la dolarización se ha convertido en “la
forma misma de nuestra economía”, ha transferido sus efectos a lo que Suely
Rolnik (2019) entiende como la capacidad “personal-sensorial-sentimental-
cognoscitiva” (p. 46) del sujeto. Quizá eso explica el estado de delirio y de
absoluto caos en el que se sumen los personajes en la novela de Ortiz, una vez
que explota la crisis: migraciones, suicidios, depresión. No en vano, la niña
protagonista, muere ahogada después de una especie de delirio que la embauca
en una lancha en medio del mar, esas mismas lanchas en las que los ecuatorianos
huyen tras el feriado bancario:


Necesitaba escabullirme de mi cabeza, salirme de la pasta

cremosa anidada dentro de los huesos de arriba del cuello. Mi cráneo,
una funda transparente llena de agua babosa. Mi cráneo lleno de
coágulos y alacranes podridos empapados de la pasta cerebral, que me
impedía respirar y me agitaba el pecho. Las ballenas seguían saltando y
mugiendo como vacas de agua, quería llorar de alegría, pero lo que yo
realmente necesitaba era tener ese cuerpo, esa capacidad de elevarme y
estrellarme contra el agua salada: eso era. Corrí rápidamente hasta la
punta de la lancha y salté de regreso al agua (p. 185).

Una niña muerta para explicar la muerte de una moneda y, por tanto, de una
historia. Lo interesante de la novela de Ortiz, pasa también por otra parte y
plantea una pregunta fundamental para los estudios literarios en el Ecuador:
¿Cómo fue posible que los y las escritoras ecuatorianas no han tocado este tema?
¿Es tan fuerte el dolor? ¿Tan profundo el trauma?

Me parece que parte de la respuesta que nos da Ortiz es que solo desde esa
posición fronteriza quedaba habilitada la historia de la dolarización como una
narrativa del dolor que está, relata, además, desde la especificidad archipielágica
afroecuatoriana. Quizá por eso solo ella ha sido capaz de contarla de esa manera
tan descarnada. En este sentido, la frontera es también una posibilidad crítica,
aunque solo cuando es resignificada del modo en que Suely Rolnik ha utilizado
la idea de la cinta de Möbius, a partir del trabajo de Lygia Clark. En mi entender,
Yuliana Ortiz entiende a la frontera de una manera análoga, nos obliga a verla
como un espacio también de resistencia, respeto y saber, un saber que no deja
de ser cartográfico, porque claramente exige un posicionamiento en el espacio
y en el campo de la ética. Es con ese saber que Ortiz ha detectado que la
dolarización de la economía ha desatado una lógica de guerra en varios frentes,
entre ellos, en el campo de las formas y de la sensibilidad.


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e-ISSN: 2661-6912

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Limón ediciones, Buenos Aires. Capítulos: “Introducción” (pp. 29-
48), “La acumulación originaria continua” (pp. 59-100) y “Las
guerras totales” (pp. 190-248).

Montenegro, F. (2023). “La dolarización en la literatura ecuatoriana:
especulaciones iniciales”, Pucara, 2(33), 44–60. Recuperado a
partir de
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__________. (2021). Cuaderno del imposible retorno a Pangea. Recodo

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Cultura Económica.

Wallerstein, I. (2014). El moderno sistema mundial. Siglo XXI.




DOI: 10.18537/puc.34.02.04

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Artículo científico

Revista Pucara N.º 34. Vol. 2, 2023
e-ISSN: 2661-6912





















RELACIONES LITERARIAS ENTRE BRASIL Y
ECUADOR: UNA INVITACIÓN A LOS ESTUDIOS

COMPARADOS
Literary Relations between Brazil and Ecuador: an invitation to comparative

studies

Relações Literárias entre Brasil e Equador: um convite aos estudos
comparados

Antônio Fernandes Góes Neto
Centro Universitário de Investigações em

Inovação (Ceunir-FEUSP)
antonio.goes@uasb.edu.ec

ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5312-4168


Recibido: 13 - 11 - 2023
Aprobado:
15 - 11 - 2023
Publicado:
29 - 12 - 2023

Cómo citar:

Fernandes Góes Neto, A. (2023). Relaciones literarias entre
Brasil y Ecuador: una invitación a los estudios
comparados. Pucara, 2(34).
https://doi.org/10.18537/puc.34.02.04


Resumen. Este artículo presenta un conjunto de posibilidades de estudios
comparados en el ámbito de las relaciones literarias, basado en la experiencia
de docencia de literatura brasileña y en el I Coloquio “Literatura brasileña en la
enseñanza superior”, en la Universidad Andina Simón Bolívar - Sede Ecuador.
En un primer momento, se trata de establecer algunas diferencias teóricas y
metodológicas entre la literatura comparada convencional y los estudios
comparados. En seguida, se presentan algunos hilos de proximidad formal y
temática de autores brasileños y ecuatorianos, desde los procesos de
independización hasta los escenarios contemporáneos, mapeando la profusión
de los actantes académico-culturales de recepción y difusión en ambos países a
lo largo de estos tres siglos. Se destacan dos actantes, a saber, Paulo de Carvalho
Neto y Alfonso Carrasco Vintimilla. En un último momento, se presentan

Relaciones literarias entre Brasil y Ecuador: Una invitación a los estudios comparados.

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algunas tendencias de las literaturas contemporáneas de Brasil y Ecuador, que
pueden ser profundizadas en comparaciones futuras.

Palabras clave: Literatura brasileña, literatura ecuatoriana, literatura
comparada.


Abstract: This paper presents a set of possibilities for comparative studies in
the field of literary relations, based on the teaching experience of Brazilian
literature and the 1st Colloquium “Brazilian Literature in Higher Education” at
the Universidad Andina Simón Bolívar - Ecuador Campus. Initially, it aims to
establish some theoretical and methodological differences between
conventional comparative literature and comparative studies. Next, it introduces
some threads of formal and thematic proximity among Brazilian and Ecuadorian
authors, since the processes of independence to contemporary scenarios,
mapping the profusion of academic-cultural actants involved in reception and
dissemination in both countries over these three centuries. Two prominent actors
are highlighted, namely Paulo de Carvalho Neto and Alfonso Carrasco
Vintimilla. Finally, it presents some trends in the contemporary literatures of
Brazil and Ecuador, which could be studied in future comparison.

Keywords: Brazilian literature, Ecuadorian literature, comparative literature.


Resumo: Este artigo apresenta um conjunto de possibilidades de estudos
comparativos no âmbito das relações literárias, com base na experiência de
ensino de literatura brasileira e do I Colóquio “Literatura brasileira no ensino
superior”, ambos na Universidad Andina Simón Bolívar - Sede Equador.
Inicialmente, busca-se estabelecer algumas diferenças teóricas e metodológicas
entre a literatura comparada convencional e os estudos comparados. Em
seguida, são apresentados alguns fios de continuidade formal e temática entre
obras brasileiras e equatorianas, desde os processos de independência até os


1 Este artigo homenageia o setor de Imprensa e Cultura da Embaixada do Brasil em Quito, que tem

impulsionado de maneira significativa a divulgação do país. Agradeço especialmente a Sônia Oliveira de
Paredes, coordenadora da revista literária bilíngue vice-versa-versa.

cenários contemporâneos, mapeando a profusão de agentes acadêmico-culturais
de recepção e difusão em ambos os países ao longo destes três séculos.
Destacam-se dois agentes, a saber, Paulo de Carvalho Neto e Alfonso Carrasco
Vintimilla, e, em um último momento, são apresentadas algumas tendências das
literaturas contemporâneas do Brasil e do Equador, que podem ser aprofundadas
em futuras comparações.

Palavras chave: Literatura brasileira, literatura equatoriana, literatura
comparada.







“Ahora que mi amigo partió, y la distancia
entre los dos es infinita, Jorginho es un
diamante sereno en mi memoria”.

Thiago de Mello, sobre o falecimento de Jorge
Enrique Adoum, em 2019 (DRAGON, 2010).


1. Algumas precauções na busca dessas relações1
A literatura comparada, após apontamentos destacados por autores como
Wellek (1962), supera a causalidade unilateral da noção de influência de um
centro de conhecimento, presumivelmente localizado no Norte global, para
outros núcleos periféricos, que se supunham dependentes e replicadores de
projetos estéticos e ideológicos daquele. Uma diferença frequentemente
indicada entre os primeiros momentos da literatura comparada e os estudos
comparados contemporâneos é a interpretação de elementos mediadores entre
obras literárias e produções de outras naturezas, com conteúdo de diversos
saberes (pesquisas, ensaios, filmes, peças teatrais, videogames, etc.) sob pelo

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menos duas condições: a) que sejam observadas citações ou analogias diretas,
que possam aprimorar a interpretação das obras envolvidas; b) que se busque
uma simetria nas relações de poder entre as produções comparadas, a fim de
evitar o etnocentrismo e o nacionalismo2, que marcaram a fundação dos
primeiros métodos histórico-comparativos. Essa virada se deve a contribuições
dos estudos culturais, pós-coloniais, decoloniais, de tradução, ecocríticos, entre
muitos outros.

Pode-se dizer que se trata de um comparatismo da solidariedade, em busca de
relações mais simétricas entre realidades do Sul global, como, por exemplo,
entre os países hispano-americanos e entre os países de língua oficial portuguesa
(Abdala Júnior, 2017, p. 89)3, em detrimento do foco exclusivo na circulação
das obras do Norte para o Sul, que fundamentou a literatura comparada em obras
de Villemain (1829), Arnold (1848), Baldensperger (1929), etc. Não é tampouco
um comparatismo ingênuo, pois leva em consideração que esse objeto literário
está em constante reconfiguração, o que implica pensar que a história de
qualquer cânone literário não está isenta de relações de poder (Eagleton, 2011,
p. 237-239).

Considerando esse contexto de consolidação dos estudos comparados desde o
final do século XX, este artigo, embora se assemelhe a uma abordagem
convencional de literatura comparada entre dois estados nacionais, cujos
idiomas são diferentes, apresenta-se necessário, dada a ausência desses tipos de
propostas entre ambos os países e talvez aponte para uma dificuldade do Brasil
em se comunicar com seus vizinhos, especialmente com a Comunidade Andina.
Por tal razão, a recepção de obras críticas, como a antologia de manifestos
vanguardistas latino-americanos de Schwartz (2002), que incluiu textos
brasileiros traduzidos para o espanhol, como os de Mário e Oswald de Andrade,
por exemplo, foi decisiva no Brasil para incentivar acadêmicos a mais pesquisas
comparadas com os países vizinhos, a partir da presença da literatura no ensino
superior.


2 Sobre a reprodução de noções hegemônicas em países periféricos permeada de euforia

nacionalista, veja como exemplo o ensaio comparativo "A nova poesia portuguesa sociologicamente
considerada" (1912) do poeta português Fernando Pessoa sobre a poesia portuguesa.


Já foram publicadas pesquisas sobre as relações diplomáticas entre o Brasil e o
Equador (Cabrera; Villafañez, 2021) e sobre propostas de aumento nas relações
comerciais entre ambos os países, especialmente após o surgimento da União de
Nações Sul-Americanas (UNASUR) em 2008 e, em gesto semelhante ao de
Schwartz (2002), Ayala Mora (2019) tenta integrar o Brasil em sua compilação
de ensaios sobre os processos de independência na América Latina. Haja vista
que as relações literárias e artísticas em geral são um campo a ser explorado,
este artigo traz algumas propostas de estudos comparados, passando por uma
breve cronologia, desde a independência dos países latino-americanos até a
contemporaneidade.


Dentro desse olhar histórico, observam-se várias semelhanças entre a formação
do Brasil e do Equador, como os usos das línguas gerais4 documentadas por
missionários nos processos coloniais de catequização e formação dos primeiros
conglomerados urbanos; a incorporação simbólica dessas línguas, como o
quíchua e o tupi, em literaturas nacionalistas de emancipação, com primeiras
roupagens indigenistas; a suposta integração de povos originários em internatos
salesianos em suas primeiras repúblicas, sob discursos de modernização; e,
finalmente, o desafio contemporâneo de reconhecer que há várias formas de ser
equatoriano e brasileiro, que coincidem, por sua vez, com novas categorias
literárias, marcadas por critérios existenciais sobre as obras.

Villafañe (2019) destaca que o Brasil ficou à margem da noção de integração
bolivariana, que se formava a nível continental durante a independência do
Equador e dos demais países sul-americanos, devido à continuidade do Brasil
com o império lusitano, desde a fuga da família real portuguesa em 1808 até a
figura de D. Pedro I. Como consequência, consolidou-se uma interpretação
frequente do gigante ensimesmado, que observava o continente europeu, de
costas para os países vizinhos. O mesmo autor sustenta que certa rivalidade entre
espanhóis e portugueses se transferiu, em grande medida, para a oposição entre

3 Outro exemplo importante publicado em língua espanhola a ser mencionado é o conjunto de
ensaios "Mar abierto" (Costa, 1998), que compara literaturas de línguas portuguesa e espanhola.

4 Para mais detalhes sobre as formações dessas línguas, consulte Taylor (1982; 1985; 2001; 2010),
que se dedicou ao estudo do quíchua e do yẽgatu, a língua geral amazônica do Brasil.

Relaciones literarias entre Brasil y Ecuador: Una invitación a los estudios comparados.

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o Brasil imperial e as ideias liberais americanas do novo século, implicando em
certo afastamento ideológico, que não impediu, no entanto, iniciativas pontuais
de autores interessados em se aproximar, muitas delas destacadas por Schwartz
(1993; 2002) e retomadas por Rocca (2021).

Além das especificidades na emancipação, chama a atenção, entre os desafios
para esse tipo de pesquisa, as diferentes terminologias usadas no cânone
hispano-americano e no brasileiro, especialmente para as correntes posteriores
às independências. Embora haja proximidade entre ambos os idiomas, o modo
como algumas correntes literárias são chamadas, por exemplo, é marcado por
tais diferenças nas trajetórias de emancipação nacional. Talvez o caso mais
emblemático seja o modernismo em língua espanhola, de Rodó, Rubén Darío,
Medardo Ángel Silva no Equador, e muitos outros. O modernismo em língua
espanhola se destacou precisamente por ser um projeto estético e ideológico de
protagonismo hispano-americano genuíno nas letras espanholas pela primeira
vez e por seus gestos integracionistas, registrados na fundação do Museu de
Belas Artes de Buenos Aires (COSTA, 2022, p.), dos quais o Brasil não
participou efetivamente.

2. Cumandá (1877) e a trama enredada do indianismo brasileiro

O tema dos costumes e da cor local, cotejados por Machado de Assis5 como um
projeto estético e ideológico para se diferenciar da metrópole portuguesa em seu
ensaio “Instinto de nacionalidade” (1873), configurou a primeira presença de
uma matriz indígena na incipiente literatura brasileira, percorrendo diversos
projetos estéticos dos séculos XVIII e XIX, em poemas épicos publicados por
autores de ambas as correntes literárias supracitadas, como “O Uraguai” (1769),
de Basílio da Gama, “Caramuru” (1781), de Santa Rita Durão, “I-Juca Pirama”
(1851) e “Os Timbira” (1856), ambos de Gonçalves Dias, assim como os
romances "Iracema" (1865), "O Guarani" (1865) e "Ubirajara" (1874), todas de
José de Alencar.



5 Patrono das letras do Brasil, fundador da Academia Brasileira de Letras (ABL). Uma figura com

a qual talvez se possa comparar é Juan León Mera em termos de seus projetos ideológicos, considerando a
fundação da Academia Ecuatoriana de la Lengua.


Imagen 1


Tais manifestações inspiradas em uma
idealização dos povos originários têm sido
debatidas nos posters da exposição “Voces
de un Brasil indígena”, no Centro de
Documentação e Biblioteca da UASB.

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A convivência entre padres, missionários e mulheres de povos originários no
contexto do desafio de integrar nacionalmente a Amazônia em ambos os países,
estabeleceu um paralelismo entre "Cumandá" (1879) e "El misionero" (1891),
de Inglês de Souza. A Amazônia é ao mesmo tempo continuidade e barreira para
a comunicação entre Brasil e Equador. Seriam válidos, como consequência
desse continuum temático, estudos comparados entre "Cumandá" e "Iracema",
levando em consideração a construção da mulher indígena, e entre "Cumandá"
e "El misionero", neste caso, enfocando-se especialmente na produção ficcional
relacionada às missões religiosas.


No entanto, um dos primeiros autores brasileiros a evocar a figura libertadora
do condor e aludir à América Latina em Brasil foi Castro Alves que, junto a
Sousândrade, tentou romper com esse primeiro esquema indianista do Brasil em
seus poemas abolicionistas, que idealizava um nativo, muitas vezes
desconhecido por esses escritores árcades e românticos. Tanto o elemento
mediador do anti-escravismo quanto do indianismo entre as letras brasileiras e
equatorianas, em suas diversas roupagens ao longo destes três séculos, podem
ser pesquisados. A literatura abolicionista no Brasil poderia talvez ser
comparada às produções realistas do Grupo de Guayaquil e ao romance histórico
"Jonatas y Manuela" (1994), da escritora Luz Argentina Chiriboga, embora de
épocas diferentes (HANDELSMAN, 2001).


3. Intercâmbios vanguardistas na tradução poética
A já mencionada inserção dos manifestos literários brasileiros produzidos pelo
circuito artístico da Semana de Arte Moderna de 1922 na publicação "Las
vanguardias latinoamericanas" (2002), do crítico argentino Jorge Schwartz, foi
decisiva para consolidar uma aproximação acadêmica recente do Brasil com os
demais países latino-americanos no ensino superior, possibilitando a observação
de iniciativas pontuais de literatos interessados em conhecer as produções
vizinhas. Nesta compilação de manifestos, o crítico argentino destaca a revista
equatoriana "Hélice" e o que chama de "nomadismo poético" de Jorge Carrera
Andrade (Schwartz, 2002, p. 351). Como professor da Universidade de São
Paulo (USP), Schwartz buscou orientar várias pesquisas de pós-graduação sobre
literatura hispano-americana e, dentre elas, está "Manuel Bandeira: operador de
cultura hispanoamericana" (Monteiro Aguiar, 1992).

Nesta tese de doutorado é possível notar que, ao traduzir literatura hispano-
americana, o poeta brasileiro se aproxima, por meio de leituras e traduções, de
formas inovadoras como os microgramas, de Jorge Carrera Andrade. Ambos os
poetas, vale destacar, se caracterizam por falar de objetos e temas simples,
expressando certa humildade formal e temática, visto que muitos de seus
poemas se desdobram a partir do cotidiano. Em uma crônica intitulada
"Conhecimento de Carrera Andrade" (1961), há um elogio ao poema "Caracol"
e sua descoberta dos haicais:


As vendas são tema constante na poesia de Carrera Andrade: ‘A

janela, minha propriedade maior...’. Pedro Salinas escreveu certa vez
que as ideias básicas da poesia do poeta equatoriano são: viagem e
registro. Registro de tudo que vai observando em suas viagens, e o mais
importante é que o poeta tem olhos para os seres e objetos que para toda
a gente parecem insignificantes e feios. Seus microgramas (o poeta
comprovou que o espírito dos haicais existia na epigrama castelhana no
cantar e na saeta), seus microgramas são uma série destes registros de
coisas ou seres humildes” (Bandeira, 1961).

Em um de seus ensaios sobre literaturas e músicas afrodescendentes, "A canção
de Dixie" (1968), Bandeira menciona novamente Carrera Andrade:


(…) Advertiu certa vez o grande poeta equatoriano moderno,

Jorge Carrera Andrade, não ser invenção de nosso tempo a poesia que
fala dos negros. Nem invenção agora, tampouco criação original da
América ou África. Recordou que Lope de la Vega incluiu em seu
teatro “letrillas para canto y baile (...)” (Bandeira, 1968)


Por fim, foi publicado o poema do poeta equatoriano “Morada Terrestre”,
traduzido por Bandeira na antologia Estrela da vida inteira (1965), uma das
mais vendidas do poeta brasileiro, conhecido por acompanhar várias
experiências vanguardistas, desde os princípios do verso livre até as primeiras
experiências de poesia concreta, e também por promover a aproximação do
Brasil com a Hispano América, por meio da literatura brasileira no ensino
superior e da tradução literária.

Relaciones literarias entre Brasil y Ecuador: Una invitación a los estudios comparados.

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Do lado equatoriano, em sua segunda novela, Ciudad sin ángel (1995), Jorge
Enrique Adoum menciona, além de Manuel Bandeira, dois poetas da segunda
geração vanguardista brasileira, também conhecida como poesia de 30:


En el texto hay citas, a más de aquellas cuyo origen se indica,

de los siguientes autores, por orden de aparición en las páginas: (...)
Jorge Carrera Andrade, Manuel Bandeira, Jean Samuel Curtet, P.D.
James, Salomón, Vinicius de Moraes6 (...) Carlos Drummond de
Andrade (...) (ADOUM, 1995).


Tal lirismo e musicalidade da poesia de 30, que chamou a atenção de Adoum e
coincidiu com a internacionalização da bossa nova, em ícones como Vinicius de
Moraes, se somaram à temática existencialista pós-guerra de Drummond de
Andrade, que também foi objeto do escritor equatoriano. Além da exportação
de produtos culturais brasileiros impulsionada na segunda metade do século XX,
com destaque para a música popular brasileira (MPB), outro processo histórico
que fez com que alguns poetas brasileiros tivessem presença nos países vizinhos
foi o período da ditadura militar brasileira (1964-1986), durante o qual poetas
como Thiago de Mello se exilaram em países sul-americanos, resultando na
formação de redes nos circuitos hispano-americanos. Essa via parece ter
aproximado Adoum desse poeta brasileiro, cuja trajetória também incluiu o
exílio, e que traduziu para o espanhol alguns de seus poemas, como "A criação
do mundo" (2006). Tais intercâmbios literários por meio da tradução durante o
século XX merecem mais atenção.

4. Guimarães Rosa e Benjamin Carrión: literatura e diplomacia cultural
na prosa do pós-guerra







6 Sotomayor (2015) faz referência à citação do poema musicado "Receta de mujer" (1957), de
Vinícius de Moraes, em "Los Amores Fugaces: memorias imaginarias" (1997), de Adoum (p. 86).

Imagem 2



Fotografia do suplemento mexicano El
Gallo Ilustrado
, enviada pela poetisa
Janeth Toledo, onde foi publicado um
artigo de Benjamín Carrión sobre
Guimarães Rosa.


O Centro Cultural Benjamín Carrión de Quito7 expõe permanentemente
imagens do II Congresso de Escritores Latino-americanos, realizado no México
em 1967, no qual o escritor equatoriano conheceu João Guimarães Rosa. Em
seus ensaios "Colonialismo intelectual”, O que pensa do 'boom'?" e "João
Guimarães Rosa", publicados em “Narrativa Latino-americana” (BARCELOS,
2006), Carrión posiciona esse autor e diplomata brasileiro como expoente dos
gestos anticoloniais fundamentais para a renovação da prosa latino-americana:
o ficcionista oculta sua sabedoria e concede a devida complexidade aos que
eram considerados iletrados, como no caso do universo ao redor de Riobaldo
em "Grande Sertão: Veredas" (1956) (BARCELOS, 2006, p. 177).

7 Nossos agradecimentos a Raúl Pacheco, que nos apoiou com o acesso ao acervo da CCE.

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A ampla inventividade linguística, combinando arcaísmos e neologismos, é
fundamental na ficção de Rosa, opondo-se ao esquema naturalista de Émile Zola
e Euclides da Cunha. Essa característica é destacada por Carrión em "O que
pensa do 'boom'?", ao sustentar que Rosa seria uma alternativa ao chamado
realismo francês, que se impôs como horizonte de expectativa na prosa latino-
americana. Essa transcendência das fórmulas regionalistas do romantismo, que
confere autonomia à ficção em relação a uma nacionalidade ou à suposta
dependência do contexto histórico de uma obra literária, também levou Antônio
Cândido a formular a noção de super-regionalismo (Cândido, 1975, p. 370).

O que Carrión e Cândido argumentam é que personagens como Riobaldo
evidenciam não apenas a complexidade dos sertões do Brasil, mas da
humanidade, a partir de suas grandes tensões, como os contatos e conflitos entre
comunidades letradas e iletradas diante da modernização do mundo, em um
momento de maturidade do pensamento latino-americano nas Letras. Wellek e
Warren (1985) apontam, inclusive, interseções e sobreposições entre folclore e
literatura, considerando o que chamam de ação recíproca entre literaturas orais
e escritas (Wellek e Warren, 1985, p. 58) como um elemento fundamental nesse
jogo epistemológico dos estudos comparados.

5. Relações acadêmicas e literárias nas obras de Paulo Carvalho Neto8 e
Alfonso Carrasco Vintimilla
É também sob a chave da diplomacia cultural e da pesquisa do universo iletrado
da América Latina que Paulo de Carvalho Neto estabeleceu relações acadêmicas
entre o Brasil e o Equador, através de sua sistematização do folclore ibero-
americano. Conhecedor de várias escolas dos estudos folclóricos, desde o
romantismo alemão, de projeção estética dos contos, se deteve na onda
positivista da psicologia dos povos, presente nos escritos de Wundt e Unamuno9,
se valeu da padronização anglo-saxônica, da Sociedade de Folklore (FLS) e da
escola britânica de Antropologia. Os textos não literários do espanhol
supracitado foram decisivos para seus estudos histórico-comparativos da Ibero-
América, evidenciados em sua reflexão sobre a inspiração folclórica na
literatura (Carvalho Neto, 1976).


8 Se recordam vinte anos de seu falecimento e o centenário de seu nascimento em 2023.


Inicialmente, publicou suas análises comparativas do modelo convencional, de
bastante confluência entre folclore e literatura, de busca por origens e
influências, em "Orígenes del folklore ecuatoriano: cinco hechos comparados"
(1965) e em "History of Iberoamerican Folklore: Mestizo Cultures" (1969).
Revisitando publicações de Juan León Mera, como "Cantares del pueblo
ecuatoriano" (1892), e transcrevendo narrativas orais de todas as regiões do
Equador, ele demonstrou, em textos documentais e ficcionais, a importância da
gestão do patrimônio imaterial nos países latino-americanos, diante da
complexidade da introdução da escrita em nosso continente e da potencialidade
das tradições orais e visuais.

Uma nova roupagem do indianismo pode ser investigada através de "Cuentos
folclóricos del Ecuador" (1988), este fundamentado explicitamente em "O
selvagem" (1876), de Couto de Magalhães, assim como em "Mi tío Atahualpa"
(1972) que refletem, respectivamente, o que talvez tenha sido um período de
consolidação de relações acadêmico-culturais entre ambos os países na
Universidade Central do Equador (UCE), com o respaldo de Benjamín Carrión,
que avaliou esse folclore cientificista em seu prefácio ao "Diccionario de
Folklore Ecuatoriano", como um tipo de pesquisa anticolonial. Dialogando com
a longa fortuna crítica de Couto de Magalhães, Ermanno Stradelli, Mário de
Andrade, Monteiro Lobato e Câmara Cascudo, Paulo de Carvalho Neto se
concentrou na difusão de uma metodologia para a sistematização e posterior
projeção estética de narrativas orais, valendo-se de sua imersão no círculo de
Benjamín Carrión em Quito. Foi igualmente protagonista da fundação do Centro
de Estudos Brasileiros, em 1962, cujo acervo se encontra atualmente no Instituto
Brasileiro Equatoriano (IBEC), em sua biblioteca, que leva seu nome.

Em grande medida, suas publicações também tiveram momentos próximos dos
estudos comparados mais recentes, que fomentam as relações da literatura com
as demais artes e saberes, conforme as propostas de Wellek (1964) e de críticos
literários mais recentes, como Eagleton (1983), quando refletiu sobre a relação
do folclore com outros saberes. Exemplos desse comportamento comparatista

9 O literato espanhol dedicou-se ao tema em sua tese de doutorado "Crítica do problema da origem
e pré-história da raça basca" (1884).

Relaciones literarias entre Brasil y Ecuador: Una invitación a los estudios comparados.

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são: "Folklore y psicoanálisis" (1956); "El folklore de las luchas sociales; un
ensayo de folklore y marxismo" (1973) e "Folklore y educación" (1980).
Portanto, pode-se afirmar que o círculo de Adoum, Carrión e Guayasamin
concretizou as relações acadêmico-culturais com o Brasil por meio dessa
acolhida ao pesquisador brasileiro, sendo o Centro Cultural Benjamín Carrión
um importante polo de gestão documental dessas relações.

Pela via reversa, um equatoriano que viveu na cidade mineira de Ouro Preto e
se destacou por seu trabalho de divulgação da literatura brasileira é o cuencano
Alfonso Carrasco Vintimilla, que dá nome ao Encontro sobre Literatura
Equatoriana e Latino-Americana, que tem recebido escritores brasileiros10. Ao
longo de sua carreira traduziu e publicou obras de Thiago de Mello (que esteve
em Cuenca em algumas oportunidades), Vinicius de Moraes, Ferreira Gullar,
Augusto Boal, entre outros. Assim como Carvalho Neto, foi figura marcante na
consolidação das universidades latino-americanas como espaços privilegiados
para a pesquisa, tradução e crítica literária em prol de uma integração regional.
Cabe à contemporaneidade a tarefa filológica de gerir suas traduções de Gullar
e Carlos Drummond de Andrade, ainda pendentes de publicação.


6. Cenários contemporâneos: os escritores diplomáticos em Quito e a
multiplicidade de agentes
A transição entre os séculos XX e XXI trouxe a expansão dos actantes de
divulgação literária no mundo, impulsionando as relações entre países por meio
de suas produções culturais. Além das traduções voluntárias de escritores
dedicados aos vanguardismos latino-americanos, como Manuel Bandeira e
Jorge Enrique Adoum, o fortalecimento da diplomacia cultural propiciou a
pouco mencionada passagem do poeta João Cabral Melo Neto por Quito entre
1979 e 1981, geralmente obscurecida pela importância de sua terra natal,
Pernambuco, e da Espanha em sua obra. Essa estadia foi matéria-prima para
seus poemas "No páramo", "O corredor de vulcões", "O índio da Cordilheira",
"Afogado nos Andes", "O trono da ovelha", "Um sono sem frestas", "Uma


10 O agradecimento aqui é destinado ao professor Guillermo Cordero Carpio, da Universidade de

Cuenca, que nos forneceu manuscritos do crítico equatoriano.
11 Interlocutor e tradutor brasileiro dos escritores hispano-americanos, Nepomuceno participou

ativamente do fenômeno editorial conhecido como o boom latino-americano. Mais detalhes sobre a fundação

enorme rês deitada", "Cemitério na Cordilheira", "O ritmo do Chimborazo" e
"O Chimborazo como tribuna", muitos deles inéditos até 2020 (RIBEIRO, 2020,
p. 29-30). Por essa razão, publicações como "Agrestes" (1985), de João Cabral
de Melo Neto, "Vivir en los Andes" (2020), editada pela Embaixada do Brasil
em Quito, a antologia "A Literatura como turismo" (CABRAL, 2016) e os
manuscritos do autor ainda carecem de um estudo articulado.

É válido destacar que o Brasil é um dos únicos países da América Latina a
impulsionar sua diplomacia cultural de maneira contínua em suas embaixadas,
a partir de programas como o Lectorado, lançado em 1953, e através de editais
de incentivo à tradução de obras brasileiras, da Fundação Biblioteca Nacional
do Brasil (FBN), que têm como ponto focal, recentemente, os Institutos
Guimarães Rosa (IGR) ao redor do mundo. O escritor João Almino, por sua vez,
que teve parte de sua obra traduzida para o espanhol após vencer o prêmio Casa
de las Américas, com seu romance "As cinco estações do amor" (2003),
fortaleceu, como embaixador em Quito de 2018 a 2021, a revista literária
bilíngue Vice-versa, cuja primeira edição contou com o apoio do escritor Eric
Nepomuceno11, e proporcionou a criação do Programa de Leitorado em Quito,
por meio do qual são realizadas atividades acadêmicas na UASB-E.

Já com o setor privado, o brasileiro Remy Gorga (2011) e a equatoriana Sabrina
Duque (2018) publicam suas versões em espanhol da primeira novela curta do
Brasil, "O alienista" (1882). Em geral, pode-se dizer que se trata de um mercado
editorial a ser mais explorado em ambas as vias, especialmente quando se trata
de literaturas brasileira e equatoriana contemporâneas. Eliane Potiguara ("Mitad
máscara, mitad cara", 2018) e Ailton Krenak ("Ideias para postergar o fim do
mundo", 2021) são, por exemplo, os únicos escritores indígenas traduzidos para
o espanhol, enquanto Yuliana Ortiz ("Canções do fim do mundo", 2021),
Monica Ojeda ("Mandíbula", 2022) e Solange Rodriguez Pappe ("Uma nova
espécie", 2023) foram as equatorianas traduzidas para o português brasileiro
neste século.

da revista Vice-versa estão disponíveis em:
https://comucsg.blogspot.com/2013/12/revista-literaria-viceversa-trabajo.html

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e-ISSN: 2661-6912


Também merece destaque a repercussão comercial da literatura afrodescendente
em ambos os países, indicando uma tendência editorial: "Um defeito de cor"
(2007)12, de Ana Maria Gonçalves, e "Torto arado" (2019), de Itamar Vieira
Junior, alcançaram êxito comercial e premiações, de maneira semelhante às
equatorianas Luz Argentina Chiriboga e Yuliana Ortiz, diante do crescente
protagonismo de personagens negras na ficção latino-americana, que, como
consequência, tem sido objeto de estudos comparados recentes em
universidades brasileiras, orientados por conceitos e critérios de natureza
existencial, como os de escrevivência13 (SILVA, 2013; 2015; SANTOS, 2015;
2018).


Conclusões
Considerando os diversos elementos mediadores nas relações literárias entre o
Brasil e o Equador apresentados neste texto, vale destacar que as formas de
reimaginar a ancestralidade como matéria-prima estética e ideológica latino-
americana permeiam quase todos eles: desde o seio romântico, de onde surgiram
os matizes indigenistas, abolicionistas e folcloristas, torna-se necessário
revisitar a obra de Paulo de Carvalho Neto, um dos primeiros comparatistas das
relações entre ambos os países, levando em consideração as categorias que
compõem as autorias da literatura contemporânea: arte verbal, literatura oral,
oralitura, literatura indígena, literatura afrodescendente, etc. É igualmente
necessário resgatar os textos não publicados de Alfonso Carrasco Vintimilla,
pioneiro nas traduções de obras brasileiras em espaços acadêmicos no Equador,
e revisitar as memórias dos Encontros de Literatura Equatoriana, observando a
participação de brasileiros neste evento de Cuenca.

As diferenças no vocabulário das correntes literárias em português e espanhol
nos convidam a observar diferentes nuances em projetos estéticos e ideológicos,
ao comparar as relações literárias considerando as especificidades da formação
dos estados brasileiros e equatoriano. O modernismo em língua espanhola, por
exemplo, devido ao seu pioneirismo no pensamento latino-americano, evidencia
o afastamento do Brasil na integração latino-americana após a independência e


12 Novela vencedora do prêmio Casa das Américas no mesmo ano. O mapeamento das obras

brasileiras que o ganharam é igualmente válido, pois são geralmente objeto de tradução para o espanhol.

a importância das relações da literatura com outros saberes, como o pensamento
social e historiográfico, conforme proposto por Santos (Ayala Mora, 2018;
Santos, 2023).

A ampliação dos agentes de tradução (universidades, entidades diplomáticas,
editoras privadas) requer atenção, pois a presença cada vez mais integradora das
universidades latino-americanas tem sido fundamental para a difusão de
perspectivas mais descritivas nos estudos comparados. Da década de 1960 até a
contemporaneidade, a expansão das universidades no Brasil e no Equador
tomou o espaço de uma crítica literária antes centralizada na imprensa e marcada
pelo normativismo, calcada no comparatismo convencional. Este período
coincide com as publicações de Paulo de Carvalho Neto e Alfonso Carrasco
Vintimilla, compostas precisamente por tentativas de interpretação pouco
enviesadas em suas comparações. Cabe também às universidades apoiar na
gestão documental da vida e obra de ambos os acadêmicos, propondo
repositórios digitais e preservando a memória de suas trajetórias em eventos.

Os estudos comparados atravessados por elementos mediadores identitários
poderiam igualmente ser frutíferos em pesquisas futuras, como as literaturas
escritas por povos originários, afrodescendentes, imigrantes, etc., com destaque
para a crescente tradução de escritoras afrodescendentes para ambos os idiomas,
que tem ganhado notoriedade por sua repercussão comercial. Esse traço
existencial presente na forma e no conteúdo dessas obras convida a uma
constante revisão da história comparada de ambas as literaturas nacionais, de
modo a investigar os papéis do antiescravismo e do antirracismo na formação
de seus cânones, bem como as formas de ensino e promoção de suas literaturas
ao longo do tempo.

Finalmente, a diplomacia cultural brasileira tem desempenhado um papel
decisivo para que haja alguma presença literária no Equador, ocupando espaços
em universidades e captando recursos para publicações bilíngues e traduções
literárias, que podem alcançar um público geral, não especializado. A circulação
dessas obras pode ser fortalecida com a criação de clubes de leitura dedicados

13 O conceito propõe a pesquisa da escrita afrodescendente que visa ressignificar a imagem escravista
(Evaristo, 2020).

Relaciones literarias entre Brasil y Ecuador: Una invitación a los estudios comparados.

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às literaturas de ambos os países. Antes de formar escritores ou avaliar a
qualidade da literatura em ambos os países, é necessário lembrar da
problemática explorada por Guimarães Rosa e muitos outros ficcionistas, que
alude à formação de leitores em nossos países: o universo das comunidades ditas
iletradas, de tradições orais e visuais, contém uma infinidade de saberes e formas
poéticas, que podem ser catalisadas a partir da leitura e escrita massivas, ainda
não implementada efetivamente. Dessa forma, o debate sobre a difusão das
literaturas de ambos os países deve ser atravessado pelo estímulo à leitura, o que
certamente permitirá desenvolvê-las em nível regional.


















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DOI: 10.18537/puc.34.02.05

51

Artículo científico

Revista Pucara N.º 34. Vol. 2, 2023
e-ISSN: 2661-6912



















NARRATIVA HISPANOAMERICANA
CONTEMPORÁNEA (1960 - 1980)

Contemporary Hispanic American narrative (1960 - 1980)

Narrativa hispano-americana contemporânea (1960 - 1980)

Eduardo Huarag Álvarez
Pontificia Universidad Católica del Perú

ehuarag@pucp.pe
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2553-0054

Recibido: 29 - 11 - 2023
Aprobado:
17 - 12 - 2023
Publicado:
29 - 12 - 2023

Cómo citar:

Huarag, E. (2023). Narrativa Hispanoamericana
Contemporánea (1969-1980). Pucara, 2(34).
https://doi.org/10.18537/puc.33.01.01


Resumen: En esta investigación planteamos que el boom de la narrativa
hispanoamericana supuso el manejo de nuevas técnicas narrativas y la
consiguiente renovación en el modo de contar. El novelista asume su
alejamiento del realismo social, mimético. Entiende que lo literario es un
ficcional autónomo, con intención metonímica en el desarrollo de la trama
narrativa. El corpus elegido, en esta oportunidad, toma como referencia las
innovaciones logradas por Cortázar, Fuentes, Vargas Llosa y García Márquez.
Los escritores coinciden en su voluntad innovador, pero no pertenecen a un
movimiento literario. Además, como se va a demostrar, las innovaciones son
distintas, como diferentes son los estilos de cada novelista.

Palabras clave: Narrativa, tendencias, innovaciones, fábula, ruptura.

Abstract: In this research we propose that the boom of Spanish-American
narrative involved the use of new narrative techniques and the consequent
renewal in the way of telling. The novelist assumes his distance from social,
mimetic realism. He understands that the literary is an autonomous fictional,
with metonymic intention in the development of the narrative plot. The chosen
corpus, on this occasion, takes as a reference the innovations achieved by

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e-ISSN: 2661-6912

Cortázar, Fuentes, Vargas Llosa and García Márquez. The writers agree on their
innovative will, but they do not belong to a literary movement. In addition, as
will be shown, the innovations are different, as different are the styles of each
novelist.

Keywords: Narrative, trends, innovations, fable, rupture.


Resumo: Nesta pesquisa propomos que o boom da narrativa latino-americana
significou o uso de novas técnicas narrativas e a consequente renovação na
forma de contar. O romancista assume o seu afastamento do realismo social,
mimético. Compreende que o literário é um ficcional autônomo, com intenção
metonímica no desenvolvimento da trama narrativa. O corpus escolhido, nesta
ocasião, toma como referência as inovações alcançadas por Cortázar, Fuentes,
Vargas Llosa e García Márquez. Os escritores concordam com o seu desejo
inovador, mas não pertencem a um movimento literário. Além disso, como será
demonstrado, as inovações são diferentes, assim como os estilos de cada
romancista.

Palavras-chave: Narrativa, tendências, inovações, fábula, ruptura.










1. Implicancias de la consagración de la narrativa hispanoamericana

En el momento que escribimos este artículo, han transcurrido más de cincuenta
años de la irrupción del denominado boom de la narrativa hispanoamericana.
Tiempo, tiempo suficiente para ver con tranquilidad lo que consagró y sigue
teniendo repercusión en el escenario latinoamericano y universal. Como se sabe,
la confluencia de varios novelistas importantes en el periodo de 1960 a 1980,
aproximadamente, determinó que los editores etiquetaran la irrupción como el
boom de la narrativa hispanoamericana. Aunque algunos han señalado que
aquello del boom fue más un fenómeno editorial que una presencia trascendente,
creemos que esa apreciación solo revela que ciertos comentaristas o críticos
desconocen las innovaciones y la trascendencia de la narrativa
hispanoamericana.

Creo necesario hacer algunas precisiones: la primera es que la demarcación
cronológica (1960 – 1980) es una referencia aproximada. Y eso porque la
narrativa del boom se fue gestando en el periodo que va de 1941 a 1960. En otro
artículo, que abarca ese periodo, mostramos de qué manera la narrativa se fue
desligando de los parámetros de la novela realista, así como del compromiso
que asumen con la realidad.

La década del cincuenta (aunque en Argentina desde 1941, con Borges) empezó
la exploración de técnicas narrativas. La ficción puede subvertir la realidad. En
esa exploración caben los hechos fantásticos y las posibilidades de
metaforización. Es decir, una cosa es el relato, la trama que se cuenta; y otra,
las significaciones o alegoría que de ella se deriven. Este proceso no fue tan
inmediato. Las novelas, en muchos casos, siguió atada al escenario objetivo.
Además, el boom no fue un movimiento estético ni ideológico. Así pues, en
1981, Luis Harss advierte que los escritores estaban saliendo, o
desprendiéndose, de ese casco que le obligaba a ficcionalizar dando especial
relevancia a la realidad objetiva: “La vieja noción que causó tantas controversias
inútiles en nuestro mundo literario, según la cual lo autóctono o “auténtico”
tenía que ser local o regional, va quedando en el olvido” (p. 37).

Nueva narrativa contemporánea ((1960-1980).

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e-ISSN: 2661-6912

La posibilidad de que el relato sea un producto casi autónomo e independiente
del contexto social, no se logró tan rápido. Jean Franco (1998) advierte también
que distanciarse de ese realismo mimético no fue tan fácil. Por eso anota:


la prosa hispanoamericana representa una rebelión y una

liberación. La rebelión, iniciada por los vanguardistas de los años
veinte, reaccionaba contra un concepto de “realismo” y de “realidad”
que era demasiado estrecho y que demasiado a menudo daba origen a
obras esquemáticas en la que los escritores se mostraban más
preocupados en la receta que por la sustancia (p. 282).


Esta dicotomía se fue superando con la irrupción de Borges y, posteriormente,
con Rulfo. Y no queremos decir que tales escritores trascendieran solo por el
uso de nuevas técnicas narrativas. El asunto es que la creatividad y la
originalidad para contar una historia que sugiere una segunda significación, se
plantea de mejor manera con la técnica que utilizaron. Entonces, no se trata del
simple uso de un relato con retrospecciones en el tiempo. En el cuento “Diles
que no me maten”, el episodio empieza dramáticamente cuando la víctima está
esperando una sentencia. Por retrospección, nos enteramos de la razón por la
que huía de la justicia. Y esa retrospección concluye con el personaje, atado a
un horcón, esperando la ejecución de la sentencia. El tiempo, en el relato, es
circular. Pero, además, el relato es metonimia porque el hijo de la víctima no
olvida lo que le pasó al padre. Es como si, a pesar de los treinta años
transcurridos, el hijo hubiese esperado el momento de vengar la muerte de su
padre.

Los forjadores, pues, como Borges y Rulfo, cumplieron un rol muy importante.
Tan es así que, en las campañas editoriales, no se publicaban solo los libros de
Vargas Llosa, Fuentes y Cortázar. Necesariamente, junto a ellos, figuraban los
libros de Borges y Rulfo. Oviedo considera que: “El boom funcionó como un
imán que concentró la atención sobre un puñado de nuevos autores y sobre sus
inmediatos maestros, creando así un diseño o mapa que redefinió nuestra
creación literaria” (Oviedo, tomo IV, p. 288).


2. Las ideas fundamentales
Hay cuatro ideas fundamentales que queremos agregar: 1) La influencia del cine
en la novela. Es evidente que el cine establece un modo distinto de contar un
relato. El continuum fílmico no se interrumpe mientras se proyectan las
sucesivas historias fusionadas por el recurso del montaje. La novela
hispanoamericana, especialmente en los casos de Fuentes y Vargas Llosa,
utilizan el recurso de la narración por alternancia, muy propio del cine. De esa
manera, el relato avanza mediante esos cortes que rompen la linealidad espacial
y temporal. 2) La narrativa hispanoamericana del periodo del boom no tuvo un
estilo ni tendencia homogénea. Por un lado, tenemos el ficcional construido
como recreación (reformulación) de la realidad. A esta tendencia pertenecen
Vargas Llosa y Carlos Fuentes. Supone un profesionalismo en el manejo de
técnicas narrativas, en innovaciones en el modo de contar. Por ejemplo, la
simultaneidad de los acontecimientos que está cerca de alcanzar aquello que se
conoce como “novela total”. 3) Es en este periodo, en donde la creatividad se
asocia con la ruptura de los modelos clásicos de novela. No solo nos referimos
a la narrativa con secuencias en alternancia, o las constantes rupturas del tiempo
lineal.

La creatividad llega a concebir el relato como un universo ficcional abierto en
el que se transgrede la sucesión de hechos de la historia narrada. Es lo que
encontramos de modo lúdico, en Rayuela. Se puede leer de distintas maneras.
Transgredimos el orden habitual. Y es que caben muchas lecturas de la historia
que, sin embargo, construye un universo poético-narrativo. Es decir, se poetiza
desde la subjetividad de los personajes y poco importa el suspenso o el
continuum narrativo. 4) En este periodo tiene particular relevancia el ficcional
que la crítica denominó “realismo maravilloso”. Un estilo en el que se
metaforiza el hecho mágico, se ficcionaliza con personajes de la realidad
latinoamericana pero que bien pueden ser los míticos personajes de la cultura
occidental. La tendencia empezó con Carpentier y siguió con García Márquez.
En Cien años de soledad se abordan las creencias míticas acerca del incesto y
su prohibición, el éxodo, el tema cainita, el diluvio, etc. Adopta el tono del
fabulador, pero es una novela de círculos que se repiten. Constituye, en mucho,
la gran metáfora de Latinoamérica.

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Hecha la presentación de la narrativa hispanoamericana, en ese periodo que
llamamos: “la consagración”, pasamos al comentario de algunas obras de los
autores más representativos. Dada la numerosa cantidad de obras, advertimos
que nos vamos a restringir a las figuras que, en nuestro criterio, son los escritores
más representativos. Pero el estudio de cada uno de ellos, de por sí, requiere un
espacio, una amplitud que no abordaremos. Nos vamos a restringir, por tanto, a
señalar algunas innovaciones que encontramos en los escritores elegidos.

3. Julio Cortázar: la tendencia fantástica y la ruptura del canon novelístico
Cortázar publica Bestiario en 1951, Final de juego, en 1956, Las armas secretas
en 1959, Todos los fuegos el fuego, 1966, y Rayuela, en 1963. Mencionamos
solo las obras más importantes. Como se puede apreciar, Cortázar ya tenía un
prestigio ganado mucho antes del boom de la narrativa hispanoamericana.

En su planteamiento como escritor discrepa de los escritores regionalistas.
Considera que un gran novelista:


no se fabrica a base de buenas intenciones y de militancia

política, un novelista es un intelectual creador, es decir, un hombre cuya
obra es el fruto de una larga, obstinada confrontación con el lenguaje
que es su realidad profunda, la realidad verbal que su don narrador
utilizará para aprehender la realidad total en todos sus múltiples
contextos (Declaración que figura en Shaw, p. 15).

Cortázar lleva el mundo ficcional hasta lo insólito. Quizá la mejor demostración
de su creatividad fantástica se revele en el relato “La noche boca arriba” (2011).
El personaje está yendo en una moto por la ciudad. Mientras observa las casas,
el paisaje, una señora se interpone:


Cuando vio que la mujer parada en la esquina se lanzaba a la

calzada a pesar de las luces verdes, ya era tarde para las soluciones
fáciles. Frenó con el pie y con la mano, desviándose a la izquierda; oyó
el grito de la mujer, y junto con el choque perdió la visión. Fue como
dormirse de golpe (p. 405).


El protagonista reacciona y le dan rápido auxilio. Una ambulancia lo lleva al
hospital. Lo que describe de ese ambiente le permite hacer evocaciones: “tenía
que huir de los aztecas que andaban a caza de hombre, y su única probabilidad
era la de esconderse en lo más denso de la selva, cuidando de no apartarse de la
estrecha calzada que solo ellos, los motecas, conocían” (p. 406).


En el sueño, todo es posible. En este caso, el de la moto está huyendo de los
aztecas. Y con ello el narrador ya ha insertado un elemento al que podemos no
darle importancia porque es un sueño. El narrador, además, por alternancia,
yuxtapone el sueño, los temores del sueño, con las frases de quienes están en el
escenario del hospital. Así pues, mientras en su sueño siente temores, el
enfermero le dirá: “Se va a caer de la cama (…) No brinque tanto, amigazo” (p.
408).

En esa alternancia del personaje herido en el hospital, y el sueño, sucede que el
personaje se ve en dificultades que activan el suspenso y el lector mantiene su
interés por que no sabe en qué terminará el incidente del paciente:

Oyó los gritos y se enderezó de un salto, puñal en mano. Como
si el cielo se incendiara en el horizonte, vio antorchas moviéndose entre
las ramas, muy cerca. El olor a guerra era insoportable, y cuando el
primer enemigo le saltó al cuello casi sintió placer en hundirle la hoja
de piedra en pleno pecho. Ya lo rodeaban las luces y los gritos alegres.
Alcanzó a cortar el aire una o dos veces, y entonces una soga lo atrapó
desde atrás.


Es la fiebre –dijo el de la cama de al lado–. A mí me pasaba

igual cuando me operé del duodeno. Tome agua y va a ver que duerme
bien” (p. 408).


Lo importante de este relato es la manera cómo el narrador yuxtapone los dos
argumentos del episodio narrativo. Y si hasta ese momento estábamos con la
idea que es la historia de un motociclista que tuvo un accidente y un sueño en el
hospital; pues, resulta que no es así. De pronto, el narrador hace un giro en la
diégesis y sucede que el sueño era la verdadera realidad, el referente objetivo, y

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lo del accidente del motociclista era parte de una proyección imaginaria hacia
adelante, un flash forward. De modo que la historia contada del motociclista es
producto del imaginario del nativo que huía de los aztecas. Ese era el hecho real:
Cortázar destaca por la manera cómo entrelaza los hechos de la vida real
(generalmente, desde la subjetividad del personaje) con el hecho extraordinario.
De modo que lo que parece insólito entra en la categoría de los posible de
suceder.

Donde Cortázar lleva a su máxima expresión el relato desde la subjetividad y la
conjetura es en Rayuela. Para el narrador, la literatura es ese espacio en el que
un escritor construye la historia ficcional. El interlocutor (es decir, el lector)
tiene un rol importante para participar del desciframiento. Cortázar se interesa
no por construir una novela con las premisas del canon novelístico establecido
en el mundo denominado “occidental”. No se trata de desarrollar un argumento
más o menos verosímil. El narrador construye considerando las distintas
dimensiones del hombre contemporáneo. Me refiero al lado emocional,
sentimental; y, de otro, el lado reflexivo, racional, existencial. Ello explica por
qué, en varias de sus publicaciones, encontramos relatos fragmentados. Esto se
observa en Rayuela, pero también en 62 modelo para armar, La vuelta al día en
ochenta mundos
y Último round.

La literatura y lo lúdico se tocan la mano en la obra de Cortázar. Es un modo de
revelar un aspecto de lo humano. Parte de esa línea lúdica es la presentación, en
Rayuela, del famoso “tablero de dirección”. Su propuesta al lector es una abierta
ruptura del canon establecido sobre la estructura de la novela y el circuito
comunicativo que se establece entre el escritor y el lector. Si en la novela
convencional la trama se desarrolla a través de una sucesión de hechos, sucede
que Cortázar le propone al lector dos posibilidades:

Una, en la que el lector se deja conducir por el narrador (es lo clásico y
convencional); y otra, en la que aparecen diversos fragmentos que se alinean
con la historia a través de campos semánticos. Lo cierto es que Rayuela termina
quebrando el concepto de novela lineal. El escritor deja la posibilidad que el
orden, para la percepción del relato, lo decide el lector. Esto quiere decir que
Rayuela se puede leer desde distintas opciones. Y es que, en este caso, la historia

se sustenta en la relación de Oliveira y la Maga, y ocasionalmente, Rocamadour.
El mundo es de ellos. La novela es un canto al amor y a la vida. A pesar de todas
las vicisitudes, los seres humanos escriben su vida, sus emociones, sus temores
y todo aquello que deja huella. Es que los humanos somos cotidianeidad e
interrogantes metafísicas, somos sensaciones instintivas, pero también
empecinados constructores de ilusiones.

La novela de Cortázar elige la perspectiva subjetiva y construye un mundo sobre
la base del afecto, las emociones. En Rayuela (2010) encontramos:


La técnica consistía en citarse vagamente en un barrio a cierta

hora. Les gustaba desafiar el peligro de no encontrarse, de pasar el día
solos, enfurruñados en un café o en un banco de plaza, leyendo-un-
libro-más. La teoría del libro-más era de Oliveira, y la Maga la había
aceptado por pura ósmosis (…)

Sentados en un café reconstruían minuciosamente los
itinerarios, los bruscos cambios, procurando explicarlos
telepáticamente, fracasando siempre, y sin embargo se habían
encontrado en pleno laberinto de calles, casi siempre acababan por
encontrarse y se reían como locos, seguros de un poder que los
enriquecía. A Oliveira le fascinaban las sinrazones de la Maga, su
tranquilo desprecio por los cálculos más elementales. Lo que para él
había sido análisis de probabilidades, elección o simplemente confianza
en la rabdomancia ambulatoria, se volvía para ella simple fatalidad. “¿Y
si no me hubieras encontrado?”, le preguntaba. “No sé, ya ves que estás
aquí…” (pp. 51-52).


El relato llega a tener los tonos propios del lirismo. La Maga es más que una
mujer. Es un personaje mitificado. Y los interludios de la pareja contribuyen a
esa mitificación.


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4. Carlos Fuentes: Uso de los pronominales y el protagonista como
metonimia de una nación.
La memoria, el tiempo, la identidad (del Yo ante los Otros) y las indecisiones
son algunas de las constantes en la novelística de Fuentes. Su labor creativa
empieza con La región más transparente (1958). Luego le sigue Aura (1962), y
en ese mismo año publica La muerte de Artemio Cruz (1962). Fue animador del
boom de la narrativa hispanoamericana con sucesivas publicaciones, entre las
que podemos destacar: Cambio de piel (1967), Terra Nostra (1975), Gringo
viejo
(1985).

Con La muerte de Artemio Cruz, Fuentes se arriesga a proponer una novela en
la que la vida, los distintos escenarios en los que Artemio Cruz hizo su vida, se
retrotraen en su agonía final. Y lo importante es que la historia nos llega a través
de los narradores pronominales: Yo, Tú y Él. A través del Yo, se cuenta lo que
Artemio, desde su punto de vista, quiere testimoniar. Recuerda su vida azarosa
y zigzagueante; aquella experiencia al lado de jóvenes revolucionarios y, más
tarde su vida como empresario de éxito.

El Tú cuenta la historia desde la perspectiva de los Otros, aquellos que fueron
sus compañeros de ruta y a los que, de alguna manera, Artemio Cruz traicionó.
¿Por qué dejó a un lado sus principios revolucionarios que lo acercaban a los
ideales de Pancho Villa y Emiliano Zapata? ¿No es Artemio Cruz la metonimia
de la nación mexicana que hace su revolución en 1910, con el sacrificio de miles
de ciudadanos y, cincuenta años después, se encentra con una nación que tiene
derechos ganados, pero que no ha construido una patria nueva, revolucionaria?
Precisamente, en una publicación anterior sobre este tema, decíamos: “¿Hizo lo
que tenía que hacer? ¿Fue un traidor? ¿Se interesó por los negocios y el
enriquecimiento porque quiso asegurar su bienestar individual? ¿Fueron las
circunstancias que lo llevaron a decidir por el bienestar y no por la lucha social?”
(Huarag, 2007, p. 171).

Veamos algunos párrafos de la novela en la que se muestra su innovadora forma
de trasmitir una historia, de construir un personaje metonímico:


Yo sobreviví, Regina. ¿Cómo te llamabas? No. Tú Regina.
¿Cómo te llamabas tú, soldado sin nombre? Sobreviví. Ustedes
murieron. Yo sobreviví. Ah, me han dejado en paz. Creen que estoy
dormido. Te recordé, recordé tu nombre. Pero tú no tienes nombre. Y
los dos avanzan hacia mí, tomados de la mano con sus cuencas vacías,
creyendo que van a convencerme, a provocar mi compasión. Ah, no. No
les debo la vida a ustedes. Se la debo a mi orgullo, ¿me oyen?, se la debo
a mi orgullo” (p. 82).


Y más adelante, el narrador, en segunda persona, y dice:


TÚ sobrevivirás: volverás a rozar las sábanas y sabrás que has

sobrevivido, a pesar del tiempo y el movimiento que a cada instante
acortan tu fortuna: entre la parálisis y el desenfreno está la línea de la
vida: la aventura: imaginarás la seguridad mayor, jamás moverte: te
imaginarás moverte: te imaginarás inmóvil, al resguardo del peligro, del
azar, de la incertidumbre: tu quietud no detendrá al tiempo que corre sin
ti… (p. 210).


Artemio Cruz, el personaje, es metonimia de la historia contemporánea de
México: una nación que optó por la revolución en 1910, liderado por caudillos
como Pancho Villa y Emiliano Zapata. El problema es que, cincuenta años
después, no se ven los cambios importantes que debe haber generado una
revolución social. Al final, México tomó el camino de la sociedad liberal. Es
decir (y por eso la metonimia) el final de Artemio Cruz, ese final agónico, ese
sustento frustrado representa, de algún modo, el destino de una nación que puso
su empeño y voluntad por el cambio pero que se dejó atrapar por el liberalismo
y los grupos de poder. Pero la novela, con el estilo y la perspectiva elegida por
Fuentes, tiene un lugar importante en la narrativa hispanoamericana. Donald
Shaw dice: “La muerte de Artemio Cruz es mucho más que una novela de la
Revolución traicionada; es un estudio psicológico cabal. Artemio es a la vez un
héroe y un antihéroe, un hombre complejo, atormentado, llenos de sentimiento
de culpa y ansioso de justificarse a toda costa” (Shaw,103). Según Oviedo, la
novela ha tomado una película de Orson Welles como referente fundamental:
“Se trata de Citizen Kane (1949), la obra maestra de Orson Welles, que no solo

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comienza con la muerte de un poderoso hombre público (…) a partir de la cual
unos periodistas tratan de encontrar “el ángulo” para entender lo que fue su
vida” (Oviedo, 309).


4. Vargas Llosa: El realismo renovado y la novela total
Sin duda alguna, Vargas Llosa es uno de los escritores que mejor dominio ha
tenido de las técnicas narrativas. Agreguemos que no solo asimiló las técnicas,
sino que fue artífice de innovaciones en el discurso y en la articulación de un
relato. En muchas de sus novelas, especialmente en Conversación en la
Catedral
hace uso de secuencias que se alternan en la sucesión. Este recurso
también será utilizado en La fiesta del chivo y El paraíso en la otra esquina.
Como hemos señalado antes, la narración en alternancia revela la influencia del
cine. Pero además, cuando hablamos de la adopción de técnicas nos referimos a
esos constantes saltos en el tiempo bajo la influencia de Faulkner.

En los años ’50, Vargas Llosa (1997) joven compartía las inquietudes de un
sector de narradores del neorrealismo, pero pronto tomó distancia. Después de
años de reflexión, definió lo que en su criterio es la novela: “la ficción es, por
definición, una impostura – una realidad que no es y sin embargo finge serlo–
toda novela es una mentira que se hace pasar por verdadera, una creación cuyo
poder de persuasión, depende exclusivamente del empleo eficaz, por parte del
novelista, de unas técnicas de ilusionismo y prestidigitación semejantes a los
magos de los circos o teatros” (p. 35).

Con la presentación de escenarios y acciones de diversos personajes, el novelista
se propone reproducir la realidad hasta en sus detalles mínimos. En esa misma
línea, Oviedo (2012) precisa que la novela pretende: “mostrar cómo funciona el
sistema del poder y cómo erige una pirámide de jerarquías e intereses que
alcanza, como una infección, hasta los más remotos estratos sociales” (p. 322)

La novela, como un todo estructurado, no deja nada al azar. Aquí lo importante
es que, cuando el escritor propone el encabalgamiento de diálogos (como lo
hemos mostrado) entre distintos personajes y escenarios, en la mente del lector
se produce el necesario contacto de los campos semánticos. Los hechos y

significaciones interactúan uno con el otro. Aquello fue toda una innovación en
la novela. Pero agreguemos que, en esta novela, la técnica utilizada encaja
perfectamente con el propósito narrativo.

Con Vargas Llosa se cumple uno de los rasgos que caracteriza a la narrativa
hispanoamericana de este periodo: la proyección universal. Su profesionalismo
le permite asumir temas o acontecimientos que se realicen más allá de su espacio
nacional. Luego de Conversación en la Catedral (ambientada en Lima, en los
años ’50), publicó La fiesta del chivo (sobre la dictadura de Trujillo, en la
República Dominicana) y La guerra del fin del mundo (ambientada en Brasil, a
fines del siglo XIX). Y podemos agregar El paraíso en la otra esquina (Europa
y Tahití, siglo XIX).

Es una característica importante que sus novelas desbrocen su trama a través de
lo que se conoce como relato por alternancia. Es decir, va alternando como
combinatorias como relatos A, B, A, B, en toda la obra, como sucede con “El
paraíso en la otra esquina”, pero puede alternar varias historias como sucede con
“La casa verde” y “Conversación en La Catedral”. Este recurso pretende tener
la dinámica propia del cine; es decir, un encadenado que presenta un diálogo de
un par de personajes, y luego otro diálogo de personajes en otro contexto y así,
diferentes escenarios que se suman a lo que en el cine se conoce como cortes
frecuentes en el que una secuencia breve se alterna con otras de modo que
mantiene una dinámica que acelera la acción dramática.

El cine está presente, como lo dijimos, a través de los cursos que la novela ha
sabido adecuar de modo creativo y acertado. Por ejemplo, en el caso de La fiesta
del chivo
(2000), observamos, además, cómo logra estructurar la trama en la que
Urania es el personaje que vuelve a su país (República Dominicana) treinta años
después y evoca todo lo anterior, su niñez, el misterio de lo que sucedió en la
denominada La casa de caoba, hecho que se mantendrá hasta el final (como dato
escondido) hasta que al final, Urania lo revela de manera directa y dura
escandalizando a las tías que estaban en la casa. La mirada de Urania evoca con
amargura y no está segura de que haya sido una buena decisión la de volver a
su país. Con el dominio que tiene el narrador, nos la presenta como si nosotros,
en el uso de la segunda persona, dialogáramos con ella: “¿Has hecho bien en

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volver? Te arrepentirás, Urania. Desperdiciar una semana de vacaciones, tú que
nunca tenías tiempo para conocer tantas ciudades, regiones, países que te
hubiera gustado ver (…) retornando a la islita que juraste no volver a pisar” (p.
12).

El acontecimiento fundamental es el atentado contra el dictador. Hay un grupo
que ha preparado la emboscada y está en espera. El que les asegura que Trujillo
pasará por esa carretera es Amadito, miembro de la guardia personal del
dictador. Y lo que queremos destacar es que, la novela mantiene el suspenso
precisamente porque hay un estado de espera. Mientras en la novela se va
contando la motivación que tiene cada uno de ellos para participar del atentado
(motivos distintos, claro está), hay un compás de espera que se traduce en una
interrogante, que los pone cada vez más nerviosos:


– No va a venir – exclamó, de pronto, Salvador–. Otra noche perdida,

verán.
– Vendrá – repuso al instante Amadito, con impaciencia–. Se ha puesto

el uniforme verde oliva. Los ayudantes militares recibieron orden de
tenerle listo el Chevrolet azul. ¿Por qué no me creen? Vendrá” (p.
40).


Pese a la eficiencia en mantener el suspenso, advertimos que como el relato es
en alternancia, la historia que nos trasmite Urania no tiene el mismo ritmo que
lo que sucede entre los conspiradores. Ellos están a la expectativa para entrar en
acción. Urania hace sus evocaciones, pero el presente ya no significa nada y su
relato es estático, crítico y cargado de rencor. Su satisfacción, en todo caso, es
la de reprochar, a su padre, el daño que le hizo al entregarla al dictador para que
la viole el dictador en la Casa de Caoba.

5. García Márquez: Las referencias míticas y los hechos maravillosos
Las novelas de García Márquez se inscriben en la tendencia denominada
realismo maravilloso. Una de sus particularidades es la presentación de hechos
extraordinarios que, ciertamente, suponen una ruptura con la lógica cognoscitiva
que tenemos. Pero la obra no es solo la muestra de hechos extraordinarios. Lo
interesante es que no son hechos extraordinarios propuestos a partir de

disquisiciones o conjeturas. Lo que sucede es que se trata de acontecimientos
que la colectividad de la aldea asume como verdadero. Así pues, los hechos o
acontecimientos de esa realidad mágica o maravillosa están en la mente, en las
creencias de los pobladores. Y ellas, a su vez, están ligadas a las creencias
míticas de la cultura oral. Para ellos, lo mítico es verdadero.

Debemos mencionar que muchas creencias míticas tienen vínculos con algunos
mitos universales que se difunden en el mundo occidental. Es el caso de la
sanción al vínculo incestuoso que, en la ficción de Cien años de soledad lo
representan José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán. Igual que la pareja
primigenia del Génesis parten de una prohibición, lo que justifica el uso del
cinturón de castidad. Pero, al igual que la pareja primigenia, transgreden y
prefieren la vida. Razón suficiente para ser expulsados del paraíso.

Lo comentado no es el único episodio mítico. También se alude a una lluvia que
no cesó por tiempo casi indeterminado. Con lo cual, alegóricamente, se está
haciendo referencia al diluvio universal, aquel que menciona a Noé y su Arca.
En Cien años de soledad los hechos extraordinarios son verosímiles. Y aunque
el estilo y el tono aparenta un encadenamiento de fábulas, tiene una estructura
que no se logra percibir fácilmente. Para Ludmer, la novela:


demuestra que la estructura de la obra es en el fondo simétrica:

“Tiene veinte capítulos sin numerar; los diez primeros narran una
historia: los diez segundos la vuelven a narrar invertida” con el
nacimiento de los dos hijos de José Arcadio primero, la narración se
bifurca. En cada generación habrá, de ahora en adelante, dos tendencias
antagónicas que se enfrentan (“los Aurelianos eran retraídos, pero de
mentalidad lúcida; los José Arcadio eran impulsivos y
emprendedores”), aunque las posiciones iniciales están invertidas en la
tercera generación. En cada generación, uno de los Buendía muere
fusilado y otro escapa; uno tiene hijos gemelos y el otro no; uno se
dedica a la violencia y la crueldad y el otro sufre las consecuencias.”
(Ludmer, J.: “Cien años de soledad, una interpretación” (citado por
Shaw, 1981, p.115).

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Ahora bien, el mismo Shaw hace una aseveración con la que discrepamos:

todo en Macondo parece representar una evasión de la historia

concebida como un proceso dinámico y lineal. Los Buendía cultivan el
mito idílico de una vida todavía no contaminada por la modernidad que
corresponde casi a una abdicación de la responsabilidad humana. La
idea de una maldición implica que las cosas están determinadas por sus
orígenes y que todo cambio lleva a peor”. (p. 114).


El crítico juzga lo ficcional como si fuera una necesaria derivación de
planteamientos ideológicos. Lo que el narrador hace es presentar los diversos
estamentos cognoscitivos de las aldeas de Latinoamérica. Ellos (los Buendía)
son la metonimia de muchos pueblos que mantienen sus creencias míticas. Eso
no significa que se quiera reflejar solo la pasividad o se pretenda que prevalece
el determinismo. Lo concreto es que el narrador, en el relato ficcional, pone en
evidencia esa mentalidad mítica que se mantiene, como parte de las raíces e
identidad de Latinoamérica, pese a que muchos puedan sonreír cuando Úrsula
no cree que la tierra es redonda,

Con acierto, José Miguel Oviedo advierte que en Cien años de soledad se
articulan varios ejes narrativos. Para Oviedo (2012), la obra de García Márquez:


Participa, pues, de la fábula, el mito y la utopía popular; se

mueve por espacios enteramente reales y por otros que colindan con los
maravilloso o prodigioso; es una narración colombiana, latinoamericana
y universal, porque extiende lo más concreto al horizonte de lo
intemporal; comienza con un Génesis y termina con un Apocalipsis,
marcados por presagios, anuncios, promesas y castigos; es tanto la saga
de una estirpe, los Buendía, como del género humano; es una tragedia y
una parodia cómica; una narración atestada y proliferante como la selva
tropical, pero también simétrica y organizada con la exactitud de un
laberinto borgiano. Su tempo de los ritmos narrativos en los momentos
precisos, lo que crea un efecto de realidad cíclica y porosa: un tiempo
que parece incluir al nuestro y someterlo a fantasiosas distorsiones (p.
295).


García Márquez tiene la particularidad de que sus personajes y el escenario
principal son caribeños, y sin embargo, la significación que proyecta alcanza
una dimensión universal. La mentalidad mítica es universal, como lo es la
noción de destino funesto. Lo único que quisiéramos agregar es que entre el
laberinto borgiano y la novela de García Márquez hay una gran diferencia
porque el argentino le da preferencia al estilo y la frase precisa –en sus relatos
breves, por eso la sensación que no podemos quitar una sola frase– mientras que
el colombiano es expansivo en el desarrollo de los episodios narrativos. Y ser
expansivo no es sinónimo de desorden, o participa de relatos accesorios. Lo
importante es que en la novela de García Márquez se fusionan la fábula, el mito
y las creencias ancestrales. No queda nada al azar. Si había previsto la referencia
metafórica del Génesis, lo hará también del Apocalipsis, con lo cual cierra la
historia mítica de la humanidad. Y aún en el cierre no se ata al mito religioso
porque se hace mención que todo lo vivido estaba escrito. Y el destino es una
de tantas creencias ancestrales de la humanidad.

Conclusiones:

1. En el proceso de la narrativa existe un claro propósito de buscar que la
significación de la novela convierta el acontecimiento de la trama o el personaje
configurado en metonimia, es decir, una representación metaforizada. Y por ese
camino, la narrativa alcanza su autonomía de la realidad inmediata y tiende a la
universalidad.

2. La narrativa de las décadas del ’60 y el ’70 se caracteriza por el manejo de
nuevas técnicas narrativas, siendo las más frecuentes la ruptura de la linealidad
y la organización de la trama en secuencias alternas. Desatacamos la exploración
de nuevos modos de contar que utiliza Vargas Llosa en sus novelas.

3. La novelística, del período analizado no fue homogénea en el estilo, ni en la
temática. Por un lado, están los narradores que desarrollan una trama que tiene
que ver con la historia social latinoamericana; y de otro, el desarrollo de un
realismo que refiere hechos extraordinarios que subyace en la mentalidad mítico
ancestral.

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4. La narrativa fantástica reitera la constante ruptura con la lógica habitual de
los hechos observados. Nos relatan hechos extraordinarios y de fuerza creativa
dentro de lo fantástico. La actividad innovadora de Cortázar llega a proponer
un tipo de novela (como Rayuela) que rompe con los paradigmas que sustentan
a la novela convencionalmente establecida. La novela pretende recoger los
distintos ámbitos (emocional, subjetivo, intuitivo, filosófico) en los que se
manifiesta la inquietud humana.

5. En el caso del realismo maravilloso nos interesa destacar la manera cómo
asumen los aldeanos el hecho maravilloso. Y es que, en esta tendencia, ya no se
trata de una conjetura que procede del narrador. Lo extraordinario parece ser
una verdad inserta en el imaginario de los aldeanos. Por tanto, a través de las
creencias de la aldea latinoamericana, se eleva la metonimia al escenario cultural
universal. Los mitos recreados son centroamericanos y a la vez están enlazados
con los mitos universales.




















Referencias
Cortázar, J.: (2011). Cuentos completos. Santillana.
_________. (2010). Rayuela. Santillana.
Franco, J. (1998). Historia de la literatura hispanoamericana. Ariel.
Fuentes, C. (1987). La muerte de Artemio Cruz. Casa de las Américas.
Harss, L. (1981). Los nuestros. Editorial Sudamericana.
Huárag, E. (2007). Tendencias e innovaciones en la narrativa

hispanoamericana. Editorial San Marcos.
_________. (2004). Estructuras y estrategias en la narrativa peruana. Fondo

editorial de la PUCP.
Oviedo, J. (2012). Historia de la narrativa hispanoamericana. Alianza editorial.
__________. (1990). La invención de una realidad. Seix Barral.
Shaw, D. (1981). Nueva narrativa hispanoamericana. Cátedra.
Vargas Llosa, M. (2000). La fiesta del chivo. Santillana.
__________. (1997). La verdad de las mentiras. Ariel.


DOI: 10.18537/puc.34.02.06

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Artículo científico

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NARRAR LO DIGITAL: PASOS FRONTERIZOS
ENTRE VIDEOJUEGO Y LITERATURA EN PIGLIA,

GAMERRO Y FERNÁNDEZ SILANES
Narrating the digital: border crossings between videogame and literature in

Piglia, Gamerro and Fernández Silanes

Narrando o digital: passagens de fronteira entre os videogames e a literatura
em Piglia, Gamerro e Fernández Silanes

Pablo Molina Ahumada
Universidad Nacional de Córdoba (Argentina)

pablomolina@ffyh.unc.edu.ar
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2992-6208

Recibido: 19 - 09 - 2023
Aprobado:
12 - 10 - 2023
Publicado:
29 - 12 - 2023

Cómo citar:

Molina, P. (2023). Narrar lo digital: pasos fronterizos entre
videojuego y literatura en Piglia, Gamerro y Fernández
Silanes. Pucara, 2(34). https://doi.org/10.18537/puc.34.02.06


Resumen:
Este trabajo analiza la relación entre literatura y videojuegos,
interrogando cómo ciertas obras literarias tematizan lo digital y lo
problematizan. Asumimos como perspectiva teórica la semiótica cultural de Iuri
Lotman y su noción de “frontera”, entendida como una zona de intenso
intercambio y negociación de sentido. Ejemplificaremos con tres novelas: La
ciudad ausente
(1992) de Ricardo Piglia y la máquina de relatos como un anfibio
analógico-digital; el videojuego y la cultura hacker como ariete político en Las
Islas
(1998) de Carlos Gamerro; y la forma en que la novela Space Invaders de
Nona Fernández Silanes (2014) potencia metafóricamente al videojuego para
expresar una experiencia epocal. Nuestro objetivo es mostrar la versatilidad del
lenguaje literario para traducir fenómenos y experiencias novedosas en el
sistema de la cultura. Nos interesa remarcar las relaciones dialógicas entre los
distintos lenguajes de la cultura, en este caso la literatura tematizando al
videojuego.

Palabras clave: literatura, videojuego, novela, cultura digital, semiótica

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Revista Pucara N.° 34. Vol.1, 2023
e-ISSN: 2661-6912


Abstract:
This paper analyses the relationship between literature and video
games, questioning how certain literary works thematise the digital and
problematise it. We assume as a theoretical perspective the cultural semiotics of
Iuri Lotman and his notion of "frontier", understood as a zone of intense
exchange and negotiation of meaning. We will exemplify with three novels:
Ricardo Piglia's La ciudad ausente (1992) and the story machine as an analogue-
digital amphibian; the video game and hacker culture as a political battering ram
in Carlos Gamerro's Las Islas (1998); and the way in which Nona Fernández
Silanes' novel Space Invaders (2014) metaphorically empowers the video game
to express an epochal experience. Our aim is to show the versatility of literary
language to translate novel phenomena and experiences in the system of culture.
We are interested in highlighting the dialogical relations between the different
languages of culture, in this case literature thematising the video game.

Key Words:
literatura, videogame, novel, digital culture, semiotics

Resumo:
Este trabalho analisa a relação entre literatura e videogames,
questionando como certas obras literáriasmatizam o digital e problematizam-no.
Assumimos como uma perspectiva teórica a semiótica cultural de Iuri Lotman
e sua noção de "fronteira", entendida como uma zona de intenso intercâmbio e
negociação de significado. Vamos exemplificar com três romances: La ciudad
ausente
(1992) de Ricardo Piglia e a máquina da história como anfíbio
analógico-digital; o videogame e a cultura hacker como aríete político em Las
Islas
(1998) de Carlos Gamerro; e a forma como o romance de Nona Fernández
Silanes, Space Invaders (2014), metaforicamente capacita o videogame a
expressar uma experiência epocal. Nosso objetivo é mostrar a versatilidade da
linguagem literária para traduzir fenômenos e experiências inovadoras no
sistema de cultura. Estamos interessados em destacar as relações dialógicas
entre as diferentes línguas de cultura, neste caso, a literatura que dá destaque ao
jogo de vídeo.

Palavras chave: literatura, videogame, romance, cultura digital, semiótica


1 Este trabajo retoma algunos avances del proyecto de investigación titulado “Experiencias

digitales: subjetividades, artes y cultura contemporánea”, dirigido por la Dra. Mónica Jacobo y codirigido por


1. Introducción: lugares de paso1


Un paso fronterizo es una vía de tránsito entre dos espacios diferentes. Refiere
a la senda propiamente dicha, pero también a la posibilidad de comunicación y
mutua influencia entre esos espacios. El paso fronterizo tiene sentido si delata
un cruce o algún tipo de pasaje entre sistemas diferentes, quedando convertido
de tal modo en testimonio de la existencia de un límite o frontera, a la vez que
evidencia de su interrupción.

Si pensamos a la cultura como un sistema complejo de información, organizada
de manera diferencial y jerárquica en forma de textos en continua interacción,
resulta factible vislumbrar que la comunicación entre distintas zonas al interior
de ese sistema, o bien la comunicación de ese sistema con otros se realiza a
través de estas zonas de pasaje ubicadas en los límites o confines de esos
sistemas. Así lo razona la perspectiva de la semiótica de la cultura, desarrollada
por el semiólogo estonio Iuri Lotman, perspectiva que permite analizar estas
interacciones como mecanismos a partir de un conjunto de herramientas que
captan este estado dinámico de los sistemas. En particular, la noción de
“frontera”, entendida como línea porosa de traductores semióticos nos resulta
altamente productiva, porque permite desterrar por una parte, la idea del límite
como línea cerrada o muro, y asume más bien al límite como una membrana
selectiva, como piel de la cultura, adaptativa y disponible para la negociación
semiótica intensa y continua, facilitando u obturando el paso de información en
una u otra dirección según sea necesario.

Esa posición estructural y funcional a la vez de la frontera es la que garantiza,
según Lotman, la renovación de la cultura a partir de la introducción selectiva
de aquella información que le es ajena, adaptándola a códigos conocidos para
ella. En torno a esta operación de traducción que efectúa la novela frente al
fenómeno y a la experiencia del videojuego como objeto novedoso de la cultura,
es donde nos interesa indagar en este trabajo donde nos hemos propuesto
compartir algunas reflexiones acerca de los lugares de paso entre novela y

mí, con subsidio de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina
(2018-2021/22).

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videojuego, en un corpus de tres novelas latinoamericanas contemporáneas que,
según nuestra hipótesis, plantean esa relación no solo a nivel argumental, sino a
nivel arquitectónico, haciendo del videojuego una matriz de sentido metafórico.

Nuestra labor de investigación desde hace varios años se ha centrado en el
estudio del videojuego y sus conexiones con lenguajes de la cultura
preexistentes, como los de la literatura y el cine, dando cuenta de las capacidades
diferenciales de los videojuegos para semiotizar la realidad y convertirla en
materia no solo legible, sino jugable. Partimos, por supuesto, de una concepción
compleja del videojuego a partir de la perspectiva semiótico-cultural de Lotman,
entendiéndolo como un dispositivo semiótico capaz de traducir otros lenguajes
y organizarlos en un nuevo texto de tipo interactivo y con alto poder inmersivo
y persuasivo, un fenómeno de la cultura que hace décadas ya ha abandonado
(como señala Alessandro Baricco (2019) el terreno de lo meramente lúdico, para
convertirse en una lógica global, la “gamificación”, que vertebra desde el juego
en nuestro móvil hasta nuestras aplicaciones para pedir un taxi o manejar el
dinero. Nuestra vida cotidiana transcurre, desde hace tiempo, por interfaces que
se parecen a un videojuego.

En esta oportunidad nos interesa, sin embargo, transitar este camino en dirección
contraria, es decir, desde el videojuego hacia la novela, suponiendo que lo que
existe entre ambos es un paso fronterizo. Lo que buscamos es interrogarnos
cómo ciertas obras literarias tematizan lo digital y lo problematizan para
construir nuevos sentidos. Para ello hemos elegido tres novelas (dos de autores
argentinos y una de una autora chilena), obras no vinculadas entre sí pero que
coinciden en convertir al videojuego en metáfora.

2. La máquina de relatos o el corazón de la ciudad: La ciudad ausente de
Piglia.
Janet Murray (1999, pp. 81-83) cuenta que el investigador del MIT Joseph
Weizenbaum creó en 1966 un programa informático que lograba procesar
lenguajes naturales llamado ELIZA. El programa podía mantener una
conversación respondiendo con frases impresas según las frases que se
introdujeran por un teclado, combinando tan adecuadamente las estructuras
lingüísticas en sus respuestas que, producto de esta verosimilitud, varias

personas en contacto con el experimento empezaron a pedir autorización a
Weizenbaum para conversar con ELIZA en privado porque decían que ella “les
entendía de verdad”. El remate de Murray al comentario de esta anécdota es
maravilloso: “Weizenbaum había querido hacer un programa de ordenador
inteligente y había fabricado involuntariamente un personaje creíble” (pp. 82-
83).

En 1992 se publica la novela La ciudad ausente del argentino Ricardo Piglia. Se
narra allí la peripecia de Junior en una ciudad del futuro asediada por el control
y la violencia de un régimen militar. Lo que despierta la búsqueda y curiosidad
del protagonista es el rumor acerca de la existencia de una máquina, inventada
por Macedonio Fernández (doble ficcional en la novela del reconocido escritor
argentino), que anima con sus relatos toda la vida imaginaria de esa ciudad. El
problema es, claro, que un régimen bajo estricta vigilancia dictatorial como el
que esboza la novela de Piglia, la plurivocidad y espesor metafórico que parecen
sugerir los relatos de la máquina hacen suponer a los organismos de control que
la misma tiene un desperfecto y es preciso desactivarla. Piglia (y también
Macedonio Fernández) metaforiza así la potencia de la máquina literaria para
modificar los regímenes de lo decible, lo visible y lo pensable en la sociedad. Y
por supuesto, que el gran problema de todo régimen de control es cómo
desactivar la máquina imaginativa de la literatura.

La máquina en la Ciudad ausente no es propiamente un videojuego, pero
tampoco es un autómata. En la parte final de la novela, se la describe:


en el fondo de un pabellón blanco, sostenida por un armazón

metálico. Tiene una forma achatada, octogonal, y sus pequeñas
patas están abiertas sobre el piso. Un ojo azul late en la penumbra
y su luz atraviesa la quietud de la tarde (…) La máquina, quieta,
parpadea con un ritmo irregular. En la noche, el ojo brilla, solo, y
se refleja en el cristal de la ventana (p. 168).


En su libro de ensayos Formas breves (2000), en un texto titulado “La mujer
grabada”, Piglia relata cómo conoció a una mujer indigente que había conocido
a su vez a Macedonio Fernández y que cargaba con un grabador de cinta

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viejísimo. Algún familiar de la mujer hizo llegar ese grabador a Piglia, quien
pudo escuchar allí la voz de la mujer que habla y canta, y luego otra voz que
bien podría ser la de Macedonio. Esa imagen, que fue el germen de La ciudad
ausente
según palabras del autor, nos da la pauta de que hay en ese
funcionamiento no solamente una mecánica sino una simulación bastante
aproximada a lo que podría ser la interacción con una inteligencia artificial.

De hecho, la máquina que se convierte en leitmotiv en la novela se aleja de este
funcionamiento limitado del autómata y opera más bien como un anfibio
analógico y digital, una especie de procesador de voces y textos que,
retroalimentándose, incrementa su capacidad de comprensión del mundo a la
vez que su potencia para imaginar relatos posibles. Ni ELIZA ni un autómata
son capaces de eso que la máquina logra: se trata, en perspectiva, de un fósil
videolúdico o un pariente lejano que traspasa los procesos recursivos del
autómata y del programa informático.

La productividad narrativa de la máquina en la novela de Piglia, que se sustenta
implícitamente en la potencia del lenguaje digital para traducir y multiplicar
enunciados al lenguaje común de unos y ceros, podría ser pensada como una
metáfora que busca materializar un tipo de sistema específico, un sistema de
procesamiento disponible para la construcción de mundos verosímiles y la
generación virtualmente ilimitada de ficciones a partir de una estructura
programada. Podríamos decir, en cierto modo, que hay en esta novela de 1992
una lógica videolúdica avant la lettre, en sintonía con el modelo de
“hipernovela” que propone Ítalo Calvino y que Manuel Villavicencio (2011)
describe para esta misma novela de Piglia en términos de pasaje y tensión de
géneros: “El principio de la escritura es que todo puede ingresar en la literatura,
en la mezcla y en la tensión de géneros. La historia posibilita la vinculación y el
cruce de la ficción y la política en la literatura.” (p. 100)

3. Hackear la memoria. Las Islas de Carlos Gamerro
En 1998, el escritor Carlos Gamerro publica Las Islas. Se trata de una novela
apasionante y muy compleja, que sería imposible resumir adecuadamente en
estos pocos minutos, pero que nos interesa visitar porque hay allí una mención
explícita del videojuego. La peripecia de Felipe Félix, un hacker y

excombatiente de la Guerra de Malvinas que es contratado por un poderoso
magnate para borrar los rastros de un crimen, ilumina toda una red de relaciones
sociales que hacen visibles las tramas y continuidades persistentes entre los
sucesos de la guerra en 1982 con el presente del relato, 10 años después de la
Guerra.

Para poder cumplir su encargo, Félix debe ingresar a la Oficina de Inteligencia
del Estado argentino y hackear una máquina, obtener los datos policiales de los
testigos del crimen y eliminar esos datos. Verraco, el cobarde general del
Ejército Argentino devenido funcionario de turno, será su carta de entrada,
porque el alto mando ha encargado a Félix un videojuego en el que el resultado
fatídico de la contienda se invierta y Argentina gane la guerra. La estratagema
del hacker es, sin embargo, convertir al videojuego en un caballo de troya que
justifique su ingreso y que le permita, además, recopilar la información sin dejar
rastro. Para ello, Félix instala una instrucción en el juego que provoca que,
llegado a cierto punto, el triunfalismo y facilidad con la que el juego haya
premiado la dedicación de Verraco se trastoque en infortunio y la dificultad de
las campañas vaya incrementándose de tal forma que: “Repitiendo la historia
sin mejorarla, el virus [en el videojuego] iba a comerse uno a uno todos sus
sueños [los de Verraco], dejar sus fantasías tan pobres como sus recuerdos,
convertir la derrota en derrota” (p. 119).

Lejos de la híper-espectacularización de la realidad a la que nos tienen
acostumbrados los videojuegos bélicos comerciales (Molina Ahumada, 2017;
Venegas Ramos, 2020; Harrigan, P. & Kirschenbaum, 2016), el efecto
persuasivo del juego que diseña Félix nos permite ver que tanto el jugador
(Verraco) como el programador (Félix) coinciden en atribuir poder persuasivo
al videojuego a la hora de generar una visión de realidad o “modelizarla”, según
lo define Iuri Lotman, en el sentido de construir modelos de mundo. Félix diseña
el videojuego “a la medida de los sueños” de Verraco, dado al banco argentino
“la oportunidad que nunca tuvo en la guerra”.
En la novela de Gamerro, la tensión entre lo acontecido, lo recordado y lo
narrado constituye la columna vertebral de la novela y el videojuego aparece
como uno de los dispositivos ficcionales disponibles para apuntalar esa tensión,
junto a diarios apócrifos, maquetas en miniatura o relatos incoherentes de

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megalómanos encerrados en sus torres de cristal o de locos encerrados en los
manicomios de la ciudad. La novela multiplica las superficies refractarias con
el objeto de reforzar el carácter polifónico de la memoria en torno al trauma de
la guerra y la derrota, según va construyéndose a lo largo de la extensa trama.
En ese sentido, el videojuego que diseña Félix para Verraco desempeña una
función ambivalente, puesto que más allá de ser el camuflaje para introducir el
troyano informático que vulnera la seguridad estatal, es el dispositivo encargado
de trastocar el delirio triunfalista de los comandantes en experiencia de la
irremediable derrota. Reflexiona Felipe Félix en un momento: “Los ganadores,
parece, llegan al final pensando que siguieron una recta que sólo podía
conducirlos al lugar que ocupan; seremos los perdedores los que siempre nos
interrogamos acerca de las posibilidades de la historia” (p. 63).

El videojuego complica la línea recta de Verraco y la convierte en un camino
tortuoso, como el que recorren Félix y otros ex combatientes que vagan por la
ciudad, porque a 10 años de la contienda según la novela de Gamerro (o a 40
años, según se cumple este 2022), sigue siendo necesario encontrar un algoritmo
para dimensionar esa experiencia colectiva y hacerla comunicable. Si uno lee
Las Islas a partir de esta clave óptica descubrirá que la novela está plagada de
dispositivos traslúcidos y refractarios, que sostienen todo el tiempo una relación
tensa con la historia y permiten, asimismo, que prolifere en el momento menos
pensado la imaginación ucrónica. Un paso fronterizo digital, mecanismo de
traducción semiótica entre historia e mito y entre memoria e imaginación. O
como dice el mismo hacker Felipe Félix cuando está diseñando su videojuego:


Mi problema era encontrar una manera de agitar el cadáver

inerte de la historia con la vida del juego; de ver por un lado hasta
dónde era posible torcerles el brazo a los hechos sin que gritaran
y, por el otro, respetarlos sin que ahogaran la libertad de
movimiento bajo su pesado culo” (p. 88).


4. Crónicas marcianas en Space Invaders de Nona Fernández Silanes
La novela Space Invaders de Nona Fernández Silanes se ubica en Santiago de
Chile, en un lapso temporal que va de 1980 a 1994, con epicentro en torno al
caso Degollados (secuestro y asesinato de tres militantes del Partido Comunista

de Chile por parte de Carabineros en Santiago), en el año 1985, durante la
dictadura pinochetista, pero desde la mirada de un grupo de niños, ajenos,
aunque no indemnes a esa trama de violencia y persecución impuesta por la
dictadura.

Las referencias al videojuego homónimo de Taito (1978) son, además del título,
explícitas en varios capítulos. De él deriva la estructura de la novela, por
ejemplo, dividida en cuatro partes, tituladas: “Primera vida”, “Segunda vida”,
“Tercera vida” y “Game over”. La descripción de la interface del juego es
retomada además en uno de los capítulos, donde se describen “las balas verdes
fosforescentes” contra extraterrestres bajando en bloque, “en un cuadrado
perfecto, lanzando sus proyectiles, moviendo sus tentáculos de pulpo o calamar”
(Fernández Silanes, 2014, p. 22).

De esa descripción se desprenden dos imágenes que se proyectan a varias partes
del libro, en una arquitectónica sumamente calculada que hace de ese
videojuego una analogía y una metáfora de la época. La analogía aparece en
varias partes de la novela, con sentido ambivalente, a veces refiriendo a la
descripción acerca del ordenamiento de los cuerpos de los niños en un todo
uniforme y uniformado, bajo efecto de una disciplina estricta de cuño marcial
en la escuela:


(…) Nos han ordenado uno delante de otro en una larga fila

en medio del liceo. A nuestro lado, otra larga fila, y otra más allá,
y otra más allá. Formamos un cuadrado perfecto, una especie de
tablero. Somos las piezas de un juego, pero no sabemos cuál (p.
17).

(…) Somos varias columnas formando un cuadrado
perfecto, una especie de tablero (p. 26).


pero también equiparada a aquella muchedumbre que marcha y protesta en el
centro de Santiago contra el dictador Pinochet, en la primera Marcha del hambre
de agosto de 1982, descripta desde los ojos de los niños como: “Varias columnas
formando un cuadrado eterno y perfecto, un bloque que avanza al mismo

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tiempo, un solo cuerpo moviéndose en el tablero. Somos la gran pieza de un
juego, pero todavía no sabemos cuál” (p. 48).

Lo que queremos señalar con esto es que la regularidad del bloque de marcianos
descendiendo en la pantalla del videojuego se equipara no sólo por analogía sino
metafóricamente con un bloque indiferenciado, que es pieza de un juego
inadvertido porque casi todo en ese mundo de adultos resulta difícil de
decodificar: el “tío” de anteojos espejados y bigotes que hace de chofer y
custodia a González, la chica nueva de la escuela, mientras asiste a clase; su
padre, Don González, carabinero, que tiene una mano ortopédica porque la ha
perdido en un “accidente de trabajo”; el misterio y el secretismo que rodea a la
familia de González y al trabajo de su padre. Toda esa atmósfera de asechanza
logra condensarse gracias a la imagen de ese invasor extraterrestre, imparable a
implacable mientras baja por la pantalla.

Sin embargo, la riqueza de la metáfora artística que construye la novela a partir
del videojuego cobra esplendor en un capítulo en que los alumnos, liberados
momentáneamente de la supervisión de los adultos mientras asisten a una
reunión de padres, juegan en la oscuridad de un aula del liceo a tantearse, tocarse
y besarse sin reconocerse ni nombrarse. Durante ese juego, que representa una
efímera cuota de libertad arrebatada al tedio cotidiano, vuelve a aparecer el
videojuego, pero esta vez con un sentido positivo que elogia la condición de ser
el extranjero que invade: “aquí no hay palabras, ni nombres, somos solo un
cuerpo de muchas patas y manos y cabezas, un marcianito de Space Invaders,
un pulpo con brazos de varias formas que juega este juego a oscuras que está a
punto de terminar” (p. 41).

El videojuego sirve entonces como una poderosa matriz metafórica, fuente de
modelizaciones para traducir el agobio, el clima siniestro, a la vez que la válvula
de escape y ocio de los niños que han crecido en ese entorno. Transcurrida la
infancia y corrido el velo del juego, en un pasaje fechado mucho después, en
Santiago en 1994, “en la misma pantalla televisiva en la que antes se jugaba al
Space Invaders ahora aparecen los carabineros responsables de las muertes. Son
seis los agentes involucrados” (p. 63).

La novela de Fernández Silanes imita al videojuego con fines artísticos.
Construye a partir de esa analogía, una poderosa máquina de metáforas, de tal
modo que el videojuego le sirve para construir una red de metáfora que permitan
expresar el miedo-ambiente y también las experiencias infantiles durante esos
años. Muchos años después de los sucesos narrados en la novela y algunos años
luego incluso de publicada, en octubre de 2019 se filtró un audio de mensajería
en el que Cecilia Morel, esposa del entonces presidente Sebastián Piñera,
opinaba que las protestas sociales eran como “una invasión extranjera,
alienígena”. Los protestantes eran, desde su visión, marcianos. La novela a
veces imita al videojuego y pareciera que la realidad, en algunas ocasiones,
también.

5. Consideraciones finales
La condición de posibilidad de un paso fronterizo entre la literatura y el
videojuego radica en que ese tránsito opere con doble sentido, es decir,
articulando no sólo elementos de la literatura en el videojuego sino, viceversa,
impulsando a la literatura a construir sus modelos de mundo según lógicas
específicas como la del videojuego y su semiótica lúdica, interactiva e
inmersiva.

Lo que gana la literatura es la posibilidad de alojar en el seno de su mundo
discursivo un elemento foráneo y muchas veces incómodo, que convoca otros
lenguajes y pasa a funcionar como un imán de sentido, dando cauce por ejemplo
a los lenguajes del cine, de la música, de los dibujos animados, del teatro, de la
arquitectura, y de tantos otros lenguajes de la cultura que el videojuego articula
sin mayores dificultades. En analogía a la máquina en la novela de Piglia, que
anima desde dentro de la novela la producción de narraciones enmarcadas,
podríamos pensar en un escenario donde la literatura fagocite la máquina
ficcional del videojuego y la haga funcionar de manera recursiva, provocando
un diálogo con sus propios recursos literarios, en un juego de inclusiones de
máquinas en otra máquina. Ese mecanismo de cajas chinas, del texto dentro del
texto o de los lenguajes dentro de un lenguaje, recurrente en el texto artístico
según Iuri Lotman, es uno de los mecanismos más productivos que ejercita la
cultura para la conservación de información, a la vez que producción de nueva
información cultural.

Narrar lo digital: Pasos fronterizos entre videojuego y literatura en Piglia, Gamerro….

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e-ISSN: 2661-6912


Partiendo entonces de esta mirada recursiva pero también políglota de la cultura,
reconociendo los múltiples lenguajes y las múltiples capacidades semióticas que
poseen para modelizar la realidad, de lo que se trata entonces es de garantizar el
libre tránsito de uno a otro lado, sin visados ni aduanas, garantizando con ello
que todos los participantes en ese proceso complejo de comunicación (la novela,
el videojuego y la cultura en su conjunto) salgan enriquecidos.


















Referencias

Baricco, A. (2019). The Game. Anagrama.
Fernández S. (2014). Space Invaders. Eterna Cadencia Editora.
Gamerro, C. ([1998] 2012). Las Islas. Edhasa.
Harrigan, P. & Kirschenbaum, M. (Eds.) (2016) Zones of Control. Perspectives

on
Wargaming
. Cambridge-London, The MIT press

Lotman, I. (1996). La Semiosfera I. Cátedra.
Molina Ahumada, E. P. (2017). “Jugar a la guerra: retórica y política en

videojuegos bélicos”. Question, 54. Disponible en:
http://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/question/article/view/4048

Murray, J. (1999). Hamlet en la Holocubierta. El futuro de la narrativa en el
ciberespacio.
Paidós.

Navarro, J. (2017). El videojugador. A propósito de la máquina recreativa.
Barcelona, Anagrama.

Piglia, R. ([1992] 2004) La ciudad ausente. Seix Barral.
_______. ([2000] 2005) Formas breves. Anagrama.
Venegas Ramos, A. (2020) Pasado interactivo. Memoria e historia en el

videojuego. Vitoria-Gasteiz, Sans Soleil Ediciones.
Villavicencio, M. (2011). Ciudad tomada y ciudad ausente: los paradigmas del

imaginario urbano en la narrativa latinoamericana. Ediciones
Encuentro sobre Literatura Ecuatoriana “Alfonso Carrasco
Vintimilla”.

DOI: 10.18537/puc.34.02.07

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Ensayo

Revista Pucara N.° 34. Vol. 2, 2023
e-ISSN: 2661-6912



















SIETE FRAGMENTOS ALREDEDOR DEL NEO-
ROMANTICISMO ECLÉCTICO

Seven fragments around eclectic neo-romanticism

Sete fragmentos em torno do neo-romantismo eclético

Raúl Vallejo
Miembro de número de la Academia Ecuatoriana

de la Lengua
banano59@gmail.com

ORCID: https://orcid.org/0000-0003-1404-1092

Recibido: 17 - 12 - 2023
Aprobado:
12 - 12 - 2023
Publicado:
29 - 12 - 2023

Cómo citar:

Vallejo, R. (2023). Siete fragmentos alrededor del neo-
romanticismo ecléctico. Pucara, 2(34).
https://doi.org/10.18537/puc.34.02.07


1

Dijeron que la vida personal y la cotidianidad del autor no le interesaba al arte
literario. Dijeron que el nuevo escenario tenía que ser urbano. Dijeron que la
heroicidad de ahora es opaca y carece de pasión. Dijeron que había llegado el
fin de la historia. Pero, contra la hegemonía del pensamiento único, estamos en
un tiempo de diversidad de saberes y de un canon que se construye desde
tradiciones propias; un momento de reivindicaciones políticas inéditas que
implican la convivencia con la otredad; una ruptura con la modernidad
cartesiana que nos lleva a la superación de la dicotomía entre cultura y
naturaleza. También estamos en el tiempo de autorretratos, de las selfies que se
multiplican en las redes sociales, de las confesiones reprimidas por las
convenciones sociales que afloran como salidas de un baúl que se abre ya sin
miedo; del reconocimiento de la naturaleza como un ente vivo y con derechos;
de la emergencia de los feminismos y de los derechos de la población LGBTI;
del protagonismo de personas que sobreviven a la violencia y el ascenso del
neofascismo. Vivimos la continuidad de la historia desde la construcción de un
nuevo yo y la lucha por nuevas libertades.

Siete fragmentos alrededor del neoromanticismo ecléctico.

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2

Nos enseñaron que no había que confundir al Narrador con el Autor; que lo
único que debía considerar la crítica era el texto; y, sin embargo, hoy vemos de
cuántas diversas maneras se funden la voz autoral con la voz narrativa y las
formas confesionales de una voz que, siendo narrativa y autoral a la vez, las ha
convertido en escritura para darnos ese objeto del deseo llamado texto. El
enunciado Rousseau en Las confesiones podría ser la poética de una literatura
confesional que da cuenta del yo en la complejidad de su situación espiritual e
histórica: “Emprendo una obra de la que no hay ejemplo y que no tendrá
imitadores. Quiero mostrar a mis semejantes un hombre en toda la verdad de la
Naturaleza y es hombre seré yo. Solo yo. Conozco mis sentimientos y conozco
a los hombres […] Si no soy mejor, a lo menos soy distinto de ellos1. No toda
experiencia de vida puede convertirse en literatura; finalmente, la cotidianidad
anodina de la especie humana carece de intriga y sucesos capaces de
desautomatizar la visión cotidiana del mundo. Pero sí, toda experiencia de vida
puede ser literatura, no por las anécdotas sobre su existencia sino por la
contemplación de los intersticios del alma de aquella vida en la materialización
que conlleva la escritura destinada a entusiasmo estético, la escritura capaz de
convertir la experiencia de un alma en la conmoción espiritual del ser humano.

3
El mundo agitado por las antiguas tormenta y pasión está testimoniado en dos
libros de una narrativa cargada de poesía. El uno es Nuestra piel muerta, de
Natalia García Freire: novela en la que la escena del mundo rural andino
reemplaza a la campiña del gótico de finales del siglo XVIII y comienzos del
XIX; el castillo de Otranto da paso a la casa solitaria, de resonancias lúgubres y
el fanatismo religioso, tanto el ancestral como el sincrético, se ha instalado como
un ente sobrenatural en los corazones de los personajes. Desde similar orilla, el
cuentario Las voladoras, de Mónica Ojeda, recupera la tradición oral popular de
la ruralidad andina mediante la reelaboración poética de los mitos, en el marco
del sincretismo religioso y cultural del mundo indígena y mestizo. Estos cuentos


1 Jean-Jacques Rousseau, Las confesiones [1782] (México: W.M. Jackson, Inc.,

1973).

de Ojeda se inscriben en esa tradición de voces rumorosas que entretejen los
sentidos de la vida y de la muerte, que descubren el horror y lo místico; la
tradición oral popular y los saberes ancestrales y la crueldad del mundo: todo
aquello a lo que nos asomamos desde el sublime terror de vernos confrontados
con la muerte. Las historias y los personajes de ambos libros habitan el universo
de un neogótico incrustado en los Andes.

4
La preeminencia del Yo, herencia romántica por excelencia, es una
característica de Los cielos de marzo, de Andrea Crespo Granda, una novela de
prosa lírica
que estremece, y que, desde el tono confesional, abraza un neo-
romanticismo, formalmente ecléctico, que narra una conmovedora historia de
amor contrariado resuelta con la inmolación de la heroína. El texto es una
desgarradora novela lírica que está estructurada con formas libres; su
protagonista es una memorable heroína romántica, y su escritura, envuelta en el
sentido irónico del arte y en una conmovedora expresión poética, recupera el
paisaje de la naturaleza en función del espíritu. Asimismo, en el registro del Yo
confesional, Estancias, de Alicia Ortega (Guayaquil, 1964), es una
estremecedora práctica de escritura andrógina que nos permite transitar, desde
la cotidianidad de la autora, en nuestra propia experiencia de vida. Alicia Ortega
escribe sus meditaciones iluminando lo que ha vivido y las convierte en filosofía
de lo cotidiano y sus gestos. Este texto es escritura del Yo, pero no desde el
narcisismo sino desde la mirada cómplice de la sororidad, que transita en los
espacios del duelo y la fiesta. Escritura andrógina que se sitúa entre el testimonio
autobiográfico y el ensayo, entre la autoficción y la filosofía, entre el diario de
viaje y la cartografía personal. Tanto la novela de Crespo como la autoficción
andrógina de Ortega son textos que se inscriben en la estética del Yo neo-
romántico libre, confesional, experimental, que deviene en el tiempo del Yo
confesional que se autorretrata en la escritura, ya sea a través del personaje o de
la propia autora.

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5

Dos cuentarios escritos en clave opuesta se inscriben en el terror de lo real y en
la presencia inquietante de lo fantástico en la realidad. En De un mundo raro,
Solange Rodríguez Pappe construye sus relatos extraordinarios —en el tono del
horror fantástico de la tradición de Poe— a partir de la libertad de la
imaginación, como otra aproximación que tiene el conocimiento para
desentrañar los niveles ocultos de lo real en una atmósfera gótica del trópico: el
mundo de ultratumba es parte del mundo de los vivos y las premoniciones
apocalípticas son reelaboraciones de la destrucción a la que el mal somete al
mundo. Este es un cuentario que, a partir de la ironía y el humor para enfrentar
la muerte y los miedos a lo sobrenatural, destruye la dicotomía racional entre lo
real y lo fantástico construyendo un mundo que los contiene a ambos en lo
cotidiano sin solución de continuidad entre sus bordes; un libro en el que algunas
de sus historias suceden en tiempos apocalípticos y mundos distópicos como
para decirnos que vivimos la era de un apocalipsis permanente; un libro que
incorpora la oralidad del folklore en el rito solitario que integra la escritura y la
lectura. En el otro extremo, en un tono hiperrealista, el cuentario Sacrificios
humanos
, de María Fernanda Ampuero, desarrolla el horror de lo abyecto del
ser humano en cada cuento y asistimos al espectáculo de una galería asfixiante
de monstruos sin posibilidad de redención a partir de una imaginación libérrima.
Son historias que, en la tradición de Mary Shelley, E.T.A. Hoffman y Horacio
Quiroga, incorporan los elementos que se desprenden del gótico del
romanticismo del siglo XIX en historias y escenarios contemporáneos: la casa
tenebrosa acompañada de la violencia intrafamiliar; la recuperación de la
oralidad popular para potenciar el terror y lo sobrenatural; la presencia de seres
de ultratumba en combinación con seres violentos en el mundo patriarcal de los
vivos; todo ello, en medio de personajes que luchan dentro de sí mismos contra
sentimientos depresivos, angustiantes, morbosos. En ambos cuentarios, la
heroína rebelde se enfrenta a la violencia del patriarcado, lucha contra las
convenciones y disfruta de su sexualidad libre.


2 Madame de Staël, Alemania [1810] (Madrid: Espasa-Calpe, Colección

Austral # 184, 1991), 187.


6

Desde la confrontación del Yo con la muerte y la redención de ese mismo yo a
partir de una heroicidad cotidiana estos dos poemarios están envueltos por la
atmósfera del neo-romanticismo ecléctico. Labor de duelo, de María Paulina
Briones, poemario de verso deslumbrante, está alimentado de lo onírico y la
terrorífica cotidianidad de la muerte. En él, la poeta medita sobre la vida
atravesada por el duelo y, en su verso, recupera el sentido del dolor para
continuar viviendo con la sabiduría del ser que ha purgado la pérdida. El poema,
en este sentido, ha transgredido el terreno sonámbulo de la muerte. Victoria
Vaccaro García, en Breve mitología del cuerpo original, convierte en poesía la
transición de un cuerpo, que nace varón, y la génesis de la mujer que lo habita;
su escritura evoca a la naturaleza para volverla compañera de los diversos
estadios del espíritu. El poemario se construye desde la textualidad ceremonial
de un tránsito que es, al mismo tiempo, corporal y del espíritu.

y, 7
El neo-romanticismo ecléctico es una escritura que puede observarse en la
literatura ecuatoriana de comienzos del siglo XXI y que, con amplia libertad de
formas y preocupaciones temáticas, reelabora ciertos conceptos del
romanticismo decimonónico a partir de un yo con identidad de género, la
construcción de nuevas formas de relación con la naturaleza, la asimilación de
variadas estéticas de la escritura, una visión crítica del mundo marcada por la
diversidad sexual y étnica, y el rechazo al canon patriarcal dominante. Vivimos
un tiempo en el que recobra vigencia, desde perspectivas contemporáneas, el
entusiasmo enfrentado al fanatismo. Ya lo señaló Madame de Staël: “El
fanatismo es una pasión exclusiva, cuyo objeto es una opinión; el entusiasmo se
repliega a la armonía universal: es el amor de lo bello, la elevación del alma, la
alegría del sacrificio, reunidos en un mismo sentimiento lleno de grandeza y de
serenidad”2. La amplitud que ha ganado para el arte y la literatura la definición
de lo bello, el entendimiento del alma en unidad indisoluble del cuerpo ya que
toda persona es un cuerpo con historia, el entendimiento del yo como un yo

Siete fragmentos alrededor del neoromanticismo ecléctico.

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e-ISSN: 2661-6912

escindido y diverso, las nuevas libertades por las cuales se lucha, el
acercamiento a la naturaleza y la relación de respeto que se establece entre el
ser humano y la vida son características de un nuevo entusiasmo. La ironía del
distanciamiento que se establece entre quien escribe y la escritura; el
entendimiento de la literatura como un artificio ecléctico y un espacio para la
problematización de la rebeldía son los cimientos de un neo-romanticismo que
deconstruye las convenciones patriarcales, supera las ilusiones del liberalismo
económico y concentra la mirada en el ser humano por sobre el capital.
Finalmente, desde la experiencia de formas experimentales, envuelta la
literatura en nuevas prácticas signadas por la vieja formulación de tormenta e
ímpetu,
esta tendencia neo-romántica ejerce, desde el eclecticismo textual, el
sentido liberador de la escritura.

DOI: 10.18537/puc.34.02.08

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Reseña

Revista Pucara N.° 34. Vol. 2, 2023
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UNA AUTOBIOGAFÍA DOLOROSA

A painful autobiography

Uma autobiografia dolorosa

Por Jorge Dávila Vázquez


Así me permito bautizar yo al libro hermoso y duro de EDISON LASSO
ROCHA, su gran poemario, Retorno al vientre de mi padre, ganador del
Concurso - Convocatoria Abierta para Publicaciones 2023, de la Casa de la
Cultura Núcleo del Azuay.

Quizás para los contemporáneos de Edison, la imagen de un padre severo y
castigador no les sea familiar, cosa que para los setentones como yo, no resulta
tanto.

No es mi caso, pero recuerdo haber escuchado a mis amigos de barrio y
compañeros de escuela hacer las desgarradas pinturas de las palizas, tundas,
golpizas y, curiosamente, usando un vocablo coloquial muy difundido entre
nosotros entonces “pisas”, que les propinaban sus progenitores, no precisamente
por un quítame estas pajas, pero por los mismos motivos que pinta el poeta:
descuido en los estudios, alteración de calificaciones, problemas con la comida,
rotura de objetos del hogar y más pecadillos cotidianos. Castigos había, sin lugar
a dudas, pero ni todos los que daban ni todos los que recibían eran del mismo
temple.

El problema estaba, creo yo, en los temperamentos, tanto del maltratador cuanto
del maltratado.

En ciertos casos, como digo, no existía la punición física, pero la mala relación
padre/hijo, creaba un ambiente venenoso en el hogar, motivado por los
comportamientos ya fuera de la una o la otra parte: ausencias injustificadas,
alcoholismo, trato desconsiderado con la pareja, con los hijos o con los padres

Una autobiografía dolorosa.

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(especialmente con la madre), excesiva confianza con amigos y vecinos, que
irrumpían en el hogar y comían y bebían en él a su gusto, porque fulanito les
había invitado, sin haber provisto de los respectivos alimentos y bebidas.

En otros, realmente se daba un antidiálogo, basado en las expresiones groseras,
de uno y otro lado, sobre todo entre padres e hijos varones, que generaba un
ambiente insoportable. Si uno caía en esa atmósfera, captaba lo irrespirable, los
gestos entre unos y otros, la nula cordialidad, y muchas veces se conmovía por
la impotencia materna.

En el caso que nos ocupa, el padre hace del suplicio físico una suerte de refinado
oficio, para el que colecciona instrumentos de aflicción de diverso origen y
color, los que se supone guarda celosamente. No eran tan abundantes como para
ingresar a los Record Guinness, pero lo suficientemente numerosos como “para
durar lo que se dice/ toda una niñez”; correas “negras, rojas y marrones”, hechas
para castigar, para hacer “simulacros de justicia y de escarmiento”. Las pobres
nalgas de cuatro chiquillos, ¿qué saben de esos actos de justicia y escarmiento?,
nos preguntamos con un escalofrío.

Generalmente, los fuetazos son rituales y casi diarios, a veces motivados, y en
ocasiones causados por el mal genio del progenitor, lo que hace que la buena
madre vaya de visita donde una vecina, debajo de cuya cama el poeta aprende
una lección de Geografía: ese es “el lugar más profundo de la Tierra”, y,
supuestamente, el más seguro.

En cambio, el baúl heredado de la abuela no es un buen escondite. El día que
rompieron un jarrón con su hermano, estuvieron horas escondidos en esa caja
terrible. Al fin, me imagino que terminaron por delatarse con gritos, susurros,
ansias de respirar fuera del reducido calabozo.

Generalmente, la correa plegada en varias partes, lo dice un poema, golpea cinco
veces, es lo ritual.
Pero no es la única forma de correctivo físico. El escritor atribuye el largo
excesivo de sus orejas, a los tirones que recibía, porque no le gustaba el salón
(esa carne de res, que tiene fama de deliciosa, pero que si no está muy bien

cocida, es verdaderamente dura), al extremo que le producía náusea. “Suela del
zapato”, la llama.

Uno de los pecados mayores de nuestro autor es haber alterado las notas del
colegio, impostura que al fin es descubierta. Esperaba tremenda tanda de
latigazos, pero, no. Es simplemente enviado a la cama, y hasta parece que el
papá lo va a abrigar: “y no recuerdo nunca/ haber sentido más pesada su mano”.
Diríamos que ya tenía suficiente entrenamiento con las correas, como para darle
cinco tremendos manotazos.

Este no es un inventario completo de esa dura vida del hijo frente al padre
castigador sistemático; pero alguna idea les dará, espero.

Hay algunos poemas, particularmente bellos, que son imágenes de infancia
como casi todos, pero no siempre están ligados a la violencia; me quedo, en
particular con dos, el hermoso “Telemaquia”, que he reproducido
reiteradamente, y el maravilloso “Fotografía”, que me recuerda una mía, la única
de mi período escolar, gentilmente perdida y olvidada por un amigo, que debía
ampliarla y multiplicarla, pues pensé darla a mis compañeros que aparecían en
ella. Es tan poderoso el aliento sugerente de Edison en el poema, que es como
si hablara de esa extraviada imagen, y me ha conmovido casi hasta las lágrimas.

Para concluir, no puedo dejar de remarcar en la delicada calidad de la edición.
Es bueno pensar que LA NOCHE CÚBICA, creada hace nueve años por
Cristóbal Zapata, no ha perdido calidad: los materiales son de primera, el diseño,
como siempre, discreto y sutil; el estudio introductorio, de Juan Carlos Arteaga,
profundo y preciso; un acierto de la Casa de la Cultura Núcleo del Azuay.
¡Congratulaciones!

Y para ti, Edison Lasso Rocha solo deseo que sigas escribiendo largamente,
amigo-hermano, inmenso y profundo poeta, con la misma intensidad, idéntico
devoto amor por la lírica, sin desperdicio, sin ningún deseo de figurar o
mostrarte o ser agradable a nadie.

Cuenca, noviembre de 2023.

DOI: 10.18537/puc.34.02.09

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Creación

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Relatos de María Paulina Briones


Hambre/Faena


Y los corté en cubitos. Experiencia yo ya tenía de cocinar al lado de mi
abuela y de mi madre que insistían en la perfección de la cebolla cortada
en cuadrados, igual a mis perfectas cuentas a fin de mes, cuando miraba
el techo como si ahí estuviera escondido el tesoro de la olla de los
gnomos, al final del arcoiris. No pues, no había cómo no haberlo hecho
tan bien… Y primero desangré cada parte, igual que a los pollos que se
despluman y se cuelgan. Faenar, creo que le dicen. Sí digo que cuando
estaba empezando me acordaba de cómo los habían traído hasta acá, no
digo que no me acordara. Pero ya luego es que el trabajo se hacía
mecánico. No sé cuántos recorté. Cuántos brazos, cuántas piernas,
cuántos deditos de niños, esos sí que eran complicados, demasiado
blanditos, pero se podía. Todo se puede. Lo de los cubitos no era nada de
otro mundo, te diré. ¿Sabes cuántos comimos de ellos?





Relatos de María Paulina Briones.

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Como un péndulo


El aullido es una larga lengua morada
que deja hormigas de espanto y licor de
lirios.


F.G.L.

El llanto empezaba a las cinco de la tarde todos los días. Tengo grabado
ese berreo desquiciante que siempre trae el mismo episodio a mi cabeza.
Claro que éramos todos unos niños. Éramos una pandilla que jugaba todas
las tardes en el pequeño parque al final de la calle peatonal que daba al
estero. Nos escondíamos, corríamos de una casa a otra, lanzábamos por
los aires cualquier cosa que se interpusiera a nuestra velocidad. Éramos
unos niños en un territorio distante porque después de esa peatonal ya no
había nada. Al frente un cerro, más lejos, la cantera, y más todavía, los
lugares de cacería. El camino se hacía de tierra y esporádicamente los
montículos de basura mostraban que debía ser esa calle Sexta el fin del
mundo. Al menos de nuestro pequeño y limitado mundo. El estero no
estaba totalmente contaminado, pero sí terminaba abruptamente.
Estrangulado empezaría a morir pronto; era cuestión de tiempo para que
se convirtiera en un estanque maloliente y sin vegetación. Pero cuando
éramos unos niños las iguanas corrían hacia el agua, y de vez en cuando
las culebras se metían en nuestros patios.


Las casas de los Jardines del Salado estaban pegadas unas a otras. Mi
hermano y yo creíamos que el armario era un teletransportador, pero
además habíamos descubierto que si nos metíamos en ese clóset y nos
quedábamos quietos y en silencio podíamos escuchar algo, un rumor de
la conversación de los vecinos, que para ese tiempo se pusieron tristes y
desorientados. La hermana mayor se hacía cargo de todo. Debía tener mi
edad. Bañaba a sus hermanos, les preparaba la comida, los hacía estudiar.
Es ahí cuando empezaba el llanto constante del menor que no quería
obedecer. El padre se había marchado de la casa un tiempo antes y yo le
preguntaba a mi madre a dónde estaba nuestro vecino. Ella me decía que
se había ido de viaje, pero que volvería. Mi hermano y yo sabíamos que
el padre de la casa contigua no estaba de viaje porque los dos
compartíamos la complicidad y oscuridad del clóset. Espiábamos.
Escuchábamos los sollozos de la madre por las noches, el berreo del más
pequeño todas las tardes. La guerra cotidiana de una niña cuya obligación
era ser madre y padre. ¡A la ducha!, gritaba Sophia. ¡A la ducha ya!, y el
pequeño corría por la casa hasta que los llantos de súplica eran tan fuertes
que mi hermano y yo no teníamos que meternos al clóset para escuchar.
Parados, los tres: mi mamá, mi hermano y yo, en el corredor del segundo
piso, nos quedábamos muy quietos, exhaustos y desarmados ante el
desastre de la casa contigua.

Poco después eran los gritos de la madre que pedía explicaciones a todos
los hijos. El pequeño siempre era el más reprendido porque era evidente
que los estudios no eran de su predilección. A veces el gordito se quedaba
pateando la pelota en la peatonal, mientras el guardia le decía: “Gordo,
anda estudiar que si no hoy te vuelven a dar”. Pero nada, Miguel, parecía
vivir en otra dimensión y esa pelota era su pasaporte para viajar. Así eran
las tardes de mis vecinos. Antes eran los juegos, luego mi amiga ya no
pudo salir más porque tenía obligaciones.

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Los Jardines del Salado se extienden en mi memoria hasta escuchar el
ruido de la cantera que todas las tardes hacía estallar piedra caliza. Las
casas temblaban con la detonación, con el paso de camiones y con los
gritos que eran cada vez más estruendosos.

Sophia necesitaba mantener el orden, dominar a sus hermanos, y no había
otro método que los correazos. El pequeño era siempre el más golpeado.
No porque fuera un niño malo; todos repetían que era vago.
Una vez mi papá lo escuchó gritar con tanta desesperación y dolor que
fue a tocar la puerta de al lado porque habíamos perdido el sueño después
de advertir todo ese caos tan cercano. La verdad es que no hace falta mirar
muy lejos para sentir el horror de la soledad y la tristeza, y mis vecinos
eran la prueba de ello. Su casa se había vuelto lúgubre con la partida del
padre y las ausencias de la madre. Y nosotros lo intuíamos. Era la primera
vez que reparábamos en que una familia no andaba bien. Como dije,
éramos unos niños, ¿qué podíamos saber del abandono y de la muerte?

A las cinco de la tarde como casi todos los días empezaron los berreos,
pero esta vez duraron poco, y extrañamente ese día miércoles, todo se
volvió silencioso prolongadamente. Un miércoles de ceniza, estoy casi
segura. Cerca de las siete de la noche escuchamos un grito desgarrado, un
alarido que nos despertó de una siesta tardía. Mi mamá se levantó de la
cama y se paró frente al clóset. Yo me encontré con ella ahí. Luego me
pidió que volviera a mi cuarto y después escuché que ella y mi papá
salieron de la casa. Ya no sé qué hora era, pero los vi regresar muy
agitados. Mi mamá se agarraba las manos y se las apretaba y cuando me
vio parada frente a la escalera subió corriendo y me abrazó. ¿Qué edad
teníamos? Creo que yo iba a la Secundaria. Fueron muchos años de
llantos y gritos. Yo ya era grande. A veces me pregunto qué era ser
grande.

Las imágenes se vuelven confusas no por el paso del tiempo sino por las
emociones: mi madre vomita varias veces, mi padre llora; llora como un
niño. Yo siento que me chocan los dientes como cuando se tirita de frío;
mi hermano que ya se ha despertado corre hasta el clóset y se encierra,
pega su oído a la falsa pared, pero solo escucha un eco profundísimo. O,
yo pego mi oído a la pared, mi hermano llora, mi mamá también llora y
mi papá vomita… tal vez fue así, tal vez. Solo hay una cosa que no cambia
en mi recuerdo, una sola cosa inmutable y definitiva: la escena del gordito
colgado de una viga, oscilante todavía, amoratado. La libreta de
calificaciones arrugada, hecha un bulluco, debajo de una cama. Su
lengua, su pequeña lengua reseca, tan solitaria.

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NOTICIA SOBRE LOS AUTORES/AS


María Paulina Briones Layana.
(Guayaquil, 1974). Escritora, editora,
librera. Ha publicado dos libros de narrativa: Extrañas y El árbol negro
y dos libros poesía: Tratado de los bordes (Premio Ismael Pérez Pazmiño
2016) y Labor de duelo (Himalaya, 2022). Creó la editorial Cadáver
exquisito en 2012 y La casa morada en 2009, un espacio cultural y librería
en donde vive con Mankell Arenas y Horacio Facundo Quiroga, sus dos
gatos romanos, hermanos de Sophia y Andrómeda, princesas del estero
Salado. Es docente de Literatura de la Universidad de Las Artes y
doctoranda de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de
Salamanca. Cursó una maestría en Escritura Creativa por UNIR, en
Estudios Avanzados en Literatura Española de la Universidad de
Barcelona, y en Edición de Textos por la U. de Salamanca.

Fredy Dominguez
. Licenciado en Pedagogía de la Historia y las Ciencias
Sociales por la Universidad de Cuenca, ganador del concurso “Estímulos
de Investigacion Proyecto Bicentenario 2022” de la Pontificia
Universidad Católica del Ecuador. Ha participado en varios proyectos de
investigación convocados por el Vicerrectorado de Investigación de la
Universidad de Cuenca, y colaborado con el Museo y Parque
Arqueológico Pumapungo.

Antônio Fernandes Góes Neto.
Graduado em Letras
(Português/Linguística), Mestre em Letras pela Universidade de São
Paulo, Doutor em Educação pela Faculdade de Educação da Universidade
de São Paulo (USP) e especialista na revitalização das línguas yẽgatu e

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baniwa, faladas no nordeste amazônico, onde continua assessorando as
comunidades do povo Baniwa para o desenvolvimento da escolarização
própria e práticas inovadoras, por meio do Centro Universitário e de
Pesquisas em Inovação, Reforma e Mudança Educacional (Ceunir-
FEUSP). Professor visitante da Universidad Andina Simón Bolívar, sede
Equador (UASB). Leitor do Instituto Guimarães Rosa (IGR) em conjunto
com a Embaixada do Brasil no Equador. Editor da Revista Leetra
Indígena (UFSCar). Membro da Cooperativa de Educação Ambiental
Eparreh. Assessorou a publicação do livro multilíngue Kabari Teepa
(2015), escrito em baniwa, yẽgatu e português. Organizou o livro
Diversidade na escola: experiências com a Lei 11.645/2008 (2016). Autor
dos livros O nheengatu e as traduções bíblicas (2016) e Educação que
produz conhecimento (2019). Coautor do artigo Does Brazil Observe
Indigenous Peoples’ Right to Higher Education? Demand, supply and
alternative initiatives in São Gabriel da Cachoeira, Amazonas
(2022).

Eduardo Huarag Álvarez.
(Lima, Perú, 1949). Profesor en la Pontificia
Universidad Católica del Perú. Doctor en Literatura por la PUCP y
Maestría en Comunicaciones por la Universidad Internacional de
Andalucía. Entre sus publicaciones destacan: “Estructuras y estrategias
narrativas en las tradiciones de Ricardo Palma” (2004), “Mitos de origen”
(2011) y “Pensamiento mítico en la narrativa latinoamericana” (2013).
Recientemente Axiara editions le ha publicado La novela peruana y la
violencia de los 80
. Como narrador su novela La barca ya ha sido
traducida al francés con el título Débarcadére (2023). Luego publicó La
montaña sagrada
(2016) y El increíble salto en la Estación del cielo
(2018). Ha sido profesor investigador en el CIALC de la UNAM
(México) y profesor visitante en la Universidad de Milano (2017) y
Universidad de Bonn, 2018).

Jorge Dávila Vázquez.
(Cuenca, 1947). Doctor en Filología por la
Universidad de Cuenca. Autor de María Joaquina, en la vida y en la

muerte y Este mundo es el camino. Premio Nacional de Literatura
“Aurelio Espinosa Pólit”, 1976 y 1980 en novela y cuento,
respectivamente; Los tiempos del olvido (cuentos), premio Casa de la
Cultura, 1977; Con gusto a muerte y Espejo roto, teatro (premio nacional
CCE, 1990); De rumores y sombras (novelas cortas), 1991; César Dávila
Andrade, combate poético y suicidio
(ensayo), 1998; La vida
secreta
(novela breve) y Memoria de la poesía (lírica),
1999; Piripopao (novela breve), 2000; cuatro tomos de
cuentos: Historias para volar, Entrañables, Libro de los sueños (Premio
Gallegos Lara, Municipio Metropolitano, Quito, 2001) y Arte de la
brevedad
, 2001; Río de la memoria (poesía), 2004 y La luz en el
abismo
(antología de cuentos, Colección Cuarto Creciente, Campaña
Nacional de Lectura “Eugenio Espejo”).

Pablo Molina Ahumanda. Profesor y Licenciado en Letras Modernas y
Doctor en Letras por la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina).
Profesor Titular y profesor asistente concursado en la Facultad de
Filosofía y Humanidades y Profesor Titular por concurso en la Facultad
de Lenguas de esa universidad. Ha sido becario de doctorado y
posdoctorado de SECyT-UNC y del CONICET, posee numerosas
publicaciones en libros, capítulos de libros y artículos en revistas
especializadas. Ha desarrollado actividades docentes y de investigación
en universidades de España y Brasil gracias a becas internacionales y ha
dictado cursos de posgrado en universidades de Argentina y del
extranjero. Como investigador, integró entre 2002 y 2015 el equipo de
investigación sobre “Retórica de la Cultura” dirigido por la Dra. Silvia
Barei (UNC), y desde 2014 dirige y co-dirige equipos acreditados sobre
temáticas vinculadas a la crítica literaria, cultura digital y crítica de
videojuegos. En 2005 fue galardonado con el Premio de la Academia
Argentina de Letras. Ha sido Vicedirector de la Escuela de Historia
(FFyH, UNC), Director y Coordinador Académico de la carrera de
posgrado de Especialización en Estudios de Performance (Facultad de

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Artes, UNC); y Vicepresidente y Presidente de la Asociación Argentina
de Retórica.

Fernando Montenegro.
Nacido en México en 1986. Licenciado en
Relaciones Internacionales y Estudios Latinoamericanos por la
Universidad San Francisco de Quito, Mágister en Literatura
Latinoamericana y Doctor en Letras Modernas por la Universidad
Iberoamericana de México. Ha sido académico invitado por la
Universidad de Duke. Desde 2017 labora en la Universidad de las Artes
donde ha sido Director de UArtes Ediciones y docente investigador. En
esa institución ha impartido las cátedras de Literatura Moderna,
Literatura Latinoamericana, entre otras. Ha publicado en diversas revistas
académicas y de crítica literaria. Su más reciente publicación es el libro
colectivo Deuda y dinero en la literatura ecuatoriana del cual es también
el editor. Ha publicado ficción y poesía en diversas revistas
latinoamericanas.

Paula Rodas Espinoza.
Candidata a Doctora en Patrimonio
Arquitectónico por la Universidad Politécnica de Madrid, España.
Arquitecta y Magíster en Conservación y Gestión del Patrimonio Cultural
por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de
Cuenca, Ecuador. Miembro de ICOMOS Internacional y secretaria del
Comité Nacional Interino de ICOMOS Ecuador. Miembro de la Red
Ecuatoriana de Mujeres Científicas - REMIC, Nodo UCACUE. Ha
participado como autora y co-autora de publicaciones a nivel nacional e
internacional. Fue funcionaria de carrera del Instituto Nacional de
Patrimonio Cultural Zonal 6 en calidad de Arquitecta Restauradora
Regional, por un período de catorce años, estando a cargo de la gestión y
conservación de bienes inmuebles patrimoniales. Actualmente, es
Consultora e Investigadora en MRM Estudio – Arquitectos e Ingenieros.
Además, es Coordinadora de Investigación, Desarrollo Tecnológico e
Innovación en el Instituto Superior Universitario Tecnológico del Azuay,

institución académica en donde también es Docente en la Carrera de
Tecnología Superior en Gestión del Patrimonio Histórico Cultural, en
donde anteriormente ejerció como Directora de Carrera.

Elsa Sinchi. Actualmente cursa sus estudios de doctorado en Historia y
Arqueología en la Universidad Complutense de Madrid. Es Magíster en
Antropología. Especialista en Historia (Universidad Andina Simón
Bolívar). Sus estudios de pregrado los realizó en la Universidad de
Cuenca, carrea de Historia y Geografía. Ha estado vinculadas a proyectos
de investigación histórica y antropológica. Es miembro fundadora e
investigadora del Centro Regional de Estudios Socioculturales (CERES).
Se ha desempeñado como docente de Historia y Ciencias Sociales en el
Ministerio de Educación y como Historiadora Regional en el Instituto
Nacional de Patrimonio Cultural, Zonal 6. Se ha dedicado a la
investigación en el campo de la Historia Social y Cultural, Antropología
de la muerte y Patrimonio Cultural Inmaterial. Es autora y coautora de
varias publicaciones a nivel nacional e internacional.

Raúl Vallejo Corral.
(Manta, Ecuador, 1959). Doctor por la
Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla. Ha publicado en los últimos
años: Pubis equinoccial (cuentos, 2013, Premio Joaquín Gallegos Lara);
Mística del tabernario (2015, Premio de Poesía José Lezama Lima,
2017); El perpetuo exiliado (2016, Premio Internacional de Novela
Héctor Rojas Herazo, 2015, y Premio Real Academia Española, 2018);
Patriotas y amantes. Románticos del siglo XIX en nuestra América
(ensayo, 2017); Gabriel(a) (2019, Premio de Novela Corta Miguel
Donoso Pareja, 2018); Trabajos y desvelos (poesía, 2022) y Poéticas de
Guayasamín
(Texto transgenérico, 2022). Miembro de número de la
Academia Ecuatoriana de la Lengua. Más información en:
www.raulvallejo.com


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Revista Pucara N.° 34. Vol.1, 2023
e-ISSN: 2661-6912






















DIRECTRICES PARA LOS AUTORES/AS


Forma y preparación de manuscritos


PUCARA
publica artículos inéditos, los que serán sometidos a evaluación de
acuerdo con lo indicado en el punto 2 de las normas de publicación.
Las personas interesadas en publicar en Pucara deberán tener en cuenta las
siguientes consideraciones:

1. Son sujetos de evaluación tres clases de trabajos:

Tipo A: Artículos sobre aspectos teóricos, críticos o ensayísticos
relacionados con las humanidades y la educación.

Tipo B: Reseñas sobre libros o documentos, vinculados a la teoría,
investigación o creación literaria.

Tipo C: Creación. Textos cortos en verso o prosa.

2. Se consideran trabajos del tipo A los productos de investigación teórico
o ensayístico y las revisiones bibliográficas sobre el estado actual del
conocimiento en un tema determinado. Se dará prioridad a los reportes
de investigación originales que constituyan un aporte significativo al
campo específico sobre el que versan.

3. Los trabajos deben ser inéditos, escritos en el idioma del que tratan, y
no estar sometidos a evaluación simultánea en otra revista.

4. Los trabajos tipo A tendrán una extensión máxima de 20 páginas, y los
de tipo B no pasarán de seis.

5. Los materiales se remitirán en formato A4, a doble espacio interlineal,
por una sola cara, con márgenes de tres centímetros arriba, abajo y a los
lados y en letra Times New Roman tamaño doce, a través de la
plataforma en envíos. A fin de garantizar el anonimato durante el
proceso de arbitraje, la identificación del autor (o los autores) aparecerá
solo en la primera página.

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e-ISSN: 2661-6912

6. Los trabajos tipo A que el Consejo Editorial considere potencialmente
apropiados para su publicación serán sometidos a doble arbitraje ciego
por especialistas independientes, quienes propondrán que el trabajo se
publique, con modificaciones o sin ellas, o que no se publique. En caso
de discrepancia entre los árbitros el trabajo se enviará a un tercero y la
decisión será tomada por mayoría. Si a juicio de los evaluadores el
trabajo es publicable con modificaciones, le será devuelto
oportunamente al autor con las observaciones de los árbitros, quien a
partir de ese momento tendrá un mes para reenviar el trabajo corregido.
De no recibirse en ese plazo, el Comité Editorial dará por sentado que
el autor ha desistido de su intención de publicar en la Revista.

7. Los trabajos tipo B serán revisados por el Consejo Editorial, que
decidirá sobre su publicación.

8. En los dos primeros tipos de trabajos, el autor (o autores) se
compromete(n) a aceptar los cambios que los árbitros o el Consejo
Editorial estimen convenientes.

9. Los autores de los trabajos no admitidos para publicación serán
notificados oportunamente de la decisión de los árbitros, pero no les
serán devueltos los originales.

10. Los trabajos tipo C serán revisados por el Consejo Editorial, que
decidirá sobre su publicación.

Manera de presentar los originales

Artículos:

1. Página inicial. En ella aparecerán: a) título del trabajo (en lo posible no
mayor de trece palabras) en español, inglés y portugués; b) fecha de
finalización del escrito; c) nombre del autor o autores; d) adscripción
institucional; e) direcciones (personal y laboral), teléfonos y correos
electrónicos.

2. Resumen. En página/s aparte se incluirán el resumen, el abstract
(versión del resumen en inglés) y el resumo (versión del resumen en
portugués). La extensión de cada uno estará entre 100 y 150 palabras
transcritas a un espacio. Al final se incluirán entre tres y cinco palabras

clave, Key Words o Palavras chave. Siempre que sea posible, el orden
irá, de izquierda a derecha, de lo más general a lo más específico.

3. Agradecimientos. Si los hay, aparecerán en nota a pie de página cuya
llamada será un asterisco ubicado en el primer título
(INTRODUCCIÓN*, PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA* o lo
que corresponda). Este es también el lugar en el que el autor dará noticia
(si así lo desea) de las ayudas, becas o financiamiento que ha recibido
para el desarrollo de la investigación, lo mismo que de cualquier otro
dato al margen del contenido del trabajo que considere oportuno hacer
público.

4. Texto. Se iniciará a partir de tercera página. Los artículos que expongan
los resultados de una investigación deben contener claramente definida
la estructura de un plan coherente: Introducción (planteamiento del
problema, objetivos, justificación, posicionamiento teórico…),
Desarrollo, Conclusiones y Bibliografía. Cada autor es libre de
amalgamar o subdividir estas categorías, pero deberán estar presentes
de algún modo como muestra de que la investigación se ajusta a los
patrones generales de la ciencia.

5. La estructura de las revisiones teóricas o ensayísticas tendrán un
carácter más libre. Seguirán, sin embargo, un orden expositivo
asimismo lógico y estarán divididas en partes tituladas (y si es preciso,
subtituladas), que permitan seguir ordenadamente el contenido del
artículo.

6. Los encabezados dentro del texto indican su organización y establecen
la importancia de cada tema. Todas las partes que posean idéntica
importancia llevarán el mismo nivel de encabezado a lo largo de todo el
texto. Se emplearán caracteres arábicos seguidos de punto en las partes
principales (1. 2. 3.) y los subapartados se iniciarán con el número de la
sección mayor de la que forman parte seguidos de nuevo por números
arábicos separados por puntos (1.1., 1.2., 1.2.1., 1.2.2.).

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e-ISSN: 2661-6912

7. Para los títulos se emplearán VERSALES y en los subtítulos cursivas.

8. Las citas y referencias se ajustarán a las normas de la American
Psychological Association
(APA, 7°). A continuación, se describen
algunas de las más usuales:

8.1. Todas las citas estarán incorporadas al texto; en consecuencia, no
aparecerá ninguna a pie de página.

8.2. Cuando las citas textuales contengan menos de cuarenta palabras,
se incluirán en el párrafo correspondiente y entre comillas (“...”). En
caso de tener cuarenta o más palabras, formaran un párrafo aparte con
sangría de cinco espacios en ambos márgenes, sin comillas y escritas a
doble espacio interlineal. Si se parafrasea a algún autor debe dársele el
correspondiente crédito. En todos los casos se empleará el sistema año:
página y se incluirá la referencia completa en la bibliografía.

8.3. Las referencias se relacionarán al final del trabajo por orden
alfabético. Deberán aparecer todos los autores y trabajos citados. No se
incluirán referencias a autores o publicaciones no mencionados en el
cuerpo del artículo.

8.4. Las ilustraciones, tablas y/o figuras (gráficos, dibujos o fotografías)
se limitarán al menor número posible. Se presentarán en blanco y negro,
y deberán aparecer numeradas correlativamente y reseñadas en ese
orden dentro del artículo, con cabeceras de texto apropiadas, leyendas
explicativas y fuentes. El Consejo Editorial podrá decidir sobre la
ubicación de las ilustraciones, tablas y/o figuras de acuerdo con las
necesidades de diagramación.


Reseñas:

Las reseñas o recensiones constituyen noticias sobre la publicación de libros o
documentos de reciente aparición. Pueden ser simplemente descriptivas, pero se
recomienda que incluyan algún comentario crítico en tanto que su finalidad es
orientativa para el lector. Siempre que sea posible se acompañarán de una

reproducción nítida en blanco y negro de la portada y contraportada del libro,
documento o publicación, o de una fotografía clara en blanco y negro del
material, instrumento o equipo al que hacen referencia.

Al igual que los artículos, se incluirá una página inicial independiente que
contendrá a) la fecha de realización de la recensión, b) el nombre del autor, c)
la institución a la cual está adscrito y d) sus direcciones (de domicilio y trabajo),
correo electrónico y teléfonos.

Creación:
Son textos literarios (poesía o relato) breves que no sobrepasen las 1 500
palabras. Se incluirá la información solicitada para los artículos y reseñas.

Informaciones finales
:

1. Todos los trabajos incluirán en una hoja aparte un breve currículo del
(de los) autor(es) con una extensión de diez líneas, en el que se describa
su perfil académico y profesional, así como sus principales líneas de
investigación.

2. Los trabajos que no se ajusten a estas normas, tanto en el fondo como
en las formas, no serán considerados para el proceso de arbitraje.


Sistema de arbitraje y selección de artículos
. Los artículos recibidos se
someten a la consideración del Consejo de Redacción. En casos conflictivos en
que existan evaluaciones contradictorias se recurre a los miembros del Consejo
Consultivo para dilucidar el problema.

Notificación a los autores
. Se notificará la recepción del trabajo y,
posteriormente, si este fue seleccionado por el Consejo de Redacción para su
publicación.

Orden de publicación de trabajos
. El orden de publicación de los artículos
quedará a criterio del Editor.


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Teléfono (593) 07 4051000 Ext. 2514

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